Capítulo 51: Mira lo que has hecho
Era de noche y estaba viendo una serie en su ordenador cuando el timbre de su casa sonó doscientas veces en cinco segundos.
Ni siquiera sabía qué hora era.
Sólo había querido mantener su cabeza ocupada en algo. Algo que no le hiciera pensar en la idea de que todo el mundo estaría en la fiesta de Scott. Bueno, salvo Emily, Alex y ella. Los tres habían prometido no aparecer por aquel lugar, ni siquiera si aquello se incendiaba.
Emily no quería ver a Scott ni en pintura, mucho menos en su cumpleaños; Alex había querido ser solidario con sus amigas (aunque le había costado mucho); y Cassie tenía que hacerlo.
Sabía que, si aparecía en esa fiesta, no sería capaz de ignorar a Tyler.
Sabía que lo buscaría en la multitud y que no soportaría estar lejos de él.
Sabía que lo perdonaría en cuanto él la mirara con aquellos ojos verdes suplicantes.
Por eso, se había apalancado en la cama, esperando a que ese día terminara lo antes posible. Pero el timbre, arruinó sus planes de no levantarse de la cama.
Abrió la puerta y se encontró con un Alex arreglado, preparado para ir de fiesta.
—Vístete, nos vamos al cumpleaños de Thompson.
Alex entró hasta el fondo de su casa y se dirigió hasta la habitación de Cassie.
—¿Qué? ¡No! Habíamos prometido no ir.
—Eso era hasta que he visto Instagram —ella lo miró desconcertada—. ¡Ay, madre! Que no lo has visto.
—No quiero saber nada. He estado todo el día viendo Los Bridgerton.
—Pues mira.
Alex sacó el móvil del bolsillo y se lo plantó a Cassie delante de la cara.
—Te he dicho que no quiero ver na... ¿Esa es Zara Larsson? —dijo sin poder creerlo.
—Sí, querida. El puto Thompson ha contratado a la mismísima Zara Larsson y nosotros no estamos allí.
Cassie se paró un segundo. Su cantante favorita estaba en la misma ciudad que ella, en una fiesta a la que ella había sido invitada y ella no estaba allí. ¿Qué cojones hacía en su casa viendo una serie del siglo XIX? Entonces, se acordó de Tyler. Él sabía que a ella le encantaba aquella artista y Scott, posiblemente, supiera lo mismo de Emily. Por eso la habían contratado. Era una forma de llamar su atención.
Si iba hasta allí era como caer en la tentación del diablo, pero... era Zara Larsson.
—Vamos, coge un vestido y nos vamos a buscar a Emily.
—No. No voy a ir.
—Cass, amiga, ¿te estás oyendo?
—Sí. Estoy segura de que es lo que quieren. Que Emily y yo vayamos. No pienso darles el gusto.
—Porfa, Cass. Hazlo por mí —le suplicó con las manos entrelazadas entre sí.
—Lo siento, Alex. Tyler me ha hecho mucho daño y no quiero darle más razones para hacerlo. Y a Emily tampoco deberías decírselo.
—Pfff —resopló.
—Pero, ve tú y me cuentas qué tal.
—No, amiga. Si tú no vas, yo tampoco. Me quedaré aquí contigo, viendo Los Bridgerton en solidaridad.
—No quiero que te lo pierdas por mí.
—Está decidido —se quitó la chaqueta y la dejó sobre la silla del escritorio—. ¿Llamamos a Emily para que venga y no esté sola?
—Me parece bien.
Alex marcó su teléfono y esperó varios tonos para que Emily se lo cogiera. Sin embargo, esta no se lo cogió.
—Quizás se ha ido a dormir.
—Sí. Seguro.
—Bueno, pues ponme al día. ¿Por dónde vas?
Los dos se tumbaron en la cama y dieron al play para continuar viendo la serie que Cassie llevaba viendo desde hacía varias horas.
No llevaban ni medio capítulo cuando el móvil de Cassie empezó a sonar. Se levantó de la cama y se fue hasta el escritorio, donde había dejado el teléfono para no mirar nada.
—¿Quién es? —le preguntó Alex curioso, mientras que paraba la serie.
—Tyler.
—¡Ah! Cógelo, cógelo.
—No. Estoy segura de que está borracho y me llama para decir alguna gilipollez.
—Por Dios, Cassie. ¿No sabes que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad? Está en la mejor fiesta del año y te está llamando, cógelo.
Cassie suspiró. ¿Debía hacerlo? Con sólo un par de palabras ella caería, iría sin pensarlo, sin acordarse de nada de lo que él le había hecho.
—Por favor, Cass —suplicó Alex.
—Argg. Está bien.
Descolgó el teléfono y en cuanto se lo puso en la oreja, supo que ya era tarde. Tyler ya había colgado. Había tardado demasiado en contestar. Quizás era una señal de que no debía hacerlo.
—Joder, Cass. Sigo pensando que deberíamos ir a la fiesta —mencionó Alex, mientras que Cassie mantenía la mirada perdida en la pantalla de su móvil.
De pronto, le llegó una notificación.
—Me ha mandado un mensaje.
—¿Qué? ¿Qué pone? ¡Léelo!
—"Creo que deberías venir" —leyó en voz alta—. "Al menos, hazlo por ella".
—¿Qué?
—Hay un vídeo.
Corrió hasta la cama y se sentó al lado de Alex. Los dos miraron a la pantalla y le dieron a reproducir el vídeo.
No podían creer lo que estaban viendo. Era Emily, subida encima de la barra de bebidas bailando borracha, mientras sonaba Look what you've done y le cantaba la canción a Scott.
—La muy zorra ha ido sin avisarnos.
—Creo que se le ha ido de las manos.
—Tenemos que ir. No podemos dejarla sola.
Cassie sabía que Alex tenía razón. Tenían que ir y sacar a su amiga de allí antes de que cometiese alguna locura y salvarla de aquel ridículo, pero, eso implicaría ver a Tyler y no estaba segura de que su corazón pudiera soportarlo.
—Vamos, la sacamos de allí de los pelos, vemos un milisegundo a Zara y nos vamos.
—Sí, tenemos que ir a ayudarla.
Se levantó de la cama y se fue hasta su armario para cambiarse de ropa.
—No vale que te pongas cualquier cosa —se levantó Alex de la cama—. Tienes que ir espectacular.
—Alex, no voy a ponerme un vestido. Además, sólo vamos a estar un minuto allí, ¿verdad?
—Sí —contestó buscando en su armario—. Vale, pues al menos ponte esta blusa que te queda muy bien con los vaqueros.
Cassie resopló sabiendo que se arrepentiría de ir a aquella fiesta.
La música se oía desde el interior del coche. Ni siquiera se escuchaba con total claridad, pero Cassie sabía perfectamente qué canción estaba sonando. Dudó unos instantes en permanecer en el coche y que Alex entrara a rescatar a Emily, pero sabía que su amigo no podría solo y, además, se moría de ganas por ver a Zara Larsson, aunque fuera desde la distancia.
Bajaron del coche y entraron en el granero de los Brown con total decisión. Desde allí vieron a Zara Larsson en el escenario del fondo y a Emily subida encima de la barra de bebidas. Se habrían quedado mirando a la cantante desde allí durante horas, pero ambos sabían que aquella no era la razón por la estaban allí. Así que en cuanto cambiaron de canción, los dos se adentraron en aquel ruidoso lugar.
Sin embargo, no dieron ni dos pasos cuando se cruzaron con Tyler.
Estaba en un lado, cerca de la puerta, y Cassie habría jurado que él la estaba esperando allí. Intentó caminar decidida con la vista fija al frente, pero no pudo evitar encontrar aquellos ojos verdes.
Sus miradas se cruzaron tan solo un par de segundos, pero pasaron tan lentos que se sintieron horas. Un par de segundos en los que la música y todo a su alrededor desapareció por completo. Tyler observó esos ojos marrones que una vez lo miraron con tanto amor y que ahora parecían guardar demasiada rabia en ellos. Y sintió cómo su corazón se arrugaba.
Alex la cogió de la mano y se hicieron paso entre la multitud para llegar hasta la barra y sacar a Emily de allí cuanto antes. Tyler, junto a Ryan, siguieron sus pasos. Según se fueron aproximando, comprobaron que varias personas estaban grabando con su móvil a Emily y vieron a un desesperado Scott intentando convencerla de que bajara de ahí.
—Menos mal que habéis venido —les dijo Scott—. No sé qué más hacer para que baje.
—Emily, cariño, tienes que bajar de allí.
Pero la joven parecía no escucharlos. No sabían qué había bebido, ni cuánta cantidad, pero Emily estaba demasiado borracha para ser consciente de lo que hacía y para acordarse al día siguiente.
—Emily, por favor, baja.
—Hombre, pero si el gay y la huérfana han venido a rescatar a la foca
—intervino Vanessa apareciendo en escena junto a su hermana y Hunter.
Tyler sintió cómo le hervía la sangre, pero intentó contenerse. Sabía que, si entraba en su juego y defendía a Cassie, ella se molestaría aún más.
—¿Se puede saber qué problema tienes? —espetó dándose la vuelta.
Estaba harta de callarse. Aquella víbora con piel de persona no se cansaba de arruinarle la vida a la gente, de meterse en su vida y nadie, en todo el instituto, era capaz de pararle los pies. Ya era hora de que alguien lo hiciera y esa era ella y toda la ira que llevaba guardando durante semanas.
—Miller, sé que las verdades duelen, pero...
—Pues quizás es hora de que te las digan a ti —soltó sin dejarla terminar—. Eres tan infeliz que no soportas que el resto del mundo sea feliz a tu alrededor. Tienes que meterte en la vida de los demás, porque la tuya es una mierda. ¿Sabes qué es lo que deberías hacer? Comprarte una vida y dejar en paz a los demás.
Cassie se dio la vuelta, dándole la espalda, y se dirigió a Emily para que se bajara de una vez y salir de allí antes de que aquella fiesta acabara en desgracia. En cambio, la desgracia ya estaba servida.
Vanessa, que se había quedado sin argumentos con los que rebatir, sólo tuvo una idea de vengarse de Cassie. Se acercó a ella como una pantera y la tiró del pelo hacia atrás. Cassie se dio la vuelta con total rapidez y le dio un bofetón a la animadora con toda la rabia que tenía contenida, continuando así la pelea que Vanessa había estado buscando.
Tyler, que estaba a tan solo unos pasos de ellas, saltó corriendo y cogió a Cassie de la cintura elevando sus pies del suelo y la separó de Vanessa con total rapidez. Scott hizo lo mismo con la rubia y las alejaron.
—Eres lo peor que ha pisado esta ciudad. Deberías volver a tu ciudad de mierda con tus padres muertos.
Cassie estaba fuera de sí e intentó zafarse de Tyler para intentar alcanzar a Vanessa y darle la paliza que se merecía y que todo el mundo estaba deseando darla.
—¡Cassie! ¡Para! No merece la pena —le rogaba Tyler.
—¡Suéltame! —le ordenó—. Le voy a arrancar los cuatro pelos de rubia teñida que tiene.
—¡Ven, aquí, Miller! —gritó Vanessa—. ¡Suéltame, Thompson!
—¡No! Ya está bien. ¡Dejad de pelear las dos! —ordenó Scott.
Las dos se quedaron quietas. No esperaban que Scott gritara de esa manera. Incluso Emily, en lo alto de la barra, paró de bailar.
—¡Estáis haciendo el ridículo! O paráis u os echo de aquí a las dos.
Vanessa resopló y tomó algo de aire. Scott la soltó muy despacio. La rubia se colocó el vestido y el pelo y miró a Cassie, todavía sujeta por Tyler.
—Tienes suerte de que Scott me haya sujetado, huerfanita —bufó antes de darse la vuelta y marcharse con su hermana.
Cassie tiró para intentar zafarse y tirarle de los pelos, igual que había hecho con ella, pero Tyler la retuvo.
—¡Suéltame, Tyler!
—No. No lo haré hasta que te calmes.
Cassie resopló e intentó calmarse. Daba igual lo que hiciera, aquella insoportable persona seguiría jodiendo a los demás, pues lo hacía por placer.
Cerró los ojos y se relajó un poco.
—Suéltame, por favor —dijo más calmada.
—Está bien. Te suelto, pero si me prometes que vas a estar quieta.
—¡Que sí! Suéltame.
Tyler separó sus brazos de su cintura y suspiró. Cassie tardó un par de segundos en separar su espalda del pecho de Tyler. No sabía por qué lo había hecho, pero tardó más de lo establecido. Tyler le cogió del brazo y la giró para comprobar su mirada.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Cassie no llegó a contestar cuando alguien decidió escupir más veneno.
—Joder, Danforth —intervino Hunter con aquel tono burlesco y odioso que tenía—, ya tiene que ser buena en la cama para que hayas perdido el culo por ella. ¿Cuándo me prestas a tu gata salvaje?
En ese instante, la mente de Tyler se nubló. No pasó ni un mínimo pensamiento por su mente, sólo le cegó la ira y el fuego que recorrió por todo su cuerpo (y el alcohol). Se giró con tanta rapidez que nunca llegó a recordar en qué instante su puño se estampó en la cara de Hunter con tanta fuerza que al segundo empezó a sangrar.
Hunter se quedó quieto, analizando la situación. En cuanto fue consciente, se abalanzó sobre Tyler como un león salvaje y los puñetazos empezaron a volar entre ellos dos.
Nunca, en todos los años que se conocían, se habían llegado a pegar, sobre todo, porque Tyler tenía suficiente autocontrol para no estamparlo contra las taquillas, pero en ese momento, aquel comentario sobre Cassie, su autocontrol se perdió por completo y estaba dispuesto a matarlo a golpes.
Cassie soltó un gritó ahogado al verlo e intentó acercarse a ellos, pero temía que si se acercaba se llevara un golpe fatal que la dejara fuera de juego por completo.
—¡Ty! ¡Para! ¡Por favor! —gritó Cassie.
Sentía tal angustia, que las lágrimas estaban a punto de desbordarse de sus ojos. Su corazón latía a tanta velocidad que pensó que se moriría allí mismo. Y es que, si a Tyler le pasaba algo, ella se moriría.
Ryan y Scott se metieron en medio y los separaron con bastante dificultad, pues ambos eran más fuertes de lo que parecían y ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar que el otro saliera de allí con vida.
Ryan arrastró a Tyler hasta las escaleras e intentó tranquilizarlo, mientras que Scott se llevó a Hunter a rastras hacia el otro lado del granero y lo soltó delante de todos sus compañeros del equipo de baseball.
—Os quiero a todos fuera de aquí, ¡ya! —gritó fuera de sí.
Gritó tan fuerte que todo el mundo lo escuchó y todo el granero se quedó en silencio, mirándolos. Incluida la propia Zara Larsson que dejó de cantar.
—Y controlar a vuestro capitán o será la última vez que juegue al baseball —les advirtió.
Sin decir nada, los jugadores de baseball se marcharon.
—¿Estás bien? —preguntó Cassie a Tyler conteniendo la respiración.
—Sí —jadeó.
—Ven, deberías curarte ese labio. ¿Dónde está el baño? —le preguntó a Ryan.
—Arriba.
Cassie no dijo nada más, cogió de la mano a Tyler y tiró de él hasta el piso de arriba del granero.
—Aquí no ha pasado nada. ¡Que siga la fiesta! —gritó Scott.
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