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Última Navidad

En las afueras de la ciudad se puede sentir el frío calar los huesos debido a la época de invierno, sin embargo, en el interior de la casa y con la calidez del fuego proveniente de la chimenea, los dos se sienten tan a gusto que se deshacen de los guantes con suma rapidez. Sonríen y se acuestan en el mueble observando la pantalla de la televisión encendida.

—La cena debe estar lista en unos minutos —comenta Steve mirando a su acompañante, asegurándose de recordar cada detalle en el rostro ajeno para poder plasmar la imagen sobre un lienzo al día siguiente.

Tony no dice nada, hace minutos que ha permanecido en silencio, limitándose a asentir, negar o sonreír cuando es necesario. En otra oportunidad, Steve plantaría una queja, pero ahora no desea perturbar la infinidad de pensamientos que cruzan por la mente del hombre a su lado, en su lugar, eleva la comisura de sus labios y en un veloz movimiento atrapa la mano de Tony con la suya, el contacto es cálido y envía una corriente de electricidad por toda su columna. Ahora Tony lo está observando y otra vez contempla esa misma sonrisa que es capaz de desarmarlo en cuestión de segundos. Tony posee un encanto natural que sin realizar esfuerzo, uno cae rendido ante él.

Desde la televisión se escuchan las voces de las típicas películas transmitidas en Navidad, Tony dirige su mirada al aparato como si fuera la primera vez que contempla El Grinch, la sonrisa de antes se ha vuelto más amplia.

—Ojalá pudiera quedarme en este momento toda la vida —comenta rompiendo su silencio de minutos—. ¿No sería placentero?

—Sería perfecto —responde Steve llevando los nudillos de Tony a sus labios para plasmar un beso.

—Sí. —Él suspira, pero mantiene la misma sonrisa de antes—. Te amo.

—También te amo, Tony.

○●○

El reloj marca las once y media, en los platos no hay nada más que los cubiertos, Tony aparta la mirada de las manecillas del reloj para enfocarse en Steve quien le sonríe ignorando por completo la acción a pesar de haberla notado. Hacer un mínimo comentario al respecto rompería la magia por completo.
Steve lleva la copa con vino a sus labios, no da ningún sorbo, solo observa a Tony sentado delante suyo, devuelve el objeto a su sitio, un único deseo no ha dejado de repetirse en su mente durante el transcurso de la noche, creyendo que así podrá cumplirse, pero la realidad es otra.
Es dolorosa, como sentir un millón de espadas clavarse en cada parte de su cuerpo para llevarlo a una muerte lenta, pero ha prometido que será una noche inolvidable y está dispuesto a cumplir su promesa sin importarle sus ganas de llorar hasta el cansancio. Se levanta del asiento, en un movimiento que consigue sorprender a Tony que se limita a mirar a Steve acercarse hasta tomarlo con suavidad de la muñeca y levantarlo para estar en la misma posición que él.

Se observan unos segundos, Steve apega más los cuerpos siendo posible percibir el perfume del otro, su diestra encuentra lugar en la cintura de Tony.
Tony recuesta su cabeza sobre el hombro derecho de Steve. No existe música en el lugar, sin embargo, ambos comienzan a moverse, siguiendo el ritmo de la canción que tararean en voz baja, casi en un susurro, que convierte el momento en mucho más íntimo. Recuerdan aquella melodía como la primera que bailaron en la oscuridad de la habitación hace unos meses. Hubo tropezones por la inexperiencia y risas de por medio que terminaron en besos.

—¿Recuerdas la primera vez que hicimos esto? —pregunta Tony, ahora llevando su mano a la mejilla de Steve para brindar caricias con el pulgar.

—Recuerdo cada momento vivido contigo, Tony.

—¿Incluso las peleas?

—Todo, cuando se trata de ti cada detalle es importante. Te amo, ojalá...

—Está bien, Steve. Prometimos no decir nada al respecto, ¿recuerdas? —Hay una sonrisa que tiene como objetivo calmar, pero Steve reconoce que se encuentra peor o igual que él.

—Lo sé.

El primer beso es dado sobre la comisura de los labios y no transcurre mucho para que los dos busquen más contacto olvidando lo demás.

○●○

Cuando despierta son las dos de la mañana, del otro lado de la cama no se encuentra nadie y las sábanas se encuentran frías dejando atrás todo rastro de calor que pudo dejar la persona acostada ahí hace unas horas. La repentina soledad es abrumadora hasta convertirse en un constante aviso de lo que ya sabía debía suceder tarde o temprano. A pesar de haber tenido previo conocimiento, Steve no puede evitar sentirse destruido en cada fibra de su ser.
Ha sucedido lo inevitable y no hay nada que pueda hacer para remediarlo.

Aparta las blancas sábanas, sus pies descalzos sienten la frialdad de las baldosas y sin más, abandona la habitación con el corazón roto.
Su recorrido por cada rincón de la casa solo empeora la situación, Steve suspira en su caminar a la cocina, se dice a sí mismo que quizá un vaso con agua le ayude a sentirse mejor y poder dormir las horas que quedan antes que amanezca, pero debe cruzar por los restos de la última noche con Tony, los platos vacíos, y las copas con la mitad de su contenido no solo sirven como recuerdo doloroso sino como una prueba de que todo sucedió y no fue parte de un sueño.
Steve se detiene para sostener la copa con vino entre sus dedos, pensando en si beber el contenido o no cuando algo sobre el asiento que ocupó Tony capta su atención. El envase termina sobre la mesa y lo que ahora sostiene es el papel color amarillo con su nombre escrito con una caligrafía impecable al frente. El mismo que se repite al abrir su contenido.

Steve:

Sé que ninguno de los quiso que esto termine sucediendo, pero también sabíamos que era inevitable.
Somos diferentes por completo y no me refiero a nuestros gustos en música, libros o aquello que llamas películas.

Somos de épocas distintas, sé que no pertenezco al mismo sitio que tú. Al momento de fabricar algo tan increíble como una máquina capaz de viajar en el tiempo, mi única intención era volver a ver a mi padre, no acabar en un futuro que no me pertenece.
Terminar cayendo sobre la alfombra del baño mientras tomabas una ducha tampoco estaba previsto. Sé que ver a un hombre de la nada, con un destello de luz azul desapareciendo a sus espaldas debió de ser lo más extraño que debió haberte sucedido, para mí también lo fue al reconocer aquel lugar como parte de mi vivienda, aunque claro, en mi época se trataba de una habitación con una cómoda cama en una esquina y herramientas sobre el suelo. La primera impresión fue pensar que esos ojos que me observaban con confusión, desconfianza y un poco de rudeza eran los más azules y bellos que alguna vez he podido contemplar.

Fui un total desconocido y lo único que lograste preguntar es que hacía ahí, quien era y que era lo que buscaba. No te mentí, me atreví a decir la verdad a costa de ser llamado un desquiciado.
Y me creíste, confiaste en mi palabra y después de indicarme donde debía esperarte, apareciste cambiado, dejando el rastro de tu perfume a tu paso. Sé que ahora seré capaz de reconocer ese aroma donde sea, aunque ya no vuelva a olerlo.
Te volví a dar mi explicación, diciendo cual fue mi verdadero objetivo y la falla que presentó la máquina que fabriqué. Mencioné que iba a desaparecer cuando el día concluya y que no provocaría más problemas porque no retornaría a ese lugar.
No existirían más equivocaciones, pero volví a equivocarme al día siguiente, y a los que siguieron después, fueron tantas veces que la máquina se volvió inestable. Construir una de esas en mis tiempos fue una hazaña total, hacer otra sería imposible. Fue cuando supe que el tiempo era limitado, que este día sería el último y que no habría un "hasta mañana".

Creía que el ser humano podía pasar años en la búsqueda de su amor verdadero y que algunos no lo encontraban, pensaba que yo era de aquel grupo.
¿Qué tan cruel es la vida para decirme que el mío se encuentra décadas adelantado? Que conocerlo no estaba en los planes, pero que, queriendo o no, terminé encontrándolo, enamorándome con el transcurso de los días. Admirar cada detalle suyo, aprender del mundo en el que vive y desear ser parte de este para poder estar con él sin las limitaciones de desaparecer al concluir el día.

Aprendí sobre ti, tus gustos, el arte que te apasiona plasmar en lienzos que acaban en la habitación al lado de la tuya, sé que prefieres té antes que café, cuantas cucharadas de azúcar le echas a tu taza. Que tu momento favorito del día son las mañanas porque encuentras mayor inspiración para tu arte. Sé que en las tardes te acuestas sobre el sofá a leer un libro o te quedas mirando esas películas que a mí me han cautivado. Despiertas a las siete, te acuestas a las doce, escondes una barra de chocolate en uno de los cajones de la mesita situada al costado de cama. Te gustaría adoptar una mascota, de preferencia un perro y llevarlo a pasear todos los días. Siempre compras cepillo de dientes de color azul, nunca de otro.

Hay una infinidad de detalles que, en estos momentos, no puedo alcanzar a describir, pero quiero que sepas que he llegado a amar cada uno de ellos, cada recuerdo durante este año voy a atesorarlo hasta el cansancio. No existirá día en el cual no te recuerde porque a personas como tú no las borra el tiempo ni el espacio.

Te amo, Steve Rogers.

-Tony-

Concluye la lectura con lágrimas en los ojos y una opresión en el pecho recordando como una vez, por mediados de agosto, Tony había mencionado que lo consideraban como un hombre adelantado a su época. No ha estado tan de acuerdo hasta ese momento, porque alguien tan brillante como Tony Stark merecía vivir en la actualidad, donde sus inventos sean valorados y no considerados un desperdicio, donde podían amarse en la tranquilidad de la casa que comparten en diferentes tiempos.

El único consuelo que es capaz de hallar es que, Tony vivió una última noche de Navidad considerada inolvidable y que se fue sabiendo el inmenso amor que siente por él.

—Te amo, Tony Stark.

Steve pronuncia a la nada, después lleva la carta a su habitación donde quedará guardada entre cuadernos de dibujo repletos de imágenes del hombre que más ama y que amará el resto de su vida.


•••

¡Hola! Sé que he estado muy desaparecida estos meses, pero este pequeño escrito es mi manera de compensación y de desearles unas felices fiestas.
Los amo.♡

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