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siete ; celos.

"La muerte destroza al hombre, la idea de muerte le salva..." Howards End, E.M. Forster.
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¿Te irás conmigo?

Eso fue lo que el azabache me había dicho hace unos minutos, después de no hablarme en toda la maldita noche. Vaya que me arrepentía de haberle dicho que si, seguir sus caprichos era algo que siempre hacía.

A pesar de que me había divertido con el resto de los Uchiha's, —sobre todo con las burradas del alcoholizado Izuna— no había sido lo mismo teniendo la ley del hielo con Óbito a flote. Aquello me desanimó un poco en mitad de la noche, porque tampoco entendía las razones de su molestia.

No obstante, justo en el momento en que Shisui e Itachi comenzaron a ordenar los cobertores en el suelo para poder dormir aunque fuese un poco, al azabache se le ocurrió la estúpida idea de irse. Tomando la vaga excusa de que quería dormir en su propia cama y que el día de mañana tenía una misión al igual que yo.

Tsk.

Estúpidas excusas.

Esas fueron las palabras que rompieron la ley del hielo entre nosotros, la que duró unas cuantas horas exactamente. Aunque por lo visto, el azabache no tenía intenciones en hablarme de nuevo después de tales palabras.

Lo pero es que sí tenía ganas de dormir en casa de Itachi porque si me iba no tendría gracia. Pero me sentía incómoda con la situación y muy molesta con Óbito, tan así que me daba la impresión de que si no me iba con él, el azabache se molestaría aún más de lo que ya estaba. Como si no lo conociese.

A las 5:30 am dejamos la casa de Itachi, ¿pueden creerlo?

Ahora caminaba a un lado del amargado Uchiha por las calles del clan, ambos sin dirigirnos la palabra con un silencio bastante incómodo y tenso. Sin quitar que hacía mucho frío y no había traído chaqueta, tanto que incluso comencé a tiritar mientras me cruzaba de brazos.

Obito me observó de re-ojo y luego volvió su vista en frente al notar que me había dado cuenta. Sabía que tenía muchas ansias de pasarme su chaqueta pero era tan orgulloso que no lo haría.

Y no lo hizo.

Así que me banqué el frío hasta su casa.

Al llegar, don amargura abrió la puerta con cuidado y mucho sigilo, dejándome pasar a mi primero para él poder cerrar la puerta con llave luego y que así nadie pudiese entrar o salir.

Apenas le vi haciendo aquel trámite, rápidamente corrí escaleras arriba hasta la habitación de Obito y busqué mis cosas en sus cajones, pues, necesitaba ducharme con urgencia. Ya no podía más de sucia, o al menos así me sentía en ese momento.

No obstante, no encontré ninguna prenda. Es como si Óbito se las hubiese tragado u algo parecido, y no iba a ponerme mi ropa jounin de esta tarde debido a que mañana tendría que usarla otra vez.

Maldición.

¿Seré estúpida?

Tras pensar en ello me dediqué a buscar alguna toalla o cosa ajena para poder secarme. Ya después sacaría una de sus prendas para dormir y por mientras me enfocaría en lo otro.

Apenas moví algunas cosas en su closet pude notar algo, pues entre su ropa se encontraba una fotografía de él junto a Rin, la cual estaba bien escondida en su closet. Si yo no fuese curiosa tal vez no la hubiese encontrado.

Tensé mi mandíbula.

El chico toda su vida había estado enamorado de la castaña, sin embargo, ella nunca fue capaz de ver todos los esfuerzos que mi amigo hacía para poder llamar su atención. Varias veces fui yo quien tuvo que contenerlo cuando ella salía con Kakashi e ilusionaba a Óbito por detrás, algo que no compartía para nada. Tal vez por eso no me llevaba bien con ella, aunque siempre fue Rin la del problema debido a que yo la saludaba sin dramas y se inventaba un montón de historias sobre mi, historias de las cual supe gracias a Óbito.

Siempre quiso dejarme mal frente a él, pero Óbito no era tan idiota como para creerle. Al menos nunca lo hizo tan a fondo.

Solo una vez, cuando me comentó que Rin era especial por ser virgen y que estaba el rumor de que yo me acostaba con Inuzuka Yoshiro, mi difunto antiguo compañero de equipo.

En ese entonces él creyó eso y me sentí una completa zorra, al igual que esta noche. Aunque la verdad aquellos días era que yo solía ser virgen y ella no, pues tan solo teníamos catorce años... A esa edad lo único que me importaba era convertirme en jounin.

Suspiré, a veces Rin era una experta inventando cosas.

Además, la primera vez que follé con Óbito fue porque Rin había comenzado a salir con Kakashi, entonces mi confidente usó eso y se desquitó conmigo, pero en ese entonces por el placer yo no fui capaz de darme cuenta, me sentí mal... Muy mal a decir verdad.

Suspiré.

Que estúpida fui.

Escuché como Obito subía las escaleras y por ende, tiré la foto a la basura. Solo por estar molesta, nostálgica y por haber recordado las veces en que Óbito dejó de hablarme por su culpa, o por hacerle tanto daño a mi amigo con ilusiones falsas.

Tirar la foto no borraría esas cosas, pero me dejaba un poco más tranquila.

—¿Te vas a duchar? —oí al azabache, en cuanto ingresaba a la habitación con el semblante serio y la mirada cansada.

Como jodía cuando se ponía de esa manera.

—Sí. —respondí, sin destensar mi mandíbula.

Éste asintió con su cabeza levemente y luego comenzó a quitarse la chaqueta, yendo en dirección a su cama mientras que yo tomaba ambas toallas y me dirigía al baño rápidamente. No quería lidiar con él todavía.

Apenas entré a su pequeño baño, largué la ducha y me quité la ropa mientras observaba las cosas que había dentro. Poco después ingresé y en diez minutos ya estaba lista. Nunca fui de las chicas que demoran años en ducharse después de todo.

Al terminar, puse una toalla en mi cabellera plateada y la otra en mi cuerpo mojado. Después, salí del baño a pasos lentos solo para encontrarme con el azabache encima de su cama, durmiendo a moño suelto sin siquiera haberse quitado los zapatos o los pantalones.

Suspiré. Él siempre hacía lo mismo.

Por ello, me dirigí hacia el closet de Obito nuevamente y saqué una playera negra bastante grande para poder ponerme —Después de secarme por completo, obvio— y así, quitándome la toalla de mi cabellera fui hasta donde estaba el azabache boca abajo.

Le quité los zapatos y los pantalones, este ni se movió. Luego le tapé con las sábanas y suspiré de nuevo. Como odiaba el que estuviera molesto, o que ambos lo estuviéramos.

Después de todo, enfadados o no, seguíamos siendo mejores amigos y estábamos el uno para el otro. No podía dejarle dormir de esa manera.

Eso solo me hizo pensar y reflexionar un poco en que teníamos que solucionar las cosas como gente adulta y no con esta maldita ley del hielo. Esto estaba siendo un juego de niños.

Ya no lo soportaba, para ley del hielo tenía a Tobirama. No necesitaba otro más.

—Obito, —hablé, apenas me acostaba a su lado por encima de las sábanas. Él se quejó, sin abrir sus ojos— ¿Podemos hablar?

Insistí unas dos veces, pero el azabache no me tomaba en cuenta o no quería hacerlo —opto por la segunda—. Aún así, no pensaba rendirme debido a que si no lo arreglábamos ahora, sería en unos cuanto días más por nuestras misiones. Así que, no dudé en moverlo un poco más con mis manos. Éste enseguida gruñó y me observó con molestia, sus ojos algo larguiruchos al estar despertando.

—¿Qué quieres? —preguntó, con el seño fruncido.

—¿Por qué te enojaste? ¿Te hice algo malo? —murmuré.

Enseguida, Óbito bufó y luego se dio la vuelta en la cama, dándome la espalda sin siquiera responder. Eso me cabreó.

—Vaya la madurez tuya Obito, eres increíble. —gruñí por lo bajo con ironía, intentando que mi voz fuese suave para no despertar a la abuela del azabache.

Obito me ignoró unos segundos y luego se volteó otra vez, moviendo toda la cama solo para mirarme y alejarme con su mano, aún con el seño fruncido.

—No quiero hablar ahora, ¿podrías dejarme dormir en paz por favor? Tengo una misión mañana y sabes como se pone Kakashi cuando voy medio dormido.

Y antes que pudiese responder o siquiera balbucear algo, él volvió a darse la vuelta, moviendo la cama nuevamente consigo.

Bufé, rendida.

—Eres un idiota. —murmuré, aunque lo suficientemente fuerte como para que él me escuchara.

Entonces, me di la vuelta con enfado y mucha inquietud, quedando así mi espalda pegada a la de Óbito por obligación mientras cerraba mis ojos, lista para dormir y no tener que pensar más en el tema.

No obstante, Obito se volteó de nuevo y pegué un leve brinco.

—Me molesta que tu espalda esté tocando la mía después de que casi te follaste a Sasuke, ¿puedes correrte más allá? —bramó, con cierto asco en sus palabras.

Apreté mis puños apenas le oí y me corrí un poco más hacia la orilla. Pero el peleón no se callaba. Nunca lo hacía cuando yo no le hacía caso.

—Tus piernas también. —prosiguió y le hice caso, una vez más.

Pero volvió a hablar, no pensaba callarse.

—Tu cabello mojado igual me está tocando.

Y eso fue lo que me hizo explotar.

—¡¿Qué mas quieres, demonios?! ¡¿Que duerma en el piso?! —exclamé a voz baja pero muy molesta, volteándome bruscamente con desesperación y destapándome un poco.

—Sería lo ideal, ahí te sacas un poco la mugre de Sasuke.

Entonces al ver su rostro enfadado y amurrado lo entendí con mucha claridad, por lo que no pude evitar soltar algunas risotadas. Esto no podía ser verdad, no con Sasuke.

—¿Qué es tan gracioso? —cuestionó, su seño fruncido y confundido ante mi actitud.

—Uchiha Obito, ¿estás celoso de Sasuke? —respondí, con burla y aguantándome la risa.

Él no se rió ni sonrió, simplemente se volteó de nuevo dándome la espalda con mejillas sonrojadas. Ignorando así mi pregunta por completo, aunque ya sabía la respuesta.

Me reí un poco ante el pensamiento y luego me acomodé bajo las sábanas junto a él, abrazando así la gran espalda que Obito tenía. Éste comenzó a forcejear para quitarme los brazos enseguida y mordí mi labio inferior, un tanto divertida.

¿Cómo fui tan tonta para no darme cuenta?

—Obito, tu bien sabes que no me follaría a Sasuke ni en un millón de años... es un niño apenas, de seguro aún es virgen, ¿cómo puedes estar así por eso? —comenté hacia él, intentando con todas mis ansias no reírme.

—Olvidaste la parte en la que me dejaste con el pito al aire en el baño. —respondió, sin dejar de forcejear conmigo.

—Y tu olvidaste la parte en donde te enojaste por esa estupidez, que además de todo era un juego. —insistí, ya dejando de reír para que me tomase en serio.

Obito no respondió y dejó de forcejear de pronto. Pero fui yo quien se dio la  vuelta una vez más, siendo esta vez quien le diera la espalda. Entonces sentí como él se daba vuelta para cambiar mi posición y abrazarme suavemente, dejando así mi rostro entre su pecho y cuello.

Olía tan bien el ingrato.

—Lo siento... —murmuró, y quise molestarlo por sus celos idiotas. Pero al ver como cerraba los ojos para dormir mejor me lo aguanté.

Dios, dame paciencia con este hombre.

La mesa, el vaso con agua y el Senju sobre el suelo. La combinación perfecta que esperaba a su hermano mayor para desayunar y conversar ciertas cosas con él. Pero él no se levantaba, a pesar de ser el Hokage era flojera pura. Así lo había sido siempre.

—Hermano, te esperaba. —dijo el albino, al ver la silueta desordenada de su hermano en la puerta.

—¿Por qué tanto alboroto? —preguntó, peinándose un poco con las manos y luego sentándose en la mesa en frente de él.

Su rostro era de pereza total.

—Eres el Hokage, debes ir a la torre temprano... —mencionó el Senju medio con obviedad y molestia en su voz. A lo que el mayor se tomó la cabeza.

–Muchos deberes me tienen loco. —expresó el castaño con lamentos, por poco echándose en la mesa y creyendo que todo era de lo peor.

El peliplateado tomó un sorbo de agua y con el semblante serio se dirigió a su hermano mayor una vez más, algo se le estaba olvidando;

—¿No encuentras que falta alguien en la mesa? ¿Eh, Hashirama? —dijo, cruzándose de brazos a semblante arrugado.

El castaño de cabellos largos entre cerró sus ojos y miró la habitación algo confundido, observando así  las fotos a su alrededor junto con los muebles. Estuvo así bastante rato sin saber a qué se refería y Tobirama no tenía tanta paciencia.

¿Por qué su hermano era así?

—Izune no ha llegado, ¿cómo no te das cuenta? —por poco le gritó al castaño, molesto.

Hashirama rascó su nuca, inquieto.

—Y eso hermano, ¿qué tiene? —preguntó con un deje de inocencia, confundido y asustado por las reacciones de su hermano menor. Él era un hombre difícil de llevar.

Tobirama contó hasta diez en su mente y luego se tomó la frente, frustrado a lo que su hermano respectaba. Todo se lo tomaba tan a la ligera que le jodía como mil cantares de satanás.

—Ya tenemos bastantes problemas con el clan Uchiha, hermano. —dijo— Y que Izune se ande con ellos tanto tiempo hace la situación mucho peor... —explicó, y ahora Hashirama lo escuchaba con atención— Todos creen que a nuestra querida hermana los líderes del otro clan la estiman mucho junto con los miembros qué hay, pero no es cierto. Podría apostarlo. Ellos solo la quieren como carnada por nosotros porque planean cosas grandes en contra de los Senju, ¿acaso no lo entiendes?

Hashirama se tomó la barbilla y pensó un poco, inquieto. Madara y Fugaku no serían capaz de dañarla, o eso era lo que quería creer.

—Tendré que hablar con ella.

Fue todo lo que dijo antes de ponerse de pie e ir en busca de su ropa para ir a la torre. Tal vez lo que decía su hermano era cierto y tenía que advertirle.

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igual puede tener ciertos spoilers.

Uhhh los problemas comienzan jaja 😏 ¿Qué opinan de la relación de Óbito e Izune? ¿Es sana? Me encantaría saberlo jaja.

Bueeeno, espero les haya gustado el capítulo y un beso enorme a todos los que me leen, que tengan un lindo día y muchas gracias por leer😍💖

Capítulo editado el 25/03/2017.

Capítulo editado el 20/11/2017.

Capítulo editado el 24/10/2019.

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