16.- "Caminata"
Viktor Hall
—¿Cómo te fue?— pregunté al rubio que apenas salía de la universidad, ambos directo al café.
—Bien, supongo— dijo Myles sin ánimos —el chico al que le vendimos el brazo, solo vino a entregármelo, espero la presentación, vino por él y se fue... No me dijo nada.
—Quizá tenía prisa— comenté —quizá su madre ya necesitaba el brazo, mira el lado positivo, ¡Te pagaron!
Bajó la cabeza decaído. —No necesito dinero si no pude tener ni siquiera un momento para charlar.
Negué preocupado, no sabía qué le pasaba con exactitud, pero no me gusta ver al sonriente Myles así de mal. Todos lo habíamos notado, hace una semana desde que cambió de una forma muy negativa.
Dejó de sonreírle a todos, dejó de revisar su celular cada cinco minutos esperando el mensaje de alguien, ahora solo era un chico que su rutina se basaba en ir a la escuela, al trabajo y regresar a dormir.
Algo me decía que sus heridas ya casi curadas de la cara tenían algo qué ver.
Por una parte, el remordimiento siempre me perseguía con él, nunca comprendí porqué fue que me atreví a querer hacerle daño cuando era más pequeño.
Fue un error totalmente haber querido aprovecharnos con otro chico ese día de la baja guardia del pequeño Myles. No fue hasta que el otro chico pudo contra los dos, ¿Cómo? No tengo idea, pero fue una buena decisión meterse.
—Sabes que puedes hablar conmigo, ¿Verdad?— propuse mirando el perfil bajo del de ojos grises —has estado más distante esta semana.
—No es nada— fingió sonreír —solo ha sido el cansancio de la escuela, al menos ya podré decir que no tengo clase dentro de siete meses.
Quise seguirle el juego, pero no le creía nada. Myles Young no es difícil de descifrar en su estado de ánimo.
...
Al dar el primer paso en el café, el rubio simplemente acelerómetro y llegó hasta otro lugar por su uniforme, ni siquiera se despidió o algo.
Desde este lado, veía discretamente por una puerta al tailandés, su mirada y concentración puestos en su celular. Por más tierno que se viera, nunca quitaba su rostro de enojo.
Cuando Myles entró, Wen levantó la vista, se dijeron algo mutuo, y la mirada del castaño vino hasta mí. Automáticamente toda su expresión cambió a una un poco más relajada.
Levanté mi mano y saludé desde lejos, de todo verlo yo ya estaba feliz.
—¿Otra vez tú?— preguntó a la defensiva, pero aún así vino hasta acá a recibirme, pasando por la barra —vienes todos los días.
—¿No debería ser valorado como cliente frecuente?— pregunté sonriendo.
Hizo una mueca de negación desviando la mirada, siempre que intentaba sonreírle abiertamente, me evitaba. ¿Por qué me evitaba? Mis únicas intenciones eran de que se fijara en mi.
—Mmh... ¿Quieres ir a caminar?— propuse feliz.
Negó. —Estoy trabajando.
—Nosotros te cubriremos— dijo Mei saliendo por una puerta —¡Hoy no hay tanta gente!
—Lo ves, todo arreglado, ¡Vamos!— tomé la muñeca de Wen para salir del café con prisa.
Hice que caminara al menos una cuadra con más velocidad hasta que empezamos a ir más lento, de cualquier manera ya estábamos aquí afuera.
Las caminatas fuera del café eran algo de todos los días con él, y a la fecha, parecía no querer venir.
—Qué insistente eres— se quejó en una rabieta.
—Me gusta caminar contigo— contesté —eres tranquilo, por eso me gustas.
Observé más detenidamente su rostro, y ese color rojo apareció en sus mejillas, chasqueó la lengua sin importancia. Ya había pasado una semana desde que le confesé que en verdad me gustaba, pero él no le cree, o mejor dicho, no me ha querido decir nada al respecto.
—¿Qué te hace pensar que a mí sí me gusta?— contestó con amargura.
Ya ni siquiera me molesté en responderle, no veía ningún tipo de avance con él, y pese a eso, mis ganas de querer ir tras él no acababan.
Lo que no entendía era el hecho de que, siempre dice que que no quiere estar conmigo, y que casi siempre estoy interrumpiendo. Pero mi duda era, si eso fuera real, ¿Por qué siempre responde mis mensajes?, ¿Por qué siempre termina aceptando ir conmigo?
No entendía a Wen, pero no quería entenderlo, así era divertido estar con él.
En medio de la caminata, creí que lo mejor sería regresar, y todo pensamiento de querer volver se fue, cuando sentí la mano del chico entrelazarse con la mía.
Una sonrisa confundida se puso en mi y quise ver la cara del chico, pero este solo me miró extrañado.
—¿Qué me ves?— sonsacó —querías que estuviera aquí, ¿No?
Asentí convencido, si antes me gustaba Wen, ahora me gustaba más.
—Sabes, si me pongo a pensar, eres como un gato— lancé —no tienes el mejor humor, tampoco mucha empatía, y menos las mejores ganas de sonreír, ¡Pero eres muy lindo cuando quieres!
—¿Me crees un animal?— se defendió —yo no soy ningún gato, ¡Y no soy lindo!
—Eres tierno estando enojado— contesté creyendo que eso lo haría ponerse feliz.
Pero lo único que conseguía era que se enojara más por ponerse nervioso, y eso solo confirmaba lo que yo decía.
Nunca me ha molestado hablar con él, quería preguntarle muchas cosas, cuáles fueran.
—¿Por qué no tienes pareja?— pregunté.
Me miró con desdén, y sin apartar la mirada ni un solo segundo de mis ojos, respondió con un tono neutro y siniestro.
—Soy celoso, posesivo y controlador— respondió seriamente —estar conmigo significa ser solo de mi y para mí.
Mis ojos brillaron al observar a mi gatito intentar hacerse el malo, porque lo era, era demasiado cruel y serio. ¡Pero se veía muy tierno así!
Puse mis dos manos en sus mejillas y alcé la voz convencido. —¡Yo quiero ser de ti y para ti! ¡Por favor déjame serlo!
—¡Suéltame!— pidió alejando mis manos —agh, ¿No te cansas de ser tan fastidioso?
Negué. —Jamás me cansaría hasta que me rechaces completamente.
Se quedó sin decirme nada, solo volvió a tomar mi mano con la suya y seguimos caminando. Ahora no me respondía nada, le preguntaba algo y sus respuestas eran cortas.
Pasado un rato, la conversación empezó a fluir más y más, y me emocionaba el hecho de que Wen no soltaba mi mano. Eso era un avance.
...
—Entonces, volviendo al tema central, ¿De verdad te gustaría ir en avión para lanzarte?— cuestionó Wen muy confundido.
—¡Claro! Me gustaría hacer paracaidismo— respondí.
Me miró negando. —No me gustan los aviones.
—¡Vamos!— rogué agitando sus hombros, porque ya le había hecho una invitación a eso —¿Eso qué importa?
Quitó mis manos. —Si no me gusta subirme a un avión, menos tirarme de él.
Rasqué mi cabeza. —¿Cómo cabe tanta amargura en un paquete tan pequeño?
—¡Que no soy pequeño! Tú eres muy alto— volvió a defenderse.
Habíamos estado por la ciudad casi dos horas, y ya era momento de regresar al trabajo a mi tailandés enojón.
Durante el trayecto, fueron pocas personas cada día las que me piden foto, creo que la ciudad comienza a acostumbrarse a qué esté aquí.
—Si no vas a responder mi declaración de amor, ¿Al menos un beso de despedida?— pregunté esperanzado una cuadra antes de llegar al café.
—Estás loco— lanzó —ni aunque me pagues todas las bebidas.
Mi reacción fue un puchero para que me hiciera caso, casi siempre me funcionaba. Quizá era malo que lo manipulara así, pero por declaraciones de muchas personas, si Wen aceptaba con una pequeña manipulación, significa que solo se hacía el difícil. Claro que, cuando intentara algo y él me negara rotundamente, yo pararía.
Y entonces, se rindió con un suspiro.
—Que sea rápido y sin escándalo— lanzó.
Feliz y más enamorado, dejé un casto beso en su mejilla para no incomodarlo aún más.
En su lugar, al alejarme, me miró confundido.
—¿A eso le llamas un "beso de despedida"?— preguntó indignado —¡Qué estafa!
—¿Qué hice mal?— dije yo con confusión, ¿No le gustó?
Se le veía desesperado e irritado, quizá si lo incomodé.
—Agh, todo es tu culpa— resopló golpeando mi pecho con su dedo —¡Ese no es un beso de despedida!
Las puntas de sus pies se elevaron un poco con rapidez, y sus dos manos jalaron de mi saco. No dudó nada, y él mismo juntó nuestros labios casi con enojo.
Me sorprendí inmediatamente por lo que hizo, pero más allá de eso, supe que ya tenía a Wen más de lo que creía. Su boca y la mía empezaron a moverse, pero se notaba que él buscaba dominar el beso de una u otra manera.
No se lo iba a permitir.
Probablemente para muchos, sería una falta de respeto besarse a media calle, pero pareciera que era el menor de nuestros problemas ahora.
Dejó de jalar de mi cuello, ya no era necesario, yo iba a quedarme aquí con él, y por si Wen no podía sorprenderme más, abrazó totalmente mi cuello y se colgó de este.
Los labios de Wen eran muy finos y delicados, pero aún así se encontraban en una batalla por ver quién dominaba mejor, y eso lo convertía en el mejor beso que he tenido.
Casi diez minutos besando y disfrutando de los labios del chico, hasta que después de todo este rato, nos separamos. Y como siempre, Wen podía tener el rostro más inconforme del mundo, pero su sonrojo le daba una ternura que no podía controlar.
Dejé un último beso en sus labios con rapidez, y le provoqué una primera sonrisa nerviosa.
—¿Eso significa que soy correspondido?— pregunté ilusionado de nuevo.
Desapareció su sonrisa. —¿Tú qué crees? Genio.
—Quiero escucharlo de ti, nunca me dices nada lindo, me confundes más de lo que crees.
—Literalmente te acabo de besar y aún tienes dudas— exclamó, asentí rápidamente solo para hacerlo decir lo que quería escuchar.
Negó frustrado y volvió a acercar su rostro al mío, esta vez juntando sus cejas como acostumbra.
—Me gustas, ¿Escuchas bien? Porque no voy a repetirlo— agregó con su mueca de molestia —me gustas bastante.
Lo abracé apretando su cintura y lo levanté con emoción, estaba lleno de felicidad y festejo, era la primera vez que experimentaba ese sentimiento de un corazón acelerado.
—¡Gracias!— dije inconscientemente —¡Prometo amarte solemnemente!
—¡Bájame!— pidió en queja.
—Wen— lo llamé, ahora él me miraba desde arriba mientras se sujetaba a mis hombros —¿Puedo invitarte a salir? Hoy en la noche ¡Por favor!
—Ya me has invitado muchas veces a salir— respondió —¿Cuál será la diferencia entre si pides permiso o no?
Pensé. —Mmh... En qué, ¿Iremos como pareja?
—¡Un momento!— se movió hasta que tuve que dejarlo en el suelo —¿Desde cuándo somos pareja? No recuerdo haber firmado esa cláusula.
¡Pero qué testarudo es!
—¿Por favor? Prometo no hacer nada que no quieras— tomé su mano y la presioné —al menos que sea una primera cita oficial.
Me miró interesado, y un carraspeo burlón salió de su boca, de la nada, empezó a reírse enfrente de mí. Quedé realmente ilusionado por su risa, se veía mucho mejor que cuando quería estar con ese semblante gruñón.
Es muy probable que sonriendo que me gustara más, porque rara vez lo hace.
—¿Te han dicho que eres muy tierno?— dijo naturalmente, e inmediatamente tapó su boca, volviendo a ver a otro lado —más bien, eres muy torpe.
Pero esta vez no lo dejé, tomé su mentón y lo dirigí hacia mi, ya no quería que se escondiera de lo que sentía.
—¿A qué hora debo pasar por ti?— pregunté seriamente.
Y me dió una última mirada desaprobatoria. —A las ocho está bien, dejaré a Mei a cargo con Myles.
Me acerqué hasta dejar un último beso en la orilla de su boca, ahora era mi turno de hacerlo sufrir un poco quizá.
Se fue con rapidez, fingiendo que no pasó nada aquí.
Qué lindo gatito me vine a encontrar.
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No sean como Wen.
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