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Día 1.

Día 1: Mostrando debilidad.

¿Por qué las cortinas de su habitación seguían cerradas?

No es que importara realmente, pero ¿qué tanta costumbre se había hecho el de no abrir las cortinas? Boruto estaba seguro que el día anterior las había dejado cerradas, y el día anterior al anterior también... Espera, ¿qué día era hoy?

Uzumaki levantó su mano para buscar entre tanto desorden su teléfono, porque él ni siquiera estaba consciente de qué día era exactamente o incluso si debía volver a la pesadilla; su pesadilla de hace años, desde que admitió abiertamente su sexualidad.

Lo que tanto le caracterizaba, había desaparecido en miles de fragmentos.

Y antes de ver su teléfono pudo oír el sonido estridente del secador de pelo. Era su hermana, Himawari.

Claro, el único maldito día en el que su hermana menor hacia ese típico y monótono ruido era un lunes por la mañana. ¿En qué momento se había hecho lunes?

Dejó escapar un bufido y se cubrió estrepitosamente con las sábanas de su cama. Se sentía seguro en su cama, o al menos, era un lugar de confort de la realidad que se aproximaba fuera de su puerta.

Ya se sentía cansado de solo pensar en levantarse, en realizar una sola acción que ocasionara una reacción en su realidad. Boruto puso ambas manos sobre su rostro con tal de ocultarse más, ya ni siquiera podía.

No había más razones para quedarse.

Incluso si lo pensaba un poco, la única justificación que lo hacía quedarse era su familia. O al menos, la perfecta imagen que demostraba tener.

Es decir, no es que tuviera una mala familia. Su hermana era buena, amable y cariñosa. Su madre era comprensiva y bastante querida. Pero su padre... Bueno, no había mucho que decir de él.

Para Boruto, su padre podría considerarlo como alguien externo a su familia.

Nunca pasaba más de unos minutos al lado de él, o trataba de darle una conversación entre padre e hijo. Simplemente no existía nada.

Y eso le hacía sentir culpable.

¿Es que había fallado en algo como hijo?

¿No era suficiente para su padre?

Sí, probablemente podían parecer preguntas ridículas o cosas sin gran importancia, pero ¿por qué su hermana sí recibía el apoyo de una figura paterna? ¿En dónde quedaba él?

Era desesperante.

Sus ánimos y sueños habían dejado de existir. Lo peor de todo, es que él mismo lo había notado pero nunca hizo nada para cambiarlo. ¿Qué se suponía que debía hacer?

Uzumaki Boruto se sentía triste y sin esperanzas.

Hoy, era lunes. Mañana sería martes... ¿y luego qué?

Uzumaki abrió los ojos y se relajó. Llevaba meses pensando en esa decisión, una enorme y desesperante manera de escapar de todos esos problemas que le estaban atormentado.

Él actuaba. Él fingía.

¿Por qué tenía que hacerlo cuando estaba solo?

Había veces en las que sus acciones llegaban a límites que él no podía controlar, y peor eran sus pensamientos; palabras, y frases que llegaban a él todo el día. Boruto estaba acabado, pero...

¿De qué forma podría arreglarlo?

Por supuesto.

No había manera ni opciones para que él pudiera arreglar su propia situación. Boruto sonrió con tristeza y volvió a sentir un ahogo emocional.

¿Por qué diablos era tan egoísta?

Su madre lo quería y su hermana también.

¿Qué más necesitaba para vivir en paz?

Solamente debía olvidarse de su tristeza y animarse, claro, eso sólo fue algo que leyó por Internet.

Se sentó sobre su cama y sacudió su despeinado cabello. Por responsabilidad y costumbre, haría lo de siempre: vestirse para la escuela y aparentar normalidad.

Bueno, si es que realmente podía obtener las ganas.

—¡Onii-chan, abre la puerta! —exclamó con fuerza y golpeó la puerta—. Uh, detesto cuando la cierras con llave... ¡Onii-chan!

Pero su querida hermana, lo despertó de su pequeño momento depresivo. Sacudió nuevamente con frustración su cabello, había olvidado lo de siempre.

Estar listo para ir a la escuela y que su hermana no notara su falsedad, era algo que se había prometido.

—¡Oka-chan, onii-chan se quedó dormido otra vez!

De ser su yo de antaño, se habría reído.

Sin embargo, el Boruto falso debía volver. Aunque fuese un par de horas, con tal de soportar toda esa travesía.

Se levantó de la cama y quitó el pestillo de la puerta, al abrirla se pilló con que todas las luces de su casa prendidas. Era extraño.

Sin más caminó al baño y allí, arregló lo mejor posible su apariencia. Al menos debía aparentar un buen ánimo y el carácter positivo de siempre.

Puso sus manos sobre sus mejillas y las elevó para mostrar un pequeña sonrisa delante del espejo, cuando dejó caer sus manos la expresión quedó en una simple mueca confusa y extraña.

—Sólo serán seis horas y podré volver a casa —Cabizbajo se repitió lo de todos los días—. Uhg. ¿Para qué me esfuerzo?

Una enorme presión se ocasionó en su pecho al decir esas palabras. Una miserable pregunta que se hacía internamente.

Boruto estaba cansado de eso.

¿Por qué se dejaba intimidar?

¿Para qué continuar?

La realidad es que, ya se había rendido hace mucho tiempo como para cambiar algo y arreglarlo, es decir, ¿para qué hacerlo?

Boruto no tenía razones para seguir con vida. Desde hace mucho tiempo, él deseaba...

—No, olvídalo —Negó con la cabeza ante sus pensamientos—. Mamá estaría triste, Hima también.

Pero ¿de verdad eso era suficiente para ignorarlo?

Uzumaki estaba más que angustiado, estaba deprimido. Había llegado a límites que jamás pensó y aún así, parecía que estaba a pocos pasos de rendirse finalmente.

No había nadie para él.

Nadie le demostraba verdadera importancia y aunque tenía amigos, ¿para qué los necesitaba? Ni siquiera hablaban de sus verdaderos intereses, sólo de cosas innecesarias.

Cerró sus puños con fuerza, el sentimiento tan destructivo que lo atormentaba ahora mismo dolía demasiado. Era insoportable, ni siquiera sabía cómo afrontar algo así.

Elevó la mirada y se miró nuevamente en el espejo.

Seguía siendo él.

Uzumaki Boruto, hijo de Hinata Hyuga y Uzumaki Naruto.

Alguien popular en la escuela.

Bastante animado, desastroso y leal. Muchos decían que era un buen chico, pero que a veces demostraba lados parecidos a los de su padre.

Pero ¿por qué se dedicaba a mentirle a todo el mundo?

Bufó con fuerza y desvió la mirada. Él era un maldito falso, un idiota, una basura, una estupidez.

Y aún así, se dedicaba a mentir delante de todos.

Vio de reojo la navaja de su padre. Fácilmente podía tomarla y hacer lo que Sarada le decía siempre:

"—¿Por qué no desapareces? De todas formas, no sirves".

Uzumaki pensó lentamente en lo que quería hacer ahora. Los minutos que tardaría, lo necesario para morir y sobre todo, cuánto tardarían en abrir la puerta.

Miró el pomo de la puerta de baño y luego la navaja afilada de metal.

Era sencillo. Rápido.

No tenía razones. Ya no había esperanza para él.

Tan solo debía...

—¡Uzumaki Boruto!

Reaccionó ante el grito de su madre y se alejó del lavamanos. Al retroceder se dio cuenta de lo que estaba pensando en realizar en ese momento.

Sin embargo, en su tono de voz sonaba molesta. ¿Estaba decepcionado de él? ¿Se había equivocado nuevamente?

¿Ella estaría avergonzada de él?

Boruto se tocó el pecho por la incesante presión que sentía con cada pensamiento. Era doloroso de sentir. Con cada pensamiento, sentía un enorme nudo en la garganta y muchas ganas de llorar.

Se dirigió a la puerta del baño, encontrándose cara a cara con su madre.

—¿Qué haces tanto en el baño, Boruto? ¡Ni siquiera tienes puesto el uniforme!

Boruto suspiró, para mostrar una gran sonrisa falsa.

—Me quedé dormido, lo lamento —Sonrió falsamente con gracia—. Pero voy de inmediato, mamá.

—¿Acaso estuviste usando tu consola anoche? —Su tono de voz no correspondía con lo molesta que estaba, era demasiado dulce.

—Ja, ja. No, para nada.

Al ver un hueco al lado de su madre, corrió por allí para meterse a su habitación.

—Ahh... —suspiró, para mirar dentro del baño—. ¿Uh? Naruto-kun otra vez no volvió a guardar sus navajas.

Expresó cansancio. Por más que las necesitará para el cambio de la maquina de afeitar, eran peligrosas. Cualquiera podría cortarse de gravedad y lastimarse.

—Tendré que volver a hablar con él.

Hinata se veía nostálgica. Después de todo, su matrimonio comenzaba a decaer lentamente. Luego de casi 17 años de matrimonio, parecía que Naruto la ignoraba a propósito.

Era confuso.

Y lo era más ahora porque Boruto parecía muy diferente en comparación de antes.

No estaba aún preocupada por él, pero sí parecía importante. Su hijo Boruto se había distanciado más que antes, ya ni siquiera estaba segura sí comía bien.

El único testigo disponible para confirmarlo era su hija Himawari.

Aunque confiaba en que sólo eran imaginaciones suyas.

Todo estaría bien esa semana.

Como siempre.

***

—¡Onii-chan...! —exclamó quejándose con él—. Por tu culpa llegaremos tarde, ¡te dije que hoy era un día importante!

Himawari se cruzó de brazos e hizo un puchero.

Boruto por su parte, asintió y se disculpó como lo haría su yo de antes.

—Lo lamento, Hima —exclamó—. De todas formas, ¡no es todo mi culpa! Escuché que tú también te tardaste mucho"ttebasa.

—¡Hm! No me eches la culpa, fuiste tú.

Siguieron caminando apresurados a la escuela Konoha Academy.

Ambos iban a la misma escuela por pedido de su madre y conveniencia de su padre. Ya que tenían un ligero conocimiento de que sus padres habían estudiado ahí cuando eran jóvenes, así que los dos también lo terminaron haciendo.

Himawari estaba en séptimo año de secundaria y Boruto en segundo año de preparatoria. A pesar de estar en la misma academia casi nunca se veían por los pasillos, después de todo, era una gigante escuela. Habían muchas personas que se quejaban de ello, porque si no te sabías de memoria el camino podía perderte.

—¡Onii-chan, dame la mano! —exclamó un poco cansada—. Eres alto, puedes caminar más rápido y yo me estoy quedando atrás.

Boruto rió por el pedido de su hermana menor y por primera vez en la mañana, se sentía un poco mejor. Himawari era su preciada hermana de toda la vida y cuando se quejaba le parecía tierno.

Pero si algún día llegaba a enterarse de lo que él sufría.

¿Podría soportar el rostro que le diera?

—¡Sí! Llegamos 7 minutos antes —Inspiró una gran bocanada de aire—. ¡Te veo después!

Después de esa rápida despedida, Himawari dejó solo a Boruto en la entrada de la academia.

Y ahora, es cuando comenzaba la verdadera travesía.

Cualquiera podría pensar que por la posición en la que estaba Boruto, se sentiría orgulloso y se alegraría como siempre, pero su semblante mostraba lo contrario.

Una gran penumbra lo rodeaba y si se podía ser más imaginativo, realmente era petulante su aura. Como si no quisiera tener a nadie cerca de él.

Era como una antítesis.

Después de dudar durante unos segundos eternos, Boruto comenzó a caminar todo el camino a la puerta principal de la escuela. Pedía con todas sus fuerzas no encontrarse con Sarada ni con sus amigos, realmente quería mantenerse a solas un rato.

Ignorando la gente de su alrededor, pasó a su casillero y guardó sus cosas de siempre y tomó las que le servirían para ese día de clases. La exigencia era enorme cuando se estaba en preparatoria, así que debía dejar de lado sus pensamientos pesimistas y seguir teniendo buenas calificaciones.

Al menos, era lo único que lo mantenía distraído de las cosas malas.

Al terminar de guardar los libros que no le servirían hoy, tomó nuevamente su bolso y se lo puso al hombro. No había escuchado a ninguno de sus amigos, así que llegaría solo a su primera clase.

Eso estaba bien.

Cuando movió la puerta de su casillero, una exclamación lo asustó.

—¡Ah, mira, es Boruto! —exclamó el Yamanaka con euforia—. Te dije que hoy sí vendría.

Boruto los miró totalmente asustado. El grito mezclado con los ruidos de fondo, lo asustaron. Se tocó el pecho y notó cuán rápido latía su corazón.

—¡Diablos, estúpida Barbie! —expresó molestia falsa—. Me asustaste.

—Ay, qué delicada.

—Pensamos que no vendrías —Agregó Shikadai más cerca de Boruto—. El jueves ni el viernes viniste, ¿por qué?

Boruto al escucharlo, recordó esos días.

Claramente el miércoles de la semana anterior, Sarada se había encargado de darle una buena paliza. No recordaba quién había sido, pero el moretón en su mejilla le hacía saber que fue un golpe muy duro.

Afortunadamente, la inflamación había bajado a los dos días y el fin de semana había desaparecido un poco el color de la mejilla.

—¿De verdad querías ver esta herida hinchada? —Apuntó su propio moretón con gracia—. Yo creo que no, ¿verdad?

—Paso de saber cómo te la hiciste. —Negó más información.

—Pff, de seguro con lo torpe que es, provocó a alguna chica —se burló Inojin sacando sus materiales de arte de su casillero— y pam! Una cachetada directa a la mejilla.

—Sí... Bueno, agradezco tu gran imaginación—. Uzumaki ignoró la teoría de Inojin.

—Al menos le sirve el cerebro, ayer parecía una alma muerta.

Boruto se dio la vuelta para cerrar su casillero-por el susto quedó a medias- y volvió a colocarle el candado.

—¿Y eso? —preguntó a lo dicho por Shikadai.

—Resulta que el fin de semana me dediqué a pintar un cuadro enorme, o era un lienzo? —Trató de recordar—. Como sea, fue idea mi padre.

—Sí —Asintió a su versión—, y cuando nos vimos el domingo, parecía un fantasma.

Boruto trató de sonreír, pero sólo salió una mueca. Esos dos eran tan cercano como lo era la mugre con la uña, por supuesto la mugre era Inojin y la uña Shikadai, aunque su relación a veces era tan extraña y podía ver que los dos, parecían querer decirse algo.

—En fin, vámonos a clases —retomó Shikadai—. Ya van a tocar el timbre y no quiero ir por esos papeles⁴.

—¿No vamos a esperar al digimon? —acotó Inojin—. Hoy quería preguntarle algo.

—Lo harás más tarde —Miró a Boruto y le habló—. ¿Acaso estás esperando a Mitsuki? Qué fastidio.

Cuando Shikadai nombró al peliceleste, Boruto desvió de inmediato su mirada. Su corazón volvió a latir con una intensidad parecida a cuando se asustó, pero esta vez por una razón distinta. Ellos eran mejores amigos, o así lo había llamado Boruto.

La verdad es que su verdadera atracción era dirigida hacia Mitsuki.

Hubo cierto tiempo en que lo negó con toda la vergüenza del mundo. Se sentía desagradable tener un sentimiento como ese, pero a medida que pasaba el tiempo, comenzó a pensar que no era tan malo.

Es decir, sólo es un amorío juvenil.

Él sabía que nunca sería correspondido.

—Oh, Boruto —Mitsuki sonrió al verlo—. Veo que estás bien. Por cierto, Shikadai...

Por más que se repitiera lo mismo, sus sentimientos le demostraban lo contrario de lo que quería él. Mitsuki le daba cierta alegría en su día a día, no importaba cuánto sufriera o cuán basura se sintiera, él siempre lo veía con una sonrisa.

Llevaba semanas teniéndola difícil cuando hablaba con Mitsuki.

De solo tenerlo cerca ya lo ponía nervioso, ansioso y cuando sentía su mirada, su corazón saltaba.

Cerró sus puños, además de él, sólo quedaba su familia para volverlo feliz.

Cada día recaía en su ciclo depresivo, por más inevitable que quisiera, Sarada lo hacía sufrir.

Y de solo pensar en que alguien, quien fuese, se enterase de sus sentimientos enfrió su corazón.

Exactamente por eso se sentía con menos esperanza que en la mañana.

Amor o lo que sea, eso siempre lo deprimía.

—¿Boruto? —Mitsuki llamó su atención y se acercó a él—. ¿Vendrás con nosotros...?

Uzumaki suspiró y volvió a elevar su mirada, pero en cuanto lo vio y notó cuán cerca estaba de él se quedó sin respiración.

—A-Ah, sí... —balbuceó nervioso—. ¿I-Ir? ¡C-Claro!

Respondió sin tener la menor idea de lo que habían hablado sus amigos, pero mientras más tiempo pasaba sus pómulos se volvían rojos por la sangre que estaba subiendo. Su corazón latía tan rápido y sus nervios le impedían pensar.

Por más que quisiera fingir, sus palabras llamaron la atención de sus amigos.

—¿Estabas distraído, verdad?

Boruto desvió su mirada y se alejó dándose la vuelta.

—C-Claro que no —Apretó la tira de su bolso—. Tch, si se van a quedar atrás, no es mi culpa.

Comenzó a caminar rápidamente por el pasillo para llegar a su clases.

En el camino se tocó el pecho y pensó en lo que había sucedido.

¿Por qué le gustaba él?

Era lo que no podía entender y cada vez más, era difícil ocultarlo. Si tan solo no sufriera de ese acoso, se sentiría más confiado en sus palabras.

Dio su cuarto o quizá quinto suspiro del día.

Pensó en la posibilidad de que todo terminará bien y que, Sarada se detuviera en su acoso. Podía sonar hasta ridículo lo que él pensaba, pero a menos de que no sucediera un milagro él realmente perdería toda esperanza en la vida.

—¡Maldito Burrito! ¿Cómo es que caminas tan rápido? —Inojin se quejó cerca de él—. Incluso en menos de dos minutos llegaste aquí arriba!

—Ah, qué fastidio tener que correr—Se quejó subiendo las escaleras.

Tenía amigos.

—Boruto es realmente rápido. No creí que llegaría aquí arriba antes que nosotros.

Incluso una persona que amaba.

Pero él se sentía diferente. Su vida ya no tenía la misma valía que antes.

Estaba deprimido y realmente quería morir.

No existían esperanzas para él, Boruto ya había finalizado con todo lo que una vez creyó pendiente y que alguna vez pensó que le servirían.

¿Para qué seguir?

Más que felicidad, la desesperanza hundía cada parte de su corazón, de su mente y sentimientos.

—Supongo que es tal como dijo Shikadai—Mitsuki retomó el habla—. Estás distraído.

Boruto parpadeó y buscó con la mirada al Nara y al Yamanaka, ellos estaban un poco lejos.

Luego dirigió su mirada hacia Mitsuki, él le veía con compasión. Sus ojos ámbar los sentía como lo más maravilloso que había visto, pero no podía.

Simplemente era imposible.

—Por supuesto que no"ttebasa —fingió molestia otra vez—. Sólo estoy un poco cansado, anoche no dormí bien.

Trató de retomar su andar, pero Mitsuki lo interrumpió.

—Conmigo no es necesario fingir, Boruto—Cambió su semblante—. Sé exactamente cuando tu sonrisa es verdadera.

Uzumaki sujetó con fuerza la tira de su bolso que colgaba en su hombro. Él actuaba de esa manera y Boruto se sentía aliviado cuando lo hacía.

Se sentía importante.

Sentía que una sola persona en el mundo podía descubrir cada vez que quisiera sus secretos, sus inquietudes e incluso dificultades con sólo verlo a los ojos.

Incluso podía decirle cuán doloroso eran sus pensamientos.

¡Hasta decirle lo mucho que lo amaba!

—Ja, ja... —rió sin gracia en él—. Gracias por preocuparte, Mitsuki. Pero estoy bien.

Desde que todo había comenzado, mentir fue la única manera que halló para alejar a los demás y que no se preocuparan por él.

Entonces, ¿cuál sería la diferencia de mentirle a Mitsuki con todo el mundo que lo conocía?

Exacto, bajo su propia visión no había diferencia alguna.

—Eso es lo que la gente siempre dice, pero ¿Hasta qué punto es verdad?

Al escuchar el susurro de Mitsuki, Boruto lo procesó por un segundo.

¿Acaso él...?

Antes de que pudiera detenerlo... Antes de que siquiera logrará preguntar alguna otra cosa, el timbre sonó.

—Será mejor irnos a clase, Shino-sensei llega rápido al salón.

Boruto escuchó sus palabras y asintió.

Deseo o no, eran diferentes.

Mitsuki era honesto.

Boruto no lo era, se la pasaba mintiendo a todo el mundo con su verdadero sentir.

Esa comparación lo hacía sentir peor que antes.

Ninguno de los dos era compatible. O eso creía Boruto.

Él pensaba que Mitsuki sólo se preocupaba por él porque eran amigos y Boruto, por supuesto, lo alejaba.

Prefería perderlo como interés amoroso, más que como amigo.

Uzumaki creía firmemente en que si no se disculpaba, él y Mitsuki tendrían una severa incomodidad entre los dos.

Pero no lo sabía.

¿Desde hace cuánto tiempo no dejaba de pensar en las cosas?

(...)

Uchiha Sarada.

Ella sentía que era un buen día.

—Buenos días, Uzumaki —Sonrió ladina—. ¿Qué tal está tu rostro después de la paliza?

Boruto ignoró su presencia por unos segundos y luego miró alrededor del salón. Todos se habían ido al primer receso.

Obviamente estaría vacío.

Cerró su cuaderno y guardó sus lápices, ella era molesta.

—No entiendo por qué te interesa.

Ante sus palabras, Uchiha respondió con gracia.

—Me lastima que pienses que no me interesa —fingió entusiasmo—. Eres mío¹, así que debo saber cómo te encuentras.

El rubio detuvo todas sus acciones cuando oyó sus palabras. Ni siquiera estando loco aceptaría eso.

—¿Qué diablos dices? —Tomó su bolso y se levantó de su asiento—. Si no tienes nada que decir, me voy.

Sarada lo tomó del brazo y lo detuvo.

Podía parecer una mujer delgada, pero en los exámenes físicos de principios del año había mostrado gran fuerza física. Parecida a la de un hombre en proceso de mucha musculatura.

Esa era Uchiha Sarada, la reina de la preparatoria.

—Insisto, Boruto —Sonrió—. Quédate aquí.

Sintió que el agarre aumentó en fuerza. No importaba sí lograba zafarse, ella de todos modos conseguiría encerrarlo en ese salón.

—Bien...

Aceptó obligado.

Fue entonces que el veneno de Sarada comenzó a salir de su boca.

—¿Por qué escapar, Boruto? —Cruzó sus brazos—. La basura se queda en el lugar. ¿Alguna vez has visto una bolsa de basura moverse?

—...

—Por cierto, tu video es muy gracioso. Y creer que alguien como tú, pensó que en algún momento era fuerte —se burló mirando por la ventana—. Eres ridículo.

Amenazas.

Claramente no quería que nadie viera el vídeo en que un chico le daba una paliza. Una enorme y humillante paliza de la cual, no recordaba cómo, se lo había merecido.

Simplemente había sucedido.

—¿Qué demonios quieres de mí, Sarada?—expresó neutralidad—. Si solo vienes a burlarte, ya haz hecho suficiente.

—Hm, y sigues teniendo esa mirada desafiante... —Ignoró lo que dijo—. ¿No te han dicho que tu padre te odia?

Boruto reaccionó algo sorprendido.

¿Qué tenía que ver su padre en eso?

¿Y por qué le decía que lo odiaba?

—É-Él no me odia.

—¿Seguro? —Lo miró a los ojos—. Porque yo pienso lo contrario.

Era una conversación tan floja y serena que daba miedo. Uzumaki ignoró el ambiente que los rodeaba a los dos y miró su teléfono.

Mitsuki le estaba preguntando por qué tardaba.

—Hace unos días, mi padre me dijo que Uzumaki-san realmente te odiaba —Soltó una sonrisa— y que sólo adoraba a Himawari. ¿No es eso irónico?

—¿Por qué tengo que creerte?

—¿Por qué no lo harías? —Volvió a mirar a las ventanas—. Nuestras familias son cercanas y tú, más que nadie, sabe que nuestros padres hablan muchas veces.

—Eres una mentirosa...

Sin embargo, esa era una información desafortunada. Desde hace mucho tiempo los padres de ambos hablaban puesto que eran amigos desde jóvenes y eso complicaba más la situación de Boruto. Para él, la visión que tenía su padre sobre él, era muy importante.

Es decir, Boruto confiaba plenamente en la perspectiva de su padre respecto a muchas cosas y si lo decepcionaba realmente se sentiría mal.

Si es que eso era posible.

De todas formas, comenzó a pensar en esa posibilidad; según Sarada, su padre lo odiaba. ¿Eso era todo, no? No había más información para analizar, solo era una pequeña frase que probablemente ella había inventado.

Pero ¿y qué tal si no lo era?

Lo pensó por un momento, después otra vez y sin esperarlo, Sarada se rió.

—¡Ja, ja, ja! Así que, realmente lo piensas, eh? —se burló de su inseguridad—. Bueno, alguien tan desagradable como tú es obvio que será odiado por todos.

—Cállate...

—Eres gracioso —Añadió—. ¿Qué acaso no te rindes? Eres molesto, Boruto. ¿Por qué no sólo mueres?

Las mismas palabras.

Algo que siempre escuchaba en su propia mente y que ni siquiera evadía con otra cosa. Para él, no había más que otro deseo que quizá cumplir con ese pedido.

Morir.

Es cierto que él, no era la mejor persona del mundo ni siquiera formaba parte de ese grupo, Boruto solo se consideraba normal.

Pero ahora...

—Eres una basura tan repugnante —Sonrió con fanfarria—. Muérete ya, Boruto.

Sarada solo le deseaba la muerte. Sí, ella sólo quería que él muriera.

¿Cómo eso podía ser tranquilizador?

—Ja, ja... ¿Por qué debería hacerte caso? No eres alguien tan importante —Enfrentó inseguro— ni mucho menos, una persona omnipotente.

Sarada lo miró por unos segundos y después desvió su mirada.

—Por tu respuesta, de seguro ya lo has pensado, ¿no?

—¿Qué?

Se sintió descubierto. Cuando en realidad él no lo deseaba... No, nunca deseó su muerte.

—Oh ya entendí —comentó con gracia—. ¿Estás deprimido, no? Eres patético, Boruto.

—No soy tan patético como tú —Se levantó de su asiento—. ¿Para qué usar ese maquillaje? Ni siquiera se te ve bien y ese tono de mandona... ¿Crees que alguien te toma en serio?

—Tú lo haces —Socarrona se burló—, todos lo hacen.

En diferencia de hace algunos años atrás, Sarada se había vuelto más irritante y más burlona, aquello deprimía un poco a Boruto.

Todos habían cambiado, ya fuera para mal o para bien, pero él seguía sin ningún cambio especial. Podía hasta compararse con un trozo de tierra.

—Eres patético, Boruto —Volvió a responder—. Si tan solo desaparecieras, de seguro todo el mundo estaría mejor. Tienes amigos, pero... ¿De verdad crees que te necesitan? Hay miles de muertes en el mundo y como ves, todos siguen su vida. ¿Piensas que la tuya hará alguna diferencia?

Uzumaki se mordió el labio.

Sus palabras eran duras, cada letra parecía una apuñalada al corazón y a su propia integridad como persona. Era despreciable.

Sarada, probablemente sólo tenía..

—Oh, y de seguro le facilitas la vida a tu familia —Se levantó del asiento—. Uzumaki-san estará más que feliz de no verte... ¿Y quién sabe? Puede que hasta a Himawari-chan le puedas aliviar la vergüenza de tener un hermano así.

Después de sus palabras, Uchiha se encaminó en dirección a la puerta del salón.

—¡Puedes...! ¡Puedes burlarte de mí todo lo que quieras! —vociferó con gran enfado en sus palabras—. ¡Pero no vuelvas a usar el nombre de Himawari!

Sarada se detuvo y lo miró a los ojos.

—¿De verdad...? —Ocultó su sonrisa—. Entonces, Boruto, si tanto quieres que no use el nombre de tu hermana... ¿Por qué no descubres lo que piensan de ti?

—Tch.

—¡Ja, ja, ja! De seguro piensan lo mismo que yo —Abrió la puerta y miró por última vez a Boruto—, eres tan decepcionante.

Sin más, quedó en completa soledad en el salón.

Se mordió con más fuerza el labio inferior hasta que provocó una herida.

¿Por qué diablos se tomaba tan en serio lo que decía Sarada?

Continuó mirando el piso del salón tratando de controlarse de su creciente tristeza e ira, no podía permitir que nadie lo viera de esa manera.

No después de tanto esfuerzo por ocultar sus mentiras.

Por esconder el dolor que sentía por sólo vivir cada día.

Ubicó su mano sobre su pecho y apretó la camisa que traía puesta, el dolor era irresistible y lo mucho que sufría parecía ser cada vez peor.

—¡Boruto!

A lo lejos, escuchó la voz de la persona que amaba y más quería en el mundo.

No, ¿de verdad merecía amarlo?

Él ni siquiera era alguien suficiente para Mitsuki. Le mentía todo el tiempo y trataba de alejarlo cada vez que podía.

Sintió un nudo en su garganta y los ojos cristalizados.

La tristeza volvía a ser injusta con él. Estaba a nada de soltar lágrimas por las palabras tan hirientes que Sarada dirigió hacia él, por decirle tantas verdades y causarle nuevas inseguridades.

No podía demostrar un rostro así frente a nadie.

Se destruiría de inmediato la visión que todo el mundo tenía de él y lo que supuestamente era para todos.

Debía volver a estar feliz como siempre.

Necesitaba estarlo.

Se limpió una pequeña lágrima que se escapó y tomó su bolso para salir del salón. Si tenía la suficiente suerte, Mitsuki ya se habría ido del pasillo y podría esconderse hasta recuperar el ánimo de siempre.

Porque tenía el deber de ser así.

—Aquí estás —suspiró aliviado—. Los demás te esperábamos desde hace un rato, Boruto... ¿Por qué tardaste tanto?

Uzumaki podía sentir que la suerte jamás estaría de su lado en ningún momento de su vida, es decir, le hacia sentirse así y lo tenía constantemente atormentado por Sarada.

¿No era patético?

Ciertamente, Sarada tenía algo de razón.

—¿Por qué...? —susurró con un nudo en la garganta—. Preguntas... ¿Por qué?

Pero fue inevitable, había resistido tanto tiempo que no podía soportar ni una sola lágrima y más aún cuando sus sentimientos eran tan fuertes.

No importaba cuánto ocultara, o cuánto quisiera esconderlo.

La persona que parecía saber lo mucho que sufría sin siquiera decírselo, era Mitsuki. Y ahora, por unas estúpidas palabras, Boruto se delató así mismo delante de él.

—¿Boruto...?

Uzumaki soltó sus lágrimas sin control alguno, cubriéndose el rostro con su antebrazo por el pavor que le ocasionaba que le vieran llorar.

—Lo lamento... —susurró entre lágrimas—, Mitsuki. Perdón por..

—No te disculpes —interrumpió con seriedad—. No deberías disculparte por tus sentimientos, Boruto.

Uzumaki bajó su antebrazo y miró a Mitsuki con tristeza. Realmente se sentía extraño, nunca pensó que él fuera la persona que le hiciera detener algo tan invasivo como... Como una disculpa por sus sentimientos.

—Yo no puedo entender por qué estás llorando ahora mismo —Se acercó más a Boruto— o qué cosa te hizo sentir así, pero... No deberías hacer eso, ¿sí?

—Mitsuki...

Ya fueran sus emociones, o el momento, Boruto pudo sentir que su cariño por él aumentaba más que antes.

Él de verdad le gustaba mucho.

—Hubieras enviado un mensaje, Mitsu —Se quejó Shikadai—. Iwabe e Inojin me obligaron a venir por ustedes dos.

—Perdón, estábamos conversando —mintió Mitsuki— y creo que se nos pasó la hora.

En vez de persistir con saber qué le había pasado, Mitsuki se quedó a su lado durante un buen rato hasta que pudiera calmarse y dejara de llorar.

Rin, Rin!*²

—¡Qué fastidio! —parloteó—. El receso ya terminó y no pude disfrutarlo. ¿Boruto, por qué estás tan distraído hoy, eh?

Y una vez escuchó la pregunta, Uzumaki sonrió como si no hubiera pasado nada nuevamente.

—Ya te lo dije, Shika —se quejó—. Anoche no dormí bien y bueno, no quiero lidiar con fastidiosos... ¡Ja, ja, ja!

Sin embargo, pudo sentir la mirada desconcertante de Mitsuki.

¿Cómo alguien podía cambiar tan rápido de humor?

—Sí, sí, sólo vámonos a clase...

Boruto solo podía pensar que ese día fue desafortunado y que, probablemente, el siguiente sería peor.

Hoy, había llorado frente a la persona que más amaba por la humillación que Sarada le ofreció ese día. No importaba cuánto quisiera evadir el recuerdo, sus palabras seguían allí como un chicle.

"-¿No te han dicho que tu padre te odia?".

¿Qué tan verdadera era esa pregunta?

***

—¡Onii-chan!

Su hermana saludó a lo lejos y Boruto alzó la mano dando a conocer su ubicación de manera más exacta.

Aunque podía ser bueno mintiendo o exagerando sus emociones para ocultarlas, no creía poder extenderse más tiempo.

Porque Mitsuki le había sugerido acompañarlo a casa.

—De verdad lo agradezco, Mitsuki —Viró su mirada hacia él—. Pero no es necesario.

—Quiero hablar contigo, Boruto —Se sinceró— y sé que fuera de la escuela, no hay razones para ocultar algo.

—Sí, pero...

—¡Onii-chan, qué bueno verte por fin! —exclamó eufórica—. ¡Mira, mira! Conseguí una puntuación perfecta en este examen, ¿no crees que es genial? ¡Quiero..!

Himawari se detuvo abruptamente en sus palabras al ver a Mitsuki, por un momento lo procesó para volver a sonreír.

—¡Mitsuki-niisan! Me da alegría verte de nuevo —Guardó su examen en su bolsillo y tomó del brazo a Mitsuki—, ¿Onii-chan invitó a Mitsuki-niisan? ¡Eso de verdad es increíble!

Así que, Boruto no tuvo más opción que aceptar la sugerencia de Mitsuki por insistencia de su hermana menor.

Realmente sería un poco incómodo, después de todo, él lo vio llorar y dejó salir su lado más patético.

Él mismo se consideraba así, por lo que se avergonzaba de ese hecho.

Después de hablar un poco más, los tres partieron de camino a la casa Uzumaki. De cierta manera, él había quedado de lado gracias a su hermana menor.

No entendía desde cuándo su hermana menor conocía a Mitsuki, pero no pensó mucho en eso porque lo más probable es que se conocieran de casualidad.

Lo que sí estaba pensando y meditando un poco era un su decisión.

Podía ser muchas cosas, e incluso seguiría siendo esa basura que Sarada tanto le repetía, pero él ya no tenía alguna esperanza en el cambio.

Porque ya estaba cansado de todo.

Dejó de mirar el suelo y regresó la mirada al frente. Sin darse cuenta, habían caminado bastante y ya casi llegarían a casa.

—¡Ah, es cierto! —interrumpió la Uzumaki menor—. Onii-chan, ¿podrías prestarme un poco de dinero?

Uzumaki negó de inmediato, devolviendo su farsa.

—¡Eh? Por supuesto que no —se quejó con falsa molestia-, ¿para qué querrías dinero?

—¡Por favor! —Juntó sus manos en súplica, utilizando su poder de hermana menor—. ¡Sólo es para comprar una bebida! ¿Acaso ya no me quieres...?

Vio que Mitsuki se rió por lo que Himawari le había dicho. Boruto al mirarlo sintió vierta calidez en su pecho y al darse cuenta, desvió su mirada hacia su hermana.

—Tch... ¡Está bien!

—¡Ja, ja! Eres el mejor hermano del mundo~ ¡Te veo en un rato más en casa!

Luego, la peliazul se retiró en dirección contraria dejándolos a solas.

El rubio soltó una sonrisa ladina y mostró felicidad.

—A veces Hima es algo molesta... —parloteó inconscientemente—, pero bueno, soy su hermano favorito.

—Sí, puedo entenderte un poco —murmuró—. Yo también tengo un... Hermano. Sólo que es mucho más mayor que yo.

—¡Wuah~! No sabía eso de ti, Mitsuki — Mostró falso entusiasmo—. No creo recordar que dijeras que tenías un hermano mayor.

—Eres al primero a quien se lo digo.

Boruto mantuvo su sonrisa mientras seguía caminando con Mitsuki. Sin importar cuán especial fuera caminar al lado de la persona que más le gustaba, él no se sentía suficiente para Mitsuki.

¿Cómo alguien tan idiota como él podía estar a su lado?

Uzumaki cambió ligeramente su falso semblante ante ese pensamiento. De verdad que pensar esas cosas de manera tan espontánea le hacía sentir mal.

—Es malo fingir emociones, Boruto... —habló, llamando su atención—. Sobre todo cuando te esfuerzas por aparentar.

-¿Eh? —Lo miró, sorprendido—. ¿De qué hablas, Mitsuki? Yo... Estoy bien.

—No lo pareces.

Boruto detuvo su andar inmediatamente una vez Mitsuki le dijo esas palabras. Lo miró fijamente a los ojos y en el pleno silencio que se provocó entre los dos, estaba procesando eso.

¿Qué diablos significaban esas palabras?

¿Por qué Mitsuki lo confundía tanto?

Se mordió el labio nuevamente. Había sido cauteloso, perspicaz e incluso se esforzaba a menudo para fingir pasadas emociones y él... Mitsuki, como si nada, lo pilla de inmediato.

¿Acaso sus amigos eran menos perceptibles que Mitsuki?

Además de lo sucedido hoy, ¿se había equivocado otras veces?

—A-Ah... Ya sabes, hoy no tuve un buen día y trató de mantenerme feliz por Hima —justificó pobremente su actuar—, no quiero deprimirla por mi culpa.

Y una vez lo dijo, pidió a gritos que la tierra se lo tragara.

¡¿Es que era idiota?!

¡Nadie le creería semejante tontería!

Sin embargo, Mitsuki se acercó a él invadiendo su espacio personal.

—¿Sabes? Hima se preocupa mucho por ti, Boruto —Sonrió un poco— y no creo que ella sería capaz de ignorar tus sentimientos. Si te sientes mal, ¿por qué no se lo dices? De seguro te entenderá...

—...

No pudo responder por unos instantes por la razón de verlo tan cerca de él. Sus mejillas se sentían calientes, su cuerpo parecía de gelatina y su voz no salía... ¡Nada salía de él!

—Además... —agregó—, yo también me preocupo por ti, Boruto.

—¿E-Es así?

Susurró con muchos nervios.

Desde hace meses, o tal vez unos años, no sentía tal subidón de emociones y sentimientos en su corazón. Lo único que podía pensar todo el tiempo era lo muy cerca que estaba Mitsuki de él.

—Así que, Boruto. Siempre estaré para ti.

Después de eso, se alejó y se despidió con la mano.

Boruto durante unos segundos no pudo reaccionar, o siquiera moverse de su posición, hasta que de la nada echó humos³ de su rostro por lo vergonzoso que fue tenerlo tan cerca.

Se tocó el rostro con ambas manos y sonrió levemente por lo acontecido.

—¡Onii-chan, la tienda estaba cerrada! —se quejó de manera infantil—. ¡Mm! Mejor vamos a casa a comer un poco de helado.. ¿Estás bien? Vi a Mitsuki-niisan yéndose y...

Ignoró por completo las palabras de su hermana menor por el pavor que sentía.

Mitsuki, un chico completamente encantador, se había acercado tanto a su rostro que pudo ver más de cerca sus facciones...

¡Incluso pudo sentir por un segundo su respiración!

Hasta que recordó sus palabras y su corazón latió a gran velocidad nuevamente.

—¿Estarás ahí para mí...?

Susurró para sí mismo.

Aunque quisiera ignorarlo, eso todavía seguiría ahí en su corazón y si realmente se decidía por llevar a cabo su decisión...

¿Mitsuki haría algo por él?

Quedan 6 días.

***
Palabras con más explicación:

¹: Básicamente, se refiere a que ella es la única que puede hacerle algo a Boruto, o incluso golpearlo como ella quiera. (La tomé también como una referencia a los manwhas y mangas escolares)

²: Es una manera interpretativa sobre el sonido del timbre escolar que avisa cuando comienza la jornada escolar. Es una forma más divertida de demostrarlo.

³: Con "echar humos" se refiere a una metáfora sobre lo avergonzado que está y lo rojos que estaban sus pómulos cuando se dio cuenta de lo que sucedió.

⁴: Shikadai habla de un "pase", algo que tomó la Academia como una justificación por la tardanza del estudiante.

Pronto más capítulos. Gracias por leer.

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