xxxviii. una vida olvidada
EL WALRIDER OSCURO,
capitulo treinta y ocho: una vida olvidada!
DE VUELTA A WESTECHER, Moira MacTaggert admiraba con completa fascinación todo lo que la rodeaba. Alex, quien ahora conducía el auto, se detuvo frente a la gran entrada de la mansión Xavier y Moira bajó la ventanilla del mismo.
—He leído mucho sobre este lugar—murmuró y miró a Dawn—. ¿Esto es una escuela?
Dawn le sonrió—Por supuesto que lo es, Charles y yo la hicimos juntos.
—Pero ahora que estoy aquí, se siente...familiar. Es extraño.
Charles miró de reojo a Dawn, intentando de demostrar que Moira "recordaba" algunas cosas antes de Cuba. La rubia fresa alzó una ceja y abrió la puerta del auto para salir. Los demás imitaron su acción y salieron de él, Dawn ayudó a Charles para llegar hasta la puerta y así ponerlo en su otra silla de ruedas—la cual era más moderna—y se dirigieron hacia el despacho.
Moira encontró a todo estudiante caminando por los pasillos, muchos hablando, otros leyendo y otros corriendo o jugando con otros. Dawn sintió repentina alegría en la agente, ya que ella sabía que su hijo estaba en el mismo estado que los otros. La rubia fresa agradeció que Moira, a pesar de todo, tuviera a su hijo y que ella—estando en un rango alto—no tuviera que alejarlo de su vida para protegerlo.
Los mutantes cruzaron el umbral y Charles llamaba a Hank—Hank, ¿estás aquí?
Dawn cruzó la puerta y se encontró con McCoy junto a una mujer rubia, de cara muy familiar y ella sonrió abiertamente. Su amiga y hermana política, Raven Darkholme, se encontraba en casa.
—Moira—murmuró ella levantándose al ver a la agente después de tanto tiempo.
—¿Raven?—preguntaron Charles y Dawn al unísono.
MacTaggert mostró confusión—Disculpa, ¿nos conocemos?
Hank y Raven mostraron confusión ante aquello, Charles miró a Dawn y carraspeó para que la atención fuese hacia ellos.
—Hank, Alex, agente MacTaggert—dijo Charles y miró a los tres nombrados—. ¿Nos permiten un momento?
Moira asintió—Claro.
Los tres salieron de la habitación y Charles junto con Dawn y Raven permanecieron dentro. La rubia fresa no podía explicar cómo Raven Darkholme había cambiado después de tantos años sin verla, pero estaba feliz, después de todo.
—Charles, ¿por qué no me reconoció?—preguntó Raven mirando a Xavier—. Me conoció así.
—Cuando tú me dejaste en aquella playa de Cuba...—dijo él y giró para avanzar hacia su escritorio—. Borré sus recuerdos de aquel período. Toma asiento.
Las dos jóvenes se sentaron y Raven murmuró: "Qué afortunada." Y Dawn, por su parte, solo sonreía.
—Es bueno verte aquí, Raven—dijo ella sonriente—. Bienvenida a casa.
—Esta no es mi casa y lo sabes perfectamente, Grey.
—Alguna vez lo fue—acotó Charles.
—No, era tu casa—dijo Raven sonriendo de lado—. Yo solo vivía aquí. Y ahora apenas la reconozco.
—Tengo planes para este lugar—replicó el telepata y miró a su esposa—. Tenemos varios proyectos.
—Convertirla en un campus de verdad—dijo Dawn sintiéndose orgullosa de lo que Charles y ella pensaban—. En una universidad. No solo para mutantes, si no para humanos.
—Vivir, trabajar...—añadió Xavier mirando por la ventana como los estudiantes hablaban—. Crecer juntos.
Raven aún pensaba en que ellos lograrían eso, de alguna manera, sin embargo su mirada permaneció neutra—Alguna vez de verdad creí en eso.
—¿Y no lo crees ahora, Raven?—preguntó Dawn con gentileza.
—En serio creí que podríamos cambiarlos tras lo de Washington—continuó la rubia, e hizo una mueca.
Charles sonrió de lado—Lo hicimos.
—No, Charles—replicó Darkholme y miró al mutante aún más seria—. Aún nos odian y nos temen. Solo que ahora son más diplomáticos. Me harté de vivir esa mentira.
—Por eso no te presentas en tu color azul natural—añadió el telepata avanzando hacia ellas.
—No voy a ser el rostro de un mundo que no existe—murmuró ella fastidiada.
—Las cosas están mejor. El mundo está mejor—añadió Dawn mirando a Raven con tenacidad.
—Tal vez en Westecher—dijo Raven—. Allá afuera, los mutantes aún huyen, se ocultan, viven con miedo. El que no haya una guerra no significa que haya paz—y miró a Charles—. Si quieres enseñarles algo, enséñales eso. Enseñales a pelear. Si no, más les vale vivir aquí toda su vida.
—Aún suenas como él—dijo Charles ahora serio, Dawn sabía perfectamente que su esposo hablaba de Erik Lehnsherr—. Suenas igual que Erik.
—Por eso estoy aquí—la rubia miró a los dos—. Reapareció. Tenía una esposa y una hija. Fueron asesinadas. Junto con algunos policías.
Dawn no podía creer las palabras de su amiga. Hacía mucho tiempo que ella no sabía nada de Erik Lehnsherr. Ni siquiera se le había cruzado por la cabeza en todo este tiempo. Sin embargo, sabía que Erik—después de todo—decidió tener una vida normal como Charles y ella la tuvieron. Casarse y tener hijos. Pero era más que claro, en ambos lados todo terminaba en tragedia.
Charles suspiró—El mundo entero estará buscándolo.
—Pero ustedes pueden ayudarme a encontrarlo antes que ellos.
Dawn y Charles asintieron, aceptando ayudar a Erik Lehnsherr a salir de su propia trampa. Raven miró de reojo una foto, donde se encontraban Charles y Dawn junto con dos niños. La rubia pudo apreciar el parecido que tenían con sus padres en cuanto a características físicas.
—¿Quiénes son ellos?
Charles miró a Dawn y recordó que Raven no sabía de la existencia de sus hijos: David y Madison. Para ser honestos, ellos no pensaron en decírselo a Raven aún.
—¿Por qué se parecen tanto a ustedes?—preguntó la rubia tomando la fotografía.
—Ellos, huh, ellos son nuestros hijos—murmuró Dawn.
Raven se quedó muda al escuchar las palabras de Dawn. No podía creer que Dawn y Charles habían engendrado dos hijos en todo este tiempo. Y ella no lo sabía. Pero al ver la foto, ella lo encontró como algo nuevo, encontró que ellos fueron criados de la manera más amorosa que Raven nunca tuvo y por un momento se sintió como una tía ausente.
—¿Cómo...?—preguntó ella y dejó salir una lágrima—. ¿Por qué no me dijeron nada? Soy su tía.
—Lo sabemos, Raven—replicó Charles—. Ellos son David y Madison. Tú conociste a Madison, en su versión del futuro. Ella nos pidió que los creáramos.
—Les hubiera encantado haberte conocido antes—murmuró Dawn y sonrió con tristeza—. E incluso ahora.
—¿Dónde están?
—Lejos, por su protección—respondió la rubia fresa y miró a Raven—. ¿Recuerdas haber escuchado algo sobre un tiroteo de mutantes?
—Por supuesto, ahí hubo una mutante que...espera—dijo Darkholme e hizo una mueca—. ¿Esa fuiste tú? Tenías a dos niños y...
—Stryker, el hombre que me capturó el día que fuimos a detener a Erik para evitar que él mate a John F. Kennedy—añadió Dawn—. Volvió y vio a mis hijos como un objetivo, lo mejor era que mi hermano Jayden se los llevase lejos.
—Raven, en cuanto las aguas se calmen—replicó Charles—. Prometo que los conocerás y, si quieres, compensar todo el tiempo perdido.
Raven Darkholme asintió y el pequeño grupo salió en marcha hacia Cerebro para buscar al mutante que manipulaba el metal.
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