Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

sesenta y cuatro; Ukitake Shinri.

''Los amigos son algo bueno, incluso si ellos se van por un camino diferente...'' Jūshirō Ukitake, Bleach.

.

.

.

—¡Maldita sea, Tobirama escúchame! ¡No te servirá de nada el enviar escuadrones Anbu, te estás preocupando de algo que no es!

El mesón, los anbu que rodeaban toda la sala, lo tenso de la situación y ambos hombres discutiendo dentro de la oficina del Hokage hacían que todo fuese peor. La mayoría en aquel lugar se removían de un lado a otro recibiendo órdenes del albino mientras que Madara insistía en no caer en una trampa y preocuparse de lo que sí era real. Aún sin hacer saber sobre la verdadera razón que le preocupaba, teniendo la tensa mirada de Hashirama sobre ambos.

—Tú no eres quién para decirme si hago bien o no como Hokage, tenemos que frenar esta situación ahora. Eso es lo que importa.

Madara se contuvo unos segundos y presionó sus puños al escucharle, observando luego de re-ojo la inquieta mirada que tenía Hashirama sobre ambos. El hombre sombrío de cabellos largos sabía que su antiguo amigo estaba enterado de cosas, y aún así no era capaz de hacer algo al respecto. Le hervía la sangre.

¿Qué haces aquí?

La voz sombría de Madara se oyó con un vaivén de emociones al salir de su cueva. Observando esa gran espalda y ese cabello largo que parecían tocar la gran piedra del santuario.

—Solo vengo a buscar lo que me pertenece. Por algo Hashirama me dejó vivo ¿No?

Dicho aquello, el hombre de cabellos grises desapareció de tal lugar en un puf. Dejando a Madara con un sabor amargo en su boca, pues él no estaba equivocado. Algo fuerte se venía hacia el clan y debía avisar al Hokage por mucho que lo odiara.

Al diablo con que lo encerraran, el castaño tenía que explicar todo esto.

—Ukitake Shinri está vivo, —soltó de golpe al recordar lo que había visto antes de todo el desastre, haciendo que Tobirama frenase sus pasos hacia el Anbu que había en aquella habitación con su seño fruncido— Pero espera, creo que eso ya lo sabías ¿No es así, Hashirama?

—¿Qué mierda dices?

El castaño tragó saliva, sintiendo la mirada confundida y molesta de su hermano menor. Esto debido a que no estaba seguro en si creer en la palabra de Madara o no. Aunque estaba claro que no lo haría. Incluso si el castaño no dijo palabra alguna y movía sus pies con inquietud.

Algo no le cuadraba.

—Madara, si estás intentando zafarte de tus errores o planes insanos en contra de la aldea... —comenzó a hablar Tobirama, notando como sus anbu salían rápidamente en dirección a las llamas— No lo conseguirás.

—¿Se lo dices tú o se lo digo yo? Sé que lo sabes, Hashirama.

Tobirama lucía confundido en tal punto de la situación, pero aún así no quitaba su semblante serio en contra del Uchiha. No señor, él no perdería su cordura ni su dignidad frente a Uchiha Madara. Incluso si este parecía sereno, no lo estaba.

No le gustaba esa mala sensación de tener una leve sospecha de lo que intentaba decir.

Para él, Madara era una gran amenaza para lo que su hogar respectaba y más al presentir el hecho de que quisiera algo maligno con su hermana menor o la aldea misma. No podía captar los pensamientos verdaderos del Uchiha, pero si tomar precauciones. Aunque Ukitake estuviese vivo, eso les favorecería.

O eso quería pensar.

—Hashirama, estoy esperando la respuesta. —insistió el pelinegro, esta vez acercándose unos tres pasos hacia el castaño con su rostro detonando el enfado que tenía en su contra— ¿Qué pretendías al fingir la muerte de Ukitake? O al menos... ¿Al usar a Óbito como carnada para que Senju Hanaro espiara nuestros planes?

—Espera, ¿Senju Hanaro? —fue la voz de Tobirama antes que Hashirama pudiese decir algo, su semblante demasiado serio y más confundido que antes— Esa anciana era Uchiha, no hables patrañas y ve en ayuda de tu maldito clan. A nosotros puedes irnos dejando que tenemos cosas mejores que hacer antes que escuchar tus vagas mentiras. Cómo frenar esas putas llamas por ejemplo.

Madara arqueó una ceja con incredulidad, observando de re-ojo a quien era el segundo Hokage en esos momentos. Ingenuo. Pensó, aunque no pudo evitar el recordar lo mucho que le detestaba desde antes. Pues, desde siempre había sido así entre ambos. Incluso antes de Kei. Aunque ahora le generaba pena y algo de desprecio ver su situación, él vivía en una mentira.

Hashirama tenía demasiados secretos y los demás pagaban por ello.

—¿Mentiras vagas dices? —dijo, intentando no perder la calma— Pues si no quieres creerme, yo asesiné a esa anciana enviando a Izuna para que desconectase su respirador. Ahí tienes tus vagas mentiras.

Tobirama no dudó un segundo en presionar sus puños y tras salir de su posición se acercó con mucha rapidez hacia Madara, enfrentándolo desde muy cerca con su rostro bastante tenso. Él también lo estaba. Aunque claro, aquello no intimidó al líder de aquel clan frívolo ni una sola pizca.

Tobirama no era nadie especial para él, o siquiera un rival.

—Eres un desgraciado. —gruñó, su mandíbula demasiado tensa mientras Hashirama pretendió separarlos y falló en su intento.— Un mentiroso, un bastardo asesino y una escoria en esta aldea. Si no fuese por Hashirama ya te habrías esfumado de aquí hace mucho, solo causas caos y dolor, incluso entre tú misma gente. Ellos ya no confían en ti y ¿Quien me dice que esta mierda no la estás haciendo tú? Cubriéndote con mentiras como lo has hecho desde siempre ¿Qué pretendes con todo esto?

Madara soltó una risa, una risa irónica y llena de malas aguas; amarga. Logrando así que Tobirama diese un gran empujón al de cabellos largos como en los viejos tiempos. Hashirama sintió pena y nostalgia por ello, pena por quien fue su amigo durante años y ahora lo único que hacía era dar más y más problemas. Aunque si él no se hubiese entrometido en este tipo de cosas, quizás nada hubiese sucedido.

Y si Hashirama hubiese dicho la verdad desde un principio, quizás no...

—¿Mentiroso y asesino? —bufó— ¡Esa escoria de Hanaro llevaba años robando nuestra información confidencial para tu inocente y estúpido hermano! y ¡Oh! ¡Sorpresa! ¡Resulta que Hikari era otra manipulada por los Senju para controlar al cuartel militar! ¡Ellas si que eran escoria para este mundo, me daban asco y repudio! ¡Prefiero verlas muertas, antes de vivir en una mentira como lo haces tú por culpa de tu hipócrita e insensata familia!

En cosa de segundos, Madara ya había activado aquellos sharingan que tomó hace unos meses de alguien más, el enfado siendo muy evidente en contra de Tobirama Senju mientras que el castaño no decía palabra alguna. Para él... lo más conveniente era callar. Callar y frenar esa estúpida discusión antes que se dijese algo más.

No quería contar ciertas cosas a su hermano pequeño, al menos no aún.

—¡Basta! —exclamó el ninja del mokuton, interponiéndose entre ambos en cuanto Tobirama le empujó una vez más.— ¡Hay que frenar las llamas, eso es lo que importa ahora!

—Me das pena, Tobirama. —bramó el Uchiha entre dientes, ignorando al castaño por completo—Tú hija está en peligro en este momento por algo que desconocemos y en lo único que te enfocas es en culparme por cosas que hice con justa razón sin siquiera creerme o buscar pruebas contundentes ¿O piensas que es agradable saber que mi mujer parió un hijo tuyo sin que tú lo supieras? Estás mal Tobirama, muy mal enfo...

No pudo finalizar su sentencia. Puesto que un gran y brutal golpe había llegado al rostro del hombre de cabellos largos sin previo aviso, este cayendo al suelo de inmediato con demasiado enfado en sus venas. No le estaban tomando en serio, ni el peso de sus palabras.

Ukitake estaba vivo y ninguno de los dos parecía escucharlo.

No, Madara no estaba enfadado por aquel golpe. Sino, por quien lo había propinado, puesto que si Tobirama hubiese sido quien lo efectuara lo habría encontrado normal. Sin embargo, aquel puño era el de Hashirama Senju. Él estaba frente a su persona y tenía su rostro molesto, demasiado molesto.

Pocas veces se le veía de esa manera.

—Te has pasado, Madara. —fueron sus palabras, a frente arrugada mientras Madara tensaba su mandíbula desde el suelo.— Tú no entiendes lo que es.

Tobirama no entendía mucho de la situación ni mucho menos las palabras de Madara ¿Su hija? ¿Kei había parido a un bebé suyo sin decirle? ¿Acaso Izune...? No, era otra vil mentira. Él no podía dejarse engañar y mucho menos por Madara. Solo por esa razón volvió a su postura y trató de mantenerse tranquilo.

Aunque sí tenía sus dudas.

—Vamos, Hashirama —dijo el azabache, rechinando sus dientes levemente con sarcasmo— relata a tu hermano como asesinaste a Kei, como ocultaste la muerte de Ukitake y como no fuiste capaz de hacerle saber que Izune es su hija. Hazle saber todo, cómo rescataste a Óbito de las cenizas y lo pusiste a cargo de una anciana para tu propio beneficio ¡Todo! ¡Díselo!

Hashirama no aguantó un pelo más, tomando así las ropas de Madara con su mano derecha para ponerle de pie y hacerle frente con mucho enfado. Si bien el Senju era un hombre sereno, al cabo de proteger a los suyos y a la aldea; él haría cualquier cosa.

Aunque también tenía sus propias explicaciones y motivos para ocultar cosas. Él solo quería proteger a la aldea y a su familia, no era un mal hombre.

—Oh, ¿Te has acobardado? —bufó el azabache de largos cabellos, un tanto inexpresivo mientras observaba las llamas desde la ventana y sentía la penetrante mirada del peligris sobre él.

—En dos días, te quiero fuera de la aldea. —respondió Hashirama, rechinando sus dientes como nunca antes. Pocas veces se le veía de esa manera pero estaba en su límite— y si vuelves, yo mismo te sacaré a patadas. No Tobirama.

Ahora, quien había propinado un golpe era Madara; estampando su gran puño sobre el rostro de Hashirama. No lo comprendía, ni mucho menos entendía lo imbécil que estaba siendo. Una amenaza estaba dentro de la aldea y lo único que hacían era inculparle como lo había previsto al enterarse de casi todo. Hashirama ocultaba cosas, otro factor para hacerlo mierda sin piedad alguna.

Estaba molesto, demasiado.

De inmediato, el Hokage de manchas rojas en su rostro interfirió entre ambos en cuanto el pelinegro lanzaba otro y luego otro golpe hacia el Senju, pretendiendo así comenzar una batalla que no tendría fin. Muchas cosas rondaban la cabeza del segundo Hokage, pero él creía en su hermano.

No en Madara. Por mucho que tuviese dudas sobre Izune.

—¡Ukitake está vivo, y planea cosas extrañas en contra de la chica esta! ¡No se queden de brazos cruzados, maldita sea! —gritó frente al moreno, segundos antes de ser lanzado al suelo por Tobirama— ¡¿Por qué no van y lo observan ustedes mismos, eh?! ¡¿Cuál era la puta idea de esto, Hashirama?!

—Cierra la boca, Madara. —gruñó él peligris, segundos antes que su hermano mayor lo apegase contra la pared— Solo quieres venganza por todos los hombres con los que Kei se acostó, incluyéndome. No seas absurdo y ve a ayudar a tu gente. Das vergüenza.

—¡Son unos idiotas, ingenuos e hipócritas! ¡Cuando Izune muera frente a sus ojos, se acordarán de mi y de todas las "vagas mentiras que estoy diciendo"! —bramó el Uchiha con cierto sarcasmo, intentando zafarse de los brazos de Hashirama.— Yo no soy el enemigo, solo hago lo que es correcto para mí y lo que tú has hecho es mil veces peor que asesinar a alguien. Ukitake merecía la muerte.

—Si le dejé vivo, fue porque no merecía morir. —finalmente soltó el castaño, sin poder aguantar la angustia en su pecho y aún teniendo sus manos sobre los hombros de Madara en la pared.

Tendría que hablar, no había de otra.

Tobirama estaba sorprendido, pero aún así no fue capaz de decir algo o doblegarse en su postura. Él solo rechinaba sus dientes mientras oía lo que su hermano tenía que decir. Aunque, sintió algo removerse dentro de él; tan solo al pensar en la idea de ser padre. Más si se trataba de esa pulga inquieta y estresante que tenía en casa.

Pero ¿Cómo?

—Entonces ¿Ukitake si está vivo? —soltó de la nada sin pensar mucho en lo que decía, observando así también por su ventana para ver el orden de las llamas. Los cuales eran cada vez más intensas, aunque otras bajaban rápidamente.— Qué alivio.

—No, no es un alivio. —insistió Madara, quitándose de golpe las manos de quien fue su amigo alguna vez— Ustedes no saben de lo que ese hombre es capaz. No le tengo miedo, pero es preocupante para toda la gente de mi clan y hasta la aldea misma. ¡Pero claro! Si le dejaste vivo fue solo por precaución, porque él podía contra todo nuestro maldito clan cuando quisiera y después de yo atacar lo que más te pertenece creíste que era necesario. A mí no me engañas Hashirama.

—¡Eso no fue así y lo sabes! —bramó con desesperación el castaño— ¡Todo el clan Uchiha y Hyuga lo querían muerto por las habilidades oculares que poseía! ¡Él era el maestro de mi hermana, no podía dejar que lo asesinaran por una idiotez de desconfianza!

—¡¿Y por qué no le dejaste vivir simplemente, en vez de hacerlo pasar por muerto?! ¡¿En caso de volver a enloquecer como el clan "maldito" que somos?! ¡¿O porque sabías que él haría algo así en contra de nosotros?! No seas idiota.

Hashirama tragó saliva, inquieto.

—Shinri... él me hizo saber lo de Izune años atrás, —Tobirama comenzó a toser apenas lo escuchó, esto no le estaba gustando— y fue él mismo quien me pidió fingir su muerte para seguir investigando los orígenes de mi hermana. Incluso cuando ella tenía diez años él ya tenía sus sospechas. Pero luego perdimos el contacto y jamás supe de él otra vez.

Madara se sonrió de lado un tanto más calmado y satisfecho, para luego así observar al expectante Tobirama. Su rostro era una obra de arte para él, aunque no quisiera admitirlo.

—¿Ves Tobirama? Aquí el que miente no soy yo...

—¡Con justas razones, maldita sea! —exclamó con desesperación el castaño al ver el rostro blanco de Tobirama— ¡Lo de Obito no lo supe hasta que mi padre murió, él dijo que con la ayuda de esa anciana podíamos estar en paz y tranquilidad! ¡Jamás la usé para algo que perjudicará a tu clan ni lo haría! ¡Y mucho menos habría dejado que Ukitake hiciera destrozos porque él no era así!

—Claro, y sabías que Óbito era mi sobrino pero nunca lo dijiste. Qué gran amigo eras. —ironizó— No tienes excusas, Hashirama.

—¡No lo sabía! —gritó, esta vez ya desesperado totalmente mientras lo lanzaba a la pared. Le inquietaba tener la mirada decepcionada de Tobirama sobre él, mientras Madara quebrantaba gran parte del concreto con el golpe a la vez que era envuelto por tiras de madera— ¡Fue la misma Kei quien me lo dijo, si tienes algo que reclamar o pedir sobre ese crío que sea a ella! ¡La maldita de Kei lo sabía todo y podría apostar lo que fuese de que algo tramaba con todo ello!

—¡¿Y por eso la asesinaste?! ¡¿Porque sabía más de la cuenta?!

Madara ya no estaba en sus cabales, pues volvía a lanzarse con fuerza hacia el castaño en una pelea que no tenía fin. El pelinegro fácilmente podría usar sus poderes en contra de la madera que generaba el castaño, sin embargo, aquellos ojos que poseía le privaban de lo que era un enorme y gran susanoo. Sus ojos los cuidaba Óbito, y como odiaba el no habérselos pedido antes.

No, eso solo empeoraría las cosas.

—¡Sé que la amabas, Madara! —gritó, enrollando el cuerpo del Uchiha una vez más con dos tiras de madera mientras su hermano tomaba su sien sin poder creer todo lo que estaba escuchando— ¡Sé que te dolió y aún lo hace, pero ella era un demonio en traje de ángel! ¡Tú no la conociste lo suficiente para saberlo, incluso si fueras su pareja esa faceta diabólica no la mostró nunca contigo! ¡Lo supiste todo años después Madara, ella planeó asesinar a Tobirama y yo solo actué como un hermano mayor que protege al suyo!

Tobirama bajó la mirada tras oír aquello, tocando su pecho inconscientemente al sentir aquella cicatriz que la mujer había dejado antes de morir. A él no le dolía, no la amaba. De hecho, le agradaba el hecho de que no estuviese y todo el daño que había sufrido ella a raíz de sus acciones. Pero aún así, él seguía pensando en Izune y comenzó a tener un mal presentimiento.

Sobre todo porque en esa parte, ambos habían mentido a Madara. La Uchiha intentó asesinar al peligris, esa era la verdadera razón.

—No me afecta lo que aquella andrajosa mujer haya hecho antes de morir, ni tampoco el hecho de haber muerto. Ahora que lo sé todo, yo mismo la hubiese asesinado con mis manos así que de eso no te culpo por ello. Pero lo de ocultar cosas no te lo perdono ni lo haré jamás, y mucho menos lo de Shinri porque estoy seguro que no viene en son de paz Hashirama. Lo sé y sé que él está causando este desastre, no el espía del que tanto hablan. Tu hermana, o mejor dicho tu sobrina está en peligro.

Tobirama sintió su pecho inflarse brutalmente, aunque luego su corazón comenzó a acelerarse y tuvo que afirmarse del mesón para no caer. Cada vez qué nombraban el hecho de hija, sobrina o Kei pariendo un hijo suyo sentía que su mundo se venía abajo.

No lo quería asimilar. Menos el que su propio hermano no se lo hubiese dicho.

Porque ahora entendía la mayoría de cosas que aquella mujer le decía en el pasado con indirectas. Pero ¿Por qué no simplemente se lo dijo con claridad? Y ¿Por qué Hashirama se lo había ocultado? Ahora se encontraba en un debate emocional que ni él mismo sabía controlar. Ni pensaba en cómo actuar frente a la situación más que con frialdad y sequedad ante el asunto.

Como solía hacerlo siempre.

—¿Entonces pretendes que vayamos nosotros a las llamas y frenemos a Ukitake? —cuestionó, su voz firme pero su corazón frágil. Sintió miedo por quién era su hermana o ahora, su hija.

Pero no se dejaría ver.

—Corresponde. —fue la respuesta enrabiada y muy obvia de Madara— Aunque dudo que haya hecho todo esto solo, hay que darse prisa. Algo mucho mayor se avecina y no lo dudo.

—Tobirama...—murmuró el castaño en un hilo de voz, al ver como este se acercaba a la ventana para abrirla y no era capaz de dirigir su mirada hacia él.

—Tú mejor ni me hables. —respondió entre dientes, sintiendo como su alma ardía y su mente pretendía mantenerse fría ante su mentiroso hermano— y tú, Madara... Vendrás conmigo. Detendremos a ese idiota.

Hashirama quiso decir algo, una disculpa o simplemente palabras sinceras hacia su hermano. Porque él no sabía cómo habían sido realmente las cosas. Sin embargo, no fue capaz de hacerlo. Esto debido a que Madara se había zafado del jutsu del castaño para seguir al peligris a pasos rápidos y frente en alto.

No le gustaba la idea de congeniar con Tobirama, para nada.

No obstante, ambos tenían que finalizar lo que años atrás se debió hacer con ese hombre, y él no estaría absento a ello. No lo haría.

Entonces, en cuanto ambos ninjas de élite pretendieron utilizar la técnica de espacio-tiempo del peligris, fue la puerta siendo azotada brutalmente la cual frenó tal acto y le dio tiempo a Hashirama para tomar la camisa de su hermano. No, él tampoco se quedaría observando desde ahí.

Iría con ellos.

Aunque a los tres les preocupó el hecho de ver al hijo menor de Fugaku en tales condiciones no muy buenas ingresando a la torre, él parecía agitado y se enredaba con sus propias palabras. La sangre brotando de su cabeza y brazos.

El pobre muchacho apenas y se podía los pies.

—Hokage-sama, t-todos en el clan están siendo degollados o mutilados. M-mi madre no está y su hermana...

Antes que pudiese finalizar su sentencia, algo impidió el que siguiera hablando u siquiera informando sobre lo que estaba ocurriendo en el clan Uchiha. Un destello de luz azul inundó todo lo que respectaba a tal clan y la mitad del bosque. Incluyendo así varias viviendas ajenas a esa comunidad hasta el cielo.

El suelo llegó a removerse del impacto, más por el hecho de aquel destello siendo lanzado hacia el cielo oscuro.

Madara tragó saliva, inquieto por primera vez desde que había visto a Shinri. Pues debían apresurarse antes que algo más sucediese, ese jutsu no pintaba para nada de bien sus sensaciones. Ni lo había visto antes.

Entonces fue cuando sucedió lo peor, toda la aldea se iluminó de golpe como si de un flash se tratase. Los ojos de todos los presentes se cerraron por inercia, pero luego de unos segundos el destello se fue. No duró mucho.

Ahora, todo estaba en completa oscuridad sin siquiera la luna siendo la luna capaz de general algo de luz ¿Qué mierdas estaba ocurriendo? Ninguno lo sabía, pero sí tenían la certeza de que debían apresurarse más que nunca.

O esto se transformaría en algo peor, mucho peor.

«...»

Izune Senju.

"Tienes mucho potencial, Izune. Recuerda siempre lo que es importante, la familia, tus amigos y el superarse a pesar de toda adversidad sin importar qué. Yoshiro estaría muy orgulloso de ti si viese lo lejos que has llegado. Lo superaremos juntos y volveré, lo prometo. Es una nueva etapa, esfuérzate y nunca te rindas, puedes ir aún más lejos...''.

—Prometí volver, y aquí estoy Izune. No debes temerme.

Mi cuerpo tembló por completo ante su voz, sintiéndome meramente inestable y por poco cayendo de la desesperación al suelo en cuanto le vi frente a mi. Su sonrisa cálida, sus ojos grises, la gran espada en su mano derecha y ese cabello largo demasiado parecido al mío. Todo en él estaba intacto. Él... estaba vivo, realmente lo estaba y me sonreía a como de lugar mientras alzaba su mano con inocencia. Era algo inexplicable.

Ukitake-sensei estaba vivo, intacto y sonriendo como nunca.

Por ello pretendí acercarme, sin pensar mucho en mis acciones a la vez que mis orbes comenzaron a lagrimear por las emociones que estaba sintiendo en este punto tan alto al reencontrarme con él. Yo... le había extrañado tanto, como nunca y recién ahora caía en cuenta de lo mucho que había transcurrido desde su pérdida ¿Siete años? No lo sabía... pero realmente había pasado demasiado tiempo y él estaba intacto. Necesitaba tocarlo y sentir que esto era real, comprobarlo.

Que toda esta locura no era una puta broma.

—No confíes en él, Bakazune. —murmuró el azabache en mi oído cuando moví uno de mis pies, sin soltarme un solo momento e incluso apretujando aún más el agarre— Sé que es duro para ti, pero él no es lo que tu crees. Al menos ya no.

Tragué saliva por instinto al escucharle y tras ojear una vez más a mi maestro, me aferré al torso de Óbito sin dejar de observar su silueta tranquila con pánico. Mis piernas se torcieron y el azabache me sujetó de inmediato. Aún así, no lo podía creer, él... ¿Cómo pudo jugar con algo así?

¿Por qué...? ¿Cuál era su motivo? ¿A quién tenía que creerle?

—Izune, tranquila. —nuevamente, su voz me hizo respirar agitadamente y sentí a Obito tensarse — Solo quiero saludarte de cerca ¿Pue...

—¡¿U-Ukitake-sensei?!

Todos los presentes nos volteamos ante semejante voz desesperada y bastante shockeada. Él apareció de la nada con su famosísima técnica —Shunshin— y pretendió acercarse también con desesperación, su rostro igual de destrozado o hasta peor que el mío. Su cuerpo temblando levemente ante la idea, y me sentí... mal. Shisui había sufrido demasiado con su pérdida, no estoy segura si a mayor escala tal como yo, pero lo había hecho, y por mucho que haya encontrado esa información de la cual me había hablado antes... Esto era demasiado.

Demasiado para ambos. Una locura.

—Mucho tiempo sin vernos ¿Verdad, Shisui?

Óbito me presionó aún más a su cuerpo en cuanto mi maestro adelantó dos pasos frente a mí, ambos observando como apenas le faltaban unos míseros centímetros a Shisui para llegar hacia Ukitake-sensei, y lo hubiese logrado. Si no fuese por la silueta de Itachi que se interpuso entre ambos, tomando a Shisui de los hombros para alejarlo de ahí bruscamente.

¿Por qué le miraban como amenaza? Mi maestro solo estaba... vivo.

Él le dijo algo, no pude adivinar qué exactamente. Pero supuse que por la situación en la que estábamos, era lo mismo que Óbito me había dicho anteriormente sobre él.

Aún así, no había lógica en que actuásemos así frente a Ukitake-sensei debido a que él estaba intacto. No había sangre sobre sus manos o simplemente en su ropaje, nada que lo delatase de haber causado todo esto. Realmente creí que estábamos preocupándonos de la persona equivocada y me removí un poco.

—Izune, será mejor que nos...

—No, Obito.

No lo niego. Quise abrazarlo, hundirme en sus brazos para sentir su cálido aroma y creer que él no había ocasionado todo este desastre. Pues era mi maestro, mi camino a seguir; quien me inculcó demasiados valores y me incitó a seguir el camino ninja que yo quisiera a como de lugar sin importar lo que dijesen los demás. Él... me enseñó la valía de un ninja, lo importante de la sabiduría y ver más allá de lo esencial. Me había enseñado todo lo que sabía hasta hoy, demasiadas cosas que ni Tobirama fue capaz de inculcarme. Incluso si tan solo fueron unos pocos años junto a él aprendí bastante, Ukitake-sensei era un buen hombre.

Esto no podía ser cierto.

—Un Uchiha, una Senju y un Inuzuka... interesante ¿Algo que quieran aportar?

Alcé mi brazo con entusiasmo, moviendo así mis ropas y también mi cabello corto para llamar la atención del maestro que nos observaba afirmado en uno de los árboles que había en el bosque, él se cruzaba de brazos y estaba sentado sobre una roca. No obstante, mis compañeros de equipo me observaron con el seño fruncido, o al menos ese era el semblante de Yoshiro sobre mi. Puesto que Shisui tan solo sonrió con diversión.

¡Yo, yo, yo! ¡Yo quiero presentarme!

Él albino de ropas anchas me ignoró, poniéndose de pie en aquella roca bajo el árbol para luego acercarse y alzar sus brazos con entusiasmo hacia mi compañero el castaño.

¡Yo, yo, no me ignore! —exclamé una vez más, esta vez siguiéndole el paso a medida que él seguía pasando de mi.

Tú, el Inuzuka...

¡Oiga! —bramé, demasiado molesta mientras me alzaba para sujetarme de su ropa y que así dejase de ignorarme.

Él me arqueó una ceja, mientras yo colgaba de uno de sus brazos y le observaba con enfado. Luego, intentó quitarme de ahí para regalarme una cálida sonrisa divertida.

—Conozco a tus hermanos, no es necesario que digas más de la cuenta. —explicó, y me solté de su brazo para rascar mi nuca con algo de vergüenza— Pero bravo por ese entusiasmo, con eso ya me basta. Nos llevaremos bien, Izune...

Le oí bufar, así como también le vi bajar su mano lentamente para luego tomar su sien con frustración y arrastrar su gran espada, ésta rechinando contra el suelo bruscamente. La gente gritaba, los ruidos no cesaban y la voz en mi cabeza no parecía hacerlo tampoco. Era todo un desastre y yo no era capaz de reaccionar de manera correcta.

Pero ¿Cuál era la manera correcta exactamente, cuando uno de tus seres queridos que creías no ver jamás aparece frente a tus narices? Dudo que exista una, pues hiciera lo que hiciera... todo seguía igual. Todo.

Shisui pretendió acercarse una vez más, con sus ojos reflejando todo el miedo que podría sentir o la angustia misma por verlo ahí, vivo. Pero cada vez que lo intentaba; Itachi frenaba sus pasos bruscamente y sin tacto alguno. Comencé a hiperventirlarme de tan solo verle así, y solo por ello busqué a Sasuke con la mirada para no tener que angustiarme más. Él tocaba su cabeza ensangrentada desde el suelo, confundido y algo aturdido mientras intentaba ponerse de pie.

Me partió el alma verle así. Aunque más me preocupaba el humo y la niebla que se estaba formando entre todos nosotros.

—Están siendo muy paranoicos por nada, y lo cierto es que vengo en son de paz —habló mi maestro, algo frustrado—¡Oh, Vamos! ¿Acaso no me extrañaron? —insistió, su voz siendo una daga que clavaba una y otra vez mi angustiado corazón. Incluso si él se escuchaba feliz y animado como siempre. No lo comprendía.

Cuantas veces... ¿Cuántas veces... le pedí a Dios el poder reencontrarme con él? ¿Cuántas veces soñé con tenerlo a mi lado una vez más para despedirme, con despertar y saber que lo volvería a ver en los campos de entrenamiento como siempre? ¿Cuantas veces lloré hasta no dar más por su culpa? ¿Cuantas?

No lo sabía, pues no había cuenta exacta para ello pero estaba segura que fueron muchas... muchas fueron las veces en las cuales no encontraba razón lógica para otra pérdida luego de Yoshiro. Él dijo que lo solucionaríamos juntos como equipo, que lo superaríamos juntos.

Luego se fue... y jamás volvió.

—Izune, tienes que venir conmigo. —temblé, una vez más al oír como me llamaba y cerré mis ojos. Jamás me había sentido tan vulnerable en mi vida, jamás.—Toda esta gente te ha estado mintiendo, solo quiero que nos esfumemos a encontrar la verdad. Si quieres puedes llevarte a Shisui y hacerlo como el equip...

—¡No trates de manipularla!

El peligris de ojos grises no pudo finalizar sus palabras, puesto que el azabache a mi costado había gritado con demasiada fuerza y mucha tensión en todo su cuerpo. Casi podía sentir la rabia evaporando de sus poros. Por ende, me obligué a abrir mis ojos y observarle con cierto pánico. Su mandíbula estaba tensa y estaba casi segura que si mi maestro decía algo más, el azabache no sería capaz de contenerse.

—¡No sé cuál es la mierda que tramas, pero sé que no es nada bueno! ¡No te hagas el inocente y deja a Izune en paz! —insistió el azabache, soltándome un poco para dar lugar a presionar uno de sus puños.

—Obito...

El albino se largó a reír, su fuerte risa inundando todo el sector en llamas y explosiones. Las cuales no habían frenado ni un solo segundo, los gritos me aturdían... pero sabía que no podía caer por esto. Incluso si las lágrimas caían con demasiada brutalidad haciéndome ver débil.

—Vaya, es como si estuviese oyendo a Kōga... —murmuró, aunque bastante audible para nosotros.— aunque claro, tú debes ser veinte veces más débil.

—¿Kōga...?—cuestioné hacia el moreno, algo confundida y él no me respondió. Solo observaba a mi maestro como los demás presentes lo hacían. Aunque este tenía más rabia hacia él.

No entendía nada, absolutamente nada.

—¡¿Qué es lo que quieres?! —gritó Obito, una vez más haciendo notar su imprescindible rabia en contra de mi antiguo maestro.

Ukitake-sensei dio un suspiro y levantó la espada, causando que Itachi se ubicase en posición de alerta con kunai en mano mientras que Shisui parecía no asimilar lo que estaba ocurriendo. Me observó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que no pudo soltar y sentí mi corazón apretujarse.

¿Por qué nosotros?

—Izune ¿Vienes o no? No tengo ánimos de luchar. —dijo el peligris, tronando su cuello un poco para ignorar a quien estaba a mi lado— Oh, Shisui ¿Tú quieres venir también? Estás invitado, después de todo eres como Izune. Creí que lo recordabas...

¿C-cómo yo?

—¡Ella no irá a ninguna parte! —bramó Obito a mi lado, sacando un kunai de su bolsillo y dispuesto a atacar. Yo... me sentí una completa idiota, ni siquiera era capaz de moverme.— Atrévete a tocarle un solo mísero pelo y no sabes lo que te puede esperar, yo cumplo mis palabras y no te gustará cuando lo haga.

Óbito dio un paso adelante, dispuesto a lanzarse en contra de él sin importar el polvo o la niebla. No obstante, mi cuerpo se movió por inercia y tomé su brazo con fuerza; logrando que no fuese un paso más.

—E-espera, Óbito. —solté, mi voz temblando como si una idiota fuese. Él tragó saliva, inquieto y cruzando su mirada con la mía— ¿A qué te refieres con que Shisui es como yo?

Mi maestro me alzó ambas cejas y luego observó de re-ojo a Shisui, quien tenía un rostro de espanto que jamás creí ver en él. Itachi no parecía entender mucho y Sasuke tampoco, pero eso daba igual. Porque ya estaba a punto de descubrir mi verdad.

Verdad que no me importaba si alguien ajeno se enterase, pues solo con finalmente saberlo me bastaba.

—¿No lo sabes aún? Me sorprende, —comentó, rascando su nuca sin mucha importancia— teniendo a Shisui con la mitad de información y a Óbito con la otra creí que ya lo sabías. Tobirama es tu padre y Kei Uchiha... tu madre.

¿Q-Qué acababa de oír?

—Y pues, Shisui... —siguió batiendo su lengua, esto era demasiado— a ti no te lo diré, debes ser bastante inteligente para descubrirlo por ti solo. Aunque si dijera que esos cabellos son parecidos a los de Kei ya deberías saberlo...

Kei... Kei Uchiha. Ella...

Era temprano, el sol estaba puesto en su punto más alto y tenía apenas unos tres a cinco años. Decidí por seguir a Tobirama a uno de sus encuentros, solo por miedo a que algo le sucediera. Sin embargo, otra cosa fue lo que encontré.

¡Tobi-nii! —exclamé, sin ocultarme en lo absoluto en cuanto vi como mi hermano tocaba el trasero de una mujer descaradamente.

Una mujer azabache, delgada de cabellos largos y algo ondulados. Tobirama no demoró en voltearse y quitar su mano de ahí, me observó con pánico y ella solo medio sonrió.

El logo en su brazo izquierdo indicaba que era el enemigo. Mi padre me lo había enseñado, Uchiha significaba peligro y me asusté.

—Izune, no deberías estar aquí... —dijo, tomándome en brazos con demasiado enfado mientras comenzaba a alejarse de aquella mujer rápidamente.

¿Es tu hermana pequeña?

Su voz, era fina y delicada; casi como la de un ángel. La observé de pies a cabeza y lo único que recordaba, era la cicatriz de su mentón. Pero a pesar de ello era guapa, demasiado hermosa.

Casi como un ángel.

No se lo digas a nadie porque lo pagarás caro, y no pienso volver a dirigirte la palabra. Yo no te amo. —abrí mi boca pequeña, sorprendida ante la voz detonante y molesta de mi hermano hacia aquella dama— y tú, Izune. —se dirigió a mí, quien estaba a punto de llorar por su tono de voz— ni se te ocurra abrir tu gran bocota con Hashirama.

La mujer dio dos pasos, su rostro era de angustia y hasta algo de rabia. En ese entonces yo no comprendía mucho, pero con las palabras de Ukitake todo tenía sentido.

Es solo una niña, no deberías hablarle así. —bramó ella, y Tobirama la observó de re-ojo— Si lo supieras no dirías lo mismo, y me aceptarías como mujer. No como objeto sexual. Algún día terminarás amándome aunque lo niegues.

Adiós, Kei.

Óbito no lo aguantó más, mucho menos al ver mi rostro de pánico y casi desvaneciéndome en el suelo, mis rodillas haciendo un tipo de roce fuerte contra el cemento entre lágrimas. Solo por ello se lanzó hacia el albino sin pizca de culpa o miedo. Lo escuché, el crack de su espada contra el kunai de quién era mi pareja en estos momentos y quise detenerlo, pero mi cuerpo no reaccionaba.

No quería esto, no quería. ¿Tobirama realmente mi padre? Esto era demasiado.

—¡Óbito, espera! —fue el grito de Itachi mientras se acercaba, al ver algo que yo no fui capaz de hacer.— ¡No te apresures!

Al menos no hasta que subí la mirada y tras activar mi sharingan noté cómo mi maestro tiraba con sus dientes aquel hilo sobre Óbito, su sonrisa siendo exactamente otra que no me agradaba y me hacía estremecer. Mis ojos se abrieron de par en par al presenciar aquello, creyendo que el azabache había sido cortado en dos por aquel arma mortal que utilizaban en Anbu. Si le perdía, yo moría.

Así de simple.

—¡Óbito! —grité, desesperada.

Sin embargo, aquello no fue así e hizo que mi corazón latiera con mucha fuerza, puesto qué tal hilo traspasó su cuerpo como si de un fantasma se tratase y se dirigió hacia el lugar donde estaban Itachi junto a Sasuke y Shisui. Aunque estos fueron bastante hábiles al esquivarlo.

Sería difícil para mi maestro vencer cuatro sharingans, lo sabía. Aunque él era de la alta clase, incluso si nunca vi todo su potencial era bastante fuerte. No podía negarlo.

Entonces, el albino frunció el seño y tiró del hilo una vez más con los dientes ¿Acaso él...?

—¿Kamui? —cuestionó el peligris, casi gruñendo hacia Óbito mientras alzaba su espada para dar con él. Aunque no pudo— Bueh, si tanto quieres luchar conmigo pues... adelante. Será divertido. El que gana se lleva a Izune ¿Vale?

Enseguida tomé de mi bolsillo trasero uno de mis kunai especial, cayendo en cuenta que si el albino utilizaba aquel arma eso solo significaba que el caos en el clan Uchiha lo había efectuado él y me quería a mí. Limpié las lágrimas de mi rostro, y con corazón en mano les observé luchar. Ambos disputaban entre sí con aquella espada y tal kunai de Obito. Solo a taijutsu.

Al menos por ahora.

Aún así, no podía estar tranquila, cada vez eran más los gritos y explosiones que resonaban dentro del clan ¿Cómo es que nadie llegaba al rescate? ¿Cuántas explosiones más necesitaban para frenar todo esto?

—Poco a poco se nota como Madara te ha entrenado, pero te falta. —oí decir al peligris, esquivando uno de los golpes que venía de parte de Obito.—Kōga era un puto genio.

—¡No hables de cosas que no sabes! —bramó mi confidente, lanzando una gran patada hacia tal espada que tantos escalofríos me daba ver cerca de su cuerpo.

Mi maestro la quitó de ahí y luego volvió a arremeter en contra de Obito, por su parte, Shisui no parecía reaccionar a nada. Él estaba peor que yo, lo sabía.

Era en parte Senju, lo comprendía.

—Sé más de lo que crees, no me subestimes. —dijo él, intentando dar con mi confidente— Mi problema no es contigo, solo quiero a Izune y tal vez a Shisui. Tú no me interesas.

Tragué saliva, incómoda e inquieta por aquellas palabras. No sabía quién era ese tal Kōga del que hablaban, pero por las venas marcadas en el cuello de Obito podía saber que la rabia era mucha cada vez que le nombraban a tal hombre. El azabache tenía muchas cosas que no sabía, y ahora recién caía en cuenta.

¿Tobirama era mi padre? Aún resonaba en mi cabeza... ¿Por qué nunca me lo dijo? Mi respiración se entre corto y nuevamente sentí ansias de llorar, gritar, arremeter contra todo y todos. Desear que nada de esto estuviese ocurriendo ¿Mi maestro siendo un villano? ¿Qué solo me necesitaba a mí?

No decaigas, maldita sea.

Crucé miradas con Itachi, quien le estaba dando unas indicaciones a su hermano con su mirada muy seria para el gusto de cualquiera. Observé una vez más la pelea sobre el tejado y presioné mis puños, solo para después con este mismo kunai en mano transportarme hacia ellos. Me sentía vulnerable como nunca antes, y quería frenar esta pelea. Todo. No obstante, parecía que Óbito realmente iba en serio contra quien me enseñó tanto alguna vez. Aunque no lo comprendía del todo aún ¿Óbito tenía la mitad de información?

¿Por qué nunca me lo dijo? ¿Él sabía de esto?

Y... que decir de Kei Uchiha, esa mujer a la cual llamé Floruka alguna vez. Tobirama no la trataba bien, y si él... dios, esto era demasiado. Tenía que dejar de pensar y solo frenar este desastre. No importaba nada más.

—¡Tenemos que frenarlos, Ukitake-sensei solo estaba diciendo la verdad y joder! —exclamé, al borde del colapso junto a ellos mientras tomaba mis cabellos y Sasuke presionó su mandíbula mientras caminaba lejos de nosotros a duras penas. Él lucía serio y algo preocupado.

—Izune, tus ojos...—balbuceó Itachi, algo sorprendido pero sin perder la calma.— ¿A esto te referías Shisui?

—Ajá...

Di un suspiro, intentando no perder la calma al recordar mi nuevo poder ocular que acababa de activar.

—Eso no es lo que importa ahora, tenemos que frenar esto y...

—No confíen en él, diga lo que diga —advirtió Sasuke, segundos antes de frenar sus pasos un segundo— tiene a nuestra madre y a padre. Él no planea nada bueno.

No, no, no, no. Mi maestro no sería capaz, él...

—¡Tenemos que frenar todo esto, él no sería capaz!

—¡Izune, espera!

Sin importar el agarre de Shisui o el que Sasuke se hubiese ido corriendo con dificultades entre medio del humo para buscar ayuda o encontrar sobrevivientes, me transporte hacia el techo en donde estaba el azabache junto a Ukitake-sensei. Óbito le había lanzado un jutsu de fuego y el albino con su espada había aparecido tras de él. Sus ojos brillaron en un destello celeste e intentó atraparlo, más solo logró traspasar su cuerpo una y otra vez.

¿Cómo es que Óbito podía hacer semejante cosa? ¿Desde cuando?

—¡Óbito, Ukitake-sensei! —grité, desesperada mientras intentaba buscar algún indicio de charco de agua.

Todo el clan estaba en llamas, no exagero; todo.

—¡Paren por favor! —insistí, corriendo hacia ellos como una completa idiota desesperada.— ¡¿Por qué está haciendo esto, sensei?!¡¿Dónde quedaron las palabras bonitas y el apoyo?! ¡¿Por qué mierdas fingió su muerte?! ¡¿Venganza?! ¡¿Qué mierda es lo que quiere de mí?!

—Solo quiero que vengas conmigo, o tal vez... asesinarte. No lo sé.

Sentí el viento fuerte y la presencia de Itachi junto a Shisui tras de mí, ambos quisieron entrometerse. No obstante, antes de poder hacerlo mi maestro alzó su espada —traspasando a Óbito otra vez— hacia nosotros mientras tiraba del hilo con sus dientes. Lucía siniestro, no parecía él. No representaba a lo que fue Ukitake-sensei alguna vez.

Mi propio sensei.

Él ya no estaba en su rostro y tragué saliva, realmente hablaba en serio. Sentí miedo, demasiado y mi corazón se estrujó al verlo de esa manera. Su espada en mi dirección mientras se dedicaba a cerrar sus ojos y hacía un sello de manos con su palma libre. No podía ser verdad.

Vamos Izune, muévete ¿Desde cuando eres tan débil?

Nami kotogotoku, waga tate to nare. Ikazuchi kotogotoku, waga yaiba to nare*1...—sus palabras, su mirada, la espada y el destello.

Ese jutsu no lo había oído jamás ¿Qué estaba haciendo? Joder, Izune que te muevas. ¿Iba a robarnos el chackra? ¿A inhibir nuestros ojos?

—¡Izune, sal de ahí! —fue Shisui, pude oírlo con mucha claridad y pretendí hacer caso a sus palabras pero no podía moverme. Sentí miedo, mucho miedo.

Sobre todo por el rostro de pánico que demostró Óbito antes de oír aquello que llenó todos mis sentidos y me hizo perder la cordura.

Chakura Kyūin Jutsu, Sōgyo no Kotowari.*2

Un destello enorme de luz azul cruzó mi vista, y no pude ver nada más ni sentir algo alrededor. Solo el grito desesperado de Obito y el cansancio de mi cuerpo ¿Qué acababa de ocurrir?

¿Acaso... iba a morir?

// Espero les haya gustado el capítulo, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

*Que las olas sean mi escudo. Cae rayo y conviertete en mi espada.1

*Jutsu de absorción de chackra, Verdad de los Peces.2

¡Hola! 😍 ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad yo lo siento corto y algo pesado pero si seguía con lo que viene el capítulo me hubiese quedado extra largo y ajsksk mañas mías, ignoren esto.😔

En fin, quería darles las gracias a cada una de ustedes porque (como siempre digo) sin ustedes esta historia sería nada, y como estamos en cuenta regresiva 😭 porque ya van quedando 6 capítulos les quería dar miles de corazones y abrazos, son de lo mejor, enserio. Gracias por leer esta historia y por darme su apoyo, no saben lo feliz que me hacen💓.

Es más, tuve una semana horrible pero ustedes siempre me animan, muchas gracias❤️.

Y Eso, que tengan un muy lindo día y muchas gracias por todo💕💕.

Adiosín💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro