Capítulo 43: Danforth y Miller
Odiaba los martes.
Tyler los odiaba con toda su alma. Y la culpable de que eso fuera así era Cassie. Compartir sólo la clase de Cálculo, le sabía a poco. ¿Por qué sólo compartían una asignatura en aquel eterno día? Necesitaba verla más tiempo, aunque fuera desde la lejanía de sus mesas. Sobre todo, ahora que por fin se había lanzado y la había besado. Aunque, estaba claro que él no valía para dar Física o Astronomía, pero se maldijo a sí mismo por haber escogido Español en lugar de Francés, al menos así la vería otro rato más.
Cuando entró en la cafetería y la encontró entre toda la multitud en tan sólo un segundo, se acercó hasta su mesa como un acto reflejo, igual que cuando le lanzaban el balón y lo cogía sin ni siquiera mirar.
—Tengo una duda, Miller —se sentó justo enfrente de ella, sin darse cuenta de que Alex tuvo que moverse hacia la derecha para poder dejarle sitio—. Hola, Wilson.
—Hola, Tyler —se saludaron. Tyler giró la vista y lo miró algo desconcertado.
—¿Desde cuándo me llamas por mi nombre? —preguntó sorprendido con una sonrisa en los labios.
—Desde que sales con mi mejor amiga o lo que sea que tengáis —dijo moviendo las manos en círculo.
Tanto Cassie como Tyler sonrieron. Quizás todavía no estaban acostumbrados a que la gente los relacionara de esa manera.
—Cierto.
—¿Se puede saber cuál es esa duda tan urgente que tienes, Danforth?
—hizo hincapié en su apellido para molestarlo.
—No me quedó claro uno de los ejercicios que me explicaste ayer
—mintió—, y necesito una clase extra hoy —Alex soltó una carcajada, pero rápidamente volvió a estar serio.
—¿Hoy mismo? —sonrió ella.
—Sí, es muy urgente la duda.
—Ya veo —el jugador levantó las cejas, esperando a que ella le diera una respuesta—. Está bien, después de las extraescolares.
—Perfecto —Tyler alargó su mano y acarició suavemente la de ella—. Pues nos vemos en la biblioteca —asintió y se levantó—. Wilson —se despidió con la cabeza.
—Danforth.
—Mierda, no —dijo de pronto Cassie maldiciendo en su interior—. Espera, esta tarde tengo que ayudar a mi tía en la cafetería —levantó la vista para mirar a Tyler y descubrió que en sus ojos se mostraba decepción.
—Jo... —resopló.
—Pero me apunto que necesitas una clase extra —sonrió.
—Con urgencia.
—Con urgencia —repitió ella sin dejar de sonreír.
—Si tan urgente es, quizás yo pueda ayudarte, Tyler —intervino Alex con una expresión pícara en su rostro.
—Oh, pues ya que tu amiga no está disponible... después del entrenamiento, estoy libre —vaciló.
—Pero, ¡si tú no tienes ni idea de Cálculo! —replicó Cassie intentando darle en el brazo a Alex.
—Bueno, yo le ayudo con otras cosas, ¿verdad, Tyler? —le guiñó un ojo.
—Por supuesto —le guiñó el ojo de vuelta. Los tres se echaron a reír—. Bueno, tengo que irme a comer —Alex y Cassie asintieron—. No te olvides de nuestra cita, Alex.
—No me la perdería por nada del mundo.
Tyler negó con la cabeza, mientras se reía, y antes de marcharse, acarició el hombro de la morena, la cual se estremeció al sentir su mano sobre ella.
—Me ha llamado "Alex". Cassie Miller, ¡Tyler Danforth sabe mi nombre! —dijo Alex moviendo las manos exageradamente. Cassie se echó a reír.
—¡Pues claro que lo sabe, bobo! —Alex suspiró.
—Es tan mono...
Cassie no dijo nada, pero volvió la mirada y observó cómo el castaño se sentaba con sus amigos. Suspiró y supo que Tyler le estaba haciendo perder todos los sentidos.
—Desembucha —soltó de golpe Scott en cuanto Tyler se sentó enfrente.
—¿De qué estás hablando?
—No te hagas el loco. ¿Qué hay entre Miller y tú? —Tyler fue a abrir la boca, pero Scott no le dejó—. Y no me vengas con el rollo de que sólo te da clases particulares porque ya no cuela.
—Nada.
Si Scott se enteraba de lo suyo con Cassie, estaría perdido. Desde ese mismo momento, todo el mundo los miraría y cuchichearía cada vez que pasaran por delante. Giró la vista hacia Ryan, con una mirada suplicante. Él le podría ayudar con Scott si...
—Cabrón. Tú lo sabes. ¿Se puede saber por qué siempre le cuentas a Sprout las cosas y a mí no? —estaba indignado.
—Porque eres un bocas —respondió Tyler.
—Y siempre lo criticas todo —continuó Ryan.
—Joder, ¡vaya imagen tenéis de mí! —replicó, pero no les discutió—. Prometo no abrir la boca —selló sus labios con su dedo. Tyler se quedó callado, pensando—. ¡Oh, vamos! Soy tu mejor amigo.
—Lo soy yo —replicó Ryan.
—¡Cállate, Sprout! Porfi, Ty. Cuéntamelo.
—Está bien... Me gusta Cassie y hay algo entre nosotros —confesó bajo un suspiro.
—¿Estás saliendo con la huérfana? —soltó de golpe.
—¿Ves? Por eso no quería decirte nada.
—Vale, vale —levantó las manos a modo de defensa—. Entonces, ¿estás saliendo con Miller?
—Sí.
—Vaya, pensaba que te gustaba otro tipo de chicas, no sé más...
—Vigila lo que vas a decir, Thompson.
Tyler empezaba a estar molesto. Scott decidió guardar silencio un segundo. Dirigió su mirada hacia Cassie antes de continuar hablando.
—Bueno, puedo entenderlo. Tuvo un par de ovarios para enfrentarse a Hunter y eso merece mis respetos —dijo sin apartar la mirada de ella.
—Pero... —Scott volvió la vista y miró a Tyler molesto—. No me mires así, siempre tienes algo que objetar, así que dilo.
—No pensaba decir nada —se metió el tenedor lleno de puré de patata.
Tyler y Ryan observaron cómo se tragaba toda la cantidad de comida que tenía en la boca, esperando a que siguiera hablando.
—Pero...
—¿Ves? Ahí lo tienes —Tyler dio una palmada contra su pierna y resopló.
—Calla. Sólo iba a preguntarte qué tipo de relación lleváis. ¿Es un romance a escondidas? —vaciló. Tyler resopló.
—No. No es un secreto, pero tampoco hace falta que se entere hasta el conserje.
—Así que cierra el pico, Scott —intervino Ryan.
—Vale, vale —volvió a meterse el tenedor lleno de comida, mientras ponía esa expresión tan singular, esa en la que Tyler y Ryan sabían que estaba a punto de decir algo más—. Entonces, ¿tengo que añadirla a la lista de invitados?
—¿Qué lista?
—La de mi fiesta de cumpleaños.
—¡Aaah! —exclamaron los dos al unísono.
—Joder, macho. Os recuerdo que mi cumpleaños es dentro un mes.
—Sí, lo sabemos.
—¿Ya has elegido quién va a cantar este año? —preguntó Ryan.
—Estoy en ello.
—Holaaaaa, mis amores.
Las hermanas V se sentaron en la mesa, con sus bandejas (medio vacías) en mano. Emily se sentó al lado de Scott y ambos se dieron un beso en los labios.
—¿De qué estabais hablando?
—De la fiesta de Scott.
—Aaah, es LA fiesta del año, espero que me guardes un baile especial esa noche —Vanessa le guiñó el ojo a Scott y Emily puso los ojos en blanco.
—Entonces, Ty, ¿la incluyo o no? —preguntó Scott, consiguiendo que todas las miradas de la mesa se posaran sobre él.
—Sí, claro.
—¿De quién estamos hablando? —preguntó Vanessa.
—¡De nadie! —saltaron los tres de golpe.
Cuando salió de la cafetería, Tyler divisó a Cassie rebuscando algo en su taquilla. Se acercó a ella, sigiloso, y se apoyó en el lateral de la taquilla.
—¡Dios, Ty, qué susto! —se llevó la mano al pecho.
—Estaba pensando...
—Piensas mucho últimamente.
—¡Oye! —le dio un golpe en el brazo. Cassie sonrió—. Estaba pensando que ya que todavía no tienes bici...
—Hasta mañana —clarificó ella.
—...que podría llevarte a Rosie's cuando salgas de teatro.
—Viene mi tía a buscarme —arrugó la nariz—. No vaya a ser que me pierda por el camino, con cierto chico —cerró la taquilla y se apoyó sobre ella.
—No me lo pones nada fácil, Miller.
—Lo sé. Me encantaría hacerlo, de verdad, pero...
—No te preocupes.
Sus manos se entrelazaron entre sí y Tyler la acarició con suavidad. Ninguno de los dos dijo nada hasta que sonó el timbre, anunciando la próxima clase.
—Tenemos que ir a clase.
—Tenemos... sí... —suspiró él sin apartar la mano de la joven.
Cassie se acercó a él, terminando con la distancia que los separaba y le dio un beso efímero en los labios.
—¡Miller! ¡Qué atrevida!
—¡Qué bobo eres! —le empujó un poco y se marchó a toda prisa para no llegar tarde a su próxima clase.
En cuanto Tyler entró en su casa, sabía con total confianza que aquel no era el sitio en el que quería estar. Mira que no le encantaba estudiar, pero habría preferido estar en la biblioteca junto a sus apuntes de Cálculo, mil veces antes de tener que estar en casa. Subió a su habitación, intentando esquivar a Lottie, y se sentó junto al ordenador. Sólo había una cosa que se paseaba por su mente una y otra vez. Quizás por eso, no pudo evitar abrir el programa de edición de vídeo y ponerse a retocar el vídeo de la pre-audición de Cassie.
—Iba guapísima —dijo Lottie en su espalda. Tyler dio tal brinco que hasta la silla se movió de su sitio—. De hecho, es guapísima.
—Joder, Charlotte. ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes entrar en mi habitación sin llamar a la puerta?
—Tampoco es que no haya visto nada que no tenga que ver —Tyler la miró con los ojos abiertos y las cejas levantadas—. Te veo todas las mañanas entrar al baño en calzoncillos. No hay secretos entre nosotros.
—Bueno, eso es discutible.
—¡Claro que lo es! —Lottie se sentó en la cama de Tyler y cogió su móvil—. No quieres confesarme que estás loca, perdida y profundamente enamorado de Cassie.
—Trae —le arrancó el móvil de la mano—. ¿De dónde sacas tanta imaginación? ¿Sabes? Deberías escribir novelas, en lugar de meterte en la vida de los demás —se giró hacia la pantalla de su ordenador y cerró el programa.
—Así que, según tú, me estoy inventando que entre Cassie y tú no hay nada —Tyler intentó aguantar la sonrisa que estaba a punto de colocarse sobre sus labios, pero no pudo—. ¡Ah! Esa sonrisa me dice lo contrario. ¿Es tu novia?
—Sí. No. ¡Lottie! —se levantó de la silla molesto y salió de la habitación.
—¡Aaaaaah! Has dicho sí y no puedes decir que me lo he inventado. ¿Desde cuándo sois novios? —lo siguió bajando las escaleras. Tyler no respondió, sólo resopló—. ¿Cuándo la vas a traer a casa para la presentación oficial?
—Lottie, eso no va a pasar.
—Oh, venga. Cassie es genial. ¿La besaste tú o te besó ella?
—No te voy a responder a eso —rio. Se acercó al perchero y cogió su chaqueta.
—No huyas. Tienes que responderme muchas preguntas —replicó al final de las escaleras—. Espera, ¿te vas a verla?
—Dile a papá que llegaré para la cena.
—¡Tyler Danforth! ¡No puedes dejarme así!
Sin hacer caso a su hermana, salió de casa y se paró delante del porche para coger un poco de aire. No podía negar que le emocionaba la idea de que Cassie y él estuvieran juntos, pero Lottie era demasiado... Demasiado en todos los sentidos.
Cogió el coche y se dirigió al único lugar en el que le apetecía estar en ese momento: Rosie's.
Cuando entró la divisó detrás de la barra preparando varios cafés en la máquina.
Cassie ni siquiera tuvo que girarse para percatarse de que había alguien sentado en la barra esperando a ser atendido.
—Buenas tardes, enseguida lo atiendo —dijo en modo automático—. ¿Qué le pongo?
Se giró y vio a Tyler con una sonrisa enorme iluminando su rostro, abrió los ojos de par en par y sonrió de vuelta. No podía creer que él estuviera allí, delante de ella.
—Un café con leche, por favor.
—¿Qué haces aquí? —dejó el trapo tirado en un rincón y se tocó un poco el pelo. Estaba convencida de que la coleta le quedaba fatal.
—Pedir un café —apoyó los brazos sobre la barra.
—Mentiroso —ella se apoyó también y se inclinó un poco hacia él.
—Te dije que necesitaba clases particulares con urgencia.
—Pues estoy un poco ocupada para dar Cálculo —su sonrisa seguía permanente y no podía desprenderse de ella—. A no ser que quieras dar clases de otra cosa.
—¿Y qué otra cosa puedes enseñarme? —se inclinó aún más a ella.
—Oh, muchas cosas —acortó la distancia y le dio un beso en los labios.
—Creo que esa asignatura me gusta más.
Cassie bajó la mirada algo avergonzada. Aún no estaba acostumbrada a estar así con Tyler, sobre todo a tener el derecho y la libertad de darle besos cuando le apeteciera.
—Tengo que llevarle el café a ese señor que me está mirando mal
—ambos dirigieron la vista hacia el hombre con bigote que no les quitaba ojo de una manera poco amigable.
—Vale, pero no te olvides del mío.
—Café con leche, ¿verdad? —Tyler asintió—. Ahora te lo hago.
Cogió la bandeja y se acercó hasta el señor para servirle su pedido. Después, volvió tras la barra y preparó el café de Tyler. Se apoyó tras la barra y se inclinó todo lo que pudo hacia el joven. Se sirvió otro café para ella y se olvidó completamente de que tenía que trabajar.
—Hombre, Tyler, no sabía que estabas aquí —dijo Grace saliendo de la cocina—. Ahora entiendo por qué Cassie anda distraída.
—Hola —saludó él—. Perdona, no era mi...
—Ya que quieres pasar tiempo con mi sobrina, ¿qué te parece si te doy una bandeja y un delantal y la ayudas un poco?
—Tía Grace... —replicó Cassie.
—Lo haría con mucho gusto, pero lo más seguro es que entorpezca en lugar de ayudar. No he cogido una bandeja en mi vida.
—Siempre hay una primera vez...
—¡Tía! —volvió a replicar Cassie—. Ya voy a atender las mesas, no te preocupes.
Salió de detrás de la barra y susurró un "lo siento" a Tyler cuando pasó por su lado.
—¿Qué tal en el instituto? —preguntó Grace intentando ser un poco amable, aunque lo cierto era que estaba bastante molesta de que aquel chico tan encantador distrajera a su sobrina.
—Bien, supongo que todos estamos deseando de que llegue ya diciembre.
—Por las vacaciones.
—Sí.
—¿Y qué tal van las solicitudes de las universidades?
—He echado la de Stanford en las solicitudes anticipadas.
—¿No has solicitado Columbia? —preguntó Cassie colocándose a su lado.
Tampoco es que le sorprendiera mucho esa decisión. Sabía que Tyler necesitaba algo más de tiempo para convencerse de que lo mejor que podía hacer era ir a Columbia y estudiar lo que él quería. Y no sólo a sí mismo. También tenía que convencer a su padre de que aquello era lo que quería hacer en realidad. Sin embargo, hasta las solicitudes regulares, tendría tiempo de convencerlo.
—No —sentenció él.
—Tú sí lo has hecho, ¿verdad, cielo? —preguntó su tía dudosa. Si Tyler no lo había hecho, quizás ella tampoco.
—Sí, tía Grace. La de Columbia y la de Austin ya están hechas.
—Y la Juilliard la tienes que ir echando, no quiero que se te pase el plazo.
—No te preocupes, estará antes del uno de diciembre en el correo de Juilliard.
—Segurísimo —mencionó Tyler.
Los tres se quedaron callados. Tyler y Cassie esperaban que Grace los dejara un rato solos y poder hablar con tranquilidad sin que ella estuviera como un policía delante de ellos, pero Grace esperaba a que el joven dejara de distraer a su sobrina. Algo que Tyler captó al vuelo.
Dio un último sorbo al café y se levantó de la banqueta.
—Debería irme a casa. ¿Cuánto os debo?
—Invita la casa —ofreció Grace.
—Está bien. Nos vemos mañana, Cass —la morena asintió.
Se quedaron quietos, demasiado incómodos. Querían despedirse con un beso, pero con su tía delante, con los ojos puestos sobre ellos, ninguno de los dos tuvo el valor de hacerlo. Así que, con un leve movimiento de cabeza y una sonrisa, se despidieron.
—Me vas explicando qué rollo te traes con ese chico —soltó de golpe Grace en cuanto el jugador salió por la puerta de la cafetería. Cassie levantó las manos y se fue tras la barra—. Y no me tomes por tonta, porque está claro que hay algo. ¿Estáis saliendo?
—Sí —sentenció.
—¿Y cuándo pensabas decírmelo?
Cassie miró a su tía. Intentaba analizar por dónde iba aquella conversación. No sabía si Grace estaba indignada porque saliera con un chico o porque no se lo había contado.
—Desde el domingo —sonrió y notó cómo sus mejillas tomaban cierto calor. Estaba convencida de que se había puesto algo roja—. Tía no te lo he dicho porque...
—Ay, Cassie... Te has enamorado de ese chico.
—¿Enamorada? No. No —Grace levantó las cejas, incrédula—. Pero me gusta. Mucho —aclaró—. ¿Estás enfadada? —preguntó con miedo.
No quería decepcionarla. Sus tías eran las dos personas que más quería en el mundo. Siempre había querido complacerlas en todo, pues era su forma de agradecerlas todo lo que hacían por ella. Sabía que Anna se alegraría, incluso puede que la invitara a cenar sólo para celebrarlo, pero Grace era más estricta.
Grace caminó y pasó al otro lado de la barra, para estar más cerca de su sobrina.
—No, cielo. Tyler parece un buen chico, pero no deja de ser una distracción —suspiró—. Prométeme dos cosas —Cassie asintió—. La primera que no dejarás que te distraiga de tus estudios.
—Te prometo que no me descentrará de mis estudios —repitió ella.
—Y la segunda que tendrás cuidado. No quiero que te rompa el corazón. Puede que sea muy bueno, pero no deja de ser un jugador de fútbol y esos chicos son los que más peligro tienen.
—Iré con cuidado. Sabes que sé defenderme sola.
—¡Oh, claro que lo sé! —sonrió—. Todavía me acuerdo de cuando me llamó la directora en tu segundo día en el instituto porque le habías insultado a una chica que te llamó "huérfana" —lo recordaba muy bien. Había tenido una entrada triunfal en el instituto.
Las dos se echaron a reír y se miraron a los ojos con tanta ternura que Grace no tuvo más remedio que abrir los brazos y mover las manos para que Cassie se acercara a ella.
—Dame un abrazo, anda —la castaña hizo caso y se abrazó a su tía con fuerza. Grace la acarició el pelo, para ella Cassie era mucho más que una sobrina, era prácticamente su hija—. Te estás haciendo mayor —suspiró—, pero nunca dejarás de ser la pequeña Cass.
—Lo sé —cerró los ojos.
Aquello era lo más cerca de tener una madre que se preocupara por ella y que la abrazara con tanta ternura como lo hacía Grace. Sabía que, a pesar de ser a veces dura con ella, sólo quería lo mejor para ella.
—Y ahora, venga a trabajar —dijo Grace separándose despacio de los brazos de su sobrina—. La cafetería no va a salir adelante por sí sola.
—Ahí tenemos a Grace Smith, pensaba que te perdíamos.
—Calla, niña —sonrieron las dos y continuaron con sus labores en la cafetería.
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