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Capítulo 42: ¿Y ahora qué?

No había conseguido pegar ojo en toda la noche.

No podía parar de revivir una y otra vez el beso que se había dado con Tyler. Y es que para qué engañarse, había sido perfecto. Era cierto que había pensado un par de veces cómo sería probar sus labios, pero sin duda, aquello había superado todas sus expectativas.

Sin embargo, la sensación que la embriagó cuando se besaron, le hacía sentirse al borde de un abismo. Era una sensación en la que todo a su alrededor desaparecía y nada importaba, donde las agujas del reloj se detenían y el mundo dejaba de girar. Una sensación algo conocida para ella, una que sólo sentía cuando tocaba el piano. En cambio, en lugar de estar ella y el piano solos en ese universo, aquella vez sólo estaban Tyler y ella. Y eso no la asustaba, la acojonaba, pues aquel "universo" en el que se metía cuando tocaba el piano, era su espacio seguro. Y si ahora le ocurría eso con Tyler, ¿significaba que él sería un espacio en el que sentirse segura?

No sabía cómo se sentía, pero estaba convencida que la palabra "segura" no era la adecuada. "Vértigo" e "incertidumbre" se acercaban más a la sensación que estaba alojada en su estómago. ¿Qué iba a hacer cuando lo viera en el instituto? ¿Se acercaría él a darle un beso o lo tenía que hacer ella? ¿Tenían que actuar como si nada hubiera pasado? ¿Qué cojones debía hacer?

Ni siquiera tenía claro qué tipo de relación tendrían ahora. Estaba claro que ese beso (y el que se habían dado al despedirse en la puerta de su casa) lo cambiaba todo. Ya no eran simples compañeros, ni tampoco amigos. Y no habían hablado nada sobre ello. Sólo se habían mandado un par de mensajes de buenas noches antes de acostarse. Pero, ¿eso qué significaba?

Puede que, tras ese beso, Tyler no quisiera nada más y a partir de ahora la ignorara por los pasillos o, todo lo contrario. ¿Y si la besaba delante de todo el instituto? ¿Qué iba a hacer? ¿De verdad quería ser el centro de todas las miradas como lo había sido Emily cuando empezó a salir con Scott? No, estaba claro que ella no era como su amiga. Prefería mantenerse alejada de los comentarios de la gente, porque Cassie no era la clase de persona que bajaba la cabeza y aguantaba toda clase de palabras insultantes, ella no permanecería callada ante cualquier comentario que hiriera un mínimo sus sentimientos. Si quería ir a una buena universidad, meterse en problemas no era una opción.

—¿Estás bien, cielo? —preguntó Anna consiguiendo que Cassie saliera de su mundo.

—Sí, ¿por?

—Porque llevas tres horas con la tostada en la mano y no has probado bocado —comentó.

—Es que no tengo mucha hambre —dejó la tostada casi intacta sobre el plato.

—Cass, cielo, ¿pasó algo ayer con Tyler?

—¡¿Qué?! ¡No! —contestó alarmada.

¿Es que su tía se había dado cuenta de algo? ¿O los había visto en el porche besándose? Sabía que sus tías la espiaban por la ventana en más de una ocasión, y más aún si se trataba de un chico.

—Vale, vale —levantó las manos a modo de defensa—. Es sólo que estás muy rara desde anoche.

—Es sólo cansancio.

De pronto, el atronador sonido de la bocina de un coche retumbó por toda la casa. Ambas pegaron un brinco desde la banqueta de la cocina, incluso la tostada de Anna se cayó de golpe contra la mesa. Sin duda, ninguna esperaba aquel repentino sonido.

—¿Qué cojones...? —Anna se bajó de la banqueta dispuesta a acercarse a la ventana—. ¿Crees que Tyler haya venido a buscarte? —preguntó emocionada corriendo las cortinas de la ventana de la cocina.

Por un segundo, se le paró el corazón a Cassie pensando que él había ido a buscarla, pero en seguida recordó que sólo había una persona en todo Westhill River que tocara así el claxon.

—Es Alex, ¿a que sí? —Cassie se bajó de la banqueta y se acercó a la ventana, junto a su tía.

—Sí... —dijo decepcionada. Se había ilusionado con que fuera Tyler. Quería que su sobrina viviera un amor adolescente que le hiciera perder el sentido.

—Lo sabía —miró por la ventana y vio a Alex saludando enérgicamente con la mano—. Me voy.

—Ten cuidado —Anna se acercó a su sobrina y le dio un beso en la mejilla.

En cuanto Cassie reunió todas sus cosas, salió de casa a toda prisa. Alex la esperaba con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Se puede saber qué haces aquí?

—Supuse que todavía no habías arreglado tu bici y no iba a dejar que fueras al insti andando —comentó, pero tras su sonrisa, Cassie imaginó que había algo detrás.

¿Se habría enterado de lo que había pasado entre Tyler y ella? No. Era imposible. No había forma posible de que lo supiera.

—Cierto. Mi tía Anna la va a llevar hoy a que la arreglen —dijo intentando parecer lo más normal posible. Cassie abrió la puerta y se montó en el asiento del copiloto.

—Lo sabía —aquella sonrisa seguía sin desaparecer de sus labios—. ¿Nos vamos? —Cassie asintió y se abrochó el cinturón.

—Te tengo que contar algo —dijeron los dos al unísono.

—Empiezo yo que seguro que es mucho más jugoso que lo tuyo
—comentó Alex mientras arrancaba el coche.

—Bueno, no sé yo... Pero está claro que detrás de esa sonrisa tan siniestra no hay nada bueno. ¿Se puede saber por qué sonríes así? —preguntó la joven mientras que Alex mantenía la mirada en la carretera.

—Porque he descubierto quién te drogó en la fiesta.

—¿Qué dices? ¿Cómo?

—Porque soy un buen detective.

—Ya, bueno... —resopló Cassie. Alex la miró y gruñó.

—¿A qué no te lo digo? —replicó.

—Pues no te cuento lo mío y es más jugoso que lo tuyo —dijo con una sonrisa enorme en sus labios.

—Lo dudo... Pero bueno, vamos a lo importante. Fue Mark Sanders
—soltó de golpe.

—¿Mark? ¿Ya estás otra vez con esa teoría?

—Es que estoy convencido. Es él.

—Pero, ¿qué dices? ¿Se te ha ido la olla? ¿Cómo va a ser Mark? —dijo incrédula.

Desde luego Alex no había dormido sus ocho horas rutinarias, pues de lo contrario, no entendía cómo podía decir aquella estupidez.

—No tengo ninguna prueba que lo demuestre, pero tiene tooooodo el sentido del mundo.

—A ver, ilumíname.

—No hay ninguna explicación para que estuviera en una fiesta llena de animadoras y jugadores de todos los equipos, cuando Mark no pertenece a ningún equipo —estaba muy convencido de su teoría.

—Yo tampoco y ahí estaba. Además, ¿cómo sabía que yo estaba en la fiesta?

—Por Instagram —Cassie lo miró prestando demasiada atención. Al parecer, Alex tenía todo muy pensado—. Si yo lo averigüé por ahí, él también pudo.

—No sé...

—Oh, vamos, Cass. ¿Me vas a decir que Sanders no pegaba una mierda en esa fiesta?

—Pues como yo.

—¡Nos ha jodido! Pero a ti te invitó Danforth, ¿quién coño lo invitó a él?

Cassie se quedó callada, pensando. ¿Quién podría haberlo invitado si Mark no se juntaba con nadie de los equipos deportivos?

—Joder, pero, ¿le ves capaz de hacer eso? —dudó Cassie. No podía imaginar haber confiado en una persona que fuera capaz de drogarla sólo para... ¿para qué?—. Además, ¿por qué lo haría?

—¡Claro que lo haría! ¡Oh, vamos, Cass! ¿Todavía no te has dado cuenta de que le gustas a ese chico? Está claro que quería hacerte perder el sentido para hacer... ¡vete tú a saber qué cosas!

—No creo que Mark sea así.

—¡Venga! No me digas que no es la mejor teoría de todas —Cassie se encogió de hombros.

—Puede..., pero, ¿Mark? No sé Alex...

Era cierto que su teoría tenía bastante sentido, incluso que fuera la más factible de todas las locas teorías que había tenido su amigo, pero Mark era su amigo. Una persona con la que compartía clase, a la que veía a todas horas e incluso había halagado su trabajo en teatro. ¡Maldita sea, habían hablado hasta de ir juntos a Juilliard!

No. No podía ser él.

—Yo lo voy a tener vigilado hasta que sepa la verdad.

—Sí, pues no sé cómo la vas a averiguar.

—Si hace falta voy a casa de Sprout y busco en las cámaras de seguridad —Cassie puso los ojos en blanco—. Pero, bueno, cuéntame eso tan "importante" que tienes que contarme.

Entrecomilló ese "importante" levantando las manos del volante, pues dudaba que hubiera algo más interesante que su impoluta teoría.

—Ayer, Ty y yo nos besamos —soltó y Alex frenó de golpe el coche dejándolo parado en mitad de la carretera.

—¡¿Qué?! ¡Cassie Miller, repite eso!

—Que Ty y yo nos besamos ayer, pero por favor, arranca el coche.

—¡Aaaaah! NO. TE. CREO. Pero, ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde? ¿por qué? Necesito todos los detalles —un coche pitó tras ellos y al segundo los adelantó insultándolos.

—Alex, arranca, te lo suplico.

—Yo arranco, pero tú me lo cuentas con todo lujo de detalles —Cassie asintió y Alex puso en marcha el coche.

—Pues a ver, por dónde empiezo... ¿Recuerdas que habíamos quedado para grabar mi pre-audición para Juilliard? —Alex asintió—. Pues fuimos al hotel de su padre y estuve enseñándole a tocar un poco el piano y nos besamos —Alex miraba más a la joven y a la estúpida sonrisa que tenía dibujada en su cara que a la carretera.

—¿Cómo es eso de "nos besamos"? O te besó él o le besaste tú a él, no hay otra opción.

—No lo sé. Pasó todo muy rápido, pero, ¿creo que él? —confesó.

—¡Ay, que me infarto! Y esa sonrisa tonta que llevas encima, me dice que estás enamoradísima. ¡Aaaaah! —Cassie rodó los ojos, pero no lo replicó, porque sospechaba que aquello que sentía en su estómago cada vez que lo veía, era amor—. Me tienes que ir diciendo que me pongo para vuestra boda. ¡Qué emoción!

—¿Qué dices? —se echó a reír—. Ni siquiera sé qué voy a hacer cuando lo vea ahora en el insti.

—Pues ya te lo digo yo. En cuanto lo veas, le comes la boca delante de todo el insti para que a Vanessa y compañía les dé un infarto y tenga que venir la ambulancia a por ellas —Cassie se echó a reír a carcajadas al imaginarse la escena—. Pero, hablando en serio, actúa normal. Estoy seguro de que Danforth está igual que tú.

—¿Tú crees? No deja de ser Tyler Danforth, el jugador de fútbol, el mejor amigo del capitán y uno de los chicos más populares del insti —madre mía, estaba empezando a agobiarse.

—Y también es tu amigo y puede que tu novio —Cassie resopló—. Cassie, ¡que Tyler Danforth te ha besado! —dijo Alex casi esquizofrénico.

—Lo sé —se tapó la cara con las manos, muerta de vergüenza.

—Querida, ¿qué es lo que quieres? —dijo parando el coche.

Estaban a pocos metros del instituto, pero Alex quería que su amiga estuviera lo más segura de sí misma antes de que hiciera su entrada por aquellas puertas y tuviera que enfrentarse a la realidad. Fuera cual fuera esta.

—No quiero que él finja como si ayer no hubiera pasado nada, pero tampoco quiero que me coma la boca delante de todo el mundo, ¿me entiendes? —confesó.

—No, querida. Yo mataría por un beso de esos delante de todas esas arpías —ambos rieron—. Peeero, como no sabemos qué se le pasa a Danforth por la cabecita, tú te agarras a mi brazo y ya vemos qué hacemos, si tenemos que llamar a una ambulancia para Vanessa o si nos vamos a un baño a llorar.

—Vale.

—Ven, aquí anda —Alex tiró de ella y la dio un abrazo fuerte.

—Y ahora arranca, quiero quitarme esta ansiedad cuanto antes —el moreno asintió y puso en marcha el coche.

—Oye, ¿crees que tengo que empezar a llamarlo "Ty"? —Cassie se encogió de hombros—. Lo digo porque como es tu novio...

—¡Calla, bobo! —dijo con una enorme sonrisa en los labios.


Cuando Alex y Cassie entraron en el instituto, todo parecía bastante tranquilo. Bueno, definir el instituto como tranquilo quizás no era lo más adecuado, pero parecía igual que todos los días. Nadie los miraba de forma extraña, de hecho, puede que nadie los mirara en general, y nadie parecía cuchichear a sus espaldas. Sin embargo, hasta que Cassie no consiguiera ver a Tyler no se quedaría tranquila. Pero, al mismo tiempo, no quería encontrárselo. ¿Por qué? Porque así no tendría que enfrentarse al hecho de no saber qué hacer cuando lo viera.

Repasó mentalmente su horario.

Maldita sea. Compartía la mayoría de clases con él. Empezando con Inglés y terminando con Cálculo. Al menos a última hora tenía Astronomía y se libraría de él un rato hasta su clase particular de Cálculo. Aunque, ¿tendrían su clase de Cálculo? No habían acordado nada y ella daba por hecho que, como cada lunes, quedarían en la biblioteca tras sus extraescolares, pero, ¿y si él no aparecía?

Madre mía. Desde luego, no iba a sobrevivir a ese día sin que le diera un infarto o puede que dos.

Entraron en la clase de Inglés cuando todavía no había casi gente y suspiró aliviada. Si Tyler hubiera estado sentado, ¿qué habría hecho? ¿Acercarse a él, ignorarlo o simplemente saludarlo desde lo lejos? Suspiró.

—Cálmate, Cass —le dijo Alex cuando se sentaron—. Estoy seguro de que todo va a ser mucho más natural de lo que te estás imaginando en la cabeza.

—Sí, lo sé.

—No veo a Danforth montando una escena. Suele pasar bastante desapercibido detrás de Scott —Cassie asintió.

En cambio, puede que eso no fuera lo que más miedo le daba. Estaba convencida de que no quería verlo por si él la ignoraba por completo, por si aquel beso para él no había significado nada, por si...

—Cálmate, Cassie —se dijo a sí misma.

Abrió su libro y miró de reojo hacia la puerta esperando a que Tyler apareciera en cualquier momento. Sus compañeros iban entrando poco a poco, incluida Emily rodeada bajo el enorme brazo de Thompson, pero no había rastro de él. Y lo que más le sorprendió era que Tyler no hubiera llegado junto a Scott.

Vanessa entró después, junto a su hermana, y ambas les echaron esa mirada llena de odio que siempre les echaban, sobre todo a Cassie. Tras sentarse, se pusieron a hablar con Thompson y varias animadoras.

El siguiente en entrar fue el profesor de Inglés y tan solo, un segundo después, Tyler y Ryan se colaron por el pequeño espacio que había entre el marco y la puerta que el profesor estaba cerrando.

—No sé por qué siempre sois los jugadores los que llegáis tarde —se quejó.

—Perdón —contestaron los dos a la vez.

Fue en ese momento que la mirada de Cassie se cruzó con la de Tyler. Y fue en ese preciso momento en el que el corazón de Cassie latía con tanta fuerza que pensó que todo el mundo en aquella sala podía escuchar los latidos de su corazón. Pero, si hubo un instante en el que pensó que se moriría allí mismo, fue cuando Tyler le sonrió tímidamente y levantó su mano para saludarla, justo antes de sentarse unas mesas más adelante. Ryan se sentó a su lado y tras hacerlo, se giró para mirar a Cassie con una leve sonrisa en los labios. Entonces, la morena supo que los dos habían llegado tarde porque, posiblemente, Tyler se había desahogado con su amigo de la misma forma que ella lo había hecho con Alex.

Intentó tranquilizarse y prestar atención a las explicaciones del profesor.

Nada más terminó la clase, Alex tiró de Cassie para sacarla cuanto antes de allí. No sabía si hacía lo correcto, pero si él hubiera estado en su lugar, habría querido salir corriendo de aquel nido de víboras del que no saldría con vida si se enteraban que Tyler y ella eran algo más que simples compañeros de último curso.

Repitieron el mismo proceso cada vez que terminaba una clase, pero Cassie sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a Tyler, pues ambos coincidían en la clase de Cálculo.

Cuando entró en el aula, Tyler todavía no estaba, pero no tardó en llegar y en sentarse a su lado, tal y como habían hecho las últimas semanas.

—Cassie Miller, ¿me estás evitando? —preguntó nada más se sentó y dejó su mochila sobre la mesa.

—¿Yo? —se llevó el dedo índice al pecho—. ¿Qué dices? —dijo indignada y Tyler la miró incrédulo. Se le daba fatal mentir—. Bueno, sí, un poco, pero no es lo que piensas.

—Entonces...

—Es que no sé cómo actuar contigo.

—¿Como siempre? —mencionó él—. Solo que, si ahora me apetece darte un beso, pues te lo doy y punto —dijo con una sonrisa pícara en los labios. Se acercó a ella, dispuesto a darle un beso a Cassie, pero esta le apartó con suavidad.

—¡Tyler! —replicó riendo.

Justo en ese momento, Vanessa y Emily entraron por la puerta y los miraron de una forma que Cassie pensó que moriría allí mismo si las maldiciones fueran efectivas.

—No es tan difícil —volvió a acomodarse en la silla, apoyó la cabeza sobre su brazo y la miró como nunca antes lo había hecho.

Al menos eso fue lo que percibió Cassie. La miraba como si no hubiera nadie más en aquella aula, como si fuera única en el mundo. Y aunque aquella era la forma en la que él la había mirado desde hacía ya algún tiempo, aquella fue la primera vez que Cassie se dio cuenta.

—Fácil para ti que no vas a ser asesinado por una animadora —susurró.

—¿Lo dices por Vanessa? —ella asintió—. Perro ladrador, poco mordedor —Cassie se echó a reír.

—Estoy segura de que va a hacer un aquelarre con todas sus amigas para echar una maldición sobre mí.

—Con caldero y todo incluido —se burló Tyler.

—Ríete, pero tiene más peligro que una bruja con escoba —Tyler no pudo evitar echarse a reír.

—Para —replicó riéndose también, bajo las miradas curiosas de Vanessa y Emily.

—Buenos días, chicos —saludó el señor Vásquez en cuanto entró en clase.

—Luego, hablamos en nuestra clase de Cálculo.

—Vale —susurró Cassie.

Tyler bajó la mochila de la mesa y sacó sus apuntes para intentar prestar algo de atención, aunque no sabía si lo conseguiría, pues todos sus sentidos estaban enfocados en la morena que tenía a su lado.

Cassie también lo intentó, pero era demasiado difícil concentrarse, sobre todo si encima Tyler acariciaba su mano por debajo de la mesa y sus dedos se iban entrelazando entre sí hasta que sus manos encajaron perfectamente la una con la otra. Intentó disimular la boba sonrisa que tenía dibujada en sus labios, pero también era muy difícil ocultar la felicidad que sentía en su pecho.


Eran las cinco pasadas cuando entró en la biblioteca. Puede que esa fuese la primera vez que salía tan rápido de teatro, y aunque Tyler era una de las razones, no era la principal. Sabía que él llegaría pasadas las cinco y cuarto y que tendría que esperarlo, pero no le importaba. La principal razón por la que había llegado tan pronto a la biblioteca era por Mark Sanders.

Había compartido Astronomía y teatro con él y necesitaba un respiro de estar con él. ¿La razón? Muy sencilla. Era muy complicado estar al lado de él, sobre todo siendo el principal sospechoso de haberla drogado. ¿Cómo debía actuar a su lado? Era cierto que seguía dudando de la teoría de Alex, pero encajaba muchísimo con todo lo sucedido y no podía evitar darle vueltas a la idea. Y si era él, ¿cómo podía mostrarse tan tranquilo? ¿Cómo debía actuar ella? Desde luego, si aquello era cierto, no volvería a acercarse, ni hablar con él. Era algo que jamás le perdonaría. En cambio, si no lo era, si Mark no había hecho nada, ella no se perdonaría a sí misma por haberle acusado de algo tan grave.

Sacó sus apuntes y empezó a repasar varios temas de Física para su próximo examen. Estaba tan concentrada en sus libros que no se percató de que Tyler había entrado en la biblioteca hasta que él le dio un beso efímero en la mejilla.

—¡Tyler! —replicó con una sonrisa en los labios, que se reflejó en los del castaño.

—¿Qué? —replicó sentándose a su lado—. No hay nadie. Además, ¿ahora sólo puedo besarte a escondidas? —de pronto, una idea se le pasó por la mente y se le borró por completo la sonrisa—. ¿Te arrepientes de lo de ayer?

—¿Estás loco? ¡No! ¡Claro que no!

—Bien —sonrió de vuelta y le robó un beso en los labios—. ¡Ah, ya sé! No quieres que nos vean porque te avergüenzas de mí —burló.

—Sí, eso es —vaciló ella—. Tengo una reputación que mantener y salir con un jugador de fútbol lo arruinaría todo. ¡Mi popularidad al garete! —rio.

—Y eso no es nada bueno para tu carrera como pianista.

—Exacto —sonrieron ambos.

—Así que sólo besos en la biblioteca —Tyler acortó de nuevo la distancia que había entre los dos y la besó de nuevo.

—Hablando en serio —Cassie cambió la expresión de su rostro, cuando se separaron y alarmó a Tyler—, no quiero que ocultemos esto —movió su dedo índice entre él y ella. Tyler suspiró aliviado—, pero tampoco quiero que todo el mundo vigile cada movimiento que hagamos.

Respiró. Necesitaba soltarlo. Necesitaba decirle lo que sentía. Necesitaba que él supiera que no se arrepentía de nada, pero que tampoco quería ser el centro de todas las miradas del instituto.

—Lo pillo. No quieres ser como Scott y Emily —asintió—. ¡Jo! Yo pensaba hacer una entrada triunfal en la cafetería —vaciló.

—¡Qué idiota eres! —le dio un golpe en el brazo sonriendo.

—Escucha, yo no soy como Scott, no necesito ser el centro de atención, ni tampoco quiero. Me parece bien eso de ser discretos, pero, cuando me apetezca te robaré un beso, ¿de acuerdo?

—Me parece bien —sonrió Cassie aliviada.

—¿Algo más que quieras decirme?

—Creo que no.

—Genial. Y ahora, dime, ¿qué estabas estudiando? —movió el cuaderno para poder verlo con claridad.

—Física. Tengo examen la semana que viene.

—Pfff. No puedo con Cálculo, imagínate si tuviera que estudiar esto —se quejó.

—Podrías lograrlo.

—Según tú, podría lograrlo todo.

—Y es así. Cualquier cosa que te propongas, serás capaz de conseguirla.

Esa vez fue Cassie quien decidió acortar la distancia y quien le dio un beso a Tyler en los labios. Sólo que esa vez no fue efímero sino algo más largo, pero tan dulce que se sentía como estar en una nube de algodón. Sus labios húmedos eran todo lo que necesitaba. Ni siquiera había terminado de besarlo y ya estaba deseando volver a hacerlo. Cassie agradeció estar sentada, pues de lo contrario,sus piernas le habrían fallado por completo.

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