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ÚNICA PARTE. [LGTB🏳️‍🌈]


HOLA DE NUEVO, ¿Cómo están? Gracias por la oportunidad de estar aquí.

▪️Es una única parte, pero larga, con un epílogo.

▪️Diálogo fuerte, demasiado vulgar y es tu responsabilidad leerla desde ya.

▪️Se narrará entre los años 1980, aunque en alguna que otra parte pondré alguna mención que ahora está de moda.

▪️Mi intensión no es ofender a nadie con los comentarios homofóbicos, son partes de la historia.

Y creo que eso es todo, ojalá la disfruten y la sientan en el corazón como yo lo hice🖤

7 añitos.

Mis compañeros se burlan de mí, yo quiero juntarme con ellos pero siempre me sacan la lengua o me empujan, hoy lo hicieron, y por eso camino por la calle con parte de mi pantalón manchado de lodo.

En mis labios traía un puchero, ¿por qué son malos conmigo? Yo nunca les tire el pelo, tampoco los miré mal.

Tiziano mira mal a todos y tienen muchos amigos.

Alexandre le pega a las niñas y a algunas les gusta él.

Samuel no le hace caso a la maestra y es el favorito de todas las maestras porque tiene puntitos en su rostro.

Pero hay un compañero que siempre me guarda el lugar de banco, a su lado. Él siempre me da un poco de su sanguche, y se ríe de mis bromas, algunas veces ríe tanto que la maestra le llama la atención. Pero me dice que vale la pena que le hagan un llamado a su mami.

Su madre es muy buena, siempre le da muchos pastelillos para que lleve solo al Jardín, y otros días le da sanguches como hoy.

Yo... yo nunca llevo nada, mi papá dice que no hay plata, o algunas veces me dice que es porque me porto mal. Y mamá no me dice nada, nunca lo hace.

Me pongo de puntas de pie para agarrar el pómulo de la puerta. Dentro de poco cumpliré 8 añitos y ya no tendré que ponerme más de puntitas, porque seré un niño alto y grande.

Cuando abro la puerta gritos se escuchan por todas partes, eran los de mis padres, se decían muchas malas palabras. No sé por qué pelean, una vez lo hicieron cuando estaba muy enfermo, recuerdo que me dolía mucho mi cabecita y ellos no dejaban de pelear en el hospital.

Ese día un señor con un uniforme color azul, mi favorito, fue a la habitación donde yo estaba y se llevó a papá luego de golpear a mamá. Pero ellos siempre se golpean.

Como ahora, que cuando apenas entro al comedor el ruido de un vidrio cayéndose se escucha por toda la casa y me asusto de inmediato.

Mi corazón va a explotar por ese susto.

-¡El niñito necesita los putos remedios! - el grito de mamá venía de la cocina.

-¡Yo te di la plata, maldita ramera! ¡Pero a ti se te ocurre gastarla con los idiotas de tus amiguitos! - la voz de papá es fuerte y siempre me da miedo.

-¡Porque solo me das la mitad de ello!

-¡Eso no tiene nada que ver!

Me arrimo a la cocina con pasos cuidadosos. La mirada de papá es indiferente mientras ella no me mira, solo aparta la mirada.

Mis ojos pican nuevamente.

-Hola, papi. Hola, mami - saludo temeroso de cualquier reacciones suyas.

-Erwin, vete a tu habitación - dice papá duramente.

-Pero quería... - comer.

-¡Qué te vayas a tu puta habitación! - explota mamá mirándose con los ojos rojizos.

Mami, aprendí los colores...

-No le grites así.

-No hace caso, años de enseñanza y no ha aprendido nada.

-Lo único que va a aprender son de tus insultos...

Sus voces son cada vez más lejanas mientras me alejo a mi habitación, como ellos querían.

Porque si desobedezco no llevaré merienda escolar a mi Jardincito.

10 añitos.

-Te he dicho que no le hagas caso, Erwin.

-Si estuvieras en mis zapatos no dirías eso.
-contradigo molesto.

El rostro de Anel se contrae, luego hace una mueca.

-No, claro que no, pero les diría a los profesores sobre esto. - responde victorioso de contradecirme.

Frunzo mi ceño.

Se baja de la silla y camina hacia donde estoy yo. Extrañamente mi corazón empieza a acelerarse debido a su cercanía.

Se para frente a mí y me mira con el entrecejo arrugado, como yo a él.

Anel es mi mejor amigo desde el Jardín. Él siempre me apoyaba cuando los otros niños ya no solo me empujaban al charco de lodo, sino que también me golpeaban entre Samuel, Tiziano y Alexandre.

Como ahora, que estoy en la enfermería esperando a que la señorita Cloti traiga el alcohol para mi herida abierta en la mejilla izquierda.

La camilla es grande, al igual que Anel y me alcanza, su rostro queda a unos centímetros mío. Levanta una mano suya para llevarla a mi mejilla no lastimada, acaricia levemente y justo ahí, me causa cosquillas en mi estómago.

-Detesto con todas mis fuerzas que te pase esto... No lo mereces, Erwin - dice con una voz molesta, pero su rostro estaba sereno y atentos a cada reacción que haga. Pero no podía reaccionar más que mover mis labios sin que salga nada de ellos.

Sus ojos azules reflejan diversión. Y ríe alejándose y volviendo a su lugar.

Yo no sé que decir o hacer, no podía pensar bien gracias al fuerte sonido de mi corazón latiendo rápido, para mi se escucha fuerte y ojalá que Anel no lo haga.

Mis manos sudan y me las limpio en el pantalón gastado que traía hoy día. Aclaro mi garganta con dureza, tanta que pica luego.

-No necesitas preocuparte tanto por mi, puedo yo solito - digo después de unos minutos de silencio. Anel levanta la mirada y suspira.

-Eres mi mejor amigo -me recuerda rodando los ojos. Muevo mis pies que quedaron colgando por la alta camilla.

-Ya, pero ahora estás perdiendo una clase importante por mí - trato de convencerlo.

Anel se queda callado mirándome fijamente, siempre lo hace y casi siempre le gano sosteniendo su mirada. Pero todas esas veces pierdo porque me pone nervioso y la bajo de inmediato.

-Exacto, por ti, y no hay nada más importante que tú, Erwin - responde naturalmente con una sonrisa de hoyuelos.

Me sonrojo levemente, bajando la mirada y no puedo evitar ver la altura de mis pies al piso.

-Enano... - suelta Anel burlándose. Frunzo el ceño.

-No te metas conmigo, pie grande - digo muy molesto.

-Pero si lo eres, yo soy de estatura normal... Y tú... - no puede terminar porque ríe agarrando su estómago.

Inflo mis cachetes poniendo mis manos a cada lado de la cadera. Pero no, él sigue riendo.

-¡Anel! - chillo triste y mi mejor amigo para de reír para recomponerse en su silla y prestarme toda su atención, siempre lo hace. -He cumplido diez años, apenas y debo estar creciendo. Verás que algún día seré tan alto como tú... - aseguro con una gran sonrisa de esperanza.

Anel vuelve a reír como loco y en mi rostro se forma una mueca, hago que mis ojos se mojen y un puchero en mis labios que tirita. Mi mejor amigo deja de reír para mirarme con sus ojos profundos.

Debo admitir que son lo más bonitos que he visto en mi vida.

-No, no llores, por favor - suplica acercándose con pasos rápidos hacia mí.

Cuando me quiero acordar ya no es una broma, porque mis ojos pican más y lágrimas salen una tras otra. Anel me envuelve en sus brazos y yo le rodeo el cuello para esconderme en el.

-Desde ahora siempre estaré para ti, y no dejaré que ningún niñito se te acerque - promete Anel.

Sorbo mi nariz mirándolo a los ojos que me intimidan.

-¿De verdad ha...rías...harías eso por mi? - pregunto en tartamudeo por estar llorando.

-Si, bebé.

Sonrío grande cuando además de prometerlo, me llama por un apodo que secretamente es mi favorito.

Después llega la enfermera diciendo que tardó por hablar con el director de lo sucedido. Dijo que lo que pasó no se volvería a repetir porque a los brabucones le hicieron un llamado de atención, a ellos y a los padres.

Anel se puso muy feliz, pero yo no porque Tiziano vive cerca de mi casa y él algunas veces me sigue por detrás empujándome y diciéndome cosas igual de feas que las de mis padres.

(.)

Llegué a casa y solo estaba mamá en la cocina, hablaba con alguien por teléfono pero cuando le avise mi llegada cortó de inmediato mirándome con el ceño fruncido. Estaba enfurecida.

Mi corazón dio un vuelco.

-Mocoso de mierda, me interrumpes, como siempre y desde antes de nacer siendo tan hijo de puta - escupe con tanto fastidio hacia mí, mirándome directamente a los ojos y acercándose lentamente.

Con mucho miedo retrocedo, mi corazón sigue latiendo rápido. Y es diferente a la razón de esta tarde con Anel, ahora es con miedo.

Y en la tarde era con... cariño.

-Mamá... - me interrumpe gruñendo.

-No me digas "mamá", niñito maleducado. No tienes ese derecho de llamarme así, ¿Sabes? Yo tenía una madre y un padre, me amaban y era su favorita... ¿Pero que pasó? - preguntó lo último en un grito, ya estaba frente a mí y su mirada confeccionó mi herida en la mejilla. Acerca su mano y por inercia alejo mi rostro pero ella es rápida. -Conocí a tu padre, ese hijo de puta... - dice con tanto odio esas palabras que quedaron marcadas en mi cabeza. Su mano queda apoyada en mi mejilla, y cuando pensé que me iba a acariciar, aprieta su dedo índice en la herida y me quejo de dolor.

-¡No! - lloro intentando apartar mi rostro pero ella lo agarra acercándose más y apretando con fuerza. . -Por favor, por favor... - ruego con lágrimas, con desesperación agarro sus manos.

-¡No me toques, maldito infeliz! Así lloraba yo, así se rota estaba cuando me echaron de mi casa por estar embarazada de una pequeña basura como tú - me recuerda en gritos.

No entiendo, no entiendo nada.

-¡Por favor, déjame! - ruego cerrando con fuerzas mis ojos.

Mi vista se vuelve borrosa por las lágrimas que no paro de derramar.

La puerta se escucha cerrarse y los pasos de papá se escuchan hasta venir acá.

Mi madre aprieta más su agarre y sollozo olvidando gritar auxilio a mi padre.

Pero su silueta me distrae pensando que me salvará. No pasa por delante el olor a alcohol que traía en su ropa de trabajo.

-Suéltalo, Sofía - habla con firmeza, abro los ojos mirando a mi madre, ella también lo hace y algo cambia en su mirada. Solo sé que veía más odio en ella.

Me empuja con tanta fuerza que caigo al suelo. Mi cabeza palpita tanto que por un momento no sé dónde estoy.

-Tiene... tiene los mismos ojos que mi madre. - es lo único que escucho antes de salir corriendo a mi habitación y cerrar la puerta poniendo una silla.

Me hago bolita en el suelo frío y me abrazo a mi mismo, entierro mi cabeza entre las rodillas. Tirito del miedo, aún siento su mano en mi mejilla, todavía escucho sus palabras claras aunque no las entiendo.

14 añitos.

La escuela era cada vez más dura, te entregaban más trabajos para hacer, y no sólo en la clase también llevar tareas a casa.

Hoy día tenía muchas pendientes, por suerte soy muy aplicado y no tengo que hacer el doble de trabajo que hacen los otros niños que intentan hacerse los superiores y terminan peor.

Terminaba de trazar con la regla un último trabajo de Geometría, cuando escucho un portazo fuerte en la parte de abajo de mi casa. No quería bajar y llevarme insultos, pero las maldiciones se escuchan desde mi cuarto por las delgadas paredes.

Oigo como mi padre enciende la televisión y maldice nuevamente.

-Malditos maricones de mierda, por qué no sólo se pudren en el infierno que es donde pertenecen -hablaba en voz alta. Creí que estaba borracho, pero no, hablaba claramente.

Intento seguir con mi tarea pero papá me sigue desconcentrando.

-¡Escucha esto, Sofía, los maricones quieren que el matrimonio igualitario se legalice! - escucho su eufórica carcajada irónica - ¡Ja, iré yo a pedir que se legalice el matar a personas, equidad para todos! - grita con molestia, nerviosismo recorre mi cuerpo.

Hablaba de la comunidad LGTB, y sé de esto porque en la escuela nos hablaron de este tema tan... Extraño, para todos.

-Está bien experimentar, siempre y cuando sólo sea eso, un experimento. - fue lo que dijo la profesora de Literatura con preocupación en su rostro.

Pero lo que dijo la profesora de Geometría, Janet, lo que más me llamó la atención, admitiendo en voz alta que es Lesbiana.

-Muchas veces he estado en una guerra conmigo misma, preguntándome si lo que estoy haciendo está bien, obviamente viendo a los demás y sus opiniones sabía que estaba mal, para ellos... Me sentía controlada y presionada a ser alguien que no deseaba no ser, por qué... Porque sería incómodo para mi madre saber que está sola con una lesbiana. Porque mi padre evita a los homosexuales siempre que le sea posible. Pero saben, no me di por vencida, en un principio estaba escondida, me negaba a conocer a otras personas y temer que descubrieran mi "secreto", sin embargo, mi hermana menor se dio cuenta de mi cambio emocional y me ayudó demasiado en eso de incluirme nuevamente a la sociedad... lo que quiero decir es que no dejen de ser ustedes mismos, ¡No se retengan y den con todo!

-¡Que asco! -recuerdo que Tiziano interrumpió la clase con cara asqueado, secundando por sus dos inseparables amigos, Samuel y Alexandre.

Pero yo no pude seguir prestando atención a lo que decían, mi vista se puso en lo que hacía Anel muy entretenidamente, odiaba que ese cuaderno tuviera la atención de esos hermosos ojos azules. Pero el dibujo de un corazón plasmado en la parte de atrás hizo que un cosquilleo intenso se plantara en mi estómago. Sonrío enternecido por el detalle de él.

Erwin
Y
Anel.

Juntos por siempre❤️

Me sonrojo recordando lo que decía, no lo tenía ahora porque el cartel estaba en su cuaderno.

Cuando termino las tareas me recuesto en mi cama, suspiro sacuendiendo mi cabeza. Ni siquiera podía sacar de mi cabeza la nota de Anel. Y no sólo la nota, también sus ojos, y labios...

Y su manera de cuidarme de todos.

Recordando nuestros momentos me duermo.

(.)

-¿Viste lo que pasó con la profesora, Janet? -cuchichean entre dos alumnos en el curso.

Apenas entro a la mañana siguiente la escuela es un revoloteo por un nuevo chisme. Anel llegó atrás de mi luciendo apresurado, le doy una sonrisa y él también lo hace.

-Bebé- saluda llegando a mi lado, por un momento inclina su rostro al mío, pero se detiene y se vuelve a su lugar con rapidez. - Yo... Lo, lo siento - menciona con una mueca y todo ruborizado.

Trago saliva poniéndome de repente nervioso. ¿Por qué paró?

Yo quería que me besara... Él también quería.

-Malditos gays de mierda. Menos mal que echaron a esa profesora. - el duro comentario de Tiziano suena a penas entra a la clase, atrás de él estaba Samuel y Alexandre.

-Parecen cucarachas saliendo de las cloacas - opina Samuel con el mismo odio que su amigo.

Bajo la mirada viendo a Anel sentando en su asiento. Y comprendo...

Comprendo todo por primera vez.

Pero, ¿Por qué no un amor así? ¿Po qué no nos aceptarían?

Nunca había deseado tanto poder hablar en voz alta lo que siento por alguien.

-Es buena esa, ¿dónde lo escuchaste? - la pregunta de Alexandre me saca de mi trance.

Veo como Samuel sonríe victorioso de un tema tan delicado, mostrándose homofóbico.

-Mis padres lo dijeron, también están en contra de esos malditos.

Nunca desee escapar de un lugar como ahora.

Porque ahora cuando abro los ojos es que veo a todos en contra de un amor igualitario.

Me siento tropezando en mi asiento. Anel me da una mirada de preocupación.

-Maldito vos, imbécil de mierda. Ustedes son la mierda que siempre estuvo en todo lugar, esas cucarachas que vos decís siempre estuvieron presente, pero personas estúpidas de mente cerradas como la que tengo frente mío son las que se oponen a algo tan normal - la voz de una chica se hace presente, sonando con firmeza y odio hacia las palabras hirientes que dijo Samuel, Tiziano y Alexandre.

-¿Y quién eres tú para hablarme así? - pregunta Samuel levantándose de su asiento y caminando hacia la chica rubia que era de la misma estatura. A pesar del grande físico del chico castaño, la rubia no flaquea su posición. Antes de que hable, la interrumpe. - Ya sé, también eres uno de esos, ¿verdad?

-Soy Elly, y mierda, esos son personas como vos, como tu familia y amigos - se acerca también la chica, Elly, a Samuel. Levanta su dedo índice y golpea el pecho del chico haciendo que retroceda. - Pero hay gente de mierda como vos que no tiene nada mejor que hacer y decide romper las pelota jodiendo la vida de dos personas que se aman fuera de todo el círculo de hombre y mujer - termina y las últimas palabras agudizando la voz y rodando los ojos.

Deja con la palabra en la boca a los tres chicos, pero no sólo a ellos, también a toda la clase incluyendo a Anel y yo, se sienta frente a mi pupitre.

Miro a Anel y traía una gran sonrisa al igual que yo. Es la primera adolescente que defiende a la comunidad LGTB sin ser manipulada por los demás.

Se voltea a mirarnos.

-Hola, me llamo Elly González, y soy una compañera de intercambio, vengo desde Argentina - se presenta con emoción.

Me miraba de una forma que me parecía que eramos cómplices de algún secreto que ella sabe.

16 años.

-Erwin, cariño, ¿estas bien? - la voz de Elly suena al otro lado de la puerta del baño de hombres.

Sorbo la nariz no teniendo ganas de responder. Mi voz saldría quebrada y no querría hacer otro papelón.

-Erwin, te traje gomitas -canturrea mi amiga y se escucha el movimiento de una bolsa.

Río soltando un sollozo.

-No tengo hambre - Mi respuesta sale quebrada, maldigo en voz baja.

-Clarex, si no salís en este momento te juro que tiro la puerta al carajo - se escucha estresada.

Me levanto de la tapa del inodoro y abro la puerta viendo a mi desaliñado amiga. Su cabello en estos dos años ha crecido considerablemente y sin olvidar mencionar la altura... Veinte centímetros más alta que yo, algo que nunca admitiré.

Los ojos de Elly me examinan de pie a cabeza mientras yo niego apartando la mirada.

-¿Y Anel? - mi voz sale en un susurro.

-Fue a traer alcohol y gasa - responde tirando hacia mi la bolsa de gomitas, la agarro y sin importarme donde nos encontramos la abro llevando un puñado a mi boca.

-Suéltalo - digo después de un rato teniendo su pesada mirada puesta en mí.

-¿Desde cuando lo hacían? Y, ¿quienes fueron? -pregunta con el ceño fruncido.

Suelto un bufido. Era hora de la verdad.

-Desde siempre, Elly. Cuando tenía 10 años a ellos le habían echo un llamado de atención haciéndolos para por un tiempo, pero luego volvieron con los golpes uno atrás de otros - confieso en voz baja, de repente ya no quiero gomitas. - Anel no lo sabía, lo iba a poner en problemas a él cuando en realidad son míos, yo debería de afrontarlos solos - murmuro lo último en un hilo de voz.

La voz dura de mamá suena en mi cabeza.

-Yo no crié a una puta mariquita para que andes llorando por todos los rincones. Ponte los pantalones, Erwin, solo tú harás que paren y si no es a las buenas será a las malas.

-Pero... Pero, yo no puedo detenerlos.

-Oh, Erwin... Tranquilo, Anel y yo nos vamos a encargar - promete Elly y de inmediato niego con la cabeza.

-No, eso quería evitar... Que ustedes se metan en problemas por mi - me alarmo mirándola directo a los ojos.

-No me mires con esos ojitos de cachorrito, además la decisión ya está echa... - asegura con una sonrisa, bufo nuevamente. Elly se sienta en el lavamanos a mi lado chocando levemente mi hombro. -Te admiro, Erwin, demasiado, si yo fuera vos, ya habría agarrado un cuchillo y asesinado lentamente a cada uno de los que me hacen daño, y mira que iría a la cárcel por asesinar a más de diez personas en una noche - habla y reímos juntos, pero ella se queda en silencio sin dirigirme la mirada. - Pero vos, si que tienes un soporte de mucha mierda... Que en algún día, va a doler mucho aquí - golpea suavemente con su dedo índice en mi pecho, donde está mi corazón.

Asiento muchas veces dándole la razón.

La puerta del baño se abre y mi corazón salta del miedo, pero un alivio me recorre además de un cosquilleo se instala en mi estómago cuando veo la cabellera negra de Anel, sus ojos azules me examinan al igual que lo hizo Elly.

-Yo me voy a... a empezar algo de la venganza junto a Zack - se excusa Elly saliendo del baño rápidamente.

Bajo la mirada encontrando muy interesante la baldosa del suelo. Escucho como Anel cierra con pestillo la puerta y carraspea.

No quiero levantar la mirada, por eso Anel se acerca y cuando creí que me iba a reprochar algo me toma por sorpresa que me envuelve en sus brazos.

Siento la calidez que solo él causa todo a mi alrededor. También lo abrazo pasado mis brazos por su cuello y acercándome mucho más a mi mejor amigo.

-A... Anel, lo siento - digo entre cortado, aún con el abrazo.

Tal vez pueda sentir como mi corazón no para de latir por su cercanía.

-Erwin no digas que lo sientes - murmura entre dientes. -Lo van a sentir esos desgraciados cuando les de su merecido.

Dejo escapar un sollozo sintiéndome seguro.

Seguro de que no me va a juzgar por llorar y suelto todo el dolor que tengo dentro.

-No quiero que te metas en problemas por mí - murmuro en su cuello.

Anel suspira.

-Es lo que no entiendes, bebé, por ti haría cualquier cosa para que traigas esa hermosa sonrisa que tienes... - dice luego de unos segundos, se separa de mi unos escasos centímetros en los que hago un puchero. Toma mi mentón haciéndome mirarlo a los ojos.

Esos ojos que me traían paz.

-Erwin, Erwin... - canturrea sacándome una sonrisa. Su mirada baja a mis labios y me quedo sin aire, mariposas en mi estómago revolotean sin parar. -Me gustan tus mejillas -dice dándome un beso en cada una. Suelto una risa, siempre hacia este juego par animarme. -Me gustan tus ojos mieles - besa mis párpados. -Me gusta tu pequeña nariz - besa el puente de mi nariz y rio porque me causó cosquillas. Se detiene, aquí se termina el juego y él se separa, yo bajo la mirada sonrojado. -Me gustan tus labios - dice lentamente tomándome por sorpresa, levanta mi cabeza con su mano y se acerca a rozar nuestros labios.

Es un roce, uno inocente y lleno de sentimientos.

-Me gustan tus ojos cuando brillan - dice pegando su frente junto a la mía, mi respiración se vuelve entre cortada. - Y si me cuesta la vida por hacer que estos nunca dejen de brillar, por ti lo haría, Erwin.

(.)

Me encontraba en mi cuarto haciendo tareas con Zack y Elly. Anel no pudo venir diciendo que tenía que llevar a sus hermanitas a su clase de Ballet.

Luego de lo sucedido en el baño de hombres los dos estamos más juntos, pero sin llamar mucho para evitar problemas y muchos daños.

-Entonces yo le dije que si no había sentimientos no me Involucraría en nada, porque saben como soy... Cuando me enamoro doy todo de mí, y el pelotudo siempre soy yo - habla Zack luego de un silencio en el cuarto.

Ella ríe. -Se te pegó mi palabra.

-Pasar mucho tiempo contigo no me ayuda.

Esta vez yo río. -Confirmado científicamente. -aseguró ganándome una mala mirada de mi mejor amiga.

Zack se una a mis risas. Él es un compañero nuevo que llegó este año, es de piel morena y ojos mieles al igual que los míos, y lo más genial es que es de mi misma estatura ya que no parece una jirafa como Anel y Elly.

-Oye, me pregunto por qué Erwin está tan contento... - empieza la rubia mirando de reojo a Zack.

Ruedo los ojos.

-¿Y por qué será? Su único motivo es Anel - dice obvio Zack, toco mi pecho mostrándome dolido.

-¿Soy muy obvio? -pregunto con un poco de preocupación además de estar bromeando.

-Parece que tenes un cartel pegando en la frente diciendo "Todo en mi es gay" - grita lo último Elly, y a pesar de que mis padres no están en casa, le tiro un cojín a mi amiga.

-No grites eso, idiota.

-Necesitas adrenalina - bromea, ruedo mis ojos.

-Hablando en serio, si se nota en los dos demasiado - interrumpe Zack y le agradezco con la mirada.

Luego me sonrojo por darme cuenta que esto es un sentimiento mutuo.

Es un sentimiento de amor...

Es cariño, o un poco más del amor que le tenes a un amigo. ¿Por qué no es aceptable una relación que es igual al de un hombre y mujer?

Porque el sentimiento es igual, el amor y la atracción es idéntica, y no le hace daño a nadie.

La puerta de abajo se cierra en un portazo y mi cuerpo da un salto del miedo. Temo a que la persona que entró a la casa haya escuchado la conversación.

-Chi... chicos, será mejor que se vayan - digo apresurado, no quería que presenciaran una escena de gritos de mis padres.

Zack y Elly se miran preocupados pero de inmediato preparan sus cosas, yo empiezo a retorcer mis dedos por los nervios.

Los chicos bajan las escaleras tras de mí y los guío a la cocina, agradezco que mis padres no estén ahí.

-¿Estarás Bien, Erwin? - habla con rapidez Elly, no tenía tiempo para analizar lo que me preguntó pero la dejo un poco conforme asintiendo con la cabeza.

-Amigo, cualquier cosa nos llamas - dice Zack antes de desaparecer por la puerta trasera de mi casa.

Suspiro, al parecer mi padre había llegado luego de su trabajo. Escucho como enciende la televisión que se ve en blanco y negro. Maldice.

Restriego mi rostro con las dos manos.

-¡Malditos infelices! Dos años después y aún siguen con esta mierda - Lo que hablaba papá sonaba por toda la casa. La silueta de él aparece por la puerta de la cocina y mi estado se pone en alerta. Él gruñe pasando de mi lado para abrir la heladera y sacar dos latas de cerveza.

En estos dos años había empezado a beber con más intensidad que cualquier otro. Y temia más por mí.

-¿Puedes creer que tuve media hora de tráfico porque a las putitas se les dio por cortar la calle y hacer su maldita marcha? - pregunta más bien a la nada. Bajo la mirada sintiendo alivio de que mis amigos se hayan ido a tiempo. -Algún día terminaré con todos ellos -. Alzo de repente la mirada sorprendida ante la declaración del hombre que se hace llamar mi padre.

Trato de mentalizarme que lo que salió de su boca no es más que el efecto secundario del alcohol. Una promesa en vano.

Lo único que se me viene a la cabeza son los ojos tan puros y llenos de cariño de Anel. Tan azules que me traen una tranquilidad que nunca pensé que tendría.

O que la merecía...

Se siente un portazo y sé que es la puerta principal. Mamá llegó...

Me voy a mi cuarto evitando tener cualquier tipo de contacto con ella.

18 años...

Elly y Zack se estaban comportando raro y me di cuenta que ocultan algo.

Suelto una risa. -¿Me van a decir que esconden? - pregunto llevando el sanguche a mi boca, me deleito con el sabor de el.

Los dos niegan con la cabeza a la vez. Levanto mis manos en rendición.

-Okay, lo intenté - me doy por vencido, ya que, estuve toda la mañana intentado que soltaran eso que los hacía entorpecer en lo que hablaban y hacían.

Zack carraspea, luego mira a otro lado y vuelve su atención a la comida, mirándome de reojo. Elly también nota su poca manera de disimular y le golpea - para nada suave - en su brazo.

Rio nuevamente.

-Ustedes dos son un caso... Esperen, ¿Y Anel? -pregunto confundido.

-Uy, la diversión se te fue - bromea Elly notando mi seriedad al hablar por Anel.

Ruedo los ojos.

-Respondan - pido tomando de mi agua.

-Elly, ¿Ya tienes pareja para el baile de graduación? - pregunta Zack evitando mi pregunta descaradamente.

Abro mis ojos indignado, le tiro de mi agua y Zack se levanta de inmediato.

-¡Está helada, muy helada! - salta haciendo un extraño baile. Con Elly nos tenemos que agarrar el estómago por la fuerza de tanto reír.

-Ahora hace el baile de Dame tu cosita - logra decir Elly y Zack la fulmina con la mirada.

Cuando nos acomodamos nuevamente en la mesa de la cafetería del colegio nos fundimos en un silencio.

-Chicos, ¿se dan cuenta que en dos días es el baile de graduación y será el último día de colegio?

Asiento estando de acuerdo.

-Zack siempre de melancólico. - menciona Elly riendo, pero sé que está igual de triste.

Por mi parte no era así, hace dos meses cumplí 18 años y estaba deseando tanto ser mayor de edad y poder irme de casa. Solo esperaba a terminar el colegio.

En casa no se había echo ninguna mención de esto, y agradecía esto por que sé de ante mano que mamá será la primera en oponerse en que yo me vaya de casa. Sin embargo, tenia todo planeado con Anel.

Los coqueteos con él habían sido más intensos estos últimos dos años, y yo más mañoso no podía estar con sus mimos. Amaba cada parte de él, quizás hasta lo amaba más que a cualquier persona.

El aparato que trae Zack suena, frunzo el ceño.

-No sabía que emitía un sonido eso - hablo extrañado, mi amiga también frunce la nariz.

-Es un teléfono celular, funciona para las llamadas o mensajes - responde con obviedad Zack.

-Sea lo que sea es muy adictivo, me parecía raro que no estuviera con el hace un ratito - dice Elly.

-Como digas, mira... - mi amigo le muestra algo que logró iluminar todo el rostro de mi amiga.

Me cruzo de brazos. -Yo también quiero ver - digo caprichoso.

Elly ladea la cabeza mirándome con ternura.

-Si no estuvieras con Anel, no perdería la oportunidad contigo - admite en una nube ensoñadora. Abro los ojos al tope, no pierdo el tiempo en ruborizarme por completo. -Ves, eres muy tierno. - me señala.

Zack chasquea su lengua y lo miro, él también lo hace y niega con la cabeza. -¡Mentira, te gustan los rudos machos alfas! -confiesa con una sonrisa traviesa.

-Samuel no es... Oh, mierda. - supo que dijo demás.

Hago un puchero.

-A mi no me contaste - le reto.

-Es...

Zack la interrumpe.

-¡Vamos, vamos que se hace tarde! - grita apresurado, fue tanto el susto que salte en mi asiento. -Lo siento, Erwin, pero tenemos que estar en el pasillo B en menos de dos minutos.

Lo miro confundido pero igual me levanto y camino a la par que los dos chicos. Cuando estamos por llegar el comentario de Elly me deja congelado.

-No queremos que el novio quede plantado.

Al doblar el final del pasillo A, nos encontramos con el B lleno de flores azules por todo el piso. Mi respiración se cortó al notar la negra cabellera de Anel en el medio del camino. Traía un smoking negro y un moño azul en en cuello.

Las miradas de todos estaban en él, y la de Anel sobre mí. Era tan intensa y profunda que me causa escalofríos en todo mi cuerpo.

Sonríe, tendiéndome el ramo de flores rojas.

Mis pies no reaccionan, quiero hacerlo pero estoy pegado al suelo por lo maravillado que es todo. No se quién, pero uno de los chicos me empujan hacia Anel.

Escucho varias exclamaciones de sorpresas cuando camino a pasos lentos pero seguro.

Me paro frente a él, levantando mi rostro para verlo a los ojos, me gustó ver esos de iris azules brillar, me gustó ver la determinación que llevaba consigo y me gustó ver la gran sonrisa llena de emoción por hacer esto por mí.

-Erwin... Mi Erwin, mi chico y mi hermosa criatura pequeña - dice en voz alta llevando su mano libre a mi mejilla. Mi corazón salta y las mariposas nunca logran cansarse de revolotear por cada palabra de Anel. - Eres algo más que mi mejor amigo, el día que te conocí, te vi tan indefenso y triste por no tener amigos que tuve ganas de multiplicarme por mil para que juguemos contigo - habla con un deje de diversión y cariño, rio entre algunas lágrimas que caían por mis mejillas. -Erwin, la primera vez que te vi llorar quise romper hueso por hueso a la persona causante... Y está mal querer asesinar a tus suegros - dice lo último en un susurro acariciándome con su dedo pulgar. - La primera vez que te vi reír, y todas estas veces que lo haces hasta ahora me alegran todo el día llevándome a otro mundo. Y la primera vez que probé tu dulce sabor y fragancia, supe que me volví adicto a ella - Acerca su rostro al mío sientiendo su aliento a frutas. - Y me pregunté... ¿Por qué no intentarlo sabiendo que correspondes mis coqueteos? - dice con una sonrisa con picardía.

Sonrío bajando la mirada. Toma una de mis manos llevándola a su boca para besarla, sin romper el contacto visual entre nosotros.

-Anel... - logro decir entre mi mar de lágrimas. -No puedo creer que lo estés haciendo.

-Por ti haría cualquier cosa, Erwin, todo por ver esa carita linda que traes ahora - dice con una gran sonrisa.

Se arrodilla y abro mis ojos. Se escuchan los festejos de mis dos mejores amigos atrás pero ahora no puedo prestar atención a nada más que a Anel con sus ojos brillando debido a una que otra lagrima que él soltó.

-¿Quieres ser mi novio?

Me lanzo a sus brazos haciéndonos tropezar y por poco caer pero él nos sostiene.

-Si, si quiero, Anel - digo en su cuello, comienzo besando su mejilla hasta llegar a su boca y besar con delicadeza ellos.

-¡Siii! - gritan algunos atrás, tantos comentarios positivos y negativos que abuchean. Pero no me importaba nada cuando estaba con Anel.

Me separo de mi novio para esconderme en su cuello y oler su fragancia.

-Me gustó mucho lo que hiciste, Anel, tú... tú de verdad tuviste la valentía de hacerlo frente a todos - digo mirándolo a los ojos. Nos levantamos del suelo riendo por los pétalos que quedaron pegados en nuestro pantalón.

Noto que a mi alrededor ya no se encontraba nadie. Apostaría que Elly y Zack se encargaron de sacar a todos.

-Nuestro amor va más allá de lo que dirán los otros, porque son eso, personas que no tienen fuerzas sobre nosotros para hacer esto a la persona que amamos. - dice con una pequeña sonrisa triste.

Me detengo y él también lo hace confundido. Tomo de su mano para entrelazar mis dedos con los suyos, cierro los ojos sintiendo como nuestras manos encajan a la perfección.

Como si estuviéramos echo el uno para el otro...

Me pongo de puntitas y alcanzo sus labios.

-Te amo, Anel - confieso sin temor a algo, por que ya entregué todo a ojo cerrados a mi mejor amigo, a mi novio.

(.)

Me encontraba en la casa de Anel con su madre haciendo unos pastelillos. Admito que es una gran chef.

-Que bueno que ya le enseñé a cocinar a mi hijo, tienes que probar todas las delicias que hace - alaga la señora Amy con una sonrisa maternal llena de amor. Saca la bandeja del horno y me dice que me acerque. -Obviamente cuando pruebes todos los platillos que hace te acordarás de mí, porque aprendió de la mejor - bromea y rio.

-Lo haré sin duda, el olor es exquisito desde ya - prometo, siento mi estómago rugir.

Era la primera vez que veía a la señora Amy, pero cuando entré a la casa me recibió como si me conociera de toda la vida. Me contó que Anel siempre le contaba de mí y esperaba muy ansiosa mi llegada.

No me pude sentir más feliz al notar que íbamos a ser aceptamos por una persona que era muy importante para Anel, y lo iba a ser con el paso del tiempo para mí.

-Erwin, ¿puedes subir un momento? - grita Anel desde las escaleras. Su madre ríe, rodando los ojos.

-La primera vez que te conozco y ya te quiere robar - se queja con diversión. -Ve,yo preparo esto y los llamo.

Me disculpo y salgo de la cocina para seguir a mi novio hasta su cuarto. Veo en el camino los cuadros de la familia de Anel, eran los padres - el padre de él se encontraba trabajando - y las dos mellizas traviesas de seis años que jugaban entretenidas en su habitación luego de conocerme.

Me topo con la mirada de Anel recargado en la puerta de su habitación. Su sonrisa era pícara.

-No se si me conviene entrar - bromeo sonrojodado. Paso por su lado viendo el interior de la habitación, era aún más reconfortante porque se sentía la presencia de Anel por cada rincón.

-Con ese vaquero ajustado, mmm... - doy un salto cunado siento la voz de Anel en mi oido. Él ríe divertido y yo me quejo. Me da la vuelta y hago un puchero cuando lo tengo frente mio. - Definitivamente no. - responde riendo.

-Qué vulgar eres - le comento uniéndome a sus risas.

-Eso no decías esa vez que estábamos a punto de... - le tapo la boca antes de que termine, pero ya me había sonrojado hasta el cuello.

-Anel -chillo avergonzado.

Para de reír y concentra su mirada en mi rostro, mirándome detenidamente.

-Deja de hacer eso que me incomodas - digo bajando la mirada.

A el esconde su cara en mi cuello mordisquiando levemente una zona sensible. Llorisqueo ladeando mi cabeza pasa que tenga más acceso.

-Mi Erwin, mi chico... - murmura llevando sus manos a mi cintura y abrazarme.

Quiero reír, llorar o sonreír muy grande. No podía explicar el sentimiento de calidez en mi interior, el saber que estoy en mi hogar aquí con él.

Porque encontré mi dulce hogar en mi mejor amigo que ahora es mi novio.

-¿Para qué me llamaste? - digo luego de unos minutos disfrutando de la presencia del otro.

-Mmh... - se queja, hace un ronroneo en mi cuello que me saca una carcajada.

Me muevo lentamente.

-Anel, tenemos mucho tiempo para nosotros, pero es la primera vez que conozco a tu mamá - digo tratando de convercer a mi chico terco.

-Okay, okay... - se separa por completo para ir al escritorio que estaba al lado de la cama. -La otra vez estaba limpiando mi cuarto y encontré ésto - dice sacando lo que parece un cartón. Lo miro confundido. Anel se sienta en la cama y palmea su lado.

-¿Qué es? - pregunto sentándome.

Anel sonríe de lado. Me muestra lo que dice en el.

-No lo puedo creer - exclamo llevando la mano a mi boca. -¡Anel, es la nota que me hiciste en clases! - sonrío grande tomando del cartón que ya está arrugado y acaricio la caligrafía de este.

Anel toma mi mano y me sonríe.

-Ese día le había dicho a mis padres que me gustaba un chico... - dice con una mueca. - Recuerdo que esa mañana era un manojo de nervios, porque veía por la televisión las marchas que hacían - hacen - los homosexuales por pedir una libertad que aún, no se la dan. Me interesé más en el tema, busqué entrevistas y comentarios de ellos mismos y de los homofóbicos que eran tan hirientes cómo lo decían, sin pudor - añade mirando hacia el suelo.

Mi corazón se aprieta, sé del sentimiento que narra, conocía cada detalle por los comentarios de mi padre.

Mis padres, tan homofóbicos que me dan ganas de adelantar estos días para escapar de casa.

-Tus padres te aceptaron - es una afirmación más que una pregunta.

Anel hizo una mueca ladeando un poco la cabeza.

-Papá en un principio no, mamá le tuvo que hablar para que no mal entendiera las cosas, él creyó que ya no me gustaría el fútbol, que me color favorito sería el rosa y me haría trenzas - Rueda los ojos, yo río. - No es que esté mal hacer eso, pero tenía una idea tan equivocada. Y pasó ocho meses rechazando cualquier contacto físico conmigo.

Bajo la mirada sintiendo mis manos transpirar de repente.

-Siempre estaré para ti, amor - digo en un murmuro, lo dije en un hilo de voz aunque quería que saliera firme y seguro.

A el se acerca a mí sonriendo como un niño pequeño mirando su juguete favorito, el que cuida con muchas fuerzas para no perderlo nunca. Me tira desprevenido a la cama, yo chillo asustado.

Me lleva a su lado y pasa su brazo por atrás de mi cuello para apoyar mi cabeza en su pecho.

Quizás podría quedarme así toda una vida. Sintiendo su corazón latir al compás del mío y escuchar la vibración de su pecho porque se avecina una risa que me quitan el aliento.

-En la tarde hay una marcha LGTB, ¿Quieres ir? - pregunta en un susurro.

Me reincorporo apoyando mi mano en mi mejilla para verlo a los ojos.

-¿En serio? - pregunto emocionado.

Él sonríe nuevamente.

Y mi corazón se siente complacido.

(.)

Anel me trajo a casa luego de media hora, le dije que tenía que cambiarme de ropa para ir a la marcha que me dijo, me vendría a buscar a las 19:00 y salimos al lugar.

Me sentía muy emocionado.

Cuando entré a la casa vi a mi madre sentada en la mesa y escribiendo algo mientras fumaba con la mano libre. Lo que más me sorprendió fue ver una maleta a su lado.

Levantó su mirada indiferente y la bajó como si nadie interesante estuviera en la sala. Pasaron muchos años y comprendí por qué su odio hacia mí, también, que nada había cambiado.

Paso a mi habitación en silencio notando que en este lugar yo ya no pertenecía. Ni tan solo un recuerdo que no trajera dolor en mi pecho de solo pensar en el.

-Vamos, Erwin, solo falta un día - me animo con una sonrisa. Agarro un pantalón vaquero color negro que me ajustaba al igual que el otro.

A Anel le gustan estos pantalones. Pienso divertido.

Antes de cambiarme saco lo que tengo en los bolsillos y me quedo embobado viendo el pedazo de cartón doblado con la nota que Anel me hizo hace años.

Erwin
Y
Anel.

Juntos por siempre ❤️

Rio negando con la cabeza, lo dejo doblado en el en la pequeña mesita de luz haciéndome recordad luego que lo tenía que guardar muy bien antes de irme.

Me arreglo por último echándome perfume y me veo en el espejo.

Ordeno mis cosas en la mochila que tenía preparada para mañana y observo mi cuarto para ver si olvidaba algo. La luz de la lámpara de mi escritorio alumbraba en pleno el pedazo de cartón. Me acerco para agarrarlo, pero antes de tomarlo se escucha el portazo y la llegada de mi padre se nota en toda la casa. Temo mirando hacia la puerta, como si el me hubiera descubierto.

-¡Maldita mierda! ¡Los voy a matar a todos y no va a quedar ni una de esas mierda que no tienen nada mejor que hacer! Si, eso... Mierda, si... - Sus gritos eran desesperados y arman un escándalo. Supe que tenía que escapar antes de que viniera hacia mí.

Agarro mi campera y salgo del cuarto corriendo escaleras abajo esquivando la sala y salir por la puerta de la cocina.

-¡Erwin! , ¡¿Dónde mierda estas?!

Suelto un suspiro cuando escucho que sus pasos se dirigen hacia mi habitación. Escapo por el patio, y justo veo cuando Anel llega en su auto.

Suelto una risa entre divertido y nervioso.

-Eso estuvo demasiado cerca - menciono cuando entro al coche sintiendo mi corazón latir demasiado rápido.

-Hola, amor. No puedo creer que te veas aún más guapo que hace un rato - alaga Anel y me sonrojo bajando la mirada.

-Tienes que dejar de hacer esos comentarios - digo apartando la mirada mordiendo mi labio porque se que se avecina una sonrisita boba.

-¿Y dejar de ver ese sonrojo? No, gracias - dice decidido, miro su perfil aprovechando que está serio mirando la carretera.

Llegamos luego de cinco minutos, era cerca el parque pero por razones obvias - mi padre - decidimos venirnos en el coche de Anel.

Bajamos del vehículo, y me sorprendo por todas las personas que habían en el lugar, era una gran multitud. La mayoría traía una bandera de los colores LGTB y otras la tenían pintado en las mejillas mostrándose orgullosos.

Siento un tirón en mi mano y bajo mirando como mi mano estaba entrelazada con la de Anel. Me encuentro con sus ojos brillando junto a una gran sonrisa.

La parte favorita de mi día es cuando sonríe.

-Vamos, Erwin, ¿Qué esperas? Tienes que demostrarte por cómo eres, acá nadie te juzgará por quién realmente deseas ser con libertad - asegura Anel, veo como su cuerpo me guía al medio de la multitud perdiéndonos entre ellos y sintiéndome seguro con las personas que gritaban y alzaban sus banderas a las cámaras.

-¡No queremos nada costoso, ni que bajen los impuestos! ¡Solo deseamos andar en la calle con la persona que amamos sin que nos juzguen!

-¡No te sientas machito por molestar a las personas de la comunidad LGTB! La única marica serias tú por no aceptar la decisión de los demás.

-Estuve toda mi adolescencia escondiéndome de los que dirán los demás, y hoy finalmente puedo decir que acá puedo mostrarme cómo realmente soy, como deseo ser con mi familia homofóbica, pero ellos niegan.

-Me fui de mi casa a los 18 años, a mi madre le daba asco que su hija les gusten chicas... Me escapé una noche, después de dos años recibí una llamada suya pidiendo mi perdón - me volteo a ver la chica que lloraba en el hombro de otra, mi piel se vuelve gallina y tenía ganas de ir y abrazarla, a cada una de las personas que están aquí y sufrieron lo mismo o más que yo.

-Cariño, ven - Anel me saca de mis pensamientos, lo miro a los ojos y noto que traía un pincel en su mano. -¿Quie...

-¡Si! - grito acercando mi rostro para que pintara mi mejilla de los colores de la bandera LGTB. Anel ríe mirándome profundamente.

-Me gustan tus mejillas... - añade cambiando de tema, ladeo la cabeza y se acerca a besar cada una las mencionadas. -Me gustan tus ojos... - lo interrumpo.

-Te gusta todo de mí, si si, te amo pero píntame ya, por favor - le ruego con un puchero, mi novio rueda los ojos besando mis labios.

Atrapo su labio inferior en el mío y tiro de él, me envuelvo en sus brazos sintiendo la grande necesidad de decirle que siempre estaré para él.

Que él siempre será el amor de mi vida.

-Ansioso - murmura con una pequeña sonrisa.

-Te gusta así - coqueteo sintiendo mis corazón saltar cuando pasa el pincel con el primer color rojo en mi mejilla.

-Me encantas así - corrige, veo sus labios muy apetecibles pero no quisiera que se estropee el dibujo.

Cuando termina el dibujo alzo mis manos a la altura de mi cara.

-¿Y? ¿Cómo quedó? - bromeo.

-Aún más hermoso - responde acercándose a mí para besarme.

-Son demasiados tiernos juntos, ¿les puedo sacar una foto para el periódico? - pregunta una adolescente de más o menos 15 años.

Le sonrío enternecido asintiendo muchas veces. Luego de que saque la foto con flash nos da una copia que la guardo en mi bolsillo. Anel le sonríe y empieza a hablar cosas de mí diciendo de las cuales estaba orgulloso mostrándome su amor.

-Bebé... - le digo avergonzado y con el rostro sonrojado.

Anel me mira con una gran sonrisa que se borra de inmediato. La multitud empieza a gritar y algunos a correr.

No entiendo nada hasta que escucho lo que parece el segundo disparo. Todos estas alterados y la manos de Anel agarra la mía. La aprieto con fuerza, miro para todas partes buscando una respuesta.

-¡¿Por qué no nos aceptan?! ¡No le hacemos absolutamente nada!

-¡Es amor, entiendan de una jodida vez!

Miro a mi alrededor que algunas personas deciden quedarse a enfrentar a la multitud, a seguir tratando de cambiar la mente cerrada de los demás que acaban de llegar.

-¡No! Ustedes están contradiciendo a Dios, esto no es amor, es lujuria, es el pecado del diablo.

-Erwin, sígueme, amor, ven - Anel intenta tirar de mí pero mis pies están pegados al suelo al ver una silueta familiar.

Mi respiración se acelera y cuando intento encontrar otra vez a esa persona desapareció del lugar. Miro a Anel y decido seguirlo, corro detrás suyo con la desesperada multitud.

Siento que alguien me sigue e intenta agarrar de mí pero falla.

-¡Anel! - grito sujetando más su mano, pero estábamos corriendo tan rápido que mi mano transpira y me suelto.

Me siento completamente perdido cuando pierdo de la vista a Anel, los demás me empujan apresurados de salir.

-Mira a esta pequeña mierda. - la voz de papá sale en un susurro que sólo yo puedo escuchar, quiero empezar a correr pero siento algo filoso en mi estómago. -Sabía que desde chico serías tan hijo de puta para unirte a estos malditos maricones. ¡Tenía que matarte, maldita sea! ¿Por qué no lo hice cuando dijo tu madre? - pregunta a la nada en un grito.

Me encuentro con sus ojos llenos de alcohol y de un odio que me atormenta en mis más oscuras pesadillas, y lo enfurece más ver el dibujo que tenía en mi mejilla.

-Papá, por favor, déjame ir - ruego sintiendo mi vida temer.

Ya nadie se encontraba en la plaza, todos habían corrido al escuchar los disparos y ver personas armadas.

Mi padre levanta su mano derecha para llevarla a mi mejilla, aparto la mirada sintiendo su frío toque.

-Asco, eso me das. Me siento mal por haber criado una aborrencia como tú - suelta veneno en sus palabras que van directo a mi corazón, a donde han ido todas los abusos que recibí desde que era pequeño.

No puedo darme cuenta cuando con rapidez alza algo brilloso y me golpea en la mejilla con el objeto pinchoso. Caigo al piso soltando un sollozo del dolor punzante que me causó.

-Papá, no - susurro entre las lágrimas, cierro mis ojos, no los podía abrir, no quería verlo.

Quiero a Anel...

Anel por favor, ven.

Quiero que me diga que todo estará bien.

-¡Mereces morir!

Golpea mi lado izquierdo tirando muchas patadas, jadeo del dolor. Grito al sentir un dolor agudo cuando me golpeó en la cabeza.

-¡Para, por favor! - grito rogando.

Quería que este dolor parara ya, mi cabeza explotará.

-¡¡Erwin, no!! - escucho el grito desgarrador de Anel a los lejos, mi progenitor mira también en la misma dirección.

-Ja, ¿Ese también es puto? - pregunta irónico, un brillo de malicia recorren sus ojos negros. -Voy a acabar con todos ustedes...

-¡Aléjate de él! - grita Anel corriendo hacia nosotros.

-Empezando por ti, hijo de puta. - termina la frase mi padre para sacar una pistola de su saco y apuntar hacia mí.

-Anel - susurro viendo por última vez sus ojos azules, esos que me traían paz en mis momentos tormentosos.


Anel.

Veo a los lejos como el hombre saca una pistola y apunta hacia Erwin que tenía sus ojos puestos en mí.

No, por favor, no.

Corro con todas mis fuerzas hacia ellos, pero no...

El disparo suena cuando estoy a un metro de Erwin.

Mi corazón se detiene, todo mi mundo lo hizo.

-No, no... No, Erwin - ruego tirándome al piso para tomar su rostro entre mis manos, sus ojos mieles estaba entre cerrados y de su boca no podía salir nada. - Amor, por favor, no te vayas... - ruego acercando su frente a la mía, mis lágrimas salían una tras otras al notar que Erwin lucha por estar consciente.

Por favor, no te vayas...

-Anel, be... bebé... - dice con esfuerzo, un sollozo sale de mi boca.

-Sh, sh, ya viene la ambulancia amor, por favor resiste un poco más... Te lo ruego, mi vida, hazlo - digo desesperado tomando su mejilla lastimada para besar la herida.

-Gracias...por ser mi...mi mejor historia - dice Erwin con una débil sonrisa en sus labios mirándome a los ojos. - Te amo.

Porque cuando él siempre estaba mal se preocupaba por los demás, cuando estaba roto ofrecía una ayuda a todos con una gran sonrisa.

Suelto otro sollozo negando con la cabeza.

-Amor, no digas eso... Por favor - ruego inútilmente viendo como sus ojos se cierran y un último suspiro sale de sus labios. Lloro desesperadamente en su pecho. - Erwin... Mi amor - murmuro destrozado.

El sonido de la ambulancia me aturde y los paramédicos me separan a la fuerza de mi novio para ponerlo en una camilla. Siento unos brazos envolverme, también lo hago y lloro descontroladamente en su hombro.

El pitido de la máquina se vuelve intenso y los médicos dejan de trabajar.

-Lo perdimos.

-¡Erwin, no! - grito desgarrando mi garganta.

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