Capítulo 13
California
La decisión de mi madre no fue la mejor que pudo tomar para su conveniencia, pero yo me encuentro muy bien con ella.
Mis labios están enganchados a los de Ares, él se encuentra a mi lado izquierdo. Sostengo su erección con una mano y hago movimientos lentos arriba y abajo.
A Eros lo tengo entre las piernas, mi mano libre se entierra en su cabello oscuro y tiro un poco de el cuando provoca sensaciones escalofriantes.
Mueve la lengua en círculos de repente, mi respiración se entrecorta y gimo en la boca del rubio.
Éste muerde uno de mis labios, y siento como sostiene mi cintura con tanta fuerza que vuelvo a quejarme.
Eros desliza la lengua sobre mi vagina, hacia mi vientre y abdomen. Así que me estremezco, mis piernas se tensan e intentan cerrarse, pero el castaño lo evita y pronto tengo su cuerpo impidiéndolo.
Sus labios atacan mi cuello y me deja sin aliento.
La punta de su pene roza con mi piel sensible y mi excitación crece al instante.
Así que el chico no espera más y se introduce en mí sin prisas pero con muchas ansias.
Gimoteo mientras busca llenarme por completo, y las siguientes embestidas soy hondas y frenéticas.
Tengo las uñas encajadas en la piel de su espalda, y cada que las hundo más provoco un gruñido.
Entonces el rubio interviene, retira a Eros, reprende mis labios y me guía hasta que estoy sobre él.
Busco su erección con una mano y la llevo hasta que la punta ha accedido a mí.
Ambos gimoteamos al mismo tiempo y me sostengo de los hombros masculinos con fuerza mientras lleva mi cadera enfrente y atrás.
Eros se hinca detrás, pega mi espalda a su pecho y una de sus manos va sobre mi vientre hasta que se detiene presionando con las yemas de los dedos.
Me estremezco, las embestidas profundas y el tacto de los chicos me tienen al borde del orgasmo, muerdo tan fuerte mi labio que podría abrirlo en cualquier segundo, e intento reprimir los gemidos por miedo a ser escuchados.
Sé que ya no debe importarme gracias a la "ruptura" familiar.
Pero deberíamos esperar un poco más para comenzar con el cinismo.
Fenix me hace abandonar a su hermano, empuja mi hombro con suavidad hasta recostarme en el rubio al que comienzo a besar; aprisiona mis tobillos con las manos para tirar de mis piernas ligeramente hacia atrás y así me alza el trasero.
La punta de su erección rozar mi vagina provocativamente y se introduce juguetón. Siento que da cortas penetraciones que me hacen desearlo hasta que empuja la cadera de lleno contra mí y jadeo.
Mi cintura es apresada por él y hace las embestidas profundas al tirar de mi cuerpo contrario al suyo.
La mano derecha se desliza suave hasta mi culo, siento que presiona en repetidas ocasiones y sus embestidas se ralentizan. Puedo imaginarme que está permitiéndose disfrutar del momento.
Me da una nalgada, la mano que aún me sostenía ya se desliza sobre mi espalda, mi largo cabello es sujetado, se envuelve parte del antebrazo y lo sostiene en el puño.
Tira de él, las embestidas aumentan y vuelve a golpearme con más fuerza.
Pero me gusta.
Esto comienza a gustarme en realidad.
(...)
Tras darme una ducha salgo de la habitación con una sudadera negra, shorts de mezclilla y tenis blancos.
Camino en dirección a la escalera y veo que en la alberca está metida Artemis acompañada de su madre que la espera fuera viendo el móvil.
Sigo de largo, bajo rápidamente y entro a la sala de estar.
Mi abuela está charlando con mamá, en otro de los sofás veo a Eros platicando muy atento con Hera, como si estuvieran contándose algo importante.
Así que al final salgo de casa. Camino sobre el jardín y voy conectando los audífonos al teléfono mientras sigo sin mirar y sin rumbo.
—Deberías ser inteligente, pequeña — una voz masculina me hace levantar la vista —. Tienes demasiada vida por delante como para desperdiciarla de esta forma.
—A mí no me parece eso — respondo seca.
—¿Quieres el consejo del hombre que creó, crió y vio crecer a ese par de chicos? No caigas en una trampa, si no están en prisión ha sido gracias a esa gran facultad que tienen. No te dejes engañar, ninguno de esos dos chicos se ha vuelto bueno de repente, una niña embarazada no es lo suficiente para ello, solo eres la euforia del momento. Nada que consiga llenar las exigencias de Eros por mucho.
—Eros no me interesa. Ninguno de sus dos hijos realmente, pero esto ocurrió y mi decisión ha sido una. Ambos chicos pueden marcharse en el momento que gusten, no es por ellos por los que he querido continuar mi embarazo.
—De igual manera no deberías hacerlo. Para cuando mis hijos decidan abandonarte será más fácil retomar tu vida sola que con la carga que significa con hijo.
—Creo que será más probable que yo abandone a sus hijos — opino.
Eso es seguro. No hay duda para mí.
—Dudo totalmente que Eros permita otra humillación así — opina.
Eso consigue detener mi caminata.
—¿Otra humillación? — averiguo.
—El Eros cruel que conoces se enamoró una vez — explica —. Y salió herido de gravedad. Miranda... — le nombra —. Dejó huella en el chico y se encargó de que nadie más la borrase.
—No es mi intención, que se quede con el puesto.
Sigo de largo pero no dejo de pensar.
¿Será cierto?
¿Eros fue lastimado por una chica?
¿Quien es Miranda? ¿Cómo será? ¿Fenix la superó?
El estómago se me revuelve, me dan unas náuseas horribles y siento un hormigueo en la mandíbula que anuncia el vomito.
Apenas consigo inclinarme al sentir la primera arcada.
—California —alguien se ha hincado junto a mí, recoge mi cabello en una mano y reconozco a Ares —. ¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien?
—Lo estoy — aseguro intentando lucir en buen estado.
—Solo estás embarazada... ¿cierto?
—Sí — confirmo con una risita.
—Vayamos adentro — ayuda a levantarme del piso y me abraza todo el camino.
No puedo dejar de pensar en la tal Miranda. Lo intento pero siempre vuelve a mi cabeza.
Ni siquiera yo he logrado enamorar a Fenix de verdad, y vienen a decirme que alguien ya lo hizo antes?
¿Cómo puedo asimilar eso?
No lo tolero.
Incluso me molesta.
Eso es malo.
¿Por qué me molesta saber que Eros estuvo enamorado de alguien antes? Qué clase de ridiculez es esa, ni siquiera debería importarme.
Aún si yo estuviera enamorada del chico...
Pero no lo estoy.
Mis celos son más absurdos.
Entramos a la casa nuevamente, todo luce igual a cuando salí, pero mis ojos buscan ansiosos a Fenix.
Sigue en el sofá, ahora con la espalda recargada al asiento y una pierna cruzada abierta sobre la otra.
Cuando echa la cabeza hacia atrás la manzana de su garganta se marca detallada, su mandíbula resalta y su aspecto tan varonil me hechiza.
Sacudo la cabeza saliendo del transe y decido sentarme a su lado en donde Hera lo estaba hace un par de minutos.
—¿Alguien me acompaña? — ofrece mi hermana —. La abuela me ha pedido que vaya de compras.
—Te llevo — decide Eros al instante y se pone de pie —. Vamos, cariño — me tiende una mano y acepto sin dudas.
Salir de aquí es mejor que quedarse. A pesar de sólo ser dos personas este sitio es terreno enemigo.
—Ni hablar, los acompaño — Ares se suma.
—¿Puedo ir con ustedes? — Artemis parece inquieta por la respuesta.
Hera se tensa y mira al castaño, éste lo piensa por un momento.
Eso me pone alerta ante algo.
No vamos de compras.
—Sí — acepta Fenix para sorpresa nuestra —. Ven con nosotros.
La chica se entusiasma y brincotea en nuestra dirección.
Salimos otra vez deprisa esperando que nadie haga ninguna clase de encargo o pregunta que nos ponga en aprietos, y una vez que dejamos la entrada atrás nos echamos a correr a la Jeep de Fenix.
Rodeo el auto y abro la puerta de copiloto, subo dando un brinco y Ares cierra la puerta por mí.
Nos ponemos en marcha como si estuviésemos siendo perseguidos por alguien y salimos por el largo camino cubierto por árboles.
Eros suspira cuando salimos a la carretera y enciende el radio.
—Lo de las compras es una mentira — apunto —. ¿A dónde vamos?
—Que suspicaz — observa Fenix con una sonrisa —. Tenemos una reunión dentro de media hora.
—¿Reunión? — inquiero.
—Con los chicos.
Oh vaya.
—¿Y yo me entero apenas por que...?
—¿No lo sabías? — cuestiona.
—¿Cómo iba a saberlo? No soy vidente.
—¿No estás en nuestro grupo de WhatsApp? — interroga —. ¿Por qué no está en nuestro grupo? — se dirige a mi hermana.
—Que coño... ¡tú me eliminaste del grupo, idiota! — reclama.
¿Qué se hace en momentos como este además de reír?
—Bueno, pues ya sabes de la junta — retoma.
—¿Y es para...?
—Pff, muchas cosas. Umbra tiene vacaciones, Olympus no.
Comienzo a creer que esto es mucho más serio de lo que parece a simple vista.
—Ya veo...
—Además — infiere Ares —. Hay algo que debes saber.
—¿Qué cosa?
—Ya lo verás.
________________________
Siguiente actualización, jueves 11 de noviembre. 👀
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro