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xxi. confusiones familiares


OLVIDO,
capitulo veintiuno: confusiones familiares!


10 años después.

          DAWN ELIZABETH GREY NO VOLVIÓ A SABER SOBRE RAVEN DARKHOLME NI TAMPOCO VOLVIÓ A VER A CHARLES XAVIER. Eso era algo muy perturbador ya que ella no sabía si Charles la estaba buscando o algo parecido. Ella, luego de intentar detener el asesinato al presidente John F. Kennedy, despertó en un catre sucio en Vietnam. Fue utilizada para experimentación y allí encontró a Alex Summers y a otros mutantes más. Cuatro años después, consiguió escapar de los experimentos que el coronel William Stryker le hacía. Quería volver a su hogar. Quería volver a Charles.

         Utilizó todos sus medios para poder volver a los Estados Unidos. Luego del asesinato a Kennedy, ella no gritó como forma para usar sus poderes. Gritó del dolor. Ella, cada noche, repetía en silencio: 'No voy a morir hoy'. Y no lo hacía. Tardó cinco años en salir de Europa y eso no le impidió que se acercara más a Charles.

         Y el día de hoy ella se encontraba manejando un auto en dirección a Westecher para reencontrarse con Charles. Los nervios se encontraban alojados en su cuerpo y ella lo sentía. ¿Qué iba a decirle después de tanto tiempo? Un 'Hola, Charles' no bastaría después de haberlo dejado por diez años solo.

         Lo mejor de todo, es que en esos años, estuvo junto a Jayden. En cuanto llegó a Vietnam, hizo entrar en razón a Jayden Grey y ambos lograron escapar juntos. Eso era algo ventajoso para ella. Ambos se ayudaron mutuamente y Jayden, luego de darse cuenta de todo, se disculpó demasiadas veces con su hermana. Ambos decidieron volver juntos y Jayden pudo conseguir un hogar donde ocultó a su hermana. Pero él sabía que algún día ella decidiría ir tras el amor que había dejado aquella noche del año 63.

         Ambos se despidieron y Dawn le prometió que pronto volvería a visitarlo. Y no rompería esa promesa. Dawn Grey se sentía feliz, feliz por estar de vuelta y además por ver a Charles. Pero el miedo seguía. ¿Y si Charles amaba a alguien más ahora? No se lo creía. Si quería saberlo, debía averiguarlo por ella misma.

         Lo que Dawn había aprendido en aquellos diez años en la guerra era que pelear lo era todo. El amor fue lo que la mantuvo viva—junto a sus poderes—después de todo. Le resultaba completamente imposible que Charles, durante todo ese tiempo, le haya olvidado. Se negaba rotundamente a que eso sucediese.

         La rubia fresa divisó que se acercaba a la zona de la Mansión X, cosa que la animó más. Giró en la carretera y se adentró al terreno donde se encontraba la mansión de Charles. Al encontrarse con el portón principal, Dawn esperó ver a niños jugar por todos lados. Pero no había nadie, cosa que le extrañó. Observó si estaba el cartel de bienvenida del colegio allí, pero tampoco estaba. ¿Qué había sucedido? Dawn no lo entendía.

         Con un movimiento rápido de manos, Dawn abrió las puertas del portón y entró con el vehiculo. Al estacionar, se bajó rápidamente y observó si había alguien en algún lado. Pero todo estaba tan desolado. La rubia fresa se encaminó hacia la entrada y tocó la puerta dos veces. Al ver que no le atendían, la muchacha decidió insistir. Y cuando iba a tocar otra vez, la puerta se abrió dejando ver a Hank McCoy.

         —¡Hank!—exclamó la rubia fresa.

         Dawn esbozó una sonrisa de punta a punta y abrazó a Hank, mientras que el susodicho se encontraba paralizado. ¿Era aquella Dawn Grey?¿Era aquella la chica de la que Charles Xavier se había enamorado? No podía creerlo. Supo que estaba tocando a alguien y ese alguien era Dawn. El susodicho sonrió y abrazó a Dawn con fuerza.

         —Es muy bueno verte otra vez—murmuró Dawn con alegría.

         —Igualmente—dijo Hank separándose de ella—. Dios mío, que alguien me pellizque. No puedo creerlo.

         —¿Dónde está Charles?

         —Uhm, creo que está en su habitac...

         Dawn no le dejó terminar la oración a Hank ya que pasó hacia el vestíbulo rápidamente. El científico le siguió para detenerla antes de que subiera la gran escalera.

         —Hank, ¿qué sucede?—replicó Dawn confundida—. Quiero ver a Charles.

         —Creo que deberíamos ir lento. Le costará asimilar el hecho de que estés aquí.

         —¿Por qué dices eso?

         —Porque Charles cree que estás muerta.

         La rubia fresa se quedó sin palabras y por un momento se sintió mareada. Se agarró del hombro de Hank para mantener su compostura y respiró hondo. Pero luego sintió que se le iba el aire.

         —¿Hank?—escuchó la voz de Charles—. ¿Qué está pasando?

         Charles Xavier, caminando con sus dos piernas, bajó lentamente las escaleras con un vaso de Whiskey en la mano. Dawn lo observó atentamente; su barba había crecido, también su cabello. Pero sus ojos azules seguían siendo los mismos.

         —No ocurre nada...bueno, nada que me involucre pero...—balbuceó Hank y miró a Charles—. Alguien quiere verte.

         Hank, lentamente se hizo a un lado, dejándole ver a Charles a la joven de cabellos rojizos y ojos verdes. Charles, por un momento, sintió que no tenía aire en sus pulmones. Dejó caer el vaso de Whiskey por las escaleras, haciéndose pedazos. Dawn sabía que estaba paralizado y lo comprendía, ella también lo estaba. Ella sonrió y Charles, al recobrar el aliento, dijo—¿D-Dawn?

         La rubia fresa dejó salir un par de lágrimas por sus mejillas y asintió rápidamente, haciéndole creer que él no estaba soñando. Charles bajó rápidamente las escaleras y Dawn corrió a él. El telepata envolvió a la rubia fresa en un cálido abrazo y Dawn simplemente se largó a llorar. El hecho de no haberlo visto en los últimos diez años era el sentimiento más perturbador que había conocido. Finalmente estaba con él y nada los separaría.

         —Estás aquí—sollozó él y Dawn asintió—. Pensé que te había perdido.

         —No, Charles, no lo has hecho—respondió Grey separándose de él para besarlo suavemente.

         Ese beso fue un cúmulo de emociones acumuladas por los diez años que estuvieron separados. Dawn sintió la calidez y la suavidad de sus labios, mientras que ambos soltaban lágrimas de alegría. No podían creerlo, finalmente, estaban juntos. Permanecieron abrazados, besándose, hasta la noche para que Charles se diera cuenta al día siguiente que ella no se iría de su lado.




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         Madison Xavier despertó desnuda en una cama, cosa que realmente le disgustó. El solo hecho de haber visto a un hombre a su lado le repugnó. La joven de cabellos oscuros se levantó rápidamente y buscó su ropa entre todo lo que había tirado en el suelo. Se puso su ropa y dejó aquel hombre solo en la habitación. Al encontrarse sola en el pasillo, ella se preguntó dónde estaba, pero lo que más le preocupaba era donde estaba Logan. Bajó las escaleras lentamente, sintiendo al otro mutante despertarse. Fue hasta su habitación y abrió la puerta para luego cerrarla. Se encontró a Logan desnudo y rápidamente se tapó la cara.

         —Uh, ¿puedes vestirte?—le preguntó ella y Logan se giró para ver que la muchacha se encontraba allí—. Solo hazlo.

         Luego de que Logan se vistiese y de un pequeño altercado con un par de matones, los dos mutantes se subieron a un auto y se dirigieron hacia las afueras de Nueva York. El viaje no tardó mucho, cosa que mantuvo a Madison cuerda. Al llegar, se encontraron con el gran portón principal cerrado y un auto fuera de la mansión. Madison frunció el ceño y miró a Logan—¿Porqué está cerrado?

         Logan rodó los ojos—No sé, tú que piensas.

         —Deja de hacer eso, idiota. Pensé que lo sabías—replicó Madison poniendo los ojos en blanco.

         Ambos entraron sin problemas y estacionaron frente a la puerta de entrada. Salieron del auto y se acercaron allí. Logan tocó dos veces y ambos esperaron. Repentinamente, alguien abrió un poco la puerta. Los dos mutantes fueron recibidos por Hank McCoy y Madison, por primera vez, no sabía quién era.

         —¿Puedo ayudarles?

         —Uh, sí—dijo Madison—. ¿Qué pasó con la escuela?

         —Lleva años cerrada—respondió él—. ¿Usted es su padre?—le dijo a Logan.

         Madison hizo un gran esfuerzo por no echarse a reír frente al mutante, mientras que Logan hizo una mueca.

         —Diablos, espero que no. ¿Quién eres?—replicó Howlett.

         —Hank, Hank McCoy. Yo me encargo de la casa ahora.

         Logan esbozó una sonrisa de lado, sorprendido por sus palabras, pero Madison no entendía. ¿De dónde lo conocía Logan?

         —¿Eres Bestia?—preguntó Logan—. Mira nada más. Supongo que tardaste en madurar.

         —Uh, Logan, no creo...

         —No sé de lo que habla, pero les voy a pedir que se vayan—respondió Hank cerrando la puerta.

         Logan se interpuso y empujó la puerta, para la sorpresa de Madison, con claras intenciones de entrar.

         —¿Dónde está el profesor?—preguntó Madison.

         —No hay ningún profesor—respondió Hank forzando la entrada.

         —Eres muy fuerte para estar tan flaco—dijo Logan con una sonrisa ladina—. ¿Seguro que no hay un pequeño Bestia ahí dentro? Anda, Bestia.

         —Logan, no—dijo Madison fulminándole con la mirada.

         —No está aquí—balbuceó Hank.

         —Anda, Bestiecita.

         —No.

         Y Logan empujó a Hank hacia un lado para entrar a la casa, Madison le siguió rápidamente antes de que Hank cerrara la puerta y el mutante les siguió.

         —La escuela está cerrada, deben irse—insistió.

         —No sin ver al profesor—dijo Logan encaminándose hacia las escaleras.

         —No hay ningun profesor, ya se lo dije—aclaró Hank tocándole el hombro.

         Madison se puso frente a ellos y dijo—Tal vez hay una manera más diplomática para resolver esto.

         —Mira, muchacho—dijo Logan fastidiado—. Tú y yo vamos a ser buenos amigos—y después de eso, le golpeó un puñetazo en la nariz.

         —¡Logan!—replicó Madison alarmada, caminando hacia Hank para ayudarle.

         —Solo que aún no lo sabes—añadió Wolverine antes de mirar a la telepata—. Quédate aquí, Mads.

         —Pero...

         Howlett le dio una mirada de advertencia y subió las escaleras. Ella, al ver que su compañero desaparecía en las escaleras, miró a Hank, quien se había quitado los anteojos. Y, después de eso, se volvía azul.

         —Pienso que es mejor esconderme—dijo antes de que Hank se levantara.

         Al hacerlo, Hank salió en búsqueda de Logan, cosa que no le causó mucha gracia a Madison. Pero se lo merecía por ser grosero. Luego de un par de minutos, Logan fue lanzado hacia la mesa del vestíbulo soltando un grito y Hank se trepó en el candelabro. Madison salió de su escondite, con sus ojos y boca bien abiertos.

         —Diablos, eso es genial.

         —¿Hank?—Mads escuchó a una voz femenina—. ¿Por qué hay tanto ruido?

         La muchacha de cabellos oscuros se giró, observando la figura de una joven de cabello rubio fresa que miraba a los tres mutantes. Sus ojos se mostraron confundidos al ver a la muchacha y al hombre.

         —¿Quiénes son ustedes?—preguntó ella.

         Madison reconoció aquella voz, era la de su madre. Y no la había escuchado hace mucho tiempo.

         —¿Mamá?—preguntó ella.

         —Madison, cállate—dijo Logan alarmado—. Ella no sabe quién eres.

         —Tú fuiste el primero en causar problemas, Logan, ahora es mi turno—replicó Madison enfadada, luego, miró a la rubia fresa—. Esto tiene una explicación.

         Dawn Grey observaba las facciones de aquella muchacha. Era idéntica a Charles. La joven telepata frunció el ceño y preguntó—¿Por qué te pareces tanto a Charles?

         —Porque yo soy Madison, Madison Xavier. Y vengo del futuro. Tú eres mi madre.

         Y Dawn observó la verdad en sus palabras. Lo supo cuando leyó su mente en el momento que la vio.

         —¿Cómo es posible...?—preguntó Dawn.

         —¿Dawn?—todos escucharon la voz de Charles—. ¿Qué sucede aquí?

         Charles Xavier hizo aparición en el vestíbulo bajando las escaleras, encontrándose con los dos intrusos en su casa. Logan mostró confusión al verlo caminar con sus dos piernas.

         —¿Profesor?

         —Por favor, no me llames así.

         —¿Los conoces?—preguntó Hank, aún colgado del candelabro.

         —Sí, me parece familiar—dijo Charles colocándose al lado de Dawn Grey, refiriéndose a Logan, pero al ver a la muchacha no supo quién era—. Pero no sé quién es ella. Baja del maldito candelabro, Hank.

         —Ugh, porque no me sorprende—murmuró Madison.

         —Puede caminar—dijo Logan levantándose de la mesa.

         —Eres perspicaz—añadió Charles bajando las escaleras para poder sentarse.

         —Creí que Erik-

         —Por eso me extraña que no hayas visto el letrero en la entrada—prosiguió ya sentado en la escalera—. Es propiedad privada, amigo. Tendré que pedirle a mi amigo que les pida que se vayan.

         —Bueno—dijo Madison dando un paso hacia adelante—. Temo que no podemos hacer eso porque...—miró a Logan quien se levantaba de la mesa haciendo una mueca—. Porque me enviaron por ustedes.

         —Dile a quien te haya enviado que estoy...ocupado.

         —¡Charles!—Dawn le reprendió.

         —Eso va a ser difícil...por que la persona que nos envió—dijo Logan y miró a Madison—. Fuiste tú.

         —¿Qué?—preguntó Charles confundido.

         —Lo harás dentro de unos 50 años—replicó Madison.

         Charles intentaba no reírse—¿En el futuro, dentro de 50 años?—Logan respondió un 'Sí'—. ¿Yo los envié del futuro?

         —Sí, papá, lo has hecho—Madison rodó los ojos y al ver que había dicho otra verdad que la relacionara con Charles, se palmeó en la cara.

         Charles mostró más confusión—¿Porqué me has llamado papá?

         —¡Ugh, porqué yo seré tu hija en el futuro!¡Tú y Dawn tendrán dos hijos, David y Madison Xavier!—espetó la muchacha frustrada y al ver que continuaría hablando, Logan le tapó la boca.

         —Si tuvieras tus poderes, sabrías que digo la verdad—dijo él.

         —¿Cómo sabes que no tengo mis...?—preguntó Charles y luego se detuvo—. ¿Quiénes son?

         —Ya te lo dijimos.

         —¿Eres de la CIA?

         —No.

         —¿Me han estado vigilando?

         —Te conocemos, Charles—dijo Madison, al zafarse del agarre de Logan y miró a Dawn—. Ella puede decirte que digo la verdad. Porque ella ya leyó mi mente.

         Dawn frunció el ceño—¿Cómo sabes eso?

         —Soy una telepata, como tú—respondió Madison—. Y sabes perfectamente que digo la verdad.




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