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Capítulo 20

California

Hera no ha dejado de pisar el acelerador desde que conseguimos huir del enfrentamiento.

Estoy segura que si hubiera competido habría ganado el primer lugar de la carrera.

Los nervios me tienen las manos temblorosas y no puedo dejar de imaginar como los chicos están en medio de una pelea justo ahora.

Sé que debíamos huir cuanto antes, pero no hay manera de saber si algo se les sale de las manos.

Mi hermana sale de la carretera cuando el cobertizo está a la vista, se detiene a poca distancia y apaga el motor.

Las tres permanecemos en silencio y con la respiración agitada.

Sí, puede que estemos bien acostumbradas a las riñas, pero está en especifico genera mayor tensión.

—Tenemos que buscar a Hades — rompe el silencio abriendo la puerta.

Y Artemis la sigue tan pronto como yo.

Aquí al parecer todo está como debe.

Quedan algunas personas fuera, otras tantas dispersas por la casa y oigo a la perfección que, la gran cantidad y el resto de presentes que se encuentra bajo tierra la están pasando de maravilla.

Hades se cruza en nuestro camino enseguida, y es reprendido por Hera y su pequeño e inusual ataque de pánico.

Dada mi falta de ganas para correr no consigo escuchar el intercambio de palabras entre ambos dioses.

—¿Qué? — cuestiona ella casi en sock —. Hermes no estaba con nosotras, dijo que se quedaría aquí a sacar fotografías de la carrera...

—Él jamás estuvo aquí, quizá decidió tomar fotografías del final de la carrera.

—¡Venimos de allí! Hermes no estaba. No estaba...

Y comienzo a tensarme cuando sale disparada al interior de la casa.

Esta vez corro tras ella, le sigo escaleras arriba e intento alcanzarla para tranquilizarle antes de seguir con su búsqueda desesperada.

—¡Hera, detente! — llamo sin éxito.

Y escucho que abre puertas antes de que consiga llegar al piso de arriba.

Abre y cierra al encontrar las habitaciones vacías.

Un grito agudo me da un vuelco al corazón, veo a mi hermana petrificada en el umbral de una puerta y sale dispara dentro un segundo después.

Intento prepararme los metros restantes a la alcoba, y cuando miro dentro un torbellino de sensaciones invaden mi cuerpo.

Las sábanas blancas de la cama están manchadas de sangre, y sobre ésta veo un cuerpo torturado, repleto de golpes y heridas.

Hera no ha parado de sollozar y gritar desde que miró dentro.

Entro tras salir del transe e inspecciono la escena más a detalle, Hermes está aquí, tiene el rostro molido a golpes y temerosa me aseguro de que tenga pulso.

Está vivo.

Oigo pasos por el corredor y Hades entra un momento después, quedando petrificado tan pronto como mira en nuestra dirección.

Esta es la primera vez que lo veo siendo gobernado por una emoción y no por la serenidad.

Igualmente es de las primeras veces en la que no sé cómo solucionar una situación.

Necesito a Fenix aquí.

A ambos realmente...

Escucho más pasos, y antes de que pueda mirar quién se aproxima, el rubio reacciona y da la vuelta súbitamente.

—Ve por tus hermanos — ordena sin permitir que Artemis presencie la tortura —. Es urgente.

Los pasos se alejan veloces de vuelta a la planta baja.

El rubio entra de lleno e inspecciona el cuerpo al que he preferido darle la espalda un momento.

—Respira — afirma y giro otra vez.

Es apena visible en el abdomen desnudo y ensangrentado que aún respira, pero eso y el pulso que he sentido me dan una gran esperanza.

Hades se inclina ligeramente hacia él, estirando la mano y tomando entre las punta de los dedos una nota blanca doblada por la mitad.

La tensión se acrecienta aún más.

Sé que ambos queremos leer el mensaje tanto como deseamos no hacerlo.

Y por más que intenta alargarlo, finalmente desdobla el papel.

Frunce el ceño en cuanto lee algo que claramente no esperaba, y le doy un par de segundos antes de arrancar la nota de su mano para leerla.

Eros
Ares
Hades
Angus
Hera
Hermes
Zeus
California

Una lista con nuestros nombres, donde el de el chico golpeado ha sido tachado.

Apenas oigo pasos alguien cruza la puerta.

Cuando miro los dos quedan hechos piedra también.

—Debemos hacer algo, aún está vivo — informa Hades —. Y no podemos llevarlo a un hospital, eso es bastante obvio.

Comienzo a pensar en las posibilidades que tenemos, aunque realmente soy la que menos posibilidades puede tener el mente.

—Su padre...

—Sabes que hemos discutido con él, Hades, no podríamos pedirle un favor de ninguna manera — recuerda Cupido.

—¿Entonces cual es tu idea? ¿Crees conveniente hacerla de doctor en estos momentos, Fenix?

—Vamos, llevémoslo a un hospital, encontraré una buena excusa.

Eros es el primero en acercarse a la cama para levantar a Hermes, y termina cargándolo el solo, jalo una sábana y corro detrás para cubrir al chico ensangrentado en espera de que nadie comience a crear rumores al respecto, y mientras tanto Ares sale disparado fuera de la casa, seguramente por algún auto para marcharnos cuanto antes.

(...)

Llevamos al menos una hora en la sala de espera de un hospital.

Eros se inventó que todo fue un ataque homfóbico y encontró al chico golpeado cerca de un callejón.

No sé como puede ser tan convincente aún con las excusas más ridículas.

Pero es hora de dar las pésimas noticias.

—Eros — llamo levantándome del asiento —. Dejaron una carta junto con Hermes — informo sacándola del bolsillo y extendiéndola a él.

La desdobla rápidamente en cuanto la tiene entre las manos, y su expresión no es muy diferente a la de Hades y yo.

—Fueron ellos — musita exasperado y Ares arrebata el papel para leerlo.

—La carrera fue solo una estúpida distracción — se queja este.

Las cosas ya comienzan a pintar demasiado mal.

—Van a cobrar venganza contra todos — hablo —. Porque Uriah murió a manos de Olympus.

—Tú no tuviste nada que ver — salta Eros enseguida.

—Eso no importa, ellos piensan que sí y que le tendí una trampa desde el principio. Seguro creen que gracias a mí cayó en tu trampa.

Bufa enojado, da media vuelta y algunos pasos antes de regresar.

—Es hora de pensar en un plan. Uno bueno — determina —. Sabemos que Ashes tiene poco tiempo antes de caer, así que necesitamos de algo que lo haga más rápido.

—Escucha, imbécil — Hera toma la palabra levantándose amenazante del asiento —. No hay manera de destruirlos sin destruirnos a nosotros, ¡quizá esa sea la puta razón por la que jamás lo hemos hecho! Sabes a la perfección que dependemos de ellos tanto como dependen de nosotros.

—¿Enloqueciste? — litiga el castaño.

—¡Si ellos caen tenemos el puto tiempo contado para hacerlo también! ¿Crees que van a seguir sus vidas como si nunca hubiera pasado nada?

—Hera tiene razón — apoya Hades, lo que me confirma que sí o sí es un hecho.

—¿Acaso todos piensan que dependemos del enemigo? — cuestiona Eros incrédulo.

—Es fácil, Cupido, si Ashes cae su negocio lo hará con ellos. Si eso ocurre no hay nada que perder, una denuncia anónima sería suficiente para que nosotros nos vayamos a la mierda también — explica el rubio muy sereno —. Así que... a menos que en tu plan esté incluido matar a los... ¿diez? ¿Doce? ¿Cuántos miembros tiene Ashes?... en fin, no te creo capaz de asesinar a tantos.

Esta plática ya no me está gustando.

—Hallaremos la manera de solucionarlo — asegura Ares a todos mientras sostiene el hombro de su hermano —. No van a atacarnos pronto, ni siquiera saben en dónde estamos, así que esperarán a que estemos en Umbra de nuevo.

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