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Capítulo 53: Ayúdame

Tyler llegó a casa y lo primero que hizo fue sentarse en una de las banquetas de la isla de la cocina. No pudo aguantar más y se puso a llorar.

No sabía cuánto necesitaba llorar, hasta que lo hizo.

Había estado demasiados días aguantando ese nudo en la garganta que no le dejaba respirar y por fin había dejado que se liberara. Vanessa lo tenía todo tan planificado que no veía una solución posible para que Cassie lo creyera. Entendía que estuviera enfadada con él, pero al mismo tiempo le dolía que ella pensara que él hubiera sido capaz de haber hecho todas esas maldades. Sin embargo, Cassie había perdido la única oportunidad que tenía de ir a Juilliard y, aunque ahora sabía que no tenía la culpa, no podía evitar sentirse culpable.

Necesitaba arreglar las cosas con Cassie, porque su vida se hacía insoportable sin ella, pero en ese momento, todo se veía muy negro.

—Ty, ¿ya has vuelto? ¿Qué tal la fiesta?

Su padre, en pijama, se acercó a la cocina y comprobó que su hijo estaba llorando.

—¿Qué te pasa?

—Papá, ayúdame. No puedo más —dijo llorando.

Y como un niño pequeño se abrazó a su padre.

—Hijo, ¿qué ha pasado?

Se separó un poco de él y sujetó la cara de Tyler con sus manos.

—¿Te has pegado con alguien? —le preguntó al ver su labio.

—Sí, pero eso no es nada.

—Yo creo que sí...

—Papá, la he cagado, necesito tu ayuda. No puedo soportar más esta sensación y encima creo que me he cargado el coche.

—Vale, hijo, tranquilízate y cuéntame qué ha pasado. ¿Necesitas que llame al abogado? —Tyler negó con la cabeza—. Vale —respiró. Se acercó al grifo y llenó un vaso de agua—. Toma, bebe un poco.

Tyler lo cogió y, tras sorberse los mocos y limpiarse las lágrimas, bebió del vaso que su padre le había extendido.

—¿Todo esto es por Cassie?

—Sí —confesó—. Nunca me había sentido así, es como si me costara respirar, como si me doliera todo el cuerpo, y no puedo hacer nada para arreglarlo.

—Esa sensación sólo se tiene cuando pierdes a alguien que realmente te importa y quieres. Ty, te has enamorado de esa chica.

Tyler se quedó en silencio. Era cierto. Aquello que sentía en su pecho era mucho más grande que un simple "me gustas". Estaba enamorado de Cassie hasta las trancas.

—Nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, ¿verdad? Supongo que eso fue lo que ocurrió con tu madre.

—Papá, mamá no se fue por tu culpa. Mamá necesitaba volar, viajar y no tener una rutina y eso no se puede tener cuando tienes hijos —respondió Tyler.

Richard se quedó impresionado con la respuesta tan madura que su hijo le acababa de dar.

—No puedes tener a un pájaro encerrado en una jaula, y ella se sentía así en esta casa.

—Sí, supongo que sí —suspiró—. Pero, vamos a intentar que no te pase a ti. ¿Qué ha pasado?

—Pfff, ¿por dónde empiezo?

—Por el principio, hijo.

Tyler resopló y empezó a contarle a su padre todo lo que había sucedido en su vida desde que había comenzado su último curso en el instituto.

Repasando todos esos meses, se dio cuenta de que el Tyler del verano no era el mismo Tyler que estaba ahí sentado con su padre. Había madurado bastante, se había dado cuenta de cuáles eran sus sueños y, sobre todo, el Tyler del verano nunca se habría imaginado que acabaría enamorado de Cassie Miller y, mucho menos, que le confesaría todos sus sentimientos a su padre.

—Vale. No has tenido la culpa, pero Cassie cree que sí —dijo su padre intentando encajar todas las piezas.

—Eso es. Ella sigue pensando que yo la drogué en la fiesta y que yo borré su vídeo, pero fue Vanessa quién lo hizo.

—Pero eso ella tiene que saberlo. Necesita saber que esa otra chica lo hizo.

—Lo sé, pero no quiere escucharme —se pasó la mano por el pelo—. Quizás si tuviera el vídeo, ella me creería. Si hubiera podido mandarlo, quizás no pensaría que todas esas cosas las hice yo.

—¿Y no hay rastro del vídeo? —Tyler negó con la cabeza—. ¿El ordenador no guarda una copia ni nada? —Tyler volvió a negar. Richard suspiró—. No sé, hijo. Si esa chica le confesara toda la verdad a Cassie...

—Eso no va a pasar, ya te lo digo yo.

—A ver, déjame pensar. Puede que... Sí. Espera aquí.

Tyler no se movió, pero dirigió su mirada hacia su padre. Se fue hacia su despacho y buscó algo que Tyler no comprendió. ¿Qué podía haber allí dentro que lo ayudara a solucionar las cosas con Cassie?

—¿Qué estás buscando papá?

Se acercó al despacho y se quedó apoyado en la puerta, mientras observaba cómo Richard buscaba algo en su agenda.

—Aquí está —le hizo un gesto con la mano para que pasara—. ¿Te acuerdas de la señora Chen? —Tyler lo miró confundido—. La señora que siempre se queda en la suite lila de Austin.

—Ah, sí, la estirada.

—Esa. Ella te puede ayudar —Tyler asintió sin comprender muy bien cómo esa mujer podría ayudarlo—. Pero, no lo voy a hacer yo, lo harás tú —le extendió una tarjeta de visitas—. Prepara un buen plan, la llamas, le dices que eres mi hijo y después, intenta ser muy convincente. Es una mujer muy difícil de persuadir.

Tyler miró la tarjeta en donde aparecían los datos de aquella mujer. Al leerla, se dio cuenta de lo que decía su padre y de cómo esa mujer sería capaz de ayudarlo.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, un poco.

Tyler se sentó en la silla que había enfrente del escritorio y miró a su padre. Se había sincerado de todas las formas posibles con su padre, pero había algo más que tenía que decirle. Era el momento perfecto. Tenía el valor suficiente para hacerlo.

—Hay algo más que tienes que saber.

—Dime.

—No quiero ir a Stanford —sentenció sin rodeos.

—¡Vaya! Eso no me la esperaba.

Richard suspiró y se levantó de la silla. Dio la vuelta al escritorio y se sentó al lado de su hijo. Aquello era algo que debía escuchar con atención y estar cerca de Tyler para que se sintiera cómodo, no como una de las visitas formales que se sentaban al otro lado del escritorio.

—No quiero estudiar empresariales, no me gusta.

—Vale. ¿Y qué quieres hacer?

—Ir a Columbia.

—¿Quieres estudiar en Nueva York por Cassie? Porque no voy a consentir que cometas una locura por una chica.

—No, no. No es por ella. Bueno, una parte sí, pero quiero ir a Columbia porque allí tienen un buen programa de tecnología y comunicación.

—Veo que lo tienes muy bien estudiado.

—Bueno, no era algo que entrara en mis planes, pero cuando la orientadora del insti me lo propuso, lo vi posible.

—¿La orientadora? Tyler, ¿desde cuándo te estás planteando esto?

—Desde que hicimos aquellos test de orientación.

—¿Y por qué no me lo has dicho antes?

—Porque no quería decepcionarte. Siempre hemos hablado de Stanford y de que yo continuara con el hotel, pero...

—Pero no te gusta.

Tyler negó con la cabeza y su padre intentó asimilar todo lo que él le estaba diciendo. Demasiada información en muy poco tiempo.

—Ty, hijo. Hagas lo que hagas nunca podrías decepcionarme y mucho menos por querer estudiar algo que te gusta. La verdad es que no sé cómo no me lo he imaginado. Siempre andas con el ordenador, montando vídeos y grabando todo lo que hacemos en vacaciones.

—¿Lo dices en serio?

—Claro que sí. No te voy a negar que me fastidia. Eres un digno sucesor de mi negocio y, sinceramente, no veo mucho a Lottie dirigiendo los hoteles con todos sus maquillajes.

—Yo tampoco.

Los dos se echaron a reír. Desde luego, la pequeña de los Danforth no tenía entre sus planes dirigir una cadena de hoteles. Quizás recorrer el mundo alojándose en ellos sí, pero sin duda, Lottie tenía planeado un futuro muy diferente.

—¿Y ya has echado la solicitud de Columbia?

—No. Pensaba hacerlo en el plazo ordinario.

—Vale, bien. Supongo que lo tienes bastante claro.

—Sí.

—¿Se puede saber qué estáis haciendo los dos? —dijo Lottie apareciendo por el salón, toda despeinada y adormilada—. ¡No son horas, señores!

—¿Qué te pasa, hija?

—Nada. Me habéis despertado con vuestras voces. ¿Pasa algo?

—No pasa nada, Lottie.

—Venga, anda, vámonos a dormir.

Tyler se levantó y, antes de acercarse a su hermana, abrazó a su padre y le susurró un "gracias" cerca de su oído. Lottie observó la escena alucinando, pero no dijo nada, pues no quería meterse en líos. Tyler se acercó a su hermana y le pasó el brazo por encima del hombro, para marcharse al piso de arriba.

—Buenas noches, papá.

—Buenas noches, hijos.

Los dos se alejaron y se encaminaron hacia las escaleras.

—¿Vienes borracho y papá te ha echado la bronca? —mencionó Lottie mientras subían las escaleras.

—No.

—Pues hueles a cerveza que flipas —Tyler le sacó la lengua—. ¿Se puede saber qué has hecho en esa fiesta?

—Cállate, niña.

Los dos se separaron y se metieron en sus respectivas habitaciones. Lottie se fue derecha a dormir, mientras que Tyler se quedó parado, en medio de la habitación, pensando.

Había confesado demasiadas cosas a su padre, cosas que nunca imaginó que tendría el valor de decirle, y para su sorpresa, se sentía mucho más aliviado. Ya no tenía que ocultarle que quería ir a Columbia y él le había ayudado a ver las cosas con Cassie con algo más de claridad.

Repasó algunas cosas que habían hablado y hubo algo a lo que no paraba de darle vueltas. Si pudiera recuperar el vídeo de Juilliard... Pero había probado de todo en su ordenador por si encontraba alguna copia y no había nada. Dio un par de vueltas por la habitación y entonces, divisó su cámara. Llevaba sin tocarla desde que pasó el vídeo al ordenador.

La cogió corriendo y sacó la tarjeta de memoria.

Tenía una corazonada, una mínima, pero le bastaba.

Introdujo la tarjeta de memoria en el ordenador y sintió como todo su cuerpo conseguía relajarse.

Todos los vídeos que había grabado a Cassie estaban allí. Incluidos aquellos que no eran válidos y que tuvieron que repetir una y otra vez. No había nada editado, ni montado, pero era perfecto.

Por fin empezaba a ver la solución a todos sus problemas.

Por fin veía posible volver a estar con la única persona que le había robado el sentido y el corazón.

Por fin.

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