Capítulo 1
Embarazada.
No puedo creerlo.
No puedo procesar lo que está pasándome en estos momento.
No puedo estar embarazada.
La prueba seguramente fue defectuosa, yo no puedo embarazarme.
—Esto está mal — logro hablar luego de un minuto —. La prueba fue defectuosa, yo no puedo estarlo...
Rebecka saca una segunda prueba del bolso y me la da.
Corro de vuelta al baño y repito el procedimiento con sumo cuidado.
Salgo y pongo la prueba sobre el lavamanos, observando atentamente y con paciencia como el marcador comienza a pintarse.
Primero una línea azul.
Y luego la segunda.
Positivo.
Otra vez ha salido positivo.
—No tiene ningún defecto, California, estás embarazada — me confirma Rebecka.
Pierdo el piso.
Becka apenas alcanza a detenerme antes de que toque el suelo y amortigua mi caída tanto como le es posible.
—No puede ser — niego atónita —. Yo no...
—Tranquilízate, todo está bien. Esto no significa que el mundo se acaba, solo relájate.
—No puedo creerlo... ¿qué voy a hacer? ¿Qué se supone que haré ahora? — el mundo entero se cierra ante mí y un miedo mortífero me invade el cuerpo.
—Irás a hablar con el padre de ese niño y las cosas tendrán que solucionarse — determina.
—Rebecka, no lo estás entendiendo...
—Es lo que debes hacer.
—No sé quién es el padre — confieso con un hilo de voz.
Se pone blanca como el papel y por un momento siento que la que terminará desmayándose es ella.
—Bien, no pasa nada... supongo... supongo que tienes sospechas, digo, puedes hacer los cálculos correspondientes y llegar a algún sospechoso. ¿Tienes en mente a alguien?
—Sabes a quienes tengo en mente.
—No...
—A Eros y Ares.
Mi amiga se toma la cabeza con ambas manos y da la vuelta frustrada.
—De acuerdo, eso es suficiente. Irás a hablar con ellos, los he visto llegar hace bastante — decide sin perder todavía la cabeza.
—No puedo hablar... no sé que voy a decirles... — mi tensión termina dándome ganas de llorar.
—¡Basta! No llores, no vas a llorar por esto — me toma de los hombros y busca mi mirada —. Eres toda una reina y no arruinarás tu maquillaje por algo que sí o sí tiene muchas soluciones. Arriba, te quiero de pie y afrontando esto como lo has hecho con todos los problemas anteriores.
Me ayuda a ponerme de pie y recobró la razón.
Al menos ahora ya no estoy siendo carcomida por la incertidumbre, ya sé el resultado y los planes se han renovado.
—Hablaré con ellos — me decido con los huesos temblando.
—Sí. Y todo va a estar bien, no lo olvides.
Meto las dos pruebas de embarazo al bolso y lo cuelgo en mi hombro.
Doy un último respiro largo y salgo del baño.
Recobro toda mi valentía y me convenzo de lo fuerte que soy.
Las cosas han sido así, no me sirve de nada lamentarme por algo que ya ocurrió y no cambiará por sí solo.
Atravieso el lugar en dirección a donde vi a los dioses.
Aunque es un poco extraño, están reunidos en la misma mesa, pero parecen muy separados a pesar de la cercanía.
Eros se pone de pie en cuanto me ve acercarme y Ares presta atención del baile que miraba.
—Tengo que hablar con ustedes — indico —. Es importante...
—Salgamos — propone Eros y asiento antes de dirigirme a una de las salidas laterales.
El castaño se quita la chaqueta y me la pone sobre los hombros, gesto que agradezco con una pequeña sonrisa para no ser descortés.
—California — comienza él —. Sé que tienes algo importante por decirnos, pero... sólo quería disculparme contgio — confiesa cuando nos detenemos —. Quiero pedirte perdón por todo lo que hice. Desde lo insignificante hasta lo más importante, siento todo el daño que te causé. Sólo quiero que me des una oportunidad para demostrarte que no soy lo que te demostré estos meses.
—No sé si desees lo mismo cuando comience a hablar — declaro.
—Nada va a hacerme cambiar de opinion.
—¿Y si mientes?
—¿Y si no? — contradice ahora —. Si no lo hago me darás una oportunidad.
Debo admitir, que si no se vuelve loco e intenta asesinar a la mitad del mundo, tal vez se merezca un poco más esa oportunidad que pide.
—De acuerdo — accedo.
—¿Qué es lo que ocurre? — consulta Ares.
—No sé como decir esto... — el valor que había tomado hace unos minutos vuelve a desaparecer.
—Solo dilo, California — pide Eros con voz casi dulce en un intento de animarme a hablar —. Todo estará bien.
—Bueno yo... sé que tal vez parezca un poco extraño que quiera hablar con los dos, pero no habría otra opción en realidad... — puedo ver que ambos ya están tensos por mis rodeos y yo simplemente no me atrevo a hablar.
—Pequeña, estás poniéndome nervioso — confiesa Ares muy tranquilo.
—Bueno yo... — aquí vamos —. Joder, que difícil es esto — me quejo —. Estoy embarazada.
Ambos se quedan boquiabiertos con la noticia que al parecer no estaban listos para escuchar.
—Y si se lo estoy diciendo a ambos es porque no sé quién es el padre — remato la mala noticia con su respectiva desgracia.
No hablan.
Se quedan en silencio asimilando la información que acabo de darles, y no podría culparlos, yo estoy aún más sorprendida de ello.
—Bien — Eros es el primero en hablar —. De acuerdo, no pasa nada, esto... podemos con ello.
—¿Y qué se supone que vamos a hacer? — interrogo —. Estoy embarazada, seré madre y uno de ustedes dos será padre, ¿qué se supone que vamos a hacer ahora?
—Relájate, esto no es tan malo, tenemos más de veinte años, los tres venimos de familias adineradas y sabemos que en realidad esto no es tan complicado.
—Eros tiene razón, las cosas no están tan mal como crees, un embarazo no planeado toma por sorpresa a cualquiera, pero a pesar de ello no tenemos problema alguno ninguno de los tres, todo está bien, debemos calmarnos.
—Cariño, sé que estabas preocupada, pero la parte más tensa ha pasado, nos lo has dicho y no hemos reaccionado de mala forma, ahora debemos mantenernos serenos y comenzar a planear bien lo que viene después — la manera tan natural que adopta el castaño para actuar me deja un poco confundida, pero a fin de cuentas consigue mantenerme en paz —. Pero hay algo importante que debemos charlar antes de dar el siguiente paso, y es algo que aunque podamos hablar los tres, solo tú puedes decidir — se dirige a mí —. ¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres tenerlo? ¿O prefieres no hacerlo?
Ambos me miran esperando una respuesta, y yo también lo haría si pudiera mirarme.
La noticia ha llegado a mi vida tan espontáneamente y hace tan poco tiempo, que ahora me doy cuenta que he venido a decírselos antes de preguntarme a mí misma lo que quiero.
—Yo... no lo sé... — y en realidad no puedo decidirlo.
—Escucha, no quiero que te sientas presionada por esto — Fenix se acerca a mí, pero no me toca y me da mi espacio —. Sé que es una decisión difícil, pero creo que hablo por los dos — se refiere a su hermano —. Cuando te digo que vas a tener nuestro apoyo mientras decides que hacer, y seguirás teniéndolo a pesar de lo que elijas.
—Así es — confirma el rubio —. No lo dudes.
—Si tú decides simplemente no tenerlo, estaremos contigo — continúa el otro —. Y si quieres convertirte en madre, pues vaya, ni siquiera necesitas preguntármelo, seré un padre a pesar de que no sé cómo serlo.
—Hey, recuerda que yo podría ser el padre — interviene Ares golpeando el pecho de su hermano.
Y me da la ligera impresión de que una pelea está por comenzar.
—Igual que yo — discute Eros.
—Tengo más posibilidades de serlo que tú — y sí, la pelea ha comenzado aunque por el momento sólo es de palabras.
—Si las tuvieras estoy seguro que California solo habría hablado contigo esperanzada en que así fuera.
—Ha tenido sexo conmigo más veces que contigo.
—¿Qué importa las veces de hace más de tres meses cuando seguramente apenas y pasa el mes de embarazo?
—Puedo apostar cualquier cosa a que soy el padre.
Que poder el suyo para hacer de cualquier cosa una pelea.
—¡Ya basta! — me pongo entre ambos chicos justo a tiempo para evitar que la inicien —. Esto no se arregla con golpes, no quiero peleas ya.
Ambos vuelven a calmarse.
—Lo siento... — murmuran.
—Miren, creo que hay algo que solucionar antes de continuar con el tema que tratamos. Y es su puta relación. Son hermanos, les guste o no, son familia y no pueden evitarlo, aunque quisieran que el otro fuera adoptado, creo que saben que es imposible, y aunque ambos fueran adoptados siguen siendo hermanos. Ya basta de pelearse, ya basta de tenerse tanto maldito odio. Su problema es el orgullo que tienen para solucionar los problemas.
—Yo dejé mi orgullo a un lado — debate Eros —. Y no lo hice una sola vez, pero aunque parezca que el orgulloso y desalmado soy yo, Ares jamás ha podido perdonarme.
—¿Perdonar que cosa? — cuestiono.
—Quizá es complicado perdonar a tu hermano que se ha esmerado en ser un malnacido contigo — discute el rubio —. Discúlpame.
—¿Y tú eres un inocente de buen corazón? Todo el mundo nos ve como el bien y el mal, pero tú solo eres un hipócrita de mierda.
—¡Eros, basta! — intervengo cuando noto que a pesar de no parecer que habrá golpes, las cosas comienzan a tornarse agresivas.
—No, California — niega abrazándome ya que me he puesto frente a él para no dejarlo cometer ninguna estupidez —. Es hora de hablar. Ares me odia porque piensa que fui un maldito intruso en el utero de nuestra madre; pensaron que había un tumor al principio antes de saber que simplemente éramos siameses. Vivimos nuestros primeros tres años pegados y lo odiábamos, no éramos como el resto que desarrollaba sentimientos y lazos fuertes, que se acostumbran a estar pegados e incluso no podrían imaginarse no estarlo. Nosotros no fuimos así, odiamos cada segundo de esos tres años, y cuando fuimos operados creo que deseábamos que el otro muriera. Pero no pasó, ninguno murió, ¿y sabes qué es lo peor? — se dirige al rubio —. Que pudiste morir y yo te salvé la vida. Yo fui tú donador de sangre ¡y todas las malditas cosas que fueron necesarias para que no murieras! Y siempre me has tratado como si fuera el intruso de tu vida, pues déjame recordarte que el gemelo mayor puedo ser yo y no tú, y es algo que no sabemos y por lo tanto no tienes derecho a ocupar a tu favor.
—Eres un idiota insolente — se queja Ares sin un argumento real para tener en contra.
—¡Yo siempre te quise! — reprocha —. Quizá te odié, porque vivir adherido a alguien más jamás podría ser cómodo. Pero como hermano siempre te quise, y lo peor es que siempre deseé que tú me quisieras a mí — e inesperadamente se le quiebra la voz —. Aún ahora, aunque al crecer nuestra lejanía y problemas se incrementaron a tal grado de poder asesinarnos entre nosotros, incluso hoy, en este maldito momento, puedo decirte que te quiero y puedo admitir que sigo deseando que me quieras, que me quieras como un maldito hermano. Y sé que no pasará, sé que jamás vas a tener un sentimiento positivo hacia mí, y aunque pudiese no te obligaría a tenerlo. Siento si en tu vida siempre he sido un invasor, puedes creer que nunca ha sido mi intención. Y la realidad de Olympus es que yo formé el grupo no solo para sentirme un dios, sino por creer que la destrucción y el sufrimiento ajeno sería lo único que nos podría mantener unidos de alguna manera, y hasta dejar el odio fuera por un momento. Pero al parecer eso quedó atrás y ahora no habrá nada que me pueda acercar mínimamente a ti.
Ares se lo queda mirando frío, le estudia sin moverse ni dar señales de nada, cosa por la que yo me pongo tensa, y quizá Fenix también.
El rubio asiente ligeramente, desvía la mirada al piso y da un paso sin rumbo, como si estuviese pensando todo.
—California — me llama —. ¿Podrías tomar mi móvil? — pide señalando hacia una jardinera donde ha puesto sus cosas mientras charlábamos.
—Sí, claro... — acepto y dejo al chico para hacer lo que su hermano me ha pedido.
Pero caigo en cuenta de que he caído en una trampa.
Ares taclea a su hermano y ambos acaban en el suelo, Eros no ha sido capaz de reaccionar a tiempo, y mientras permanece pegado al piso por debajo del otro, le veo hacer una mueca por el peso que tiene encima y su intento por liberarse.
Lo logra, y comienzan a golpearse.
—¡Basta! ¡Deténganse! — grito algo histérica y me acerco unos pasos, pero no demasiados para no acabar formando parte de los golpes —. ¡Ya basta, carajo!
Luego de un par de puñetazos y forcejeos más, se detienen, y aunque espero las amenazas y maldiciones ambos comienzan a reírse.
—Eres un imbécil, si me has roto la camisa te mato — sentencia Eros.
—Sólo te he roto la cara, tu ropa parece intacta.
—A comparación de tu rostro todo parece intacto.
—¡¿Qué están haciendo?! — reprocho.
—Eros se puso muy sentimental y debía golpearlo para hacerlo entrar en razón — dicta Ares.
—¿Ahora ves por qué jamás solucionamos nada? — se queja el castaño.
—¿Por qué todo lo tienen que arreglar a golpes?
—Solo fue una pequeña pelea de hermanos.
—¿Ya somos hermanos? — inquiere Eros sorprendido de las palabras.
—¿Cuándo lo hemos dejado de ser? Eso sería imposible, pero ahora lo aceptaré.
Ambos se ponen de pie y limpian la ropa empolvada, Ares extiende la mano al otro chico, y cuando es correspondido tira de él para abrazarlo.
—Perdón por comportarme como un imbécil — pide sin soltarlo —. También te quiero aunque he demostrado lo contrario.
—Todo está bien
—¿Quieres que te muestre algo? — pregunta mientras vuelven a acercarse a mí.
—Claro.
Ares levanta ligeramente la pierna derecha y se alza el pantalón para mostrarnos su tobillo.
Y hay un tatuaje que jamás había notado.
—Arco y flecha — dice —. Y la flecha tiene una punta de corazón. Es el único tatuaje que tengo y es por ti.
Eros se arremanga la chamarra y le muestra uno de los que él lleva.
—Eros, Ares, Artemis — traduce el tatuaje que dice "Eros Are Art".
—No crees que es muy...
—¿Romántico? Sí, pero nadie debe saberlo — sentencia.
—De acuerdo, que sea un secreto a la vista, Fenix.
—Así será, Fenix.
______________________
Siguiente actualización, 12 de octubre. 🫀
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro