24.- "Final"
Myles Young
Aunque fuera difícil de creer, no estaba tan asustado como se esperara.
Todo lo contrario, ya estaba más relajado que cuando comenzó el día.
Habían sido tantas cosas hoy. Estaba más que seguro que todos coincidíamos en eso.
Y cómo no, si en menos de un día experimenté tantas emociones, entre las más fuertes, fue el miedo y pánico que sentí cuando había decidido seguir a Brent y Ricky, para que al final terminara siendo secuestrado.
Ver a Brent sobre ese cuadrilátero, siendo golpeado y herido, era lo que más me estaba asustando, agradecía eternamente a Ricky que no sé cómo pudo, pero logró llevarme a otro lugar.
En cuanto el otro tipo con el que Brent peleó, le golpeó la cabeza con aquel tubo, sentí que sería capaz de matarlo.
—¡BRENT!— corrí con rapidez al moreno que acababa de caer, lleno de golpes, sangre, inconsciente.
Todos se empezaron a preocupar, unos tipos querían controlar a aquel hombre que lo había golpeado.
Ricky sacó a Brent del lugar, su primera reacción fue tan eficaz y rápida.
Pero por mi lado, una llama de rabia se encendió.
Caminé desesperado hasta quién lo golpeó, volteé su cuerpo totalmente a mí, e hice lo que más quería hacer desde que me trajeron hasta acá, que fue darle el golpe de su vida.
Mi puño chocó su rostro con un impacto que al primero, salió sangre de su nariz y lo hizo caer.
—¡Escúchame!— grité sintiendo mi puño arder —¡NO ME INTERESA POR QUE LO HICISTE, PERO SI VEO QUE TE ACERCAS A BRENT, A RICKY, O MI, TE ASESINO! ¡¿ENTIENDES?! PUEDO ENCONTRARTE Y PUEDO HACER QUE TE ARREPIENTAS DE INCLUSO HABER DESPERTADO.
No esperé su respuesta, rápidamente solté otro golpe, esta vez en la cabeza, la rabia que cargó ese golpe fue suficiente para al menos alterar su conocimiento.
Vi que algunos querían alejarme de él, pero no era necesario, yo ya me había alejado lo suficiente.
El enojo había llegado tan pronto como se fue, ya no me quedaba nada más qué decir.
Aquella rabia fue intercambiada por miedo, Ricky me explicó que no podíamos llamar una ambulancia acá o se meterían en muchos problemas legales, lo más seguro era llevarlo nosotros mismos y contar una historia diferente.
Y así lo hicimos.
—Todo saldrá bien, Brent es fuerte— comentó mi amiga a mi lado —en serio, es como un dinosaurio.
Pero yo la veía más preocupada que yo, porque yo estaba seguro que Brent saldría de esta, quería convencerme a mí mismo de eso.
—Tabatha es rara— comenté en broma —pero estará bien por igual, solo fue un desmayo, incluso se fue con Ricky por Dakar.
—Necesitaré ponerle un chaleco para niños— lanzó.
Ella miraba su uña que sangraba, seguramente por haberla arrancado de los nervios al conducir, le agradecía tanto por correr ese riesgo.
Mientras que yo, cuidaba mi mano que también sangraba, quizá por el momento que golpeé al sujeto que Ricky ya me había dicho su nombre, ese golpe no solo me hizo sangrar, a eso había que añadirle que también me había lastimado la muñeca.
Ese Verner tiene mucha resistencia en la cabeza. Al menos pude haber hecho aquella advertencia, por dentro sabía que la tomó en serio, y de no ser así, él tendría problemas conmigo.
—Disculpe— escuché enfrente de nosotros, justo en la sala de espera, a una enfermera —¿Necesita ayuda con su mano?
—Solo fue un rasguño— dije tranquilamente.
—Ayúdelo— dijo Mei segura, luego me miró —tienes que cuidar tu mano, yo estaré pendiente de cualquier cosa.
—Pero, y si Brent...
Me interrumpió con tranquilidad. —Myles, estás ensuciando el piso de gotas de sangre, deja que te ayuden, no tardarás.
Casi fue una orden, pero debía aceptarla, mi fuerte en estos momentos era no caer en la tentación del pánico y catástrofe.
Asentí a la enfermera, la seguí hacia una habitación cercana a la que Brent había sido introducido.
Me senté sobre una silla, y aquella joven solo se preocupó por limpiarme y vendarme, tuve algunos quejidos cuando limpió una pequeña herida abierta de mi puño, y al final solo se dedicó a inspeccionar mi muñeca.
No pensé que esa clase de peleas fueran tan desastrosas.
—La mano no dolerá mucho tiempo si no haces mucha fuerza en ella— me explicó amable, y empezó a poner la segunda venda.
—¿No está fracturada?— pregunté.
Negó inocentemente. —Solo fue por el impacto de alguna caída o golpe, nada de qué preocuparse.
Se veía como una chica bastante dulce, se parecía mucho a Megan.
Así como quise sonreírle abiertamente a la enfermera, terminé borrando mi sonrisa, se parecía demasiado a mi hermana.
—Le digo algo, llegan muchos pacientes heridos por peleas, la mayoría terminan saliendo solo con enojo de no haber ganado, sé que aquel chico que entró estará bien.
Incluso la manera de buscar relajar a alguien más, era idéntica.
—Gracias— respondí con una sonrisa de boca cerrada.
Terminó su trabajo y me dejó salir a la sala de espera, dónde al pasar unos pocos minutos, llamaron a los familiares del paciente Jones.
—Brent Jones— exclamó un doctor.
Miré a Mei y me levanté enseguida, el doctor estaba literalmente enfrente de la habitación de él, con una expresión de esas que dan los doctores de malas noticias, o quizá así tienen la cara.
Pensé en el corto camino qué decirle, y lo único que se me ocurrió, esperaba que funcionara.
—Soy su novio— lancé seguro —¿Está bien? ¿Puedo verlo?
Me miró asintiendo. —Primero necesito que llene algunas cosas en recepción.
—Ya lo hice— contesté —si es sobre su caso, ya lo hice.
—Menos mal— agregó —solo le diré que, ahora está estable, acaba de despertar, tuvo suerte que solo haya sido aquel golpe, pero tuvo muchas heridas abiertas en el rostro y cuerpo, sus costillas también fueron lastimadas.
Toda la preocupación que no había tenido la tuve ahora, nunca entenderé y no quería tener qué venir acá más seguido a descubrirlo.
—Brent es muy fuerte, y tuvo mucha suerte, lo único que es recomendable es que no lo hostiguen demasiado— explicó —también que no se acerquen tanto a su dorso, y sus familiares son los únicos que pueden verlo por las próximas doce horas.
Asentí sintiendo una paz interior. —Lo entiendo, muchas gracias.
—Un placer, si algo se presenta, avíseme.
Se fue por el pasillo hacia recepción, y yo entré a la habitación, tembloroso, sabía que mi cordura de paz se acabaría.
Y así fue.
Cuando entré, observé el cuerpo del moreno sobre la camilla, tenía varios puntos en su rostro, moretones, todo su pecho estaba rodeado de una venda, y su frente por igual.
Las ganas de llorar al verlo tan herido no me faltaban, pero por dentro me sentía demasiado feliz de verlo estable, de que no pasó a algo peor.
—Brent... Estás bien— añadí al entrar.
Dejó de mirar el techo, su vista se puso en mi, y un rostro de confusión se añadió.
—¿Quién eres?— fue su pregunta.
La sangre bajó de mi cuerpo, mi sistema se quedó en blanco, y empecé a balbucear.
—¿Te conozco?— volvió a preguntar.
Duré varios segundos en shock, hasta que Brent habló por tercera vez.
—Es broma— lanzó burlón, sacando una risa abierta.
—¡Eres un idiota!— me quejé.
Rió levemente, y casi enseguida fui hasta él enojado.
Le di un manotazo pequeño en el brazo, evitando llorar.
—¿Violencia?— cuestionó —has cambiado, Myles, tú no eras así.
Negué aún impactado, pasaron los minutos, y yo no dejaba de verlo a los ojos, esos malditos ojos dorados, brillantes como el sol, que desde el primer momento que los ví, nunca los olvidé.
Entendió el mensaje de mi silencio, ni siquiera sabía por dónde comenzar a hablarle.
Suspiró entendiendo. —Lo siento por no haberte dicho nada de esto.
Estiró su mano un poco hasta mi, me invitó a tomarla, no pude negarme ni un poco, y entrelacé mis dedos con los suyos.
—¿Cómo sigues?— dije.
—Mejor que hace unas horas, sí— respondió —no tienes de qué preocuparte, ya pasó, estoy bien.
—Me asusté mucho...— solté sin pensar.
Hizo una mueca y acarició mi cabello, como si eso fuera a ayudarme.
—¿Qué le pasó a tu mano?— preguntó viendo mi otro brazo.
Negué. —No es nada, no estoy aquí para hablar de mi, Ricky se fue con una amiga por Dakar, y Mei está en la sala de espera.
Sonrió burlón. —Yo sabía que no iba a romper mi juramento.
—Brent— lo llamé —¿Qué fue todo esto?
Me sentía muy confundido, era tanta impotencia de no saber nada de lo que sucedió.
Apretó el agarre de nuestras manos sin poner tanta fuerza, se negaba a soltarme.
—¿Prometes que no me tendrás miedo?— sonó —¿Ni que vas a dejarme?
Observé su rostro con la mayor seriedad que tuve.
Me elevé un poco hasta acercar mi rostro a centímetros del suyo, y retirar el mismo mechón de cabello que siempre sobresale de él.
—Lo prometo— concluí —solo si prometes no ocultarme nada más que sea preocupante, Brent, yo quiero...
Formulé mis palabras antes de decirlas completamente, esto debía ser algo crucial en lo que estábamos apunto de hacer si es que tenía suerte.
—Yo quiero estar contigo, quiero hacer las cosas bien y que tengamos algo más— confesé —quiero todo contigo, pero no quiero tener la preocupación de saber si tú algún día estás bien y al otro no y no me dices nada.
Me miró comprensivo, su mano volvió a acariciar mi cabello y me besó una vez tiernamente.
—También quiero todo contigo, Young— contestó —pero primero necesito saber si vas a tenerme miedo después de decidir que estemos juntos.
Negué rotundamente. —Nunca te he tenido miedo, nunca lo tendré.
Señaló la silla con su cabeza, pero antes de sentarme en ella, volvió a darme un último beso, yo con miedo de lastimar los puntos que le pusieron al coser algunas heridas.
—Lo tomaré como un, sí quiero ser tu pareja— concluyó, y terminé asintiendo casi burlándome, es que él no se pone serio cuando debe.
Volví a la silla, quizá ya hablaríamos de eso más tarde y más seriamente.
Se tomó su tiempo para hablar, pero en poco rato tomó buena fluidez.
—Peleas clandestinas— dijo de golpe —la primera vez que peleé de verdad, fue cuando llegué a salvarte, no tenía mucha experiencia pero, luego de eso, tenía la necesidad de volver a golpear a alguien cuando estaba enojado. Empecé a pelearme con muchas personas solo por desquitarme, cuando estuve en último año de preparatoria, Ricky y yo fuimos a una pelea clandestina por casualidad.
Realizó una pausa corta, casi riendo por recordar esos tiempos en los que él era estudiante.
—Al inicio parecía una buena idea para ganar dinero, así empezamos a organizar peleas entre esos peleadores, empecé a ganar, porque esperaba una semana en la que controlaba mi enojo, y cuando llegaba el fin de semana, golpeaba todo lo que veía en el ring— continuó —tiempo después fue que el dinero dejó de importarme, solo lo hacía porque quería desahogo.
Me quedé escuchando cada una de las palabras y sonidos que su boca desprendían, de ninguna manera tenía miedo, era asombro.
—Todo iba excelente, pero tomé la decisión que ya casi era momento de retirarme, y justo en ese momento que lo pensaba, alguien muy molesto volvió a aparecerse— me volteó a ver seriamente, causándome ahora una risa burlona.
Terminó por contarme todo un plan de Verner, la verdadera razón por la que él ahora estaba en una camilla, y yo estaba aquí con una mano herida.
En efecto que la historia solo me daba más motivos para querer buscar a Verner en cada rincón, pero sentía paz de haberle roto la nariz.
La parte que más dolió al relatarme su historia, fue la parte en la que dijo la razón por la que nunca me contó nada.
—Yo no hubiera soportado contarte y que hayas hecho algo arriesgado al respecto— me dijo —tenía miedo de que algo te pasara, y tenía miedo de que tú quisieras alejarte de mi por eso. No iba a soportarlo.
—Te dije que nunca me iba a alejar— le recalqué —eres quien que más quiero actualmente, ¿Cómo iba a alejarme?
Levantó ambas cejas y sonrió sorprendido. —¿Lo soy?
—Sigue contando por qué preferiste salir herido a decirme la verdad— reclamé sonriente.
—Quiero un beso a cambio de información— ahora fue él quien me lo exigió.
Sin pensarlo me levanté y dejé varios besos por sus labios y cerca de ellos, finalizando con uno directamente sobre ellos.
—¿No podemos dejar la historia y pasar a solo besos?
—Termina tu historia.
—Bien— dijo casi por último —entonces, ¿Qué dices sobre una confesión de amor?
Sonreí. —¿Qué debería decir?
—Myles Young, ¡Eres muy distraído!— dijo en queja, suspiró al final —no pienso seguir contándote más de esto hasta formalizar lo de nosotros, ya me hiciste sufrir lo suficiente.
—No entiendo de qué formalización me hablas— insistí —en primer lugar, ¿Por qué me preguntas esto ahora que probablemente sea tu lecho de muerte?
—Al menos moriré feliz— dijo.
Lo notaba más feliz y relajado, como otro Brent que dejó mucha tensión atrás.
—¿Quieres salir conmigo? ¿Ser mi novio? ¿Mi pareja? ¿El sol que ilumine mis días?— preguntó con rapidez —¿Al menos quien me de una patada en la noche al dormir?
Brent Jones, en toda la extención de la palabra, era la persona más tierna, cariñosa y graciosa que conocí, y mi gran motivo de burlas, al igual que yo el suyo.
—Ya, en serio, ¿Prometes ser mi sol?— preguntó por última vez.
Lo miré fijamente a los ojos y asentí. —Solo si tú prometes ser mi luna.
—Yo podría jurarlo si me lo pidieras.
—No necesitas una respuesta más clara que esa— concluí —acepto ser quién te de patadas en la noche.
Su grito emocionado, fácilmente se pudo escuchar por todo el hospital.
...
—Lo harás bien— dijo quien apretaba mi mano —es tu hermana, estará agradecida de que estés aquí.
—¿Y si en verdad cree que nunca la recordé?— pregunté a mi novio.
—Ella va a creer muchas cosas cuando te vea— tomó mi rostro entre su mano —pero tú eres maravilloso, no podrá odiarte. Además, aquí tenemos a la llave aunque no quiera.
—Ya te dije que he estado yendo a terapia— se quejó Arvel detrás de los dos.
—Sigues sin agradarme, incluso si vuelves a nacer— concluyó Brent.
—Brent— lo regañé —no es tiempo de demostrar tu odio.
Los cinco meses que pasaron desde aquella cuestión del hospital, nos habían cambiado mucho personalmente, a absolutamente todos mis conocidos.
Wen y Viktor terminaron conociendo a la familia del otro, pero Wen simplemente no puede ser cariñoso con Vik, y eso muchas veces es una buena escena de risas, intentando ver a Vik sacarle palabras bonitas a Wen y verlo fallar.
Leandro y Alek habían regresado de las prácticas, ahora ya habíamos terminado la universidad, y ellos decidieron pasar un tiempo con sus familias antes de integrarse a la vida adulta.
Tabatha y Mei no eran muy diferentes, cada día parecían arriesgar más sus vidas, Tab por distraída, Mei por extrema. Pero yo sabía bien que entre Ricky y Tabatha había algo más, mientras que Mei disfrutaba su soltería como siempre.
Mi hermano se integró a una terapia este último mes, en el que quiso abrir más su mente a las personas con diferentes gustos de género. Lo había perdonado, más le dejaba muy en claro que no tenía mi confianza ni mi afecto por ahora.
Sobre Brent y yo, estábamos bien, Verner nunca se apareció, Brent cumplió en dejar las peleas, y ahora yo lo ayudaba a controlar su enojo muchas veces, además claro que sí trastorno no iba a desaparecer solo con mi ayuda y cariño, también ha estado tomando terapias de relajación y todo lo que está en sus manos para que no lo saquen de sus casillas tan fácil.
Pero ahora estábamos aquí, apunto de sacar a mi hermana del psiquiátrico.
Habría venido yo solo con Brent, pero fue Arvel quién la metió aquí, solo el podía sacarla de un lugar como este.
—Oye— Brent llamó mi atención —no estás solo en esto, la escoria ya accedió a cambiar, y yo no voy a dejarte.
—No quiero que piense que estoy aquí por compromiso— expliqué.
Dió una respiración dura y pasó su brazo por mi cintura hasta pegarme a él.
—No creo que piense que estás en contra de ella— opinó antes de besar mi mejilla —y si es así, te ayudaré a convencerla que no hay mejor persona que tú.
Sonreí dejando mi cabeza en su hombro, y así fue cómo alcanzamos a Arvel en el gran edificio gris.
Incluso yo tenía miedo de entrar, porque era un edificios muy extenso, pero de colores apagados y seguridad eléctrica en los muros.
Al estar dentro, rápidamente algunos guardias se pusieron alrededor de Brent y yo, estaba más que seguro que pensarían que seríamos los próximos en entrar.
Pero no me preocupaba, no ahora, más bien, no me preocupaba por nosotros.
—Pase lo que pase, no los golpees— le advertí en voz baja.
—No he golpeado a nadie— explicó —...últimamente.
Le hubiera importado poco que nos vieran tan juntos, pero por el bien de muchos, decidió que lo mejor para que no se acercaran era estar un poco distanciados.
Casi treinta minutos pasaron desde que Arvel había solicitado que Megan podía irse, vimos al menos una vez como llegaba alguien más que internarian en este lugar.
Nunca entenderé cómo alguien tiene el corazón de encerrar a su propia familia por algo tan insignificante como gustar de tu mismo género, porque de eso era este "psiquiátrico".
Pero fuertes sonidos de rejas y puertas abriéndose llamaron mi atención inmediata.
De esas rejas, salió una chica de cabello dorado, ojos plateados, y complexión robusta.
O así era como se veía la última vez que estuvimos juntos, porque ahora ya no era una chica que sonreía a cada segundo, se veía asustada, demacrada, había pasado de complexión robusta a una mucho más delgada.
Su cabello había perdido ese brillo que tenía, en cuanto vió a Arvel quiso retroceder, pero entonces Brent me empujó un poco al frente.
Megan giró y me miró, dejó caer sus cosas que era mayormente ropa.
—¡Hermano!— gritó consolada y corrió hacia mi.
La recibí con un abrazo, y ella por igual, el sentimiento de nostalgia y felicidad llegó a mi demasiado pronto, mi hermana ya no era la misma chica de hace años.
—Estás más alto— dijo entre el abrazo, y escuchaba pocos sollozos.
Megan nunca fue de llorar o mostrar debilidad, solo ese día que se le la llevaron, y hoy por fin la vi de nuevo.
De pronto, el dolor y nostalgia de estos años se convirtió a paz, una gran paz interior.
No dejé de abrazarla, el ambiente se puso un poco tenso cuando nos separamos y tuvo que hacerle cara a Arvel.
Al final, solo caminamos a la salida del gran edificio, ella no tenía a dónde ir, eso era seguro, y también estaba seguro que a partir de ahora tendría muchas cosas que sobrellevar.
—¿Por qué no me has contado del chico de atrás?— dijo entre dientes a mi, ya que Brent iba detrás de nosotros dos —¿Quién es? ¿Primo lejano?
Negué. —Su nombre es Brent Jones, es mi nov...
Saltó de sorpresa y corrió hacia Brent, inmediatamente, su mano se puso enfrente en saludo.
—¡Megan Young, un placer, cuñado!— soltó sonriente.
El moreno hizo contacto conmigo de reojo y sonrió burlonamente.
Estiró su mano y aceptó el saludo de Megan, realmente confiado.
—Brent Jones, el placer es mío.
—¿Te trata bien el chico?— cuestionó mi hermana —¿Te ha causado algún problema? Dímelo, yo arreglaré el asunto con él.
Mi novio rió negando, bien, al menos ya se caían bien.
En lugar de responderle en un volumen que yo escuchase, decidió acercarse a ella a susurrarle algo, y en respuesta, la rubia dió muy pequeños chillidos alegres.
Emocionalmente no se veía tan mal, pero sabía que dentro de poco todos sus traumas florecerán.
Volteé hacia el hombre de traje que esperaba apartado de todos.
Mantenía la cabeza baja desde que llegamos, yo entendía que al comenzar las terapias de aceptación lo estaban convirtiendo en otra cosa que él no se imaginaba.
Probablemente no debía confíar con plenitud en que cambiará en su totalidad de pensar, o al menos no tan rápido, pero si Arvel lo estaba intentando, yo iba a apoyarlo tarde o temprano.
—Será mejor que intentemos hablar esto en privado, con Megan— propuse acercándome a él —no es el momento, ella necesitará mucha ayuda.
—¿En verdad crees que ella va a perdonarme?— cuestionó con sarcasmo.
Miré rápidamente a la rubia, que tomaba el brazo de Brent para entrelazarlo con el suyo, y él parecía no molestarse, empezaron a ver el exterior y hablar, toda esta zona que rodeaba el psiquiátrico era rodeado por jardines, vaya decoración para un lugar tan terrible.
—Sé que le costará, pero Megan no guardará rencor— finalicé —y yo tampoco.
Dió una risa corta y sacudió mi cabello. —Los veré otro día.
Se dió la vuelta y caminó solo hacia otro lugar, Arvel tenía mucho en qué pensar ahora.
...
—¿Segura que estarás bien?— pregunté preocupado a mi hermana, la cual se despedía de nosotros en la casa de Brent.
Asintió feliz. —Tengo a alguien que me ha estado esperando... Muero por verla, ella me dará un techo mientras vuelvo a mi vida normal.
Se acercó y peinó mi cabello, pero yo seguía preocupado.
—No te preocupes por mi, soy la menor, pero, soy la más inteligente de los tres— finalizó sonriente —encontraré mi ritmo.
Volvió a alejarse tranquilamente, y se despidió con la mano.
Los brazos grandes de Brent se colaron detrás de mi cintura y me abrazaron a él, yo solo veía a Megan irse.
—Te dije que todo saldría bien— me echó en cara dejando un beso en mi mejilla.
—¿No soy mal hermano por dejarla ir sola?
Sentí su negación. —No es como que la hayas encerrado en un psiquiátrico.
Lo miré entre indignado e impresionado, su maldito humor sin límites.
—Perdón— sonrió muy inocente él.
Regresamos al interior de su casa, Dakar nos había esperado pacientemente, pero al parecer alguien se volvió a comer la carne de Brent.
Brent decidió irse a dar una ducha, y yo quería solo comer una fruta para la cena.
Al mismo tiempo, acostumbré a tomar un vaso de agua antes de dormir, y justo cuando iba a beberla, salió un Brent mojado con una toalla en la cintura desde el baño.
Por la sorpresa terminé dejando caer el vaso al suelo, solo se escuchó el agua caer y el vaso por igual, pero no se rompió por el tipo de material que estaba hecho.
No importa cuántas veces lo viera, Brent semidesnudo era perfecto, lo decía por todo, incluso por todas las cicatrices que lo cubrían.
Elevó una ceja curioso, mirando el suelo. —¿Vas a juntar eso?
Lo ignoré a propósito, planeando seguir viéndole.
Sonrió burlón y siguió hablando, recordaba bien esas palabras.
—¿Puedes dejar de mirarme? El suelo te necesita— concluyó.
No hice caso, solamente negué y mordí mi labio con picardía.
—¿Qué harás al respecto? Jones— me crucé de brazos.
Su mirada fue retante y decidida.
—Recuérdame volver a ducharme, y que debo limpiar eso después— señaló el baño y luego el suelo.
Sin previo aviso, vino hasta mí y me cargó como un costal sobre su hombro.
—¡Bájame!
Y en efecto, me bajó, pero justo recostado en la cama.
Quedó perfectamente arriba de mi, sonriendome naturalmente.
—¿Qué hemos hablado de no provocarme?
Sonreí. —Que te cuesta controlarte, pero siempre te digo lo mismo— me acerqué a su oreja —me gusta cuando pierdes el control.
Dejó un beso en mis labios y por toda mi cara, yo amaba que hiciera eso, me hacía sentir demasiado querido y deseado por Brent.
—Tienes el sol en tus ojos— le volví a recordar por la luz del cuarto, jamás me cansaría de decírselo.
Tomé su rostro entre mis manos, viéndolo sonreír.
Asintió y besó mi mano. —Yo tengo a mi sol abajo de mi.
—Y yo tengo a mi luna arriba— concluí.
Sellamos el momento con un beso más largo, sintiendo profundamente nuestro amor.
Y de ahí, claramente no salimos de la habitación en un largo tiempo.
Nunca sabré si conocer a Brent fue bueno o malo, si hice bien en hacer todas las cosas que hice por él o no.
Pero no me arrepentía de nada, después de todo, en su último round fue que descubrimos cuánto nos importabamos.
Pasamos por tantas cosas, peleas, incluso a los golpes en su momento, pero desde aquellas dos veces, él y yo jamás volvimos a agredirnos.
Yo estaba seguro que Brent era para mí, yo era para Brent.
Y Brent daría todo por mi... Y yo daría todo por Brent.
_______________________
Y se marchó 🎶
Antes que nada buenas noches ya, segunda, gracias por el apoyo y gracias en especial a una persona que desde que supo de mis historias me apoyó sin siquiera pensar.
Y pues, mañana quizá u hoy el epílogo y el aviso sobre la siguiente historia ajayy.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro