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Capítulo 32: La noria

Cassie miró la noria cuando estaban en la cola. No fue consciente de lo alta que era hasta que estuvo justo debajo. Lo cierto era que había pasado muchas veces delante de ella, mientras que preparaban toda la feria, pero aquella era la primera vez que la observaba con todas las luces iluminadas. Bajó la mirada y se fijó en Tyler. Revisaba el móvil por si tenía algún mensaje. Sonrió y se apoyó en la barandilla.

No fue hasta este preciso momento que se dio cuenta. Estaba a punto de subir a una noria con Tyler Danforth. Los dos solos. Ahí arriba. Y entonces, empezó a ponerse nerviosa. ¿No era aquel lugar donde subían las parejas para enrollarse? ¿Acaso Tyler le había dicho de subirse a la noria porque quería besarla? Y si lo hacía, ¿qué haría ella? ¿Quería que él la besara o no?

Maldita sea. ¿Qué sentía por Tyler y por qué estaba tan nerviosa? Si tan convencida estaba que sólo eran amigos o compañeros o lo que fuera esa relación, no tendría que estar tan nerviosa, ¿verdad? Si él decidía besarla, era tan sencillo como rechazarlo, pero, ¿era eso lo que quería? Su corazón latía tan fuerte que pensó que estallaría.

No. No. No.

—Cálmate, Cass —se dijo así misma—. Eso no va a pasar.

No.

Estaba claro que estaba delirando.

¿Tyler Danforth queriendo besarla? Ni de broma. Quien la escuchara se echaría a reír. Aunque sabía que tenía muchas cosas maravillosas por las que un chico podría enamorarse de ella, él era un jugador de fútbol y los jugadores de fútbol sólo se juntaban con las animadoras o chicas populares. Claro estaba el caso de Emily. Hasta que no había sido una animadora, Scott no se fijó en ella. Y aunque Tyler sintiera cosas por ella, nunca se lanzaría. Su reputación era más valiosa que salir con una chica corriente del instituto. Si él estaba ahí con ella en ese preciso momento era porque sólo le caía bien, puede que, incluso, sólo estuviera por lástima. La pobre huérfana que necesitaba ser rescatada del aburrimiento en el que estaba sumida vendiendo entradas con su compañero de teatro. Sí. Era eso. Así que podía estar tranquila.

Suspiró.

—Hombre, Wilson, ¿has conseguido librarte del pesado de Sanders?
—escuchó decir a Tyler.

Cassie se giró y vio a Alex en la fila detrás de ellos. Miró a su lado y observó que había un chico vestido de payaso. No había ni un ápice de su rostro o pelo al descubierto. Llevaba la cara pintada de blanco y una peluca de color rojo. Cassie cerró los ojos. Sabía perfectamente quién se ocultaba tras aquel disfraz y si algún Parrot descubría que un Coyote se encontraba en su territorio irían a destrozarlo. Y Tyler era un Parrot al lado de un Coyote. Observó a Alex y comprobó por sus ojos que estaba desquiciado de los nervios.

—Sí, lo he dejado un ratito solo, a ver si se calla —Tyler se echó a reír.

—¿Has dejado solo a Mark? —preguntó Cassie.

Tyler giró la mirada a ella. ¿Por qué parecía tan preocupada por el bobo de Sanders?

—Sí. No le va a pasar nada.

—¿No habías dicho que ibas a cubrirme? —Cassie se colocó al lado de Alex.

—Un rato. No iba a hacerlo toda la noche.

—Claro, también tiene que pasarlo bien —intervino Tyler—. No le va a pasar nada a Sanders por estar solo un rato.

Estaba claro que a Mark no le pasaría nada, pero puede que a ella sí por dejarlo solo. Si se quejaba de haber estado solo, el profesor Fisher podría echarle la bronca y no le apetecía ni un pelo.

—Alex, ¿podemos hablar un segundo? —miró a su amigo con los ojos abiertos y él entendió que debía hablar con ella. Tyler y Fred se quedaron mirándolos, pero comprendieron que era algo entre amigos.

—¿Qué?

—¿Se puede saber qué haces aquí con Fred? Os van a descubrir
—susurró.

—Pues pasarlo bien. Además, no creo que nos pillen, ¿has visto lo bien que se ha maquillado?

—¿Con Tyler aquí a su lado? Te recuerdo que son enemigos.

—Lo sé, pero no va a pasar nada.

—¿Seguro? Porque están hablando muy amigablemente —Alex giró la vista y comprobó que Tyler le estaba preguntando en qué atracciones se había montado.

—Mierda.

—Oye, Ty, ¿te apetece si vamos a otro lado? —Tyler la miró confundido. Primero porque lo había llamado Ty y segundo por su repentino cambio de opinión.

—No, me apetece subir. Me han dicho que se ve todo Westhill desde ahí arriba.

—Tampoco es que sea muy grande...

Cassie miró a Alex, lo había intentado, pero desde luego de aquella situación no los iba a librar nadie.

—¿Sois cuatro? —preguntó el señor que se encargaba de la atracción.

—No, vamos por separado —intervino Alex.

—Pues os toca subir juntos, ¿de acuerdo? —suspiraron y se miraron entre sí.

Tyler y Cassie pasaron primero, mientras que Alex y Fred se quedaron atrás.

—¿Se puede saber qué pasa? —preguntó Fred a su novio.

—Freddy, cariño. Ese chico es un Parrot.

—¿Qué? Joder, Alex. No me habías dicho que tu amiga sale con uno de ellos.

—Es que Cassie no sale con Danforth. Creo.

—¿Ese tío es el puto Tyler Danforth? —Alex asintió—. Joder, Alex. A ese chico le he dado más de una paliza. Es buenísimo jugando al fútbol.

—No te rayes. Tú actúa normal y no menciones nada de tu equipo.

Se montaron en la noria, unos enfrente de otros. Tyler giró la vista a su derecha y observó que Cassie estaba bastante nerviosa. Sentía que se estaba perdiendo algo y no sabía si era por haber dejado solo a Sanders vendiendo entradas o por subir a la noria. ¿Es que acaso le daban miedo las alturas? De ser así se lo habría dicho antes, ¿no? Estaba convencido de que Sanders tenía la culpa de todo.

La noria empezó a moverse y los jóvenes dirigieron la mirada hacia el cristal para observar las maravillosas vistas. Tyler se acercó aún más a Cassie y observó su lado.

—Mirad, ¿veis el río? —intervino Alex.

—Sí, y el puente. ¡Qué chulo está iluminado!

—Mira, cariño, ese es mi insti —dijo de repente Fred. Cassie y Alex lo miraron sin apenas respirar. Tyler giró la vista hasta el payaso y lo observó.

Desde que lo había visto al lado de Wilson, había supuesto que era otro alumno del instituto, uno que fuera de algún otro curso o alguien con el que no se había cruzado mucho por los pasillos. Ni siquiera le había preguntado por su nombre por vergüenza. No saber reconocer a un compañero de clase era algo que no agradaba a todo el mundo.

—¿No estudias aquí?

—Emm. No.

—¿No? Joder, pues me suena mucho tu cara —Tyler lo miró fijamente. Estaba convencido de que aquellos ojos oscuros los había visto en otras ocasiones—. ¿Juegas a fútbol?

—No, no, no, no, no, no. No —intervino rápidamente Alex—. No, no. Él está en el club de mates, ¿verdad, cariño?

—Sí, en mates.

—¿Cómo dices que te llamas?

—Fred —Tyler lo volvió a observar. Estaba convencido de que lo conocía, pero no se había cruzado con ningún Fred a lo largo de su vida y menos con alguien de fuera del instituto. Así que, ¿quién era ese misterioso joven?—. ¿Y dónde dices que estudias?

—Mira, Ty. ¿Ese no es el hotel de tu padre? —preguntó Cassie para cambiar de tema.

La noria estaba justo parada en lo más alto y si querían salir de aquella situación, lo mejor era distraer a Tyler.

—Sí, ese es.

—Joder, Danforth. Desde aquí se ve precioso —dijo Alex.

—La verdad es que nunca lo había visto a tanta altura —Tyler miró a través del cristal.

Nunca pensó que el hotel de su padre se vería desde allí arriba.

—Es muy bonito.

—Es el primero que construyó.

—A ver cuándo nos dejas montar una fiesta allí —Tyler rio y Cassie suspiró al ver cómo la noria empezaba a moverse.

—Una fiesta no sé, pero ir a cenar o hacer algo divertido seguro que sí podemos hacerlo.

—Te tomo la palabra, Danforth.

—Y tú puedes venir a tocar el piano siempre que quieras —miró a Cassie y esta se sonrojó.

La noria llegó hasta la parte baja y se paró de nuevo. Indicando que podían bajarse de allí.

—Bueno, ha sido un placer veros. Nos vamos —Alex tiró del brazo de Fred—. Adiós.

Ambos se alejaron a toda prisa, dejando solos de nuevo a Tyler y a Cassie. La joven estaba nerviosa. No quería que el castaño le hiciera preguntas acerca del novio de Alex, además Mark seguía solo y no quería meterse en problemas. La solución a todo aquello sería salir corriendo, pero debía hacerlo con cuidado.

—Bueno, creo que debería marcharme —Tyler la observó. No quería que aquella noche terminara—. Lo he pasado muy bien.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—Oh, no. Tengo que quedarme hasta el final.

—¿Con Sanders? —Cassie asintió—. Bueno, supongo que no puedo convencerte.

—Pásalo bien con tus amigos —sonrió la joven.

—Nos vemos el lunes. Recuerda que tenemos que retomar nuestras clases.

—Sí, no te preocupes. Estaré puntual —Tyler asintió y se dio la vuelta para marcharse—. ¡Ty! —lo llamó y se giró.

Cassie se acercó hasta él y lo abrazó. El castaño se quedó paralizado, no esperaba que ella le abrazara de esa manera. Rodeó su cintura con los brazos y cerró los ojos. Percibió ese perfume de vainilla que tanto le gustaba.

—Gracias por esta noche. Lo he pasado muy bien.

Sin dejar que él la respondiera, se separó y salió corriendo a toda prisa en dirección a la casa del terror. Tyler se quedó allí parado, intentando asimilar todo lo que había pasado.

Si tenía algo en claro de esa noche, era que sus sentimientos por Cassie iban a ser imposibles de callar.

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