Capítulo 23: Talentos
—Bueno, Danforth, no pienses que te has librado de la clase de Cálculo
—mencionó Cassie una vez Lottie se había marchado.
—Mierda... Yo pensaba que esta vez me libraría...
—Siento decirte que el lunes sigue habiendo examen.
—Puff... cierto. Pero, pasa. Mi habitación no te va a comer.
Cassie se adentró en la habitación y echó un vistazo rápido a su alrededor. Era completamente diferente a la suya. Para empezar, era más grande, su ordenador era de última generación y tenía varios posters de jugadores de fútbol a los que, imaginó, Tyler admiraba.
—Bueno, por dónde empezamos. Creo que ya te he enseñado todo
—preguntó ella sin saber muy bien qué quería repasar el castaño.
—No tengo muy claro cómo hacer este ejercicio —Tyler sacó su cuaderno y le mostró a qué se refería.
—¡Pero si lo hemos hecho miles de veces!
—Pues no sé hacerlo.
—¡Claro que sabes! Solo tienes que confiar más en ti —le dijo mirándole a los ojos. Y Tyler la creyó. Si ella tenía la confianza para creer en él, ¿por qué no lo iba a hacer él?—. No voy a explicarte nada, venga, inténtalo.
Tyler se sentó en la silla que había junto a su escritorio y Cassie se apoyó en el borde de este. Echó otro vistazo a la habitación. Había una cámara réflex en la mesilla de noche conectada a un cable. Siguió la dirección del cable con la mirada, hasta que llegó al ordenador portátil que estaba sobre su cama, abierto. ¿Acaso Tyler era aficionado a la fotografía? Caminó un par de pasos disimuladamente por la habitación, para ver qué había en la pantalla del ordenador. Comprobó que el joven tenía abierto un programa de edición de vídeos. Entonces, recordó que la orientadora del instituto le había recomendado estudiar tecnología y comunicación en Columbia. Quizás era muy bueno en ello y por eso la señorita Williams le había dicho que encajaría bastante con él.
—Tiene muy buena pinta —comentó en voz alta.
Tyler se giró y la miró con los ojos abiertos como platos. Cassie tuvo miedo de haberse entrometido más de la cuenta. Ella no solía contar muchas cosas sobre su vida, ¿por qué él iba a querer contarle sobre su vida? Sin embargo, solo se encogió de hombros.
—Me gusta montar vídeos en mi tiempo libre. Supongo que tenía que tener algún hobby más aparte del fútbol.
—Creo que esto es más que un hobby. ¿Sigues pensando en estudiar empresariales en Stanford? —Tyler asintió—. Pues creo que te equivocas, eres muy bueno con los ordenadores.
—¿Cómo lo sabes? Ni siquiera has visto ninguno de mis vídeos —se levantó de la silla y se colocó a su lado.
—Pues enséñame uno.
—Cuando tú me enseñes cómo tocas el piano.
—Touché —llevaba toda la razón del mundo—. Cuando quieras
—mencionó.
—¿Perdona? ¿He escuchado bien? ¿Cassie Miller va a tocar el piano para mí?
—Sí, tocaré el piano, para ti ya es otra cosa... —rio.
—¿Es un trato? —ella asintió. Tyler estiró el brazo y ambos sellaron aquel pacto con un apretón de manos.
—Y ahora enséñame uno de tus vídeos —le ordenó.
—Está bien... —se resignó.
Tyler cogió el portátil y se sentó en la cama. Cassie se colocó a su lado y esperó impaciente a que él le mostrara alguno de sus mejores trabajos.
—Mira, este es del último viaje que hicimos este verano —giró la pantalla y con algo de vergüenza y nervios le mostró a la joven aquel vídeo.
Tyler se quedó quieto, observando cada movimiento, gesto o mirada que hiciera la joven. No solía mostrar sus vídeos a nadie. Solo los había visto su hermana y se había arrepentido de haberle mostrado el primer vídeo que hizo, pues desde entonces, Lottie le encargaba hacer vídeos de cualquier cosa que grababa con sus amigas. Y, aunque le encantaba hacerlo, prefería otros temas.
Cassie se mantenía callada, sin hacer ni una sola mueca o gesto. Tan solo había una agradable sonrisa en su rostro. Parecía estar disfrutando bastante con las imágenes que estaba viendo. De pronto, Tyler recordó que un par de vídeos más adelante, salía él en calzoncillos haciendo el tonto por la habitación del hotel. Se moriría de la vergüenza si ella lo veía de aquella forma, así que se abalanzó sobre el ordenador y paró el vídeo abruptamente justo a tiempo.
—Bueno, ¿y? ¿Qué opinas? —preguntó nervioso.
—Es buenísimo.
—Sí, claro... —ironizó. Para Tyler estaba muy claro que ella solo estaba siendo amable con él. Sin embargo, su entusiasmo lo hizo dudar.
—Te lo juro, Tyler. No había visto un vídeo tan bueno, ni siquiera en las pelis.
—Exageras.
—¿Ves? Eso mismo te ocurre con Cálculo. No confías en que puedas ser tan bueno en algo.
—Bueno, es que tú eres muy buena en Cálculo.
—No lo creas. Cálculo solo es estudiar, cualquiera podría sacar buenas notas, pero esto —dijo señalando el ordenador—, es un don y los dones hay que aprovecharlos.
—¿Y cuál es tu don?
—La música. Tengo claro que mi don es tocar el piano. Mi madre siempre decía que todo el mundo tiene un don, solo que algunos todavía no lo han descubierto —Tyler se sorprendió al escucharle hablar sobre su madre. Posiblemente, aquella fuera la primera vez que la joven la mencionaba—. Está claro que tú lo has descubierto, solo que no te atreves a compartirlo con los demás, y sinceramente, me parece un desperdicio.
—Pues deberías aplicártelo a ti misma —Cassie se llevó el dedo al pecho, sorprendida ante aquella respuesta—. Sí, tú. ¿Qué pasa con Juilliard?
—Oh... Bueno, antes de venir aquí he estado curioseando.
—¿Y?
—No sé.
—¿Ves?
—Bueno, al menos lo estoy considerando. Tú no quieres aprovechar este don que tienes —señaló al ordenador—. Tyler, tienes que confiar en ti, vales mucho más de lo que crees. Y no hablo solo de los vídeos, sino también del fútbol y el Cálculo. Eres muy bueno en lo que te propones, lucha por tus sueños, tu padre lo hizo y mira. Ya hay un Danforth dedicado a los negocios, ¿de verdad el mundo necesita otro?
Cassie sabía que con aquellas palabras quizás había pasado la línea que había entre los dos. Se llevaban bien, sí, pero tampoco tenían tanta confianza como para que ella pudiera decirle aquellas palabras. Ni siquiera sabía si podía llamarlo amigo, pero, ¡maldita sea!, sabía que Tyler valía mucho más de lo que él pensaba y tenía que hacérselo saber.
Tyler se quedó pensando en sus palabras. Al principio sintió rabia contra ella por decirle todo aquello, pero en seguida se dio cuenta de que todo lo que la joven había pronunciado era lo que él llevaba mucho tiempo pensando. Lo que no sabía era que quizás necesitaba escucharlo en voz alta para darse cuenta de ello.
El silencio sucumbió a los dos, mientras que la joven intentaba encontrar las palabras adecuadas para disculparse y Tyler intentaba encajar todas lo que acababa de escuchar.
—¡Ya estoy en casa! —gritó Richard Danforth desde la parte de abajo de la casa.
—Ese es mi padre. ¿Repasamos el ejercicio? —Cassie asintió.
Tyler cerró el portátil, se levantó de la cama y se acercó al escritorio. Cassie siguió sus pasos.
—Creo que está bien, ¿verdad? —Cassie revisó el ejercicio y comprobó que así era.
—Sí, está bien. El lunes lo vas a hacer muy bien. Tyler, yo... Lo siento. No debería haberte dicho todas esas cosas. Es tu vida y tus decisiones. No soy quién para meterme en ellas.
—No pasa nada. Creo que tienes razón.
—Yo solo quiero que sepas que eres capaz de hacer grandes cosas, Ty, solo tienes que creer en ti.
Ty. Era la primera vez que Cassie lo llamaba así y se sintió raro. Sobre todo, agradable. ¿Acaso era posible que Cassie fuera la única persona que confiaba en él y en todos sus talentos? ¿Acaso podría empezar a considerar a Cassie como una buena amiga?
—Hola, perdonad que os moleste —les interrumpió Richard tocando en la puerta abierta—. Solo quería saber si tu amiga se va a quedar a comer.
—Oh, no. Muchas gracias por la invitación, pero mi tía Grace me estará esperando. Debería irme ya.
—¿Cómo? ¿Te vas ya? —preguntó indignada Lottie. Echó a un lado a su padre y se quedó mirando a Cassie—. No puedes irte.
—Lo que Lottie quiere decir es que queríamos invitarte a comer y agradecerte lo que has hecho por ella.
—Oh, no hace falta. Lo he hecho de mil amores.
—Venga, quédate porfi.
—No quiero molestar —insistió Cassie.
—Tengo lasaña en el horno y hay de sobra.
—Y no es por presumir, pero no has probado una lasaña mejor que la de los Danforth —intervino Tyler.
Cassie lo miró. Se sorprendió al escucharlo, pues no pensaba que él quisiera que ella se quedara a comer.
—Bueno, supongo que no me puedo negar a esa oferta. Avisaré a mi tía.
—¡Tomaaa! Cassie se va a quedar a comer, ¿lo has oído, papá?
—Sí,venga. Vamos a poner la mesa, Lottie.
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