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DOS

Taehyung y Jungkook se conocieron en una noche de verano, en una playa iluminada por la luna. Jeon Jungkook, un joven artista, frecuentaba allí buscando inspiración para su próxima obra. Kim Taehyung, un estudiante de literatura, había ido a escapar de la ciudad e intentar salir de un bloqueo de escritor.

Se encontraron en la orilla del mar, mirando hacia el horizonte. Jungkook se sintió atraído por la sonrisa de Taehyung, y Taehyung se enamoró de la pasión de Jungkook por el arte.

Todo había sido tan casual, los siguientes días siguieron coincidiendo como si hubieran estado destinados a conocerse.

Desde ese momento, fueron inseparables. Paseaban por la playa, hablando de sueños y aspiraciones. Jungkook pintaba, y Taehyung escribía. Juntos, creaban un mundo de belleza y fantasía. Combinaban perfectamente.

Pero tres años después, la vida les dio un golpe cruel. Jungkook fue diagnosticado con Arenosis Marina, una enfermedad terminal rara que afectaba a las personas que habían pasado gran parte de su vida cerca del mar. Y a Jeon solo le quedaban unos pocos meses de vida.

Jungkook se encontraba sentado en la silla de ruedas, mirando hacia el mar como acostumbraba los últimos tres años. Con su cuaderno y unas acuarelas.

—Ya estoy aquí —Taehyung depositó un beso en su frente y pegó la cara a la suya para ver su obra de arte.

Sus vidas se habían vuelto una monotonía. Kim trabajaba hasta medio día y ahí es cuando iba a visitarlo; tenía descanso los fines de semana, así que miraban películas hasta que Jungkook se quedara dormido.

Un día, mientras Taehyung dormía a su lado, Jungkook se levantó y se sentó en su silla de ruedas. Tomó una pluma y algunos post it, y comenzó a escribir. Cuando el mayor se dio cuenta de ello, Jungkook se acercó y a pasos lentos lo abrazó.

—Queda una semana —murmuró con la cabeza entre su cuello y hombro.

—¿Estás listo? —Kim preguntó acariciando su espalda y cubriéndolo con la sábana.

Entonces Jungkook lo miró y le mostró una cálida sonrisa; volvió a abrazarlo, esta vez con el oído pegado a su pecho, le gustaba oír sus latidos.

—Desde pequeño he vivido amando el mar, nunca había sabido de la enfermedad porque no es algo conocido —hizo una pausa frunciendo el ceño—. Aun así, no me arrepiento. El mar siempre fue mi compañía, hasta que llegaste tú para volverte mi lugar seguro.

Taehyung comenzó a acariciar su cabello, enredando algunas hebras delicadamente entre sus dedos.

—Estoy listo porque hice las cosas que quería, visité los lugares con los que había soñado, pinté centenares de cuadros y... —dejó un fugaz beso sobre los labios contrarios y soltó una pequeña risa—. Me volví tan buen escritor como tú.

—Aprendiste del mejor —Taehyung se halagó a sí mismo y dejó otro beso antes de juntar sus frentes—. Te amo con cada partícula de mi ser.

Se pasaron la tarde entre risas mientras jugaban Uno. Si bien Jungkook era bueno en eso, cambiaba las reglas cuando creía que perdería. Taehyung se limitaba a reír con una cálida sensación en el pecho al ver a su novio hacer un baile de victoria cada vez que ganaba.

El último día llegó y la familia de ambos estaba presente; el abogado que lo ayudaba con su testamento también se encontraba. Jungkook, como último deseo, pidió pasar sus últimos momentos en la orilla del mar.

Taehyung lo acompañó tomándolo de los hombros debido a lo débil que se encontraba; su familia estaba a tres metros, mirando la escena, y comenzaron a escuchar el chapoteo de las olas.

—Tae, acércate, te contaré un secreto —dijo Jungkook, su voz débil pero llena de emoción, mientras miraba hacia el horizonte.

Taehyung se acercó, su oído pegado a la boca de Jungkook, sintiendo el calor de su aliento en su piel.

-Hace unos días vine mientras el guardia dormía como un oso en la entrada -susurró Jungkook, una sonrisa en su rostro, recordando la aventura.

Taehyung soltó una pequeña risa, sorprendido por la audacia de Jungkook.

—¿Qué hiciste? —preguntó, curioso, su mirada fija en los ojos de Jungkook.

—Escribí como un profesional —respondió Jungkook, orgulloso, su voz llena de emoción—. Lo hice pensando en el mar y en ti.

Taehyung sonrió, lágrimas en sus ojos, recordando los momentos que habían compartido en esa playa.

—Quiero que sepas que estoy en paz. He vivido mi vida al máximo, gracias a ti.

Taehyung tomó su mano y la apretó suavemente, sintiendo el frío de su piel.

—Tú también me has enseñado a vivir, a amar sin límites —respondió, su voz llena de nostalgia.

El sol comenzó a ponerse, pintando el cielo de colores cálidos. Jungkook se recostó en Taehyung, y su cabeza descansó en su hombro.

—Gracias por ser mi refugio, mi hogar, mi isla —susurró Jungkook, su voz débil pero llena de gratitud.

Taehyung acarició su cabello, y besó su frente, sintiendo el calor de su piel.

—Siempre serás mi amor, mi luz en el mar —respondió, su voz llena de nostalgia.

En ese momento, el mar pareció susurrar sus propias palabras de despedida, mientras la familia de ambos se acercaba para compartir un último adiós.

Y en la orilla del mar, bajo el cielo estrellado, Jungkook cerró los ojos, rodeado del amor de Taehyung y la belleza del mundo que había creado. Su corazón se detuvo, pero su espíritu siguió viviendo en el mar de la memoria, donde el amor es eterno.

Taehyung se quedó allí, abrazando a Jungkook, mientras el mar continuaba susurrando su nombre. Lloró desconsoladamente, con el corazón hecho trizas y el alma triste. Pero ni gritarle al mar le devolvería al amor de su vida.

La noche cayó sobre la playa, las estrellas comenzaron a brillar en el cielo y la luna llena me recordó la noche en la que se conocieron. Taehyung se levantó, y miró hacia el horizonte, sintiendo la presencia de Jungkook en su corazón.

—Te amo —susurró, su voz llevada por el viento.

Y en la distancia, el mar respondió, susurrando el nombre de Jungkook, en un eco eterno.

Cuando caminaba de regreso al hospital se encontró con la señora Jeon, traía consigo una caja y una carta encima de esta.

—Eso es...

Ella asintió, como si comprendiera, también tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar.

—Para ti.

Los extendió para que tomara entre sus manos el presente y entonces volvió a estallar en llanto, esta vez siendo abrazado por el señor Jeon. Los Kim acariciaron su espalda, acompañándolo en el dolor.

Esperó tener un momento a solas, entró a la que era la habitación del hospital de Jungkook y se sentó sobre la camilla, mirando hacia el mar como él solía hacerlo.

Primero agarró la carta que tenía un sello con cera de color rojo vino que la cerraba, una vez Taehyung le contó que cuando era pequeño siempre había deseado una carta de Howgarts.

Dio un suspiro como si se preparara mental y emocionalmente para lo que vendría y entonces empezó a leer.

Querido Tae,

Estoy sentado en el borde del océano, con los pies descalzos y el viento acariciando mi rostro. La arena se desliza suavemente entre mis dedos y el susurro del mar me recuerda tu nombre. Me siento como un barco que ha perdido su rumbo, pero tu amor es mi brújula, mi guía en la oscuridad.

Recuerdo la primera vez que nos encontramos como si fuera ayer. Tu sonrisa iluminó mi vida, y supe que eras mi destino. Eres mi luz en el mar, mi faro que me guía a través de las olas de la vida. Nuestros momentos juntos han sido como olas que rompen en la orilla, cada uno único, cada uno precioso.

Me has enseñado a nadar en el mar de la vida, a encontrar mi propio ritmo, a no dejar que las corrientes me arrastren. Me has mostrado que la vida es un viaje, no un destino. Y en ese viaje, tú has sido mi compañero, mi amigo, mi amor.

Pero ahora, la enfermedad me ha llevado a la orilla del final. Mi tiempo se está acabando, y pronto estaré bajo la superficie. Me siento como un barco que se hunde, pero tu amor es mi salvavidas. Me sostiene, me protege, me da fuerza para enfrentar lo que viene.

No llores por mí, Tae. Sonríe, porque hemos vivido un amor verdadero. Un amor que ha navegado a través de tormentas, un amor que ha encontrado su refugio en el otro. Y aunque yo no esté aquí, mi corazón siempre te acompañará.

En el fondo del océano, siempre estaré contigo. En cada ola que rompe, escucharás mi voz, susurrando tu nombre. En cada grano de arena, encontrarás un recuerdo nuestro. En cada brizna de viento, sentirás mi presencia.

No te preocupes por mí, estoy en paz. He encontrado mi propósito en ti, y eso es todo lo que importa. Me has enseñado a vivir en el presente, a disfrutar cada momento, a no dejar que el miedo o la tristeza me aparten de ti.

Eres mi refugio, mi hogar. Mi isla en el mar de la vida. No te olvides de mí, Tae. No te olvides de nuestro amor. Recuerda lo que dije una vez: "En el mar de la vida, tú eres mi isla". Eso sigue siendo verdad.

Ten una larga y sana vida, Taehyung. Sigue mirando una y otra vez la saga de Harry Potter, sigue portando tu libreta en la que anotas ideas para futuras historias, siempre tienes muchas así que te estresas porque nunca puedes terminarlas, como consejo únelas o vuélvelas parte del trama.

Recuerda comer a tus horas o podría darte gastritis y duerme lo suficiente para no estar constantemente cansado.

Deseo que prosperes y logres cumplir todos tus sueños y metas, siempre estaré orgulloso de ti.

Te ama con cada partícula de su ser, Jeon Jungkook.

P.D.: Encontrémonos en la siguiente vida, Taehyung-ah.

Taehyung leyó cada línea, cada palabra, una y otra vez sintiendo el dolor y la amor que Jeon Jungkook había vertido en la carta. Lloró, sollozó, se desmoronó sintiendo el vacío que había dejado. Pero también sintió la paz, sabiendo que Jungkook estaba en un lugar mejor, donde no había dolor ni sufrimiento.

La carta de Jungkook se convirtió en un tesoro para Taehyung, un recordatorio del amor que habían compartido y de la promesa de reunirse nuevamente en el futuro.

Taehyung dejó caer la tapa de la caja al suelo y tomó un momento para absorber lo que había encontrado. La cámara, el celular, las acuarelas; cada objeto estaba impregnado de recuerdos y amor. Las palabras de Jungkook resonaban en su mente, y cada nota lo llevaba de vuelta a esos momentos, a esos días llenos de risas, arte y amor profundo.

Llorando suavemente, Taehyung sostuvo la cámara entre sus manos, sintiendo el peso de cada recuerdo que había capturado. "Espero poder hacer feliz al pequeño Tae que tomaba fotos de todo lo que le rodeaba," había escrito Jungkook. Recordó las tardes en que corrían por la playa, tomando fotos del atardecer, riendo como si el tiempo no existiera.

—Siempre serás mi fotógrafo favorito, Jungkook —susurró, con el corazón en un puño.

Luego, levantó el celular y lo encendió. La pantalla iluminada reveló la galería llena de fotos y videos que había compartido con Jungkook. En cada imagen, su risa, su forma de mirar el mundo con ese brillo especial que solo él poseía. "Quiero que los conserves siempre y que te hagan sonreír cuando los veas." Taehyung sonrió entre lágrimas, sabiendo que cada recuerdo era un pedazo de Jungkook que siempre llevaría consigo.

Finalmente, se detuvo ante las acuarelas. Eran hermosas, vibrantes, cada una de un color diferente, como el arcoíris que solían pintar juntos en la playa. "Quiero que sigas pintando y creando," decía la nota. Taehyung sintió una oleada de determinación recorrerlo.

—Haré lo que me dijiste, Jungkook. Seguiré creando, seguiré viviendo. Por ti —prometió en voz baja, sintiendo que su corazón se abría a la esperanza.

Con un profundo suspiro, Taehyung se levantó y miró por la ventana hacia el mar. Las olas rompían suavemente en la orilla, y en su mente, Jungkook seguía ahí, corriendo libre, riendo bajo el sol. Taehyung sabía que, aunque su cuerpo ya no estaba, su espíritu siempre viviría en él y en el arte que compartieron.

Ese día, decidió que cada vez que sintiera la ausencia de Jungkook, pintaría. Cada trazo sería una conversación, cada color una emoción. Alzó la cámara a sus ojos y tomó una foto del mar, de la luna reflejada en las olas, de la vida que continuaba a su alrededor. Era su forma de honrarlo.

Los años pasaron, y Taehyung se convirtió en un autor reconocido. Sus libros estaban llenos de la belleza de su amor y el dolor de la pérdida, cada página un testimonio de lo que habían compartido. La gente lo admiraba no solo por su talento, sino también por la profundidad de sus palabras.

Con el tiempo, el cabello de Taehyung se volvió canoso, y sus manos, una vez firmes y seguras, ahora temblaban un poco. Se sentó en su estudio, rodeado de cuadros que reflejaban su amor por Jungkook y su pasión por la vida. Una tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse, sintió una oleada de nostalgia.

Miró hacia el mar desde la ventana, recordando aquellos momentos en los que Jungkook había estado a su lado. Las risas, las conversaciones profundas, los sueños compartidos. Todo parecía tan lejano y, sin embargo, tan presente.

—Te extraño, Jungkook —murmuró, con la voz entrecortada. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, y él las dejó caer, sintiendo el dolor y la belleza de su recuerdo.

En ese instante, una idea iluminó su mente. Se levantó y comenzó a pintar una vez más. El lienzo se llenó de colores vibrantes, y cada trazo parecía susurrar el nombre de Jungkook. La imagen que emergía era un retrato de ellos dos en la playa, bajo un cielo estrellado, con la luna reflejada en el mar.

Al terminar, Taehyung se sentó, agotado pero satisfecho. Miró su obra y sonrió, sintiendo que Jungkook siempre estaría con él. En ese momento, se dio cuenta de que había vivido una vida llena de amor y significado, y que aunque había experimentado la pérdida, también había encontrado la paz.

Con la voz llena de ternura, Taehyung susurró al aire, como si Jungkook pudiera oírlo:

—Te esperaré en la siguiente vida, Jeon Jungkook. Siempre serás mi isla en el mar.

Los años siguieron deslizándose, y aunque Taehyung continuó con su vida, cada rincón de su hogar, cada obra de arte que creaba, estaba impregnada del amor que había compartido con Jungkook. A veces, cuando la brisa del mar acariciaba su rostro, sentía que Jungkook estaba a su lado, sonriendo con esa calidez que siempre había conocido.

Una noche, mientras soñaba, se vio a sí mismo en una playa que parecía familiar, con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla. Miró a su alrededor y, para su sorpresa, vio a un joven pintor, de cabello negro y brillante, de pie frente a un lienzo en blanco. El corazón de Taehyung dio un vuelco; la figura le era increíblemente familiar.

—¿Jungkook? —susurró, su voz temblorosa.

El joven se volvió, y sus ojos se iluminaron con la misma chispa que Taehyung recordaba tan bien.

—Tae, ¡has venido! —exclamó Jungkook, y su voz resonó como música en los oídos de Taehyung. Era la misma risa, la misma felicidad que siempre lo había envuelto.

Taehyung corrió hacia él, y en un instante se encontraron, abrazándose fuertemente como si no hubieran estado separados.

—Pensé que nunca volvería a verte —dijo Taehyung, sintiendo las lágrimas de felicidad rodar por su rostro.

—Siempre supe que volveríamos a encontrarnos, en esta vida o en la siguiente —respondió Jungkook, su voz suave y reconfortante.

Se separaron un poco, y Jungkook le sonrió con ese brillo especial en sus ojos, como si cada uno de sus recuerdos compartidos estuviera presente en ese momento.

—He estado pintando, Tae. Todo lo que aprendí de ti, cada momento que vivimos juntos —dijo Jungkook, mirando hacia el lienzo—. Pero más que nada, he estado esperándote.

—Siempre he llevado tu amor conmigo —confesó Taehyung—. He escrito sobre nosotros, sobre el amor eterno que compartimos.

Ambos se sentaron en la arena, contemplando el mar que se extendía hasta donde la vista alcanzaba. Las estrellas comenzaron a brillar, llenando el cielo nocturno con una luz deslumbrante, y Taehyung sintió que el amor que una vez había creído perdido estaba de vuelta, envolviéndolo como una cálida manta.

—¿Qué te parece si comenzamos de nuevo? —propuso Jungkook, tomando la mano de Taehyung—. Esta vez, sin límites, sin dolor.

Taehyung miró a Jungkook, sintiendo la pura alegría brotar en su pecho.

—Me encantaría. Juntos, en cualquier lugar y en cualquier tiempo —respondió, apretando la mano de Jungkook, su corazón rebosante de amor.

Y así, bajo la luz de la luna y el suave murmullo del mar, Taehyung y Jungkook se prometieron un nuevo comienzo. En la eternidad de la vida, sabían que su amor era indestructible, y que cada vida en la que se encontraran sería un viaje lleno de arte, risa y sueños compartidos.

Los dos se miraron a los ojos y, sin necesidad de palabras, comprendieron que su amor trascendía el tiempo y el espacio. En un abrir y cerrar de ojos, todo lo que habían vivido los había llevado a este momento, donde el ciclo de la vida comenzaba de nuevo.

—Siempre estaré contigo —dijo Jungkook, y Taehyung asintió, sintiendo en su corazón la verdad de esas palabras.

Así, mientras las olas continuaban su danza en la orilla, Taehyung y Jungkook se unieron en un abrazo eterno, listos para explorar la nueva vida que les esperaba, sabiendo que, sin importar las circunstancias, siempre se encontrarían de nuevo.

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