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Capítulo 15: Secreto mal guardado

Fue el primero en salir del entrenamiento y también el primero en salir de la ducha. Por ello, Tyler era el único que estaba en el vestuario poniéndose la ropa que había llevado puesta esa misma mañana. Metió todo el uniforme, sudado y sucio, en la bolsa de deporte para poder llevárselo a casa y meterlo en la lavadora. Se ató los cordones de las zapatillas a toda prisa. Ni siquiera necesitaba pensar en el procedimiento para hacerlo. Cuando bajó el pie derecho del banco, notó que un par de figuras estaban paradas frente a él. Levantó la vista y se encontró con Scott y Ryan con solo una toalla alrededor de sus cinturas.

—Déjalo, tío —susurró Ryan a Scott, y tiró un poco de él.

—¿Qué mosca os ha picado a los dos?

—¿Dónde vas tan corriendo después de los entrenamientos, Ty?
—preguntó Scott a bocajarro.

—¿Ahora sois detectives? ¿Desde cuándo os tengo que dar explicaciones? —Tyler miró a Ryan de forma cómplice.

Ryan sabía de la existencia de las clases particulares que Cassie le daba a Tyler, pero Scott no tenía ni idea. El número tres del equipo sabía que Scott no le tomaría en serio y que todo el mundo acabaría enterándose de aquellas clases.

—Desde que nos ocultas algo.

—Déjate de gilipolleces, no estoy ocultando nada —Tyler se levantó del banco y cerró la bolsa de deporte.

—Nunca has salido corriendo de los entrenamientos y últimamente, tienes mucha prisa por salir de aquí, sobre todo los lunes —continuó insistiendo Scott—. Aunque no entiendo la prisa de hoy, siendo martes.

—¿Así que ahora controlas qué días salgo antes del entrenamiento?

—Soy el capitán.

—¿Y?

—Debo velar por mis jugadores —Tyler asintió pasando de él y se acercó a su taquilla para comprobar que no se dejaba nada—. Además, me preocupo por ti. Eres mi amigo.

—Te lo agradezco, Scott, pero estoy bien —dijo dándose la vuelta para mirarlo.

—¿Seguro? Ty, si tienes algún problema en casa o...

—No pasa nada.

Tyler respondió cortante y se dio la vuelta para revisar bien su taquilla. Sobre todo, porque como Scott siguiera con sus preguntas, lo pillaría en menos de un abrir y cerrar de ojos.

—Entonces, si no pasa nada, puedes esperar a que terminemos de arreglarnos, ¿verdad?

—Oh, vamos, Scott, déjalo —intervino Ryan.

—No, no puedo quedarme —Tyler cerró la taquilla y lo miró a los ojos.

Scott se quedó mirando a sus dos amigos y entonces, supo que no era solo Tyler el que le ocultaba algo, Ryan también lo sabía.

—Cabrón, tú lo sabes —señaló a Sprout y este abrió los ojos de par en par—. Danforth, desembucha.

—Está bien... —se resignó—. Voy a clases particulares de Cálculo los lunes, después de entrenar.

—¡Ja! ¡Sabía que ocultabas algo! Espera, ¿quién te da clase?

—Miller —terminó de confesar.

—¿Miller? ¿La huérfana? —Tyler asintió. Scott se quedó pensando un segundo—. Me cuadra, tiene pinta de ser una empollona.

—Bueno, ¿contento? Ahora me tengo que ir —Tyler se colgó la mochila del hombro y cogió la bolsa.

—No, no, no. Ty, tienes que contarme todos los detalles y por qué coño me lo has ocultado —Tyler puso los ojos en blanco y miró el reloj de pared que había en el vestuario. Miller ya debía estar esperándolo—. Espera, ¿te gusta Miller? —le picó y le pinchó con el dedo en la tripa.

—¿Qué dices, bobo?

—Que te gusta, es la única explicación de por qué no me lo has contado. Pensaba que te iban más las animadoras y que tenías mejores gustos, pero Miller no es fea después de todo.

—No, no me gusta Miller. Lo único que me interesa es sacar buenas notas en Cálculo.

—Entonces, ¿por qué tanto secretismo? Y, ¿por qué se lo has contado antes a Sprout? —señaló a Ryan con el dedo.

—Porque soy su mejor amigo —mencionó orgulloso este.

—Una mierda. Yo soy su mejor amigo.

—Mira, chavales, no tengo tiempo para estar aquí discutiendo sobre cuál de los dos es mi mejor amigo. Me voy.

—¿Con Miller? —preguntó Scott. Tyler asintió—. Pero si hoy es martes, ¿no has dicho que vas los lunes?

—Ayer no pudimos dar clase, porque... espera, ¿por qué cojones te estoy dando explicaciones?

—Porque soy tu mejor amigo.

—Ese soy yo —volvió a intervenir Ryan.

—Lo que digas Sprout... ¿Por qué vais a dar clase hoy? —Scott se cruzó de brazos esperando.

—Porque ayer me diste una hostia en el entrenamiento y empecé a sangrar como un cerdo en una matanza.

—Oh, ¿y ella te curó? ¡Qué tierno!

—Scott, no tengo tiempo para tus tonterías. Si no te importa, llego tarde.

—No, no, te vas a reunir ahora mismo con ella y eso tengo que verlo. Espera que me cambio de ropa.

—¿Ves? Por eso no te lo he contado, porque sabía que te ibas a poner así de intenso.

—No soy un intenso.

—Sí, lo eres —mencionó Ryan.

—¿Tú qué hablas?

Tyler resopló y se cruzó de brazos. Definitivamente, no iban a dejarlo salir de allí.

—Escucha, no hay nada que hablar, ni nada que ver. Miller solo me da clase y punto. Aquí os quedáis.

Tyler se hizo paso y empezó a caminar dejando atrás a sus dos amigos.

—¡Al menos dinos dónde vais a estar!

—Yo lo sé —dijo Ryan.

—Desembucha.

—No hasta que reconozcas que soy su mejor amigo.

—Ni de coña.

—Entonces, ¿por qué yo sé toda la información? —se burló Ryan.

—Porque... porque... pues porque eres un soso y Ty sabe que no lo vas a molestar con preguntas —Ryan le sacó la lengua—. Venga, vístete, tenemos que ir a espiarlos un rato.

—Si no sabes dónde se reúnen.

—Pero, me lo vas a decir tú.


Tyler atravesó los pasillos corriendo para poder llegar lo antes posible a la biblioteca. Giró la esquina, haciendo algo de equilibrio para no caerse de bruces, y divisó al fondo, una sombra sentada en el suelo. Según se fue acercando se percató de que era Cassie. Miraba un cuaderno, mientras su espalda se apoyaba sobre la pared. Parecía concentrada. Bueno, más que parecerlo, lo estaba, tanto que ni se percató de que Tyler se acercó a ella.

—Llego tarde, lo sé —Cassie levantó la vista y lo miró desde abajo. Fue a responder, pero Tyler continuó hablando. Aún sin aliento, parecía tener ganas de hablar—. Scott, Thompson —clarificó—, me ha entretenido —no sabía por qué le estaba dando explicaciones, con disculparse habría bastado.

—No te preocupes, la biblioteca está cerrada —mencionó.

—¿Qué? ¿Qué hora es? —tiró la bolsa de deporte al suelo y miró el reloj de su móvil. No podía ser tan tarde para que ya hubieran cerrado la biblioteca.

—La han cerrado por inventario o no sé qué. Lo pone en el cartel
—Cassie levantó el brazo y señaló la puerta de la biblioteca.

Tyler se acercó y leyó el cartel:

«Cerrado por inventario y orden de libros. Disculpen las molestias».

—Joder, ¡qué putada! ¿Y a qué hora han cerrado?

—No lo sé. Llevo aquí más de quince minutos y ya estaba cerrada.

—Habíamos quedado a y cuarto, ¿cierto? —preguntó él preocupado de que la joven llevara tanto tiempo esperando.

—Sí, pero el profesor Fisher no me ha dejado quedarme más tiempo en teatro, así que me vine aquí para adelantar trabajos, pero...

—La biblio estaba cerrada.

—Así es. La muy idiota de la bibliotecaria me podía haber avisado ayer, cuando me echó.

—Le faltan varias luces a esa mujer —Cassie se echó a reír y Tyler no pudo evitar hacerlo también.

Cuando sus risas cesaron, el jugador miró a Cassie. La joven podría haberse marchado en cuanto vio el cartel, sin embargo, ahí estaba, sentada en el suelo, esperando a que él llegase para darle la información.

—Está claro que el universo no quiere que demos clase esta semana. ¿Te importa? —dijo señalando el suelo. Cassie negó con la cabeza y seguidamente, Tyler se sentó a su lado.

—Supongo que estás destinado a suspender Cálculo —se burló la joven.

—Eso será porque no enseñas bien.

—Oh, yo explico muy bien las cosas, es que mi alumno no es tan bueno con los números.

—Eso está claro, si no, no estaríamos aquí.

Los dos sonrieron y se quedaron callados.

Cassie cerró su cuaderno y lo guardó en la mochila. Había estado esperando a que Tyler apareciera porque no tenía ninguna forma de avisarle y, marcharse de allí sin decir nada, no le parecía muy correcto. Pero, ahora que ya sabía que no podían estudiar en la biblioteca, era hora de marcharse.

—Te diría de dar la clase en mi casa, pero mi padre no está y no me suele dejar llevar a gente sin su permiso —dijo Tyler de repente. A Cassie le pilló por sorpresa aquel comentario.

—¿Y eso? ¿Las has liado muy gordas en casa?

—No, solo hice una fiesta y desde entonces, no se fía mucho de a quién meto en casa.

—Me parece lógico. Yo habría hecho lo mismo.

—¿Es qué tú no has montado nunca una fiesta en casa? —Cassie negó con la cabeza.

—Mi tía Grace me haría dormir en la calle esa noche y no me apetece mucho, la verdad —Tyler sonrió. Cassie no quiso mencionar que tampoco tendría a tanta gente a la que invitar como para realizar una fiesta loca en su casa—. Supongo que podría llamarla.

—¿Para hacer una fiesta? ¿Ahora?

—No, bobo —rio la joven—. Para estudiar en mi casa.

—Ah. Sí, claro —se sintió muy estúpido.

—Aunque mis tías trabajan y no creo que nos dejen estar solos en casa.

—Por intentarlo, no se pierde nada.

Cassie sacó el móvil del bolsillo de sus vaqueros y se levantó del suelo para hablar con algo más de privacidad con su tía Grace. Tyler la observó y se fijó en cada detalle de la joven, sobre todo en la gran cicatriz que había en la parte trasera de su brazo derecho.

De pronto, Tyler escuchó la escandalosa voz de Scott y sintió que se le cortaba el aire.

Joder, el cabrón había ido hasta allí solo para cotillear y no quería que los viera. Principalmente, porque se burlaría de él hasta el fin de sus días.

Se levantó del suelo y se acercó a Cassie, quien todavía no había conseguido contactar con su tía.

—¿Te importa si vamos saliendo a la calle? Hace un poco de calor aquí dentro —Cassie asintió y se agachó para coger su mochila.

El castaño hizo lo mismo y con el paso bastante ligero, caminaron hasta el final del pasillo. Nada más giraron la esquina, Scott y Ryan giraron la del pasillo contiguo y comprobaron que la biblioteca estaba cerrada y que allí no había nadie.

Tyler sabía que sus amigos, tras ver el cartel de la biblioteca, se irían a sus respectivos coches, los cuales solían estar aparcados bastante cerca del suyo, así que decidió frenar en seco en medio del pasillo, consiguiendo que Cassie también lo hiciera.

—¿Qué pasa?

—Creo que se me ha caído algo en el otro pasillo. Dame un segundo
—mintió. La joven asintió y Tyler retrocedió sobre sus pasos.

—Hola, tía Grace. No, no pasa nada —le escuchó decir, a la vez que se alejaba a buscar algo que no había perdido.

Tyler se asomó con cuidado al pasillo y comprobó que no había ni rastro de Scott, ni de Ryan. Fingió dar un par de vueltas, por si a Cassie se le ocurría dar media vuelta, y, tras perder un par de minutos, volvió al lugar en donde la joven estaba terminando de hablar con su tía.

—¿Y bien? —preguntó curioso cuando la joven colgó el teléfono.

—Podemos ir a mi casa.

—¿Sí? ¿Seguro que no te meterás en un lío?

—No, mis tías se fían de mí, aunque no sé si fiarme de ti.

—Oh, eh... pues, si lo prefieres... yo... —Cassie sonrió—. Me estás vacilando.

—Puede que sí o puede que no —dijo ella bromeando y quitando un poco de tensión.

Aunque lo cierto era que no terminaba de fiarse de Danforth.

—Te prometo que no pienso hacer nada que no sean ejercicios de Cálculo.

—Perfecto. Pues vámonos —Cassie reanudó la marcha y Tyler la siguió.

—Bueno, ¿y cómo vamos?

—Yo en mi bici y tú... tú sabrás.

—¿Por qué no vamos en mi coche? —propuso él.

A Cassie no le convencía mucho lo de montar en su coche. Los dos solos, en un espacio tan pequeño y, sobre todo, no sabía cómo conducía. No montaba en coches en los que no tenía la certeza de que el conductor supiera manejar a la perfección su vehículo. Eso la reducía a montar en el coche de sus tías, en el de Alex y en algún que otro taxi (aunque de estos últimos no se fiaba completamente). En el coche de Emily tampoco subía. Su amiga conducía fatal, de hecho, Alex y ella se preguntaban cómo le habían dado el carnet de conducir. Con el resto de medios de transporte no tenía ningún problema, pero el coche... era otro rollo.

—Eh... ¿y mi bici? No puedo dejarla aquí tirada.

—No creo que le pase nada por pasar aquí la noche.

—¿Y cómo vengo mañana al instituto?

—Puedo ir a buscarte mañana —propuso el jugador, mientras salían al parking.

—No, no —Cassie tragó saliva. Lo que le faltaba. Subir dos veces en el coche de Danforth—. Supongo que puedo coger el bus de mañana —Tyler se encogió de hombros.

—Entonces, ¿vamos en mi coche?

—Qué remedio... —masculló Cassie.

Echó un vistazo a su bicicleta, mientras caminaba y se alejaba de ella.

Con más nervios por montar en su coche que pena por dejar a la intemperie a su pobre bici, se acercó al coche negro con Tyler Danforth y se montó en el asiento del copiloto.

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