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27 | Parche descargado

—No me dijiste... —Las lágrimas de Jimin se debordaron, incontrolables—. Mi hermano te habló... Y no me lo dijiste... Y... Tu... Fuiste tu...

Yoon Gi se limitó a agachar la cabeza.

—Si querías matarte, ¿por qué no lo hiciste por tu cuenta? ¿Por qué tuviste que involucrar a otros? ¿Por qué? —Su interlocutor retrocedió, invadido en dolor—. ¿Por qué tuviste que provocar ese accidente?

—Eso mismo me pregunto yo todos los días. —La voz de Yoon Gi se escuchó baja, casi inexistente—. Que por qué no me tiré por un puente... Que por qué maté a alguien... Que por qué sigo vivo... Y que...

—Basta. —Jimin le dio la espalda—. No me importa lo más mínimo lo que te preguntes. —Se cubrió los oídos—. ¡Ya no me importa nada! ¡Nada!

Aquella reacción me pareció dura mas, aún así, esperable. Al igual que lo fue que saliera despedido, rumbo al hotel, y que ninguno de nosotros pudiera hacer nada por detenerle. Pero que lo entendiera era una cosa y que la angustia no me invadiera otra muy diferente.

No nos quería escuchar. No nos permitió hablarle ni se quiso parar a razonar que, pese a lo impactante de la información, lo de su hermano seguía siendo un accidente, de modo que su estado nos obligó a dividirnos. Jung Kook, Soo Ho y Soo Bin se quedaron con Yoon Gi, que había roto también en un desconsuelo abrumador, y yo salí volando tras Jimin, seguida de Tae Hyung, que se me pegó a la espalda como un chicle pese a ser el que menos nociones tenía de la situación.

Sin embargo, ni todos mis argumentos (y le di unos cuantos) ni el esfuerzo de mi acompañante por calmar el ánimo con su aire amable y desenfadado, sirvieron. En media hora, había recogido sus cosas y estaba en la estación de taxis, con nosotros a la zaga y la idea de volver de inmediato a Seúl.

—Jimin, entiendo que ahora mismo estás muy sobrepasado. —Fue lo último que se me ocurrió, antes de que se abriera la puerta del vehículo.

—Si lo entiendes entonces no me detengas.

—Lo hago porque no quiero que pierdas el sentido de la realidad y te hundas de nuevo.

—Pero es precisamente por eso por lo que me voy, Verónica —respondió, con los ojos clavados en la puerta abierta—. Tengo mucho que pensar y necesito estar solo porque, si me quedo, seguro que digo cosas de las que me arrepienta después.

Tenía razón. Asimilar todo de forma adecuada le costaría porque, por un lado, había pasado mucho tiempo bajo la idea de una historia que no había resultado ser tal y, por el otro, porque en ese tal estaba implicado su mejor amigo. Pero, con todo y con eso, verlo marchar en pleno desconsuelo me parecía espantoso.

—Pues yo creo que ha tomado una decisión bastante inteligente.

Tae Hyung, ya en el camino de regreso hacia el hotel, me dio un codazo para que levantara la vista de mis propios pies, y trató de mitigar mi preocupación.

—Aclarase las ideas lejos de Yoon Gi le impedirá precipitarse y cometer un error fatal con él. Después de todo, ese chico estaba pasando un momento muy malo con lo de sus padres y la música que no supo manejar.

—Ya...

La oscuridad se había adueñado del cielo y, en mis pensamientos, que iban de Jimin a Yoon Gi y de Yoon Gi a un suicidio que visualizaba con auténtico terror, avancé como un robot tras los pasos de mi acompañante, sin fijarme por dónde me llevaba, hasta que me di de bruces con un antiguo pabellón construido sobre una ladera que parecía saludar al lago y al mismo tiempo al mar por el otro lado. Era como una especie de templo. Un templo budista.

—¿Qué es eso? —Miré a mi alrededor; nos habíamos desviado mucho del camino al hotel—. ¿Me has traído aquí a rezar o algo así?

—¡Te presento el famosísimo e inimitable pabellón Gyeongpodae! —Tae Hyun dio un salto hacia delante y simuló abarcar el edificio con los brazos—. Uno no puede venir a esta ciudad y dejar de visitarlo, ¿sabes?

—¿Por qué?—Parpadeé.

—Se dice que en su interior se puede ver la luna cinco veces —explicó, con un marcado entusiasmo en la voz—. La primera en el cielo. —Levantó el dedo—. La segunda en el lago. —Hizo lo propio con la balsa de agua—. Y luego se ve en el mar, también dentro del vaso de la bebida que lleves y dicen que los afortunados pueden verla reflejada en los ojos de la persona que te ama.

Oh. Vaya.

—¿Pretendes que me crea esa historieta? —Me eché a reír—. ¿Es un templo para detectar el amor? Lo has buscado por Internet, ¿no es verdad?

—Algo tenía que hacer para animarte y distraerte un poco del drama. —Me guiñó el ojo—. ¿Lo he logrado?

Admiré la techumbre y las paredes rojizas cubiertas en parte por una vegetación ascendente que parecía una escalera, iluminada por bombillitas blancas que parecían estrellas.

—Es precioso —reconocí—. Y es cierto que se da un aire mágico.

—Trae entonces a Jung Kook —respondió, con los ojos en el templo—. A pesar de nuestras diferencias, me gustaría que, ya que has decidido salir con él, pudieras ver la luna en sus ojos. Eso significaría que te ama y yo no estaría preocupado. —Me miró, con una mueca chistosa con la pretendió restarle solemnidad a sus hermosas palabras—. Y si no, ya sabes. Siempre te quedará el "Socorro o sea sálvame".

SOS.

En ese momento solo me reí. No llegué a imaginar hasta qué punto ese ofrecimiento fuera a ser tan determinante tan solo un rato después. Al fin y al cabo, Jung Kook era una persona complicada pero se había relajado. Se había sincerado conmigo, me quería y yo también sentía lo mismo por él. No me entraba en la cabeza que pudiera aparecer algo nuevo que fuera a destruirlo todo de forma instantánea. Y menos aún cuando llegué al hotel, subí a mi habitación y lo encontré sentado en mi cama, esperándome mientras leía uno de sus libros digitales.

Verle ahí me hinchó el corazón.

—¿Qué tal todo? —Soltó el móvil y corrió a abrazarme—. ¿Qué tal ha ido? ¿Y Jimin? ¿Qué ha pasado con él? ¿Y el hipócrita de Tae Hyung?

Me permití hundir la cabeza en su pecho y refugiarme. Se sentía cálido y muy confortable. Se sentía seguro.

—¿Estás bien?

—Ahora sí. —Aspiré el ya familiar aroma a fresco de su ropa—. Pero hasta este momento no lo estaba. Jimin se ha ido y me siento fatal porque he sido yo la que lo ha desencadenado todo con mi tendencia a meter las narices en los problemas de los demás.

—Vero, hablar está bien.

—¿Lo dice el que nunca lo hacía?

—Tu ataque es de lo más gratuito.

—Pero es cierto. —Busqué arrebujarme aún más en sus brazos—. Expresarte nunca ha sido tu punto fuerte.

—Puede pero ya no. —Me apretó contra él—. He aprendido que a veces es necesario y creo que Yoon Gi también porque, aunque ha llorado mucho, al final ha reconocido que se ha quitado un peso de encima al contártelo y que se siente algo mejor.

—¿Ah, sí? —Levanté la cabeza—. ¿De verdad?

—Has hecho un buen trabajo. —La suavidad de sus labios impregnó los míos—. Tenía que sacarlo o se ahogaría solo y tu le ayudaste.

Un rato después, ya me encontraba algo mejor. Encargamos una pizza, nos la comimos mientras veíamos una serie cómica de lo más simplona pero realmente simpática y, entre medias, hablamos de temas intrascendentes. Enumeramos nuestras comidas favoritas y también las más odiadas, los colores de ropa que jamás nos pondríamos, nuestra música preferida, países que nos gustaría conocer... Descubrí que le tenía respeto a los espacios cerrados pero que le encantaban las alturas y colgarse de cualquier zona elevada, que le gustaba mucho cantar y que le solía costar conciliar el sueño por las noches.

Le estaba conociendo.

O eso creí porque, mientras charlábamos, su teléfono, que había dejado silenciado en la mesilla, no paró de zumbar.

—¿No lo vas a coger? —inquirí, a la séptima llamada—. Están insistiendo mucho. Lo mismo es importante.

—Nah, es publicidad. —Ni lo miró.

Seguimos hablando y riéndonos, a lo nuestro, pero, como el susodicho aparato no se callaba, una de las veces que se ausentó al baño, cometí el error (y la estupidez) de curiosear su pantalla.

Sabía que estaba mal. Esas cosas no se hacían porque violaban la intimidad personal pero, ¿y si era su madre? ¿Y si le había sucedido algo malo con el maltratador de Hang y Jung Kook, en su orgullo, no se daba cuenta? ¿Y si necesitaba ayuda? ¿O si estaba arrepentida y quería pedirle perdón?

"Kook, te he estado llamando porque necesito confirmar que el lunes vendrás a grabar", leí el mensaje de KSJ.

KSJ...

¿Kim Seok Jin, el desarrollador de las narices? Qué fuerte. Me dejé llevar y abrí la conversación.

"Tu experiencia con el experimento es la más importante para la investigación".

¿Qué? ¿Experimento? ¿Qué experimento? ¿El de Último Deseo? Mierda.

"No me gusta ser insistente pero tengo que citar a otros chicos y necesito saber que a la una estarás aquí" siguió. "Por cierto, tengo tu recompensa. Recuerda que si cumples, yo también cumplo".

Aquellas frases me cayeron como un jarro de agua fría por la cabeza y me dejaron un muy mal cuerpo. Jung Kook estaba metido en el asunto de la empatía y había hecho un trato con Seok Jin pero a mí me lo había negado. ¿Por qué? ¿Por qué me estaba mintiendo otra vez? ¿Y si...?

Ay, Dios mío.

El cerebro se me puso como una bomba pero no fui capaz de preguntarle (tampoco sabía cómo). Solo me lo tragué y, cuando, a las tres de la madrugada, nos acostamos, me abracé a él. Le besé y me besó. Me perdí en sus caricias. Me estremecí bajo su contacto y gocé de la intensidad de la sensación al penetrarme y moverse dentro de mí. Gemí y me corrí. Y le amé más que nunca. Le quise amar más que nunca. Quizás porque una parte de mi mente temía lo que encontraría después.

En uno de sus primeros arranques de sinceridad, me había confesado que era capaz de hacer cualquier cosa por dinero. Y yo, tonta de mí, lo había asociado al reto. Sin embargo, ahora sabía que existía otra recompensa. Otra que seguramente sería mucho más importante que lo que contenía ese sobre y que por eso había podido prescindir de él.

Y, con el miedo metido en el cuerpo, esperé a que se durmiera y después eché mano de mi teléfono, que había dejado cargando por la mañana y que no había tenido ocasión de revisar.

Parche 2.0 descargado. ¿Deseas abrirlo?

Clip a "aceptar".

Un momento por favor...

Mis ojos se desviaron de la pantalla. Jung Kook respiraba acompasadamente junto a mí, tranquilo y relajado, con el cabello desordenado en la almohada. Me permití acariciarle varios mechones. Le quería tanto...

Bienvenido, usuario.

Sí, sí, hola. Venga, a lo importante.

Usuario PsycoP. Gracias al parche 2.0 puedo informarte que tu deseo se encuentra en un cincuenta por ciento de grado de consecución.

Solo la mitad. Y eso que llevaba parpadeando desde hacía mucho.

Se trata de un deseo doble, ¿deseas visualizar el desglose?

Clip a "aceptar". Una barrita se rellenó de azul.

"Deseo enamorarme" presenta un grado de consecución de un cien por cien.

Si lo mío estaba completado entonces... Otra barrita apareció debajo, vacía.

"Deseo ser correspondida" presenta un grado de consecución de un cero por ciento.

Me cubrí la boca con la mano para reprimir el sollozo.

Usuario, lamentamos comunicarte que la persona que quieres no te corresponde. Te recomendamos que reinicies tu deseo y cambies el foco de interés.

El corazón se me resquebrajó de arriba a abajo. ¿Qué quería entonces Jung Kook de mí? ¿Qué? No me amaba. ¿A qué había venido toda la puesta escena?

Ay.

No... No, no, no.

"SOS". Las lágrimas me cayeron a raudales al escribir a Tae Hyung. "Perdona por las horas pero, por favor, ayúdame".

N/A: ¡Estamos en situación crítica por todos los lados! ¿Que pasará ahora?
Mañana subo los cuatro capítulos que quedan + final.

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