14.- "Nuevo Impulso"
Myles Young
Termino por sacar el último pedazo de papel de mi nariz cuando dejé de sangrar.
Tiré el papel limpiando aún las lágrimas, no tenía nada más qué hacer más allá de limpiarme y poner banditas en dónde tenía heridas un poco abiertas. En realidad solo eran dos.
Pero no había dejado de llorar por lo que había sucedido, por más que me haya alejado de Arvel, todo lo que pasó fue demasiado doloroso, tanto física como emocionalmente.
Puede que para algunas personas llorar por esto era ridículo e innecesario, y a decir verdad, ya me daba igual, porque les pareciera o no, a mi me dolía, y dolía mucho.
Salí del baño, buscando como fingiría enfrente de Brent que todo estaba bien.
Y en ese instante de mi plan, la puerta fue golpeada.
Mi primera y única reacción fue ir corriendo a la puerta y ver por la mirilla, ¿Cómo fue que supo dónde duermo?
Tuve que alejarme guardando silencio, ¿Debería abrirle?
—Myles— escuché del otro lado —sé que estás aquí, ábreme.
Guardé silencio, no tenía miedo de él, solo no quería que provocara más problemas. Yo ya entendía por qué él era como era de explosivo, y no pensaba detonar esas cosas.
—Ábreme— ordenó —por favor.
No tuve remedio, lo conozco, él rompería la puerta si no abro.
Caminé hacia ella y la abrí lentamente, dejando mostrar apenas mi rostro.
—Es un mal momento— contesté balbuceando —vuelva pronto.
—¿Quién fue?— fue su primera frase al entrar.
Cerró la puerta detrás de él y vino hacia mi, se acercó demasiado hasta que sus manos tomaron mi rostro con delicadeza. Examinó mis heridas, volteando mi cabeza un poco a diferentes direcciones, despegó las banditas muy poco solo para ver.
En un momento, su vista dejó mis heridas, pero sus manos seguían en mi rostro.
Cómo se podría esperar, estaba perdido en sus expresiones, era una combinación entre confusión y enojo.
—¿Lloraste?— preguntó con seriedad. Y sus dos pulgares limpiaron lágrimas que acababan de caer.
Él sabía que yo no iba a responderle hasta que se calmara, porque veía su cuerpo tensado, marcas de sus venas que habían saltado antes.
Tomé sus muñecas para calmarlo, el recuerdo de Arvel se combinó con la presencia de Brent.
Brent estaba aquí preocupado por mi, se había metido tanto en mi vida, que cada vez me convencía más de una cosa, cuando lo tenía conmigo, era que mis problemas parecían desaparecer, o que con él los resolvería aunque ni siquiera esté enterado.
No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, y mi instinto fue lanzarme a él en un abrazo, soltando bastante llanto. Ni siquiera dudó en corresponder, sus brazos me abrazaron por arriba de la cintura y me apretaron hacia él.
El agarre del moreno era cada vez más fuerte, pero en sentido de que podía sentir como su enojo crecía.
Por mi parte, escondí mi cabeza en su cuello, sin intenciones de acercar mis labios a él, pero me sentía protegido así.
Usualmente, Brent y yo nos la pasábamos abrazándonos o muy pegados, pero no hablábamos sobre eso, simplemente lo hacíamos.
—¿Está... Está mal ser yo?— dije el sollozo.
—¿Qué? Nada de eso, Myles, tú eres maravilloso— confesó —estás demasiado bien así como estás— me obligó a verle al rostro, odiaba que fuera así, porque odiaba que la gente viera que mi nariz se pone roja cuando lloro nada más —no necesitas nada más ni nada menos, tú único defecto es que eres una molestia.
Me provocó una muy pequeña sonrisa, porque sabía que esas "molestia", no eran nada malo.
Volví a dejar mi cabeza entre su hombro y cuello, y luego dejó un beso en mi cabeza.
Hubo un largo silencio, silencio en el cual, seguimos abrazados, pero pasamos de estar parados a estar recostados en la cama. Yo solo estaba de frente a frente a Brent, pero mi cabeza estaba en su pecho, y sus brazos rodeandome.
Mi llanto empezaba a bajar poco a poco, porque con él encontraba una paz muy rara pero gratificante, paz que esperaba se mantuviera en un largo rato.
—¿Cómo supiste dónde estaba?— pregunté.
—Mmh, digamos que, Ricky sabe bien cómo encontrar a las personas— empezó, y sonreí débilmente recordando que su única palabra fue "perdón".
—Eso es espionaje— me quejé.
—Tú me seguiste la segunda vez que nos vimos— se defendió burlón.
Me quedé callado, golpe bajo.
De nuevo solo había silencio, que fue interrumpido por él, yo sé que él no se iba a cansar hasta que le dijera.
—Reconozco heridas, y esas son heridas de alguien que quiso hacerte daño a propósito, es alguien que ya conoces— escuché que dijo —cuando las personas pelean con conocidos o amigos, inconscientemente no golpean la cabeza, solo la boca y parte de la ceja y ojos.
No le dije nada, yo siempre había disfrutado de enseñanzas de Brent, de cosas sobre las peleas que yo no sabía, y tampoco sabía cómo era que cabía tanta información de eso en él.
—En lo usual, si fuera alguien que te quiso hacer daño sin conocerte o hacerte daño por alguien más, debieron haberte dejado inconsciente, o haber golpeado tu cabeza en algún momento— indicó —¿Qué fue lo que sucedió? Dime la verdad.
Me moví un poco casi en capricho, pero ni siquiera comenzó a ya exigirme que le contara, solo esperó y esperó, probablemente Brent tenía más paciencia de lo que yo pensaba, al menos ahora. O al menos conmigo.
A decir verdad no tenía idea del daño que me haría a mi mismo por permitir que Brent me tratara tan bien, tan atento y "tierno".
Si es que Ricky tenía razón en decir que él era el ser más cariñoso que podía encontrar, yo le empezaba a creer.
—¿Y cómo reconoces las heridas?— pregunté, debía saber que le diría respecto a lo sucedido.
Suspiró y tardó en responder por igual. —Se aprenden muchas cosas con el boxeo.
—Gracias— dije sin pensar, y me refería al simple hecho de que está aquí —yo solo estaba discutiendo con alguien y, comenzamos a pelear.
—¿Le regresaste el golpe?— soltó, pero con preocupación— mmh, dime que le rompiste algo— rogó muy concentrado.
Reí. —No lo sé, quizá la nariz.
Respiró aliviado dando palmadas en mi cabeza.
—Te aconsejo que, cuando golpees en defensa personal no lo hagas con los puños, puedes lastimarte los nudillos, si fue un asalto o algo, lo mejor que puedes hacer es hacer caso e irte.
—Pero, de cualquier manera, Ricky y Alek llegaron a separarnos, me alegra que hayan llegado, no sé cómo pude siquiera devolverle el golpe.
—¿Ricky?— volvió a preguntar y asentí sin verle.
Se levantó rápido pero sin moverme demasiado, pero así como entró a mi habitación, salió.
Oh, no.
—Espera, Brent— dije en voz alta para ir detrás de él.
Sus pasos eran más largos y decididos que lo que antes. Debí haberlo sabido, ¿Quién podría creer que Brent mantendría la calma así como así? Solo me engañó y esperó a que le dijera.
—¡No te atrevas a tocar a mi hermano!— grité según yo demandante.
Creía que con eso iba a hacer que lo pensara mejor, pero no, estoy seguro que a él no le interesa ni siquiera si fuera mi propio padre, él iba a golpearlo si quisiera.
¡¿Cómo iba a detenerlo?!
La idea de ver a Brent hiriendo a Arvel no me gustaba, me dolía y me enfurecía lo que hizo, pero sigue siendo mi hermano.
Estaba siguiendo al moreno por los pisos, y algo dentro de mi estaba creciendo, otro impulso.
Pero no era el mismo impulso de besarlo, era uno totalmente diferente. Ahora ya no estaba preocupado, me estaba enfadando que quisiera ir y golpear a Arvel.
La sangre se me estaba calentando a mucha velocidad de que no me hiciera caso, era demasiado terco, y dejé de pensar con claridad, fue simplemente otro impulso.
Cuando estuve lo suficientemente cerca de él, ni siquiera supe lo que hice, hasta que sentí como su cara fue golpeada por mi con fuerza.
—¡Te dije que no!— solté en defensa.
Yo golpeé a Brent.
Pero al momento de ver cómo regresó su rostro a mi, ahora solo había confusión, todo el enojo y decisión que había mostrado al irse, fueron totalmente reemplazados por confusión y... ¿Decepción?
Tomé mi mano haciéndome hacia atrás asustado, mis ideas llegaron de nuevo, y el miedo se apoderó de mi, yo estaba listo para ser atacado por él, pero tenía más miedo de lo que yo había hecho.
—Brent— me quise acercar, y él solo hizo mi mano a un lado con su brazo.
Ni siquiera se molestó en limpiar la muy poca sangre que había de su labio, ni siquiera era la mitad de lo que yo había sacado con Arvel.
Tensó la quijada y su rostro ahora sí expresaba enojo.
Levantó su puño hacia mi, y me tapé el rostro con rapidez.
Pero no, no me golpeó, bajó mis manos y acercó su rostro a mi.
—Insiste en detenerme— pronunció entre dientes, con rabia —y no será tu hermano a quién le llene la cara de golpes primero, puedo hacerte mucho daño, Young... Y no quiero hacerlo.
Se giró dándome una última mirada, mucho más oscura que las últimas que me había dado desde la primera vez que nos volvimos a ver.
Ya no iba tan apurado cómo hace segundos, pero aún así veía por arriba de su camisa cómo su espalda se contraía, conteniendo las ganas de seguramente venir y lastimarme.
Pero de nuevo, no era miedo a él, era miedo de lo que yo hice, yo jamás reaccionaba así, ni me atrevía a golpear a alguien, yo siempre había sido enemigo de la violencia, y fue lo primero que usé contra él.
Peleé dos veces el mismo día, una por defender quién soy y a alguien, y otra porque no me pude controlar.
Así que, ¿Esto era lo que sentía él cuando explotaba? O quizá él sentía esto pero en cantidades más fuertes.
Entre aturdido y decepcionado de mi, regresé a mi dormitorio, ya ni siquiera tenía ganas de lamentarme, asustarme o llorar, solo quería regresar y hacer otra cosa.
Lo único que se ocurrió fue dormir, terminar algunas tareas y al final esperar a que la noche cayera y volver a dormir. Ni hambre tenía.
No tenía ni hambre, ni ganas de salir, y lo que más me mortificaba, no tenía ningún mensaje o llamada de Brent.
Lo arruiné.
...
—¡Por favor, no!— gritaba y gritaba Megan, con los dos hombres de blanco arrastrándola —¡NO ESTOY ENFERMA!
Estaba desatada en lágrimas y desesperación, yo quería ayudarla, pero ni siquiera sabía qué estaba pasando a mí me habían dicho que ella estaba enferma de la cabeza, y debía ir a un lugar a curarse.
Se habían llevado a mi hermana a un psiquiátrico especial que muchas personas mayores llevaban a sus hijos... ¿Por ser lesbiana?
—Eso es lo que pasa con las personas que no siguen la naturaleza— comentó Arvel a mi —debes prometerme que tú no eres como ella.
No contesté, ni siquiera quise mirarlo.
—Myles, prometelo— ordenó, pero callé —ya veo, también llevenlo.
Dos manos sostuvieron ambos brazos de mi, y empezaron a jalarme fuera de casa.
—¿Eh? ¡Pero yo no estoy enfermo!— grité —¡Diles que me suelten!
Arvel me ignoraba, y estos hombres no se detenían, mi pánico crecía y crecía, quería salir huyendo, quería irme con alguien a resguardarme.
Quería ir con Brent.
Y fue cuando enfrente de nosotros apareció el moreno con su rostro de intimidación habitual.
—¡Brent!... ¡BRENT!— grité a él, con las lágrimas saliendo —¡Ayúdame por favor!
Él solo observaba, sus brazos se cruzaron son importancia mientras yo sufría.
Vi la frialdad en sus ojos, el desprecio. Y yo seguía gritando por él, ya no solo eran los hombres, ya era que yo necesitaba ir corriendo a Brent.
Pero al final, él no me hizo caso, se quedó viendo nada más, y terminaron por meterme en una oscura cajuela.
Empecé a patear y patear en llanto, me sentía asustado y apunto de explotar.
Myles.
¡Myles!
—¡MYLES YOUNG, DESPIERTA!— un grito femenino me hizo abrir los ojos con rapidez.
Se levantó mi puño en defensa hacia la dirección de la voz, apunto de soltar un golpe.
Cuando tuve consciencia de todo, ví a Tabatha parada enfrente de mi cama.
Abrió los ojos sorprendida. —¿Ibas a golpearme? Vaya, creí que lo tuyo no era la violencia.
Ni siquiera se asustó, solo fue su comentario y dejó una bolsa de cartón café sobre mi escritorio.
—Perdón, no sabía que ibas a venir— me justifiqué tranquilo, pero por dentro me sentía como basura.
—Creo que tuviste una pesadilla— dijo sacando algunas cosas —estabas hablando dormido y... Llorabas.
Pasé mis dedos por mis mejillas, y sí, había llorado.
Mostró enfrente de mí un pan azucarado que solo ella sabía preparar, y que recientemente lo estaban integrando en el café.
Lo tomé agradeciendo, pero ella solo me miró.
—No sé qué hayas soñado, pero, Myles— me miró ahora fijamente —no me vuelvas a levantar la mano.
Bajé mi cabeza. —Lo siento.
Entonces reaccioné al también notar algo en su rostro.
—¿Estuviste llorando también?
Asintió. —Estuve viendo una serie ayer, mi pareja favorita terminó suicidándose por culpa de los padres. Cosas de la vida.
—Mmh— entre cerré los ojos, evitaría a toda costa mi tema —no te escuchas tan dramática para ser eso, ¿Qué pasó?
—Es eso— dijo en burla —solo que recibí una llamada de Mei a las tres de la mañana diciendo que se quedó encerrada en un baño público y Wen no respondía. Al final pude sacarla y la traje a mi dormitorio, si la dejaba sola sería peligroso.
—¿Y qué hacía Mei a las tres de la mañana en un baño así?— pregunté curioso.
—Mi teoría dice que es muy rara— confesó.
—Fui a una fiesta nada más— salió del baño la recién nombrada, no sabía que estaba aquí —hubiera llevado a Wen pero, prefirió quedarse a hablar toda la noche por teléfono con su casi novio.
—No me sorprende de ti que te pasen ese tipo de cosas— dije, luego señalé a la otra chica —ni a ti, ambas hacen muchas tonterías.
—De nada por el desayuno— dijeron en unisono, ahora están conectadas.
—No estamos aquí por eso— agregó Mei viniendo a mi —nos dijeron que peleaste con Arvel, ¿Estás bien?
Mordí el pan disimulando, no solo fue Arvel.
Pero ellas esperaron a que terminara de masticar y tragar.
—Tuvimos una... Pequeña discusión— comenté —¿Me trajeron de tomar?
Pero aún así se quedaron a oír todo, y se quedaron conmigo bastante tiempo del día, casi consintiendome, nunca les mencioné lo de Brent, no tenía ganas que alguien más mencionara que yo no era así.
Fuera de eso, nunca me desmotivaron, me contaron cosas sobre Wen y Viktor, y que al parecer el chico famoso iba todos los días al café solo por Wen.
Incluso yo lo sabía, muchas veces yo estaba ocupado para notarlo, pero antes de las visitas de Viktor, Wen está en su forma natural que es enojado, y cuando Viktor llega, por arte de magia se pone feliz, aunque con él no parezca.
—Creéme, parece que lo odia, pero conozco a mi hermano, ¡Él está demasiado encariñado con Vik!— dijo Mei sentada en la silla del escritorio.
—Los he visto y, mis antenas de radar gay me dicen que ahí habrá algo hermoso, necesito detalles de todo lo que hagan— añadió Tab.
Se pusieron de acuerdo simultáneamente, y yo las observaba bebiendo de un jugo de cajita, estaba bueno.
Mi cuerpo estaba presente con ellas, escuchando varios rumores o chismes de personas, pero seguía pensando en todo lo que tendré qué hacer para superar a Brent, porque era seguro que él no iba a querer contactarme en un largo tiempo.
Y no estaba en posición de pedirle aunque sea una última oportunidad, porque hasta yo desconfiaba de mi ahora.
__________________________
Por si nunca se habían esperado un Myles violento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro