21.- "Daño Inconsciente"
Brent Jones
Muevo mi mano por la cama, buscando a quien ayer durmió a un lado de mi. Pero no encuentro nada.
Apenas iba despertando, ni siquiera he podido abrir mis ojos.
Hasta que escuché una risa en el cuarto. —Descansa, no quiero que sufras de la espalda, volveré a la universidad y luego nos vemos.
Asentí sabiendo que era la voz de Myles quien me había hablado.
Salió de la habitación tranquilamente dejándome en el silencio y tranquilidad.
Hasta que abrí los ojos de golpe.
Me levanté con rapidez de la cama y corrí detrás del rubio.
Antes de que llegara a la puerta de salida, ahí estaba mi fiel amigo Dakar recostado pegado a ella, impidiendo a quien sea de abrirla o cerrarla.
La primera cosa que se me ocurrió fue ir por él, mucho antes que llegase si quisiera con Dakar.
—¡Ah, Brent! Bájame— se quejó al momento que lo subí sobre mi hombro —¡¿Y tú dolor de espalda?!
—Ya no me duele— contesté regresandolo a la habitación, nos volví a recostar en la cama y lo mantuve realmente cerca de mi.
—Buenos días— agregué sonriendole con inocencia.
—¿Qué te sucede? Necesito ir a la universidad, ¡Mi hermano quiere arreglar las cosas!— volvió a quejarse pataleando para safarse.
Un sentimiento de enojo y miedo volvió a recorrer mi sangre. Y mi mente ya no podía creer cómo es que cabía tanta maldad y crueldad en alguien de su propia familia.
También me preguntaba cómo era que mi sol podía creer eso, se notaba que él en verdad quería quedar bien con su hermano, pero conocía suficientemente bien a las personas para saber que era una mentira lo que le dijo.
Pensé en mentirle una vez más, volver a ocultar algo con tal de que él no supiera nada y no estuviera con miedo, pero ya no podía, en algún momento iba a saber.
—Tu hermano no quiere hacer las pases, quiere que te lleven a un feo lugar donde creen que te harán "normal"— empecé sin filtro —yo lo escuché, no vayas, quédate conmigo.
Me miró impresionado, para después cambiar su expresión a una pensante.
—¿Cómo sabes eso?
—Lo escuché en un callejón con otro hombre. Hablaron sobre qué él no confiaba en que el otro podía llevarte un día a un lugar donde te alejarían de la homosexualidad... Y él mencionó que su hermana llevaba mucho tiempo en un psiquiátrico sin cambios.
Se levantó rápidamente de la cama sin control de si mismo, empezó a respirar con rapidez y fuerza, su ritmo se aceleró, le estaba dando un ataque de algo.
—Myles— lo llamé preocupado, volteandolo a mi.
Siguió respirando pesado, tomé su cara entre mis manos e intenté coincidir nuestras miradas para calmarlo. Era algo que alguien importante siempre hacía conmigo cuando me enojaba, no decía nada, solo me miraba.
Y pareció funcionar con él.
Porque en lugar de seguir así, sus ojos lloraron.
Me abrazó inmediatamente, y su llanto comenzó, no dudé en guardarlo en mis brazos, algo había hecho su hermano que a él le afectaba demasiado, y eso solo me hacía enojar más.
Por un lado, estaba tranquilo que quizá me haya creído, aquí me preguntaba, ¿Qué tan cruel tiene que ser él para que al primer aviso, Myles me crea? Y peor aún, para que le diera este ataque.
—Megan— lloró en mi pecho, y susurró varias oraciones poco audibles —no quiero ir allá, no dejes que me manden allá.
Besé su cabeza con protección. —No voy a dejar que nadie te toque, nadie te va a mandar a ningún lado.
Lloró sobre mi un par de minutos más, parece que solo fue un corto impacto en él, pero que incluso miedo le daba.
Agradecía demasiado que me creyó, eso iba a facilitar que se quedara seguro.
Debí haberle hecho mucho caso a Ricky.
Tiempo después fue que se pudo calmar más, y quedó sentado arriba de mi, y yo sentado sobre la cama, él con sus piernas en mi cintura y abrazándome desde la espalda.
No quise presionarlo a qué me dijera algo, lo conocía, y él lo haría pronto.
—Arvel igual pensó que la homosexualidad de mi hermana podía quitarse con un psiquiátrico— habló con debilidad —hace tres años que la llevó con engaños hacia allá, fue horrible ver su desesperación porque la dejaran... Ella no tenía la culpa de nada, solo quería estar con una chica.
No hablé, él se estaba desahogando ahora mismo, y no me atrevía a interrumpir eso.
—Me dijo que si yo estaba enferma como Megan, llegaría al mismo lugar— mencionó —creí que él quería arreglar todo, que podíamos ser hermanos.
Acaricié su cabello, como odiaba saber que él se sentía de esta manera, con miedo, con ganas de poder tener un hermano que lo entienda.
Cualquier persona que quisiera apagar a mi sol, debía pasar por mi primero. Y de ninguna manera permitiría que eso ocurriera.
—Debes quedarte aquí hoy— aconsejé —por favor, no quiero que te hagan daño.
—Mi hermano mayor cree que sigo enfermo— reclamó y comenzó a ponerse de pie —¿Piensas que voy a quedarme como si nada?
—Myles— alcé la voz.
Se separó totalmente de mi, con una gran decisión salió del cuarto, iba a irse.
—Si no soy yo quién le ponga un alto, no lo hará nadie— ahora su voz había cambiado de un extremo a otro, pasó de una voz agonizante a una llena de rabia.
Lo seguí y llegó hasta Dakar, quién seguía recostado, justo en la misma posición que lo dejamos.
—Dakar, déjame pasar— le ordenó el rubio.
Mi amigo parecía estar profundamente dormido, no se movía.
—Dakar— lo volvió a llamar, pateandolo sutilmente —es en serio.
Ni siquiera me di cuenta de las intenciones de Myles, porque mi amigo no se movía, no se quitaba de ahí aunque se lo pidiera.
—Dakar— dije yo solo y corrí hacia él.
Me agaché con miedo, moviendo a mi amigo, moví su cola, sus orejas, todo.
Una gran ola de miedo y terror me recorrió.
Justo en ese instante, Ricky salió de su habitación, igual de preocupado.
—No dejes que se vaya— ordené al moreno.
—Brent, debes...
—¡No dejes que se vaya!— le grité, retrocedió con calma, mientras yo bajé, moví a mi amigo para abrir la puerta y cargué a Dakar.
Salí corriendo a la calle, y solo pude escuchar el grito de Myles a Ricky, exigiendolo que lo baje.
Podía sentir toda mi estabilidad caerse, de mis mayores miedos hasta ahora se estaban haciendo realidad.
Casi sin darme cuenta, iba corriendo en la calle por un veterinario cercano, pero iba casi llorando.
Le hablaba a Dakar por su nombre cientos de veces, movía su cabeza.
—¡Te recuerdo que hiciste un juramento!— dije.
Llegamos hasta la sigue cuadra.
Y ahí, Dakar bajó de mis brazos, literalmente saltó.
Me bloqueé de inmediato al verlo estirarse en el suelo, mover su cola y acercarse a mi buscando una caricia.
Caí en una rodilla, ya no sabía si se me había subido o bajado el azúcar.
—¡¿Y a ti qué te pasa?!— lo regañé —¡¿Por qué sigues haciendo esto?!
Limpieza la lágrima que había salido de mis ojos y me di cuenta de lo mal que estaba respirando.
Me ladró normal y se sentó justo enfrente de mí, con una muy sádica sonrisa.
Las personas que iban pasando miraban raro acá, pero ninguna mala mirada de ellos era comparada con el susto que tenía.
—¿Te das cuenta que casi nos mato de verdad por correr así?— seguí quejándome.
Negué viéndolo, y por nueva cuenta, supe su plan.
Maldito perro inteligente.
—No tenías que hacerte el muerto para que Myles se distrajera y lo encerraramos, ¡Hay métodos, Dakar Jones!— me quejé —¿Por eso estabas tan decaído ayer? Eres bárbaro.
Regulé mi respiración, pero sin evitar abrazar a Dakar.
—¿Qué hubiera hecho yo sin ti? Eres el peor con todas sus letras— confesé y lamió mi cara.
Me levanté aún con el impacto de lo rápido que sucedió todo, de nuevo habíamos caído en los sucios juegos de él.
Él sabía algo, y entre muchas cosas, él sabía que Myles debía ser protegido, de alguna u otra manera lo ha logrado desde la primera vez que lo defendió.
Últimamente lo ha estado consiguiendo a base de engaños y sustos, pero lo consigue. Dakar sabe lo que hace, por más malvado que sea.
Lo miré de reojo cuando se dedicó a caminar conmigo, incluso caminaba feliz el cínico.
...
Pisando apenas la puerta de la casa de Ricky, ya escuchaba a alguien golpeteando y forcejeando otra.
Toqué la puerta con la mano y esperé a que me abrieran, para cuando lo hizo, un Ricky nervioso me recibió.
—¿Por qué no me dijiste que había un león viviendo dentro de Myles?— comentó asustado.
—Miedoso— critiqué —¿A qué hora es la pelea?
—En dos horas.
Entré y me acerqué a lo que parecía ser la puerta de un baño, la cual tenía seguro, y solo escuchaba los gritos de Myles dentro.
—¡RICHARD LOMBARDO, SI NO ME DEJAS SALIR VOY A SEGUIR A TODA TU FAMILIA!— gritó con mucha rabia.
—Myles— me acerqué a la puerta —¿Estás enojado?
—¡¿Tú qué crees?!
—¿No?— añadí.
Siguió forcejeando y forcejeando, de fondo solo escuchaba a Ricky regañar a Dakar por mentir.
No fue hasta que comprendí la situación, y me di cuenta que en verdad, mi sol estaba realmente enojado, demasiado al parecer.
—Es mejor que no salgas hoy, en serio, no quiero que algo te pase.
—¡No puedes encerrarme!— volvió a decir —¡Déjame arreglar mis propios problemas!
—No es solo un problema con tu hermano, entiende que tú estás en peligro por el simple hecho de conocerme— lancé casi sin pensar —tu hermano no va a estar solo, va a estar con alguien que puede hacerte mucho daño.
Dejó de forcejear un momento, pero seguía escuchando sus chasqueos en quejas.
Se escuchó un largo silencio, en el que podía oír sus respiraciones aceleradas. Era doloroso saber que él tenía esa impotencia de salir, e incluso me estaba cuestionando a qué límite llegué por él.
—¿Qué es lo que me ocultas?— preguntó más calmado, acerqué mi cabeza a la puerta para escuchar mejor —dices que quieres protegerme, pero ¿De qué, exactamente? No puedes solo querer guardarme en un cuarto sin siquiera decirme por qué.
—No es algo que debas saber— hablé yo, ví de reojo que ni Ricky ni Dakar estaban ya cerca de la sala.
—¡Yo confío en ti, Brent!— subió su voz —¡Puedes decirme lo que sea y seguiré contigo! ¡Solo sácame de aquí!
Me recargué pensando, yo daría todo porque él se quedara conmigo, yo quería darle todo aunque no tuviera nada, y que supiera que no le haría nada falta.
—¿Incluso si he matado a alguien?— pregunté, claramente yo no había matado a nadie, porque quizá yo aún no conocía mi límite de trastorno.
Realmente no me creía capaz de matar a alguien, no sin razón.
La respuesta de Myles tardó en llegar, en mi creía firmemente que me empezaría a interrogar, a llamar loco, pero no, su respuesta fue dentro de muchas, una que jamás me esperara.
—Incluso si quieres matarme a mí— confesó —pero yo nunca te voy a tener miedo, ni a abandonarte, hagas lo que hagas.
En el tiempo que procesaba sus palabras, me daba cuenta no me sorprendía tanto como creí.
Desde el primer momento que lo ví en el café, desde la primera vez que hablamos, yo le había hecho mucho daño a Myles, lo golpeé, lo amenacé, le dije en su momento que no quería ni siquiera que se me acercara.
Y a pesar de todo eso, él volvía, o era yo quién tomaba el primer paso, pero él siempre estuvo dispuesto a seguir conmigo a pesar de todo.
Myles era una persona que se entregaba completamente a quien si quisiera, y de ser verdad que él me quiere, yo no tendría duda de eso, ni un poco. Eso no me ayudaba a querer dejarlo salir.
Prácticamente él se había vuelto lo más importante junto con Dakar. Y si debía pelear con tantos hombres para mantenerlos a salvo, yo iba a hacerlo.
—Te diré lo que quieras, lo prometo— expresé —pero no ahora, no hoy.
—Abre. La. Puerta— habló, con el tono más siniestro que Myles Young puede tener.
Negué para mí mismo. —No quiero, me das miedo.
Forcejeó aún más, él no era alguien débil, si seguía así, probablemente iba a lograr romperla.
—¡Brent, soy claustrofóbico!— dijo en un grito ya desesperado —¡No sabes cuánto tiempo llevo cerrando los ojos!
Sin darme cuenta yo había quedado sentado contra la puerta en el suelo, pero me levanté de inmediato al escucharlo.
—Tengo miedo— soltó.
Abrí la puerta del baño con la llave que estaba pegada al cerrojo, y en cuanto la hice a un lado, el cuerpo de Myles salió tomando aire, pegándose a mi. Ni siquiera sé por qué no me dijo antes que sufría de esto, o quizá yo no lo noté.
—¿Por qué haces esto?— preguntó calmandose —solo dime por qué... Estoy cansado que me ocultes cosas, no tengo miedo de ti, tengo miedo de que lo que ocultas.
Me sentí terriblemente mal por él, porque había conseguido exactamente lo contrario a lo que buscaba.
Comprendía el cansancio y confusión de mi chico, y poco a poco me iba dando cuenta, que en mi afán por querer cubrirlo de todo daño, terminé haciéndole daño yo mismo, no en el sentido físico, pero había hecho muchas cosas sin siquiera decirle por qué.
—Hagamos algo— le propuse —solo quédate aquí por hoy, por favor, te juro que mañana por la mañana te contaré cada cosa que necesites saber.
Tomé su rostro en mis manos para que me observara, esa linda cara que tanto me había esforzado para que nunca estuviera sufriendo, era lo único que proyectaba ahora.
—No debería creerte, ni siquiera debería aceptar esto— empezó —pero me tienes, Jones, me tienes demasiado.
Giró su rostro enojado, y seguidamente se apartó de mí para ir a otro lugar lejos de la entrada.
Suspiré apenas pidiendo respirar bien. No salió no un poco esperaba.
Caminé a la salida, era lo único que podía hacer, y justo en la puerta volví a ver a mi amigo moreno. ¿Cómo hace para pasar desapercibido en cualquier lugar?
—¿Qué vas a hacer?— preguntó —¿Dejarás a sonrisita aquí? No puedo quedarme si vas a la pelea.
Pensé cortarmente, estaba seguro de qué podría pasar.
Dakar solo estaba observando desde un sofá, sin parecer estar al tanto de esto, pero ya no me cabía duda de que él se enteraba de todo.
—Cuida a Myles mientras no estemos— le ordené —y si quiere salirse... No lo dejes ir solo, confío en ti.
—Pienso que sería mejor que no fueras a la pelea— me llamó Ricky —es peligroso para todos aquí.
—Si va a salir alguien herido, seré yo— respondí —pero no en la pelea.
______________________________
Ni modo cuh.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro