23.- "Ayuda Inmediata"
Tabatha Miller
—¡Todo listo!— dije alegre cerrando la última maleta de mi habitación.
—Estás más emocionada de lo que pude esperar— comentó mi mejor amiga recostada amenamente sobre mi cama —te hago recordar que faltan dos días.
—¡¿Y eso qué?!— solté —Es emocionante que por fin iré a ese lugar mágico.
Mei se burló. —Tú no quieres ir a Tailandia por su cultura, quieres ir para ver dónde graban esas series de chicos homosexuales que tanto te hacen llorar.
Asentí. —¿Y tú no quieres volver allá para eso?
—Golpe bajo— soltó entre cerrando los ojos —pero tienes razón.
—¿Viktor irá?— pregunté curiosa.
—Imagino que sí, a menos que Wen decida dejarlo aquí.
Coloqué la maleta debajo de la cama, mi única labor fue cerrarla, ya que, dicha maleta, realmente fue Mei quién me ayudó a ordenarla, en esta amistad estábamos basadas en qué Mei me cuidaba y orientaba para que yo no me equivocara en varias cosas o en su defecto, que yo no muriera en el intento de hacer algo.
La verdad era que, la amistad de meses de Mei y yo era mucho más real que amistades de años, y yo estaba bien con eso.
Todos los días nos veíamos, hacíamos muchas cosas y hablábamos, y cuando creía que no podía mejorar, los hermanos Sopha decidieron llevarme a Tailandia en su viaje de visita.
—¿Me prestas un cargador? Mi celular está muerto— pidió, pero antes de siquiera responder, afirmó su petición —sí, sí me lo prestas.
Ella misma se levantó y lo buscó en mi dormitorio, para después conectar su celular.
—De nada— exclamé con sarcasmo.
A lo largo de los meses fue que ya entendíamos nuestra manera de convivir, solo nosotras podíamos saber en qué sentido decía algo la otra y no ofendernos.
Además de que, jamás nos hemos hecho sentir mal.
Bien, Mei dice que soy muy sentimental, pero ella es simplemente un ser lleno de maldad y poca empatía.
Las veces que yo he llorado por mis series, ella se ha reído indiscretamente.
Y a pesar de eso, siempre termina fingiendo estar dolida, solo para acompañarme. Era una buena amistad.
—¿Sabías que me caes muy mal?— pregunté seriamente.
Alzó los hombros despreocupada. —Yo me caigo muy bien.
—Seguro— rodé los ojos —eres lo mejor que nos ha pasado, Mei Sopha— finalicé dramáticamente.
Mientras seguíamos en nuestro mundo, insultandonos, haciendo cosas raras y al mismo tiempo riéndonos una de la otra, mi celular sonó en llamada.
—¡Ayúdame!— grité aferrándome a la cama para no caer.
Mei se acercó desde el baño a ver, y en lugar de ayudarme, terminó por empujarme completamente.
—Te llaman— informó pasando mi celular a la cama.
—No te hubieras molestado— reclamé y tomé el celular —¡Es Myles!
Atendí de inmediato, pensando que probablemente él quería algo de comer, solo nos llama para eso.
—No tenemos comida— dije al contestar.
—¡Pon a Mei al teléfono!— era una orden del rubio, se escuchaba agitado y asustado —¡Y rápido!
—Te solicitan— mencioné rápido a mi amiga y le tendí el teléfono.
Lo tomó y colocó el altavoz, ya que normalmente no tenemos llamadas privadas entre nosotras, la confianza que portamos es muy grande.
—¿Qué pasa?— preguntó ella.
—¡Mei, necesito que conduzcas hasta un callejón! Debo llevar a Brent a un doctor u hospital, rápido.
—¿Qué? ¿En dónde están?— se escuchó más seria, y en cambio nuestro amigo parecía apunto del colapso.
—Dos calles a la derecha del café, por favor— sollozó al teléfono —no podemos llamar una ambulancia hasta acá, y tiene qué estabilizarse.
—Vamos para allá— concluyó la tailandesa.
Colgaron de inmediato. Todo fue tan rápido y tan directo. Mei ni siquiera preguntó por qué, o qué había sucedido, inmediatamente accedió.
Tomó las llaves del auto tanto de Mei como de Wen, últimamente ese auto ya es más de ella, por el motivo de que Wen ahora viaja más en el auto de Viktor.
—¿Qué acaba de pasar?— pregunté yendo detrás de ella.
—Sé lo mismo que tú— aclaró con rapidez, habíamos dejado de caminar para ir corriendo al estacionamiento —pero será mejor llegar antes.
Aceleramos por toda la universidad hasta llegar al auto, que mejor dicho era más una camioneta.
Yo no sabía por qué, pero estaba nerviosa y asustada, aunque no supiera, pero todo era lógico en qué Brent estaba en peligro.
Corrimos y corrimos, hasta que al llegar, Mei subió rápido al piloto, y apenas pude subir yo en el copiloto. Tenía experiencia estando con ella en un auto, y por dicha experiencia, me puse el cinturón muy asegurado.
No conté ni el tiempo, y ya estábamos saliendo del estacionamiento.
Me aferré con las uñas en mi lugar, porque Mei empezó a conducir muy rápido, adelantaba coches, y saltó algunos semáforos.
La universidad no quedaba cerca del café, y pareció reconocer que en verdad necesitábamos llegar.
Todo eso solo hacia que mi temor aumentara, la intriga de no saber qué ocurría podía conmigo, en especial por saber que Brent y Myles estaban en riesgo.
Las uñas de mi mano empezaban a ser cortadas con rudeza por mi boca, y al voltear al piloto pude ver qué Mei incluso había sacado sangre de una de sus uñas.
Y yo odio la sangre.
...
Llegamos a un callejón en el que parecía haber una construcción hasta el fondo, ahí había varias personas saliendo apuradas.
Pero en ese instante, vimos como Myles y otro hombre estaban luchando por cargar a un Brent inconsciente, lleno de sangre.
Mei bajó rápido y abrió la puerta trasera, en la que entre el pánico de Myles y del otro hombre, metieron a Brent al auto.
—Brent, despierta, por favor— imploraba mi amigo rubio, el otro chico en cuanto subió solo parecía estar atento al moreno.
No mires atrás.
No mires atrás.
—Díganme qué pasó— ordenó Mei.
—Él, él solo se interpuso en una pelea— balbuceó el otro moreno —todo se descontroló, un tipo lo golpeó demasiado, y luego con un tubo en la cabeza.
Se le escuchaba demasiado nervioso, balbuceaba todo y no parecía poder decir bien las palabras.
Me dolía escuchar tanto, y estaba asustada por Myles que no paraba de decir despierta.
Empecé a bloquearme un corto segundo, no sabía cómo procesar todo esto, y en un momento todo iba a acumularse y a repercutir en otra cosa.
Miré a Mei, ella estaba concentrada en el camino, acelerando más que antes.
Miré al moreno, sus manos temblaban, por instinto de cuidado, me giré a él y tomé una de ellas, buscando consolarlo, y él en respuesta apretó más fuerte.
Lo que no debí hacer, fue mirar el cuerpo inconsciente y la cabeza sangrante de Brent, o el puño sangrante de Myles.
En cuanto la sangre se puso en mi vista, una oleada de miedo, shock y asco llegó.
Sin previo aviso, entre tanto caos, me desmayé.
...
Tienes qué despertar o ambos nos meteremos en muchos problemas.
Ya tengo un herido y un desaparecido
¿También quieres formar parte del club de los damnificados?
Me veré en la costosa necesidad de echarte agua.
Esas y más frases escuchaba poco a poco, de una voz masculina que se oía lejana.
Antes de abrir mis ojos, un fuerte aliento a alcohol llenó mis fosas nasales, y lentamente fui despertando.
Vi borroso en un inicio, estaba desconcertada y probablemente había olvidado la mitad de lo que pasó.
Pero al mejorarse mi vista, observé que me encontraba en una camilla, en un lugar lleno de luz y olor a hospital.
—¿Sigues conmigo?— fue la pregunta de nuevo de esa voz.
Enfrente de mí, se postró un rostro moreno de cabello castaño con pocos rulos, y ojos color caramelo.
Y cerca de mi rostro, un algodón que parecía ser de dónde enmanaba ese olor a alcohol.
—¿Dios?— pregunté viendo sus facciones —¿O eres una especie de ángel?
Elevó una ceja confundido y burlón. —Richard, mucho gusto.
Una luz blanca de un foco estaba justo arriba de su cabeza, así que prácticamente era como si él estuviera desprendiendo esa luz.
—Necesito que estés en total uso de tu consciencia, ya suficiente tenemos con Brent herido y Dakar desaparecido— dijo el hombre y alejó el algodón, al mismo tiempo que él se alejaba en una silla.
—¿Puedo saber qué pasó?
Tomé una mejor postura con su ayuda, y fue amable de subir el respaldo de la camilla para que pudiera sentarme en ella.
—Te desmayaste al ver la sangre, llegamos y se llevaron a Brent en otra camilla, Myles y tu otra amiga lo acompañó para calmar a sonrisita— explicó —tú estabas inconsciente así que te trajeron aquí, debería ser una enfermera la que te haya despertado pero, decidí que yo te ayudaría, y si no tenía suerte entonces vendría alguien.
Analicé todo a una velocidad lenta, miraba a todos lados buscando ubicarme en el espacio tiempo.
—No intentes entender todo rápido, ni siquiera yo puedo procesarlo aún— confesó con tono irritado y cansado —al menos despertaste pronto, me quitaste un peso de encima.
—Claro, a nadie le gustaría cargar con el peso de intentar reanimar un cuerpo sin vida— dije con sarcasmo.
Me miró cruzando sus brazos y soltó una risa burlona, negando levemente.
—Tu amiga se quedó muy preocupada, pero le prometí no dejarte morir... Casi me arranca el brazo por querer venir— soltó confuso.
—Esa es Mei— concluí.
Entre que procesaba todo y me rehabilitaba, terminé teniendo una larga charla con este hombre.
A decir verdad, parecía entenderme bastante, y sus respuestas eran bastante creativas, además de ser divertido y amable.
Tiempo después, decidió contarme sobre el perro de Brent y Myles, nunca le preguntó al rubio dónde estaba, pero que se hacía una idea.
Y en cuanto dijo la palabra perro, yo también me preocupé, añadiendo que yo ya había visto a Dakar una que otra vez.
Me había levantado rápido y sin esperar mucho, ahora Ricky y yo teníamos una misión.
Le avisó a Myles que iríamos a buscar al perro, más bien, le preguntó dónde lo había visto por última vez. Claro que no pudo faltar la amenaza de Mei a mi por haberla asustado con el desmayo.
Para cuándo le dijo, nosotros ya íbamos de salida a paso lento.
—¿Encerró a un pobre perrito para escapar de tu propia casa?— pregunté muy confundida.
—Verás... Pasaron muchas cosas, pero Dakar no es desobediente, seguramente se quedó en mi casa esperando por nosotros.
...
Creo que encontré a mi mejor amigo.
Normalmente, quiénes conforman mis círculos amistosos suelen cuidarme mucho en el aspecto físico, y en mi defensa, soy muy distraída, así que termino siendo cuidada.
Y justo como hoy, que en casi todo el camino a casa de este chico estuve apunto de caerme o de pasar por la calle sin ver los autos, y en todos esos momentos, él me supo detener.
Ricky parecía tomar confianza muy rápido, además de que la situación ameritaba recibir mucha ayuda entre nosotros.
Solo que en todo el camino, no era muy claro su nerviosismo y preocupación, no se le veía tan apurado.
—Para que Brent sea tu amigo, no parece que te esté pesando esto.
Negó haciendo una mueca. —Realmente estoy muy preocupado, pero no me gusta hacérselo saber a las personas, no es bueno que te vean asustado en situaciones de riesgo.
—Mmh. Yo creo que él estará bien.
—Sé que lo estará, porque de no ser así, me voy a enojar con él— concluyó.
Llegamos a una gran casa de dos pisos, la cual él fue quién se adelantó a la puerta mientras yo me quedaba esperando más alejada de ella.
Sacó unas llaves de su bolsillo, su espalda se contraía al caminar.
Desde mi perspectiva, sentía que Ricky era alguien que ha cargado con mucha responsabilidad mucho tiempo, y nunca ha tenido tiempo para él, quizá estaba equivocada, pero lo que yo suponía era eso, que solo está al tanto de los demás menos de él, y eso solo pude pensarlo en menos de cuatro horas.
Probablemente mi mejor amiga y mi ahora nuevo amigo tenían eso en común, ambos cargan tanto y siguen pensando con la cabeza fría, sin mostrar su miedo o preocupación, era de admirar.
Para cuando abrió la puerta, un ente de cuatro patas salió disparado a olerlo de la casa, en cuanto ví al canino, rápidamente me alegré demasiado.
Me agaché a su altura y él mismo vino hasta mí.
—Así que por fin nos conocemos, Dakar— dije acariciando sus orejas —¡Eres muy guapo!
Jugué con él un poco, pero se mantenía llorando, quizá por Brent y Myles.
—Será mejor llevarlo cerca del hospital— me propuso el moreno —o será capaz de ir por su cuenta.
—¿Me lo puedo robar?— cuestioné seriamente.
Fingió pensar. —Yo diría qué, si en verdad le tienes un poco de cariño a tu propia vida, será mejor que no intentes un secuestro de perros.
—La vida es injusta— reproché, luego susurré cerca de Dakar —en cualquier momento puedes venirte conmigo.
Me levanté del suelo con la ayuda de la mano de Ricky, y así optamos por regresar al hospital.
Intenté olvidarme de todo lo que sucedió, como cualquier día normal en el que solo conocí a otro chico agradable.
Pero por dentro, si me preocupaba todo lo que ví, y temía que al llegar todo hubiera salido mal.
Quería confiar y darle apoyo a Ricky, a Myles, y claramente esperaba que Brent estuviera bien, pero si no era así, yo no sabría cómo ayudarlos.
Ricky no me quiso contar a detalle qué sucedió, no se lo iba a exigir, pero si me causaba curiosidad saber qué, si fue Brent quién se metió en medio de una pelea, ¿Por qué Myles era otro que tenía el puño sangrante?
Negué para mí misma, solo debía confiar.
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Dedicao' a mi Tinky.
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