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Capitulo 8, parte I.
No era difícil para Boruto explicar lo que había hecho. Intentó morir.
Y con ello, sabía que lastimaría a su familia por completo.
Esa fue la tercera vez que intentó suicidarse y funcionó.
La primera vez tomó una cantidad insalubre de pastillas para dormir, pero se sintió culpable y terminó vomitando todo lo que ingirió. Esa vez fue cuando se dio cuenta de que sus padres comenzaron a pelear.
Cada día era más complejo que el anterior y simplemente, lo hizo. Pero no lo logró.
La segunda vez fue en su antepenúltimo año antes de terminar la secundaria. Se había cortado las muñecas, pero no consiguió morir por la culpa que sentía.
Sin embargo, esta tercera vez de verdad lo había logrado. Su vida había acabado para él y no quedaba nada.
Absolutamente nada.
—Su condición es delicada, Uzumaki-san —murmuró el doctor—. Perdió demasiada sangre...
Boruto parpadeó al escuchar las palabras de alguien más, su cabeza lo estaba matando del dolor.
Volvió a cerrar sus ojos, quedándose dormido de nuevo.
Estaba vivo, de alguna forma desconocida.
Hinata se cubrió la boca al escuchar la noticia.
—¿C-Cómo es posible? —preguntó, con su voz quebrada—. ¿Estará bien? ¿Sobrevivirá?
El médico a cargo suspiró, mirando de reojo a Uzumaki Boruto. Su tez era muy pálida, su presión arterial declinaba muy seguido y su saturación apenas había subido en rangos normales.
Pero en cualquier momento, podría volver a decaer.
—La pérdida de sangre fue importante, Uzumaki-san —confesó—. Además, tenía una sobredosis de pastillas somníferas. Logramos lavar su estómago, pero hasta ahora no sabemos las consecuencias.
Hinata desvió su mirada, resistiendo las lágrimas y la impotencia de esa situación. Ver a su pequeño hijo de esa manera era horrible.
—Los exámenes nos dirán si hubo algún problema mayor —explicó—. Sin embargo, solo dependerá de él lo que suceda de ahora en adelante.
Tras eso, el médico encargado se retiró y Hinata rompió en lágrimas. Boruto estaba intubado, repleto de cables y sondas, además de que ambos antebrazos estaban llenos de vendas.
Las heridas superficiales pueden sanar, es cierto, pero ¿qué hay de las profundas?
¿Qué tanto había soportado Boruto?
Según lo que le informaron, Boruto había perdido dos litros de sangre de su cuerpo y eso, sumado a la sobredosis de pastillas, era una muerte segura.
Por fortuna, salvaron a Boruto del borde de la muerte.
Bueno, casi. Boruto estaba en la sala de cuidados intensivos por lo grave que estaba su cuerpo. De solo verlo así, a Hinata se le rompía el corazón.
Su brillante hijo se había apagado tanto que Hinata no lo soportaba.
Con solo verlo sobre la camilla, su corazón no podía.
Se acercó hacia Boruto, tomando su mano. Ésta, estaba tibia.
¿Cómo alguien tan joven podía desear la muerte?
Hinata lo miró con angustia. Tomó su mano entre las propias y la besó.
—Lamento haberte dejado solo en esto, Boruto... —susurró—. Mi pequeño, ¿por qué hiciste esto?
Era lo que más quería entender. Su hijo parecía más muerto que vivo, él estaba demasiado pálido.
El médico ya le había explicado que eso era por la importante pérdida de sangre, pero la espera para saber si estaba bien o no, la mataba.
Puesto que, por dichos propios del médico, no estaba seguro si Boruto sobreviviría. La profundidad de las heridas fue peor porque ya tenía un corte grande en sus muñecas y Boruto solo provocó que eso se agrandara.
Sin embargo, la sobredosis de pastillas que él se tomó fue la suficiente para envenenarlo completamente.
Hinata negó con su cabeza. Ya sabía que algo malo ocurría con Boruto, pero nunca creyó que fuera algo así. Desde el primer momento que encontró las pastillas en el cuarto de Boruto, debió haber prestado más atención.
Era doloroso verlo así.
¿Cuánto tiempo soportó para llegar a esa conclusión tan abrupta?
Eso la mataba aún más.
—Boruto... ¿Qué fue lo que te pasó? —susurró, mirándolo—. Por favor, tan solo no te vayas...
Era el verdadero deseo de su corazón. Su hijo tenía que sobrevivir como fuera a esa situación, puesto que, sin él no podría vivir.
Su primer hijo, sin él Himawari quedaría destrozada y acabaría destruida tal cual como ella.
Hasta que, muy pronto, la máquina que mostraba los signos vitales de Boruto comenzó a sonar más.
Hinata la miró de reojo y pudo notar que los números que habían ahí, comenzaron a bajar.
Cada vez más y más rápido.
—¿Boruto? ¡¿Boruto?!
Exclamó, pero de inmediato la sujetaron.
—Uzumaki-san, debe retirarse de aquí —habló la enfermera—. Ahora mismo.
—¡Pero yo...!
No se tardaron mucho en dejarla fuera de la habitación, pero la palabra ‘código azul¹’ se repetía mucho. Hinata dejó de mirar a través de la ventanilla por lo complicado que era ver a su hijo de esa manera.
Por la rápida baja de sus signos vitales, sabía muy bien que, se trataba de un paro cardíaco.
¿De verdad su hijo moriría de esa forma?
Hinata negó de inmediato tal pensamiento desagradable. Boruto era fuerte, estaba segura que podría con eso.
Deseaba que fuera así.
***
En la escuela, la vida de todos continuó como si nada hubiera pasado. Al menos, es lo que Sarada notó apenas llegó el día lunes.
Su madre al ser cercana a la madre de Boruto, le había dicho muy preocupada que Boruto estaba muy complicado de salud.
Sarada miró su teléfono y luego, de reojo vio a Shikadai en las mesas de adelante suyo. Él, normalmente, en clases nunca decía mucho.
Quizá dos o tres palabras, pero siempre hacia las actividades de la clase y podía notarlo porque siempre se iba mucho antes al terminarlo todo.
Pero hoy, fue diferente. Él ni siquiera parecía estar ahí presente. Fue tan raro que, cuando lo llamaron en la lista para marcar su asistencia, Shikadai no respondió en ningún momento que estaba presente.
—Hm... De seguro es por lo de Boruto —susurró para sí misma—. Me pregunto qué habrá sucedido exactamente.
Solo con Shikadai, Boruto, Inojin y Mitsuki formaban parte de su clase, pero hoy parecía que ninguno había asistido realmente.
Inojin no estaba en el salón, Mitsuki ni siquiera había asistido, Boruto menos. Shikadai fue el único que vino a la escuela.
—¡Sarada~!
De pronto, alguien la llamó. Se trataba de su mejor amiga ChōChō, ella estaba en otra clase del grado.
Todos los días, Sarada era quién la iba a buscar a su salón, pero hoy prefirió que fuera ChōChō por una razón bastante particular.
Quería llamar la atención de Shikadai.
Miró de reojo si él parecía haber reaccionado, pero no. Nada.
Por lo que, solo respondió.
—ChōChō, ¿cómo estás? —Sonrió—. Es un buen día, ¿no?
—Bueno, para ser verano está bastante helado —murmuró—. Pero sí, tienes razón. Es un gran día.
ChōChō era bastante popular en el grado, por alguna razón, lo era tanto como Sarada.
De todas formas, Sarada solo quería saber algo de Boruto antes de que su madre le dijera todo.
—Oye, ¿aún sales con Kawaki de segundo? —preguntó—. ¡Ese chico es muy guapo!
Sarada parpadeó ante las palabras de ChōChō.
—¿Qué estás diciendo? Yo no salgo con él, solo somos amigos —Aclaró—. A él le gustan los chicos.
—¡¿En serio?! —exclamó—. Diablos, qué desperdicio de hombre.
Sarada puso su mentón sobre su mano. Se lo había dicho porque a Kawaki no le importaba que supieran su atracción sexual, a diferencia de otra persona.
Sonrió al pensarlo.
—Uhm, no. No lo creo —Negó—. Ya sabes, dentro de la escuela siempre habrá alguien con esos gustos.
—¿Gustos? —repitió y recordó—. ¡Oh, es cierto! ¿Hablas de Boruto?
Vio que Shikadai reaccionó al escuchar lo que ChōChō dijo.
Bueno, era normal que escuchara. No habían muchas personas dentro del salón, era ella, Shikadai y dos compañeros más, además de ChōChō.
—¿Deberías hablar de eso, ChōChō? —cuestionó preocupada—. No lo sé... ¿No recuerdas lo que pasó el viernes?
Pudo notar que Shikadai pareció prestar atención al mirarla de reojo.
En la primaria, además de Boruto, Shikadai también fue su compañero.
—He escuchado rumores del salón de Sumire-chan —comentó—. Dicen que Boruto es un idiota.
Sarada se rió a la par que ChōChō.
—No seas tonta, el salón de Sumire es bastante cruel —recordó—. De seguro han dicho cosas peores.
—Claro, ¿recuerdas a Shinki? El estudiante transferido que está en el salón de Wasabi —murmuró—. Dicen que Boruto y él tuvieron algo en secundaria.
Sarada se sorprendió falsamente.
—Ja, ja. ¿Hablas en serio? —preguntó—. No creo que Boruto se haya metido con todos, recién sabemos que es así.
—Y también con el chico ese... ¿Cómo era que se llamaba? El de tercero —Intentó recordar—. Kagura.
—Estás alucinando, ChōChō —comentó con gracia—. Boruto, ni un millón de años, se metería con esos dos.
—Hm, bueno, son amigos de él —Lo pensó—. Y siempre le demostraron un cariño especial.
—¿Te imaginas si estuvo con ellos? —Se burló—. Sería tan gracioso.
—¡Ja, ja! ¿Verdad que sí? —Se burló también—. Solo faltaría que se metiera con Kawaki, el chico más guapo de esta Academia.
Sarada mantuvo su sonrisa cuando lo dijo. La verdad es que Kawaki si...
—Sarada —Le habló Shikadai—. ¿Podemos hablar?
Sarada prestó atención a Shikadai, quién lo miraba molesto. ChōChō lo miró también.
—Hm~ Me pregunto qué te querrá decir, Sarada —La molestó—. ¿Cómo estás, Shikadai?
Shikadai miró a ChōChō, ellos se conocían porque en el último año de secundaria estuvieron juntos en el mismo salón y fueron amigos, hasta que se separaron.
—Normal. ¿Qué hay de ti, ChōChō?
—Lo de siempre, ya sabes, los chicos son molestos —Se quejó—. Y los rumores vuelan aquí.
—Eso puedo escuchar.
Sarada acomodó su mochila, mientras guardaba sus cuadernos.
—¿Y bien? ¿De qué quieres hablar? —preguntó—. El receso termina pronto, así que sé breve.
—Supongo que ChōChō sabe lo mismo que nosotros, así que esto es más fácil —murmuró con seriedad—. ¿Por qué tienes que seguir burlandote de Boruto?
Sarada tomó su cuaderno y sonrió.
—¿Y por qué no? —preguntó—. Hasta que él no lo detenga por sí mismo, no pienso hacerlo.
ChōChō se rió un poco, desviando su mirada.
*¡Pamp!*
Shikadai golpeó la mesa con su puño, mirando a Sarada.
—Oye, idiota. La mesa...
—Por tu culpa, él está en el hospital —Avisó—. ¿Crees que esta situación es divertida?
Sarada miró con frialdad a Shikadai y luego, suspiró.
—¿Por qué todo esto es mi culpa? —Se encogió de hombros—. De hecho, es gracioso... Tú eres su mejor amigo, pero ¿siquiera saber cuáles son los problemas que tiene en casa?
—¡Tú fuiste quién le dijo a toda la academia que era gay!
—Bueno, super genio —Lo llamó por su apodo—. Estaba molesta, además si Boruto es tan genial para ustedes, ¿por qué se alejó de todos ustedes?
—¿Alejarse? ¿Qué demonios dices?
Sarada frunció el ceño.
—Tch, qué molestia explicarlo —Se quejó—. Mira, no me interesa si ese idiota está en el hospital, tenlo por seguro que no morirá.
—Sarada, te estás sobrepasando —dijo ChōChō—. Eso ya...
—Hablo en serio, ChōChō —Aseguró—. Verás, genio, ese idiota ya ha intentado suicidarse antes y claro, yo tuve que salvarlo de eso.
ChōChō desvió su mirada, tenía el conocimiento de eso porque Sarada se lo había dicho en el pasado. Sin embargo, nunca pensó que fuera cierto.
Es decir, Sarada odiaba a Boruto. Pero el tiempo que decía odiarlo, no concordaba mucho con lo que hablaba de él.
—Así que, si vienes a echarme la culpa de la estupidez que hizo ahora —Se molestó—, no me culpes. Yo no hice nada más que decirle la verdad a todos, además... ¿Crees que soy la única de quién te tienes que preocupar?
Esas palabras, confundieron a Shikadai y ChōChō. En realidad, Sarada parecía mucho más misteriosa ahora.
—Tú fuiste quién provocó que Boruto se rindiera —dijo—. Así que, si aún tienes decencia y empatía como una persona, cállate.
Shikadai ignoró sus anteriores palabras.
—Ahg, como sea —Rodeó los ojos—. Bien, cerraré la boca. Diablos, qué molesto.
—Más te vale que sea así, si no quieres ser expulsada por el director —Amenazó—. Quizá deberías pensar más en lo que dices, Sarada.
Tras eso, Shikadai se acomodó su mochila y se retiró del salón.
—Vaya, si que estás en un problema gigante, Sara —dijo con gracia—. Imagina si le pasa algo a Boruto, Shikadai se irá en contra de ti y quizá tendrás problemas legales...
Sarada bufó fastidiada.
—Él estará bien, ChōChō —La miró—. Es un Uzumaki, ellos tienen mucha resiliencia. Así que, ese idiota no se va a morir.
—Y sobre lo que le dijiste a Shikadai —Pensó en lo anterior—. ¿Hay alguien más metido en esto? Ya sé que Sumire y yo te dijimos que no.
Uchiha dejó de mirar a ChōChō.
—Kawaki.
Confesó, mientras sacaba su labial de su mochila.
—¿Qué?
Sarada abrió su espejo de mano, acercando su labial hacia sus labios. Era un labial que detectaba el pH y con ello, le daba un color más natural a sus labios.
—Sarada, ¿estás hablando en serio? —susurró—. Todos saben que él, es demasiado peligro... ¡Incluso el Director ha tenido problemas con él!
Uchiha lo sabía muy bien, pero ella tenía una deuda con él.
—Tch, recuerdas esa vez... Cuando me metí en problemas? —dijo—. Kawaki lo vio todo.
ChōChō se cubrió la boca sorprendida.
—¿Es una broma, verdad? —Cuestionó, incrédula—. Dijiste que nadie estuvo ahí, nadie se enteró de eso.
Sarada cerró su espejo de mano, mostrando un semblante de arrepentimiento.
—Cometí un grave error, me enteré mucho después —Desvió su mirada—. Pero ya sabes, Konoha es muy pequeña.
—¿Y entonces? —preguntó—. ¿Qué demonios le debes a Kawaki?
—Eso... —Dudó—. No puedo decírtelo.
—¿Qué?
Parte del problema de que ambas sean de distintos salones era la comunicación. Aunque hablaban seguido y se juntaban, los horarios de ambas dificultaban algunas veces hablar sobre lo que sucedía.
Pasaba lo mismo con Sumire.
Sarada sabía que Kawaki no era alguien fácil de tratar, sobre todo por lo que él le había pedido. Siempre la obligaba a llevar todo al límite con Boruto.
Es decir, lo odiaba y todo eso, pero nunca quiso provocar que llegara al hospital.
Estaba segura que la depresión de Boruto lo llevaría a ese desenlace y Sarada lo sabía. Ella lo había visto, en cuarto año de secundaria.
Boruto intentó cortarse las muñecas.
Sarada intentó olvidar tal recuerdo de su mente. Él no le preocupaba, en lo absoluto, tras todas las cosas que le había hecho alguna vez, pues provocó que dejara de sentir algo de clemencia por él.
Pero sabía que, Boruto lo haría alguna vez.
Si él se sintió acorralado, desesperado y nublado por tales sentimientos negativos, lo haría sin dudarlo.
—¡Sarada, somos amigas! —exclamó—. Puedo ayudarte, ¡hablo en serio! Kawaki solo es un idiota más, si le dices a Iruka-sensei...
—Él quiere a Boruto, ChōChō —confesó—. Es lo único que puedo decirte.
—¿De qué hablas?
No sabía qué más decir para convencer a ChōChō y mantenerlo como un secreto.
—Si Boruto... —Suspiró y miró a la Akemichi—. Si a ese idiota le pasa algo, te lo contaré todo desde el principio y te pediré ayuda.
ChōChō no lo comprendió. Sarada nunca le había ocultado tantas cosas, ni siquiera cuando ella y Boruto dejaron de ser amigos. Pero esa era la primera cosa que le ocultaba, por alguna razón que no entendía.
—De lo contrario, tendrás que esperar —murmuró—. Hasta que todo se resuelva.
Incluso si era expulsada, Sarada debía resistirlo por su bien y que nadie descubriera lo que había hecho en ese entonces.
—Odio cuando eres así de misteriosa —Se quejó, frustrada—. Me pregunto... ¿Qué tendrá que ver Kawaki en todo esto?
Sarada solamente se mantuvo en silencio. Era difícil decir la verdad.
—Ahh, es estresante todo esto —Volvió a quejarse ChōChō—. De todas formas, ¿no sabes algo aún de Boruto?
—Hm, no —Negó—. Nada aún.
—Bien, ¿por qué no hablamos de otra cosa? —preguntó—. Es aburrido dar vueltas en eso.
Solo esperaba que nada malo pasará desde ahora, después de todo, estaba segura que estaría en la mira de todos los amigos de Boruto.
Eso de verdad sería molesto.
(...)
Boruto parpadeó varias veces, la luz que llegaba directamente a sus ojos le molestaba mucho.
En cuanto pudo distinguir la luz, notó que estaba vivo. Esa era la habitación de un hospital.
¿Cómo demonios había sobrevivido?
Lo hizo todo bien esta vez, cualquier cosa que hicieran para salvarlo sería imposible. Se había desangrado, perdió el conocimiento por lo envenenado que estaba con las pastillas para dormir.
Su vida pudo haber terminado y de alguna manera, estaba ahí.
¿No era algo miserable?
Con dificultad, levantó su mano y dirigió su mirada hacia su antebrazo. El corte que antes se había hecho estaba vendado, parecía sano.
Eso le provocó más furia. Él deseaba morir, en esa vida, no había espacio para él. Nadie lo necesitaba ni quería.
Estaba seguro que, si él seguía con vida y se recuperaba, todos lo juzgarían. Así que, lo mejor para Boruto ahora mismo era morir.
Incluso, estando en el hospital, Boruto iba a intentar morir otra vez.
Acercó su mano hacia la mascarilla que tenía puesta. Pensaba sacarse todo e ir directamente a morir.
—Yo que tú, no haría eso —habló, deteniendo a Boruto—. Tienes oxígeno de alto flujo, si te la quitas, morirás ahogado.
Boruto lo escuchó, pero de todas formas se arriesgó.
Tomó la mascarilla de su boca e intentó quitársela, pero su muñeca fue sujetada con mucha fuerza.
—¡Idiota! No hagas eso, te lo acabo de decir —expresó molestia—. Morirás.
Boruto lo observó, dándose cuenta de quién se trataba.
No era Mitsuki. No era Shikadai o Inojin. De hecho, ni siquiera esperaba que se tratara de su madre.
Era alguien más.
Se trataba de Otsusuki Kawaki, el peor chico de la Academia.
Boruto respiró profundamente al verlo. Jamás esperó que ese chico en particular se preocupará por él.
No, él ni siquiera debería estar ahí.
Aquellos ojos plateados lo miraban furiosos.
Sin embargo, era muy diferente a la manera en que Mitsuki solía verlo cada vez que sus miradas se encontraban.
Kawaki daba miedo. Él era obsesivo. Era peligroso.
Boruto no lo conocía mucho, ellos solo hablaron un par de veces en secundaria y desde ese momento, nunca más se cruzó con Kawaki.
—Si mueres, no te lo voy a perdonar —Amenazó—. ¿Quién diablos te crees para morir sin mi permiso?
Uzumaki dejó de intentar zafarse al no entender sus palabras.
Es decir, ¿cómo diablos ese chico se atrevía decir tales cosas?
—¿Qué...? —respondió.
Realmente, no entendió sus palabras.
—Ah, claro... Sarada exageró demasiado y te provocó todo esto —recordó—, pero tranquilo. Todo eso ya se acabó.
Seguía sin entenderlo.
—Tú... ¿Por qué estás aquí? —preguntó, mirándolo—. Ni siquiera somos amigos, apenas te conozco.
Eso era mentira. Pero Boruto trataba de entender lo que estaba sucediendo ahora mismo con ese chico.
Había despertado hace tan solo un momento y ahora, Kawaki hablaba cosas que no podía entender.
Boruto se sentía confundido ahora mismo.
Sin embargo, Kawaki volvió a sujetar su muñeca con fuerza y la atrajo hacia él. Él tocó por encima de las vendas de su muñeca.
—Estás mintiendo, sé muy bien que es así —comentó—. Tú y yo, nos conocemos desde hace mucho, Boruto.
Boruto frunció el ceño.
—Suéltame... —Pidió, extrañado—. Yo no sé ni siquiera tu nombre.
Volvió a mentir.
Porque recordaba muy bien a Kawaki por una sola razón en particular.
En secundaria, hubo una vez que intentó besarse con un chico de otro salón en secreto y claro, en ese entonces, Boruto se sentía muy avergonzado de su preferencia sexual.
Tanto así, que se odiaba por ser de esa manera.
Y claro, Kawaki lo descubrió.
Tuvieron algunas conversaciones sobre ello para evitar que sus amigos descubrieran su orientación sexual y por supuesto, Boruto se alejó de Kawaki tan pronto vio la oportunidad.
Pero estaba ahí, junto a él. Otra vez.
—¿Estás mintiendo, no? —cuestionó—. Es obvio que es así... En una situación tan mala como esta, es lo normal.
Boruto se sintió muy incómodo.
—Tú, por causa de Sarada, intentaste cometer suicidio —respondió—. Bueno, con un acoso así, cualquiera lo intentaría.
Kawaki seguía sin soltar su muñeca lastimada. A pesar de la fuerza que estaba ocupando, las vendas se mancharon muy ligeramente de sangre.
Eso significaba que llevaba bastante tiempo inconsciente.
¿Cuánto habrá sido con exactitud?
Eso no le preocupaba mucho ahora, en realidad, le era completamente indiferente.
Estaba tan lastimado que, por supuesto, la escuela le daba igual. Pero si sus cálculos no le fallaban, las vacaciones de verano ya deberían haber pasado.
Podía adivinarlo por el uniforme de invierno que llevaba Kawaki en ese mismo instante.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó angustiado—. Yo nunca quise que terminara así, pero Sarada... Ella llegó muy lejos.
Kawaki suavizó su agarre por un instante, manteniendo su mirada en Boruto. Si él causaba alboroto, las enfermeras se enterarían de que había despertado y eso sería una molestia.
—Soy cercano a Sarada —explicó—. Todo lo que ella hacía contigo, me lo dijo.
Sus palabras llamaron su atención. Eso significaba que toda la escuela ya lo sabía.
Su reputación había empeorado aún más.
Y él, ni siquiera había muerto. Seguía con vida.
—E-Eso no... ¿Y cómo se enteró? —murmuró para sí mismo—. Yo debo...
Morir. Esa era la única palabra que se repetía en su mente.
Aún con lo débil que estaba en ese momento, Boruto podía resistir al agarre que Kawaki tenía sobre su muñeca.
Su cuerpo entero se sentía pesado y cualquier movimiento lo agotaba un poco.
Nada parecía estar bien en ese momento.
Kawaki lo notó.
—Por desgracia, no estuve presente ese día —recordó—. Cuando Sarada te destruyó socialmente. Sin embargo, ¿no es injusto?
Boruto desvió su mirada.
Sarada lo había destrozado por completo, sin tener un poco de piedad con él.
—Ella sigue burlándose de ti, incluso sabiendo tu condición —reveló—. Dime... ¿Qué harás?
¿Qué haría?
Boruto solo sonrió con aparente calma. Ya no existía nada que pudiera hacer. Ya no era lo suficientemente bueno ni suficientemente malo para pensar en realizar algo.
—Para mí, todo ya está acabado —murmuró—. ¿Por qué demonios estoy vivo?
—Así que, de verdad acabó contigo... —murmuró—. Yo evitaré que mueras, tus amigos también. Morir ahora mismo, no es la mejor opción para ti.
Uzumaki tan solo cerró sus puños con fuerza.
—Sigo sin entenderlo... —Su voz se quebró—. ¿Qué demonios haces aquí, Kawaki?
Ya no podía negar que lo conocía. Él era muy conocido dentro de la academia, incluso aunque no quisieras saber de él, Kawaki se encargaba de tener una peor reputación.
A Boruto nunca le agradó mucho, su actitud tan fría y tosca le parecía desagradable.
Sin embargo, él estaba ahí.
Realmente no le importaba mucho, puesto que ninguno de los dos se conocía demasiado.
—Preferiría ver a Mitsuki... —Susurró para sí mismo.
Pero se sentía muy avergonzado respecto a lo que había hecho. Quién sea que lo haya salvado de morir, hubiese preferido que lo dejara ahí mismo.
Boruto estaba cansado de lo mismo. Quizás evitarían que pudiera intentar suicidarse, pero no acabarían con el problema porque no muchos sabían de que él y Sarada se conocían.
Que era ella, la principal razón, porque quiso tomar esa decisión.
—Sarada me dijo que estabas aquí —Soltó la muñeca de Boruto—, así que aproveché de venir.
Prestó atención, mientras suavizaba su muñeca. Ese agarre fue demasiado fuerte.
—¿Y eso qué? —cuestionó—. No eres nadie para mí, tú y yo ni siquiera somos amigos.
Fue claro.
—Bueno, no solo conozco los secretos de Sarada —explicó—, también los tuyos... Aunque eso ya lo sabe todo el mundo, así que no es divertido.
¿Sarada tenía un secreto prohibido?
Boruto se sorprendió. Era impresionante que alguien tan cuidadosa como Sarada, tuviera un error así y cometiera el descuido de que Kawaki lo viera.
Bueno, para la reputación de Sarada ese secreto de seguro era horrible. Para Boruto, ahora mismo, eso ya no importaba.
—Di lo que quieras, pero eso ya no me importa —Se recostó sobre la camilla—. Mi reputación da igual.
—Últimamente ha salido un rumor de ti —recordó—. Dicen que Shinki No Sabaku y Kagura fueron más que amigos para ti, ¿eso es verdad?
Boruto dirigió su mirada al techo de la habitación.
—¿Qué te importa? —Se dio la vuelta—. Vete de una vez.
Cerró sus ojos. Estaba tan enojado consigo mismo por no poder haber muerto.
—Sé que conoces cuán fácil para mí es arruinarle la vida a alguien —murmuró—, además si te soy sincero, Sarada te acosaba por pedido mío.
Al escucharlo, Boruto abrió los ojos y volvió a darse la vuelta. Miró con frialdad a Kawaki.
—¿Qué?
Su semblante cambió de inmediato. Era incrédulo.
—¿Por qué crees que nadie la detuvo? —respondió—. Solo quería ver hasta dónde podía llegar Uzumaki Boruto, después de todo, ¿por qué me dejaste solo?
Jamás, ni siquiera por un momento, se le cruzó por la mente que ese idiota hubiera causado todo eso.
Además, Kawaki ni siquiera lo conocía tanto como para desearle aquello.
—¿De qué estás hablando, maldito loco? —Lo insultó—. Tú...
Ni siquiera sabía qué decirle.
—Porque para mí, Boruto es el chico que más me agrada.
Aquellas palabras tenían otra intención. Boruto lo sabía.
¿De verdad le gustaba a ese idiota?
****
Hola, yo de nuevo por aquí. Las actualizaciones son lentas porque la universidad me tiene muy ocupada, demasiado.
Pero intentaré subir capítulos lo más rápido que pueda. Esta parte de la historia es mucho más larga, así que espero les guste.
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