veintiuno ; lazos.
"Pues bien, mi trabajo: arriesgo mi vida y mi razón destruida a medias. Pero tú no estas entre los marchands de hombres que yo sepa; y puedes tomar partido, me parece, procedente realmente con humanidad pero ¿Qué quieres?..." Vincent Van Gogh.
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Apenas pisé la alfombra de mi hogar noté como todo estaba oscuro y cerré la puerta, prendiendo la luz para poder ir a lavarme el rostro y luego visitar las habitaciones de mis hermanos.
Sin embargo, ninguno estaba en ellas, por lo que luego de apagar la luz corrí escaleras arriba para ir hacia la habitación en donde se supone estaría Óbito.
Solo esperaba que no se hubiese molestado tanto como para luego no volver.
Solté un suspiro leve al abrir la puerta y verlo dormir plácidamente sobre la cama, sin siquiera haberse sacado la ropa.
Como siempre...
—Óbito. —le hablé, meciéndolo un poco. Este ni se movió.
Así que, rendida le quité los pantalones e intenté quitarle la playera pero era muy difícil teniéndolo boca abajo.
—Oye. —volví a hablarle, esta vez un poco mas fuerte— Levántate un poco, ¡Demonios Óbito despierta!
Entonces le empujé con fuerza, haciendo que este se despertara de un brinco, sentándose en la cama con sorpresa. El azabache me observó enseguida entrecerrando su ojo y luego posó su mirada confundida en sus boxers.
—Izune ¿Qué quieres hacerme? —preguntó confundido mientras bostezaba y estiraba sus brazos.
—Estabas durmiendo sobre las sábanas, si sigues así realmente te pegarás un resfriado... —digo, con un suspiro frustrado mientras intento subir su playera. Él me observa y pude notar como sus mejillas se sonrojaban levemente— Anda, levanta los brazos.
Óbito no dice palabra alguna y obedece mis órdenes, finalmente quedando sin playera, dejando a la vista su trabajado abdomen que a pesar de tener la mitad blanquecina era casi perfecto. Al menos a mi me encantaba.
Ignorando mis pensamientos fui enseguida a su bolso, buscando una de sus playeras limpias. Ni de joda lo iba a dejar dormir así semidesnudo.
—Oye Izune... —el azabache habló y por su tono de voz pude notar que estaba inseguro de lo que iba a decir.
—Dime. —respondí, finalmente sacando una playera blanca y volviendo hacia el azabache.
Este me mira y se muerde el labio con nerviosismo, luego quita su mirada hacia un lado y otra vez se vuelve a sonrojar.
Me pareció tierno de su parte.
—Lo siento por lo de antes, supongo que no debo meterme en tus asuntos amorosos... o reaccionar de esa manera...
Entreabrí mi boca con sorpresa, digo, yo era la que debía disculparse... sin embargo, aquí estaba don gruñón pidiéndome disculpas por algo que en realidad si tenía razón. No era justo para él.
No pude evitar sentir culpa, sobre todo por esos dangos que comí con Shisui antes de llegar a casa.
—No te preocupes Bakabito, esta vez yo me equi...
Pero él no me dejó terminar, pude notar como temblaba suavemente y mordía su labio con nerviosismo.
—Es solo que... tu sabes como soy. —explicó, posando su mirada cristalina en mi a la vez que movía sus brazos— Además, estoy algo tenso por lo de mi abue y sé que no lo justifica pero...
Esta vez fui yo quien lo frenó, no me parecía agradable verlo de esa forma siendo que yo tuve la culpa esta vez.
—Óbito, está bien. —dije, viendo como este traga saliva al verme— Yo me equivoqué, tenías razón sobre Sasuke... él solo le pediría ese tipo de cosas a Itachi.
Él entrecierra su ojo visible ante mi y suelto un suspiro, sentándome a su costado. Óbito enseguida posó su brazo sobre mi hombro y me besó la mejilla, en cambio, yo posé mis brazos alrededor de su torso desnudo.
—¿Por qué? ¿Te hizo algo?
De inmediato negué con la cabeza, ni de joda le diría sobre el beso inoportuno que recibí de su parte. Óbito sería capaz de cualquier cosa.
—Tu sabes que si se propasa yo...
—No me hizo nada, idiota. —interrumpo con una leve sonrisa, sintiendo como su corazón late en mi oído.
Amaba el sonido de su corazón, era algo extraño que solo yo sabía, me encantaba y no sabía el por qué.
—Además, te entiendo... —volví a hablar, mojando mis labios con mi lengua mientras observaba la playera en mi mano— Realmente se me hacía extraño que estés tan bien con todo lo que ha pasado, yo no sé que haría en tu lugar...
Miro hacia su rostro y este me sonríe, dando un leve suspiro.
—Eso es porque te tengo, Izune. —respondió y sonreí, apegándome aún más a su cuerpo.
Este se largó a reír.
—Mira Bakazune, ya se que me amas y amo que me abraces pero creo que lo mejor sería que me entregues mi playera que me congelo...
Al escuchar sus palabras de inmediato le solté algo avergonzada, sin embargo, fingí no tener vergüenza y le entregué la playera con gracia.
Óbito de inmediato la tomó y se la puso en menos de dos minutos, luego me sonrió.
—¿No deberías ir a tu cuarto? —me preguntó, ladeando la cabeza.
Enseguida le observé indignada a la vez que ponía mi mano en mi pecho, este solo me miró con inocencia.
—¿Perdón? —digo— Vengo con todo el amor del mundo a abrigarte ¿Y tu me echas?
Óbito se largó a reír y luego enrolló sus brazos en mi cuerpo, abrazándome con fuerza.
—No te estoy echando, pero con Tobirama en esta casa preferiría no arriesgarme -murmuró en mi oído y sonreí.
—No están en casa, y dudo que con estas cosas del Hokage nuevo lleguen esta noche —respondí—Así que hoy si puedo dormir contigo...
Este se separó de mi bruscamente y alzó sus cejas con malicia, mordiendo su labio levemente.
—O sea que tu y yo...?
Negué con la cabeza de inmediato, soltando unas risas ante su mirada lasciva.
—No, dormir Óbito. —le advertí con el dedo índice al ver como se subía en la cama y se recostaba en esta bajo las sábanas.
—Tsk, entonces vete a tu cuarto. —dijo, posando las manos bajo su nuca y cerrando su ojo.
—¡Obito! —le reproché a la vez que lo intentaba golpear, este se largó a reír mientras frenaba mi mano.
—¡Lo siento, lo siento!
Entonces, luego de aquella lucha que terminó en besos fui a por mi pijama y me metí bajo las sábanas junto a Óbito, no sin antes apagar la luz. Este me abrazó suavemente mientras dejaba mi rostro en su torso como siempre lo hacía, sintiendo su aroma y el latido de su corazón.
—Espero no me babeés. —murmuré, haciendo que este soltase una risa leve.
—Buenas noches Izune. —dijo él, una vez su respiración se volvía más pacífica.
Sin duda alguna, Óbito a pesar de ser como era le quería montones, era el mejor amigo que pudiese tener ¿Ya lo había dicho?
—¿Estás listo, hermano? La gente ya está llegando y deberías ponerte el sombrero, se te vería...
Pero Tobirama no le dejó terminar.
—Ni de joda, Hashirama.
El castaño se deprimió en una esquina en la oficina del Hokage con el sombrero en sus brazos, a lo que Tobirama suspiró frustrado.
Su hermanita aún no llegaba y eso lo tenía como loco, aunque no quisiese demostrarlo frente a su hermano mayor.
—Maldición. —murmuró mientras apretaba sus puños y observaba a la gente por la ventana.
Sin embargo, minutos después se abrió la puerta de golpe, haciendo que ambos hermanos se voltearan, dejando a la vista a una agitada y alborotada Izune, quien traía puesto el kimono blanco que debía usar la familia del Hokage.
Además, junto a ella se encontraban Minato y Kushina, ambos respirando agitadamente.
Tobirama frunció el seño ante la escena y se acercó a su pequeña hermana, dispuesto a reprocharle.
—Tu... mocosa impuntual. —dijo el peligris entre dientes mientras le apuntaba con el dedo.
Izune le sonrió con inocencia, no quería discutir.
—Lo siento Tobi-nii, no me sentía muy bien y...—intentó excusarse, aunque la verdad fuese que se quedó dormida y ayudó a Óbito con unas ancianas en el trayecto hacia la torre.
Minato sonrió con nerviosismo al saber la verdadera historia y trató de tranquilizar a su compañero peligris, alejándolo de la pequeña Izune mientras palmeaba su hombro.
Kushina tan solo quería reír, a pesar de estar muy agitada por haber buscado a la peligris por toda la aldea.
—Ya está Tobirama-san, es cierto... yo fui a por ella esta mañana, pero ya se siente mejor ¿Verdad, Izune?
La chica asiente con desesperación y alivio, bastante agradecida con la ayuda del Namikaze y Tobirama finalmente suspiró.
La pelirroja se posó a un costado de Izune y le susurró en el oído;
—Nos debes una-ttebané.
La peligris tragó saliva con nerviosismo, sabía que tarde o temprano la Uzumaki la enviaría a lavar ropa o cosas de su hogar, no era primera vez que la salvaban de algo así.
—Está bien. —dijo Tobirama, captando la atención de todos y luego observó a su hermano mayor— ¿Ya debemos subir o como?
Hashirama negó con la cabeza, sonriendo levemente al notar los nervios de su medio hermano, pues, parecía ayer cuando Tobirama corría por los bosques en pañales y lloraba a su costado cuando tenía hambre, era exagerado... pero al menos el antiguo Hokage lo veía así.
¿En qué momento había crecido tanto?
No obstante, cuando este mismo iba a hablar hacia su hermano con nostalgia, nuevamente fueron interrumpidos por la puerta. Esta vez dejando a la vista a un pelinegro de capa azul marino, quien sonreía de lado y se veía muy tranquilo.
Uchiha Madara.
—Toda la familia reunida. —dijo este, intentando sonar sincero— ¿Cómo estás Izune?
Esta le observó confundida y ladeó su cabeza.
—Supongo que bien. —respondió y este le sonrió, dejando aún más confundida a la peligris.
—Me alegra.
Pero Tobirama sabía que no era así, enseguida le frunció el seño desafiante y tomó la mano de Izune con fuerza, esta no entendía la reacción de su hermano. Sin embargo, sabía que este odiaba a los Uchiha's y con eso bastaba.
Sobre todo por el alboroto del incendio y la misión del equipo Minato.
—¿Qué quieres, Madara? —preguntó el peligris, Minato y Kushina expectantes al ambiente tenso que se había formado, ambos en silencio.
Sin embargo, el líder del clan Uchiha se acercó a Hashirama y tocó su hombro, este le observó con decepción sin decir palabra alguna.
—Debemos aclarar unas cosas, Hashirama. —dijo hacia el castaño, ignorando al peligris.
Este observó a su medio hermano y suspiró, no podía negarse. Esta era su oportunidad.
—Esperenme un momento, ya vuelvo. —dice él, caminando hacia la puerta junto a Madara— Izune, encargate de que todo esté en condiciones mientras no estoy.
—Sí, Hashi-nii. —asintió la peligris, sonriendo.
En cambio, Tobirama le miró con desaprobación
Madara estaba a punto de cerrar la puerta, no obstante, antes de hacerlo dirigió unas palabras hacia el peligris;
—Felicidades por el cargo, Tobirama.
Y así, la puerta se cerró, dejando al grisáceo con un sabor amargo en su boca y mucha rabia, sin embargo, soltó a Izune intentando disimularlo.
Después de todo, Kushina Uzumaki y Minato Namikaze estaban frente a ellos.
—Vaya, hace mil años no veía a Madara-sama. —acotó Izune, tratando de ablandar el ambiente, aunque no le funcionó.
—Izune, mejor vamos por los preparativos... —habló el rubio, observando lo pensativo que se encontraba el peligris.
Esta asintió de inmediato y siguió a Minato en la habitación junto con Kushina, los tres dejando pensar a quien sería el próximo Hokage mientras ordenaban unos papeles en la oficina.
Tobirama suspiró, su hermano mayor no debía creerle sus mentiras.
No debía.
Ambos ninjas de elite caminaban por los pasillos de la torre, buscando el lugar más adecuado para conversar sus temas pendientes, temas que Hashirama sabía el Uchiha iba a tocar.
El castaño frenó en una puerta con el título de "no entrar" , tomando las llaves de su kimono blanco para abrirla. El pelinegro le observaba con cautela, cada cosa que hacía y cada cosa que decía, era muy observador en ese aspecto.
Los dos hicieron entrada a aquella habitación, Hashirama cerrándola por dentro y luego cruzándose de brazos frente al líder del clan Uchiha.
—¿De qué querías hablar, Madara? —fueron sus palabras, firmes y decididas.
En cambio, el Uchiha tomó asiento en una de las sillas que había dentro y soltó una risa burlona, muy tranquilo.
—¿De qué crees tú? —dijo, observándole con molestia.
Hashirama bufó, también molesto con todo lo que estaba pasando.
—Es por el cargo de Tobirama ¿Verdad? —preguntó el castaño y Madara suspiró.
—Sabes que nos acorralará y nos hará esclavos ¿Por qué lo permitirse?
—No lo hará, yo estaré con él.
Madara bufó, eso no le tranquilizaba en nada.
—¿Por qué él y no Fugaku? —preguntó, esta vez con el seño fruncido y sus brazos cruzados.
Hashirama suspiró.
—Fugaku aún es joven, además tiene un cargo muy importante y tendrían que elegirse un segundo líder de clan.. —se excusó el castaño, también cruzándose de brazos.
—Si claro... —ironizó el Uchiha, despectivamente.
Hashirama quiso morderse la lengua, no podía fingir no saber todo lo que su medio hermano le había dicho y encima sentirse culpable por no pensar en Fugaku para un cargo como el de Hokage, era muy difícil para alguien de tan buen corazón como él.
—¿Por qué asesinar a una anciana, Madara? —soltó las palabras como si su vida dependiese de ello, ya no podía aguantar esta falsa conversación sobre quién debía tener el cargo de Hokage.
Lo único que quería Hashirama, era la verdad. No esas patrañas.
Madara se sorprende ante su repentina pregunta, sin embargo se pone de pie, apretando los puños con molestia sólo para quedar muy cerca de Hashirama. No podía controlarse, en especial si el castaño se dejaba llevar por su hermano.
—¿Qué te hace creer que fui yo? —espetó, casi escupiendo en el rostro del castaño.
Este con su mano le empujó suavemente para alejarlo de él, y observó el piso, muy apenado y decepcionado con quien alguna vez fue su amigo.
Madara bufó y se largó a reír como un desquiciado.
—¿Realmente crees eso? ¿Quién te hace pensar que los desastres de nuestro clan o de la aldea son culpa mía? ¡Demonios! Ni siquiera estoy cuando ocurren ¿Acaso te lo crees solo porque Tobirama lo dice? ¿Eh, Hashirama?
El castaño apretó los puños y dio un suspiro.
—¿Y quién me prueba lo contrario? Madara... te defendí miles de veces, lo del ojo de aquel chico no me creí que fuese obra tuya... sin embargo, lo de la anciana no lo sé, ya no sé que creer. Simplemente ya no puedo creerte lo diga Tobirama o cualquiera...
Madara tomó aire solo para no golpear al Senju en ese mismo lugar, debía controlarse, debía hacer que este le creyese. Aunque saber que Tobirama se estaba saliendo con la suya no le ayudaba en nada a calmarse.
—Sabes que lo de Óbito y su abuela también me afecta, Hashirama. Son de mi propio clan y debo protegerlos, he buscado culpables pero...
Hashirama no le dejó terminar.
—Sé lo del kamui, el padre de Óbito lo poseía... No mientras más, por favor.
Sin embargo, la paciencia de Madara comenzaba a acabarse, tan así que tomó al Senju del cuello... aunque este se zafó de inmediato y volvió a cruzarse de brazos con molestia.
No sabía si lo estaba porque sabía del kamui, o porque quizás Tobirama también estaba enterado.
—Tobirama no lo sabe, lo investigué por mi cuenta... no me creía esas acusaciones hacia tu persona que venían de hace mucho tiempo pero con esa información, no pude defenderte porque no sé qué es lo que realmente tramas con ese poder... ¿Golpe de estado? ¿Gobernar Konoha? Escúpelo.
Madara solo se estancó allí, observándolo e ideando un plan nuevo para zafarse de sus preguntas. Lo único qué se le ocurrió fue sonreír con nostalgia.
—¿Dónde quedó el Hashirama que me creía? ¿Dónde dejaste a ese amigo que me apoyaba en todo y no se creía cualquier burrada que encontraba?
Hashirama suspiró, cansado.
—En el mismo lugar en donde dejaste al Madara comprensivo y sincero.
El líder del clan Uchiha no dudó en lanzar un puñetazo sobre la mesa, haciendo notar lo molesto que estaba. Y Hashirama suspiró nuevamente a la vez que se tomaba la frente, su hermano medio tenía razón después de todo.
—¿Por qué haces todo esto, Madara? ¿Qué hice mal en la aldea para que volvieras a renacer ese odio en ti?
—Nada ¡Maldición! ese es el problema, nunca haces algo para solucionar las cosas y no te enteras de nada... —respondió el pelinegro, intentando sonar lo mas tranquilo posible. Algo que a este punto se le hacía muy difícil.
Hashirama abrió su boca para hablar otra vez hacia el lider del clan Uchiha, sin embargo, este le interrumpió.
—Te crees que conversando lo solucionas todo pero no es así, hay miseria en este mundo que tu no entiendes, dolor, sufrimiento y mucho más... Crees tener paz en la aldea pero no es así, Hashirama.
El castaño se quedó en silencio, le dolía en el fondo de su corazón que Madara terminase de esa forma, siempre sumido en el odio y que nada de lo que él hiciese sirviera de algo. No lo entendía.
—Si lo que buscas es que me vaya de la aldea o que confiese crímenes que no he cometido... Olvídalo porque no lo haré jamás, no ahora sabiendo que Tobirama pondrá de esclavos a todo el clan e intentará culparme de todo, menos sabiendo que no tengo tu apoyo, Hashirama.
—Madara...
Entonces antes de que el Senju pudiese decir algo más, este abrió la puerta de un solo golpe y salió de allí, muy enrabiado, con él mismo y con Hashirama. Aunque a vista del Senju, le veía dolido por no apoyarle pero no podía hacerlo.
"Debí ser más precavido, maldición..." Se dijo el Uchiha mentalmente mientras caminaba por la torre con mucha rapidez, debía encontrar a Fugaku y decirle que no contaban con Hashirama esta vez.
Aquella amistad que había entre ambos, en definitiva, ya se había marchitado. Ahora lo que Madara haría, sería solo por su clan, su hijo y por él, Hashirama Senju ya no era alguien importante para él.
Hashirama Senju no existía en su mundo.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igual pueden haber spoilers.
¡Hola! Últimamente he andado floja así que si el capítulo quedó flojo culpenme a mi😭 aunque luego lo editaré y así, en fin ¿Qué les pareció? ¿Qué deberían hacer con Madara? Jaja y eso, que tengan un lindo día y muchas gracias por leerme😘😘
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