9.
Capitulo 9, parte II.
Simplemente, fue raro.
Sarada desvió su atención y fijó su mirada hacia Inojin.
Por alguna extraña razón, iba acompañado de Mitsuki. No era normal verlos juntos.
En ese mismo momento, su madre le estaba hablando respecto a la condición de Boruto. Fue una larga espera, pero por fin podía saberlo.
Y aunque Kawaki había ido justamente ese día a visitarlo al Hospital General de Konoha, pues él seguía sin responderle los mensajes. Así que, fue una completa pérdida de tiempo enviar a Kawaki.
—¿No piensan dar el test de resistencia? —cuestionó, viendo a Inojin—. Lee-sensei se va a molestar con ustedes, ¿saben?
La mirada turquesa de Inojin llegó a ella, en cambio, Mitsuki la ignoró.
Los tres estaban sentados en las gradas del gimnasio, solo que Sarada estaba una grada más arriba.
—Me pregunto, ¿por qué te importa hablarnos ahora? —respondió Inojin—. Ni siquiera somos amigos.
—Somos compañeros —dijo con obviedad—. Esa es una razón.
Inojin, de inmediato, torció su semblante.
—Así que, ¿ahora somos compañeros? —murmuró—. Claro, tienes razón.
Sarada bufó. Estaba muy aburrida porque ChōChō no había asistido ese día, por lo que tampoco podía escaparse de esa clase.
—De todas formas, no es muy importante lo que hagamos o no —comentó—. Tú... Deberías cuidar lo que haces ahora, ¿no?
Uchiha sonrió ligeramente. Fue lo mismo con Shikadai.
Se enderezó y puso sus manos sobre el asiento de las gradas, una a cada lado de su cuerpo y cruzó sus piernas.
—¿Hablas de Boruto, no? —Pronunció directamente—. Él es un idiota egoísta, incluso sabiendo lo mucho que lo aprecian... Lo hizo de todas formas.
Y ahora, Mitsuki también le dirigió la mirada.
Hubo mucho tiempo en que Mitsuki le gustó, casi siendo su primer amor de la secundaria. Pero Boruto también lo amaba y demasiado.
Le tenía envidia a Boruto por lo cercano que era con Mitsuki.
Sus miradas se veían profundamente resentidas contra ella. Aunque, era obvio.
Sin embargo, ahora era más que claro lo que sucedería dentro de poco.
Era obvio que Mitsuki sentía algo más que simple amistad por Boruto, aquello todos podían notarlo solo que nadie lo admitiría porque son hombres.
Así que, si Boruto despertaba y descubría que Mitsuki fue la persona que lo salvó de morir, o eso había escuchado Sarada de su madre, se enamorarían perdidamente el uno del otro.
Eso sería una molestia.
—Sarada, ¿de verdad deseas ser expulsada? —cuestionó con frialdad—. Si Boruto habla, tan solo unas palabras, tú serás expulsada.
Uchiha frunció el ceño, Mitsuki tenía razón. De hecho, si alguien decía una sola palabra respecto a las cosas que había hecho antes, estaría en muchos problemas.
Demasiados.
Sin embargo, no estaba del todo preocupada respecto a las cosas que dijeras Boruto.
—Sí, supongo que tienes razón —Aceptó, desviando su mirada—. Debería dejar de hablar mal de Boruto...
Porque ese ya no sería su problema realmente. Estaba segura de que Kawaki se encargaría de Boruto.
No sentía gran lástima por Mitsuki, puesto que sus sentimientos románticos murieron hace mucho tiempo atrás, pero sabía muy bien lo complicado que sería para él.
Una vez Kawaki obtiene lo que quiere, no lo volverá a soltar nunca más.
Eso será divertido de ver.
Y su propio secreto estará guardado durante mucho tiempo más.
—Y solo dejaré que ustedes mismos sepan el idiota que es Boruto.
Se levantó de las gradas y caminó.
—¿Cuál es tu problema, Sarada? —cuestionó Mitsuki—. Ya lo lastimaste, ahora déjalo en paz.
—Hm, ¿están seguros? —Sonrió, mirándolos por última vez—. Supongo que de verdad confían en él...
Tras eso, se dirigió con Rock Lee para realizar el test de resistencia puesto que era obligatorio.
—Ella de verdad me molesta demasiado, ¿quién diablos se cree, eh? —Se levantó—. Después de lo que hizo, aún así...
Mitsuki de inmediato reaccionó y tomó la muñeca de Inojin.
—Déjala —Ordenó—. En realidad, siento que hay algo más aquí.
Inojin se zafó de su agarre, fastidiado.
—¿Cómo qué, genio? —Frunció el ceño—. Boruto intentó suicidarse, ¿qué otra prueba quieres para expulsar a Sarada?
Mitsuki solo suspiró. Él sentía que detrás de las acciones de Sarada, existía algo más. Tenía la esperanza de que ella no fuera completamente culpable del problema en que se había metido ahora mismo.
—Podemos acusarla, pero la última palabra proviene de Boruto —comentó—. Nadie más puede decir lo que sucedió, solo él.
Sin embargo, por más esperanzador que sonara todo, sabía que no todo sería tan positivo.
—Ahg, está bien —Se quejó—. No haré nada... Y tú, ¿cómo te sientes?
Tal pregunta tomó por sorpresa a Mitsuki.
—¿Yo? Estoy normal, como todos... —murmuró—. ¿A qué viene esa pregunta?
—Shikadai me contó lo que sucedió ese día, no tienes por qué mentirme —comentó—. Él no hizo mucho por ayudar a Boruto y aún así, está muy afectado... ¿Tú cómo estás?
Bueno, era cierto que ya habían pasado semanas desde lo sucedido con Boruto. Es solo que, después de pasar unas vacaciones completamente preocupado por el Uzumaki, pues seguía sin salir del shock.
Fue todo tan rápido y repentino, realmente nunca pensó ver una cantidad tan grande de sangre por todas partes.
—Escuché que Himawari fue la más afectada —recordó Inojin—. Ella no ha venido a la escuela muy seguido por esa razón.
Los tres vieron a Boruto al borde de la muerte y Mitsuki fue el único capaz de detener la hemorragia, al menos el tiempo suficiente hasta que llegara la ambulancia.
Pero ninguno esperaba que Boruto estuviera intoxicado con pastillas somníferas.
De solo pensar que todo parecía estar saliendo bien cuando confirmó sus sentimientos por teléfono y que, de un minuto a otro, él estuviera al borde de la muerte...
Solo provocaba mayor culpabilidad en Mitsuki.
—Si hubiéramos llegado antes... —murmuró—. No. De haber sabido que Boruto estaba así de mal... Podríamos haberlo evitado todo.
Inojin desvió su mirada hacia el centro del gimnasio, lo que Mitsuki decía era cierto. Debieron haber prestado mayor atención o quizá, notar algo raro en Boruto que les diera la señal de que estaba sucediendo algo.
Pero no.
Nunca lo notaron y jamás se dieron cuenta de ello.
—¿De verdad podemos llamarnos sus amigos? —preguntó Yamanaka—. Tch, esto es muy molesto.
Mitsuki podía entenderlo. Habían ciertas partes de la historia que no concordaban y que, por desgracia, nadie les diría lo que había sucedido.
Es decir, ¿qué tanto daño recibió Boruto?
¿Cuántas veces se sintió solo?
¿De qué forma falló en demostrarle que lo aprecia?
—Yo solo quiero saber... —murmuró—. Quiero saber la verdad, quiero decir, no podemos ayudarlo si no sabemos lo que realmente sucedió.
—Sí, supongo que tienes razón... —Aceptó—. ¿Crees que sea buena idea ir al hospital hoy?
—Lo mejor es ir mañana —comentó—. De seguro Shikadai querrá ir y hoy, no se veía muy bien...
Inojin desvió su mirada en cuanto nombró a Shikadai.
Eso era cierto. Shikadai ni siquiera había entrado a clases porque se veía mal.
—Solo espero que todo esté bien —suspiró—. De seguro, Boruto podrá continuar después de esto.
—Sí, es cierto —Asintió—. Estoy seguro que estará bien.
No pensaban volver a abandonarlo. Por más sentimientos amorosos que Mitsuki tuviera por Boruto, él seguía siendo su amigo.
Y debían apoyarlo hasta en su peor momento.
***
Boruto tragó saliva.
¿Era real lo que había escuchado?
No, es más que real lo que dijo Kawaki.
—¿Qué demonios acabas de decir? —preguntó—. ¿Cómo qué...?
Si lo pensaba bien, eso era una completa locura. Ciertamente, daba miedo lo que había dicho hace un momento.
Todo en ese momento era aterrador.
De verdad jamás pensó que Sarada, una Uchiha como ella, fue capaz de relacionarse con Kawaki.
Dando como consecuencia, ese desastroso final para él.
Sufrió acoso escolar causado por Sarada durante tanto tiempo que era incapaz de procesar ese hecho.
Nunca se le cruzó por la cabeza que, Kawaki Otsusuki, fuera la cabecilla dentro de todo eso.
Incluso, las amigas de Sarada se negaron en decirle alguna vez la razón de sus acciones.
Porque Boruto intentó solucionar muchas veces tales problemas con Sarada y cada vez, era peor.
Fue rotundamente peor para él.
—Tú eres el chico que más adoro —confesó—. ¿Acaso tengo que repetirlo? Tal vez quieres algo más romántico.
Uzumaki dirigió su mirada desconcertada a Kawaki.
Lo destrozó completamente hasta hacerlo trizas. El único pensamiento de Boruto en ese mismo momento era morir.
Él deseaba abandonar esa vida.
Ya nada tenía sentido, ni siquiera un poco.
Y Kawaki, tan solo, se aprovechó de eso.
¿Qué tan miserable se podía ser?
—Vete de aquí —respondió con frialdad—. No quiero verte, ¿qué no lo entiendes? Solo quiero morir.
Sea amor o locura, eso ya no le importaba a Boruto. Lo odiaba por provocar todo ese problema y con mayor razón, había descubierto que ese acoso no fue más que un capricho de Kawaki.
¿Por qué tenía que pasar por eso?
¿Cuál era el crimen que cometió para merecer eso?
Boruto estaba al límite de su paciencia, era increíble saber que el culpable de su sufrimiento escolar estuvo delante de él todo el tiempo.
Aquello la parecía horrible.
Boruto detestaba aún más a Kawaki, mucho más que antes.
—Si tanto quieres morir... ¿Por qué estás aquí? —cuestionó tosco—. Quiero decir, ¿por qué crees que estás aquí?
—¿Eh?
Uzumaki no lo entendió.
Él realmente deseaba irse de ese mundo, ya fuera por cualquier medio posible. De ser necesario, se envenenaría por sí mismo otra vez.
—Tú realmente no quieres morir, ¿verdad? —dijo—. Solo perdiste tu esperanza... Qué gracioso.
Él era extraño. No, fue aterrador. Kawaki siempre se metía en problemas por su tétrica crueldad con los demás, muchas veces el director de la Academia tuvo que controlarlo para que no diera más molestias.
Cuando Boruto lo conoció, Kawaki dejó esa fría mirada por otra más empática. Es como si, él fuera especial para Kawaki.
—Para ti, ¿eso es gracioso? —repitió—. Soporté durante mucho tiempo toda esa basura y tú... Tú solo lo hiciste porque era gracioso para ti.
Ni siquiera era necesario enojarse por eso.
Ya nada valía la pena ahora mismo.
—Verás, Boruto... —Comenzó a explicar—. Tu reputación es un asco dentro de la escuela y muy pronto, todos sabrán que intentaste suicidarte.
Aquello provocaba ansiedad dentro del corazón de Boruto. Sabía que Kawaki evitaría que volviera a intentarlo, su madre también y sus amigos igual.
Sin embargo, ¿de verdad tendría que soportar ese infierno?
La vida en preparatoria era una de las peores y todos sabían eso. Si eras un rarito, serías el objeto de burlas de todo el mundo.
Pero si eres alguien popular o tienes algo bueno, nadie te hará nada.
Pero Boruto, pasó de ser popular a la peor escoria de la escuela en un minuto, todo por culpa de Sarada cuando reveló su secreto.
—Eso... —Imtentó hablar, pero Kawaki tenía razón.
Sobre todo porque Kawaki era el rey de la crueldad dentro de la escuela. Él era el peor idiota con quién podías cruzarte por lo molesto que era su carácter.
Si te metías con Kawaki, estaba asegurado que tendrías una gran paliza.
—Y también está eso... Que eres gay, no creo que quieras afectar a Kagura-san y claro, a Shinki-kun —recordó con gracia—. Según sé, ellos no son así. Así que, es muy simple...
—No me importa mi reputación —respondió, mirando a Kawaki—. Para mí, ya todo se acabó. ¿Acaso no lo entiendes? Estoy cansado de esto.
—¿De verdad? —cuestionó—. ¿Y qué pasará cuando sufras lo mismo al volver? Ni siquiera tus amigos podrán salvarte de eso.
—Entonces, ¿qué demonios quieres? —Escupió, molesto—. ¿De qué te sirve hablar tantas tonterías? Ya conseguiste lo que querías, estoy destrozado.
Lo confesó.
Él estaba muy mal y podía reconocerlo. Era tan difícil continuar con vida y era aún más frustrante saber que había intentado morir, lo planeó bastante bien e incluso se había envenenado hacia sí mismo y seguía vivo.
Continuaba respirando y despierto.
Seguía consciente de sí mismo y todas las cosas que hizo para lograr eliminarse.
Boruto desvió su mirada, estaba tan molesto consigo mismo. Era un completo inútil.
—Dentro de poco, será el ensayo de la graduación de tercero... —recordó—, quiero que ese día me acompañes.
Al pertenecer a segundo año de preparatoria, ellos tenían el deber de despedir y ver a los de tercero en su ceremonia.
Sin embargo, Boruto frunció el ceño.
¿Eso no era una confesión de amor?
Si él, realmente aceptaba su propuesta, significaba que literalmente Kawaki le estaba confesando su amor.
Porque existía la tradición dentro de la escuela que, si un chico de tercero te pedía ser su acompañante en el día de su ceremonia, significaba que le gustabas mucho.
—¿Estás loco? —murmuró, enfadado—. Yo nunca...
Pero no pudo continuar hablando. Kawaki se había sentado a un lado de él, justamente en la camilla y había tomado su mentón, haciendo que lo mirara.
—No es que tengas muchas opciones, ¿verdad? —Sonrió—. Si tú aceptas mi propuesta, nadie se atreverá a decirte algo... ¿No lo crees?
Bueno, tenía razón.
Con Kawaki, ya no tendría que molestarse en soportar el acoso de los demás.
—Ja... Tú en serio estás loco —Lo insultó—. Yo jamás aceptaría eso.
Porque en el corazón de Boruto, solo existía Mitsuki.
—Hm, estás mintiendo —Mantuvo su toque—. Lo sé porque no eres honesto.
—¡Por supuesto que no! —exclamó—. Yo no mentiría en algo así, mi corazón ya tiene a alguien más... No quiero lastimarlo.
Kawaki suspiró y tomó la mascarilla de oxígeno que Boruto tenía, quitándole la mascarilla.
—Yo tampoco fui honesto, si puedes respirar sin esto —Se la quitó—. O al menos, eso oí del doctor... No lo sé, ¿qué tal si probamos?
Y de inmediato, la máquina de signos vitales comenzó a bajar la saturación de oxígeno de Boruto.
—Vaya... Así que, aún es muy pronto para quitartela —La alejó aún más de Boruto—. A menos que, claro, decidas aceptar mi propuesta.
Boruto puso su mano sobre su pecho, realmente le estaba haciendo falta el aire. Ese idiota lo quería matar realmente si no aceptaba su ridículo pedido.
Si lo pensaba bien, era lo mejor.
—Me pregunto qué pensará ese chico... Al que Sarada le gusta, ¿cómo se llamaba? —Intentó recordar—. De seguro está desilusionado de ti, ¿no? Oí que él ya no quiere nada de ti porque él te salvo de morir.
Y ahí estaba el misterio que tanto le entristecía. Mitsuki lo salvó de morir por una hemorragia y envenenado. De seguro para él, eso era desagradable.
Por eso no había venido a verlo ni una sola vez.
Él... Ya no lo quería cerca.
¿Quién querría cerca a alguien suicida?
Boruto extendió su mano y atrapó la muñeca de Kawaki, el oxígeno cada vez más le hacía falta y su saturación estaba llegando a niveles peligrosos.
Aquello alertaría a las enfermeras.
—Es una broma, jamás dejaría que te mueras —murmuró, acercando de nuevo la mascarilla al rostro de Boruto—. Pero, eso me lo contó Hinata-san... Ella es muy amable, ¿sabías? De seguro será desagradable para ella saber todo lo que ocultas.
—¿C-Cómo...? —preguntó, tosiendo—. ¿Cómo conoces a mi...?
—Solo fue casualidad, pero ¿estás seguro de que quieres arriesgar todo por amar a ese idiota? —preguntó—. Oí de las enfermeras que Uzumaki-san también estuvo aquí, preocupado por ti.
Sus palabras llamaron la completa atención de Boruto.
Si Kawaki abría la boca y contaba todo lo que él deseaba hacer consigo mismo, todo lo que había hecho y pensó hacer, arruinaría todo de nuevo.
—Bien —Aceptó, aún sujetando la mascarilla—. T-Te acompañaré.
Y luego, Kawaki sonrió fanfarrón.
Boruto necesitaba de la mascarilla, él aún seguía algo delicado de salud y eso le provocaba problemas para respirar.
Sin embargo, Kawaki le quitó la mascarilla y...
Lo besó.
Directamente a sus labios, sin siquiera respetar algo, él lo hizo.
—Te veré en la escuela cuando te recuperes, Boruto.
Lo dijo, una vez se separó de él y volvió a ponerle la mascarilla.
—Nos vemos, Boruto.
Se despidió de él, al salir del cuarto en que él estaba.
Boruto, en cambio, miró hacia el lugar donde había estado sentado Kawaki hace tan solo unos instantes.
¿Qué tan miserable podía ser su vida?
¿Por qué se había dejado manipular por ese idiota?
—Soy un idiota, un completo idiota.
Su vida había empeorado aún más que antes.
Porque sabía que Kawaki impediría que él fuera feliz, sería aún más infeliz que antes.
—Mi maldita suerte...
Se quejó, una vez más. Su salud seguía en picada, y ahora su vida escolar sería aún peor que unas semanas atrás.
Y por desgracia, tampoco podía decirle a sus amigos o a su madre lo que había sucedido ahora mismo.
Otra vez, tendría que soportarlo por sí solo.
—Solo será hasta que ese idiota se gradué.
Así que, solo tenía cuatro meses por delante, bueno, casi seis meses. Los de tercero, normalmente, se graduaban en primavera.
Eso era peor aún de lo que pensaba.
Se había metido con la persona equivocada.
(...)
—¡Onii-chan, bienvenido de vuelta!
Himawari exclamó muy alegre. Después de una semana en que Boruto despertó, finalmente le permitieron regresar a casa.
Estaba completamente recuperado.
Al menos, físicamente.
—Me alegra verte, Hima —La abrazó—. Te ves bien, tan alegre como siempre.
El ambiente se volvió completamente incómodo cuando sus padres entraron a la casa.
A pesar de que estuvieron juntos, viendo cómo se recuperaba de sus heridas y mejoraba, ninguno de los dos se habló en ningún momento.
Tampoco es como si su padre hubiese cambiado en algo.
Seguía teniendo esa mirada fría, cada vez que lo miraba.
—Hima, ¿por qué no llevas esto a la habitación de Boruto? —sugirió Hinata—. Después, puedes volver... Hay mucho de que hablar con Boruto.
La sonrisa de su madre convenció a Himawari, quién le devolvió una sonrisa de la misma manera.
Boruto, en cambio, solo caminó hacia la sala de estar. Se sentía un poco cansado.
El médico que lo trató le prescribió muchos analgésicos, antibióticos y antivirales. Además, también le dio ansiolíticos y antidepresivos.
Aunque, fue bajo la supervisión de un psiquiatra.
El diagnóstico de Boruto no era más que Depresión Mayor, una depresión clínica que ocasionaba todos sus síntomas emocionales y físicos.
Le había quitado la opción de tener las pastillas para dormir, la psiquiatra le había dicho que sería peligroso seguir con medicamentos así.
De todas formas, la situación no era algo que pudiese mejorar su trastorno.
Boruto se había sentado sobre los sillones que estaban en la sala de estar, pero al ver de reojo a sus padres, sabía que nada había mejorado.
Todo seguía igual, tal cual antes de intentar suicidarse.
—Boruto —Lo llamó Hinata—. ¿Quieres algo de beber? ¿Tienes hambre?
De inmediato, vio que su padre se sentó frente a él.
Lo ignoró y vio a su madre, ella lo veía con una sonrisa cálida. Desde siempre, le demostró su genuina preocupación.
—No, estoy bien... —respondió, tomando su consola de videojuegos—. Solo estoy un poco cansado.
—Es normal, Boruto —murmuró Hinata—. Antes de salir del hospital, te dieron una gran cantidad de medicamentos... El doctor dijo que te darían somnolencia.
—Sí, supongo que es así.
El silencio era un poco incómodo, al menos así se sentía Boruto. Su madre estaba algo lejos, pero su padre no.
Prendió su consola, quería distraerse un rato antes de ir a dormir. Su madre me hbaía dicho que volvería a ir a la escuela la próxima semana.
Al menos, pasaría más tiempo en casa sin tener que ver a nadie.
—Boruto... —Habló Naruto—. Oye, ¿podemos hablar?
Hasta que, esas temibles palabras sonaron.
Boruto sentía ansiedad al solo hecho de escuchar esas palabras. Ciertamente, le recordaba a todo lo que Sarada le había hecho ese día en que ella confesó todo frente a los demás.
—Naruto, ¿crees que es correcto? —cuestionó Hinata—. Boruto apenas llegó a casa y ambos sabemos que te irás muy pronto.
La frialdad de sus palabras, provocó que el ambiente se volviera muy gélido.
Claro, nadie estaría cómodo para hablar después de todo lo que ha pasado.
Boruto desvió su mirada de la consola y miró a Hinata.
—¿Sobre qué quieren hablar? —preguntó con seriedad—. No necesitan ser cuidadosos conmigo, estoy bien.
Esa palabra se sentía común. Durante un año entero se convenció así mismo que estaba bien y que nada malo ocurría, así que para él nada podía ser peor.
—¿Por qué lo hiciste?
Típica pregunta.
Boruto miró a su padre, verlo ahí le entristecía un poco. Fue responsable por parte de Naruto que estuviera presente en el hospital como su padre, pero Boruto seguía lastimado.
Aún estaba muy herido por culpa de todo.
Y bueno, ni siquiera sabía cómo responder esa pregunta.
Fueron dos años enteros, casi tres en los que todo fue decayendo para él. La alegría que siempre formaba parte de su personalidad fue desapareciendo cada vez más hasta ser solo una costumbre.
Todo se volvió monótono y fingido.
Boruto fingía ser feliz. Fingía estar animado.
Fingía estar vivo.
Si lo pensaba bien, ¿en qué momento se dio cuenta que su vida valía tan poco?
Naturalmente, debía darles una respuesta a sus padres.
Apagó su consola y bajó su mirada.
No había necesidad de seguir mintiendo y ocultando las cosas.
—Odio mi vida —reveló—. La detesto.
No era solo resentimiento. La tristeza de ser una verdadera decepción para sus padres, ser la peor escoria del mundo y simplemente, no ser lo que todos esperaban mató a Boruto.
Y después, estaba lo que Sarada le había hecho por dos largos años que acabó destrozando todo.
—¿Qué quieres decir con eso? —cuestionó Naruto—. Tienes una buena vida, me tienes a mí y a Hinata. Ni siquiera sufres por hambre, Boruto.
No era cuestión de ser alguien privilegiado o no, porque Boruto era muy consciente de eso.
Suspiró, mirando a Naruto. Él lo estaba juzgando.
Con solo unas palabras, Naruto juzgó su decisión.
—Tú de verdad piensas que todo está bien aquí, ¿no? —murmuró—. Ni siquiera has demostrado una pizca de empatía por mí, ¿acaso tengo que morir para que puedas quererme un poco?
Sus palabras demostraron su mayor inseguridad. Sarada había incrustado aquel pensamiento que Boruto terminó por creerselo y su padre tampoco ayudaba a despejar esas dudas.
—¡Boruto, no digas eso! —exclamó Hinata—. Por favor, no vuelvas a decir esa palabra.
—Entonces, ¿por qué papá pregunta algo así? —preguntó—. Ustedes... Deberían arreglar sus propios asuntos antes de juzgarme a mí.
Se levantó del sillón donde estaba.
—Se nota demasiado que ni siquiera se soportan, ¿para qué se esfuerzan por mí, entonces? —murmuró triste—. Hubiese preferido morir...
Tras eso, Boruto se retiró del salón principal.
—¡Espera, Boruto! —exclamó, intentando detenerlo—. Eso no es así...
Pero fue imposible.
Hinata suspiró, era frustrante.
¿En qué momento Boruto sufrió tanto?
—¿Por qué no puedes ser más sensible, Naruto? —sugirió molesta—. Si tanto te molesta, preferiría que no te metieras más.
Se dio la vuelta, mirándolo.
—¿Sensible? Boruto tiene 17 años, no es un niño —Se quejó—. Debería saber las consecuencias de sus actos.
—¿Consecuencias? —repitió—. ¡Tiene depresión, Naruto! Casi muere, de no ser por sus amigos... ¡Hubieras estado en su funeral, no en el hospital!
De tan solo pensarlo, angustió a Hinata.
Sus palabras hicieron callar a Naruto, quién solo miró a Hinata.
—Lo siento, Hinata... —Se disculpó—. Esto no es fácil, ¿sabes? Él se ha comportado muy raro desde... Desde hace mucho tiempo.
—¿Quién sabe desde cuándo se ha sentido así? —Se preguntó—. Y tú, solo lo tratas como basura... ¿Por qué no solo tratas de entenderlo?
—Hablar con Boruto ya es difícil, ¿cómo piensas que haré eso?
Hinata frunció el ceño.
—Ni siquiera intentas hablar con él, pareciera que fuera tu mayor decepción... —Lo acusó—. Antes de que todo esto sucediera, ¿sabías que fue el mejor en sus exámenes finales? Él... Mi hijo debió haber pasado por lo peor.
Hasta antes de entrar a segundo, Boruto quedó en el primer lugar de los exámenes finales de primer semestre de primer año de preparatoria. Él había superado a todos, incluso a Sarada.
Sin embargo, solo fue una vez.
—A mí me preocupa más su salud, lo demás no importa, Naruto —explicó—. Sí, Boruto tiene razón. Lo mejor será acabar pronto con esto, estoy cansada de tu actitud... Ya tienes a Sasuke-kun, ¿por qué te comportas como un idiota?
—Hinata, no es eso —Se levantó, intentando detenerla—. Yo me preocupo tanto como tú por Boruto, es solo que él debería entender que estuvo mal y confiar en nosotros...
Hinata lo miró y solo se acercó a la mesa, tomando un lápiz y firmando unos papeles.
Se había resistido a firmar los papeles de divorcio por lo agotador que sería decidir la custodia de ambos hijos en común, pero Hinata ya estaba cansada.
—Ya tienes tus papeles, ahora vete de mi casa —Le entregó los documentos—. Si no piensas ayudar a Boruto, vete y hablaremos con nuestros abogados.
Entonces, Hinata se retiró del salón principal completamente molesta.
Y a la vez, entró Himawari. Ella iba a ir a la cocina por algo para beber.
—Así que, mamá y tú volvieron a pelear... —murmuró triste—. ¿Sabes una cosa, papá?
Naruto levantó su mirada, viendo a Himawari.
—Onii-chan cree que lo odias, y bueno, claro que debe pensar eso —reveló—. Después de todo, tú lo lastimaste...
Himawari quería mucho a su padre, de hecho, le lastimaba el hecho de que sus padres se iban a divorciar.
Pero su hermano le preocupaba mucho más, sobre todo, porque lo vio casi al borde de la muerte.
Era doloroso recordar eso.
—Yo no odio a Boruto, es solo que... —Intentó excusarse—. No, yo de verdad lo lamento mucho, Hima.
Fue sincero.
Himawari sonrió un poco, mientras tomaba el vaso de jugo.
—Yo sé que lo lamentas, papá —Asintió—. Solo que, esas disculpas no son mías... Son para mamá y claro, para Onii-chan.
Naruto desvió su mirada hacia los papeles que Hinata le había entregado, el divorcio ya estaba hecho.
—Hasta luego, papá —Se despidió Himawari—. Cuídate al llegar a casa y ten una buena noche.
Tras eso, Himawari se fue del salón.
La familia Uzumaki ya se había roto completamente.
––––
Hola, regresé.
Las actualizaciones serán un poco lentas, pero intentaré actualizar hasta el capítulo 15.
De todas formas, gracias por esperar y nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro