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Nuestra pareja de recién casados caminaba por allí, Bruno creía haber enterrado los sentimientos que sintió por el en su juventud, grave equivocación. Héctor no había cambiado en su forma de ser, eso era lo que había enamorado al chico de las ratas. El estado de ánimo del vivo paso de tranquilo a alarmado en un santiamén, ¡¡Su madre!! La había olvidado por completo. A prisa salió de allí para ver si encontraba una salida del mundo de los muertos.

----- ¿¡Cómo carajo salgo de aquí?! –cuestiono para si mismo cruzando bastante callejones

En el camino en búsqueda de una salida se topo con muchas personas, un señor de pelo largo y rubio con puntas rojas, vestido de negro con capa blanca con el cual choco y termino con sus manos metidas en el hueco de su estómago.

----- Discúlpeme joven, no ví por dónde caminaba –exclamo algo avergonzado, rápidamente su mirada se volvio severa y Bruno saco sus manos de su... ¿cuerpo?– sin embargo, eso fue muy grosero

----- Perdóneme señor –se disculpó y siguio su camino–

Una señora araña a quien ignoro por la sobrecarga de información y emociones que sentía en estos momentos. De todo encontraba allí.

----- ¡¡Brunito!! ¿Dónde estás ratoncito? –cuestiono su esposo, si el contexto de esta situación fuera diferente el greñudo se sentiría culpable por tratar de huir. Pero ese no es el caso

----- Debe de haber una salida –exclamo llegando a un callejón sin salida, una pared rocosa estaba frente a el y la voz de su esposo muerto se hacía cada vez más fuerte– no queda de otra... Ayúdame virgencita

Comenzó a escalar la pared, buscando escapar. Al llegar a la parte de arriba, con sus manos levemente dañadas, es recibido por Héctor, quien le sonrió amigablemente y le ayudo a subir.

----- Cuando te conocí no sabía que eras tan romántico Bruno –exclamo mirando la hermosa y muerta imagen de la tierra de los muertos.– ¿No es preciosa la vista?

----- Si yo... –se sentó en la banca que estaba allí, se vía perturbado y cansado– creo que esto no funcionará... –rasco su nuca apenado

----- ¿Porque dices eso Bruno? –pregunto extrañado

----- Ni siquiera nos conocemos Héctor, si, te conocí en vida pero ya pasaron veinte años –exclamo algo alterado

----- Si tú problema es que no nos conocemos podemos conocernos genio –comento restandole importancia– por cierto, ¿no quieres tu regalo de bodas? –cuestiona sonriendo como si Bruno jamás hubiera cuestionado su matrimonio

----- Re... ¿Regalo de bodas? ¿Debía traerte algo? –pregunto alterandose denuevo

----- A menos que sea una nueva vida, nada podría sorprenderme tanto greñas –comento con ironía sacando una caja verde esmeralda y naranja de quién sabe dónde– vamos, abrela

----- ¿Y si mejor espero a conseguirte algo y ambos abrirlo al mismo tiempo? –pregunta con una sonrisa incómoda causándole una risa al muerto

----- Si eso quieres, por mi está bien –contesto

Realmente se sentía cómodo con Héctor, siempre fue así. El zapatero/músico fue una de las pocas personas que lo aceptaban a pesar de su extraño don de clariviencia; no le aterraba que pudiera ver el futuro, no le cuestionaba nada a pesar de que fueron mejores amigos. Era como si el no fuera el terror del pueblo y solo era Bruno, un habitante más en la alta sociedad. Pero el no merecía eso, no merecía sentirse cómodo con alguien más, solo traía desgracia a dónde fuera. Necesitaba volver a su hogar, quizás se suicide para evitar ambos matrimonios y esconderse de todos.

----- Héctor –el mencionado lo miro– debería mi madre saber de nuestro compromiso –comento haciendo que el zapatero se emocioné levemente

----- ¿¡Enserio?! –sonrio emocionado, el de ruana algo rasgada asintió con una sonrisa nerviosa– ¿¡Pues que esperamos?! ¡Vamos con la única persona capaz de ayudarnos!

----- ¿C-con quién? –pregunto nervioso al tener que imaginarse conocer a más muertos

----- Con mi sobrino, pues claro –respondio con obviedad

----- ¿¡Miguel está muerto?! ¿En qué momento?...

----- Ni la Catrina lo mandé. El está vivo, pero tiene una gran conexión con este mundo –menciono mientras caminaba jalando a Bruno de su mano

----- {¿Es como yo?} –penso sorprendido, así que por eso sacaron a Miguel de su hogar

El camino fue tranquilo, Héctor explicaba una que otra cosa del mundo de los muertos y Bruno escuchaba atentó.
Realmente tenía curiosidad, no había visto en el futuro estás situaciones por lo que le resultan muy interesantes; llegando al lugar tuvieron que subir unas escaleras de caracol para llegar a la torre.

----- Vamos Mac –se escucho una voz juguetona– ¡Cambia el lugar conmigo! Es aburrido ser solamente el hechicero que el pueblo teme –se quejo

----- En otras circunstancias accedería tu propuesta de ser como tú Migue –exclamo una voz conocida por Bruno, algo cansada y molesta– pero sabes perfectamente que ahora tengo un trabajo y no puedo cambiar contigo en estos momentos, ¡Madura dios mío!

----- ¡¡No me hables feo!! ¡Soy mayor que tu!

----- Solo. Por. Un. ¡Minuto! –dijo más molestó cortando la comunicación

La pareja llegó a la cima de la torre, viendo a un chico de tez morena y traje de charro rojo y alguno que otro olan ubicado en la cintura del lado derecho de color amarillo y naranja. Sus ojos, cafés, tenían un brillo como si fueran fuego permitiendo conocer su magia. El joven observo a los recién llegados, frente a el se encontraba una ventana rectangular con un cuadro que decía el nombre de «Marco Rivera. Comunicación: Finalizada.»

----- ¡Hola papá Héctor! –saludo energético el muchacho– ¿Quien es tu acompañante? –pregunto desapareciendo en una pequeña explosión de pétalos de cempasúchil

La misma pequeña explosión se repitió, pero al lado de Bruno, asustando lo por la aparición repentina.

----- Sarape verde, cabello que parece que no se baña hace un mes –nombro algunos aspectos del vivo analizando lo– ¡Oh! Bruno Madrigal, el único varón de Alma Madrigal; viuda de Pedro Madrigal. –dijo esos datos con solo ver algunos aspectos del vivo, sorprendiendolo

----- ¿Cómo...? –pregunto sorprendido

----- Se muchas cosas de todos –comento con una sonrisa juguetona pero voz tenebrosa, asustando al Madrigal– pero en fin, ¿Que necesitan de mi, un hechicero que cruza entre los vivos y muertos? –cuestiono

----- ¿Tendrás algo para poder subir? –cuestiono el esqueleto

----- ¿Subir? –volteo confundido– ¿Porque quieren subir?

----- Quiero que Héctor conozca a mi madre, poder presentarlo como mi esposo –aclaro el Madrigal

----- ¡Vaya! Bueno, es una propuesta algo curiosa –comento– usualmente son los de arriba los que se mueren por llegar acá –dio media vuelta y se aproximó a sus estantes con botellas de diferentes colores y tamaños– pero de qué los puedo subir puedo hacerlo –volteo a verlos, sin alejar sus manos de los estantes

El matrimonio se sonrió, realmente Bruno no tenía una segunda intención de huir o algo, bueno, si quería huir, pero de Héctor no; quería huir de su familia, de lo que el pueblo murmuraba a sus espaldas.
El de traje de charro saca un huevo, de un gran tamaño, de color azul con nubes blancas.

----- Okey... Aquí tengo esto –lanzo el huevo al aire, atrapandolo rápidamente al caer– los transportará en una visita rápida. Cuando quieran volver digan "Infernaculo"

----- Infernaculo, lo tengo –dijo Bruno, Héctor asintió dando a entender que también comprendía

----- Okey, veamos cuánto dura... –golpeo el huevo levemente, agrietandolo, abriéndolo para que el humo callera en ambos

Un humo beige cubrió a los dos esposos, y al abrir los ojos tras disiparse el humo notaron que estaban en el bosque en el que Bruno me pidió matrimonio, sin darse cuenta, a Héctor.

¿Me tarde tanto para esto?
Simón, perdonen por querer alargarles el libro pues xD

Por qué si quiero, está historia sería un One-shot demasiado largo (o un Two-shot) :^.

Cómo sea, ¿Que creen que pase? Porque como ya notaron no sigo en su totalidad la línea de tiempo de El cadáver de la novia.

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