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Capítulo 50: Intentar olvidarte

Diciembre.

Diciembre solía ser uno de los meses que más le gustaban a Tyler, junto con julio y agosto, pues se acercaba el final de las clases, se respiraba el ambiente navideño en cada rincón de la ciudad y, además, celebraban el cumpleaños de Scott. También conocido como la fiesta más épica del año.

En cambio, aquel último mes del año fue una completa tortura para él. Concretamente, desde que Cassie había ido a su casa para soltarle todas aquellas locuras.

¿En qué momento pensó que él podría haberla hecho tanto daño?

Estaba claro que alguien le había contado todas aquellas mentiras y ella se las había creído. Le dolía muchísimo que ella pensara que él fuera capaz de haberla hecho todo aquello, pero el hecho de que su vídeo de Juilliard se hubiera borrado mágicamente de su ordenador, no le ayudaba mucho a conseguir que ella lo creyera. No sabía cómo, ni cuándo, lo único que sabía es que no había ni rastro de su vídeo ni todo lo que él había montado para entregárselo.

Y él se sentía como una completa mierda.

No tenía ganas de hacer nada y le costaba respirar. Sentía como si una parte importante de su cuerpo hubiera sido arrancado de cuajo y no hubiera podido hacer nada para evitarlo ni solucionarlo. Y Cassie no lo hacía mucho más fácil.

Había intentado hablar con ella miles de veces, pero era imposible.

Siempre iba acompañada de sus amigos y ni siquiera lo miraba a la cara.

Por los pasillos lo ignoraba, en clase de Cálculo había vuelto a sentarse con Sparks y por supuesto, no había aparecido en la biblioteca para su clase semanal de Cálculo. Incluso había ido a Rosie's para hablar con ella y Cassie lo trató como un cliente más, como si entre ellos nunca hubiera pasado nada, como si ni siquiera lo conociera.

Y eso lo mataba.

Su ignorancia le dolía más de lo que nunca pudo llegar a imaginar, pero lo que terminaba de matarlo era la manera en la que lo miraba. Sus ojos intentaban demostrarle desprecio, pero tras ellos se escondía una profunda tristeza. Y, aunque esos sentimientos le dieran algo de esperanza, ella no sería capaz de perdonar todas aquellas cosas que él no había hecho.

Por ello, Tyler sabía que tenía que averiguar quién había sido la persona que le había mentido de aquella forma tan cruel, sólo para que acabaran con la relación tan bonita que tenían.

Y entonces se le vino un nombre a la cabeza.

Una tarde, al salir del entrenamiento, sin ni siquiera ducharse antes, esperó junto al aparcamiento para enfrentarse a la única persona que lo odiaba tanto como para conseguir que Cassie se alejara de él de esa forma.

—¡Sanders! —le gritó en cuanto lo vio salir.

Mark se giró y miró a Tyler con esa cara que tanto odiaba. Una que le hacía parecer superior a él.

—Danforth, no tengo tiempo para tus tonterías, así que déjame en paz.

Sacó sus llaves y se dispuso a abrir su coche.

—Ni de coña te vas de aquí sin mirarme a la cara y decirme qué cojones te he hecho para que seas tan capullo.

Mark cogió una bocanada de aire y suspiró.

—Si vienes buscando pelea, tienes a todo tu equipo de fútbol para hacerlo. Lárgate a pegarte con ellos.

—El que ha empezado todo esto has sido tú.

—No sé por dónde vas, ni me interesa.

Mark abrió la puerta de su coche, pero Tyler la sujetó con su mano.

—No te vas a ir de aquí hasta que me mires a la cara y me digas por qué cojones le has dicho a Cassie todas esas mentiras —Mark lo miró con cara de pez—. Bueno, está claro que, porque te gusta, pero, ¿de verdad eres tan cabrón como para mentirle de esa forma?

—Danforth, si necesitas una excusa para justificar tus cagadas, no vengas a echarme mierda a mí. Ya hay que tener huevos para drogarla en la fiesta y encima querer echarle el muerto a otro —rio con ironía y Tyler se enfureció aún más.

—¡Yo no lo hice! —gritó lleno de rabia.

Apretó los puños, estaba dispuesto a darle una hostia y haberse quedado demasiado a gusto, pero prefirió coger algo de aire e intentar calmarse.

—¿Eso fue lo que le dijiste? Veo que tienes muy bien aprendida tu mentira.

—Yo no he mentido a nadie.

—¿No? Porque yo creo que sí. ¿Sabes qué es lo que creo que hiciste?

—Sorpréndeme.

—Nunca has soportado que Cassie se fijara en mí, por eso te colaste en la fiesta de Ryan y la drogaste para hacerte el héroe y que ella cayera en tus brazos.

—¿Qué...? —intentó replicar, pero Tyler le chistó y siguió hablando.

—Como eso no funcionó, cuando viste que salíamos juntos montaste un plan para quitarme del medio. Me echaste a mí el muerto de la droga y así lo nuestro se acabaría. Estoy seguro de que ahora te has ofrecido para ser su mayor apoyo, ¿verdad? Desde luego, pensaba que eras un actorcillo de pacotilla, pero este papel es digno de Oscar, Sanders.

—Escucha, Danforth —intentó calmarse, porque le habría cruzado aquella cara bonita que tenía—. Ni tú me caes bien, ni yo te caigo bien, eso está claro, y no tendría que darte ningún tipo de explicación, pero te la voy a dar para que dejes de decir gilipolleces.

—A ver, sorpréndeme.

—Fui a la fiesta porque me invitó Mary, la novia de Ryan, vamos juntos a Física y además somos vecinos, por eso estaba allí. Sólo quise ayudar a una amiga que no se encontraba bien. Y, sí, me gusta Cassie, y por esa misma razón nunca haría nada que le hiciera daño.

Tyler se quedó callado. Aquello sí que no se lo esperaba.

—Es una pena que ella se fijara en ti, porque creo que no te la mereces, Danforth. Ella es demasiado buena para ti y tú sólo has conseguido joder toda su vida.

Soltó consiguiendo que a Tyler se le encogiera el corazón.

—Tú no tienes ni puta idea de nada.

—Mira, Danforth. Te voy a dar un consejo —dijo muy calmado—, si de verdad te importa un poco Cassie, déjala en paz. Estaba y está mucho mejor sin ti.

Y sin que Tyler tuviera algo con lo que rebatirle, Sanders se montó en su asiento y arrancó el coche, dejándolo abatido en medio del parking.

Por un instante, creyó que ella estaría mejor sin él y que debía dejar de luchar por encontrar la verdad, pero no quería, no podía. No podía estar sin ella.

Por eso, desde ese día, supo que debía encontrar al culpable para enseñarle las pruebas a Cassie y así ella pudiera creerlo. Pero, hasta entonces, se prometió que dejaría de interceptarla por los pasillos y de mandarle mensajes. Aunque sus ojos nunca dejaron de buscar los suyos.


Fue en la fiesta de Scott donde Tyler rompió su promesa de no escribirla.


A diferencia de todos los años anteriores, Tyler no tenía ningún tipo de ganas de ir al cumpleaños de Scott. Su mente había estado dispersa desde hacía dos semanas y no tenía ganas de estar de fiesta. Aquella fiesta significaba el fin de exámenes y el fin de las clases en menos de una semana, claramente, motivos para celebrar, pero él no quería celebrar nada.

Scott siempre celebraba su cumpleaños en el granero de los Brown.

La familia Brown había reformado el viejo granero hacía ya diez años y lo habían convertido en un lugar donde realizar fiestas. Entre semana servían copas y ponían música para todas esas personas que querían evadirse, y los fines de semana, la gente solía alquilar sus dos plantas y aquel lugar se convertía en un espacio donde todo Westhill River celebraba fiestas e incluso eventos importantes de la ciudad.

Tyler aparcó el coche y, en cuanto salió, escuchó cómo la música retumbaba por todos los alrededores. Al igual que las luces. Scott había invitado a muchísima gente del instituto y también de fuera de él, además, siempre dejaba las puertas del granero abiertas de par en par para que cualquier persona de la ciudad o incluso de sus alrededores, entraran a su fiesta. Según él, cuanta más gente fuera, mejor. Especialmente, ese año. El último que celebraría su cumpleaños en Westhill.

Entró en el granero mientras que el estribillo de la canción Words de Alesso y Zara Larsson sonaba al mismo ritmo que las luces se movían. Se fue haciendo paso entre la gente hasta llegar a la barra donde se servían las bebidas (supuestamente) no alcohólicas.

Desde allí, divisó más de cerca el escenario y comprobó que una chica y su banda estaban cantando. Sin embargo, no pudo verla con claridad, sólo distinguió su pelo rubio entre la multitud.

—Una cerveza, por favor —pidió.

No solía beber demasiado, pero esa noche tenía demasiadas ganas de hacerlo y de que su mente se quedara completamente en blanco.

—¡Ty! ¡Cabrón, pensaba que no venías!

—¡Felicidades! —abrazó a Scott y se apoyó junto a la barra.

—Aquí tienes —le extendió el barman.

—Gracias —dio un trago y miró a su amigo—. Has montado una buena.

—¿Has visto? Ha sido súper jodido conseguir a Zara Larsson en dos semanas.

—Espera —soltó Tyler casi atragantado con la cerveza—. ¿Esa de ahí arriba es Zara Larsson?

—La misma.

Tyler no podía creerlo. Levantó la vista y miró hacia el escenario. Enfocó la vista y comprobó que aquella chica era la mismísima Zara Larsson. Se paró un segundo para analizar lo que estaba viendo. Zara Larsson, vestida con un conjunto rosa que brillaba desde cualquier parte del granero, estaba subida en ese escenario, cantando en directo. Lo que estaba escuchando no era una grabación, ni nada por el estilo. Era ella, en carne y hueso.

Y, entonces, sólo una persona vino a su cabeza. Una que se moriría en ese momento.

—¿Qué cojones, Scott?

—Traer a Zara es la única forma que se me ha ocurrido para que vengan las chicas.

No hacía falta que Scott especificara quiénes eran "las chicas", pues Tyler sabía con total claridad que se refería a Cassie y Emily.

Scott había intentado mantener su pose de chico duro y popular del insti, pero Tyler y Ryan lo conocían bastante bien para saber que estaba cabizbajo desde que Emily lo había dejado. Puede que al principio la rubia hubiera sido una absurda apuesta, pero estaba claro que Scott se había llegado a fijar en ella como algo más, puede que incluso se hubiera enamorado de ella. Y, aunque ni Tyler ni Ryan habían visto bien lo que su amigo hizo, los dos lo habían intentado animar, al igual que Ryan y Scott habían hecho con Tyler.

—¿Crees que vendrán? —dudó Tyler.

—Es su cantante favorita. Lo harán.

—¿Y tu plan es...?

—No lo sé —confesó sincero—. Si Emily viene, ya pensaré algo. Hasta entonces, voy a disfrutar de mi cumpleaños y tú también —Tyler sonrió—. Así que venga, vamos a bailar.

Scott tiró de Tyler, al mismo tiempo que el castaño tuvo los reflejos suficientes para coger su copa de cerveza.


Sólo había bebido tres cervezas y su mente todavía estaba clara como el día cuando la escribió. Dudó en hacerlo, todavía no estaba borracho para mandar uno de esos mensajes de los que te arrepentías al día siguiente de haberlo mandarlo.

Pero sabía que ella debía estar allí.

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