sesenta y siete; epithymía.
"El arte de ser sabio es el arte de saber qué dejar pasar por alto..." William James.
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Izune Senju.
¿Cómo saber lo que está bien o mal? ¿Cómo intentar que el agujero no te lleve por mal camino? Oye, es tentador y lo sabemos. Es como un aura que te desgarra el alma y te dice "Oye, ¿Para qué seguir? ¿Siquiera importa?" Te sientes vacío, no sabes quitar las paredes e ignorar lo que está en tu cabeza.
Estás... inquieto. Te comprendo.
Hace unos minutos había llegado a mi hogar, esto luego de dejar a Shisui en el hospital a cargo de Itachi. Porque yo no me atreví a siquiera tocar su cuerpo o pedir disculpas por lo sucedido. No obstante, apenas ingresé a casa quise salir y marchar lejos. Lejos de aquí.
No ver a nadie, o explotaría de mala manera por todo. Mi vaso de agua realmente estaba llegando a su límite y me preocupaba en lo más profundo.
Sobre todo por quien estaba esperándome a por una explicación apenas puse un pie en la entrada.
¿Es el entorno? ¿O eres tú? No lo sabes, pero estás ahí. Sin embargo, no... eso no es lo peor de todo. Lo peor es sentir que la has cagado hasta el fondo y aunque hagas lo que hagas ya nada volverá a ser lo mismo.
Cuando haces daño, a quien más le duele es a ti. Quizás soy solo yo, o no lo sé. Pero todo era tan irreal que ni siquiera podía mirar directamente a quien ahora me enteraba era mi verdadero padre. Y no mi hermano.
Él hablaba, —o más bien, gritaba— él estaba frente a mí con ese semblante que siempre solía tener cuando se enfadaba y yo... joder, no oía nada de lo que estaba diciendo. Yoshiro, Ukitake, Uryu, Shisui... Obito. A fin de cuentas siempre terminaba dañando a alguien, hiciese lo que hiciese.
Pensaba en ellos todo el tiempo, siempre. Pero con todo lo sucedido hacía pocas horas y con la falta de sueño, todo parecía afectarme más de la cuenta. Sobre todo en Obito, a quien jamás quise dañar de esa manera. Pues sin él yo...
Solo era una escoria más en el mundo, una escoria con traumas por su pasado inquieto en misiones y pérdidas. Quizás ni siquiera era digna de ser llamada shinobi, siempre pensaba en los demás... pero nunca de la manera correcta y siempre terminaba en una desgracia.
No podía proteger a nadie, y era una marrana.
No, yo no debería de pensar así. Eso lo sabía con certeza. Pero sus palabras... clavaban como cuchillos. Tobirama siempre sabía como sacar lo peor de mi, y en estos momentos lo estaba logrando. Como siempre.
—Tobirama, deberías calmarte. No es momento para...
—¡Calla, Hashirama! ¡¿O acaso lo sabías tú también?! —él estaba furioso, lo sabía con certeza y no podía evitar el pegar un brinco cada vez que él alzaba su voz. Esta no era como otras veces, no... — ¡Ambos! ¡Ambos son unas basuras mentirosas e hipócritas! ¡Se han estado riendo en mi cara todo este puto tiempo y...
Tragué saliva, mordiendo mi lengua por el simple hecho de no querer estallar en bronca o mal agüero hacia él. De no querer saltar y gritar como solía hacerlo antes, ambos estallando entre sí por cualquier cosa hasta que Hashirama hacía su presencia y frenábamos al cansar.
Pero esta vez era diferente.
Me sentí y lo sentí diferente, me sentí sucia. Una completa marrana y una zorra, incluso si ese no era el tema principal de todo lo que líaba mi pequeña cabecilla.
—... ¡¿Para eso querías involucrarte tanto con Uchihas?! ¡¿Eh, Izune?! —gritó, esta vez en frente de mi rostro. A lo que presioné mis puños y no doblegué mi postura un solo segundo— ¡¿Para ir y luego coger con quien se te pega la gana?! ¡Obito, Shisui! ¡¿Quién más sigue ahora?! ¡¿Izuna?! ¡¿Itachi?! ¡¿Sasuke?! ¡Dilo de una puta vez y...
—¡No me trates de zorra!
Di el primer empujón, mis ojos cansados de querer llorar y reflejar la impotencia o debilidad que podría sentir en ese momento. Hashirama me tomó del brazo enseguida, y empujó al peligris lejos de mí, esta vez tornándose algo serio con la situación. Él también había notado que ahora todo era diferente.
Aunque ninguno pareció prestarle atención.
—¡Eso es lo que estás pareciendo con la estupidez qué haces, Izune! ¡No me dejas alternativas, joder!
—¡No! —grité, algo desatada e intentando zafarme de Hashirama para propinar algún otro golpe— ¡No me trates de zorra cuando tú fuiste el capullo que se cogió a la mujer de Madara-sama! ¡Tú fuiste el que la embarazó y ni cuenta se dió! ¡Tú fuiste el capullo sexópata! ¡Tú!
Él soltó un gruñido, acercándose a mí con ese enorme chackra que él poseía. Jamás lo vi tan molesto como en este entonces.
—¡Eso es diferente, eran tiempos distintos y Kei sí que era una zorra! —bramó, dando un breve empujón a mi hermano mayor para enfrentarme— ¡Tú no sabes nada, eres una ingenua! ¡No entiendes!
Solté una risa, una demasiado amarga y burlona ante lo que estaba diciendo. Y Hashirama me dedicó una mirada para que no dijese nada más, dejarle hablar solo como de costumbre. Pero no podía, esto era demasiado.
—¡Esa zorra! ¡Esa maldita zorra Tobirama, era mi madre! —mi voz se quebró un segundo, pero mi postura jamás y Tobirama soltó un gruñido— ¡Y aunque no te guste la idea es cierto! ¡Ella es mi mamá! ¡No puedes mantenerme virgen hasta los noventa años, Tobirama! ¡¿Tú cuántos tenías en ese entonces, dieciséis?! ¡Por Dios, no seas cara dura y no me vengas a joder con esas mierdas!
—¡Eres una estúpida, ni siquie...
—¡Basta, hermano! —exclamó Hashirama, alejándolo de mí enseguida al haber pretendido acercarse como un animal— ¡Esto no es importante ahora!
No pude evitar el mediar una leve sonrisa de victoria, a pesar de lo mal que me sentía emocionalmente con todo esto. Odiaba discutir, y más ahora. Sin embargo, aquella línea curvilínea fue disipada por el fuerte apretón de Hashirama, quien me obligó a mirarlo a los ojos. También estaba molesto, y mucho.
—Va para los dos. —espetó, firmeza y determinación su voz.— Tú maestro está en prisión a cargo de anbu's en este preciso momento, y creemos qué hay alguien más apoderándose de esto. No sabemos qué es lo que trama así por favor preocúpense de lo que realmente es importante y frenen esta estupidez de una buena y maldita vez. Izune puede coger con quien se le pega la gana y Tobirama tuvo sus razones para hacer lo que hizo, no vengan con idioteces ahora ¡¿Quieren?!
Vi su semblante serio, su respiración algo agitada mientras mantenía ambos brazos estirados para evitar que me acercase a Tobirama o viceversa. Pocas veces le veía en modo de batalla en casa al castaño, y esta era una de ellas. Solo por esa razón preferí hacer caso a sus palabras.
—Hashi-nii yo...
—No soy tu padre, ni lo voy a ser. —mi cuerpo se tensó por completo al oír a Tobirama, su voz igual de despreciable que siempre y mi pecho también se apretó al oír semejante cosa— Y Kei no es tu madre, ella no te crió así que quítate ese puto pensamiento de la cabeza. Olvídate de toda esa mierda de una buena vez. Porque si te piensas que haré el papelón de papi reconforta a su hija estás equivocada. No estoy para estupideces ni pienses que lo voy a hacer. Me das asco en este puto momento y...
—Tobirama, ya, te estás pasan...
—Déjalo, Hashi. —interrumpí, mi mandíbula demasiado tensa a la vez que rechinaba mis dientes y por fin le observaba. Él lucía irreconocible, me hablaba como si yo fuese un shinobi más al cual eliminar— Que así sea, porque tampoco pensaba llamarte padre. Estás bien lejos de serlo y jamás lo serás. Porque eres un puto amargado sin sentimientos, un egoísta y un ególatra que sólo piensa en sí mismo. Así que si, métete la palabra padre por donde te caiga. Es más fácil para mí.
Él no movió ni un solo músculo de su cuerpo o de su rostro durante unos cuantos segundos, aunque luego medió una leve sonrisa para cruzarse de brazos.
—¿Más fácil para ti, o más fácil como tú?
Eso colmó toda la calma que estaba manteniendo e intenté zafarme de Hashirama de inmediato. Pues, él realmente estaba colmando mi paciencia y jugando con mis emociones, dando justo en el blanco en cada momento y no sabría cuánto más duraría mi compostura. Me sentí débil, poco valorada ¿Cuándo iba a ser suficiente, o digna, para Tobirama? Al parecer, con lo sucedido ahora... jamás.
De nada sirvió vivir acorralada a sus ideas, de nada.
Mordí mi labio inferior, mi vista conectando directamente con la nada a la vez que presionaba mis puños ¿Hasta cuando?
—Izune. —habló mi hermano mayor, sujetando una de mis muñecas mientras oía el viento que significaba la ida de Tobirama— Izune mírame.
Tobirama al parecer no fue capaz ni de decir adiós, él simplemente se fue a quien sabe dónde con ese cuerpo inquieto que él traía. Y mi corazón se quebró unos momentos. Solo por ello... me lancé a los brazos de Hashirama.
Él se sorprendió.
Lo apreté con mucha fuerza, mientras mordía mi labio inferior y sentía su aroma inundar todas mis fosas nasales. Él correspondió enseguida, ambos en silencio mientras observábamos el sol comenzando a entrar por la ventana.
Había sido mi peor noche, eso sin duda.
—No soy una zorra, Hashirama. —gruñí, presionando mis puños ante la idea y sobre todo las ansias de llorar. Pero no, no iba a hacerlo— Yo no quería follar con Shisui, te lo juro. Me estaban controlando y...
—Te creo, tranquila. —dijo él, tornando su cuerpo en una voz cálida que tanto extrañé durante mi niñez— No te preocupes de eso ahora.
—Pero Tobirama, é-él...
—Solo está molesto, no tomes en cuenta sus palabras. —espetó, acariciando poco a poco mi cabello sucio— Por ahora deberías descansar, has tenido una mala noche. Ya podremos hablar de esto cuando él supere el hecho de que no eres virgen, sabes cómo es...
—Si pero... esta vez realmente lucía enojado, como aquella vez en la que...
—Sí, pero es normal. —interrumpió una vez más, soltando un breve suspiro— Él también está asimilando todo, debes entender un poco su posición. Que le digan que eres su hija es casi lo mismo que cuando a ti te hicieron saber que era tu padre. Está... en esa etapa de aceptación ¿Entiendes? Solo es cuestión de tiempo.
Sonreí levemente y asentí con la cabeza, sin mostrar mis dientes en el pecho de Hashirama y sintiendo una última gota caer por mi ojo derecho. Es increíble como uno de mis hermanos puede hacerme sentir plena, mientras que él otro me hace sentir mierda con solo dos frases. Irónico, ¿No?
—¿Cómo era Kei?
Su cuerpo se tensó apenas solté esas palabras, y ni siquiera supe el por qué. A mí me interesaba el tema, sí, pero no en este momento.
Enseguida, el castaño se soltó de mis brazos y acomodó su ropa con sus manos. Carraspeando un poco antes de mediar una sonrisa algo cansada e incómoda hacia mí.
—Ve a descansar, luego hablaremos de eso... —dijo, a lo que tan solo asentí mientras acariciaba mi codo suavemente— Yo iré a verificar cómo van las cosas por ahora, pero descuida, volveré para desayunar.
Asentí una vez más, dando un suave suspiro.
—¿No puedes quedarte aunque sea un segundo más?
Él se estaba volteando justo para marchar, cosa que frenó por mis palabras de inmediato. Realmente no quería quedar sola en estos momentos, para nada. Menos con todo lo que ocurría alrededor y sin Obito dentro de mi hogar como para sentirme un poco menos solitaria.
Obito...
Mi corazón tronó al pensar en ello.
—Hashi-nii...
Él quedó en ese lugar por un rato, hasta que finalmente pareció darse por vencido y tras un suspiro se volteó ante mi otra vez.
—Solo un rato, realmente debo ver cómo está todo en la aldea.
Sonreí de lado, tomando su mano enseguida para guiarlo a mi habitación en un soplido con el hiraishin. No obstante, no estaba segura si podría dormir con semejante luz, pero algo había que intentar ¿No?
Ya luego me ocuparía de todo, pero por ahora... realmente necesitaba un descanso y sobre todo quitar el dolor de la espada, aunque fuese solo unos minutos para más tarde ir en busca de Obito.
Obito, realmente espero que estés bien...
«...»
Goteras, poca luz y enormes piedras era lo único divisible en aquella cueva. Los Zetsu dormían plácidamente mientras Madara hacía su trabajo, incluso si solo había llegado unos minutos atrás.
Todo tenía que salir de acuerdo a sus ideales, Obito no podía quitarle tal hecho.
—Atrévete a usar el kamui y te olvidas de tu existencia. Te lo advierto.
Enojo. Aquellas palabras que habían salido directamente de la boca de Madara lo habían hecho exactamente con mucho enfado hacia el chico adormilado que tenía en frente apenas despertaba; Óbito.
Quien no parecía hacerle caso en ningún momento desde que habían dejado el bosque y era de esperarse viniendo de su parte. Incluso si le hubiese dejado inconsciente antes, con aquel golpe no pretendía doblegar su postura, y solo por esa razón había tenido tiempo suficiente de llevarlo hasta la guarida sin queja alguna. Si no, hubiese sido imposible.
Madara estaba seguro de ello.
Pero ahora que su sobrino despertaba y no escuchaba nada de lo que pudiese decir para tranquilizar la situación al verse aprisionado, estaba el hecho en que el muchacho podría teleportarse cuando quisiera, y el mayor... no podría hacer mucho contra semejante detalle. Más que solo tenerlo amarrado sobre las ramas de su árbol con células de Hashirama y unas cuantas cadenas.
Su brazo poco a poco iba regenerándose. Aquello le hizo sonreír.
—...¡¿Por qué estoy aquí cuando el otro puede caminar sin problemas?! ¡Él merece morir, joder! ¡¿Por qué no lo entiende, Madara-sama?! —gritó el anbu de cabellos negros, desatado completamente frente a la imagen de un enfadado Madara— ¡Si no hubiese llegado yo ya...
—Lo habrías asesinado, sí. —interrumpió a voz firme, sus puños demasiado apretados ante la estúpida idea— Pero nada ganarías con ello, o peor, podrías haber caído en un genjutsu dónde te manejarían como el idiota que eres. No lo sabríamos con exactitud y fue una acción torpe de tu parte, debes admitirlo y ser riguroso con todo lo que está ocurriendo. El kotoamatsukami y el tsukuyomi infinito no son cosas para tomar a la ligera, lo sabes Obito. Además, con este incidente recién me entero que dejaste leves sospechas sobre la rubia ¿Podrías siquiera tener algo de precaución con todo lo qué haces? ¿Acaso olvidaste todo lo que hemos hablado y nuestros planes?
—¡Me vale, me vale lo que digan los demás! —insistió el moreno, rasgando un poco su muñeca al mover con fuerza las cadenas que lo ataban— ¡Ese idiota tenía que morir! ¡Se aprovechó de la situación porque es un maldito desgraciado y sabiendo que ella ya había...
—Suficiente.
Crack. La mano dura de Madara se había estampado con brutalidad en su rostro, sin piedad alguna y dándolo vuelta en un santiamén. Haciendo así también que el Uchiha escupiese un poco de sangre sobre sus talones. Su labio estaba roto, pero su corazón lo estaba aún más y solo por ello no se quejó más que con un solo gruñido.
Se notaba de lejos en sus ojos que pretendía ocultarlo. Dolía, dolía como nunca.
—Izuna está haciendo su parte del trato y espero lo mismo de ti. Aunque aún hay un pequeño detalle que debemos encontrar para superar esta crisis. —dijo el líder del clan Uchiha, esta vez dando un suspiro cabreado al cuerpo tembloroso que tenía en frente— Nos iremos de Konoha dentro de unos días y fingirás no saber algo sobre la rubia hasta que ya no sea necesario. Olvídate de Izune por un mísero momento y coopera en lo que hemos estado buscando. Esto es más importante que una estúpida e insignificante follada.
Obito gruñó, escupiendo o intentando hacerlo sobre Madara con demasiado enfado. Y sí, bien podía utilizar el kamui para escapar como se dijo anteriormente, pero también sabía que no podía tomarse a menos las palabras de su sombrío y frívolo tío. Obito aún tenía una poca de moral en sus entrañas.
Y quería proteger a Izune.
—¿Y qué si yo no quiero irme o seguir sus putos ideales? —respondió de manera despectiva, su mandíbula demasiado tensa y su vista nublándose un poco— ¿Qué es lo que hará? ¿Asesinarme?
Madara se llevó una mano a la sien, un tanto frustrado al oír como el azabache intentaba zafarse de las cadenas una vez más y no estaba comprendiendo la gravedad de la situación.
Gracias a dios no había utilizado el kamui.
—La cosa es simple, Obito. —intentó explicar a dientes rechinados— Te comprendo, créeme. Realmente entiendo tu posición. Estás molesto. Quieres mucho a la chica y lo que ella ha hecho con el otro te ha llegado hasta el fondo. De verdad comprendo esa sensación de traición que tú estás sintiendo con ella o las ansias de asesinar a Shisui en este preciso momento. Pero hay que ser realistas y tener prioridades; las cosas están complicadas, afuera y aquí. Lo sabes. Necesitas despejarte y desconectar de lo que es Izune en sí por ahora, porque lo tuyo puede llegar a transformarse a otra cosa que no es amor y tampoco es algo que importe ahora. Por favor no seas un idiota ahora que he puesto mi fé en ti.
—¡Yo no le obligué a poner su fé en mi! —gritó el azabache, a todo pulmón mientras sentía su alma desgarrarse— ¡Si soy un juguete roto pues venga, ya no quiero nada de esto! ¡Solo púdre...
—¡Si asesinas a Shisui te irás preso! ¡Preso, Obito! ¡Te enviarán al cuartel de inteligencia para mirar tus recuerdos y todo habrá sido en vano! —respondió el de cabellos largos, sujetando con fuerza lo que era la ropa de Obito al perder la poca paciencia que tenía— ¡¿Eso es lo que quieres?! ¡¿Acompañar a Ukitake en su celda mientras el otro se sale con la suya?! ¡¿O pretendes que nos echen la culpa de cosas que no hemos hecho y pasar toda una vida a manos de Hashirama?! ¡Piensa con la cabeza de una buena vez, demonios!
Óbito tragó saliva, para luego morder su labio inferior y evitar el soltar alguna lágrima de impotencia frente a Madara. En cierto punto él tenía razón. Si asesinaba a Shisui, el más perjudicado no sería el fallecido. Sino, él.
—Toma tus cosas y actúa normal, —habló el de cabellos largos y capucha, soltando la playera del azabache bruscamente para dar un bufido cabreado— vete de aquí.
—Pero yo...
—Vete.
Madara tomó ambas muñecas del pelinegro y desató aquellas cadenas que le cubrían, dejándolo caer al piso como un enorme saco de papas. Óbito no se movió de su posición y respiró un tanto agitado ¿Qué haría al ver a Izune? ¿Enloquecería otra vez?
—Vete antes que nuestro encuentro se torne sospechoso. —rechinó, pateando lo que era su bandada habitual en su dirección para que la utilizara— Hay alguien más merodeando la aldea, ten cuidado allá fuera.
Obito presionó sus puños en el suelo, recordando las palabras de quien fue su amiga durante tanto tiempo ¿A quién quería engañar? Izune siempre le tuvo ganas al otro. O al menos, eso era lo que rondaba su mente aunque lo evitara con todas sus entrañas. Quería confiar y creer, pero su cuerpo no se lo permitía.
¿Por qué no podía quitarse esa idea de la cabeza? ¿Por qué?
—Madara-sama... —murmuró, cortando el silencio sepulcral que se había formado entre ambos. Madara frenó el paso— ¿Q-qué hizo... cuando Kei se acostó con Tobirama?
El azabache de cabellos largos presionó sus puños, sin querer observar a su sobrino que yacía en el suelo. Él siempre realizaba preguntas tan... contundentes. Cosas que no iban al caso pero que costaba tanto responder. Siempre era lo mismo.
Y entonces se recordó, ella no tenía por qué importarle. Madara no la amaba.
—Cuando me enteré, ella ya estaba muerta. —dijo— No fue la gran cosa.
Mentira.
Obito alzó la mirada, queriendo preguntar algo más. Sin embargo, se contuvo ante el dolor de su abdomen. La herida de Ukitake aún mantenía sus efectos, incluso si no tuviese marca alguna de ese hecho y era algo extraño. Esperaba que Izune no estuviese sintiendo lo mismo.
—Ahora que lo sabes, vete. —gruñó Madara, volviendo a caminar hacia el fondo de la cueva— Y procura curar tus heridas, tu chackra está débil.
El azabache suspiró, poniéndose de pie con cuidado mientras que con su brazo hasta la muñeca sujetaba su abdomen y con su única mano ubicaba la bandana en su ojo supuestamente deteriorado junto al protector.
No, no iría a casa de los Senju. Al menos, no por ahora... o enloquecería.
«...»
Pocos rayos de luz ingresaron por la ventana, mientras que ninguno de los dos se percató de haberse dormido en lo que era el sofá del pequeño hogar de Kakashi. Hablando junto a Izuna y luego recordando... se les pasó la vida.
Rin mantenía su cabeza en el hombro del peligris, mientras que Kakashi solo tenía su cabeza hacia atrás y también dormía plácidamente. No obstante, las ganas de orinar fueron más fuerte que el ninja excepcional de máscara en su rostro. Por muy cómodo que estuviese.
Abrió sus ojos lentamente, observando todo a su alrededor mientras se estiraba y rascaba su cabellera o tallaba sus ojos con un bostezo. Luego, posó su vista hacia el costado y sonrió. Rin lucía demasiado tranquila y angelical en ese estado, preciosa. Y aunque estuviese algo dolido por la partida de Tsunade hacía Sunagakure con otros del cuerpo médico, no podía evitar el pensar en lo mucho que extrañaba a Rin.
Y el Hatake odiaba cuando Obito tenía razón.
—Ah... —suspiró— Siempre terminas haciendo todo con nada.
Era cierto, porque mientras más natural y espontánea fuese, con esa alegría que a ella la caracterizaba a él lo ponía de todas maneras. No en el ámbito sexual, para nada. Pero se había olvidado lo lindo que se sentía el tener un apoyo, porque Tsunade solo era... sexo.
Suspiró de nuevo, recordando a la rubia de pechos voluptuosos.
Izuna les había relatado con lujo y detalle el cómo su novia había sido llamada por la aldea vecina junto a otros médicos, que todo había sido en sumo secreto porque el Kazekage no quería que nadie supiese su condición. Y aunque fuese extraño para Kakashi, sintió un poco de alivio.
Alivio.
Sí, él no podía evitar el sentirse mal consigo mismo por pensar así. Pero recién se enteraba que aunque quisiera mucho —demasiado— a la Senju, él no la amaba más que por sus grandes senos. Y por lo buena que era en la cama.
Si Obito tan solo oyera mis pensamientos... Se dijo, con algo de frustración y cierta gracia mientras se ponía de pie con dirección a su baño en busca de hacer sus necesidades, y también a lavar su rostro. Lo normal.
Era muy temprano aún para tener que levantarse, o quizás... solo lo pensaba así por tener a Rin en casa. No estaba seguro.
Mientras tanto, en el living de aquel departamento ya despertaba la muchacha de igual forma. Algo incómoda en aquel sofá y con su chaleco jounin que apretaba su cuello un poco. Solo por ello se lo quitó junto a su protector, quedando así sólo con playera y sus pantalones negros.
"¿Hace cuanto que no venía al apartamento de Kakashi?" Se preguntó, inquieta y sintiéndose vulnerable al aceptar el trato de Kakashi con tal facilidad. Tanto tiempo queriendo joder a Izune o Izumi por cosas absurdas, habiendo tenido tanto junto a su compañero de equipo. Se sintió torpe.
Pero se recordó, él la había engañado. No podía dejarse guiar tan fácil. Por mucho que la tentación estuviese frente a sus narices.
—Dora, presiento que alguien viene. —escuchó decir desde el baño— ¿Estás despierta?
Rin suspiró, poniéndose de pie para observarse al espejo y arreglar aunque fuese un poco sus cabellos. Kakashi no podía verla así.
—Que no me llames así te digo. —gruñó— Pero sí, estoy despierta. Aunque no han golpeado la puer...
Toc toc. Dos golpes se hicieron presentes en la puerta, haciendo rodar los ojos a la castaña y que fuese con intenciones de abrirla. Sin embargo, apenas intentó abrir aquel trozo de madera, un remolino se hizo presente a su costado. Logrando así que Rin pegase un gran brinco.
—Demonios, Obito. —por poco exclama, llevándose una de sus manos al pecho. Aunque luego reaccionó frente a lo que había hecho su antiguo compañero de equipo— Espera, ¿Desde cuando tú tienes esa habilidad y por qué estás aquí? ¿Qué te ha ocurrido en la cara?
—A ver a ver, en primer lugar ¿Por qué estás tú aquí? —contraatacó el azabache, confundido— Y segundo, así nací ¿Problemas con eso?
Enseguida, la puerta del baño no tardó en abrirse para dar pie a la imagen de un semidesnudo Hatake. Obito soltó un suspiro y luego un leve quejido ante el dolor de su abdomen.
—Luces fatal ¿Te arañó un gato?
—Ja ja já, chistoso. —bufó el pelinegro ante la burla de su compañero, segundos antes de voltearse hacia Rin con una breve sonrisa— Bueno, aprovechando que estás aquí ¿Podrías curar mis heridas?
Kakashi entrecerró sus ojos y le analizó unos segundos, dejando así la toalla que había ocupado para secar sus manos sobre el mango del sofá.
—¿Qué ocurrió? —cuestionó el peligris, una vez el azabache se sentaba y tiraba su cabeza hacia atrás a la espera de Rin— Hashirama-sama y Minato-sensei nos han dicho que el maestro de Izune está vivo, además de todo el desastre que ocurrió. Pero que no me preocupase porque Madara-sama llegó a tiempo. Pensé que estarías bien, no así...
Obito resopló en el aire, mientras Rin mordía su dedo pulgar y cruzaba su brazo, también esperando una respuesta. De pronto se ponía nerviosa con todo el caos del clan Uchiha. Quizás no era algo que hubiese que tomarse tan a la ligera.
—No crean lo que diga Hashirama-sama, siempre le baja el perfil a las cosas ¿Saben? —dijo, algo cabreado— Ukitake-sensei es más ágil de lo que todos piensan, si él no se hubiese rendido a tiempo probablemente Izu-Izune estaría muerta y yo también.
Kakashi asintió, procesando toda la información que recién recibía aparte de la anterior en cuanto buscaba los cuerpos. Se preocupó, pero no dijo algo sobre ello.
—¿Y? ¿Piensas dejarme morir aquí? —habló hacia Rin, intentando sonar gracioso como siempre al notar que no se movía de su posición. Pero por todos los sucesos anteriores era más que obvio que no podía.
Estaba destrozado.
—Cúralo, por mientras iré a por un vaso con agua. —comentó el peligris, observando la mirada perdida y apagada de su amigo— De seguro Obito viene deshidratado.
—Hai.
Enseguida, el Hatake desapareció en su cocina mientras Rin finalmente se acercaba a la postura del azabache y tanteaba su rostro, brazos y abdomen en busca de heridas o magullones. Aunque pegó un grito al ver que le faltaba una mano a su cuerpo.
—¡¿Pero qué rayos te pasó aquí?! —exclamó, causando la leve risa del pelinegro. En cierto punto le recordaba a viejos tiempos, y... a Izune. A su mejor amiga.
Cuando todo era risas y juegos, cuando eran solo amigos y algo más, donde nada se interponía en ellos. Entonces, el azabache no pudo evitar el tragar saliva de tan solo recordarlo.
¿Ella se acordaría?
—Se regenerará, no te preocupes de eso. —dijo, su voz algo apagada— Mi abdomen es el que me preocupa, porque me ensartaron una espada de como mil metros y... bueno, ya entiendes.
Rin parecía sorprendida.
—¿Hablas en serio?
—Ajá.
Obito subió lo que era su playera hasta bajo sus pectorales para que así la ninja médico pudiese revisar con exactitud y solo dio un suspiro. Poco después apareció Kakashi con el vaso en mano, entregándoselo al azabache enseguida y éste lo aceptó sin problemas. Tragando de inmediato.
Sí, realmente estaba deshidratado.
—Gracias, Kakashi. —dijo, una vez se lo terminaba de golpe mientras sentía las manos de Rin sobre su oblicuo y abdomen. Tanteando.
Sus manos estaban tibias. No como las de Izune.
—Obito, no tienes herida de espada en ninguna parte ¿Me estás tomando el pelo? —cuestionó la castaña con su seño fruncido, al no encontrar algo sangrante que pudiese ser lo que él había dicho.
Obito negó con su cabeza, algo cabizbajo.
—Es larga la historia, pero la cosa es que si pasó y estoy comenzando a creer que por dentro es el problema, o quizás es la impresión. —explicó, o intentó hacerlo, y la castaña tan solo asintió, volviendo así en su búsqueda con confusión— Por cierto, Kakashi... ¿Puedo quedarme aquí hasta que me vaya?
El peligris frunció el seño de inmediato, confundido.
—¿Irte? ¿A dónde te vas?
—¿Eso es un no? —soltó el azabache, algo cansado y frustrado. No quería explicar esa parte de la historia.
—No, puedes quedarte el tiempo que quieras. —respondió el Hatake con la confusión evaporando de sus poros, observando así de re-ojo a Rin al verla utilizar ninjutsu sobre el abdomen del muchacho— Pero eso de que te vas se me hace extraño... y que prefieras estar conmigo antes que con Izune también. Porque vaya, no es algo que suceda siempre.
—Quítate la playera, tienes coágulos de sangre.
Obito observó a Rin y tan solo hizo caso a su sentencia, dejando que ella hiciera lo que fuese necesario con su cuerpo. A él ya todo le daba igual. Solo para luego volver su vista hacia Kakashi y tragar saliva, pues hasta pronunciar lo que sucedió le dolía en lo más profundo.
Aún quería asesinar a Shisui.
—Pues... estamos enojados, o yo en realidad... no lo sé. Y sobre lo de irme... —balbuceó unos segundos, rascando su nuca antes de soltar otro suspiro— Madara-sama me ha asignado una misión a largo plazo, de hecho me voy con él en unos días.
Kakashi entrecerró sus ojos, demasiado confundido ante todo lo que oía. Ahora entrando en dudas incluso con lo que Izuna les había hecho saber de la rubia ¿Como saber si aquello era cierto?
—¿Cuánto tiempo más o menos? —preguntó Kakashi, una vez Rin recogía toda esa sangre muerta desde el cuerpo de Obito. Escuchándolo todo.
—Meses, o años... no lo sé. No me dio ese detalle.
—¿Hablas en serio? —soltó la castaña, frenando un poco sus acciones— ¿Y tú te quieres ir? ¿Por eso están molestos con Izune?
Ojalá fuese por esa razón... Se dijo el azabache, un tanto cabreado por la idea que no pretendía dejar su cabeza.
—¿Por qué eres tan cotilla? —soltó, un leve toque de enfado en su voz— Eso no te importa, Rin.
—Obito, no seas cabrón. —reprochó el peligris— Solo te está preguntando... pero parece que está en lo cierto. Si no, no te pondrías así ¿O me equivoco? ¿Qué has hecho esta vez o es sólo por eso de que te vas?
Obito gruñó por lo bajo; rechinando sus dientes. Por la presión ejercida de Rin en su cuerpo y por querer olvidarse del tema. Pues, con todas esas preguntas conseguiría de todo menos olvidar el que Izune había estado con Shisui en la cama practicando sexo.
Necesitaba esa idea fuera de su cabeza.
—Vale, si no quieres decírmelo está bien... —habló el Hatake luego de unos segundos, afirmándose en la pared de concreto con algo de pereza— pero no trates así a Rin, ella solo te está ayudando.
—¿Desde cuando la defiendes tanto? —respondió el azabache de golpe, finalmente sintiendo alivio en sus magullones con las curaciones de Rin y Kakashi enrodó sus ojos. Él estaba insoportable y demasiado a la defensiva.
Algo más había ocurrido.
—No la estoy defendiendo, solo digo. —espetó, esta vez posando dos dedos sobre su sien.— No tienes por qué ser tan borde.
Entonces, los tres quedaron en un breve silencio durante unos minutos tras aquella sentencia, al menos hasta que Obito se decidió en abrir su boca otra vez. No podía quedarse callado.
Y Kakashi tenía algo de razón.
—Izune se cogió a Shisui. —espetó, con asco en sus palabras y su mirada ida en la nada— Ya está, por eso estoy molesto y no pienso volver a esa casa ¿Podemos cambiar de tema ahora?
Sus compañeros de equipo parecían desconcertados ante la idea.
—¿Estás seguro? —balbuceó el peligris, abriendo sus orbes de par en par con algo de sorpresa desde donde estaba, mientras Rin daba un suspiro— ¿Por qué haría algo así?
—Yo que sé, dijo algo sobre control. —respondió el azabache, quitando las manos de Rin para poderse cruzar de brazos y evitar arremeter contra alguien— Izumi la estaba controlando o algo así me hizo saber, pero no tiene lógica... No lo sé, ni siquiera puse atención a sus explicaciones si te soy sincero. Me volví loco y dejé a Shisui en el hospital, o en el mejor de los casos... bajo tierra.
—Dios, dime que no lo hiciste...
—Pues, sí. —respondió el azabache, alzando sus hombros— Y no me arrepiento, pude haber seguido pero Madara-sama llegó y pues... ya sabes.
Kakashi estaba atónito. Sin embargo, Rin quiso evitar comentarios para no hacer sentir mal a ninguno de los dos con su "Se los dije" o dándose la razón por lo que pensaba de antes sobre la peligris y Shisui. Ella sabía que en algún momento terminarían ligándose esos dos, y le jodió en sus entrañas que así fuera.
¿Por qué hacía sufrir a Obito de esa forma? No lo encontraba justo. No cuando su compañero de equipo daba todo por ella. Pero se olvidaba de la pequeña parte en dónde ella hacía lo mismo en su niñez. Aunque nunca se cogió a alguien que no fuese Kakashi, lo había hecho.
—Obito, —habló el peligris una vez más, pensativo al ver que no seguía la conversación— pero si no escuchaste toda su explicación tal vez...
—No, Kakashi. —cortó la castaña hacia su ex novio, sorprendiendo a ambos— Tú sabes de lo que hemos hablado, no le mientas. Si ella se metió con Shisui será porque quiso, no le metas cosas en la cabeza para defenderla.
Obito tensó su mandíbula, inquieto y destrozado por dentro cada vez que nombraban al otro idiota. Él no quería hablar más de eso.
—Pero tú no sabes lo qué pasó en realidad, no puedes llegar y culparla. —intentó defender el peligris, aunque en el fondo estaba algo molesto con Izune por dejar que algo así sucediese.— Quizás sea como ella dijo, o tal vez Shisui se propasó. No lo sé.
—Aunque el hombre sea un marrano, Kakashi. —dijo Rin, haciendo una breve pausa— La mujer es quien tiene la última palabra, y dudo que a ella le haya puesto un kunai en la cabeza para follar o algo. Es ilógico.
—Es lo que digo yo... —murmuró el azabache, captando la atención de ambos— Pero ya da igual ¿Podemos cambiar el tema? O no lo sé ¿Descansar? ¿Dormir? Han de ser las seis de la mañana y estoy algo exhausto. Ya luego voy a buscar mis cosas a casa de Tobirama.
Buscar los rinnegan. O eso quiso decir.
Kakashi soltó un suspiro, cruzando miradas desafiantes con la castaña por meter más leña al fuego. Además, no le agradaba cuando ella y Obito congeniaban en ideas maliciosas, porque siempre eran habladurías de Rin. O quizás... solo estaba celoso.
Sí, celoso de como ella lo defendía.
El peligris no lo sabía con exactitud, porque él pocas veces se celaba o en realidad nunca. Pero esta vez era diferente al sentir que no tenía el apoyo de Rin. Sin embargo, aún así se rindió y quitó esa idea de su cabeza. Era su única alternativa contra esos dos.
—Está bien, iré a por cobijas.
Dicho aquello, el peliplata a pies descalzos se fue hacia su habitación con algo de pereza y pasos vagos. Dejando así a sus dos compañeros solos en el living cruzándose las miradas. Rin se sentó a su costado de inmediato.
Demasiado cerca.
—No te aflijas, Obito. —dijo, abrazando suavemente su brazo para ubicar su cabeza en el hombro del azabache y dar un suspiro. Él no se movió, pero se sintió incómodo— Ella se lo pierde.
—Rin... —reprochó el azabache con frustración, pues realmente quería dejar de pensar en eso.— Dejemos el tema ¿Si?
—Está bien, lo siento...
Minutos más tarde, el peliplateado había llegado con varias cobijas para los tres, este ubicándose bajo ellas a un costado de Rin en el mismo sofá con determinación. Aquello extrañó a los dos presentes, pues él nunca dormía con ellos cuando iban de visita o incluso en misiones.
No había quien más que Kakashi, amando su propia cama antes que pasar una noche en el sofá. Estaban sorprendidos.
—Bakakashi, ¿De verdad prefieres el sofá antes que tú cama? —cuestionó el azabache, algo inquieto al sentir las manos de Rin sobre su abdomen por el abrazo que le proporcionaba.
—Si ¿Alguna queja por eso? —respondió el Hatake, sus ojos levemente cerrados mientras vigilaba aquel par. Rin estaba demasiado cerca de su amigo.
—No, solo preguntaba.
—Entonces... —dijo el peligris—Buenas noches, marrano.
Obito saltó de golpe, sin ponerse de pie con el seño fruncido.
—¡¿Y eso por qué?! —reclamó, a viva voz y haciendo que Rin pegase un brinco. Kakashi suspiró.
—Siempre te he dicho así, ya supéralo. —respondió el Hatake, apegándose aún más a Rin mientras se acomodaba.
El azabache soltó un gruñido, aún estaba cabreado con todo el mundo y las palabras de su amigo no ayudaban en nada.
—Ya da igual, pero el único marrano aquí eres tú.
—Si, si. —musitó, sin importancia— Buenas noches, o días.
Asimismo, el azabache tras otro gruñido prefirió callar e intentó cerrar sus ojos para descansar un momento. O al menos olvidar todo lo sucedido. Sin embargo, no pudo por el simple hecho de no estar en su propio hogar o en el de los Senju. Esa manía suya de no poder dormir en casas ajenas al parecer no se iría jamás. Así que simplemente se quedó observando a la nada, mientras divagaba en su mente o acariciaba sus heridas de vez en cuando.
Realmente estaba exhausto.
O al menos fue hasta que Rin comenzó a bajar su mano lentamente desde el abdomen hacia su ombligo y más abajo, acariciando suavemente sus oblicuos marcados con su dedo pulgar. Él pretendió quitar su mano de ahí, pues conocía a Rin mejor que nadie y si ella hacía tales cosas era simplemente para poner celoso al Hatake.
Y él no estaba para esos juegos, al menos no ahora.
No obstante, la sensación era tan agradable y relajante que simplemente hizo caso omiso ante tal hecho. Mientras ella no bajase más su mano, todo estaba bien para él. Pues, con aquellas caricias hasta sintió cansancio en sus ojos para poder descansar y olvidarse de todo.
Cerró sus ojos—los cuales ya sus párpados pesaban—, mientras su respiración se hacía más profunda pero aún seguía consciente de lo que sucedía alrededor. Solo por ello fue capaz de oír la voz ronca de su amigo, la cual aunque fuese un murmullo entre tanto silencio era audible para sus oídos.
Y lo odió por un momento.
—¿Qué pretendes?
Aquella pregunta había ido directamente hacia Rin, lo sabía. Esto debido a que las cobijas se movieron un poco y sintió como la castaña se alejaba un poco de él. Obito quiso reclamar, pues aquellas caricias lo estaban haciendo dormir y sin ellas lo más probable es que quedase despierto, sin poder descansar ni una sola pizca.
Más si tenía que oír las conversaciones ajenas.
—¿Pretender algo? Solo estoy abrazando a Obito, no te creas que es por ti. —reprochó la de manchas púrpuras en un susurro cabreado— Y ya deja de abrazarme, dios ¿Quién te crees?
Obito tensó su mandíbula con molestia. No podía creer que aunque sus amigos no estuviesen juntos, él seguiría estando en medio de sus dramas. La última vez recibió un kunai en su ojo ¿Qué sería esta vez? ¿Una guadaña? Él ya no quería más, por mucho que le enfadara el tema de Izune.
Igualmente extrañaba estar con ella, sus abrazos siempre lo reconfortaban y con ella podía dormir tranquilo.
Pero ella se había encamado con Shisui.
—Baja la voz, no es algo que no haya hecho antes. Deja que Obito duerma. —murmuró el Hatake, finalmente quitando por completo a la castaña del agarre de Obito. En realidad, a ella del azabache.
Obito soltó un quejido, aunque poco audible para ambos.
—Obito no está dormido y lo sabes, Kakashi-kun. —gruñó la castaña, finalmente rindiéndose ante los brazos del peligris. Él tenía mucha fuerza y ella poca voluntad.
Vamos Rin ¿Dónde está tu dignidad? Se recordó, inquieta.
—¿Me has dicho Kakashi-kun? —soltó, un leve toque burlista en su voz.
—Tú me has dicho Dora, estamos a mano.
Obito presionó sus puños, realmente si comenzaban a follar en su costado él se iría, así de simple. Aunque sería demasiado perro el que Kakashi hiciera una cosa así, Tsunade no estaba en el camino pero merecía algo de respeto ¿No?
Aunque en el fondo, Obito sabía que su amigo la extrañaba y esto era algo fantástico para él. Incluso si no era capaz de admitirlo.
—Oye Rin yo...
—Si vas a disculparte por tu infidelidad, ahórratelo. —cortó la castaña antes de que el Hatake pudiese decir algo— Ya lo he superado, no vales la pe...
El azabache se estremeció ante la acción consiguiente. Besos. Él oía un beso y varios a su costado entre ambos. El sonido de las salivas juntas untándose entre sí lo ponían de mal agüero. Realmente se sintió horrible y sintió hasta nauseas.
¿Cómo podían hacer algo así después de lo ocurrido?
—¿Que no valgo la pena? —escuchó murmurar al Hatake en medio del choque de labios, una vez se separaban y sentía las cobijas moverse poco a poco— Aún llevo tu collar ¿Eso no te dice algo?
—¿Y entonces por qué lo hiciste? —respondió Rin, su voz casi colgando de un hilo al hacer aquella pregunta. Sus manos yendo de manera instantánea hacia los cuadros marcados del Hatake y más abajo.
—Supongo que fui un impulsivo, —dijo— o tal vez un idiota.
Dicho aquello, el azabache ya sintió como la castaña se movía por completo y ubicaba su cuerpo sobre el de su amigo. Solo por el movimiento de las cobijas podía saberlo, y también, por el sonido de sus salivas juntándose mientras sus respiraciones se volvían cada vez más agitadas.
Óbito tragó saliva, y finalmente abrió sus ojos para ver un poco de la escena que le estremecía. Y luego posó su vista en la ventana, frunciendo el seño enseguida. Esto debido a que una figura larguirucha parecía observar lo que sucedía dentro.
Era la sombra de alguien, un hombre.
Entonces, sin dudar un mísero segundo posó nuevamente su mirada en sus compañeros para avisar. Sin embargo, en cuanto miró de re-ojo en tal dirección... ya no estaba aquella silueta; se había esfumado.
¿Qué estaba ocurriendo?
"...Hay alguien merodeando la aldea, ten cuidado..." Se recordó, esta vez algo cabreado ante las respiraciones obvias de Kakashi junto a su ex novia. Todo le recordaba al acto de su mejor amiga junto a Shisui, todo. Solo por ello ya se decidió y pretendió ponerse de pie con el enfado demasiado notorio. Además, la habitación de Kakashi no era mala opción.
Porque si salía de casa, no sabría a dónde ir.
Sin embargo, apenas intentó hacerlo, una mano suave pero con mucha fuerza, lo bajó de golpe hacia el sillón y lo retuvo ahí. El azabache soltó un gruñido al notar de quién se trataba.
—Rin... —reprochó, sin siquiera observarla a puños cerrados— ¿Qué es lo que preten...
Antes de que pudiese decir algo más o quitarse de ahí, y apenas volteaba su rostro para reclamar... resultaba que la castaña le había besado sorpresivamente en los labios. Un beso lento y mojado, pero apasionado. Como se los estaba proporcionando a Kakashi hace unos cuantos segundos.
Quien solo respiraba un tanto agitado por las caricias anteriores de su propia ex novia, mientras observaba la acción hacia su amigo.
¿Qué mierdas era lo que estaba por ocurrir?
// Espero hayan disfrutado el capítulo, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
¡Hola! Ha pasado tiempo ¿No? Jaja en fin, ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad esto del final lo tenía pensado de hace mucho tiempo y me daba mucho hype escribirlo, pero ahora siento que no quedó como quería y🤦🏻♀️ pero bueno jajajaj cosas mías, ya dirán ustedes💕
Cuenta regresiva; 3 capítulos😭.
Eeen fin, Espero de todo corazón que les haya gustado el capítulo y muchas gracias por todo el apoyo que han puesto en esta historia con el simple hecho de ya leer a mí me llena, son de lo más lindo y jamás me esperé tanto 😭 ¡MUCHAS MUCHAS GRACIAS!
Espero que tengan un muy lindo día💕 y de verdad, muchas gracias por todo💕.
Adiosín💕.
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