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Capítulo 57: El baile de invierno

Cassie se bajó del coche, bajo un "buena suerte" de su tía y lo primero que divisó fue el ambiente que se respiraba en el instituto.

Había varias personas en el exterior, algunos esperando y otros recién llegados. La música se oía desde ahí afuera y el frío que hacía en la calle se colaba en cada uno de sus huesos. Caminó con bastante prisa para entrar en calor, pero al divisar a un par de personas junto a la puerta se paró.

—¡Qué guapa estás, querida! —mencionó Alex.

Cassie sonrió y observó a su amigo. Llevaba un traje de lo más extravagante. Tal y como era él. La morena sabía que Alex no llevaría el típico traje negro, ni una elegante corbata como el resto de alumnos, por eso no se sorprendió en ver su atuendo de gala.

Miró de reojo a Emily, que estaba a su lado. A diferencia de Alex, ella sí que iba bastante elegante con un vestido verde que realzaba sus facciones. Tampoco se paró mucho a observarla, pues seguía demasiado enfadada con ella como para prestarle atención.

—Tu vestido es muy bonito.

—Gracias.

—Pensaba que ibas a venir con Tyler —dijo Emily.

—No —respondió ella bastante seca.

—Bueno, no pasa nada —intervino Alex—. Puedo ser la envidia de todo el mundo y entrar con dos chicas guapas. Estoy seguro que nadie lo ha conseguido.

—Seguro.

—Bien, pues, ¿vamos? Me estoy pelando de frío.

—No, Alex, espera —ordenó Emily—. Cass, ¿podemos hablar? No soporto que sigamos peleadas.

—Quizás deberías haberlo pensado antes de drogarme.

—Ese es el problema, que no pensé. Iba tan borracha que mi mente no pensó en nada. He estado tan cegada por las animadoras que no he sido consciente de todas las cosas que he hecho —se sinceró—. Y sé que eso no justifica lo que hice, pero estoy muy arrepentida y lo siento mucho, Cass.

—¿Sabes qué es lo que pasa, Emily? Que no sé si puedo volver a confiar en ti.

—Lo sé. Sé que he roto esa confianza ciega que teníamos, pero te prometo que no volverá a pasar. He dejado a las animadoras.

—¿Las has dejado?

—Sí. No me convenían. Sólo hay maldad entre ellas y tampoco es para tanto. De hecho, es mucho peor de lo que pensaba. Los entrenamientos, las dietas... y, sobre todo, sacrificar a mis amigos. No me merece la pena.

Cassie se quedó callada. No sabía qué decirle. Parecía arrepentida de verdad, pero a la vez no podía dejar de pensar en todo el daño que le había hecho.

—Por favor, perdóname.

—No sé, Emily... Tienes que currártelo mucho para que sea capaz de perdonarte.

—Lo haré, lo prometo.

Emily se abalanzó a Cassie y le dio un fuerte abrazo. Aunque no hubieran arreglado del todo las cosas, las palabras de su amiga le daban esperanza para poder solucionar todo el desastre que había ocasionado.

—¿Podemos entrar ya? Me estoy muriendo de frío.

—¿Tú? ¡Pero si vas en traje! —Alex le sacó la lengua a Cassie.

Los tres entraron en el instituto y recorrieron los pasillos hasta llegar al gimnasio, lugar donde se celebraba la fiesta. Dejaron sus chaquetas en una de las clases de al lado, habilitada como ropero, y se hicieron un par de fotos en el photocall que había junto a la puerta.

Crazy in love de Beyoncé sonaba por todo el instituto y, desde la puerta, se podían ver las luces de colores que iluminaban todo el gimnasio.

—Miller, ¿podemos hablar? —dijo alguien en su espalda justo antes de que entraran.

Cassie resopló. Quería entrar en el gimnasio y buscar a Tyler, pero todo el mundo se había puesto de acuerdo para que no lo hiciera.

Se dio la vuelta y se encontró con Scott, vestido de traje. Echó una mirada rápida a Emily y observó que sus ojos y los de Scott se encontraron durante unos segundos. La rubia apartó la mirada rápidamente y cogió del brazo a Alex.

—Nos vemos dentro, ¿vale, Cass? —le informó Alex.

Cassie asintió y observó cómo sus amigos entraban en el gimnasio bajo una triste mirada de Scott.

—¿Qué pasa, Thompson?

—Quería hablarte de Ty.

Cassie se quedó quieta. ¿De qué quería hablar Scott de Ty? ¿Es que acaso le había pasado algo?

—Es un buen tío y está enamorado de ti. Sé que Vanessa te contó muchas cosas, pero son todas mentira. Él nunca hizo una apuesta, al contrario, te defendió cuando me burlé de él por salir contigo. En mi cumpleaños, nos enteramos que fue ella quien borró tu vídeo.

—¿Vanessa? ¿Cómo?

—Se coló en casa de Ty, lo vio y lo borró. Él no hizo nada de eso. Sólo quería que lo supieras.

—Thompson, ¿por qué me estás contando todo esto?

—Porque no quiero que seas tan gilipollas como yo y pierdas al chico que quieres. Yo la he cagado mucho con Emily y sé que nunca podré recuperarla, pero Ty merece estar contigo. Te quiere de verdad.

—Lo sé, Scott. Gracias.

—Te veo dentro, Cassie —le guiñó un ojo y Scott se adentró en la fiesta.

Cassie se paró unos segundos ante la puerta. No le había hecho falta todas esas confesiones, pero agradecía confirmar que todo lo que habían vivido no había sido mentira y que Tyler la quería de la misma manera en la que ella lo quería a él.

Entró en la fiesta y buscó con la mirada aquellos ojos verdes que la hacían perder el sentido. Tardó un poco en encontrarlo, pero lo hizo.

Tyler estaba apoyado sobre una mesa aburrido y puede que un poco cabizbajo. Cassie cogió aire y se acercó hasta él. A medida que se fue acercando fue descubriendo lo guapo que iba. No estaba acostumbrada a verlo en traje, puede que nunca lo hubiera visto tan arreglado, pero estaba muy guapo. Demasiado, quizás. Aquel traje oscuro le quedaba como un guante y la corbata amarilla pastel era perfecta.

Cassie sintió que su corazón estallaría de lo guapo iba.

—Hola, ¿puedo? —preguntó ella señalando un pequeño hueco que había en la mesa y se apoyó en ella, sin llegar a sentarse.

—Cassie, ¿qué haces aquí? —Tyler se incorporó de golpe y se colocó enfrente de ella—. Pensaba que no ibas a venir. He visto a Alex y a Emily y he pensado que...

—Pues aquí estoy —sonrió.

Tyler la miró de arriba a abajo. Estaba preciosa. Aquel vestido azul era perfecto para ella. Bajó la vista y comprobó que llevaba tacones. Cassie nunca llevaba tacones, por lo que, al verlo, sonrió. Estaba tan guapa que se maldijo a sí mismo, pues no sería capaz de apartar la mirada de ella en toda la noche.

—He ido a tu casa, pero ya no estabas —mencionó ella incorporándose.

—¿Has estado en mi casa?

—Sí, quería ir a buscarte para venir al baile.

—Se supone que es el chico quien tiene que ir a buscar a la chica.

—¿En pleno siglo XXI? —él sonrió y se pasó los dedos por la boca—. El caso es que he ido a buscarte porque quería hablar contigo y disculparme.

—Cass, yo...

—No, tú nada. Tú no has hecho nada. Soy yo la que te tiene que pedir perdón por haberme creído todas esas cosas horribles sobre ti.

—Vanessa es muy convincente, créeme que lo sé. Deberías saber que ella...

—Lo sé y no me hacía falta saberlo para querer estar contigo. Nunca debí creerla, debí haberte escuchado y haberte creído, pero tenía miedo.

—¿Miedo? ¿De mí?

—No, de lo que siento yo por ti. Esta sensación de estar al borde de un abismo y de que mi corazón se acelere cada vez que estás cerca son algo a lo que todavía estoy intentando acostumbrarme.

—Me alegro, porque es lo mismo que siento yo. Me he enamorado de ti hasta las trancas.

—Y pienso confiar ciegamente en todo lo que me digas y no voy a volver a creer nada que un par de arpías me digan —Cassie se paró de golpe analizando lo que creía haber escuchado—. ¿Qué has dicho?

Tyler sonrió de oreja a oreja, la sujetó de la cintura y se quedó a escasos centímetros de ella.

—Que me he enamorado de ti, Cassie Miller.

—Y yo, Tyler Danforth. Me he enamorado de ti hasta las trancas.

Acortaron la distancia que había entre los dos y se besaron en los labios. Esos mismos que llevaban semanas sin besar y de los que no sabían cómo habían sobrevivido tantos días sin haberlos probado. Y ocurrió, lo mismo que ocurría cada vez que se besaban. Todo el mundo desapareció a su alrededor, la música se convirtió en silencio y sólo estaban ellos dos sumergidos en su mundo.

Se pararon un poco para coger algo de aire y sonrieron. Parecía mentira que todo volviera a la normalidad.

—Vestido azul...

—Corbata amarilla...

—Pensaba que ibas a venir con un vestido amarillo —dijo mirándose la corbata—. Lo que me recuerda...

Tyler se dirigió hacia la mesa y alargó el brazo. Cogió una cajita transparente y sacó de ella un ramillete lleno de pequeñas florecitas amarillas.

—No pega mucho con tu vestido, pero...

—Es perfecto.

Tyler colocó con cuidado el ramillete alrededor de la muñeca de Cassie. La morena miró su mano y comprobó que era precioso.

—¿Y cómo es que escogiste un vestido azul? —preguntó Tyler sonriendo—. ¿No tendrá que ver con cierto Parrot...?

—Puede.

Cassie colocó sus manos alrededor de su cuello, dispuesta a besarlo de nuevo. Le daba igual la fiesta, la música e incluso sus amigos. Estaba dónde quería estar: con el chico del que se había enamorado.

—¿Me escucháis? —el sonido del micrófono chirrió por todo el instituto.

Todo el mundo dirigió su mirada al escenario y vieron a la directora Cox, con un vestido negro, delante del micrófono.

—¡Buenas noches, Parrots! ¿Cómo va la noche? —algunos alumnos abuchearon a la directora por interrumpir el momento—. Lo sé, molesto, pero es el momento de anunciar a los reyes del baile de este año.

Todo el mundo, si no lo estaba haciendo ya, prestó atención. Incluso todas esas personas que ni siquiera tenían un mínimo interés en ese momento de la noche, también lo hicieron.

—Bien, veamos, a quién habéis elegido como rey... —la directora abrió un sobre y sacó una tarjeta para leer el nombre que había escrito en ella—. El rey de este año es... ¡Scott Thompson!

Todo el mundo empezó a aplaudir y uno de los focos de luz se dirigió al capitán del equipo de fútbol. Muy sonriente y bajo los aplausos de todo el mundo, se acercó hasta el escenario. En cuanto subió, Vanessa y Violet, como capitanas de las animadoras y organizadoras del baile de invierno, salieron al escenario y le colocaron una corona sobre la cabeza. Vanessa le dio un beso en la mejilla, algunos chicos silbaron y algunos sólo aplaudieron. Lo que no pasó desapercibido fue la cara de fastidio de Hunter.

—Enhorabuena, Thompson.

—Muchas gracias, directora.

—Prepárate, Miller, que ahora vas tú.

—¡Qué dices, bobo! —le dio un golpe en el brazo—. Si ni siquiera eché la candidatura.

—Yo te habría votado.

—Lo sé.

Cassie le dio un beso en la mejilla y le cogió de la mano. Ambos dirigieron la mirada hacia el escenario. A ninguno de los dos, les hacía falta escuchar el siguiente nombre, pues todo el mundo presente en esa sala sabía que Vanessa sería quién llevaría puesta esa corona.

Incluida ella.

—Bien, es el turno de la reina —la señora Cox sacó otro sobre y otra tarjeta, esta vez de color rosa—. La reina del baile de este año es... ¡Emily Sparks!

Todo el mundo se quedó en silencio y Cassie soltó un grito ahogado. Alex y ella sabían con certeza que la candidatura de Emily no había sido fortuita y, por mucho daño que le hubiera hecho la rubia, no quería que sufriera.

Sin embargo, en cuanto el foco la iluminó, la gente empezó a vitorearla y animarla, sobre todo las chicas que había en aquella fiesta. Al parecer, habían considerado muy valiente todo lo que había hecho y cómo había sido capaz de plantar a Scott y a las animadoras.

Con vergüenza y un empujón de Alex, Emily se dirigió al escenario. Con resignación, Vanessa le colocó la corona y algunas chicas vitorearon aún con más fuerza, Alex incluido con ellas.

—Enhorabuena, Sparks.

—Gracias, directora —dijo con una sonrisa.

—Un fuerte aplauso para el rey y la reina del baile.

Scott y Emily se colocaron en el centro del escenario. Ambos se miraron y ambos supieron que les hubiera gustado que las cosas fueran diferentes. Emily apartó con rapidez la mirada y la dirigió hacia el público, buscando una cara amiga.

—Bien, pues es el momento de que los reyes bailen su canción —anunció la directora.

The Scientist de Coldplay empezó a sonar.

Cassie y Tyler se miraron y sonrieron sin creer que estuviera sonando aquella canción.

Emily miró a Scott y comprobó que este le había extendido su mano para que ella la cogiera y bajaran a la pista de baile. En cambio, Emily apartó la vista y bajó del escenario. La gente se hizo a un lado según esta pasaba hasta que se paró justo enfrente de Alex.

—Mereces mucho más esta corona que yo.

—No, querida. Esa corona te pertenece —le respondió Alex.

—Entonces, concédeme este baile.

—Eso está hecho, querida.

Los dos se colocaron y empezaron a bailar al son de la música.

Scott bajó y atravesó la pista de baile para salir a la calle y tomar algo de aire.

—¿Estás bien? —le frenó Tyler antes de que saliera.

—Lo estaré —bajó la mirada y vio que Cassie y Tyler estaban cogidos de la mano—. Me alegro por vosotros.

—Gracias, tío.

Scott se alejó, quitándose la corona, y desapareció de la vista de los dos.

—¿Me concedes este baile, Miller?

—Por supuesto que sí, Danforth.

Los dos se acercaron al centro de la pista de baile y acortaron la distancia para bailar junto al resto de parejas que se había unido a la reina del baile.

—¿Recuerdas los pasos? —vaciló Cassie.

—Espero, porque hace mucho que mi tutora no me da clase.

—Eso podemos solucionarlo a la vuelta de vacaciones, pero ahora procura no pisarme, Danforth.

—No prometo nada, Miller.

Los dos sonrieron, mirándose a los ojos. Posiblemente, ninguno de los dos sería capaz de cansarse de aquellos ojos.

—¿Te he dicho ya que te quiero, Tyler Danforth?

—Te quiero, Cassie Miller.

Los dos se besaron bajo alguna que otra atenta mirada, pero lo cierto era que a Cassie ya no le importaba pasearse de la mano con Tyler o besarlo delante de tanta gente. Estaba con él y eso era lo único que importaba.

En cuanto la canción terminó, Poster girl de Zara Larsson empezó a sonar.

—¿Esto es cosa tuya? —le preguntó Cassie.

—Te juro que no.

Cassie acortó la distancia y besó a Tyler en los labios. Se sentía tan bien poder hacerlo siempre que quisiera, que posiblemente nunca se cansaría de hacerlo.

—Veo que lo habéis arreglado. Me alegro mucho, amiga.

Alex se acercó a Cassie y la abrazó con fuerza.

—Enhorabuena, Sparks.

—Gracias, Danforth.

—Pero bueno, ¿hemos venido aquí a estar de charleta? —comentó Alex—. Vamos, ¡a bailaaaaaar!

Los cuatro se pusieron a bailar y en seguida, Ryan y su novia se unieron a ellos.

Fue en ese preciso momento que Cassie y Tyler se miraron, completamente felices, y supieron que aquel último curso en Westhill River terminaría siendo el mejor de sus vidas.

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