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Capítulo 56: El plan

—Estate quieta —se quejó Anna, mientras que ponía horquillas sobre el pelo de Cassie.

—Date prisa, tía. No quiero que se haga tarde.

—Pues estate quieta.

Cassie tenía un plan. Uno que parecía infalible, pero sólo si llegaba a tiempo. Su tía Anna no se lo estaba poniendo nada fácil. Se había entretenido demasiado tiempo en maquillarla y no parecía estar dándose mucha prisa en hacerle el semi recogido del pelo.

Ni siquiera sabía por qué la había dejado hacerlo. Bueno, en realidad sí. Primero porque había insistido tanto que Cassie aceptó para que se callara, y segundo porque sabía que su tía sabría maquillarla y peinarla mucho mejor que ella, sobre todo para una ocasión tan importante.

—¿Ya estás lista?

—No. Anna se está eternizando.

—Calla, niña. Ya me queda poco.

Grace se sentó derrotada. Había estado todo el día trabajando y se había escapado un rato para poder ver cómo su sobrina iba preciosa al baile y hacerle millones de fotos.

—¿Mandaste todos los papeles a Juilliard?

—Sí, los mandé anoche.

—No le hagas hablar que se mueve y no puedo terminar —se quejó de nuevo Anna.

—Vale, vale... Pero date prisa, Anna, que tengo que irme a la cafetería y quiero hacerle fotos antes.

—Por Dios, sois una pesadilla las dos. Ya está.

—¿Sí? ¿Has terminado?

—Sí.

Cassie se levantó y se fue corriendo a su habitación para poder vestirse.

—¡Ten cuidado con el pelo! —resopló—. ¡Y ponte el pintalabios que he dejado encima de tu escritorio!

—¡Vale! —gritó Cassie desde la habitación.

—¿Le vas a dar carta libre con la hora? —preguntó Anna a Grace, mientras recogía todos los utensilios que había dejado esparcidos por el salón.

—Creo que sí. Después del mesecito que lleva, merece disfrutar de esta noche.

—Espero que todo salga bien.

—Yo también —Grace observó cómo Anna recogía—. Lo estamos haciendo bien, ¿verdad?

—¿El qué?

—Educar a Cassie.

—Grace, ¿tú has visto a esa niña?

Anna paró de recoger y se sentó junto a su hermana.

—Cuando llegó a esta casa, nunca pensé que sería capaz de criar a una adolescente.

—Y mírala ahora. A punto de ir al baile de último curso y con un pie en la universidad. No lo hemos hecho bien, lo hemos hecho mejor que bien. Sobre todo, tú.

Anna se acercó a su hermana y le dio un fuerte abrazo.

—Cassie siempre será nuestra niña.

La morena salió de la habitación, nerviosa, con su vestido azul cielo. Llevaba varias flores bordadas en la parte superior, en forma de corpiño, y un par de flores descendían por la falda de tul. Se cercioró de que los finos tirantes estuvieran colocados en su sitio.

—Wow, estás preciosa.

—¿En qué momento te has hecho tan mayor? —dijo Grace emocionada.

Cassie se acercó hacia sus tías con cuidado. No estaba acostumbrada a llevar tacones y tenía miedo de caerse de bruces.

—Os quiero mucho, lo sabéis, ¿verdad?

Las tres se fundieron en un abrazo.

—No llores que se te estropea el maquillaje —se echaron a reír.

—Venga, ponte ahí, junto a las flores. Voy a hacerte fotos —Grace sacó el móvil.

—Vale, pero date prisa.

Grace tomó miles de fotos de diversas posiciones y múltiples ángulos. Pensaba llevarlas ese mismo lunes a imprimir en buena calidad para colocar alguna de ellas en el salón, junto con las futuras fotos de graduación.

En cuanto Grace dio por terminada su sesión de fotos, las tres se montaron en el coche.

Primero, hicieron una breve parada en Rosie's para dejar a Grace y después se dirigieron al siguiente destino para seguir el plan de Cassie.

La morena estaba tan nerviosa que no se percató de cuándo su tía Anna paró enfrente de la casa de Tyler.

—Seguro que va a salir todo bien.

—¿Tú crees? —Anna asintió—. Nunca debí dudar de él, es bastante comprensible que no quiera volver a verme.

—Cielo, es normal que lo hicieras. Esa sinvergüenza elaboró muy bien su mentira. Cualquiera hubiera dudado —Cassie suspiró—. Pero, Ty es un buen chico. Estoy segura de que lo solucionaréis.

—Eso espero.

—Vamos a hacer una cosa. Yo te voy a esperar aquí, ¿vale? —le propuso Anna—. Si sales de esa casa agarrada de su mano, me iré sigilosa como si nunca hubiera estado aquí, y si sales sola, te llevaré hasta el baile para que te emborraches hasta mañana.

—¡Tía! —Cassie se echó a reír.

—¿Que? Grace te ha dado carta blanca con la hora y yo te doy carta blanca con el alcohol.

—Gracias —Cassie se abalanzó a su tía y le dio un fuerte abrazo.

—Y ahora, venga. Ve y cómele la boca.

Cassie se echó a reír a carcajadas y bajó del coche.

Mientras caminaba hasta la puerta, Cassie repasó mentalmente el discurso que pensaba decir. A diferencia de la última vez, esa vez sí que se había preparado algunas palabras.

Llamó al timbre y esperó a que alguien abriera la puerta. Y esperaba que lo hicieran rápido, porque la chaqueta que había cogido para abrigarse no combatía muy bien el frío que hacía en la calle.

La puerta se abrió despacio y Cassie esperó encontrarse con Tyler al otro lado.

—¡Ala! ¡Qué guapa! Pareces una princesa de Disney

Lottie la miraba con los ojos abiertos como platos. Parecía que nunca hubiera visto a nadie tan arreglado.

—Gracias —dijo con las mejillas sonrojadas.

—Lo digo en serio. Estás espectacular —dijo sin salir de su asombro—. Pero, pasa, pasa, que hace mucho frío afuera.

Cassie asintió y se adentró en el interior de la casa.

—Lottie, ¿quién es?

—Es Cassie.

El señor Danforth salió de la cocina y se acercó a la entrada para ver a la joven.

—Estás preciosa.

—Muchas gracias. Venía a buscar a Ty.

Richard y Lottie se miraron entre sí y Cassie supo en ese instante que no le dirían buenas noticias.

—Ty, no está. Se ha ido hace un rato al baile —le informó Richard.

Maldita sea. Había llegado tarde. Suspiró. Su plan se estaba yendo a la mierda.

—Solo —aclaró Lottie guiñando un ojo, algo que alivió un poco a Cassie. Al menos no tendría que preocuparse de esa parte.

—Oh, bueno. Pues supongo que ya no necesita que le recoja —sonrió levemente.

—Lo siento. ¿Quieres que te acerque? —propuso Richard.

—Oh, no. No hace falta.

—¿Seguro?

—Sí, no te preocupes. Mi tía está afuera esperando —aclaró—. Bueno, debería irme.

—No, espera —dijo Lottie y se fue al piso de arriba corriendo.

—Esta chica... Discúlpala.

—No pasa nada —sonrió.

Lottie bajó las escaleras como un rayo y se paró delante de Cassie.

—Cierra los ojos —le ordenó y seguidamente le echó un spray por la cara—. Así te durará el maquillaje toda la noche y es muy bonito para que se joda.

—Lottie... esa boca.

—Perdón.

—Gracias —sonrió—. Me voy.

—¡Buena suerte! —gritó Lottie cuando Cassie salió por la puerta—. ¡Qué guapa va! Si Tyler no se da cuenta, es que es imbécil.

—Lottie... —rio Richard.

Anna no dejó de mirar a la puerta esperando tener que salir de allí sigilosa como el viento. Sin embargo, cuando vio a su sobrina salir sola de la casa de los Danforth, sintió una gran decepción y una gran tristeza por su sobrina. De verdad confiaba en que su plan saliera a la perfección.

Cassie se montó en el coche bajo la atenta mirada de su tía.

—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

—Sí. Hemos llegado tarde, no está.

—¿Ya se ha ido al baile? —Cassie asintió—. ¡Ah, bueno! No pasa nada. Todavía tienes una oportunidad.

—¿Tú crees?

—Claro que sí. Ponte el cinturón, nos vamos al baile.

Y sin dejar que Cassie replicara, Anna arrancó el coche en dirección al instituto para llevar a su sobrina al baile y recuperar al chico del que se había enamorado.

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