Origen pt 2
El viento soplaba una fuerte lluvia, una chica se encontraba a las afueras de una escuela.
Su cabello era muy largo, un tanto maltratado de las puntas, su piel pálida notándose sus ojeras, sus uñas eran largas y su mirada vacía, carente de emociones.
Estaba cubierta con un impermeable negro, dejando que la lluvia caiga sobre ella mientras observaba con rencor aquel lugar donde había pasado seis años de su vida.
Fueron de los peores años de su triste y miserable vida.
Ultraviolenta entró por una reja rota del patio trasero, el que daba al campo de futbol que tanto había detestado.
Cualquiera diria que lo que estaba apunto de hacer era una locura, cosa de criminales, pero ella solo iba a buscar justicia.
El profesor Gregorio Montiel fue su primer enemigo en la vida, su vida solía estar llena de emociones positivas, hasta que entró a esa maldita escuela primaria y ese hombre las rompió insitando al resto de compañeros a burlarse de ella.
Él fue la razón de los complejos que tenía con su apariencia y que en el presente dejaron de importarle.
Para una niña tan frágil y emocional que solo conocía lo positivo de la vida fue un golpe que le hizo perder muchas buenas notas en las clases.
No fue lo único amargo que tuvo qué soportar, pero el principal motivo que hizo crecer su odio por la vida era ese estúpido maestro.
Ahora iba a hacerle pagar.
Por ella y por los demás estudiantes que han sido víctimas de sus burlas y malos tratos.
Por él, su mejor amigo, la única persona que la hacía querer ser mejor, pues al ser el chico más frágil y emocional, Ultraviolenta estaba conciente que habría de apoyarlo por más mal que ella se sintiera, él sufría más y necesitaba más ayuda.
Hace dos años había perdido esa razón, su única razón para seguir siendo noble y protectora la había abandonado, ¿acaso su compañía no fue suficiente para sanar el dolor en aquellos ojos marrones claro?
Al menos le dio la libertad de practicar sus pensamientos dignos de villano de película de terror.
Las autoridades escolares tal vez lamenten este hecho, pero lo que realmente lamentarán es no haber escuchado sus quejas acerca de ese profesor.
Caminó hasta el salón cuyas luces se encontraban encendidas, una vez ahí, sacó una botella y tiró el líquido que contenía.
La adrenalina la recorría, mientras dejaba la botella tirada en el suelo se dirigió a la caja de electricidad que había en la pared del salón.
El destino ahora la ponía de su lado.
Abrió la caja y comenzó a mover algunos cables, notó cómo las luces comenzaban a parpadear y sintió el miedo del profesor al notar la falla eléctrica.
Rió por lo bajo disfrutando de su acción.
Cuando supo que era el momento cortó los cables, dejando todo a oscuras.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro mientras pensaba cómo continuar su juego, era hora de enviar la primera nota.
Una gran roca llamó su atención, la tomó y la envolvió con el trozo de papel color morado oscuro.
Pero no la lanzaría de inmediato, tendrá qué ponerle emoción.
Tomó unas pequeñas piedritas y las lanzó una por una hacia la ventana antes de tomar la roca y arrojarla con toda su fuerza en el momento que la luz de una lámpara comenzó a brillar.
El estruendo en la ventana y la sensación de terror de la persona que se encontraba adentro eran tan fascinantes. Intentó contener su risa lo más que pudo.
Se tomó unos segundos más, en los que recordaba todos esas amargas experiencias en ese maldito lugar, pensar en eso le daba más ánimos de seguir con su plan.
En un abrir y cerrar de ojos brotaron llamas gigantes en hilera, cubriendo toda la ventana del salón.
Se dirigió rápidamente a la puerta de entrada, estaba tan impaciente de acabar con lo que había comenzado su historia.
Al llegar a la puerta del salón la empujó un poco, arrastrando otra de las notas por el suelo. Esta vez no pudo evitar reir, ¿cómo los papeles se pudieron invertir de tal manera?
Cerró la puerta, tomándose unos instantes para calmar la adrenalina que recorría por su sangre. Aunque el remordimiento existiera en ella de ninguna manera se arrepentiría de lo que estaba por hacer.
Se puso firme y pateó la puerta fuertemente, escuchándose un fuerte estruendo, ahí lo vió, aterrado e indefenso. Se le hizo eterno el tiempo que pasó para cumplir su deseo de mirarlo de esa forma.
Montiel ahora pagaría sus idioteces.
- Hola de nuevo -habló formando una sonrisa llena de odio- ¿cómo le va? -seguido se quitó el impermeable que llevaba puesto.
Gregorio la miró, analizándola, estaba claro que algo había pasado en ella los últimos doce años.
- ¿V...Vi... Violeta? -cuestionó él.
- No -respondió ella con voz fría y llena de furia- No soy esa niña débil de la que usted se solía reír -dijo con rencor.
Gregorio notó cómo sus manos se dirigían a un bolso colgado al cuello que llevaba.
- Ahora puede llamarme...
Ultraviolenta
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Saludos, espero les haya gustado, no olviden votar y comentar.
Vaya patético origen ¿no? Bueno, eso me sirvió para convertirme en lo que soy ahora, y ¿saben qué? No me siento mal por eso ni me lamento, al contrario, no saben cómo agradezco todo ese odio que me generaron esas experiencias. Me hace sentir más poderosa de lo que todas esas malditas basuras, como les diría Violett, se sintieron tratando de aplastarme.
Unxs estarán de acuerdo con mi causa y otrxs no, pero es lo que menos me importa.
Nos vemos la siguiente noche *desaparece en medio de las llamas*
Ultraviolenta🔥
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