Capítulo 48: Demasiado bonito
La cabeza de Cassie iba a explotar.
Llevaba todo el día dándole vueltas a todo lo que dijo Vanessa. Le parecía increíble creer que Tyler fuera así, que todo lo que habían vivido era mentira y que ella sólo había sido el objeto de sus burlas. Si todo era cierto, sus besos, sus citas e incluso sus clases particulares serían mentira. Una mentira muy cruel.
¿Tyler sería capaz de hacer todo aquello? ¿De verdad se había enamorado de alguien tan malvado?
Su corazón le decía que no, que sus ojos no podían haberla engañado.
En cambio, Vanessa sí que guardaba veneno en su interior. Lo más seguro era que los hubiera visto juntos, felices, y no había podido soportarlo. Seguro que se lo había inventado todo, sólo para conseguir separarlos.
Pero... el veneno que había soltado de Alex era cierto y la parte de Emily y Scott también parecía cierta, entonces, por lógica, ¿lo suyo también?
Resopló.
Salió a la cocina y cogió un vaso de agua. Necesitaba ocupar su mente en alguna cosa. Desde que había llegado a casa, aquello se había vuelto insoportable. Incluso aún más que en el instituto. Algo que parecía bastante difícil de superar, pues cada vez que veía a Tyler, la voz de Vanessa resonaba en su cabeza.
No sabía cómo mirar a Tyler y que en su mente no aparecieran miles de dudas. Había estado sentada a su lado en la clase de Cálculo y había sido raro. Demasiado. Al menos para ella. Cada vez que la miraba, le sonreía o la acariciaba, Cassie no podía evitar sentirse extraña y preguntarse si lo hacía de verdad o fingía para seguir con su juego.
La duda estaba sembrada y fuera o no cierto, ella no podía vivir con ella.
Se fue a su habitación e intentó centrar toda su atención en el piano, pero no pudo.
De pronto, hubo algo que volvió a su dispersa mente. Al día siguiente, acababa el plazo para enviar la pre-audición a Juilliard. Tyler le había prometido que le entregaría el vídeo justo a tiempo, pero no había ni rastro de él.
Entonces, tuvo un impulso. No podía permanecer más tiempo allí sentada, esperando a que el mundo resolviera todas sus dudas. Si quería saber la verdad, lo tenía que hacer ella misma y sólo había una manera de descubrirlo.
Cogió su chaqueta y salió al porche, dispuesta a montarse en la bici y pedalear hasta llegar a casa de Tyler para enfrentarse a la verdad.
Durante el camino, en más de una ocasión, tuvo el impulso de dar media vuelta y volver a casa. Pero, no había llegado hasta allí para salir corriendo. Si había algo en lo que estaba convencida, era que no era una cobarde.
Llamó al timbre y esperó a que le abrieran la puerta.
—Hola, Cassie —saludó Lottie.
Cassie maldijo un poco en su interior. No esperaba que la pequeña estuviera en casa y mucho menos que le abriera la puerta.
—Hola, cielo. ¿Está tu hermano en casa?
—Sí, Ty está arriba, en su habitación.
—Genial.
Lottie la dejó pasar y cerró la puerta de casa. Cassie miró a su alrededor. Al parecer, estaban ellos solos.
—¿Te apetece algo de comer? Papá siempre dice que ofrezcamos comida a nuestros invitados —dijo la rubia.
—No, cielo. Estoy bien.
No sabía muy bien qué hablar con ella. Había ido hasta allí con un objetivo y Lottie no entraba entre sus planes. No podía distraerse, pues de lo contrario, nunca se enfrentaría a la verdad.
—¿Crees que pueda subir? —le preguntó sin rodeos.
—Sí, claro. Como en tu casa —Cassie sonrió levemente—. ¿Luego, bajas y te pinto las uñas? He comprado un pintauñas rosa que te va a encantar.
—Vale —susurró.
Se acercó a las escaleras y empezó a subir. Con cada escalón que subía, su corazón latía un poco más fuerte. Había tenido el impulso de presentarse allí, pero no tenía ningún plan preparado.
Llegó hasta la habitación de Tyler y llamó un par de veces a la puerta. Escuchó un "pasa, pesada" desde dentro y abrió con cuidado. Su corazón iba tan rápido que no escuchaba otro ruido que sus latidos.
Tyler estaba frente al ordenador y giró la silla para mirar hacia la puerta. Cuando vio a Cassie parada junto al marco de la puerta, abrió los ojos de par en par y sintió cómo su corazón se paraba.
Pensaba que era Lottie la que había decidido molestarlo.
—Cass. Pensaba que era Lottie. ¿Qué haces aquí?
Se levantó a toda velocidad y se acercó a Cassie. Pero, antes de hacerlo, cerró la pantalla de su portátil, un detalle que a Cassie no se le escapó. Como tampoco se le escapó el hecho de que parecía algo nervioso.
—Quería venir a verte un rato.
Se adentró un par de pasos y cerró la puerta tras de sí.
—Oh, genial —mencionó Tyler.
Se acercó a ella dispuesto a darle un beso en los labios, pero Cassie giró un poco la cara. Si lo besaba, perdería el rumbo y la razón por la que estaba allí.
—Y de paso —continuó—, quería pedirte mi vídeo de Juilliard. ¿Lo tienes ya? Porque tengo que mandarlo mañana.
La cara de Tyler se quedó pálida y Cassie supo, en ese preciso instante, que aquello no era bueno. De verdad deseaba con todas fuerzas que él le dijera que sí o que sólo le quedaba un par de detalles para terminarlo, pero supo con total claridad que la respuesta que él iba a darle, le dolería mucho.
—No. No sé muy bien qué ha pasado, pero... no está —confesó.
Ahí estaba. Una punzada atravesó el corazón de Cassie. Lo sospechaba, pero escucharlo de sus labios era horrible.
—¿Cómo que no está?
—Estoy intentando recuperarlo, pero no sé si es un problema del ordenador o qué, pero el vídeo ha desaparecido.
Tyler se acercó de nuevo a su escritorio, se sentó y abrió el portátil.
—Intentándolo... ya. ¿Y dices que se ha esfumado así, de repente?
—Sí, no entiendo cómo...
—¿De verdad ibas a darme el vídeo mañana o lo borraste en cuanto llegaste a casa?
Tyler se giró y la miró a los ojos para saber si ella hablaba en serio.
—¿Qué? ¡Claro que te lo iba a llevar mañana a casa!
Cassie sintió como un fuego recorría todo su cuerpo. No sólo todo lo que dijo Vanessa era cierto, sino que él seguía con su mentira y encima pensaba que ella sería tan tonta para seguir creyendo sus mentiras. Encima ella, ni siquiera se había preparado las palabras con las que defenderse, porque, imbécil de ella, de verdad creyó que él no había sido capaz de hacer todo aquello.
—No puedo creer que todo sea verdad —dijo en voz alta.
—¿Qué estás diciendo, Cass?
—¿Tú me has visto a mí cara de imbécil? ¡Lo sé todo! No hace falta que finjas más.
Tyler se levantó de la silla y se acercó a ella. Necesitaba comprender lo que ella le estaba diciendo. Estaba enfadada, demasiado.
—No te estoy entendiendo.
Hasta que ella no le dijera todo, él seguiría fingiendo que no sabía nada. ¿Cuánto tiempo más tenía planeado seguir con la farsa? ¿Hasta el baile? ¿Hasta final de curso?
—No hace falta que finjas más. Lo sé todo —dijo cada vez más indignada—. La apuesta, que sólo te acercaste a mí para reírte de mí... Todo.
Tyler fue a hablar, pero Cassie continuó hablando.
—¿Y sabes? Todo eso podrías haberlo hecho y me habría dado igual, sólo me habría dolido haber sido tan tonta para creerte, pero, ¿drogarme? ¿Y Juilliard? Ahí sí que te has pasado, Danforth.
Estaba tan enfadada que le habría tirado el primer jarrón que se encontrara a su paso. Y aquel "Danforth" sonó con tanto desprecio, que se sintió como una bala saliendo de un revólver.
—Cass, ¿de qué coño estás hablando?
Tyler se acercó aún más a ella e intentó colocar sus manos sobre las mejillas de ella para calmarla, pero Cassie retrocedió un par de pasos.
—Vale... —suspiró—. ¿De verdad piensas eso? ¿Qué coño es eso de que te drogué? Jamás haría una cosa así.
—En la fiesta de Ryan no me emborraché por casualidad, alguien me drogó y viendo todo esto, está claro que nunca sospeché de la persona adecuada.
—¿Cómo puedes pensar así de mí? Le hice una promesa a tu tía de que te cuidaría esa noche y así lo hice.
—¡A ti te importan una mierda las promesas! Prometiste que nuestras clases no eran una trampa, que me cuidarías en la fiesta, que mañana me darías el vídeo... y no has cumplido con ninguna de ellas.
—Maldita sea, Cassie. Nuestras clases...
—No me expliques nada. No quiero seguir escuchando tus mentiras
—se pasó las manos por la cabeza—. De verdad pensaba que eras bueno, que te habías fijado en mí y que esto —movió la mano entre los dos—, era posible. Pero, no solo eres como todos ellos. Eres el peor de todos.
Puso la mano en el pomo y abrió la puerta, dispuesta a salir de allí. En cambio, la mano de Tyler fue muy rápida y cerró la puerta de golpe. Cassie dio la vuelta y se quedó apoyada sobre ella. Tyler se acercó a ella, quedándose a escasos milímetros.
Sus agitadas respiraciones se mezclaron entre sí.
—Cassie, escúchame —dijo con la voz muy calmada—. No sé quién te ha contado todas esas cosas, pero lo que siento por ti es real.
Cassie cerró los ojos. No podía pensar con claridad y el objetivo por el que estaba allí se empezaba a desvanecer. No podía ser. Él la había mentido de muchas maneras y la había humillado. ¡Por Dios! Había borrado su vídeo de Juilliard.
—No quiero volver a verte, ni escucharte, ni que te acerques a mí nunca más —sentenció.
—Está bien. Si de verdad piensas que yo he sido capaz de hacer todo eso, entonces, sí, deberías irte y no volver a vernos más.
Tyler abrió la puerta y le ofreció marcharse de su casa. Estaba muy enfadado y quizás en otro momento habría intentado darle más explicaciones, pero ella no lo quería escuchar y él no iba a seguir perdiendo el tiempo.
—Perfecto —se acercó a la puerta, dispuesta a salir de allí corriendo, pero antes de hacerlo, dijo una última cosa más—. Ojalá nunca hubiera aceptado esas malditas clases de Cálculo.
Bajó las escaleras a toda prisa.
A diferencia de cómo las había subido, ya no escuchaba los latidos de su corazón, puede que incluso este se hubiera parado o estuviera roto en mil pedazos. No sentía nada, ni una parte de su cuerpo. Se sentía muerta por dentro.
—Cassie, ¿ya te vas? —dijo Lottie desde el salón—. ¿No habíamos quedado en que te iba a pintar las uñas?
—Otro día, cielo —mencionó con el tono más calmado que pudo.
—Vale.
Cassie se acercó a la puerta y antes de salir, miró hacia las escaleras, esperando que él hubiera corrido tras ella, que hubiera una razón que explicara todo, que le dijera la verdad. Quizás así, incluso su corazón podría llegar a perdonarlo algún día.
Pero él no bajó y ella se marchó.
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