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Capítulo 36: Confusión

¿Qué había pasado?

Esa era la pregunta que rondaba por la mente de Cassie una y otra vez. No sabía en qué momento se había lanzado a hablar sobre sus padres delante de Tyler. Le había contado un dato demasiado personal para ella e incluso le había enseñado su tatuaje. Vale que Alex y Emily supieran todos sus secretos más ocultos, pues eran amigos de hace muchos años, pero, ¿Tyler? Sólo se conocían (de verdad) desde hacía unos meses, pero era tan sencillo hablar con él...

¿Qué le estaba pasando?

Y lo peor de todo no era eso. Había otra duda que le quemaba la cabeza.

¿Tyler había estado a punto de besarla?

Se había repetido a sí misma que aquello era imposible. Sería un error, una confusión mental momentánea que su cerebro había tenido. Aquello era imposible. Él no había podido tener esa intención con ella. Sin embargo, los hechos eran bastante diferentes.

Sobre todo, esa imagen. Esa maldita imagen.

Ella apoyada en la pared, escondida para que el guardia de seguridad no la viera y Tyler delante de ella, a escasos centímetros, puede que incluso milímetros. Pudo sentir perfectamente cómo su respiración se mezclaba con la suya e incluso percibir ese aroma del perfume tan famoso que él solía llevar puesto. Puede que incluso aquel aroma la hubiera atontado. En cambio, su cerebro volvió a tener un instante de lucidez, lo justo para escapar de allí y volver a casa a toda prisa en su bici.

Pero, lo que más le preocupaba a Cassie no era qué había pasado esa noche o si Tyler había tenido la intención de besarla, lo que más inquietaba era qué habría hecho si él la hubiera besado. Lo más seguro era que no se habría apartado y eso la asustaba.

Tenía una sensación demasiado extraña colocada en el estómago, una que no se iba ni siquiera comiendo el exquisito pavo relleno que su tía Grace había preparado.

Durante todo ese tiempo, había estado convencidísima de que no podría sentir nada por Tyler, que no lo podría ver como algo más que un compañero de clase, pero, ahora...

Ahora pensaba y sentía cosas muy diferentes. Sentirse tan cómoda a su lado, tener ganas de verlo a todas horas y poder hablar de cualquier cosa con él... eso era algo más que una amistad.

Tyler le gustaba y eso no podía ser. Necesitaba alejar esos sentimientos de ella todo lo posible y tenerlo tan cerca no era de gran ayuda. Quizás si se mantenía un poco alejada de él...

Sí, sería lo mejor.

Cuánto menos tiempo pasara a su lado, más fácil sería no sentir nada.


El martes fue bastante fácil mantener las distancias con el jugador de fútbol. Tan solo compartían Cálculo y no podía estar más agradecida de que el resto de asignaturas, en las que se veían en clase, no se impartieran el segundo día de la semana. Además, intentó llegar la última e irse la primera de la clase del señor Vásquez.

Posiblemente, aquella fue la clase en la que más estuvo concentrada, mantuvo la mirada fija en su cuaderno tomando apuntes y sólo la levantaba para fijarse en lo que el profesor apuntaba en la pizarra. Sabía que Tyler la miraba de vez en cuando, no porque lo viera, sino porque lo sentía. Sentía su mirada clavada sobre ella y eso le ponía nerviosa. ¿Se preguntaría por qué no había hablado nada con él en toda la clase? ¿O simplemente la miraba por el placer de hacerlo? ¿Acaso quería decirle algo? Demasiadas cuestiones para intentar concentrarse en la clase de Cálculo. Aunque, claro, sólo fingía estar atenta, pues su mente estaba en otra parte.

En cuanto el profesor dio por terminada la clase, Cassie cogió sus cosas a toda prisa y, tras dedicarle a Tyler un "nos vemos", salió disparada de allí como un rayo, dejando al castaño con más confusión que la que había tenido escuchando al profesor.


El miércoles parecía sencillo. Aquel día estarían todos ocupados con las charlas de las universidades, así que sería bastante complicado cruzarse con Tyler. Aunque coincidieran en la misma charla, era imposible que coincidieran en asientos contiguos y de hacerlo, ya se encargaría Cassie de sentarse en la última silla del último rincón de la sala.

Se fue a hacer compañía a Alex a la charla de Harvard. Todavía quedaba un rato para que empezara la charla de Columbia en el teatro, por lo que así mataría el tiempo sin tener que estar sentada en la cafetería aburrida. A lo lejos, vieron a Emily sentada con un par de animadoras y ambos sintieron una sensación poco agradable. Habían hablado tanto de aquellas charlas, de los planes que Alex y Emily iban a hacer en Harvard que ahora parecía mentira que no estuvieran los tres juntos sentados en aquellas butacas. Ni siquiera veían claro que aquellos planes se fueran a realizar cuando acabara el verano, sin embargo, y aunque sentían pena, ellos no habían podido hacer nada para que la rubia se alejara como se aleja un barco en el mar.

—¿Crees que seguirá queriendo estudiar derecho? —le preguntó Cassie a Alex sin dejar de mirar a Emily.

—No lo sé. A lo mejor se va a Las Vegas a bailar —Alex mantenía la mirada fija en el ponente. No quería perderse ni un detalle de aquella charla.

—¿Tú crees? Siempre ha tenido muy claro que quería ser abogada.

—Y también que era nuestra amiga, y mira ahora.

Cassie se quedó observando al grupo de amigas. ¿Tanto habría cambiado Emily para haber cambiado también sus sueños?

—¿Quién crees que le habrá lavado el cerebro? ¿Scott o Vanessa?
—preguntó de repente.

Alex chasqueó la lengua. Quería mucho a Cassie, pero no le dejaba escuchar la charla y le estaba poniendo bastante nervioso.

—Vanessa, sin duda.

—Eso pensaba yo también, pero Scott la tiene cegada por completo
—giró la vista para ver a Alex, quien mantenía la mirada fija al frente—. ¿Crees que la hemos perdido para siempre?

—¡Yo qué sé, Cass! —contestó algo molesto.

—Vale, perdone usted, señor borde.

—Perdón. Es que necesito enterarme bien de todo.

—Y yo no te estoy dejando escuchar, ¿verdad? —Alex asintió—. Lo siento, ya me callo.

Alex asintió y los dos se quedaron en silencio, mirando al ponente. Alex, escuchando, por supuesto, y Cassie también escuchaba, pero a su cabeza.

—¿Y si...? —volvió a intervenir, pero Alex no le dejó terminar la frase.

—¿Tú no querías ir a la charla de Columbia? —le preguntó mirándole a los ojos.

—¿Sí, por?

—Porque empieza en... —miró el reloj del móvil— cinco minutos.

—¿Qué? —miró su reloj de pulsera y comprobó que su amigo tenía razón—. Me voy —Alex asintió.

Cogió su mochila y salió corriendo procurando no llamar demasiado la atención. Alex la siguió con la mirada y suspiró cuando vio que por fin se había ido y podría poner los cinco sentidos en la charla de Harvard.

Cassie corría por los pasillos a toda prisa, cuando una ráfaga pasó por su mente y se paró en seco a escasos metros de la puerta del teatro. Aquella ráfaga no podía ser otra que Tyler. Sabía que se moría de ganas por ir a la charla de Columbia, pero también sabía que no tendría la valentía de asistir.

¿Y si iba a buscarlo?

No. No. No.

Había acordado consigo misma que se alejaría un tiempo de él, así que se mantendría al margen.

La pierna de Tyler se movía con rapidez arriba y abajo. Estaba nervioso. Desde el instante en el que se había sentado en las gradas del gimnasio con Ryan no había estado tranquilo. Puede que estuviera ahí sentado, pero su mente se mantenía alejada en otro lugar. Su corazón sabía que debía estar en el teatro, escuchando la charla de Columbia y no la de Stanford, pero su cabeza no opinaba lo mismo. Incluso, se había sentado junto a las escaleras para poder escaparse en algún momento, pero se había dado cuenta de que no servía de nada ponerse los dientes largos con una charla de una universidad a la que sabía que no iría. Daba igual que le apasionara la informática, su destino estaba fijado desde que nació: jugar al fútbol y quedarse con el hotel de su padre. Y aunque la primera le encantara, la segunda era algo que no le llamaba la atención. Sin embargo, eso daba igual. Así que, sí, estaba sentado en el lugar correcto.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —le susurró alguien en el oído.

No le hizo falta mirar para saber quién era, lo había averiguado desde la primera sílaba que había pronunciado. En cambio, giró la cabeza y se encontró con esos ojos marrones que su mente no conseguía borrar.

Sentada en las escaleras, Cassie lo miraba esperando una respuesta, una que Tyler no fue capaz de darle porque, en el fondo, tampoco sabía qué estaba haciendo allí.

—¿No habíamos quedado en que irías a la charla de Columbia?

—No quedamos en nada, te dije que lo pensaría —susurró. Cassie puso los ojos en blanco.

—Pues has tenido tiempo suficiente para pensar, así que venga, levanta el culo que llegamos tarde —Tyler se quedó en silencio y Cassie levantó las cejas. No sabía a qué esperaba—. ¿De verdad vas a renunciar a tus sueños sin saber lo que te vas a perder? ¿No me digas que Tyler Danforth es un cobarde?

—Miller...

—¿Qué? ¿Te vienes o no? Porque yo sí que quiero ir. No me hagas llevarte a rastras por todo el insti.

Tyler no dijo nada. Cassie había ido hasta el gimnasio sólo para buscarlo, podía haber ido ella sola sin más, pero había pensado en él para llevarlo a la fuerza si hacía falta. ¡Y qué cojones! Se moría de ganas por ir.

Se agachó para coger la mochila, bajo la atenta mirada de Cassie y de Ryan.

—¿Qué pasa, Ty? —le preguntó su amigo.

—Me voy a la charla de Columbia.

—Ya era hora, tío —sonrió. Miró a Cassie, todavía sentada en las escaleras—. Llévatelo y no me lo devuelvas hasta que salga el último del teatro.

—Eso está hecho.

Cassie se levantó del suelo y tras esperar a que Tyler cogiera todas sus cosas, los dos subieron las escaleras del gimnasio corriendo, bajo la atenta mirada de varios alumnos, incluida la de Vanessa. En cuanto salieron afuera, se miraron durante un instante, se cogieron de la mano y echaron a correr por los pasillos del instituto.

La adrenalina corría por su cuerpo a la misma velocidad a la que estaban corriendo ellos. Ninguno sabía si era por el hecho de conseguir llegar a tiempo o porque iban los dos juntos, agarrados de la mano, sin importarles nada más de que el otro siguiera sonriendo.

Cuando llegaron a la puerta del teatro, Cassie pensó que se desplomaría allí mismo. Necesitaba coger algo de aire antes de entrar allí. Buscó en su mochila la botella de agua que había comprado en la cafetería esa misma mañana, sin embargo, Tyler no dejó que perdieran un segundo más. Le cogió de la mano y tiró de ella para entrar en el teatro.

Como era de esperar, la charla ya había comenzado, así que procuraron no hacer ruido y se sentaron en los primeros asientos que encontraron al fondo del teatro.

Tyler la observó un segundo, mientras bebía agua de su botella. Todavía no podía creer lo que la joven había hecho por él, pero ahí estaban en el teatro, los dos juntos, sin que les importara nada. Cassie cerró la botella y tras guardarla de nuevo en la mochila, miró a Tyler y sonrió. No podía estar más contenta de haber tomado aquella decisión. Sin duda, Tyler debía estar allí con ella.

Ambos giraron la vista y miraron hacia el escenario, procurando no perderse detalle de lo que decía el ponente, aunque lo cierto era que sería muy complicado prestar atención teniendo el brazo del otro muy pegado al suyo.


El jueves, Cassie supo que era absurdo olvidarse de Tyler. No solo porque su cabeza no conseguía desprenderse de él, sino también porque las clases que compartían no le permitían no verlo demasiado. Sin embargo, había logrado no estar tan cerca de él y mantener la cabeza algo alejada gracias a Alex y a las aventuras que este le contaba.

Cuando sonó la campana, anunciando que las clases habían terminado, se fue derecha al teatro, para refugiarse allí. En aquel lugar, podía estar tranquila. Tyler tenía entrenamiento y se mantendría alejado, y ella se sentaría en el piano y olvidaría que el resto del mundo existía.

Una vez el señor Fisher dio por finalizado el ensayo, salió del teatro pensando que aquel día lo había superado con creces y que sería capaz de mantener las distancias con Tyler.

En cambio, el destino se reía de ella una vez más.

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