setenta; Final.
"Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mi... Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti..." José Ángel Buesa.
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Tarde de una extraña Konoha, como las eran de costumbre estos últimos días de lluvia y todo parecía ir en orden. Sin embargo, ya era habitual para el antiguo maestro de Izune que tuviese compañía por las tardes; por más que no la quisiese. Era lo único que molestaba a su inquieta cabeza sobre su plan, o bueno, seguir el plan de quién se lo confió todo alguna vez.
¿Cuánto más tendría que fingir dentro de aquellas rejas?
—Bitzy, Bitzy araña subió a la telaraña, vino la lluvia y se la llevó. —cantó Shinri, inquietando un poco a su visita con una leve sonrisita maliciosa— Tobirama fue a buscarla y ella se vengó, eso no le gustó a...
—¿Quieres callarte un segundo?
Habían pasado tres días apenas, tres míseros días desde la última vez en que el albino de apellido Senju había transitado por la celda en dónde Ukitake dormitaba todo el tiempo. Y no. Tampoco le agradaba la idea a Tobirama aunque tuviese que hacerlo.
Era su obligación como hokage y... como familia.
No obstante, él conocía la historia del pasado y de eso no tenía dudas. Solo por esa razón se mantenía a la deriva y no enviaba a sus hombres de costumbre para hacerlo, porque necesitaba encontrar respuestas y solo alguien como él podía conseguirlas. Solo él.
Además, no quería a más gentuza metiendo sus manos en el fuego. Como Hashirama.
—Hoy es la reunión Uchiha ¿Sabes? —rió el albino de ojos tapados, frente al silencio y los gruñidos amargados del segundo Hokage— Deberías enviar a Izune para que lo averigüe todo por ti, es Uchiha y merece saber lo que ocurre ahí dentro ¿No crees?
—Izune no es Uchiha, no tiene un solo pelo de ello. —soltó, un tanto a la defensiva— ¿Desde cuando te hiciste tan irritable? Antes me agradabas...
Aquello último sonó más como un murmullo que una mismísima sentencia. Ukitake rió.
—Si claro, y el sharingan es de bromas.
Tobirama bufó con molestia, mientras que Shinri tan solo se burlaba desde dentro como el maniático que parecía ser. Porque era cierto, si al albino no le hubiese agradado un momento, de seguro jamás lo habría dejado a cargo de su hermana pequeña. Y sí, aunque no lo quisiese admitir ella tenía en su sangre a ese clan que tanto causaba problemas. No los odiaba como todos solían creer, pero eran peligrosos para la aldea y sobre todo con ella, su hermana.
Ahora hija.
—Siempre lo fui, pero nunca te diste cuenta porque vivías en tu regimiento y burbuja militar. —alzó sus hombros, pensativo— Solo Kei conocía lo amargado que puedo llegar a ser, o bueno, también Madara. —se dijo, algo inquieto— Pero Madara es más ingenuo que tú, así que me da igual lo que pase con él.
Tobirama se puso de pie, arrugando de inmediato el papel que tenía en manos con aquella estrafalaria frase "Cuan rápido subes, rápido bajas". Porque estaba molesto, y mucho. No quería pensar que desde siempre aquel hombre tuvo esas intenciones hacia Izune, porque se sentiría idiota. Por mucho que fuera cierto.
Idiota por no darse cuenta antes. Eso era lo que más le cabreaba, y que no hicieran nada luego de todas las muertes causadas solo le daba qué pensar. Sus días estaban contados, podía presentirlo.
Incluso si no tuviese miedo de lo que pudiese pasar con su persona, o del mismo Shinri.
—¿Qué mierda es lo que quieres, Ukitake? —bramó en su contra con sus dientes a la deriva, la enorme capa de chackra trizando varias partes del suelo mientras el albino tras la celda tapaba su boca con sorpresa fingida— ¡¿Cuán rápido subes, rápido bajas?! ¡¿Qué demonios significa eso?! ¡Habla de una puñetera vez, antes que corte tu cabeza y me importe una mierda lo que Hashirama diga!
—Todos sabemos mejor que nadie que sigues cada paso de tu hermano, eres joven aún. Además, que modales son esos Hokage-sama, podría pedirlo por fav...
—¡Habla ya!
Realmente el peligris de manchas rojizas en su rostro estaba perdiendo su paciencia. Y no quiso tocar la red de chackra que cubría las rejas solo porque él había realizado aquel jutsu de sello, siendo el único capaz de poder quitarlo. Pero aun así, sí mordió su puño para controlar sus impulsos de hacerlo. Pues, luchaba contra sus instintos y se reprimía para no romper las rejas de una simple pasada. Era el hokage, no podía causar un escándalo.
Estaba hasta su madre, a punto de perder la cordura y explotar. Ese mal presentimiento de estarse perdiendo algo importante lo mantenía en vilo y lo odiaba. Odiaba ese sentimiento.
Sin embargo, no se aguantó las ganas de lanzar aquel papel hacia la celda, éste cayendo así en su rostro por mucho que Ukitake no pudiese verlo o leer su contenido. Solo lo sintió llegar con una fuerza brutal y se quejó desde dentro.
—¡Auch!
—¿Inuzuka Yoshiro está vivo?
—Me hace gracia verte así, Tobirama. —rió el albino, mientras acariciaba su nariz adolorida— Espera, no, no puedo verte. Pero aún así te imagino y me causa gracia. Siempre fuiste así ¿No? Te frustras muy rápido, eres como un niño. Kei siempre lo decía y...
—¿Inuzuka Yoshiro está vivo? —cortó el Senju, finalmente bajando su capa de chackra para no tener que romper todo el cuartel en donde estaba. Control. Solo eso necesitaba.— Responde.
Ukitake posó una de sus manos sobre su pecho con desconcierto.
—¿Ezquiuzmi? ¿Por qué sabría yo algo de eso?
—¡Oh, vamos! —exclamó el albino, tomando con una de sus manos su cabello— ¡Deja de tomarme el pelo y habla ya! ¡¿Qué mierda es lo que quieres?!
Ukitake suspiró.
—¿Qué tienes a cambio de que hable?
—No tienes derecho a negociar conmigo. Habla. —gruñó Tobirama, apuntando con su dedo índice mientras se aguantaba la ira, por mucho que la tentación estuviese carcomiendo sus entrañas. Conocía ese tipo de negociaciones.— Soy el maldito Hokage. Solo dime qué es lo que quieres o si realmente debo estar preocupado con tu presencia. Joder, tú... agh.
Shinri alzó sus hombros con última diversión y tan solo volvió a su posición de sueño para seguir durmiendo sin problemas. Ignorando poco a poco las palabras que Tobirama soltaba sin pensar. Aunque le agradaba la idea de tenerle así, en la palma de su mano.
Frustrado.
—Entonces no hablaré. —musitó, su boca pareciendo algo más seria a comparación de antes mientras soltaba un suspiro cansado— Poco me importa ya que seas el Hokage ¿Sabes? Porque desde que hiciste cambiar a Kei con todo lo que causaste, he perdido mi respeto sobre ti. Ya no somos colegas como antes, recuérdalo siempre... hombre.
—No vengas con idioteces como esa ahora, eso no viene al punto. —dijo el albino— Además ¿Qué sabes tú lo que ha pasado entre Kei y yo? No tienes idea de nada Shinri, ella siempre fue así. Buscaba algo más, era una...
—¿Hokage-sama?
Tobirama de inmediato tuvo que frenar sus movimientos y palabras al oír la voz de alguien entrando al cuartel —quien no era el guardia—. La había sentido desde hace un rato, pero poco le importó a decir verdad que ingresara. Porque hace muchos días que Izune no había dirigido su palabra hacia él y viceversa, por lo tanto oír su voz en parte le agradaba.
Y saber que lo buscaba, también.
—Uh, reunión familiar... —canturreó el reo dentro de aquella celda con cierto toque de fastidio, mientras Tobirama se alejaba para ir hacia la albina. Ignorando por completo sus palabras.
Ella le observó hacia arriba y extendió su mano, haciendo entrega de un pergamino bastante arreglado y monótono con su rostro tranquilo. Aunque no sonriente.
Eso... era bastante más que obvio.
—¿Qué es esto?
—Lo ha enviado alguien, pero no deben saber qué es lo que dice o de quien viene. En especial Madara-sama. —explicó ella en voz baja, mientras Tobirama observaba sin preámbulos aquel objeto en sus manos— Es confidencial. Y... eso es todo, no olvides llegar a cenar. Hashirama se ha esmerado.
—Gracias.
Dicho aquello, la mujer de cabelleras largas se marchó sin siquiera mirar a quien estaba tras las rejas o decir adiós. Mientras el corazón de Tobirama se mantenía inquieto por aquella sensación horrible de nostalgia, y por la relación que estaban teniendo últimamente. Dolía, y mucho.
—Ukitake, creo que tendré que dejar nuestra plática para otro día. —murmuró, presionando así aquel pergamino en su mano— Pero no seré tan suave como lo he sido hasta ahora, y te advierto; como le toques un pelo a mi aldea de nuevo, Uchiha o Senju, cualquiera sea el clan... olvídate de tu propia existencia. No me conoces del todo.
—Bueh, con toda la información de la misma Kei creo que me basta para hacer mierdas tu moral. —rió, ante los gruñidos constantes de aquel animal llamado Tobirama.— pero gracias por la advertencia.
—Kisuke, diez cargas eléctricas. Y si sigue consciente haz lo que se necesario.
El recién llamado Uchiha, salió de su lugar de guardia tras la puerta en silencio y se acercó hacia las rejas, asintiendo asimismo al Hokage como aceptación a aquella tortura.
—Eres un enfermo.
—Gracias.
Entonces, sin más preámbulos o problemas, el albino con su jutsu de teleportación arribó a la torre Hokage. En donde Minato esperaba en silencio y ordenaba unos cuantos papeles como de costumbre en el enorme armario de la oficina. Últimamente parecía tranquilo, y también le dirigía poco la palabra. Aún así Tobirama no le culpaba, la gente solía aburrirse de su carácter y eso no le molestaba en lo absoluto.
Porque él se conocía, y sabía que no cambiaría por nadie. Ni siquiera por Hashirama. No después de todo lo ocultado que llevaba en su memoria.
—¿Novedades? —fueron las vagas palabras del rubio, sin querer posar su vista en el arduo Hokage. Aunque quisiera hacerlo.
—Ninguna.
Tobirama tomó asiento en su sillón presidencial de golpe, mientras agarraba unas cuantas cosas del cajón para dejarlas sobre la mesa. Incluyendo aquel pergamino que permanecía escondido en su chaqueta al mismo tiempo en que Minato hacía caso omiso a sus movimientos.
Luego, a duras penas cogió el rollo azulado y con un deje de curiosidad lo abrió sin ser visto por su compañero, frunciendo levemente el seño al ver y leer el contenido de aquel papel. No era algo que se esperase, o quizás lo que decía dentro tal vez sí... pero no de quién venía. De cualquier persona en el mundo, nunca imaginó a él diciendo aquello.
¿Por qué diría algo así? ¿Qué es lo que ese Uchiha sabía acerca de él?
—¿Qué es lo tramas, Izuna? —murmuró en voz baja, sin ser oído y leyendo una y otra vez el pergamino para encontrar algún tipo de broma en ella.
—¿Ha dicho algo, Hokage-sama?
—No, solo me quejo del trabajo. —dijo, sin inmutarse— Tú solo sigue en lo tuyo mientras esperamos la última visita de esos dos a la torre.
—¿Última?
—Hoy se marchan, y no volverán.
Minato parecía sorprendido, y algo inquieto de mala forma. Como si predijera que el apuro más lo tenía Tobirama que ambos Uchiha en dejar Konoha. Era un terco, y un necio mal humorado. Ni idea tenía de cómo podía ser hermano del simpático Hashirama.
Por muy oculta secretos que fuese.
El albino tanteó una vez más aquel papel que Izune le había confiado, y pensó con la mirada fija en la nada. Tomando su barbilla de vez en cuando para analizar la situación.
Quizás algo más estaba descuidando, tal vez... algo se estaba perdiendo. Pero ¿Qué?
—Creo que les he visto afuera, —comentó el rubio, confundido y aún algo desconcertado— pero no creí que fuesen a irse tan pronto ¿Está seguro de esto, Hokage-sama?
Tobirama entrecerró sus ojos y leyó mentalmente una vez más aquella tinta negra, ignorando casi por completo las palabras del Namikaze;
"No confíen en Madara, pase lo que pase."
—Uchiha Izuna.
Entonces, suspiró.
Tenía un mal presentimiento sobre todo. Sobre aquel viaje del Uchiha, sobre su hija y sobre el albino Shinri Ukitake. No obstante, por ahora solo tomó el papel sin preámbulos y lo escondió en su chaqueta. Luego medió una leve sonrisa forzada a su compañero y asintió con su cabeza;
—Si, haz que ingresen.
No. Él no confiaba en Madara.
«...»
—Tobirama tiene el jutsu más rápido del mundo y aún así no aparece ¿Qué clase de colmo es este?
Madara no respondió aquella estupidez, simplemente le dejó quejarse una vez más a su lado tras el largo pasillo de la Torre Hokage. No quería pensar en nada, él tenía un solo objetivo y lo iba a conseguir. Madara no tenía dudas, por mucho que no estuviese seguro de donde buscarían primero.
—Madara-sama... —murmuró el Uchiha menor una vez más, zapateando el suelo con una irritabilidad innegable. Llevaban horas ahí— ¿En qué piensa tanto?
—En que incluso teniendo el kamui sigues siendo un idiota ingenuo que no sabe esperar.
—¡¿Nani?! —bramó Obito, esta vez dejando el zapateo para alzar sus brazos con molestia frente a su tío— ¡Llevamos horas! ¡Horas! ¡Si hubiese sabido que tendríamos que esperar tanto al menos me hubiese despedido de Kakashi o de Rin, no lo sé!
—Calla. —gruñó el de cabellos largos, sus brazos cruzados y chocando con su pecho de metal al estar con su armadura de costumbre. Su mirada seguía intacta, inexpresiva— No puedes despedirte de nadie, ya lo hablamos con Tobirama. Esto debe ser secreto. Deberías mantener tu postura.
—¡Pero es solo Kakas...
—Sé que no es Kakashi a quien quieres decirle adiós, así que cierra la boca de una buena vez.
Óbito tragó saliva, enseguida cambiando su semblante de cabreo a uno bastante frustrado y nostálgico consigo mismo por aquellas palabras. Estos días habían sido bastante tranquilos para él y eso ayudaba bastante a sus pensamientos inquietantes sobre todo. Todo lo que estaba ocurriendo.
Y todo lo que estaba por ocurrir.
No obstante, se sentía vacío. Aún quería asesinar a Shisui por lo ocurrido, aunque no fuese tanto como antes. Ahora él solo pensaba en su moral, en Tsunade y su viaje que no sabía cuanto tardaría. Pero así como se dijo antes, entre idas e idas a Ichiraku, o a los campos de entrenamiento junto a Kakashi todo parecía tranquilo y lograba distraerse. Aunque tuviese ese bichito dentro de su moral incentivando en ir y despedirse de ella.
De Izune.
En realidad no quería, no quería hacerlo. No quería llegar y tener que almacenar aún más sus demonios, porque la verdad es que si la veía lo más seguro es que volviese al mismo agujero de antes y de pensar en todo lo que perdieron juntos. O lo que habrían ganado si nada hubiese ocurrido.
Pero antes que mujer, o pareja. Ella había sido su confidente. Su mejor amiga y él no podía ignorar eso. No podía olvidar algo tan importante.
Además, luego de aquel día en que por poco destruye el hogar del Hatake a patadas; ella no pareció volver o insistir. Tampoco se le vio en las calles de la aldea ni mucho menos en locales de comida o pareció intentar buscarlo. Quizás, solo por esa razón el bichito de saber como estaba picaba en sus entrañas.
O... ¿Por qué no le siguió insistiendo?
—Madara-sama... yo...
—Madara-sama, Obito... el Hokage ya está aquí.
Como un eco de voz, la misma de Minato irrumpió el innegable silencio que reñía en aquellos pasillos de la torre entre ambos Uchihas y eso alivió al mayor de ellos.
Madara, dando un suave suspiro se alejó de Obito y caminó hacia la entrada de la oficina principal con una media sonrisa y bastante tranquilidad. El otro azabache, tan solo presionó los puños y corrió tras de él. Sin mediar palabra alguna.
—Disculpen la demora, no tenía idea que hoy es el día. —explicó Minato, en cuanto ambos ingresaban a la oficina y divisaban por fin al segundo hokage sobre su asiento de costumbre— ¿Qué tal estás, Obito?
Obito frunció el seño, confundido.
—Bien, sensei. —respondió luego, con una leve sonrisa— gracias por preguntar.
—¿Ya nos dirás los detalles, Tobirama? ¿Dónde esta tu hermano? —cuestionó el frívolo líder del clan Uchiha, sin pelos en la lengua mientras sonreía levemente hacia el albino en su silla presidencial. Quería que todo se zafara rápido y marchar.
Minato tan solo retrasaría las cosas si sacaba conversaciones con su joven Uchiha.
—En casa, haciendo la cena. —respondió el albino, mientras observaba de re-ojo a Obito y sentía algo quebrarse dentro suyo— Tendremos que hablarlo sólo nosotros por ahora. Hashirama dirá que es una locura, aunque dudo que le moleste el que adelante las cosas para proteger a la aldea ¿Qué dices? ¿Comenzamos?
—¿Siquiera lo preguntas?
Madara soltó una risa, mientras Obito metía ambas manos en sus bolsillos para oír órdenes y Minato se afirmaba de la puerta en caso de cualquier incidente. Poco entendía, pero no diría nada. Ya no servía con lo necio que era Tobirama.
Enseguida, Tobirama asintió y con un suspiro se puso de pie, entregando unos cuantos papeles hacia Madara.
—Esa es toda la información que tengo sobre lo que has dicho antes, —explicó— sobre la piedra que según podría estar buscando Ukitake para vengar su clan. Aunque ignoro la razón, porque cada vez que bajo por información es como que me diese piezas inconclusas que no tuviesen que ver con algo de esa magnitud. Así que te dejo el camino libre, mientras cooperes con nosotros. Gracias por hacerlo de todas formas, me agrada saber que el bien de la aldea y nuestras familias son lo más importante. A pesar de nuestras diferencias.
—Lo mismo comparto. —bufó el de cabellos negros,y luego extendió los papeles hacia Obito. Quien los recibió sin rechistar— Guárdalos en tu dimensión.
—Hai.
De pronto, los papeles se habían esfumado en un remolino. A lo que Tobirama tragó saliva, no por miedo. Pero sí, por los extraños recuerdos que tuvo alguna vez junto a Kōga.
—Eso es otra cosa que deben saber antes de marchar, Madara. —agregó una vez más Tobirama— No dejes que Obito presuma el Kamui todo el tiempo. No sabemos las intenciones de otras aldeas, o el furor que podría causar. Kōga no fue alguien poco conocido y tampoco queremos revelar esa información, y menos con el estado de todas las demás.
—Lo comprendo, no soy idiota. —dijo Madara, siendo un tanto obvio— No te preocupes por eso, estaremos bien... ¿Algo más?
—Mantengan el contacto conmigo o Minato. Porque dudo que quieras fiar en mi hermano o el segundo líder de tu clan. —informó, alzando sus hombros— He sabido que no se llevan del todo bien.
Madara se sonrió.
—Está bien. —asintió con su cabeza— Entonces, supongo que adiós... Finalmente has conseguido lo que querías.
Tobirama negó con su cabeza, una leve risa irónica escapando de sus labios.
—Pero no de la forma en la que lo soñé. No te creas, Madara. —explicó el albino— Aún no confío plenamente en ti.
—Es mutuo.
Entonces, tras unos segundos de silencio, el líder más poderoso y temido Uchiha se volteó para caminar hacia la puerta y finalmente dejar todo atrás. Todo por su hermano mayor, Kōga. En cambio, Obito no dijo palabra alguna, tan solo medio una leve sonrisa hacia el albino y pretendió seguir a quien era su tío de sangre.
Sin embargo, fue la misma voz del Hokage lo que frenó sus movimientos;
—Obito. —gruñó, a lo que el azabache quedó estático en su lugar.— Por favor hazle saber a Izune que estarás bien, no quiero otro sermón de su parte si se entera que te has ido antes por culpa mía. Menos hoy.
El pelinegro estaba sorprendido. Al igual que Madara, pues había sido él mismo quien pidió que no se enterase de aquello. Sobre todo el hecho de que no volverían durante quien sabe ¿6 años? Todo dependía de cuánto tardasen.
Y nadie tenía una fecha certera para ello.
—Pero... pero... no debemos dejar que nadie lo sepa, Tobirama. —se excusó, siendo observado levemente por el mismo Madara— Despedirse solo joderá las cosas, tú lo has dicho. No es necesario que...
—Hazlo. —interrumpió el Hokage, esta vez cruzando sus brazos— Es una orden.
—Pero...
—Sé que quieres hacerlo. No te hagas conmigo... es un largo viaje.
Obito tragó saliva, presionando sus puños mientras movía sus pies y observaba el suelo con los nervios corriendo toda su espina dorsal. Quizás tenía razón. Más adelante no podría verla, y tal vez ella... Shisui... No. Ella no sería capaz.
—Está bien. —musitó, una leve sonrisa formándose lentamente en su rostro— Adiós, Tobirama. Gracias por todo lo que has hecho por mi. Fue agradable ser recibido en tu hogar, aunque me rechazaras al principio.
Dicho aquello, el albino asintió con su cabeza y en un rápido remolino, el azabache desapareció de ahí. Dejando así a Madara completamente solo junto a los otros dos que permanecían en la habitación.
—¿Cómo le harás con la reunión de hoy? —cuestionó el de cabellos largos, sujetando con una de sus manos el marco de la puerta para después de aquella respuesta... por fin, largarse.— No te sugiero que envíes a Izune. Fugaku ha estado bastante retorcido estos meses y...
—Descuida, Shisui tomará nota. —respondió, teniendo la mirada fija y confundida de Minato. A lo que Madara tan solo asintió.
—Te lo debe.
—Ajá.
Entonces, finalmente sucedió. Madara se había ido... y no pretendía volver.
«...»
Residencia Uchiha.
"Con que hoy es el día ¿Eh?" Se pensó el Uchiha de cabellos alborotados, segundos antes de ingresar a la enorme casona que utilizaba el líder de su clan para este tipo de negociaciones o juntas. Luego, posó ambas manos en los bolsillos de su pantalón y observó con atención.
Todos parecían estar en silencio al divisar su presencia. Incluyendo a su mejor amigo Itachi, no porque él hubiese hecho algo malo. Pero iba solo, sin Izune. Y había interrumpido las palabras de Fugaku.
—Shisui ¿Lo has conseguido?
—No.
Fugaku pareció entrecerrar sus ojos y tomó de su camisa un poco. Mientras Shisui pensaba un siguiente movimiento, sin tener que dañar a la cabecilla de todas estas rebeliones que parecían tramar. Sería un calvario si lo hiciera. Sin embargo, el Uchiha mayor no actuó como el de cabellera desordenada lo pensó.
Simplemente lo soltó, y medió dos palabras;
—Toma asiento.
Shisui asintió enseguida, como un títere cualquiera que pudiese ser usado cuando diera la gana. Pero poco le importaba ya, porque Izune no iría y estaría a salvo de lo que quisiera tramar su familia. Aún así, sentía escalofríos. De esos que llegaban horriblemente siempre que Yoshiro pretendía decir algo a sus espaldas. O la misma voz distorsionada que parecía hablar sin cesar.
No había aparecido en sus sueños ni en su vida durante un día apenas, pero ¿Por qué no aparecería ahora?
Shisui suspiró, ignorando así el sudor helado que parecía llenar su cuello de tan solo pensar en la idea. Luego obedeció a su líder y sin rechistar se ubicó en el suelo, a un costado de un Uchiha bastante peculiar. Él usaba una capucha, y una máscara anbu en su rostro.
¿Siquiera Fugaku se había dado cuenta?
—No te atrevas a decir que estoy aquí. —murmuró aquel hombre, el cual Shisui ya asumía era su compañero de equipo. Por eso los escalofríos— No quieres una nueva masacre ¿O si?
—N-no.
Débil. Se sintió demasiado débil en ese momento, y no fue hasta que Yoshiro palmeó su espalda que pudo reaccionar a lo que su líder podría estar diciendo. No lo escuchó del todo, pues solo sentía el enorme pitar de sus oídos y su propia respiración agitada.
Después de tanto tiempo, su compañero finalmente daba la cara. Ya no más voces escondidas en su cabeza. Aunque no fuese capaz de divisar su rostro.
¿Acaso luciría más viejo? ¿Tendría barba? ¿Cicatrices? No quería ni pensarlo.
—Shisui, ¿Te sientes bien?
El azabache parpadeo un par de veces, volteando su cabeza hacia la castaña que yacía frente a él sobre el suelo y murmuraba hacia él. Entonces negó con su cabeza, señalando sigilosamente a su costado como si fuese presa de algún mercenario o algo parecido. Para que ella lo viese con sus propios ojos.
Aire. Eso es lo que Shisui necesitaba.
—¿De qué hablas, Shisui? A tu costado solo está Doroti-san. —murmuró ella, un tanto confundida. Aunque igual sintió temor, porque ella más que nadie sabía de lo que ese hombre era capaz.
—¿Q-qué?
—Una palabra más a Izumi, y no seré tan simpático. —se oyó en sus cabales— Supongo que lo entiendes ¿Verdad?
Esa voz. Esa maldita voz la odiaba con todos sus sentidos, y lo que más necesitaba en ese momento era respirar aire fresco para zafarse del temor que infundía ese hombre en él. Era imposible que Shisui estuviese imaginando la presencia de su antiguo compañero a su costado, pero ¿Por qué?
Izumi pretendió levantar la mano, para avisar al líder que ambos saldrían un momento o siquiera para avisar de que estaban en peligro. Sin embargo, fue el mismo Shisui quien frenó su actuar.
—Estoy bien. —murmuró, observando de re-ojo a su costado para notar que aquella figura ya no estaba— Es solo ni imaginación, me juega malas pasadas.
—¿Estás seguro?
—Sí.
Dichas esas palabras, la castaña tan solo volvió a su postura para observar y escuchar con atención la charla de Fugaku al frente. Y Shisui no pudo negar que ambos se sintieron culpables, porque Itachi estaba observando también y eso dolía quizás más que la imagen de su antiguo mejor amigo de infancia.
Porque podría mal interpretar la situación.
No es que con Izumi fuesen pareja o amigos con derechos ahora, pero Shisui no tenía rencores. Y al parecer ella tampoco, es como si de un momento a otro sus malos pensamientos sobre alguien se hubiesen esfumado de la nada. Aquello influenció demasiado a Izumi también, para bien.
Después de todo, siempre habían sido amigos.
Pero Itachi, con él no había mediado ninguna palabra desde lo ocurrido. Ni siquiera en el hospital.
—Entonces, esa persona llegó de la nada a atacarnos por órdenes del Hokage ¿No es así? ¿Eso trata de decirnos?
Shisui prendió sus oídos de inmediato, al oír una persona de su clan haciendo semejante pregunta. Quizás si, tenía que dejar de sumirse en sus pensamientos y escuchar con más atención las cosas que Fugaku estaba diciendo.
Porque no era cierto.
—Eso es falso. —musitó Itachi, para sorpresa de su mismo padre frente a todos— Ese hombre es aliado de Ukitake Shinri. No encontraría razón lógica para que fuese de parte de Tobirama-sama.
—Él fue su aliado durante años después de la guerra y nos aborrece ¿Qué otra prueba necesitas, niño?
—¿Y para qué dañar a su propia familia solo por atacarnos a nosotros?
—¿Qué no has oído? Años atrás el clan Ukitake fue traicionado por Uchihas, —agregó otro, uniéndose al otro Uchiha que parecía irritar al de coleta— ¿Por qué no colaborar con Senjus para nuestra propia exterminación? Eso sí que es lógico.
—¡No! —difirió Itachi— ¡No hay lógica alguna porque el Hokage no sería capaz de dañar a su propia hi...
—¡Itachi! —bramó el segundo líder de cabellos castaños— Es suficiente.
—No lo es, padre. —gruñó el de coleta, poniéndose de pie mientras movía uno de sus brazos y luego presionaba sus puños— ¿Es que acaso no te das cuenta que el peligro de esta aldea somos nosotros mismos? ¿Para qué darle algún mal a este gobierno que solo pretende protegernos? ¿Por qué mejor no pensar en alguna solución en conjunto al clan Senju para detener a ese maldito que ha masacrado a la mitad de nuestro clan? No lo entien...
—Silencio, Itachi. Tú no entiendes. —explicó Fugaku, a brazos cruzados mientras posaba su vista en todos. Inexpresivo— La persona que llegó a mí esa noche, no era un ser humano. O al menos no lo parecía. Y fue él mismo quien nos dijo que iba por órdenes de Tobirama ¿Qué otra prueba quieres para ello?
—Ustedes no estuvieron en nuestra batalla junto a Ukitake Shinri, eso es totalmente mentira. Los está engañando para desviarlos del camino. —insistió el de coleta, a puños cerrados mientras Sasuke le observaba desde abajo a su costado.— Hasta el mismo Sasuke podría decir que eso que estás diciendo no es cierto. El Hokage no tiene nada que ver en eso y te consta.
Shisui compartía su opinión. Izumi. Sasuke. Los que estuvieron ahí lo hacían. Sin embargo, el bufido al costado del Uchiha de cabellos alborotados le quitó el aliento una vez más. No se había marchado como pensó.
—Cállalo, o Itachi morirá. —oyó justo tras su oreja— Me está cansando su apoyo incondicional al Hokage. Blah.
—¿Acaso jode tus planes? —murmuró Shisui, sus dientes rechinando con algo de victoria en sus palabras.
—Quien sabe, pero si no quieres que muera te sugiero que lo calles.
—No serías capaz.
—¿Ah, no?
Shisui tragó saliva, notando como tras su mejor amigo parecía estar aquella figura. Una espada enorme estando en dirección a su espalda y a punto de afilarse en su contra. Una pequeña risa resonó en sus oídos.
¿REALIDAD O FICCIÓN? Shisui no lo sabía, pero no iba a arriesgarse.
—3, 2...
—¡Esperen!
Ambos Uchiha que discutían entre sí, dejaron sus diferencias a un lado y posaron su vista en la persona que se había puesto de pie. Su rostro algo adolorido y desesperado mientras las gotas de sudor parecían aparecer en su frente con desenfreno. El hombre soltó otra risa, amaba ese tipo de juegos.
Sobre todo si él ganaba.
—Shisui ¿Qué tienes para aportar? —soltó Fugaku a voz firme, mientras todos en el salón estaban a la espera de sus palabras.
—Yo... —balbuceó— yo creo que es mejor dejar continuar a Fugaku-sama y escuchar su versión de los hechos.
Itachi estaba desconcertado, y al parecer, Izumi también. Sin olvidar a Sasuke que estaba en el mismo lugar. No era algo propio de Shisui.
Mentir... ¿Por qué lo haría?
—¡¿Pero qué estás diciendo?! —exclamó el anbu de coleta, demasiado molesto en su contra. No por rencor ni parecidos, sino, por dejar esa profesionalidad en un momento así.— ¡Tú estabas ahí! ¡Es un hecho innegable!
—Yo... —balbuceó una vez más, notando como el aire parecía faltarle de nuevo al ver como el hombre nuevamente posaba la espada sobre Itachi. Los nervios inundando cada parte de su cuerpo— ¡Yo creo que en momentos así hay que dejar hablar a los mayores, ya después daremos nuestra opinión nosotros! ¡Siempre hay dos versiones para algo!
—Shisui... —murmuró la castaña, demasiado inquieta y preocupada por lo que estaba sucediendo. Y no fue hasta que Shisui salió del lugar que Itachi finalmente calló su bocota en contra de su padre.
No podía creerlo.
No porque estuviese de acuerdo con Shisui, sino por respeto a los demás. Ya luego los haría tragar sus palabras por la estupidez que estaban planteando contra su propia aldea.
Shisui llegó al enorme patio con suma rapidez, el cual por ahora parecía desolado y tranquilo, su respiración siendo bastante agitada mientras sujetaba sus rodillas. Por poco.
Muy poco.
"¿Por qué? ¿Por qué?" Se repetía una y otra vez, rechinando así sus dientes hasta el dolor y agarrando la malla de su pantalón con sus propios puños. Frustrado. Pues recordaba muy bien ese lugar, en donde hace meses compartía tragos con Itachi mientras burlaban a Sasuke por no poder hacerlo.
Pequeñeces, pequeñeces que significaban mucho para él.
Ese lugar era su segunda casa, y ahora... solo era una casona más en donde se reunía con su culpabilidad. En ese entonces su madre estaba viva y él peleaba con Obito por cosas banales. Cosas idiotas. Nunca le agradó por lo irresponsable que era con su clan y por ser un loco de la vida. Dejando mal a su abuela, y por haber quitado a su antigua compañera de equipo. Pero ¿Dónde estaba él ahora?
En la cima.
¿Y él?
En el fondo.
Se sentía mal, un idiota. Por no haber aprovechado lo que alguna vez tuvo, y joder las cosas como lo hizo. Porque aquel día con Izune dentro de su hogar él no quería cometer el mismo error que con Izumi, pero por alguna razón su cuerpo y mente le pidió seguir.
¿Por qué todo tenía que ser de esa manera?
—Eso fue fantástico, me diste un show más antes de... —la voz— olvídalo. Me entretuviste, por eso me caes bien. Eres mi mejor pieza en este ajedrez.
Shisui presionó aún más sus rodillas y en un segundo violento se volteó hacia el individuo que le hablaba con la máxima tranquilidad en el mundo. Sus ojos parecían asesinos frente al de la máscara anbu.
—¡Déjame en paz de una buena vez, Yoshiro! ¡Lo siento por no salvarte del Barranco años atrás, por favor ya para con esto! ¡POR FAVOR!
El hombre comenzó a reír, una risa divertida y algo inquieta. Bastante alta. Observando hacia ambos costados bajo su máscara para asegurarse que no hubiese nadie más en aquel patio. Porque esto no era una ilusión.
Él estaba frente a Shisui. Finalmente.
—Me gusta verte así, a Izumi la usé durante mucho tiempo ¿Sabes? —explicó con gracia— Ese día que folló contigo, fue mi impulso el que la incitó a hacerlo. Y si te preguntas ¿Por qué este hombre haría semejante cosa? Pues... me gusta el teatro, los dramas y el de ustedes es el que más me agrada. Me emociona saber qué harán cada vez, son sorprendentes y tienen historias hasta bajo las rocas ¡Vaya!
—Espera ¿Has dicho usar?
Ahora Shisui estaba confundido.
—Ajá. —respondió— Tú le seguiste el juego porque yo quise, igual que a Izune. Me aproveche de su autoestima para que fuese mi primera carta ¿No es divertido? Puedo hacer lo que se me antoje con ustedes.
Para Shisui no había alguna gracia en ello. Para nada.
—Oh, no me pongas esa cara. —bufó el individuo— Disfrutaste de follar y gracias a mí lograste tocar a Izune porque con Obito en medio era imposible. Siempre has sabido que los prefiero a ustedes dos antes que con semejante payaso. Eso era obvio ¿No crees?
—Yoshiro... —gruñó el Uchiha, que hasta ahora había aguantado las lágrimas de ira que estaba sintiendo y también, las ansias de atacar en su contra— ¿Qué mierda es lo que ha pasado contigo?
El individuo rió. Segundos antes de quitar la capucha y la máscara que le permitió ingresar en ese lugar sin que nadie lo viese. Normalmente se escondía, pero le gustaba el drama. Y el rostro de Shisui era oro puro al finalmente verlo en persona.
Shisui estaba sorprendido, y aún más aterrado que antes.
—Espera ¿Qué?
—Tiempo sin vernos, Shisui-san.
«...»
Izune Senju.
Hace más de muchos meses, creí que todo era diversión y sexo. Que todo lo podíamos solucionar de esa manera. Que los problemas reales eran escasos y que lo peor que podría pasarle a un shinobi era la muerte de algún ser querido. Pero ahora, veo que todo es una ilusión. Una burbuja, una en dónde si tu quieres creer algo seguirás estancado ahí. Peor es cuando estas equivocado.
Tampoco debes admirarte mucho de alguien, porque puedes caer en el mismo juego.
Aún recuerdo las únicas dos reuniones Uchiha a las que fui... y todo fue un desastre. En el buen sentido, claro. Reí como nunca y hasta recuerdo haber besado a Itachi. Al menos en la primera noche. Obito no se molestó conmigo para nada, porque él también había besado a una Uchiha que hoy tras alguna misión ya no está con nosotros. Pero... en la segunda noche del mes siguiente todo cambió, sus celos fueron enfermizos y jamás creí que pudiese llegar a tener otros pensamientos hacia él que no fuese la amistad.
Como cuando era pequeña, y no sabía en lo que pensaba. Cuando Obito me salvó del barranco y creí que sería mi héroe toda mi vida.
A veces... simplemente hay que dejar ir cuando haces daño. Porque si insistiera, solo aumentaría el drama y todo lo que ha ocurrido. Mi victimismo crecería y quedaría en el mismo lugar en el que estoy. En el limbo. Quizás tenía que madurar, tal vez debía ser un poco más como Tobirama y tomar el peso a las cosas. Y sí, también le debía una enorme disculpa a Shisui.
Porque aunque tuve la intención de hacerlo días después, él dijo que no importaba. Que a veces cuando nos enfadamos, o estamos dolidos solemos decir cosas sin pensar. Que todo estaría bien entre nosotros como equipo y que no me preocupara sobre eso. Que era inútil con todo lo que estaba pasando.
Quiero creer que es cierto, quisiera hacerlo. Creer que todo sería como antes, pero simplemente redimiría mi culpa en todo el asunto. Siempre culpando a los demás, como Kakashi cuando estaba a dos bandos. Mi prima y Rin. Mi prima...
Tsunade-san... ¿Dónde estás ahora?
Suspiré, mientras echaba mis brazos sobre la mesa. El olor a sopa de miso inundando todo el comedor a la vez que Hashirama tarareaba una de las canciones más famosas que había en Konoha. Sharingan, mi maestro, Kei... tenía que solucionarlo. Pero ¿Cómo?
—Estás muy callada hoy, creí que estabas mejor.
Parpadeé un par de veces, alzando mi cabeza al notar como el tarareo de mi hermano se había esfumado de golpe para dirigirme esas palabras. Él estaba de espaldas, pero podía saber que su preocupación era única.
—Lo estoy, solo pensaba... —expliqué, con una leve sonrisa— Todo ha cambiado mucho en tan poco tiempo. Ni siquiera hemos terminado el año y han ocurrido muchas cosas ¿No crees?
Hashirama alzó los hombros.
—Puede ser, —dijo él— pero no siempre podemos quedarnos a pensar en lo que ocurre. Simplemente hay que dejar las cosas pasar y actuar cuando se debe... así se vive mejor, lo sabes ¿Verdad?
Asentí, sonriendo ampliamente mientras notaba como mi hermano de cabellos largos tomaba un tazón para ponerlo sobre la mesa.
—Antes tenía más coraje para enfrentar las cosas ¿Verdad? —solté de golpe, riendo levemente ante los recuerdos de mis días en el equipo Ukitake. Y también, en el equipo Izune.— ¿O nunca los tuve realmente?
—¿Qué tratas de decir? Siempre lo tienes, es solo que...
—Tengo un trauma ¿No es así?
Él dudó unos segundos, antes de tomar su barbilla y responder;
—Tal vez, —dijo— y que Yoshiro esté merodeando por aquí ahora es...
—Saldré a caminar. —solté de repente, poniéndome de pie con esa leve sonrisa que tuve todo el tiempo al recordar a todos— Sé que quieres ayudarme con eso de Yoshiro y te adoro mucho por ello, Hashirama. Pero ya he hablado mucho del tema y prefiero no hacerlo ahora. Ya hablaremos de nuevo sobre él ¿Vale?
Hashirama asintió, poco a poco yendo a un rincón con su síndrome de depresión que solía tener por mis palabras. Aquello solo hizo que un leve tic se posara en mi ceja derecha.
¿Es enserio? ¿Justo ahora?
—Hashi-nii, volveré a cenar. —dije, aún con aquel tic frente a su figura escondida en el rincón— Quizás vaya a por Tobirama también, no te deprimas ahora por favor ¿Qué no había que seguir adelante y no pensar tanto? Vamos, eres el dios shinobi.
Entonces, tras oír mis palabras, finalmente se puso de pie y carraspeó un par de veces antes de abrazarme con fuerza. Aquello me sorprendió.
—Estás tan grande mujer, —musitó con suma felicidad— feliz cumpleaños.
Mi sonrisa se ensanchó a como de lugar al oír aquello y lo apreté con todas mis fuerzas. Casi lo había olvidado, y finalmente... Hashirama lo había recordado. No había sido dos días antes o dos días después como siempre. No era el fin del mundo, no lo era.
—Gracias por todo, Hashi-nii.
De inmediato, separé mis brazos de su cuerpo e intenté desordenar su cabello. Al menos antes de utilizar el hiraishin y finalmente salir de casa con una enorme sonrisa en él rostro o terminaríamos teniendo una escena peor que las de Guy y su alumno.
Para despejarme también, y seguir pensando. Pues por mucho que Hashirama diga que pensar no cambia nada, es inevitable. Antes no solía meditar tanto las cosas y no quiero culpar al sharingan por ello, pero... si que influye mucho en lo que normalmente sentía antes. Es todo más... intenso.
¿Así ha de sentirse Obito siempre? ¿Itachi? ¿Izumi? ¿Todo aquel que posea un sharingan?
Probablemente.
Izumi, mi mejor amiga. No he sabido de ella desde que Ukitake atacó el clan, pero por lo visto está mejor. Hashirama me mantiene al tanto de todo y lo agradezco. Porque también he sabido que Itachi ha estado entrenando muy duro y planea poseer un equipo especializado anbu. No es lo mismo que ser sensei, pero se asemeja.
Y me hace feliz. Porque a pesar de todo, cada uno intenta salir adelante a su manera.
—"Qué enorme verdad. ¡Ahora lo entiendo! Las prostitutas son groseras, desconsideradas y cobran en efectivo; en cambio, una compañera de la escuela se arregla con su mejor ropa, se lava, se maquilla, perfuma y se va a la cama contigo si a cambio le prometes entrega eterna y amor total. Ese es el pago que debes hacer..."
Medio sonreí al oír aquello, sintiendo así como tras el remolino formado a mi costado finalmente se había decidido hablar. Juventud en éxtasis. Era mi libro favorito, y esa frase era una de las que Obito más añoraba.
Cuando formamos el pacto.
—Lo habías dejado en mi casa la noche antes de la reunión Uchiha, pero tras el incendio... —él balbuceó un poco, antes de dar un suave suspiro y sentarse a mi costado en aquel parque abandonado de los Uchiha.— Feliz cumpleaños, Bakazune.
Inquietamente, una leve lágrima recorrió mi mejilla. Incluso si aún seguía sonriendo al sujetar mis rodillas.
—Gracias, Bakabito. —dije, limpiando aquella misma lágrima para recibir de manera temblorosa aquel libro que me hizo creer que no había problemas con un trato sexual con mi mejor amigo.
Él sonrió, sin siquiera observarme del todo. Simplemente posando su vista en el enorme lago que había frente a nosotros. Yo tampoco quise observarlo, tan solo imité su acción y ambos quedamos así. En silencio y estáticos, disfrutando solo de nuestra compañía. No necesitábamos hablar, al menos no por ahora.
Estuvimos así por un buen rato, solo sintiendo el chamullar de los pajaritos y el sonido de los árboles. Al menos hasta que un largo suspiro se escapó de los labios de Obito. Tomando mi mano después, lo cual me causó sorpresa y le sentí temblar.
No me esperaba semejante reacción.
Entonces le observé. Mi confidente... él estaba llorando y lo entendí. No sabía si junto al Hatake podía desahogarse como lo hacía conmigo. Solo por esa razón compartí su cruce de manos y me mantuve de la misma forma, ambos aún en silencio.
Podría decirle miles de cosas, intentar hablar, pero simplemente llegaría al mismo tema y... ya no quería hacerle más daño. Solo esperaría a que él dijese algo. Incluso si ya sabía qué era lo que estaba inquietándolo.
Y no, Hashirama no me había dicho de esto. Dudo que lo sepa.
Tobirama todo lo hace a escondidas.
—Hoy me iré de Konoha, Izune. —murmuró, y presioné mis dientes para evitar verme como una completa idiota— N-No sé cuánto tiempo estaré fuera, pero estaré bien. Lo prometo.
—No lo dudo, baka. —respondí, soltando una leve risa para evitar el dolor de mi pecho, mientras limpiaba las lágrimas silenciosas que parecían escaparse de mis ojos— Después de todo serás el tercer Hokage ¿No?
Él tragó saliva, y tras unos segundos no pareció aguantar las ganas de enrollarme con sus brazos. O bueno, su brazo. Puesto que el otro estaba enlazado con mi mano.
—S-sí.
Lo apreté con la mayor fuerza que pude sin concentrar mi chackra, posando así mi cabeza entre su cuello y hombro. Sintiendo el aroma que tanto añoraba inundar mis sentidos.
Lo iba a extrañar, y mucho.
—Antes que pareja... somos mejores amigos ¿Verdad? —me atreví a soltar, sintiendo como su cuerpo volvía a tensarse. — Y-Yo... entiendo que no quieras estar conmigo, pero no me alejes de tu vida. Por favor. Puede que separarnos nos ayude a no depender uno del otro y a sanar heridas. Pero... por favor no te olvides de mi.
Le sentí tragar saliva, y tuve ganas de quitar su abrazo. Para simplemente tomar su cabeza y besarlo, porque de seguro jamás lo volvería a hacer. Pero no podía llegar y hacerlo, no lo merecía. Era un hecho, ambos no estábamos destinados como lo creí. Quizás solo me obligué a hacerlo porque él lo creía así.
Porque jamás le negué algo, ni una sola idea.
—No, no lo haré. —respondió, una vez se separaba de mí para limpiar sus vagas lágrimas de niñato. Después de todo era un llorica, al igual que yo este último mes— Pero... será difícil que volvamos a ser como antes, digo, no sé si entiendes...
Asentí con el dolor de mi alma. Intentando con toda mi fuerza de voluntad no observar sus labios, porque eso solo empeoraría las cosas. Incluso si estuviese 99% segura de que él también quería besarme.
Pero una vez comenzáramos, no habría alguien que pudiese frenarnos. Porque Obito era así... y yo también. Eso solo haría todo más difícil de lo que ya era.
—Tómate el tiempo que quieras, sea la decisión que tomes... yo la respetaré.
Él soltó una risa, acariciando así suavemente mi mano con uno de sus pulgares. Yo también reí, no supe por qué... pero lo hice. Quizás estaba nerviosa, o simplemente no quería que se marchase tan pronto.
—Gracias, Izune. —soltó de repente, aún observando nuestras manos entrelazadas— Por apoyarme siempre, recibirme en tu hogar y siempre estar conmigo. Realmente lo agradezco, no cualquiera hace eso por un amigo.
—No agradezcas, porque para mí eres aún más que eso y lo sabes. —expresé, sintiendo mi corazón latir aún con más fuerza— Y si tuviese que hacerlo miles de veces más, ni siquiera lo dudaría. Idiota.
—Eres una... —gruñó con algo de gracia y algo inseguro de sus palabras— ugh. Un encanto cuando quieres.
—Lo aprendí de ti.
—¿De mi? ¿Qué quieres decir con eso? —soltó él, desconcertado— ¿Qué no siempre soy un encanto?
—Las cosas como son... baka.
Aquello último lo solté en un canto burlón, a lo que Obito se hizo el ofendido. Segundos antes de que comenzara a correr de sus constantes amenazas de asesinarme por haber dicho aquello —en el buen sentido, obviamente—. Para él parecía imposible atraparme antes cuando esto sucedía.
Pero con el kamui...
—¡Eso es trampa! ¡Maldito idiota!
Obito rió, sujetando así con ambas manos las mías sobre mi cabeza en el césped mientras que con sus piernas impedía mi escape. Pretendí morder sus brazos, pero él era bastante astuto y ahora parecía hasta tener más fuerza.
—Las cosas como son... baka. —imitó mi voz con gracia, para luego reír ante mi rostro de molestia fingida.
—Antes yo ganaba este juego, no es justo...
—Antes tenías ventaja con tu hiraishin, pero mi abuela me ha regalado algo mejor ¿Lo notas?
—Estúpido y malacatoso sharingan, lo aborrezco.
Entonces él comenzó a reír como un desquiciado.
—Desde que Izumi pateó tu trasero, has odiado ese dojutsu a muerte... —soltó entre risas— Irónico es que ahora tú también lo tengas. El karma existe ¿No crees?
Entonces no lo aguanté, quité mi rostro de enfado y dejé de forcejear para reír en paz. Porque lo necesitaba, y porque era cierto. El karma me estaba jugando una muy mala pasada.
Y solo podía reírme de ello.
—Puto sharingan y sus malditos genjutsus.
—Pero ahora me comprendes un poco más ¿O no?
Ambos paramos de reír tras esas palabras simultáneamente y nos observamos a los ojos. Él con su ojo azabache y sus labios finos en una línea recta, mientras que yo tragaba saliva por la cercanía que Obito estaba teniendo. Su aroma...
Asentí.
Claro que ahora lo comprendía. Todo es más intenso... incluso los celos. Todo.
—Extrañaré esto ¿Sabes? —murmuró luego de unos segundos, acercándose aún más a mi rostro. Su respiración por poco chocando con mis labios entreabiertos.
—¿Por qué tienes que marcharte?
Y aunque lo aceptara, no lo quería fuera de mi vida.
—Volveré, lo prometo. —dijo— Aunque dejemos este juego que no tuvo fin.
Entonces, nuestras distancias se acortaron poco a poco y sentí algo llenar mi vacío. Ese vacío de no tenerle cerca, de no saber si me perdonaría alguna vez y podría apostar lo que fuese... que el suyo también estaba completo. Aunque no estuviéramos juntos, era un hecho innegable el que nos amábamos.
Tal vez... esta sería la última vez.
—¡Obito!
O al menos eso creí. Demonios.
Apenas estuvimos a punto de chocar nuestros labios, la voz de Madara nos interrumpió. Logrando que solo quedásemos ahí, estáticos.
—Te has retrasado más de la cuenta, ya deberíamos habernos ido. Levántate de ahí.
Abrí mis ojos con frustración y le observé, soltando un enorme suspiro en cuanto le vi separarse de mí con una leve risa y sus ojos en blanco de fastidio. No eran momentos juntos si alguien no nos interrumpía, también estaba segura de eso.
Incluso si fuese Madara-sama. Parecía tradición.
—Gomen, Madara-sama. —dijo, en cuanto se ponía de pie y estiraba su brazo para que lo tomase— Ya me iba.
Me puse de pie con su ayuda, y saludé con la mano a aquel hombre al cual tanto temía y también a quien estaba a su costado. Él estaba junto a Izuna, quien parecía tener la mirada ida de lo que parecía hacer su padre y solo sonrió hacia mí. Ambas manos dentro de sus bolsillos.
—Bueno... —balbuceé, antes de tomar el libro que Obito me había devuelto desde el suelo— supongo que este es el adiós.
Madara soltó una leve risita irónica. Cosa que me extrañó un poco.
—No te apresures, Izune. —dijo— Puedes acompañarnos a las afueras del bosque si quieres, luego te vienes con Izuna ¿O tienes algo más que hacer?
—¡No! —exclamé, a lo que Obito rió. Cosa por la cual enrojecí— Digo... no, no tengo más que hacer. Madara-sama.
—Entonces... ¿Qué esperamos? —comentó el Uchiha mayor, descolocándome un poco por su enorme sonrisa. Jamás le había visto sonreír así— Obito, ya sabes qué hacer.
—Hai.
Dicho aquello, sentí como una fuerza magnética nos absorbía como aquel día en que Ukitake llegó. Todos apareciendo casi por inercia a las afueras del bosque gracias al kamui de mi confidente.
No. No quería.
¿Realmente estaba dejando Konoha?
Había un sendero al frente de nosotros, uno bastante amplio de tierra y hojas secas. Luego vi como Madara por primera vez abrazaba a su hijo. Y también, como Óbito sonreía a pesar de todo lo que pudiese estar sintiendo en ese momento. Ese era el Obito que yo conocía.
Al que tanto... amaba.
—Ahora si supongo que... —hablé, mordiendo suavemente mi labio inferior— ¿Adiós?
Él se volteó hacia mí, y sentí varias cosas revolverse dentro mío al ver esa sonrisa tan peculiar suya. Caminó dos pasos, y me tomó de los hombros. Cosa por la cual cerré mis ojos por inercia, a la espera del beso que tanto deseé y creí que sucedería antes. Porque pensé que me besaría.
No obstante, el idiota de Obito lo había hecho de nuevo. Me había dejado con la trompa al aire.
—¡Baka! ¡No me ilusiones así! —exclamé, muerta de vergüenza al oír las risas de Izuna a mi costado y también las de Obito frente a mi.— ¡Menos en frente de Izuna y Madara-sama! ¡Dios!
—Amo hacer eso. —rió, segundos antes de besar mi frente con suavidad y abrazarme de igual forma— Volveré, lo prometo. Ten cuidado, no dejes que el fantasma de Yoshiro te atormente. Lo sabes.
—No lo dudo.
Dicho aquello último, él se separó de mí y comenzó a andar a un paso rápido para alcanzar a Madara; quien al parecer ya se había adelantado sin siquiera decir algo. Aunque, tras unos segundos pude ver cómo levantaba su mano en señal de adiós.
Entonces, no lo resistí;
—¡Ten cuidado allá afuera, Bakabito!
Le vi frenar unos segundos y volteó a observarme.
—¡Tú también cuídate, Bakazune!
Entonces, tras unos minutos les perdí de vista en medio de los árboles. A ver cuánto aguantaría sin verle la cara a ese grandísimo idiota. No podía creerlo.
Desde hoy... estaría sola en esto.
Izuna suspiró a mi costado, cosa por la cual no pude evitar observarle. Tenía que dejar de pensar, realmente eso afectaba mis entrañas y tenía ansias de llorar.
Porque vaya que lo extrañaría, pero no... no sollozaría en frente de Izuna.
—¿Le diste el pergamino al Hokage? —cuestionó en cuanto caminaba, tragando saliva con cierto nerviosismo en su voz.
—Sí, tardé en hacerlo pero lo hice ¿Por qué?
—Tampoco te fíes de Obito.
—¿Eh?
Ahora estaba confundida.
—Díselo de mi parte.
Entonces, él comenzó a caminar para regresar a la aldea con manos en sus bolsillos. Me costó unos segundos asimilar sus palabras, sin embargo, le seguí. Incluso si tuviese mi vista hacia atrás de vez en cuando.
Porque sí, estaba dejando todo atrás. Toda esta incertidumbre y misterios, olvidados o no. Todo en camino del destino, y esto tal vez... era algo nuevo. El fin de una etapa, una que bien podría ir en ascendencia o peor de lo que ya era. No estaba segura.
No obstante, de lo que sí estaba segura es que esto... esto era el nuevo comienzo.
Fin.
// Espero que hayan disfrutado el final, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
¡Hola! He tardado, últimamente lo hago por diversas cosas pero... finalmente esta etapa termina y espero de todo corazón que esté final no haya sido cutre como pensé que podría llegar a ser. Pues como lo han notado es un final algo abierto y tranquilo, pero hay razones para ello (ejem, epílogo) y... nada más me queda preguntar ¿Qué les ha parecido? ¿Han quedado dudas? Me da miedo preguntar eso kskdkd porque sé que quedaron dudas.
Quería dar gracias también y decir un montón de cosas, pero mejor he preferido hacerlo en un apartado aparte (valga la redundancia) y ahí poner todo lo que siento al terminar esto que jamás creí tendría más de 100 visitas. (Porque sí, al principio no le tenía fé a esta historia).
Aún así, todo esto es gracias a ustedes que me animaron desde el principio a continuar. Porque sí, yo escribo para mi propio gusto pero también tomo en cuenta a las personas que se dan el tiempo de leer algo mío sin que nadie les obligue. Y que encima, apoyen, voten, comenten o simplemente lean en silencio.
Es simplemente... fantástico.
En fin, no lo alargó más porque sino lloraré y me pondré cursi, ahre. Así que, nada más que agradecerles por acompañarme en este largo camino y que tengan una hermosa noche (o día), son de lo mejor❤️.
¡Nos vemos en el epílogo y en la sorpresa, adiosín! ❤️❤️
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