Capítulo 47: Turbulencias
Era jueves y hacía tanto sol que nadie habría dicho que en la calle corría tanto viento que podrían haber salido volando sin la necesidad de tener un paraguas como Mary Poppins.
Cassie recordaba aquel día demasiado bien. Recordaba lo que llevaba puesto, lo que había comido e incluso lo que la profesora de Francés había enseñado ese día.
De hecho, salía de su clase junto a Alex cuando todo se empezó a tambalear.
Las hermanas V estaban colocadas en la puerta de la clase, esperando a que los dos salieran. Tanto Cassie como Alex sabían que no era una casualidad que estuvieran allí, impidiendo que salieran con libertad, sin tener que atravesarlas. Hacía tiempo que ninguna de las dos se tomaban la molestia de mortificarlos un rato.
Ambos tomaron algo de aire y se acercaron hasta la puerta, dispuestos a enfrentarse a sus gilipolleces.
—Cuidado, Vio, deja pasar a la huérfana y al gay —dijo Vanessa apoyada en uno de los cercos de la puerta.
—Quizás deberíamos empezar a llamarlos el traidor y la boba.
—¿El traidor? —preguntó Alex.
—Oh, disculpa. ¿No eres tú el que sale con un Coyote? Con Fred Jones, concretamente.
De golpe y sin amortiguación.
Alex se quedó helado, como si lo hubieran petrificado con un conjuro. De todas las cosas que pensó que le diría, no imaginó que las hermanas V hubieran averiguado que salía con Fred.
—Vio, has dado en el clavo, querida. Sin duda es él.
—¿No tenéis mejores cosas que hacer que molestarnos? —replicó Cassie—. Sé que te aburres, pero la puerta se sujeta sola —le comentó a Vanessa.
—Mira, si resulta que la huérfana tiene algo más de inteligencia que para los números. Pensaba que no.
Cassie resopló. Estaba empezando a quedarse sin paciencia. Era cierto que no tenía demasiada, sobre todo, con aquellas dos rubias, pero la cosa podía acabar bastante mal si no se controlaba.
—Espera, Vane, es que ella no lo sabe.
—Oh, cierto. Pobrecita. Sigue pensando que su vida es un cuento de hadas. El insti, el teatro, Ty... —dio un grito ahogado, fingido claro, y se tapó la boca con la mano—. Que no sabe lo de Ty.
Cassie se quedó callada. ¿Qué se supone que debía saber de Ty?
—¿De verdad pensabas que el mejor jugador de fútbol del insti se fijaría en ti? —Vanessa se echó a reír.
—¡Qué ilusa! —rio Violet.
Las dos riendo era igual que ver a dos hienas riendo en medio de la selva: algo insoportable de presenciar. De pronto, las dos se quedaron serias de golpe y sus miradas daban más miedo que las propias hienas a punto de atacar.
—¿Nunca te has preguntado por qué insistió tanto en que tú fueras su tutora de Cálculo?
Cassie apretó el puño con tanta fuerza que notó como sus uñas se clavaban sobre la palma de su mano. Cogió algo de aire e intentó controlar sus emociones. Todo lo que salía por la boca de Vanessa era puro veneno. Todo era mentira, sólo quería hacerle daño... Aunque no pudo evitar querer escuchar lo que tenía que decirle, porque en el fondo, sabía que su cabeza no pararía de darle vueltas a todo aquello, hasta descubrir la verdad.
—¿Qué dices, Vanessa? No tienes ni idea de nada.
—Oh, vamos, Miller, te creía más inteligente, pero no te preocupes, yo te lo explico todo para tontos. Ty te fijó como un objetivo el día de la feria de extraescolares y no ha parado hasta conseguirlo —mencionó—. ¿De verdad pensabas que alguien a quien se le da mal Cálculo sacaría un ochenta y dos en un examen? Por favor, Miller, abre los ojos.
—Ty ha hecho hasta cosas inmorales sólo para conseguir ganar una ridícula apuesta que hizo con Scott y reírnos de ti y la insoportable de Emily —continuó Violet.
El corazón de Cassie latía a gran velocidad y no por nada bueno. Sentía rabia contra Vanessa. Aquello no podía ser cierto, lo había mirado a los ojos y ellos le habían dicho cosas muy diferentes.
—¿Te acuerdas del cumpleaños de Ryan? —Vanessa miró a su hermana y echó una carcajada—. Lo dudo bastante, porque acabaste un poquito mal, ¿verdad? Mira te pongo en situación. Ty tenía un objetivo aquella noche y Scott otro.
—La tonta de Sparks sólo es una ridícula apuesta de cincuenta dólares para reírnos de ella —comentó Violet.
Scott había hecho una apuesta para salir con Emily y ser el objeto de risas de las animadoras, y, posiblemente, ella no tenía idea de todo aquello.
—Y tú... Bueno, Miller, no sé cómo decirte esto... —se quedó callada un segundo y dirigió la mirada a su hermana—. Vio, ¿es posible emborracharse sólo con una copa de cerveza?
—Bueno, yo alguna vez...
—¡No! —dijo tajante, mirando a su hermana pensando en lo idiota que era.
Cassie miró a Alex.
¡Claro que sabían que aquello no era posible! Habían estado semanas intentando averiguar quién le había drogado aquella noche, porque una cerveza no emborrachaba ni a una planta. Y ellas no solo lo sabían, sino que estaban a punto de decirlo y Cassie empezó a intuirlo, aunque su corazón quería negarlo.
Sin embargo, no pudo hacerlo por mucho tiempo, porque Vanessa pronunció aquellas tres palabras y aquel nombre que Cassie hubiera deseado no escuchar nunca.
—Ty te drogó.
—Eso es imposible —replicó Alex. Cassie se había quedado muda.
—Y eso lo sabes porque tú estuviste allí, ¿verdad, querido? Ja.
Alex había soportado que lo llamaran traidor, pues al fin y al cabo era cierto, pero no iba a permitir que le llenaran la cabeza de pájaros a Cassie, quien no tenía la culpa de nada. Tyler no era así. Ellos lo sabían.
—Ty te drogó con ese ponche de fresa y mango, para después, llevarte a casa y grabarte. Una pena que al final no lo hiciera.
Cassie le escuchaba, pero su cabeza no podía parar de repetirle que aquello era mentira. Vanessa sólo quería hacerle daño y esa era su mejor baza. Pero, ¿cómo sabía ella que alguien le había drogado, si no lo habían planeado ellos mismos?
—¿Sabes? Por un momento pensé que lo habíamos perdido, que lo habías embrujado con algún encanto oculto que tengas, pero esta semana me ha demostrado que sigue siendo el mismo Ty de siempre. Mi Ty.
—Vanessa, ¿por qué no cierras la boca y nos dejas pasar?
—Oh, no, Wilson. Miller necesita saber que nunca podrá mandar la solicitud para Juilliard.
Cassie la miró a los ojos. Había jugado con su relación con Tyler, pero Juilliard eran palabras mayores.
—¿Qué coño estás diciendo?
—Ty y yo borramos tu vídeo de presentación de Juilliard —el corazón de Cassie se paró por un instante—. La verdad es que se te veía muy mona tocando el piano, pero nada es comparable con las risas que nos echamos los dos en su casa.
—Eso es mentira —replicó Cassie enfadada.
—Si no me crees, ¿por qué no le preguntas a Ty por el vídeo?
—¿Y por qué me cuentas esto ahora? —preguntó Cassie de repente.
No podía creer todo lo que estaba escuchando. Tyler no era así. Ella había estado con él y creía conocerlo lo suficiente para saber que él no era capaz de hacer todo eso. O eso creía.
—Ay, chica. Porque no tengo mucha paciencia y creo que Ty-Ty y Scotty están perdiendo un poco el rumbo de la situación.
—¿Sabes? Puedes meterte tu paciencia y tu opinión por el culo —saltó Alex de golpe.
—Bueno, Wilson. No te lo tomes así. Deberíais agradecerme que os cuente todo esto, porque Ty-Ty no iba a tener la valentía de hacerlo —se acercó un poco a Cassie y le susurró algo—. Ty es un poco cobarde para contarle la verdad a la gente.
En ese momento, Cassie pensó en abalanzarse sobre ella. Como una pantera salvaje defendiendo su propia vida. La habría arrancado aquellos cuatro pelos rubios recogidos en esa coleta tan estirada. Quizás por eso era tan malvada. Su pelo le debía tirar tanto que no le dejaba pensar en cosas buenas. También pensó en borrar aquella sonrisa de hiena de un buen bofetón. Sin embargo, sabía que, si lo hacía, se rebajaría a su nivel y Vanessa conseguiría su objetivo: que ella perdiera los nervios.
En su lugar, decidió coger algo de aire e irse de allí con la poca dignidad que le quedaba.
—¿Tienes algo más que decir? Porque tenemos prisa.
—No. Adelante, marchaos.
Las dos se hicieron a un lado y les dejaron pasar por el hueco de la puerta.
Alex que le importaba una mierda tener clase o tener que rebajarse al nivel de alguien, soltó algo antes de salir al pasillo:
—Zorras.
Los dos caminaron en silencio durante un largo tramo hasta que ambos supieron que no podían encontrarse con ninguna de las dos y que los escucharan.
Se pararon justo en la entrada de teatro.
—Cass, sabes que todo lo que ha soltado es mentira, ¿verdad?
Alex miró su cara e intentó descifrar lo que su amiga pensaba. Sólo le bastaron dos segundos para saber que Cassie estaba dudando.
—Querida, todo lo que sueltan esas dos por la boca es veneno, son dos víboras. Eso lo sabemos. Como también sabemos que Tyler no sería capaz de hacerte eso.
—¿Y por qué estás tan seguro de eso?
—Porque he visto cómo te mira. Y esos ojos verdes no pueden haberte traicionado así, no después de cómo se iluminan cada vez se cruzan contigo.
Cassie se quedó pensando. No solo Alex los había visto. Ella misma había tenido aquel par de ojos a milímetros de distancia y le habían contado otra versión muy distinta. Igual que sus besos. Esos besos no podían ser mentira, no podían fingirse. Tyler le había abierto su corazón y ella le había abierto el suyo. No podía haberla traicionado de esa manera.
Sin embargo, había algo en su interior que le decía que muchas cosas tenían sentido si Vanessa tenía razón.
—¿Y Emily?
—¿Qué pasa con Emily? —preguntó Cassie.
Había estado tan enfrascada en lo que habían dicho de Tyler que, en ese momento, no había pensado en Emily.
—Que estoy seguro de que no sabe nada de todo esto. Ella sigue en su mundo happy flower.
—¡Claro! —cayó de repente—. No sabe que Scott hizo una apuesta para estar con ella.
—Y siendo sinceros, a Scott sí que lo veo capaz de haber hecho eso y más.
—Ostras, ¿y qué hacemos?
—A pesar de habernos abandonado por ese par de víboras, no se merece esto. Debería saberlo.
—Miller, Wilson, ¿qué hacéis ahí?
Los dos dieron un brinco al escuchar aquella voz al otro lado del pasillo. Se giraron y se encontraron con la directora Cox. ¡Lo que les faltaba! Meterse en más líos.
—Señora Cox, estábamos a punto de entrar en el teatro.
—¿A estas horas?
—Sí, se nos ha hecho un poco tarde saliendo de Francés.
—Anda, tirad para adentro.
Los dos asintieron y entraron en el interior del teatro.
—A la salida, iremos a buscar a Emily al gimnasio —susurró Alex mientras bajaban por el pasillo de butacas.
—Vale, tiene que saberlo.
—¡Hombre! ¡Cassie, Alex! Pensábamos que os habíais perdido —se quejó el profesor Fisher.
En cuanto el profesor Fisher dio por terminado el ensayo, Cassie y Alex salieron corriendo como un rayo. Decidieron, que en lugar de ir al gimnasio y encontrarse con las arpías de las hermanas V, esperarían junto al coche de Alex y la abordarían en cuanto Emily se quedara sola.
—Emily —chistaron los dos—. Emily.
La rubia se giró para ver quién la llamaba y vio a Cassie y a Alex escondidos detrás del coche de este último. Dudó en si acercarse o no, pero aquellas dos personas habían sido sus dos amigos durante muchos años.
—¿Qué pasa? —preguntó acercándose a ellos.
—Tenemos que contarte algo.
—No sabemos muy bien cómo decirte esto...
—Scott hizo una apuesta para salir contigo —soltó Alex de golpe.
Cassie lo miró indignada. No podía ser más bruto. Pero, pensándolo bien, no había ninguna manera "buena" de decir aquello sin que le cayera como una jarra de agua fría.
—¿Qué dices?
—Vanessa nos lo ha contado —mencionó Cassie.
—Mentira.
—Emily, querida, es cierto.
—No, claro que no. Sois unos mentirosos —empezó a alzar la voz—. ¿Por qué me hacéis esto?
—Porque mereces saber lo que te están haciendo esos canallas.
—No. No. Tenéis envidia de mi vida. Sólo queréis joderme porque ellos se fijaron en mí como algo más que una empollona.
—Emily, cielo...
Cassie intentó acariciarle el brazo. Sabía que aquello no era fácil de dirigir. Ella misma se intentaba autoconvencer de que Tyler no era como ellos, que era diferente, aunque en el fondo, seguía dudando de ello.
—¡No me toques! Creéis que Scott no pudo fijarse en mí, que necesitaba una excusa de mierda para estar con la gorda y tonta de Emily. ¡Pues os equivocáis! ¡Él me quiere!
—Emily...
—No. Dejadme en paz. No tenéis ni puta idea de nada.
Y sin dejarles decir nada más, salió corriendo hacia su coche.
Cassie y Alex se quedaron apoyados en el coche con los brazos cruzados. El moreno pensaba que aquella actitud era de una persona cegada, que había perdido toda la cordura que siempre había tenido. Sin embargo, Cassie no paraba de repetirse a sí misma que aquella misma actitud era la que tenía ella en su interior.
¿Y si Tyler había sido capaz de traicionarla y ella no quería verlo?
¿Y si tenía que mandar callar a su corazón y escuchar lo que su razón quería decirla?
Quizás no estaba preparada para eso.
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