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i. espíritu libre


DESASTRE DEVASTADOR,
capitulo uno: espíritu libre!



Oxford, Inglaterra, 1962.

          DAWN GREY RECOGIÓ SUS LIBROS de clásicos ingleses para su clase de Literatura Inglesa. Se frotó las manos para evitar el frío de ellas y se colocó el tapado sobre la falda y el sweater blanco que llevaba. Recogió su bolso con los libros y sus cosas para colgarlas en su hombro. Salió de su departamento para bajar por las escaleras y empezar a caminar por el campo. Sacó su paraguas ya que estaba lloviendo y comenzó a caminar por el campus.

          Dawn observaba a los estudiantes de la universidad de Oxford, ir a sus salones, fumar tabaco, y algunos amores que se presentaban. Personas normales. Pero en Oxford solo habían dos mentes dotadas, una era ella y la otra era la de Charles Xavier quien dentro de unos días se graduaría en mutación genética gracias a su tesis. La joven recordó que compartían todas las clases y que eran compañeros de clase. Pero nada más, notaba que él era telepata pero él no notó que ella lo era. La joven entró al gran salón de Literatura Inglesa y se sentó en su lugar. Sacó un cuaderno de apuntes y una pluma de color azul que su abuela le había regalado antes de que escapara de Nueva York. Observó como el profesor entraba y se preparaba para comenzar las clases.

          —Raven, no molestes—escuchó una voz masculina.

          —No es mi culpa que nos quedáramos dormidos, Charles—espetó la nombrada algo molesta—. ¿Sabes qué? Capaz te sientas mejor si yo no me siento contigo hoy.

          —¿Qué?—preguntó ahora Charles Xavier.

          Dawn rió internamente y abrió su cuadernillo de apuntes, sintió cierta presencia a su lado y notó los pensamientos de la muchacha rubia que acompañaba a Xavier. Luego vio que el ojiazul se sentaba un poco más arriba de ella, le restó importancia a eso ya que prefería enfocarse en las explicaciones del profesor que en ver los pensamientos de Xavier.

          —Bien, alumnos—habló el profesor—. ¿Saben lo que tengo aquí?—señaló dos plataformas, cosa que puso nerviosa a Dawn y se llevó las quejas de sus compañeros—. Sí, haremos un debate literario. Así que espero que hayan estudiado.

          Todos crearon un bullicio de quejas mientras que Grey se mantenía en silencio.

          —¡Silencio!—bramó el profesor.

          Todo el salón quedó en silencio.

          —Dawn Grey—llamó.

          Todos fijaron su vista en ella, la pelirroja se levantó en silencio y bajó por las escaleras del salón. La vista de los demás no se quitaba de la pelirroja, los pasos de ella eran firmes y claros. Terminó subiéndose a la plataforma y se sonrojó levemente ante la vista de todos pero la que le preocupaba era la vista azulada de Xavier. Respiró hondo y observó al profesor.

          —Y...—dijo dudoso por su elección—. Charles Xavier.

          Dawn sonrió de lado. Esto será muy entretenido, pensó la joven.

          —El debate será sobre los clásicos de la literatura inglesa—habló el profesor, mientras que Dawn observaba como Charles se colocaba en la otra plataforma—. Sean precisos y demuestren quién es el mejor.

          Después de aquello, todos se quedaron en silencio. Hasta que el profesor volvió a hablar:

          —Empezarán con Orgullo y Prejuicio de...

          —Jane Austen—dijeron los dos al unísono.

          En cuanto el profesor se calló, Dawn observó a Xavier meticulosamente. Examinándolo por el exterior pero también por el interior. Lo mejor de todo era que el no la sentía. Ella sonrió.

          —Bien, Charles—empezó ella—. Hablemos un rato. ¿A ti qué te parece como eran las relaciones en aquella obra maestra?

          Charles sonrió—Eso es muy sencillo, querida Dawn. Las relaciones allí eran completa y rotundamente establecidas por los padres de familia, las mujeres (de tu edad y menos que eso) estaban forzadas a casarse con hombres ricos—dicho esto, vio que Dawn se cruzaba de brazos, fingiendo modestia—. ¿Y tú qué opinas sobre esto?—observó a la pelirroja, curioso.

          La joven pelirroja se aclaró la garganta—¿Yo qué opino? Me parece que el matrimonio obligado es algo que no debía hacerse. ¿Qué ha pasado con el verdadero amor?¿Acaso no tenían ese concepto claro?

          —Pues para la señorita Bennet sí—respondió Charles.

          —¿Pero porqué siempre es la mujer que debe ir hacia el hombre?—preguntó Dawn, espetando hostilidad—. Lamento decirte, Charles, que hay una imagen muy sobrevalorada de la mujer. Es decir, la ven como un...objeto. Porque en esos tiempos, la mujer debía saber bordar, tejer, lavar, bailar y leer.

          —Y el hombre tiene que ir a la guerra—acotó.

          —¿Y la mujer no?¿Qué clase de pensamiento es ese?—preguntó ella.

Y repentinamente, el silencio les abrazó. Dawn observó a Charles con completa paciencia, esperando una respuesta de él. Observó a los demás alumnos, quienes los observaban expectantes.

          —¿Y tú, Dawn Grey, irías a la guerra?—preguntó, tomándola por sorpresa.

          Dawn meditó internamente, esa pregunta la dejó algo descolocada. ¿Ella iría a la guerra?¿Sería capaz de hacerlo?—Sí—respondió, sorprendiéndose a ella misma por lo que dijo, pero luego lo dijo con más seguridad—. Sí, iría a la guerra.

          —Entonces podría describirte como el espíritu libre de Elizabeth Bennet—habló, sonriendo de lado.

          —¿Podría hacerte una última pregunta, Charles?—preguntó la joven—. Tú...¿Cómo verías a la mujer ahora?

          Eso lo hizo paralizar, mientras que la joven sonreía por su reacción, aunque pensaba que lo tomaría con más calma pero cuando ella leyó su mente encontró su más grande pecado: la lujuria. Recordó haber leído la Divina Comedia y saber que la lujuria formaba parte de los 7 pecados capitales aunque realmente eso era en el universo imaginario del escritor italiano.

          —¿Qué ocurrió, Xavier?—preguntó con aire divertido—. ¿Quién le comió la lengua al gato?

          Niña, no sabes con quién te metes, escuchó una voz masculina en su cabeza.

          La muchacha sonrió a la vez que escuchaba su voz grave en la mente, le observó fijamente y juntó valor. ¿Y tú sí?, preguntó.

          La expresión de Charles había cambiado completamente, estaba pálido, aunque bastante fascinado por haber encontrado a alguien como él.

          —Aún no has respondido a mi pregunta—dijo ella al joven ojiazul.

          Charles sonrió—Vería a la mujer como una mítica diosa griega, Dawn. Una diosa que conduce a los hombres a su perdición, haciéndoles caer en las redes del amor y la lujuria.

          —¿Entonces cómo describirías a Elizabeth?—preguntó Dawn.

          —Como tú—respondió—. Un espíritu libre encadenado en el mundo real.

          Idiota, pensó.

          Deja de pensar tanto, escuchó a Charles.

          Dawn sonrió de lado, mientras que entraba a su cabeza, concentrándose en hablarle a él y solo a él.

          'Me sorprendes, Xavier' Habló. 'Pero ten cuidado donde usas eso. Solo lo digo por tu seguridad y por la de tu hermana.'

          La joven observó al profesor de Literatura, con paciencia y este asintió para que estos fueran a sus lugares para observar a otras personas. Dawn se sentó y miró al frente, Raven le miró de reojo pero luego observó su hoja, levantó su pluma y empezó a escribir. Disimuladamente, le pasó a Dawn el papel, esta lo leyó: Buena jugada, Dawn. Le hacía mucha falta de que le cerraran la boca.

          Y Dawn volvió a sonreír.

          Horas después, Dawn no volvió a ver al telepata en ningún lado, cosa que realmente agradeció ya que no quería volver a verlo durante el resto del día. Se concentró en terminar de leer su libro con paciencia, pero no se había percatado de que había caído la noche.

          Y así seguiría su rutina: guardar el libro en su biblioteca, comer un bocadillo y luego ir a la cama. Sin embargo, hoy había sido diferente para ella, consideraba que el día de hoy era un triunfo.

          Buscó su abrigo color negro y una bufanda a juego, cepilló su cabello rubio fresa y apagó todas las luces de su apartamento cuando cruzó el umbral.

          Salir a las calles de Oxford en la noche era algo completamente normal, aunque Dawn no salía demasiado. Normalmente, ella salía para tomar un poco de aire fresco o comer algo. Pero esa noche quería algo diferente, iría a un bar para festejar su victoria - si es que ella lo consideraba como tal - y bebería un par de tragos.

          Cruzó la calle y observó que habían un par de estudiantes de su misma clase caminando juntos, le sonrieron al verle y ella les devolvió el gesto. Caminó un par de metros y vislumbró un bar en la esquina. Sonrió y se encaminó hacia allí.




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