9.- "Día de Café"
Myles Young
Ver a alguien tan confundido e intentando razonar todo, es divertido, más cuando se trata de Jones. Más por el hecho de que, al no demostrar tanto, haberlo visto así de conmocionado en su momento, fue muy agradable.
Pero mientras estábamos en el café hablando, mi cabeza no dejaba de repetir su sonrisa de hace unos momentos, simplemente no salía de mi cabeza.
Y el café al parecer estaba en buenas manos, la gente ya había bajado según lo que Wen me contó, ahora solo habíamos unos cuántos, y él, junto con Mei y Tabatha, estaban trabajando.
—Sigo sin creerlo— comentó dándome una pequeña risa —quiero decir, solo eras un niño, y yo tenía, ¿Cuántos? Catorce, o quince.
—Yo también me sorprendí cuando te vi— solté —recuerdo bien que fui amenazado luego de eso.
—Me estabas acosando, ¿Qué iba a hacerte? ¿Aplaudirte?— cuestionó sarcástico.
Negué riendo, este sentimiento de poder hablar con él era de las mejores sensaciones que he tenido, no entendía por qué, pero el hecho de estar solo hablando, y descubrir que él no es el mismo Brent que vi hace días, me llena de confort.
Porque Brent es amigable, es divertido, pero aún no comprendo que es lo que lo hace sacar su lado más agresivo.
—A decir verdad, me sorprendió que Dakar también haya entrado en mi defensa siendo un cachorro— dije acariciando al perro por un lado.
—Es muy inteligente— comentó —pero es muy curioso, busca que sucedan cosas que no entiendo por qué quieren que pase.
—¿Por ejemplo?— pregunté.
Alzó los hombros despreocupado. —Ya lo has visto, siempre quiere que te aparezcas con nosotros, algo debe querer de ambos.
Sonreí abiertamente, Dakar cada vez se ganaba más mi cariño.
—Y..., ¿Cómo fue que entraste al callejón?.
La charla no era incómoda, no como yo pensaba, creí que Brent pasaría todo este tiempo con respuestas cortas y secas, pero no era así, realmente hablaba más de lo que parecía.
Era como si todo lo que Brent proyectaba, solo era una capa del verdadero él.
—Iba caminando con él, había pasado para comprar medicinas, ví a un enano rubio entrar a un callejón, no me importó— dijo en risas —pero luego observé que dos chicos más grandes te habían visto y seguido, se notaba desde lejos que algo iría mal.
Y pensar que uno de esos chicos llegó a gustarme.
Siguió. —Ya estaba enojado antes de seguirlos, no había encontrado toda las medicinas que buscaba, y cuando los ví golpearte, hice un acto de caridad para ambos, a ti no te hicieron algo peor, y yo descargué mucho enojo.
—Entiendo— asentí varias veces, mi barbilla se recargó en la mesa, imitando la postura de Dakar —no creí que volvería a ver al chico que me defendió, pero, me gusta que de nuevo apareciste, tardaste bastante.
Asintió como si lo hubiera regañado, provocándome otra sonrisa. Creo que he perdido la cuenta de las veces que he reído con él hoy.
—Por cierto, hay un favor que quisiera pedirte— llamó mi atención —más bien, es un favor de otra persona, pero me incluye.
Asentí. —Dime.
—Se trata del chico que vino conmigo el otro día, Ricky— empezó —su madre pasó por un accidente y, eso la llevó a quedarse sin un brazo, no quiero darte toda la historia, pero, tú estudias ingeniería biomédica, y solo quería saber si tú podrías...
Me dió un rostro de indirecta, como si yo tuviera que adivinar lo que él quiere decir. Sé bien lo que quiere decir, pero no voy a dejar que no me lo diga, en estas horas ha estado evitando mucho contacto conmigo.
Yo en cambio, lo miré con duda, incitandolo a seguir.
Suspiró. —¿Puedo pedirte, que me ayudes a realizar una prótesis? Te pagaremos lo que quieras, y te sirve, tú obtienes práctica y nosotros un brazo nuevo.
Rei. —Ah, Brent, no creo que deban confiar en un estudiante de último año... ¿No sería mejor que él fuera a un laboratorio especializado en eso?
—Por motivos privados, es mejor que no nos aparezcamos en lugares con mucha seguridad, está bien si no quieres— ahora su tono empezó a ser uno más alterado, ¿De nuevo iba a enojarse? —no es obligación.
—Cálmate, no sé qué tan buen trabajo pueda hacer— solté, instintivamente, al igual que en el beso, me dió por poner mi mano sobre la suya, buscando tranquilizarlo —lo haré.
Ni siquiera pareció darse cuenta. O quizá si, pues nuestras miradas solo estaban fijas uno al otro, en todo el día, primera vez que me mira a los ojos.
Sus ojos eran una variación de emociones, lo podía notar, brillaban demasiado, el dorado que desprendían debía ser fotografiados para poder admirarlos siempre.
Sentía que solo estábamos él y yo, quizá porque ninguno de los estábamos conscientes de la situación en la que estábamos.
Aún podía ver pequeñas marcas de las heridas con las que apareció, su rostro tenía varias cicatrices y marcas, supuse que ese día tuvo algún pequeño accidente, pero realmente no quise preguntar.
Pero, toda la magia se fue, se escuchó un chillido eufórico del lado de la barra.
Miré con rapidez hacia esa dirección, y ahí estaban, Mei Sopha y Tabatha Miller, escondidas en la puerta de la bodega, apenas se veían sus cabezas salir, sí, nos estaban espiando.
Pero en ese momento fue que Mei puso su mano para tapar la boca de la chica de cabello gris. Con cuánta rapidez fue que Tab los hizo sus amigos.
Más importante, ¿Por qué nos están espiando?
—Eh— reaccioné y quité mi mano, cuando miré a Brent, estaba igual de desconcertado que yo —lo siento.
Ahora era yo quién dejó de verlo a la cara, apenas había razonado lo que hice. Todo mal.
—Si, bueno— dijo él con otro tono más incómodo, se notaba la tensión rígida —no es necesario que compres herramientas o piezas, todo lo pondré yo.
—¿En qué trabajas?— pregunté, era una duda que tenía desde que lo ví.
Reconocí esas miradas, él estaba buscando una salida, o simplemente cambiar de tema, algo no quería que supiera, aunque, si me pongo a pensar, Brent no me ha contado mucho de su vida privada.
—Dakar, hora de irnos— dijo el de ojos dorados.
Solo negué, ya estaba conociendolo poco a poco, y más me vale no oponerme a lo que dice, luego se volvería cansado insistir. Pero me causaba mucha curiosidad saber de qué vivía.
Dakar pasó por arriba de mi no sin antes dejar que me despidiera de él, y luego salió por si solo, este perro se manda solo y disfruta de ello.
—Si vas mañana, avísame antes— me indicó con incomodidad.
Se dió la vuelta para salir, pero antes de eso, volvió a llamarme, con su mano sobre la puerta.
—Y Myles— dijo mirándome desde su lugar —no me tengas miedo, no voy a golpearte... En serio.
Sé diferenciar muchas voces y sus tonos, y ese, era el tono de alguien esperanzado y arrepentido. Incluso podía verlo en su rostro, él en verdad quería que no le tuviera miedo.
Brent es todo un misterio, es un acertijo que me llevará tiempo descubrir, un rompecabezas que debo construir pieza por pieza.
Y yo estaba bien con eso.
Sonreí. —Creo que mientras yo no te provoque, no tendrías por qué hacerlo.
Hizo una mueca con tristeza, y así salió.
Me aseguré que desapareciera de la banqueta del café, pero después me levanté apresurado a la caja.
—¡Tabatha Miller y Mei Sopha!— exigí su presencia pasando por arriba de la barra —¡Aparezcan!
Caminé hacia él cuarto donde era prácticamente la bodega del café, ahí estaba solo Wen sentado en su silla especial, viendo la cámara de seguridad que cubre toda la entrada y parte de la caja.
Wen y Mei son los únicos que aceptan que la amiga de su único empleado aparte de ellos, trabaje en su lugar.
—¿Dónde están?— pregunté.
Señaló sin verme a unas cajas de cartón, que me indicaba que estaban detrás.
Caminé con cuidado, escuchando como susurraban.
—¿Viste la mano? ¡La mano, Mei!— era la voz de Tab emocionada.
—Y esas miradas que se dieron no indican solo amistad— reafirmó la tailandesa —Myles tiene mucho qué explicarme.
—¿Crees que ya se estén besando?— volvió a preguntar Tab.
—Yo creo que no— me aparecí por un lado, cruzado de brazos.
Ambas me dieron sonrisas inocentes. Hasta que se levantaron, y ahí hubo dos reacciones.
—Si ibas a tener una cita aquí pudiste avisar para montar corazones en las paredes— se quejó Mei sonriendo, quisquillosa.
—¡DIME QUE YA TIENEN FECHA PARA LA BODA!— rogó mi otra amiga agitandome de los brazos de nuevo —Mei y yo seremos la damas oficiales.
Rápidamente se posicionó al lado de ella, entrelazaron sus brazos y sonrieron simultáneamente con un grado de confianza increíble.
—Número uno, no sé cómo se hicieron amigas tan rápido— dije —número dos, no era una cita, solo estábamos hablando.
—Ajá— asintió Mei —los dos, hablando en un café, sonriendo, solos, se toman la mano, claro que no es una cita.
No iba a demostrar que tenía vergüenza de lo que sucedió, la tensión que había con Brent ya era diferente, todo desde que se me ocurrió besarlo.
—Oh, ya veo— agregó la otra chica con cizaña.
Tabatha se giró y susurró algo al oído de Mei. Ambas chicas estaban casi a la altura, pero parecía que habían formado una amistad muy rápido en la que ya estaban poniéndose de acuerdo sobre mi vida amorosa.
No escuchaba lo que se susurraban, y en otro momento fue Mei la que ahora le decía algo a ella.
—¡Apoyo eso!— gritó Tab feliz.
—Vamos, Wen te quedas en el café con Myles— anunció la castaña, tomó la muñeca de Tabatha y salieron del cuarto, más bien, iban a salir del café.
—Seguro, jefa— dijo Wen sarcásticamente.
—Este café parece muy fácil para ustedes— opiné resignandome, y fui directo a buscar la bata y gorra que pertenecía al uniforme de aquí.
Y sí, al parecer se les hacía muy fácil solo contratar por un día a una extraña, poner a trabajar a alguien de un momento a otro, y también simplemente salir sin ningún tipo de problema.
Luego de eso, solo me mantuve trabajando junto con Wen, hoy estaba de peor humor que otros días, probablemente por el estrés de las ventas de hoy.
—Es muy aburrido solo trabajar— comentó siguiéndome el paso a la caja —¿Qué hacen los estudiantes además de ir a la escuela?
—¿Qué no fuiste estudiante alguna vez?— pregunté ordenando los vasos por tamaños.
—Viví en uno de los países dónde más exigencia en el estudio hay, yo antes no conocía lo que era dormir, Young— soltó con mucho drama.
—Ridículo— respondí.
Pasamos el tiempo terminando el horario laboral, unos pocos minutos desde que Mei y Tabatha se fueron, regresaron un poco más decaídas, probablemente tenían algún plan y no resultó.
Conocía a Mei, casi siempre acostumbraba a tener planes ingeniosos para muchas cosas, y de los años que Tabatha me había estado siguiendo, noté que también era fiel seguidora de hacer muchas cosas para lograr objetivos, estaba seguro que ellas dos se iban a llevar demasiado bien.
Casi apunto de cerrar, habíamos decidido esperar a esas personas que salen de su trabajo y solo quieren llevar algo a casa para la cena, y en eso fue que entraron dos chicos agarrados de la mano.
Uno de ellos era demasiado alto y de cabello blanco, y el otro era muy pequeño y moreno con rizos, no parecían pasar de los veinte.
—Espérame aquí— indicó el más alto, dejando a su acompañante en la puerta.
Se acercó a la caja y por instinto tenía que encargarme yo.
—Linda noche— pronunció —¿Podrías darme un café americano y un té negro?
—Seguro— asentí simpático —¿Algo más?
—Mmh— dudó señalando algo que se encontraba en la demostración —¿Eso que está ahí, es pastel de zanahoria?
Miré por el otro lado para asegurarme, ni siquiera recordaba que estaban ahí esas cosas.
—Me parece que sí.
Sonrió agradecido. —Lo que buscaba, bien, eh, quiero una rebanada de eso, y es todo.
Hice la cuenta y todo el proceso de pago para él, solo necesitaba una sola cosa.
—¿A nombre de quién haré el recibo?— pregunté.
—Hunter Grey— respondió simpático.
Asentí seguro. Pagó, Wen se encargó de preparar todo, solo, ya que Mei y Tab ya tenían la confianza suficiente para ir a dormir sobre las sillas del cuarto.
Terminamos por cerrar el local, como siempre, asegurándonos que nada se nos olvide.
Mientras los hermanos Sopha se iban a su departamento, era por lógica que yo tomaría el camino con Tabatha.
Y ahí estábamos, dos amigos caminando por la noche camino a su universidad.
—Ya puedes decirlo— se escuchó a un lado de mi.
—¿Decir qué?
Rodó los ojos. —Que ese chico te agrada más de lo que esperas.
—No empieces— dije en advertencia —solo somos amigos, no puedo creer que no lo noten.
Rió sarcásticamente. —Tengo mucha experiencia al saber cuándo dos hombres se atraen, en serio, esas series tailandesas no son en vano, y quizá no lo notes tú pero, a él también le agradas más de lo que ambos creen.
—No lo creo, él solo me pidió un favor, solo hablaré con él cuando tenga que verlo, dudo que quiera hablar antes— dije de nuevo con mucho sentido para mí.
Suspiró caminando, ni siquiera me veía, se le notaba muy segura al hablar como para siquiera tomarme importancia en mis reacciones.
—Mándale mensaje— me miró seriamente —deséale buenas noches, no te vas a arrepentir.
—Loca.
Continuamos en la caminata hacia la universidad, era importante que me mantuviera al tanto de la calle, normalmente siempre voy solo regreso a los dormitorios, así que solo debía preocuparme por mi, pero ahora tenía a Tabatha conmigo, eso significaba tener más cuidado ahora.
Pero para cuando llegamos y todo salió bien, en el camino de la recepción a mi habitación, solo por curiosidad, decidí hacer lo que ella me dijo.
Así que saqué mi celular al llegar a mi dormitorio, y mandé el primer mensaje.
Solté el celular a la cama con miedo y corrí al baño apresurado.
Unos segundos después, fue que escuché la notificación, más bien, tres notificaciones, salté a la cama con el mismo miedo que antes pero otro tipo de miedo.
Vi el mensaje, ¿¡Había ocurrido?!
Jamás había sonreído tanto como ahora.
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Fan de Mei y Tabatha, bai.
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