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sesenta y nueve; término.

"Él había puesto tres puntos suspensivos a la historia... Ella borró dos." Anónimo.
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Pasaron los días, las horas eran un tanto contadas y la incertidumbre era gran problema dentro de la gran Konoha debido al nuevo prisionero que suponía estar muerto hace años. La gente parecía intranquila, y los altos mandos también lo estaban.

En especial Tobirama, quien se veía atareado con todo lo que acaparaba las desgracias. Sin quitar el hecho de las cartas incesantes que llegaban a sus manos. Todas con el mismo mensaje y la misma escritura.

—Esto es una mierda. —se dijo, arrugando una vez más otro papel para lanzarlo al papelero que había dentro de la Torre. Uno de tantos.

Su psique le otorgaba el valor de creer en que eran malditas bromas de Inuzuka Yoshiro, a quien suponían era el infiltrado de Ukitake dentro de la aldea para jugarle en su contra. Pero sus instintos le indicaban lo contrario ¿Para qué ese niño querría amenazar la aldea en la que creció? O peor aún, ¿Por qué justo a él?

No era algo lógico para el segundo al mando, pero a este punto de la situación nada lo era. Solo quedaba esperar a las respuestas de Madara cuando emprendiera su viaje, porque sí, él había decido colaborar junto a ellos por el bien de su clan. Pero solo por esa mísera y extraña razón.

De Obito no sabía nada, el azabache estaba desaparecido hace varios días y no le preocupaba en lo absoluto. Lo que sí, era el estado agresivo que había adoptado su hermana —hija— frente a todos. Él no había querido hablar con ella, de hecho, las únicas palabras que se habían modulado entre sí había sido hace unos días por un encargo que él mismo tuvo que otorgarle a petición de Hashirama.

A quien también, poco hablaba ya. El ambiente de Konoha realmente parecía... ¿Distinto? ¿Triste?

—Hokage-sama ¿Se encuentra bien?

Tobirama suspiró, tomando con dos de sus dedos su frente para no tener que observarlo o simplemente echarlo de ahí. Aunque ya sabía de quién se trataba.

—Minato, deja ya las formalidades... —murmuró— No es momento.

El rubio rascó su nuca, inquieto e inseguro; preocupado. Últimamente la gente restante del clan Uzumaki junto a su esposa tenían breves sospechas que todo era culpa del clan de ojos rojizos. Lo cual en parte era cierto, pero no del todo y pretendían entrometerse.

Varios clanes además de aquel mencionado comenzaban a especular cosas qué tal vez eran erróneas, sumidos en el miedo de no saber qué era lo que ocurriría con la aldea. Y todo recaía en Tobirama, el corazón de piedra y gruñón Hokage.

Muertes.
Vivos que creían muertos.
Venganza.
Sharingan en una Senju.

Un verdadero calvario para todos, y más para el Namikaze que siempre estaba en medio de varias situaciones. Aguantando al albino, a sus reproches y a su mandato dictador sobre todos. Cada noche se turnaban para cuidar del prisionero, pero él no decía palabra alguna sobre el asunto. No podía.

—Fugaku ya está estable y de vuelta en su hogar, pero no recuerda a quien vio... —comentó el Namikaze, incluso teniendo la mirada frívola y cansada de Tobirama sobre él.— ¿Le suena a que quizás...?

—No.

Minato tragó saliva, mordiendo su labio después con algo de nervios. Últimamente era tan difícil congeniar una conversación con el Senju sin conseguir un reproche o que se enfadase por nada. Por mucho que se viese esa faceta asesina que pretendía mostrar, él y Hashirama sabían que no era así.

Minato nunca se atrevió a decir algo sobre el tema. Pero esta vez se arriesgaría, él ya no podía seguir así. No podía caer en su propio agujero.

Era el Hokage, la persona que suponía cuidar de todos y debía de mantenerse fuerte emocionalmente para seguir. Aún así, seguía siendo humano. Y no era justo tener que marcar esa capa de "fuerza" para no ensuciar su imagen.

—Tobirama, si estás preocupado por Izune y quieres hablar con ella... pues hazlo. —soltó el rubio, ignorando así todos los nervios y cansancio que sentía en su cuerpo— No veo el problema a...

—¿Te quieres callar? —bramó, su mandíbula bastante tensa para cualquiera que lo viese así. Minato inhaló todo el aire que pudo.

—Tobirama, yo solo...

—Cierra la boca.

El rubio exhaló aquel aire inhalado, sin querer rendirse. Sin embargo, la puerta de aquella oficina sonó varias veces, logrando así que el albino soltase un enorme suspiro y ordenase al rubio para que la abriera con su mano. Interrumpiendo aquella conversación.

Minato medió una mueca, inquieto y desasosegado.

—Ugh... ¡Adelante! —exclamó el peliblanco, en cuanto vio cómo Minato no pretendió moverse de su lugar en su orden.

Enseguida, la puerta se abrió despacio y rechinando por lo bajo al estar algo quebrantada, mostrando así la silueta de quien estaba detrás en unos cuantos segundos. Tobirama frunció el seño de inmediato, al igual que Minato en cuanto divisaron a quién se trataba.

¿Por qué...? ¿Qué hacía ella ahí?

Izumi ¿Sucede algo? —habló el albino, su mirada seria y cansada fija en sus instintos. No pudo evitar el recuerdo de las palabras que fueron dichas por quien era su hija al ver ese rostro mojigato y apenado frente a él.

Según Hashirama contaba, él había oído que gracias a ella habían pasado ciertas cosas en contra de Izune. Incluyendo a los cuantos follones que ella había tenido. Tobirama no podía ignorar ese hecho. No obstante, tampoco podía mantener rencores, o al menos... eso se recordó al divisarla en ese lugar con su mirada triste y avergonzada, sus dedos jugando entre sí por los nervios seguramente.

Él era el número uno al mando, debía de ser profesional con su trabajo y no guiarse por sus emociones.

—Izumi... —murmuró, posando ambas manos bajo su barbilla— ¿Ha ocurrido algo? ¿A qué se debe esta visita repentina?

Ella tragó saliva, nerviosa y atemorizada ante aquella mirada. La cual le recordaba muchas veces a Izune cuando se molestaba. Eran idénticos.

—Hokage-sama, —dijo— hay algo que debe saber... —maulló esta vez, su voz casi colgando de un hilo pero lo bastante fuerte para que ambos adultos pudiesen escuchar y aquello acaparó la atención de Tobirama— Pero no aquí o con Minato-sensei cerca, realmente es algo importante y pues... Creo que podría ser de ayuda con la investigación que tienen respecto a Ukitake-sensei. Lo callé por miedo, pero creo que ya no debo hacerlo porque merece saberlo...

Tobirama entrecerró sus ojos, analizando cada músculo de la tierna y temerosa muchacha. No había rastro de sospechas en sus palabras, y su chackra no permanecía distorsionado como otras veces. Le creería. Segundos después, con un ademán de mano indicó al rubio que se retirase. Por lo cual Minato parecía desconcertado.

—Hokage-sama...

—Fuera, —interrumpió, su cuerpo demasiado tenso— Izumi ha llegado con información importante.

Minato cerró sus ojos con algo de fastidio, aguantando un poco más a la poca paciencia que le estaba teniendo a Tobirama. Pronto se aburriría, de eso estaba seguro. Sin embargo, por ahora solo hizo caso a sus palabras y salió de ahí. Dando un breve portazo mientras cruzaba sus brazos después.

Él sabía que si no cambiaba esa faceta suya, perdería a Izune... para siempre. O tal vez, luego sería muy tarde. Solo quedaba esperar. No importaba nada más.

«...»

La acera, el sector pequeño y privado en completo "silencio", cerca de un enorme pueblo en la tristona Konoha era simplemente arrebatado por una gran contaminación acústica a las afuera de una sola vivienda. Una enorme bulla de los cuatro vientos.

Golpes, patadas y mucho griterío con enfado inminente. Si los vecinos no supiesen que esa cabellera blanquecina era la de la honorable hermana de los Hokage, probablemente ya la hubiesen quitado de ahí hace mucho. Porque vaya que su griterío era fuerte. Por mucho que luciera cansada, cabreada y muy desquiciada.

Algo que de por sí él Hatake no soportaba estando tras la puerta que era arremetida. Obito sin mover un dedo desde donde estaba.

—¡Joder Hatake! —exclamó una vez más, intentando con todas sus fuerzas sin utilizar chackra o el mismísimo hiraishin a que éste abriese su propia puerta— ¡Sé que estas ahí, no te hagas el idiota! ¡Ábreme, maldito hijo de puta!

Izune lucía como una verdadera loca de patio a este punto del día, pero ya no lo aguantaba más. Realmente ya no. Ella necesitaba con todas sus ansias ver y hablar con Obito. No soportaba la idea de no verle más y mucho menos antes de que se fuese a marchar junto a Madara.

Si no se hubiese enterado, tal vez no estaría así. Vaya que agradecía tener de informador al castaño de ojos igual para no volverse paranoica.

Hashirama no le escondía nada desde ese entonces, o al menos referente al Uchiha. Obito y Madara se irían en dos días, se lo había dicho y probablemente sin volver en años si es que eso es lo que tardaban. Todo dependía de ellos.

Necesitaba verlo, aunque fuese una vez más.

¡Maldición, si no me abres te juro que...

—¡No está, Obito no está! —respondió el Hatake, finalmente cabreándose al tenerla fuera de su apartamento como una desquiciada— ¡Ahora ya puedes irte, mi puerta no merece más maltratos tuyos!

Izune chilló por dentro, dando una nueva patada hacia aquel trozo de madera con sus nuevas sandalias negras. Kakashi forcejeando y rogando internamente para que la chica no usase su fuerza monstruosa o el mismísimo hiraishin, aunque se le hubiera prohibido. Al menos hasta que supiese controlar su temperamento y sharingan. Los aldeanos no tenían por qué saber esas cosas.

Obito le observó a lo lejos, rascando su nuca con algo de nerviosismo sin decir palabra alguna.

Él no quería lo mismo. Algo que Kakashi sabía bastante bien.

—¡No seas mentiroso, Hatake! —insistió la Senju— ¡Puedo sentir su chackra, no me tomes por idiota! ¡Ya abre la maldita puerta o te juro que voy a la mala! ¡No me conoces enfadada y estoy segura que no te gustará!

—¡Te digo que no está aquí! —gritó el peligris, por poco asesinando con la mirada a su amigo por estar de su lado al pelear con ella— ¡Sigue destrozando mi puerta y Pakkun se hará cargo de todo! ¡Eso si que no va a gustarte!

Izune soltó una risa, algo burlona mientras forcejeaba.

—¡¿Te crees que Pakkun me da miedo?! ¡Venga ya, abre la puta puerta Hatake!

Los golpes no frenaron un instante, y un quejido enorme resonó en el salón de parte de Kakashi. Mientras, Obito parecía aún más intranquilo que antes. Él realmente sabía como era ella, por eso tan solo medió un ademán hacia su amigo. No era justo que él estuviese en medio de lo monstruosa que podría llegar a ser Izune.

—¡Lo dije, iré a la mala y...

El peligris no aguantó un segundo más y simplemente la abrió con el ademán de Obito, logrando así que la albina cayera al suelo de boca y que el Uchiha se esfumase en un remolino. No estaba listo para presenciarla de nuevo, al menos no aún.

Kakashi suspiró con algo de lastima, sobando su frente con ambos dedos y dando así un leve golpecito con sus pies en los brazos estirados de la Senju bajo estos mismos.

—Te lo he dicho, no está.

Izune soltó un quejido, uno bastante adolorido y lleno de penurias. Como si un simple soplido pudiese mostrar todo lo que después de esos días ella había sufrido. Su padre. Ukitake. Obito.

Sus alumnos, el sharingan...

No sabía cuál dolía más, aunque últimamente su corazón se estrujaba más al solo escuchar su nombre. El nombre de su mejor amigo y anterior pareja. Su ausencia realmente se sentía dentro de su hogar y en la mismísima aldea. Ella quería verlo, intentarlo una vez más.

—¿No te vas a levantar? —cuestionó el de pies descalzos y máscara cubriendo su rostro, algo abatido por toda la situación de ambos— Hey, lunática...

La muchacha soltó otro quejido, sin siquiera querer dar una respuesta al hombre que tenía en frente ¿Qué más daba quedarse en el suelo? ¿Qué más podía hacer para que Obito no quisiera dejarla? O quizás ¿Para qué Kakashi quisiera ayudarla, aunque lo dudara por ser una completa "lunática"? Habían miles de opciones, pero ninguna la más adecuada.

Ni ánimos tenía para ponerse de pie, por mucho que antes mostrase su faceta molesta y frívola en su contra. O en contra de todos. Ya no tenía a Izumi, tampoco a Obito ni a Tobirama.

Itachi jamás fue cercano a tal nivel y últimamente poco le había visto en las calles de su aldea. A Shisui no se acercaría ni de joda, aunque no le viera desde aquel día. Ella no se atrevía, menos al estar siendo observada por todos. Izune era motivo de habla en estos momentos y que se viera con quien se había follado, era simplemente calvario. Porque sí, alguien había divagado esa idea.

¿Quién? Aún no tenían esa certeza.

Y sus alumnos... ellos eran demasiado jóvenes para saberlo. Además, sus problemas eran aún mayor con ese bebé que vendría en camino y no podía darles un peso más. No se tiraría hacia abajo de todos modos, eso estaba más que asegurado pero aún así...

Se sentía vacía por dentro, y aquello... el Hatake pudo notarlo desde lejos. Solo con oír esos quejidos sobre sus pies o ver su rostro suplicante, ella estaba agotando todas sus entrañas. Hasta se notaba en sus brazos que había estado entrenando a fuerza física, porque ella nunca lo hacía para defensa propia. Siempre prefirió entrenamientos de rapidez y eso el peligris pudo confirmarlo.

Kakashi suspiró, no había de otra.

—A ver, ven aquí.

Ella movió sus manos en un gimoteo de cansancio, mientras así Kakashi tomaba su cuerpo desde su cintura para ponerla de pie. Aunque lo único que logró fue dejarla caer en su hombro, apretando lo que era su playera negra de mangas largas para que no cayese. El peligris no pudo evitar la sorpresa.

¿Realmente ella...?

Un remolino se oyó a lo lejos sin ser captado por Izune. Obito pretendía escuchar. Pero no mostrar su presencia o siquiera verla a la cara, ella realmente le hacía mal para lo que planeaban ahora junto al líder del clan Uchiha. Madara lo dijo, y él creía en Madara.

Tenía que olvidar por un momento a Izune, y preocuparse de lo que verdaderamente era importante. Por mucho que doliera.

—Izune, creo que es mejor que vayas a ca...

—Lo siento, sé que está aquí. —gruñó la de ojos rojizos, sin quitarse de donde estaba mientras presionaba ambos puños— Kakashi por favor te lo pido, no me niegues el hablar con él.

El Hatake tragó saliva, recordando las vagas palabras que Obito había dicho hacia él días atrás. Todo es por un mejor futuro, yo sufro pero es mejor así. Ella también estará mejor por ahora. Lo recordó, ignorando así el poco de lástima que sentía con la lunática de Izune al estar de esa manera y así le quitó de encima finalmente. Por ende, ella cayó de inmediato sentada sobre el sofá, sus ojos vidriosos mostrando la angustia que tenía por ver a su antiguo mejor amigo y pareja.

—¿Por qué, Kakashi? —preguntó, tragándose las lágrimas que poco a poco quería soltar. Se sintió vulnerable, aunque también molesta— ¿También le crees a los demás? ¿Cuál es el punto de entrome...

—Él no quiere verte, Izune. —cortó el peligris, sin tacto en sus palabras mientras pensaba en Obito e intentaba evitar su mirada— No va en mí.

—Pero... tú puedes ayudarme y...

—No. —prosiguió, también recordando varias cosas que Rin le había hecho saber sobre todo. Por mucho que le diese lástima y dolor su situación— Él ha sufrido bastante, tú solo... solo le harás más daño si te ve o le insistes en el tema. No es algo agradable lo que hiciste y también sabes como es Obito con eso de los celos, esto lo mata como no tienes idea ¿Sabes?

Izune tensó su mandíbula, poniéndose de pie enseguida para enfrentar al famoso prodigio de Konoha con mucho enfado. Él no se doblegó, mientras Obito tan sólo mordía sus uñas al oír su próxima discusión. Quizás ya debía irse... o tal vez no.

—¿Y tú te crees que yo soy feliz?gruñó entredientes— ¿Qué porque sigo mis labores no me afecta? Kakashi, eso de Shisui realmente no fue mi culpa. Lo que se diga en la aldea o donde sea me vale porque yo sé lo que sucedió. Obito se va y yo...

—Mira, Izune. —cortó el Hatake con su mano, dando un suspiro. Tenía que pensar en Obito y no en ella. Por mucho que se aprisionara a tal situación, porque él creía en Izune.— Comprendo tu posición, y te creo. Realmente creo que no haya sido tu culpa porque sé que no eres así, pero también pudiste haber dicho algo o siquiera hablar, porque no existe genjutsu en la tierra que pueda controlar emociones o recuerdos. Y esto de Shisui... vamos, sabes que no ha sido algo de hace muy poco. No lo digo en mal agüero o en reproche porque eres libre de hacer lo que se da la gana, créeme. Yo sé lo mucho que amas a Obito, pero... ya me entiendes. Esto no va en mí o en ti, es por él.

—Kakashi, por favor. —insistió ella, sus dientes rechinando por lo bajo— Sé todas las cosas que hice, pero de todas las que he hecho es solo una ¡Joder! Siempre he estado para Obito, siempre. Shisui solo...

—Si realmente lo amas, dale su tiempo. —interrumpió una vez más, Izune entreabriendo su boca con algo de sorpresa y a punto de estallar.— Tú lo conoces probablemente más que yo, y lo sabes. Si él siente ganas de despedirse antes de marchar, lo hará. Pero no le obligues a hacer algo que le duele. Ahora solo...

—Kakashi...

—Solo es mejor que vayas a casa y te relajes. —dijo, una vez le empujaba suavemente hacia la entrada con sus músculos contraídos— Lo siento, Izune. Realmente no va en mi. Dale su tiempo.

Pero...

—Adiós, espero no hagas trizas mi puerta una vez más.

Dicho aquello, la misma amedrentada y apaleada puerta; por sus puños y piernas fue cerrada en su propia cara con cuidado. Logrando así que la pobre Izune diese un enorme brinco para después afirmarse en ella, bastante cabreada consigo misma y con Kakashi. Sí, con él también.

Aunque tenía razón, en parte.

Arigato, Kakashi. —habló el azabache desde dentro, saliendo lentamente de la cocina con una breve mueca.

Kakashi alzó su cabeza, dando un enorme suspiro.

—Yo le creo a Izune, aunque no se justifique ¿Sabes?

Obito alzó sus hombros vagamente, lanzándose así sobre el sofá con manos tras su nuca. No quería hablar y mucho menos luego de oír la desesperación de ella. Por mucho que quisiera olvidar ese hecho ya se le hacía casi imposible. Sí, se iría a despedir antes de marchar... pero no por ahora.

Aún no estaba listo.

—Puto Hatake. —murmuró desde fuera y entredientes la albina, posando así uno de sus puños débiles sobre la puerta mientras que con el otro evitaba a toda costa golpear algo.

Dio un suspiro, uno bastante cansado y lleno de angustia con su frente sobre el trozo de madera a ojos cerrados. Recordándose así las veces en que ambos juraron estar juntos hasta el final, quizás no como pareja pero si como amigos. Ese era el mayor temor de Izune, perder la enorme amistad que había formulado con el Uchiha. Odiaba esa idea de no tenerle.

Eran ellos dos contra el mundo ¿Por qué Obito tenía que ser tan llevado a sus ideas...? Si él tan solo...

Izune inhaló todo el aire posible una vez más, para luego botarlo de una pasada y así quitar el afirme de su mano sobre la puerta; volviendo a su compostura normal en cuanto intentaba calmarse.

Si él quiere despedirse, lo hará... se recordó, segundos antes de dar un leve golpe en su frente con frustración. Abriendo suavemente sus ojos para observar el cielo y el resto de apartamentos alrededor. Sintió el chackra de alguien, un conocido y muy desconocido a la vez.

—¿Pero qué...?

No es como si nuestra Izune pudiese descifrar el chackra de varias personas, o siquiera sentirlo. Ella no tenía esa habilidad ni en un 15%. Aún así, practicaba día a día con ello al no poder utilizar sus habilidades habituales. No sabía exactamente de quién era, pero le sonaba familiar. Y mucho más, la voz que vino consigo.

—La otra opción era mejor...

—¡¿Quién anda ahí?! —exclamó, enseguida poniéndose en guardia con kunai especial en mano. Era una voz distorsionada, aunque algo le daba un toque familiar.

Nada. Ni una sola respuesta de aquel individuo escondido entre las sombras, o quizás entre los techos. Nadie lo sabía, porque al parecer ella era la única que había oído semejante locura. Se sintió abatida.

¿Acaso se estaba volviendo loca?

—¡Izune!

La chica quitó su guardia y metió el kunai en su bolsillo, de inmediato dándose la vuelta en su posición al oír otra voz a lo lejos en uno de los tejados. Hace mucho tiempo que no le veía ¿Por qué él...?

Enseguida, la Senju no dudó un segundo en reaparecer al costado del azabache sobre el tejado, incluso si tenía prohibido hacerlo. Poco le importaba ya, quizás si lo hubiese usado antes podría haber visto a Obito. Pero no se atrevió.

Aún así no perdió su guardia del todo, porque su mirada iba y venía hacia los costados.

—¡Izuna! —exclamó, una vez se acercaba; un tanto sorprendida— ¿Qué haces aquí?

Él alzó sus hombros, algo inquieto mientras metía una de sus manos en su bolsillo trasero.

—Te buscaba, —respondió, cosa que confundió aún más a la de ojos rojizos ¿Por qué la buscaría a ella? No hablaban desde hace mucho tiempo— hay algo que quiero le des al Hokage, si es posible.

—¿Por qué no vas tú? —soltó, un tanto fastidiada al ser tratada como la de encargos. Aunque luego paró en seco al ver el rostro serio de Izuna— Lo siento, lo siento no quise ser borde ¿Por qué...?

—No es por fastidiarte. —aclaró con un suspiro— Pero si se lo doy yo, seguramente mi padre se entere y no quiero eso. No digas que va de mi parte. —dijo, finalmente sacando un pergamino azul de su bolsillo trasero— Realmente hay cosas que debería saber acerca de mi madre, bueno, nuestra ma...

—Comprendo, Izuna. —cortó, por poco arrebatando el pergamino de sus manos— No es necesario que lo digas, yo sé lo doy.

El azabache sonrió, asintiendo con su cabeza lentamente mientras la de cabellos blanquecinos se sumía en sus pensamientos. Hasta ahora no había caído en cuenta que Izuna era su hermanastro en parte, porque su madre era la suya. Todo era un maldito enredo dentro de su situación.

Arigato.

Dicho aquello, en una ráfaga rápida y caótica, el pelinegro desapareció entre la multitud sobre los tejados. Dejando a sí a Izune muy confundida con todo.

—Pues venga...

Observó el pergamino durante un tiempo, y aunque tuviese enormes ganas de abrirlo ella sabía que se encontraría con algo que no sería agradable. Lo presentía, y ya estaba harta de malas situaciones o pésimas noticias.

Por ello, tan solo guardó aquel papel en su bolsillo trasero y saltó varios tejados lejos de ahí. Aún sin olvidar las palabras de Kakashi o su propia angustia por ver a su confidente. Todo era tan distinto ahora.

Luego tendría tiempo para cuchichear en aquel pergamino, si es que se arrepentía de no abrirlo.

—Debiste hacer caso, no todos son buenos...

Izune tomó su cabeza, sin dejar de saltar y demasiado paranoica al oír aquella voz desde lejos. Pues, por mucho que buscase alguna figura o persona que diese el peso de ser quien molestaba, nadie había a su alrededor más que un montón de aldeanos en las calles. No tenía lógica, ni entendía las palabras.

¿Hacer caso...? ¿Buenos...? ¿Qué mierda suponía eso?

Quiso utilizar su sharingan, su nuevo poder que poco sabía o podía utilizar para divisar aquella voz. Sin embargo, fue el mismo llanto desquiciado de una persona a lo lejos lo que llamó su atención e impidió ese hecho. Izune no quería ignorar a la voz, pero pareciera que quien estaba haciéndolo pretendía que lo hiciese.

Porque ese llanto provenía del bosque, un lugar muy lejos de donde ella misma estaba. Sobre los tejados.

Esto definitivamente tiene que saberlo Tobirama. Se dijo, su seño levemente fruncido mientras se dirigía a tal punto de encuentro. Aunque después decidió ir a la rápida, segundos antes de reaparecer en el bosque y verificar de dónde provenía tal lloriqueo que se le hacía tan cocido. Las nubes eran grises, parecía que llovería a este punto del día y sería el momento perfecto. Porque todo era distinto ahora.

Hasta el mismo cielo lloraba con sus entrañas.

—¿Hola? —dijo, caminando lentamente en medio de los árboles en busca de alguien que quizás pidiese auxilio.— ¿Hay alguien, uh?

Caminó durante mucho tiempo en merced de la incertidumbre, saltando así árboles de vez en cuando y sintiendo la brisa mover sus largos cabellos a la vez que pensaba y buscaba con cuidado.

Al menos, eso fue hasta que por fin dio en el blanco tras unos árboles honorables que poco conocía, un tanto sorprendida hacia la figura que se posaba en el suelo de rodillas con su cuerpo suplicante. Él estaba destrozado, completamente desquiciado y roto.

Izune jamás pensó verlo de esa manera.

El árbol aniquilado frente a él era la enorme prueba de ello. Izune tembló por unos momentos y pretendió irse, quedarse sólo era una mala idea.

—¿Te sorprende el verme así?

La albina tragó saliva, dudosa en sí responder y quedarse para dar algo de apoyo. O simplemente volver a su cometido con aquel pergamino, que era lo más lógico. Pues, se había prometido no dirigir más su palabra hacia él. Por su culpa ella y... No. Era mutuo.

Pero aún así, sentía que no estaba bien en hablarle. Los rencores inundaban su cabeza como serpientes venenosas que intentaban cambiar su pensar.

—Vete si quieres, no me molesta. —insistió, limpiando poco a poco las lágrimas que se escurrían por sus mejillas para dar un suspiro y no dejar que Izune le viera así— Aunque me sorprende el que estés aquí ¿Cómo...?

—Solo pasaba por aquí... —mintió de golpe, incómoda por completo ante la mirada analítica de Shisui sobre ella.— Pero descuida, ya me iba...

Shisui inhaló todo el aire que pudo en sus pulmones, para luego soltarlo de golpe y hacer que la chica no diese más de tres pasos al pretender irse. Él ya lo sabía.

—Esa voz que has oído es Yoshiro, —dijo— Izune.

Izune se congeló en su lugar al oír sus palabras. Una idea tras otra revoloteándose en su cabeza y muy sorprendida al haber adivinado lo de aquella voz ¿Cómo es que...? Primero Ukitake resultaba vivo y siendo el villano, sería mucho que él... No.

Eso sería insano. Yoshiro no era así.

—No mientas con esas cosas para que me quede, Shisui. —gruñó la Senju, bastante cabreada y con su corazón en mano una vez le apuntaba con su dedo índice. Sin creer en sus palabras— Ya es mucho con que Ukitake-sensei esté aquí como si nada, no metas a Yoshiro en cosas que él no...

—No me deja en paz, Izune. —cortó, su labio temblando suavemente ante la idea de la angustia llenar sus sentidos— N-no estoy mintiendo, él solo... no me deja en paz. Tienes que creerme.

—Shisui... —murmuró la peligris, algo sorprendida ante sus palabras mientras mordía su labio inferior con nervios. No creía en ese hecho.

No quería pensar en la idea de Yoshiro castigando a Shisui por no salvarle del Barranco. Era todo muy insano y simplemente absurdo, ella sabía con mucha certeza que él castaño no era así ni por mucho daño que le hubiesen hecho. Su corazón era noble y él... No podía ser cierto.

Yoshiro no haría daño a nadie.

—Todos los días, las noches desde que ocurrió esta mierda. —soltó— No deja de recordarme las cosas que he hecho mal y... no lo aguanto. He perdido tanto que... —Él dio un suspiro— Olvídalo, si quieres irte mejor hazlo pronto porque estoy siendo un idiota y un llorica. Aún así, ten cuidado con Yoshiro o su voz... él no es quien solía ser.

Izune tragó saliva, bastante inquieta e incómoda al no querer creer en que esa voz era su compañero de equipo. Aunque lo dijese Shisui, ella sabía de sobra que Yoshiro no sería capaz de culpar a alguien. Tendría que haber ocurrido algo muy malo para que quisiera dar venganza de esa manera. Algo imposible porque nunca alguien fue malo con él.

Además, su maestro había sufrido casi lo mismo que ellos con su pérdida ¿Acaso había fingido todo?

Llorar no sirve de nada, Shisui. —dijo, no pudiendo aguantar más los pensamientos de su cabeza y cabreándose de tan solo ver al azabache— Lo hecho, hecho está. No puedes irte hacia abajo por unas simples palabras de un muerto. Ese no es el Shisui que yo conozco.

El azabache mordió su labio inferior, nuevamente posando su mirada en ella y luego observó sus manos, estaban destrozadas. Como él.

—No tiene lógica que Yoshiro quiera hacernos daño, tú mejor que yo lo sabes.

—Izune, ¿Acaso no...?

—Sí, si me afecta. —cortó, unas cortas lágrimas de impotencia recorriendo sus blancas mejillas— ¡¿Pero qué quieres que haga?! ¡¿Qué me tire al piso a llorar junto a ti?! ¡Así no se solucionan las cosas!

Shisui tensó su mandíbula y se puso de pie rápidamente, notando así en el rabillo de sus ojos el dolor que ella quizás llevaba por dentro. Izune probablemente se estaba desahogando con su persona y él no lo sabía.

—¡Si nosotros... si tú... si tan solo! ¡Ahh!

El azabache sintió varias lágrimas correr por sus mejillas y simplemente cambió su semblante. Ella lo estaba culpando, y se sintió como la mierda.

Vamos, dilo. —murmuró él, presionando sus puños rotos con mucha fuerza mientras mediaba sus labios en una fina línea recta.

Ella respiraba agitadamente, sin saber por qué estaba reaccionando de manera tan agresiva al verle llorar por cosas inútiles a simple vista. Por mucho que no lo fuesen. Probablemente era porque tal vez se deprimía de igual forma.

Yoshiro...

—¿Qué esperas? Dilo, yo...

—¡Si no me quisieras tal vez no hubiéramos follado, y si no hubiéramos follado ahora quizás seguiría con Obito como debería ser! ¡Porque fuiste tú él consciente que siguió en contra de mi voluntad! ¡¿Y ahora vienes a llorar en mi cara?! ¡¿A decirme que Yoshiro no te deja en paz?! ¡¿Qué mierdas son esas Shisui?! ¡Si la has cagado asume lo qué haces, por favor!

Él cerró sus ojos, por poco mordiendo su lengua a las cosas que estaba diciendo Izune. Era primera vez que le veía de esa forma y con él, ella nunca le regañaba pero ahora parecía desquiciada. Todo por Obito...

¡Sé que no es del todo tu culpa, porque yo también la tengo! —insistió la albina, apuntando con su dedo mientras por poco perdía sus cabales— ¡Pero por favor no vengas a hacerte la víctima frente a mis narices cuando lo que te sucede son consecuencias de lo qué haces!

—¿Víctima? —soltó, cabreándose un poco ante la idea de ser llamado así— A ver, si mal no recuerdo haz sido tú quien ha venido a verme porque yo no he ido a llorarte. Y ciertamente sí, es mi culpa el que ya no estés con Obito. Pero joder, ¿Qué hubieses hecho tú en mi lugar? Se suponía que te habías liberado del genjutsu y tus acciones eran conscientes.

—Eres un experto con el sharingan, ¿Cómo no ibas a saberlo?

Shisui alzó sus brazos, fracturado totalmente y tomando sus cabellos con mucha desesperación para no tener que gritar a la chica que tanto le quitaba el sueño. Ya mucho tenía con Yoshiro echándole en cara, para que ahora viniese Izune a hacer lo mismo.

—¡Te amo, Izune! —soltó de la nada, su rostro repleto de angustia mientras bajaba sus brazos con rendición— ¿Qué más esperabas?

Te amo, Izune. Se repitió en su cabeza, desconcertada y sintiendo una angustia tremenda llenar  sus entrañas. No era justo que ella estuviese reclamando en su contra o incriminándole el asumir sus acciones cuando ni siquiera ella podía hacerlo. También era su culpa.

¿Qué estaba haciendo?

Entonces, Shisui se recordó. Sobre todo aquella reunión pequeña que hubo a la mañana apenas Fugaku salió del hospital. No iba al caso, pero aún así sabía que no tendría oportunidad luego de hacerlo. Tenía que advertirle antes que marchara.

—Yo... mejor me voy.



—Itachi, —señaló a su hijo el de cabellos castaños, para luego mirar a Shisui con el mismo semblante— Shisui, quiero que reúnan a la mayoría de Uchihas que puedan dentro de unos días.

El ninja de coleta frunció el seño, al igual que Shisui en ese lugar estrecho del hogar de Fugaku. Mientras, Mikoto tan solo daba una mueca hacia los dos y Sasuke ignoraba lo que este decía.

—¿Para qué?

—Tenemos que comenzar una nueva reunión para organizarnos, Madara-sama se va y yo quedaré al mando. —explicó, tosiendo un poco debido a sus heridas aún no curadas— No hay que dejar el que nos pisoteen, y si pueden tráiganme a Izune. Sin Obito.

—Padre ¿Qué estás tramando realmente?

Itachi lucía preocupado.

—Nada malo, solo es... algo que vi.


—¡Izune! ¡Espera!

El azabache de cabellos desordenados utilizó su shunshin para llegar lo antes posible al puesto de quien fue su compañera de equipo alguna vez, bastante desesperado. Ella lucía de muchas emociones juntas, no se merecía un calvario más.

Pero tenía que advertirle ahora, o luego sería tarde.

—¿Qué quieres? —cuestionó, dando un suspiro al frenar sus pasos. Sin querer posar su vista en él.

—Si te invitan a la reunión Uchiha dentro de unos días, —murmuró. Un tanto preocupado aunque lo bastante fuerte para que ella escuchase— no vayas. No me da buena espina.

—¿Uh?

Shisui negó con su cabeza, rascando su nuca con algo de frustración.

—Mañana o dentro de unos días se realizará una reunión en el clan Uchiha, como las que se hacían cada mes entre los altos mandos del clan. —intentó explicar, notando como Izune tragaba saliva— Pero esta vez han pedido que te inviten al tener el sharingan. Por favor, no vayas.

—¿Están planeando cosas truncas?

—No lo sé, pero por favor no vayas.

Izune asintió, esta vez un poco más tranquila mientras pasaba de Shisui sin siquiera despedirse. Había faltado a Obito al dirigirle la palabra otra vez, quizás ahora realmente no la perdonase por eso y se sintió preocupada.

¿Por qué es que todos sus pensamientos recaían en Obito? Digo, la aldea estaba desdichada y habían un montón de otras preocupaciones que podría tener. No obstante, quizás la razón era que para superar esas adversidades, necesitaba de Obito; su confidente. Sin él, ella tenía que arreglárselas por sí sola.

Costaba, y mucho.

Pero no sería imposible.

«...»

—Eres cruel ¿Lo sabías?

El muchacho de cabellos puntiagudos alzó sus hombros dentro de aquel oscuro lugar, mientras nuevamente los hombres que suponían cuidar al prisionero se mantenían en el suelo a la Merced de sus invocaciones. Esta vez, el individuo comía tranquilamente de sus bocados mientras una sonrisa se posaba en su rostro.

Lucía de buen humor.

—Me da gracia toda la situación, desesperados en buscarme. —rió, mordiendo otro de sus bocadillos mientras el albino bufaba— Pero en realidad, creo que si dejaran de hacerlo me encontrarían más fácil. Tampoco soy tan habilidoso y la mujer de allá no se calla un segundo, tal vez deberían oírla antes de que muera. Les puede ser útil.

Era cierto, una mujer de orbes oscuros dispuestos en una de las habitaciones para personas con deficiencia mental era quien gritaba a todo pulmón el que la sacasen de ahí. Música para los oídos del muchacho que se afirmaba en la celda de Shinri, a decir verdad. Porque en realidad... él era el único que podía oírla.

Las paredes realmente cubrían todos sus gritos.

—No seas imprudente, si la asesinas te descubrirán enseguida.

—Lo sé, por eso me agrada que esté loca. —respondió, su tono levemente inocente como si fuese un niño pequeño— Mañana o pasado habrá una reunión Uchiha ¿Lo sabías?

Ukitake frunció el seño, incluso bajo las vendas que cubrían sus ojos.

—No, —respondió— ¿Irás?

El muchacho de tez blanca alzó sus hombros, sin mucha importancia.

—Tal vez, —dijo— me gusta ver como ese clan se destruye a sí mismo. Si se unieran a los Senju nosotros no seríamos problema.

—No nos subestimes, —reprochó el albino, acercándose un poco más a él al arrastrarse en el rocoso suelo— si el clan Uchiha fuese inteligente y no se preocupara de sus propias ambiciones... Sí, probablemente estaríamos fritos. Pero de nada les sirve unirse a los Senju si Deidara encuentra antes lo que Madara busca.

El incógnito bufó.

—¿Te crees que Deidara es más fuerte que Madara? Vaya que le tienes fé, la última vez casi lo atrapan.

—No, no lo es. —insistió el de cabellos largos— Pero sabe más que Madara, estoy seguro. Porque podría apostar lo que fuese que aún no sabe lo que está buscando.

—Bueno, bueno, bueno, —canturreó con algo de burla y fastidio, mordisqueando así su último bocado para luego guardar la bolsa vacía en su bolsillo trasero— a fin de cuentas el destino de todos es el mismo. Si se ponen así de preocupados y llenos de incertidumbre por miserables como nosotros, quisiera presenciar sus caras cuando vean a Kōga. Eso sí que será brutal.

Eres despreciable, mocoso.

El individuo sonrió, quitando en un puf ambos canes del suelo. Era hora de irse.

—Todo te lo debo a ti.

Ukitake se sonrió de igual forma, bastante satisfecho en cuanto escuchó su partida. Realmente no se arrepentía de tenerlo a su lado, todo saldría mejor con una mente como esa.

De eso... no cabía duda.

// Espero hayan disfrutado el capítulo, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo? Sé que ha pasado tiempo desde la última vez que subí pero ¡Ya estoy de vuelta y con todo! Jaja.

Cuenta regresiva; 1 capítulo😭💔.

En fin, espero realmente de corazón que esta historia (no solo el capítulo) les haya gustado tanto como a mí el escribirla, de seguro voy a llorar en el último y... ¡MUCHAS GRACIAS POR TODO, ENSERIO!

Todo se lo debo a ustedes, muchas gracias por acompañarme en este camino yyyyy😭 no lo hago más largo que me da pena💔😭

Espero que tengan un muy lindo día y nuevamente gracias por todo💕.

Adiosín💕.

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