Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

༺ CAPÍTULO 54. LA CONFESIÓN ༻


https://youtu.be/oHPqnAx2YVY

Al presenciar dicha escena, un sonido intrusivo de agudos tonos invadió mis oídos, como si el caos hubiera decidido alojarse dentro de mi cabeza. El frío me calaba hasta los huesos y el hueco en mi pecho comenzó a crecer. Y no miento cuando digo que hice todo lo posible por disimular, pues no me quería exponer ante nadie.

«Es imposible», me dije mientras cerraba los ojos. Pero al abrirlos de nuevo, la realidad me golpeó como un puñetazo en el estómago. Sí, no había dudas, esta vez no se trataba de una ensoñación. De inmediato, me obligué a alejarme de mi desasosiego, pero mis pasos eran pesados. La burbuja de fantasía que me había inventado se rompió.

Un poco antes, mientras caminaba por el pasillo del segundo piso, me topé de golpe con el Regordete. Y como un buen pájaro de mal agüero, escupió sobre mí la amarga noticia: el monstruo había regresado.

Bajando por las escaleras hacia el primer piso, Laura susurró al verme entrar, haciendo un gesto discreto para señalar en dónde estaba:

—Apareció ese Dante...

Desde la recepción, observé a la parejita feliz tomada de la mano en el comedor, como si fuera un triste recordatorio de lo que yo nunca tendría. Sin embargo, lo que no esperaba era que, en cuanto el monstruo notó que lo estaba observando, soltó al chico de inmediato.

Camino a las escaleras, dejé atrás aquellas voces, pero la mía no dejaba de torturarme:

«¿Cómo pude ser tan ciego?».

Mi deseo, el mismo que me elevó a las alturas más gloriosas, al final me dejó caer en el abismo más oscuro.

Después de haberme refugiado en la habitación de Emma, en busca de un lugar donde resguardarme, descubrí que ella no estaba allí. Sin embargo, en solo unos minutos, mientras intentaba recuperar el aliento, la joven entró de manera súbita y precipitada en el cuarto. Y aunque yo creía que las cosas no podían ir tan rápidamente cuesta abajo para mi, me equivoqué rotundamente.

—Dante, su novio y Cristina están juntos en el comedor... —dijo mientras las palabras apenas lograban escapar de sus labios.

Sus ojos se veían desdibujados por la noticia. Su rostro, que solía reflejar una confianza envidiable, se contrajo en una mueca de dolor contenido. Era como si el peso del mundo se hubiera posado sobre sus hombros y la carga resultara insoportable.

Así, observándola a detalle, entendí algo que lo cambiaba todo y respondía a cada uno de mis cuestionamientos.

—Sientes algo por el monstruo...

Entonces, todo quedó en silencio, erigiéndose como un muro invisible entre los dos, tomando el control de aquella incómoda situación. Luego dijo:

—Yo... no quería que pasara.

Emma era sincera. Pero yo estaba cansado, sin palabras y ante mis movimientos petrificados, la chica supo entender mi silencio y sacar sus propias deducciones: los dos sentíamos algo profundo por Dante.

Co­mo metáfora del deseo, el monstruo era equiparable a una droga. Debido a lo anterior, ambos sufríamos de abstinencia de él, pero por suerte, nos sinceramos en el momento preciso, justo antes de que la oscuridad terminara por invadir nuestra mente. Y, con esto en consideración, sólo nos restaba desintoxicarnos —liberarnos de su sombra— para expulsarlo de nuestro sistema a como diera lugar. Sin embargo, ese proceso iba a tomar un tiempo y no sería fácil.

En cuanto a mí, desde hace rato, libraba mi propia batalla interna en contra del monstruo. No obstante, lo que desconocía hasta ese entonces era la lucha que Emma llevaba consigo misma.

Años después, y gracias a las confesiones un tanto indiscretas de los chicos, cuando compartíamos nuestras experiencias pasadas, logré completar el fragmento de historia que me faltaba.

Parece ser que, durante las vacaciones de invierno, cuando Dante estaba completamente desprotegido, Emma sucumbió a sus encantos.

El sentimiento creció hasta tal punto que era ella quien lo buscaba bajo el pretexto de convertirlo en un sujeto de estudio, como lo hacía con Facundo. Pero ninguno de sus trucos de manipulación surtió efecto, pues fue el monstruo quien jugó con ella.

Durante todo ese tiempo, para Emma —consumida por la culpa y el deseo— las noches eran las peores. Los sueños se volvían pesadillas, y la línea entre la realidad y la fantasía se diluía, tal como me ocurría a mí. Su relación de amistad con Dante se estaba convirtiendo en una rareza que se basaba en el magnetismo, tal como el que posee la calamita. Y, aunque deseaba que el chico le resultara repugnante, ella no podía evitar buscar constantemente su presencia para satisfacer su necesidad de él.

Para cuando la chica cayó en la cuenta de que estaba siendo manipulada, comenzó a buscar sus propios monstruos para que le ayudaran a salir de la oscuridad que la invadía. Sin embargo, lo que ella no sabía es que para curarse del mal de amores se necesita tiempo y no un reemplazo.

Emma, consumida por la desesperación, decidió acercarse a Cristina, la única persona que conocía mejor al objeto de su deseo y con quien podía hablar abiertamente de él para obtener información sin despertar sospechas.

Cuando no estaba con nosotros, se escapaba directamente con ella para conversar a solas y así conocerla un poco más. Y aunque trató de entablar una relación un poco más formal con la chica —porque realmente le gustaba—, no avanzaron más allá de unos besos apasionados en la oscuridad de la residencia. Finalmente, su incipiente romance, llegó a su fin.

Según las distintas versiones, esto se debió a que Cristina siempre mantuvo una actitud cautelosa al hablar de Dante y, además, porque Emma comprendió que estar tan cerca del monstruo era una tortura insostenible. En resumen, después de tanto embrollo, las dos chicas se volvieron buenas amigas al concluir que la relación no iba a ninguna parte.

En las sombras de la residencia, donde los secretos se esconden en cada esquina, Emma se encontraba atrapada en un laberinto de emociones. Así, mientras seguía perdida en sí misma, comprendió que necesitaba ayuda, y aunque Isabella jamás entendió por qué estaba tan triste, le prestó su hombro para llorar y su habitación para que pasara el rato cuando nosotros no estábamos cerca. De esta manera, una cosa llevó a la otra y ambas se involucraron, enmascarando la relación bajo el rótulo de una linda amistad. Ese fue el verdadero motivo por el cual Isa ya no se veía con su novio, pues ¿para qué necesitar a alguien fuera del hostal si el amor que demandaba estaba dentro de él?

Pasaron semanas en un amorío dentro de la hospedería. Sin embargo, Emma, tras recibir tanto cariño de Isa, comprendió que no podría superar a Dante sin expresar sus verdaderos sentimientos. Una prueba irrefutable del afecto que se tenían fue una carta que Isabella con el pasar de los años corroboró, aunque nunca reveló su contenido. Después de leer las palabras llenas de afecto, fue la barilochense quien decidió poner fin al vínculo por miedo a que avanzara a algo más serio. Según su criterio, era mejor mantener la amistad en lugar de seguir siendo amantes, ya que ni siquiera ella misma sabía lo que realmente quería.

En nuestra larga conversación, tanto Emma como yo nos reconfortamos mutuamente. Mientras ella hablaba, las palabras apenas lograban escapar de sus labios, atrapadas en la maraña de pensamientos y emociones que la invadían, incapaz de encontrar consuelo. Viéndola a los ojos y escuchando su relato, fui capaz de atar cabos, pues no era la primera vez que Emma se ilusionaba con alguien que no le iba a corresponder. La chica decía que era su maldición poner sus ojos en chicos gays. Tanto ella como yo nos sosteníamos mutuamente. Juramos seguir luchando, porque, aunque habíamos estado a tiempo para reconocer la amenaza, sabíamos que la verdadera contienda contra el monstruo estaba por venir.

Ese mismo fin de semana, en una sinfonía de contrastes armoniosos durante el habitual karaoke improvisado de Gonzalo, dimos por superado el impasse al son de «The Boy is Mine» de Brandy & Mónica. Esto marcaría un nuevo comienzo en el que pondríamos fin a nuestra enfermiza atracción hacia el monstruo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro