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Capítulo 30: Halloween

—¡Qué elegante, Ty-Ty! —dijo Scott apareciendo por la feria vestido con una camiseta a ajustada de tirantes con franjas rojas y blancas y un pantalón negro corto. Un verdadero señor forzudo del circo.

—Uno que sabe vestirse —sonrió—. ¿Tú has venido luciendo músculos? —Scott asintió—. La pena es que no hayas perdido la apuesta.

—Joder, ya ves. Pensábamos vestirte de payaso —intervino Ryan luciendo un disfraz de mimo.

Al igual que Scott, llevaba una camiseta rayada, solo que las rayas eran blancas y negras. Lo que le daba un toque de color eran aquellos tirantes rojos que se enganchaban en sus oscuros pantalones.

—Pero, no lo habéis conseguido y estoy más en forma que nunca.

—Por eso ha querido lucir sus musculitos con esa camiseta tan ceñida
—se burlaron.

—Podéis decir lo que queráis, pero estos brazos no los conseguís vosotros ni yendo al gimnasio durante un año —Ryan y Tyler pusieron los ojos en blanco—. Además, ¿tú de que vas vestido, Ty? Con esa chaqueta se te puede distinguir a tres millas —Tyler miró hacia abajo.

Estaba muy orgulloso de haber conseguido aquella chaqueta larga y roja con botones dorados que le daban un toque especial a su disfraz.

—Imbécil. Soy un domador de leones. O de fieras como tú, según como lo veas —Scott le sacó la lengua.

—Oh, estás aquí —apareció Emily, con un vestido largo medieval y un pañuelo sobre su cabeza—. Pensaba que estarías en la casa del terror.

—Allí iba —respondió Scott, mientras que la rubia se agarraba de su brazo.

—¿Vidente? —preguntó Ryan señalando a Emily. La joven asintió—. No me vendría mal que me echaras las cartas.

—Cuando quieras —rio Emily.

—Bueno, ¿qué? Miedicas, ¿os venís a la casa del terror?

Scott se moría de ganas por entrar ahí. Aquella atracción era la más comentada por todos los alumnos. Si daba mucho miedo, era un triunfo, pero si de lo contrario, no tenía emoción, era muy criticada.

—Sí, vamos.

—Yo no pienso entrar ahí —mencionó Emily.

—Oh, vamos, Sparks. ¿No me digas que te vas a rajar? —la rubia asintió.

—¿En serio?

—Sí. Me voy a buscar a Vanessa y Violet, seguro que están en una atracción menos intensa.

Scott negó con la cabeza, Emily le dio un efímero beso en los labios, ante las pequeñas risitas de Tyler y Ryan y se alejó de ellos para buscar a sus dos nuevas amigas.

—Bueno, pues plan de chicos, ¿o alguno de los dos se va a rajar? —ambos negaron con la cabeza—. Mira que os quito el título de Parrots.

—Anda, tira —lo empujó Tyler.

Los tres se adentraron en el campo de fútbol, ahora la conocida feria de Halloween. Durante toda la semana se habían estado realizando los preparativos de aquel evento y, después de ver todas las atracciones, la ambientación de luces y humo y la decoración centrada en el circo, no podían haberlo hecho mejor.

Eso sí. La semana se había hecho eterna.

Al menos para Tyler.

Tyler estuvo contando los días (esos mismos que parecían no acabar) que quedaban para que llegara el maldito viernes. Puede que el que suspendieran los entrenamientos durante toda la semana para montar las atracciones, fuera la razón principal por la que los días se hacían tan largos. Aunque la realidad era otra.

El motivo real por el que la semana fue tan agotadora, no era otro que la ausencia de Cassie. No es que hubiera estado desaparecida todos esos días, pero casi. Durante toda la semana, los alumnos de teatro estuvieron inmersos en los preparativos de la feria, lo que significó que se saltaran algunas clases (como Cálculo) o que apenas se les viera por los pasillos del instituto. Sumado a que la morena también estaba castigada y no tenían sus clases particulares, Tyler vio a la joven una cantidad de... ¿cero veces? Bueno, puede que la viera un par de veces a lo lejos en la cafetería, pero aquello no contaba.

Por su mente había pasado la idea de convencer a Ryan o incluso Scott e ir a Rosie's como excusa de tomar algo, aunque en realidad a él sólo le interesaba hablar con Cassie. Aquello de "mantenerse alejado de ella para aclarar sus sentimientos o quizás olvidarla" no estaba siendo para nada útil.

Y hablando de Cassie. ¿Dónde estaba?

Desde que había entrado en el campo de fútbol se había encontrado con varias personas, menos a ella. ¿Seguiría castigada sin poder ir? Posiblemente no. Ella era una de las organizadoras, así que tendría que estar por allí. Pero, ¿dónde? Estaría junto a sus compañeros de teatro, sin embargo, estos parecían estar en todas partes y a la vez en ninguna.

Cuando llegaron hasta la casa del terror, Tyler maldijo hacia sus adentros al ver a Sanders vendiendo las entradas para la atracción. No había nadie más en todo el instituto que él. Lo cierto era que Mark no le había hecho nada en particular, simplemente a Tyler le caía mal. Puede que fuera su vanidad, por creerse el mejor actor, o por lo cerca que solía estar de Cassie. El caso era que no lo soportaba y mucho menos con aquel ridículo disfraz de mago.

—Hombre, Sanders. No me digas que vas a sacar un conejo de la chistera —se burló Scott.

Tyler no pudo evitar reírse. En ese preciso momento, quería mucho amigo.

—¿Qué quieres, Thompson? No tengo tiempo para aguantar tus estupideces.

—Uy, Sanders, te la estás jugando. Quizás el estúpido eres tú, si no sabes qué hacemos aquí parados delante de ti. Y créeme que no es para ver esa cara que tienes —mencionó Scott.

Tyler observó cómo Mark cogía aire y apretaba sus puños, tanto que se le podían marcar los nudillos. Si se atrevía a levantarse de la mesa, tendría muy claro a quién iba a defender.

—¿Vais a entrar los tres? ¿Estáis seguros de que no vais a tener miedito ahí dentro? —se burló.

Miró a Tyler, quien tampoco era de agrado para Mark. El castaño se tomó aquel comentario como algo personal y no pudo evitar abrir la boca.

—Al menos tenemos la valentía de entrar. Tú, en cambio, estás aquí afuera...

Scott se echó a reír y acercó su puño para que Tyler lo chocara con el suyo.

—Bueno, ¿nos vas a dar las entradas o nos vas a hacer perder más el tiempo?

—Sí, aquí tenéis —se las extendió de mala gana—. Son dos dólares por entrada.

—Joder, encima tenemos que pagar... —intervino Ryan buscando su cartera.

—El dinero se recauda para el teatro. No creas que me lo voy a quedar yo... —dijo Sanders.

—Hombre, ¡lo que me faltaba! Seguro que te guardas algún billete bajo la chistera —replicó Scott mientras que sacaba un billete.

—Cuando vayáis a ver la obra y sea la mejor en la que habéis estado, ya veremos si pensáis lo mismo.

—Madre mía. ¿Alguna vez tienes los pies en la tierra? —resopló Scott—. Tampoco pensaba ver vuestro musicalillo de principiantes.

Tyler permaneció callado, pues él no opinaba lo mismo. Iría al teatro a verlos actuar y cogería un buen asiento para ver bien el piano.

—Toma —le extendió el dinero y cogió las tres entradas que Sanders les había dado.

—Buena suerte ahí dentro —Mark sonrió de forma burlona y en un susurro muy bajito, mientras los tres se alejaban, mencionó algo que Tyler prefirió ignorar—. Gilipollas.

—¿Se puede ser tan tonto en la vida? —Scott caminó hasta la puerta.

—Mira que me cae mal Hunter, pero Sanders le sigue de cerca —comentó Tyler.

—Otro... Por cierto, no lo he visto.

—¿Nos habrá honrado sin su presencia?

—Lo dudo. Ese no se pierde ni una. Está en todas partes.

De pronto, una chica bastante siniestra les abrió la puerta y sin mencionar nada, les dejó pasar junto con las otras personas que estaban esperando.

Los tres habían estado en las casas del terror que habían hecho años anteriores, pero sin duda, aquella superaba a cualquiera, incluida a la que prepararon ellos. Se notaba que todas las personas que participaban ahí dentro formaban parte del elenco del teatro. Estaban más que preparados para no salirse de su papel y dar bastante miedo. Sin duda, aquellos dos dólares habían estado bien invertidos.

Cuando salieron, cogieron algo de aire y decidieron qué atracción sería la siguiente en probar. Sin duda, los coches de choque eran su opción favorita. Siempre se montaban más de una vez y se daban la paliza de su vida conduciendo aquellos pequeños vehículos. Se pusieron en marcha, pero antes de alejarse mucho, Tyler tuvo el impulso de mirar hacia atrás, justo a la mesa en la que Sanders les había vendido las entradas. No sabía por qué, pero tuvo que hacerlo. Y al mirar, supo por qué su intuición lo había hecho girarse.

Junto a Mark Sanders estaba Cassie, dándole una botella de agua, mientras sonreía y se sentaba a su lado. No pudo ver muy bien lo que llevaba, pues a medida que se alejaban, menos la veía, pero sí que pudo ver la sonrisa que iluminaba su cara. Maldito Sanders. ¿No había tíos en el instituto para hacerse amiga que tenía que serlo de él? Aunque, siendo sincero, cualquier tío le habría molestado. Y sí, su mejor amigo era Alex, un chico, pero no contaba como una amenaza para Tyler.

Según se iban acercando a los coches de choque, Tyler sólo pensaba en retroceder y quedarse con Cassie todo el tiempo que pudiera. Sabía que tenía un plan para intentar no pensar demasiado en ella, pero era inútil. No podía soportar estar más tiempo lejos de ella. Quería ir a buscarla, llevarla a la noria, invitarla a un helado, aunque no hiciera tan buen tiempo para ello, y decirle que había echado de menos verla por clase. Así que durante todo el tiempo que estuvo montado en aquel coche, urdió un plan para poder escaparse de Scott y Ryan e ir a buscarla.

Haber elegido vender las entradas de la casa del terror había sido lo mejor y lo peor que pudo hacer. Cassie sabía que ella no contaba con las dotes interpretativas que tenían sus compañeros de teatro, por eso mismo no tenía un papel principal en la obra. Ella era la pianista y como tal, el mejor lugar para aquella feria, fue elegir estar en la mesa. Desde ahí podía ver a todos sus compañeros y los disfraces que habían elegido ponerse (no todos los más acertados). Sin embargo, estar con Mark Sanders no era el mejor plan para pasar una buena noche. Lo que no comprendía era por qué Mark había preferido estar allí sentado, en lugar de actuar dentro de la casa. Nada menos que el protagonista del musical, había preferido pasar la noche allí sentado, sin ningún tipo de emoción, en lugar de estar dentro, actuando y asustando a todos los alumnos. Sin duda algo bastante extraño.

—¡Qué ganas tengo de ir la semana que viene a Eagle Eye! —mencionó Mark.

—Oh, os lo vais a pasar genial.

—¿Cómo? ¿No vas a venir? —Cassie negó con la cabeza.

—Mi tía me ha castigado sin ir, así que me lo pierdo.

—Pues vaya mierda. Será un rollo sin ti...

—Bueno, seguro que será increíble. Ya me contarás todos los detalles.

Cassie se moría de ganas de ir, al menos tendría a alguien que le diera un poco de envidia y le contara todo lo que habían visto.

—Claro que sí —Mark sonrió y le miró a los ojos—. Por cierto, me ha dicho...

—Hola, queríamos dos entradas para la casa del terror —le interrumpió un par de chicas vestidas de arlequines.

—Claro. Son cuatro dólares —mencionó Cassie. Cogió un par de entradas y las intercambió por un par de billetes—. Que paséis mucho miedo —sonrió.

—Gracias —ambas se alejaron y los volvieron a dejar solos.

—Como te iba diciendo —continuó Mark, mientras que Cassie guardaba el dinero en una cajita—, me ha dicho la orientadora que también quieres ir a Juilliard.

—¿Eso te ha dicho? —preguntó sorprendida—. Bueno, lo estoy considerando.

—Pues deberías. Tocas muy bien el piano.

Cassie se sonrojó. Aún no estaba acostumbrada a recibir halagos sobre su forma de tocar el piano y menos de un compañero del instituto.

—Gracias. ¿Tú también vas a presentar la solicitud?

—Por supuesto. No pienso desperdiciar el talento que Dios me ha dado —Cassie lo miró con una expresión que Mark no supo descifrar, así que decidió aclararse—. La actuación.

—Pero es muy difícil entrar.

—Bueno, ahora mismo soy el mejor actor del instituto, seguro que me dan plaza. Además, si te esfuerzas para entrar, sería genial que los dos fuéramos juntos a Juilliard.

—Sí... —dijo no muy convencida—. ¿Ya has presentado la pre-audición?

—No. Estoy terminando de reunir todos los requisitos. En un par de semanas la presentaré. Ya no queda tanto. ¿Tú ya lo tienes todo?

—¡No! ¡Qué va! Todavía no sé si me presentaré.

—Pues sólo queda un mes. Hay que subir todo antes del uno de diciembre.

—Ya, bueno... Supongo que...

—¡Queridoooos! —gritó Alex saltando delante de la mesa—. Acaba de llegar vuestro león salvaje para salvaros del aburrimiento —Cassie se echó a reír. Todavía no se acostumbraba a ver a Alex vestido de león—. ¿Qué estáis haciendo?

—Nada. Hablar —menos mal que su amigo había llegado. Necesitaba algo de emoción.

—¿Criticando a la gente? —sonrió con malicia—. Decidme que habéis visto a las hermanas V, por favor.

—Sí. ¡Vaya dos! Una a cada lado de Hunter —burló Cassie—. Que, por cierto, ¿de qué van vestidas?

—De trapecistas. Los tres, no te lo pierdas.

—Sinceramente, esos bañadores plateados sobraban bastante.

—¿Y perder la oportunidad de parecer dos putitas agarradas de su chulo? No, querida... —Cassie se echó a reír.

—¡Qué malos sois! —intervino Mark que no estaba muy de acuerdo con la actitud de ellos.

—De malos nada, Sanders. Los malos son ellos.

—Vosotros os estáis poniendo a su altura —replicó.

—¿Es que acaso tú nunca has criticado a nadie? —Sanders negó—. No me lo creo —Mark se encogió de hombros. Cassie y Alex supieron que su compañero mentía, pero decidieron ignorar aquellos comentarios.

—La que desentona bastante con ellos es la pobre Emily.

—Joder, ya te digo. Y de pobrecita nada, que me he cruzado con ellos y se han reído de mi disfraz de león, incluida ella.

—¿En serio? Pfff, la han lavado el cerebro.

—Y qué lo digas. Juntarse con las animadoras no trae nada bueno.

—Tampoco estar con un jugador de fútbol —intervino Mark—. Thompson es bastante...

—Uy, Mark, ¿vas a criticar a alguien? —Cassie sonrió y lo miró.

—No. Pero digamos que Thompson y Danforth no son de mi agrado
—Cassie y Alex se miraron con los ojos abiertos al escuchar el nombre del segundo y volvieron a mirar a Mark, esperando que les diera una explicación—. ¿Qué? Se creen los mejores del instituto.

—Bueno, no todos somos lo que parecemos —mencionó Cassie. En cierta medida, estaba defendiendo a Tyler y eso la sorprendió bastante.

—¿Lo dices por Danforth? —preguntó Mark con cierto rintintin.

—Sí. Es más...

—Shh —le mandó callar Alex—. Se acerca el rey de Roma —señaló disimuladamente con la cabeza en dirección hacia donde Tyler se aproximaba.

Cassie sintió cómo en su estómago se removía algo que no consiguió poner nombre, pero sabía que la presencia del castaño le había puesto algo nerviosa. Iba vestido casi igual que ella. Ambos llevaban una chaqueta roja y, aunque la de Cassie fuera de terciopelo y los botones (bastantes más que los de Tyler) estuvieran perfectamente abrochados, era bastante parecida. Sin embargo, no podía negar que aquel disfraz le quedaba muy bien y que estaba demasiado guapo.

—Hombre, Danforth, no me digas que tienes ganas de cagarte otra vez en la casa del terror —se burló Mark.

Tyler quiso haberle dado un puñetazo, pero sabía que Sanders era cercano a Cassie y aquello no le gustaría nada a la morena.

—Ojito con el mago, Danforth, que en un momento te echa un conjuro —soltó Alex.

—Vengo preparado para domar a las fieras —bromeó Tyler.

—Pues yo necesito un domador que dome a este león —Alex se acercó al jugador y acercó su mano hacia él en posición de garra.

—Cuando quieras, Wilson —bromeó Tyler. Cassie sonrió.

—Por cierto, ¿os habéis puesto de acuerdo para venir iguales? —Alex miró a Cassie y a Tyler. Los dos sonrieron.

—No me compares. Mi traje mola más que el suyo —bromeó Cassie. Tyler sonrió—. Además, yo vengo de maestra de ceremonias.

—La jefa del circo —clarificó Mark—. Así que ándate con ojo, Danforth.

—Mis respetos, alteza —Tyler hizo una reverencia y sonrió. Cassie seguía con esa sonrisa estúpida en los labios.

—Pero, bueno, Danforth. Cuéntanos, ¿por qué nos honras con tu presencia? —preguntó Mark con cierto rintintin.

—Pues... yo... venía... —estaba nervioso. No contaba con tener a Wilson y Sanders de espectadores—. Venía a buscar a la jefa del circo para dar una vuelta.

Tyler dirigió su mirada a Cassie. Esperaba que le dijera que sí, pues no le apetecía una mierda quedar mal ante los amigos de ella, sobre todo de Sanders.

—Mmm. No puedo dejar a Mark aquí solo... —dijo con cara de fastidio. Le apetecía mucho salir de allí e irse con Tyler a dónde él quisiera.

—Eso es. Así que Danforth...

—Oh, no, querida. Yo te cubro —intervino Alex. Los tres miraron al león—. No tengo nada mejor que hacer y vender es lo que mejor se me da.

—¿Y tu... compañía? —Cassie le preguntó por su amado Fred. Sabía que iría camuflado a la fiesta, pero sin duda, no podía mencionar su nombre delante de un Parrot.

—Mi compañía tardará en llegar, así que venga —se acercó a Cassie y la empujó—, levanta el culo de esa silla y ve a pasarlo bien.

—Está bien —rio. Se levantó y se acercó a un Tyler sonriente, agradecido de que Wilson le ayudara a sacarla de allí—. No la líes que te conozco.

—¡Pasarlo bien!

—Gracias —le susurró Tyler.

Ambos se alejaron de la mesa, dejando a Alex y a Mark solos ante el peligro de vender entradas.

—¡Aah! ¡Cómo me encantan! Hacen tan buena pareja, ¿no crees? —dijo Alex emocionado.

—Si tú lo dices... —Mark los miró alejarse con fastidio.

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