xxxv. solo un sueño
EL WALRIDER OSCURO,
capitulo treinta y cinco: solo un sueño!
LA RUBIA FRESA DECIDIÓ SALIR AL JARDIN LUEGO DE VER QUE TODOS SE ENCONTRABAN EN RECREO, normalmente serían unos veinte minutos para dispersarlos y hacer que su imaginación fuera a niveles inalcanzables—sin embargo otros estudiaban o hacían tareas que les habían dejado. Caminó por los caminos marcados del jardín, encontrándose con su sobrina a unos pocos metros, tensando el arco amarillo con una flecha color negra en él. Apuntó hacia el blanco y soltó la flecha que viajó con rapidez hacia el centro del blanco de colores. Jean bajó el arco y Dawn aplaudió.
Jean sonrió de lado y dijo—No fue tan malo, ¿verdad?
Dawn sonrió y se acercó a ella—La primera vez ni siquiera podías tensar el arco, Jean. Hay un progreso en eso.
—Lo sé y aún debo agradecerte que me enseñaras—respondió la pelirroja sonriendo—. Lamento haber sido grosera con ese chico.
Grey soltó una ligera carcajada—No tienes por qué preocuparte. Él solamente está...a la defensiva, está abrumado, eso es todo.
—¿Han podido ver sus poderes?
Dawn Grey miró por encima del hombro de su sobrina, encontrándose con Charles acompañado por Hank y los hermanos Summers. Luego miró a Jean—Créeme, lo estoy por averiguar ahora.
La rubia fresa caminó hacia ellos y Charles recibió a Dawn con una sonrisa, quien luego se la devolvió con otra. Ella miró a Scott y dijo—¿Cómo te sientes, Scott?
—Mal, supongo—respondió él.
—El primer paso para entender tu poder es conocer su alcance—dijo Charles mirando a Scott a través de sus lentes de sol—. Entonces podremos empezar a enseñarte a controlarlo.
—Scott, debes tener en cuenta de que un entrenamiento es arduo y requiere mucha paciencia—añadió Dawn y miró de reojo a Jean, quien se encontraba mirando al pequeño grupo.
—Si decides quedarte, te prometo que para cuando salgas de aquí podrás volver al mundo y ser estable y productivo—concluyó Charles—. Dawn y yo haremos que eso sea posible.
—¡Perfecto!—dijo Dawn alegre y tocó a Scott—. ¿Por qué no te quitas la venda para que Charles y yo veamos de qué se trata?
—Alex, ¿puedes acomodarlo en la posición correcta?—preguntó Charles y Dawn lo alejó un poco para volver hacia Scott—. Hay un blanco al otro lado del estanque. Abre los ojos y apunta ahí.
Alex lo posicionó en dirección al blanco donde la flecha de Jean se encontraba clavada en el centro y Scott se quitó la venda, Dawn apoyó una mano en su hombro demostrándole apoyo y dijo:
—Ya puedes abrir los ojos, Scott—murmuró la rubia fresa—. No hay nada que tem-
Repentinamente, Scott abrió los ojos y dos rayos gamma salieron de sus ojos, pasando directamente por el agua y destruyendo el blanco en su camino para terminar partiendo un árbol enorme en dos. Todos los estudiantes gritaron y se hicieron a un lado, observando al grupo que estaba en el otro lado del estanque.
—Increíble—dijo Dawn sonriendo y miró a Jean, quien también sonreía.
Charles soltó una ligera risotada, impresionado por la habilidad del menor de los Summers. Scott no dudó en ponerse la venda otra vez.
—Mi abuelo sembró ese árbol cuando tenía cinco años—dijo el telepata—. Yo mismo solía columpiarme en sus ramas.
—Aww, eso es muy tierno—dijo y observó como el árbol se caía partido en dos—. Creo que necesitamos plantar otro.
—Creo que era mi árbol favorito.
—¿O sea que estoy expulsado?—preguntó Scott.
Charles miró a Dawn, quien no dudó en asentir—Todo lo contrario. Estás admitido.
—Bienvenido a la escuela para Jóvenes Talentos, Scott Summers—añadió la rubia fresa.
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La noche había caído en el condado de Westecher y la luna se alzaba en lo alto del cielo oscuro. Todos los estudiantes se encontraban durmiendo en sus camas y algunos profesores también. Dawn y Charles se encontraban en el despacho de Xavier, ambos sentados en uno de los sillones. La rubia fresa se encontraba recostada contra el pecho de Charles, en sus manos se encontraba un libro, mientras que Charles solo acariciaba su cabello con lentitud.
Había veces que ambos se quedaban dormidos en aquella posición, acurrucados contra el otro, sintiendo aquel calor corporal que traía confort en ellos. Era algo de lo más natural y de lo más tranquilo que ellos habían probado. Charles disfrutaba el hecho de escuchar a Dawn leer en voz alta sus libros de Jane Austen—una escritora que había captado la atención de su esposa. También disfrutaba mucho de su compañía, de cómo su aroma a margaritas impregnado en su piel se expandía en su habitación. Le pareció increíble. Además, el simple hecho de que ella fuera su esposa lo hacía todo mucho más hermoso.
Dawn se detuvo y cerró el libro, antes de soltar un bostezo y sus ojos verdes observaron los azules de Charles.
—¿Por qué te detuviste?
—Digamos que últimamente no me dan ganas de leer, eso no me quita el estrés—respondió ella y se acurrucó aún más contra el pecho de Charles—. Me alegra ver a Alex aquí. Es bueno ver a un viejo compañero de vuelta.
Charles mostró desinterés en la palabra 'viejo compañero' y miró hacia otro lado—Sí, también es bueno verlo aquí.
—Sé que te prometí que nunca leería tu mente—dijo Dawn mirándolo con sus ojos ahora violetas—. Pero han pasado quince años y aún puedo leerte, Charles. No sabes ocultar bien tus sentimientos, al menos no conmigo.
—Me conoces tan bien como a un músico conoce las cuerdas de su arpa—declaró Charles mirándola de nuevo—. Es por eso que elegí casarme contigo, ¿sabes?
—Lo sé y me siento orgullosa por eso—añadió Dawn sonriente, haciendo que sus ojos violetas regresen a su color natural—. Pero sé que estabas pensando en Erik y eso te molestó.
—Han pasado años desde la última vez que lo vimos.
—Eso no cambia...—dijo Grey y sintió un pensamiento anormal en su cabeza, un sonido agudo resonó en sus oídos y cerró los ojos con fuerza soltando un quejido de dolor.
—¿Dawn?¿Estás bien?
La puerta del despacho se abrió de repente y la figura de Hank apareció allí con rostro preocupado, Charles le miró y él no tuvo que decirle nada ya que los dos telepatas sabían lo que estaba pasando. Jean. Xavier subió por el ascensor mientras que Dawn y Hank subieron por las escaleras; en el pasillo donde se encontraban las habitaciones, todos los estudiantes se encontraban en sus puertas, algunos asustados por el disturbio que se encontraba arriba.
—Por favor, todos vuelvan a la cama—ordenó Dawn sonriendo—. A dormir, todos.
Charles se acercó con su silla y también ordenó a los estudiantes volver a sus habitaciones para poder dormir. Hank se encontraba en la puerta de la habitación de Jean. Charles y Dawn fruncieron el ceño y abrieron la puerta. Se encontraron con su sobrina, recostada en la cama, soltando suspiros y jadeando.
—Jamás la había visto así—murmuró Hank en voz baja.
—Ni nosotros—respondió Charles y miró a Dawn—. Detrás de mí, Dawn.
—Ugh, mi héroe—dijo Dawn rodando los ojos.
Los dos mutantes entraron en la habitación y Dawn se permitió ver el entorno de Jean, todo estaba 'desintegrando' formando como una especie de capa gris. Se veía que las paredes estaban camuflándose de eso y Jean no paraba de jadear. Charles le indicó que fuera del otro lado y él se dirigió al lado derecho de la cama de la pelirroja. Dawn se sentó a su lado y Charles intentó acercar su mano.
—Jean...—murmuró Dawn y sintió aquel sonido agudo otra vez.
Era agonizante. Era un sonido tan agudo que la rubia fresa sentía que se iba a quedar sorda si seguía escuchándolo. Charles también lo sentía. Dolía. Dolía mucho.
'Charles...Ah, el dolor es muy...agudo'
'Dawn, sal de allí.'
Jean soltó un gemido de dolor y el sonido se hizo mucho mas agudo, giró su cabeza hacia un costado y Dawn vio imágenes. Fuego. Jean volvió a girar su cabeza y la rubia fresa sintió su entorno de color rojo. Un rojo vivo que se encontraba en el subconsciente de Jean Grey, creciendo como una llamarada y como el mundo era un caos. Imágenes que Dawn había visto, de alguna manera, años atrás. Vio fuego, vio destrucción, escuchó un grito muy similar al suyo y más caos.
'¡Dawn!¡Dawn, sal de allí!'
Sin embargo, ella y Jean se encontraban en un vínculo. Dawn no podría librarse tan fácilmente.
—¡Jean!—escuchó a Charles de una manera desenfocada—. ¡JEAN!
La joven pelirroja se despertó de repente, haciendo que Dawn volviese a la realidad. Ella tocó su cabeza y sintió una leve jaqueca. Tocó algunas partes de su rostro y encontró sangre que emanaba de su nariz. ¿Por cuánto tiempo estuvo ella husmeando en la mente de Jean? No recordó un lapso de tiempo exacto, pero fue lo suficiente para ver que ella no estaba soñando algo lindo.
Charles buscó la mano de Dawn en la oscuridad y ella se la tomó, haciendo contacto visual con su esposo.
—Tranquilo, estoy bien.
Los dos telepatas miraron fijamente a Jean, quien estaba jadeando, asustada.
—V-Vi...—tartamudeó ella, aun jadeando—. Vi el fin del mundo. Pude sentir...toda esa...muerte.
—Jean, solo fue un sueño—dijo Charles, intentando de calmar a su sobrina.
—No, lo sentí real—Jean lo interrumpió y miró a la rubia fresa—. Tú también lo sentiste, tía Dawn, tú has visto lo mismo que yo.
—Lo sé—dijo ella y acarició su mejilla—. Tu mente es igual que poderosa que la mía. Solo...solo se convence a sí misma.
—No, no—insistió la menor de los Grey—. No es solo la telepatía ni la telequinesis...es otra cosa. Es un...—dijo y se detuvo para decir bien sus palabras—. Un poder siniestro dentro de mi...y está creciendo. Como el fuego. Creí que estaba mejorando.
Charles se inclinó un poco—Así es. Vas a estar bien, pero debes ser paciente.
—¡No, no! No sabes lo que es tener miedo de cerrar los ojos—Jean continuó siendo insistente, al borde de las lágrimas—. Estar atrapada dentro de tu propia mente.
Dawn sonrió—Creo que sí lo sé, ambos lo sabemos.
—Hasta hace poco, yo también estaba plagado de voces—dijo Charles y miró a Dawn—. Ambos hemos estado una vez plagado de voces, tu tía y yo. Tanto sufrimiento, tanto dolor, sus secretos...
Jean miró a sus tíos, mostrándose aún más afligida—Temo algún día de hacerle daño a alguien.
—Recuéstate, Jean—murmuró Charles y con un movimiento rápido, él se sentó en el otro lado de la cama. Jean miró como ambos se inclinaban hacia ella—. Todo el mundo teme a lo que no entiende—alzó su mano para tocar su frente—. Aprenderás a controlar tus poderes. Y cuando lo hagas...no tendrás nada que temer.
Dawn tocó su mejilla otra vez—Todos hemos pasado por esta situación, cielo. Ya verás que con paciencia y perseverancia...se resolverá todo. Así lo hemos aprendido, así yo lo he aprendido.
Charles volvió a sentarse en su silla y Dawn se levantó de su cama, pero Jean agarró su muñeca. Dawn le miró y Charles miró a su esposa.
—¿Podrías quedarte conmigo?—preguntó Jean a Dawn—. Solo hasta que me duerma. Por favor...
Dawn sonrió y asintió antes de mirar a Charles—Ve a dormir, yo iré en un rato.
Xavier se acercó y Dawn se inclinó para besar sus labios por última vez, luego observó como él cerraba la puerta del dormitorio mientras que ella se encontraba recostada junto a Jean que se encontraba acurrucada contra su pecho.
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editado ✓
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