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Capítulo 4: Sin sentido de pertenencia

El siguiente stand pertenecía al equipo de baseball. Se podría decir que estaban más o menos a la par que el equipo de fútbol, sin embargo, este último tenía bastantes más victorias y títulos que los bateadores. Quizás, por esa misma razón no tenían tanto reconocimiento, ni sus partidos eran tan seguidos por los alumnos del instituto.

Lo capitaneaba Hunter Cox, el segundo hijo de la directora. Muchos lo comparaban con Scott Thompson, sin embargo, el jugador de baseball se había ganado con creces el odio de muchos estudiantes. Empezando porque siempre tenía algún mal comentario que decir a los demás y terminando porque pensaba que todos debían hacer lo que él quisiera, solo por ser el hijo de la directora. Puede que los comentarios de Scott a veces no se tomaran muy bien, pero no los hacía con maldad y sabía en qué momento debía parar y disculparse, pero los de Hunter iban directos a humillar a todo aquel que se cruzara con él.

—Pero si la huerfanita ha decidido honrarnos con su presencia —gritó en cuanto pasaron por delante—. ¿Te ha convencido la gorda de tu amiga?

—Eres un gilip...

—Alex, déjalo. No merece la pena malgastar el tiempo con esta persona.

—Hazle caso a tu amiguita...

Alex se fue a acercar dispuesto a pegarle un puñetazo, pero Cassie y Emily lo sujetaron del brazo.

—Déjalo, vámonos —suplicó Emily. Odiaba meterse en problemas y aquellas situaciones la ponían en una situación demasiado incómoda.

Alex cogió algo de aire y decidió continuar con sus amigas. Ninguno de los tres se dio cuenta de que pasaron por delante de los puestos de los equipos de baloncesto, el de voleibol y natación. Estaban demasiado concentrados en calmar a Alex. Pero, en cuanto llegaron al de las animadoras se pararon.

Emily llevaba queriendo formar parte de las animadoras desde hacía tanto tiempo que ni lo recordaba. En realidad, sí. Supo que quería ser animadora cuando vio por primera vez Bring it on. Puede que hubiera visto esa película tantas veces que se supiera los diálogos de memoria. Esa y todas las secuelas que vinieron tras ella. Sin embargo, siempre lo había visto como un imposible. Su estatura y su complexión no la ayudaban a entrar en el equipo. Siempre había estado muy orgullosa de su físico, incluso aquel tiempo en el que le costó más aceptarlo, pero ese último verano había puesto todo su empeño para poder entrar. Sería aquel curso o nunca. Así que, aunque lo más seguro era que obtuviera un no, iría a las pruebas para no quedarse con esa espinita clavada de por vida.

—¿Necesitáis algo? —preguntó Vanessa, la cocapitana del equipo, con cierto desprecio.

—Queríamos información para las pruebas —respondió Emily.

—Oh, ¿Miller no me digas que por fin te vas a apuntar a algo? —dijo Violet, la otra capitana.

—No, es para Emily —respondió Cassie.

Las animadoras, perfectamente uniformadas, miraron a la joven de arriba a abajo con cierto aire de superioridad.

Vanessa y Violet, conocidas como las hermanas V, eran dos gemelas bastante insoportables. Ambas tenían que ser iguales en todo. Tanto que no solo una de las dos podía ser capitana, tenían que serlo las dos. Eran altas, rubias y tenían cuerpo de modelos de Victoria's Secret. Sin embargo, la amabilidad no era uno de sus puntos fuertes. Al menos para la gente inferior que ellas, es decir, todo el mundo que no formara parte de algún equipo deportivo no merecía su cortesía. Se sentían con total libertad de juzgar a todo el mundo. Por esa razón, no se sintieron ni un poco afligidas de juzgar a Emily por su apariencia.

—Perdona, ¿has dicho información para las pruebas?

—Sí.

Las dos se echaron a reír delante de ellos.

—Creo que es la broma más divertida que me han contado hoy —dijo Vanessa.

—Pues yo no le veo la gracia —dijo Cassie.

Se había prometido permanecer callada ante ellas, por Emily. Quería tanto como su amiga que entrara en el equipo y no quería arruinarle la oportunidad, pero en aquel momento, no pudo morderse la lengua.

—¿Tú has visto la clase de gente que está en nuestro equipo? —Cassie asintió, apretando los dientes para no responderle, porque de hacerlo, no sería nada agradable—. Pues no entran personas como ella.

—¿Quieres decir buenas personas y trabajadoras?

—¿Me estás queriendo decir algo, Miller? —Vanessa se puso en modo defensa.

—No, solo hemos venido a por información para las pruebas, así que, ¿nos puedes informar? Gracias —dijo ese "gracias" con cierto sarcasmo.

—Tu amiga no necesita la información porque no va a entrar en el equipo.

—Y eso lo sabes porque has visto una prueba suya... ¿dónde?

—No me hace falta ver una prueba suya para saber que no vale para ser animadora —continuó Vanessa—. Además, no necesitamos a nadie.

—Entonces, ¿por qué tenéis un stand si no necesitáis a gente? —intervino Alex.

—Dejadlo, porfa. Cass... —le susurró Emily sin que nadie pudiera escucharla.

—Vas a hacer esa prueba como que me llamo Cassie Miller —le dijo cerca del oído—. ¿Le vais a dar el folleto o tengo que robarlo? —les dijo bastante enfadada.

—Toma —Violet le extendió el folleto, quien, aunque era igual que su hermana, tenía algo menos de maldad que Vanessa. Emily lo cogió—. Ahí viene toda la información.

—Y no se te ha roto una uña —dijo Cassie. Alex intentó aguantar la risa.

—Vámonos anda —dijo Cassie cogiendo del brazo a Emily y se alejaron del stand.

—¿Por qué se lo has dado? Me has dejado en ridículo —se quejó Vanessa a su hermana.

—Porque en todo el tiempo que llevamos aquí, solo se han interesado ellas por las animadoras.

—¿Y?

—Que necesitamos a gente o la entrenadora nos cerrará el equipo
—Vanessa miró a su hermana. Llevaba razón.

Ya alejados del stand de las hermanas V, Cassie y Alex se pararon para comprobar que Emily se encontrara bien.

—¿Cómo estás, querida?

—Bien.

—Tú no les hagas caso, en cuanto vean lo bien que haces la prueba no van a poder negarse a que entres —le animó Cassie.

—¿Estás segura?

—Completamente.

—Gracias, chicos —Emily les dio un fuerte abrazo—. La verdad es que ha sido muy divertido ver cómo se quedaban con la cara cuadrada.

—¿Has visto a la estúpida de Vanessa cuando su hermana te ha dado el folleto? —dijo Alex sonriendo.

—¡Qué pena no haberlo grabado!

—Ya ves. Me lo habría puesto todos los días antes de dormir.

Los tres se echaron a reír. De vez en cuando, sentaba muy bien poner en su lugar a aquellas personas que se creían mejor que nadie.

—¿Vamos al stand de teatro? —preguntó Alex.

—¿Estás pensando en apuntarte?

—Quizás. Todo el mundo dice que son muy buenos y sería un buen punto para mi currículum.

—Pero, ¿tú sabes actuar? —preguntó Cassie. Nunca lo había visto como un potencial actor.

—Con tener un papel secundario me vale, además siempre le dan el papel principal a Mark Sanders... Ah, y luego tengo que pasar por el de debate a saludar al club y al anuario.

—¿También te vas a apuntar al anuario?

—Por supuesto —dijo casi ofendido—. Solo se pueden apuntar los de último curso. Tengo que formar parte de ello.

—Está bien, Alex. Vamos a dónde tú quieras.

—A mí me gustaría saludar a mi club de mates —intervino Emily.

—Vale.

—¿Y tú a dónde quieres ir, Cass?

Lo cierto es que no se lo había preguntado. ¿Qué club quería visitar? O más bien, ¿a qué club quería pertenecer? Tenía bastante claro que, aunque fuera buena en matemáticas, no quería apuntarse al club de mates o robótica. Tampoco se veía en el de debate, ni mucho menos actuando en un teatro. Así que, solo le quedaban cuatro opciones: la banda, el coro, el anuario y el club de lectura y escritura.

Pasaron por delante de aquellos cuatro stands. Alex se apuntó de inmediato en el anuario, y aunque a Cassie le llamaba algo la atención, no sabía muy bien si encajaría ahí. Lo mismo le ocurrió con el club de lectura y escritura. La verdad es que le gustaba bastante leer y sacaba buenas notas en sus redacciones de clase, pero pasarse un curso entero hablando de libros (los cuales no tendría mucho tiempo para poder leer) y escribiendo más redacciones, quizás era demasiado, así que lo descartó en cuanto cogió el folleto.

Después llegaron al puesto en que estaba la banda. El requisito principal era tocar un instrumento, y si había algo en lo que Cassie fuera extraordinaria, era en tocar el piano. Pero, había un inconveniente. Un piano no se podía mover con demasiada facilidad precisamente. Así que, ir a los partidos con la banda a tocar, sería imposible y a alguna que otra actividad también sería bastante complicado poder asistir con su piano.

Lo último que le quedaba era el coro. Allí quizás podría acompañar a las voces con la melodía que salía del piano, porque cantar... nunca había cantado de forma profesional y aunque las personas que la habían escuchado cantar mencionaban que lo hacía bastante bien, no se veía muy capaz de ello, así que intentaría entrar al coro embelesándolos con su buena técnica frente al piano.

Y si no lo conseguía... tendría un problema para entrar en alguna buena universidad.

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