Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

cincuenta y séis; corazón {Obito #1}

''Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños...'' Mario Benedetti.

.

.

.

.

Acorde pasaron los días, también lo hicieron las mañanas y todos mantenían sus ocupaciones para ellos mismos luego de aquella extraña noche. Obito había estado realmente ocupado con ciertas investigaciones en el cuartel anbu con su equipo sin frenar, e Izune de ida y vuelta en el hospital visitando a Kiara junto a Kinoe, quienes aún no eran capaces de decir más de dos palabras. Ellos estaban sufriendo mucho por la pérdida de su amigo el Uchiha y solo por ello, la peligris no era capaz de entrometerse en su luto. Más solo daba su apoyo moral.

Hashirama por su parte, no movió piezas aún pero seguía pendiente de los movimientos en el clan Uchiha, Madara para ser exactos. Incluso si este solo apareciese para comer o visitar a su hijo. En cambio, Tobirama seguía en su labor como hokage al igual que todos seguían sus labores en la aldea. Incluyendo al mismísimo Madara, quien no se atrevió a buscar al de cabellos alborotados una vez más al notar la gran vigilancia que traía.

Él no era idiota, y su antiguo amigo del clan Senju muy evidente. No iba a arriesgarse. Al menos no aún.

─Agh, ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está?!

Izune se encontraba en la ducha, el vapor cubriendo toda la habitación mientras terminaba de quitarse el jabón de su cuerpo. Sin embargo, no pudo no escuchar la voz de su mejor amigo quejándose en el salón principal a todo pulmón y se sonrió. Era la primera vez que le veía en casa durante esos días dónde no tuvo descanso alguno.

Y se quejaba, como siempre.

─¡A la madre! ─exclamó─ ¡Justo cuando yo busco las cosas no están! ¡¿Pero que mierda?! ¡¿Este primer Hokage se esconde las cosas para él o qué?! ¡Aggh!

La peligris soltó otra risa y finalmente cerró la llave para que el agua dejase de correr, cubriendo así su cuerpo y cabello mojado con dos toallas antes de salir a su habitación.

─¡Me cago en la puta!

La chica de ojos rojizos enrodó sus ojos y simplemente se dedicó a vestir sus bragas junto a los pantalones, al menos hasta que el azabache se dirigió directamente hacia ella;

─¡Izune! ─gritó, los pasos de Óbito sobre la escalera siendo audibles casi al instante─ ¡¿Has visto mi kunai negro?!

Izune no demoró en posar la mano sobre su frente y negar con la cabeza ¿Tanto alboroto por un mísero kunai de un color diferente? No lo comprendía. Sin embargo, antes de que pudiese responder o algo, el azabache ya había abierto la puerta de su cuarto sin permiso alguno. Buscando así desesperadamente en medio de sus ropas lo que tanto ansiaba sin siquiera voltearse a ver su cuerpo semidesnudo.

La peligris bufó ante ello, finalmente ubicando el brasier en su busto desnudo y luego su camiseta usual para acercarse a él un poco. Óbito siempre hacía lo mismo.

─Óbito, sigue desordenando mi ropa y te tiraré por la ventana, no estoy jugando.

Él pareció no escucharla, tirando así por todas partes la ropa que se encontraba sobre un gran sitial mientras se estresaba al no poder encontrarlo. Izune gruñó por lo bajo y tras poner su chaleco jounin se acercó a él aún más para tomar su armadura anbu con fuerza hacia atrás, aunque él fue mas rápido al prevenir sus movimientos con el sharingan y no demoró en pegarla contra la pared. Sonriendo levemente al ver el semblante de cabreo en el rostro de su amiga. Sus labios a escasos centímetros de separación y sus respiraciones juntándose entre sí.

─Odio. ese. maldito. sharingan. ¿Ya te lo había dicho? ─gruñó la peligris con una sonrisa algo cínica frente a él y ojos entrecerrados. Óbito rió y simplemente se separó de ella, quitando el dojutsu al instante.

─Izumi te ha dejado traumada.

-Si, Izumi...

Ojalá solo fuera eso. Pensó ella con cierto fastidio, dando otro gran bufido antes de quitar la toalla de su cabello. Hace días no veía a Shisui, su hermano medio no quería responder a sus preguntas y aún no podía activar ese mísero sharingan desde la muerte de Uryu. Aquello la mantenía bastante estresada y sobre todo ansiosa, ella quería saberlo todo pero ¿Cómo? Todo era un laberinto y sin las personas esenciales no podía encontrar nada por si sola. Quizás debía contárselo a Obito, o tal vez no. El azabache gruñó por lo bajo y observó a su alrededor ¿Dónde habían metido su kunai?

Eso era más importante para él que la cara de pocos amigos que se traía Izune.

─Oe ¿En serio no lo has visto? ─preguntó, rascando levemente su nuca─  lo uso todos los días, es imposible que desaparezca.

─¿Y no puedes usar otro?

─¿No...?

Izune suspiró, finalmente agachándose para observar bajo su cama y ayudar a buscar aquel kunai que tanto su amigo necesitaba. Necesitaba olvidarse del sharingan solo un momento, más si su confidente no sabía nada sobre ello. Óbito aprovechó de tirarse sobre la cama y dar un gran suspiro cansado, había tenido un día duro y ahora hasta moría de hambre. La chica al notarlo gruñó por lo bajo y un leve tic se formó en su frente, solo por el hecho de que este no supiera la diferencia entre ayudar y hacer todo por si sola.

Porque él no estaba ayudando. Solo la miraba.

─Obito ¿Sabías que sola no podré hacer más que tú?

─Encontrar un descanso con tu hermano es misión imposible ¿Sabes?  ─se quejó, sin siquiera responder a la sentencia de la de ojos rojizos, Izune gruñó una vez más─  Ese kunai me lo regaló mi abue para mi cumpleaños número diez y ahora que tengo un pequeño descanso pensaba en ir a verla pero...

─No puedes sin tu kunai. ─finalizó la muchacha mientras se ponía de pie, olvidándose de su enfado temporal por tener que siempre buscar todo a su confidente.

Y por lo de aquella noche, aún no se le olvidaba. Mucho menos la bronca que se llevó de parte de Tobirama por no controlar a Tsunade al día siguiente cuando se dio cuenta del desastre.

─Exacto.

Óbito asintió y luego medió una mueca, jugando con sus dedos sin observarla. Izune sintió un poco de lástima, incluso si su abuela fuese a recuperarse no podía evitar en pensar que aún seguía con respiradores. O al menos eso pensaba ella.

─Cuando Hashirama-sama ordena la casa, es como si todo desapareciera por arte de magia ─gruñó, segundos antes de tomar un oso de felpa que la Senju tenía en su cama y comenzar a apretujarlo─ ¿Por qué se jubiló? Es el dios de los shinobi, podría hacer miles de cosas mejores que limpiar y esconderse cosas que no son suyas.

Izune se tomó la frente y rió por lo bajo. Obito tenía unas ocurrencias...

─Lo acusas de robo y él no se esconde las cosas, a ti se te pierden por despistado ─excusó la peligris, esta vez acercándose a la cama para sentarse a un costado del amurrado Obito y sacudir un poco su mojado cabello─ y por muy dios de los shinobi que sea, ya está viejo tienes que admitirlo.

El azabache dejó de tirar las orejas de aquel oso de felpa y arqueó una de sus cejas, volteando su mirada hacia la Senju.

─¿Cuántos años tiene? ¿Cuarenta? ─preguntó, su rostro mostrando algo de confusión─Ni los aparenta, podría hacer más cosas...

─Ni idea, si la aldea no celebra sus cumpleaños yo ni me entero.

Óbito soltó una carcajada e Izune frunció el seño, algo confundida por su reacción.

─Que mala hermana eres, Bakazune ─dijo─ no recuerdas la edad de quien te ha cuidado desde que naciste, yo en lugar de Hashirama me sentiría muuuuy mal.

Izune le fulminó con la mirada, pues el azabache lo hacía con intensiones de provocar culpa en ella y lo estaba logrando. No, ella no recordaba la edad de su hermano mayor y mucho menos su cumpleaños pero últimamente se trataba de cosas que no podía recordar, y otras... volvían a su memoria de la nada, seguramente tendría que ver con los cambios de visión y le jodía que así fuese. Se sintió fatal por lo dicho, pero no lo daría a demostrar y menos con Obito.

─No es la gran cosa, él tampoco se acuerda ─respondió con un toque de verdad, cruzándose de brazos y causando gracia en el azabache─  si no fuese por Tobirama no me saluda.

─Izune, no seas así. ─contradijo el moreno, esta vez ubicando ambas manos tras su nuca. Ella parecía cabreada─Él si se acuerda, para todos tus cumpleaños se tomaba el día libre.

─¡Pero nunca acertaba! ─se quejó ella a brazos abiertos, a lo que Obito solo se rió.

Entonces, el moreno tras ver la hora en el reloj de la pared decidió sentarse a un costado de la ahora cabreada Izune y pasar sus manos alrededor de su cintura, disfrutando un poco más de su compañía en el tiempo que le quedaba de descanso. Su rostro acurrucándose en su hombro como si fuese un niño pequeño. Izune suspiró.

─Al menos sí recuerdas mi edad y mi cumpleaños ¿Verdad? ─cuestionó el azabache con una leve sonrisa y alusión, esta vez subiendo su rostro para verla a los ojos. Ella lucía asustada.

─¿A qué viene eso?

─No me digas que tampoco lo recuerdas Izune porque yo... ─refunfuñó el de cabellos ennegrecidos, su nariz un tanto arrugada intentando no sentirse ofendido por ello e Izune sonrió con malicia.

─Si lo recuerdo, ¿Cómo siquiera piensas que no?

Obito alzó su ceja visible, incrédulo ante sus palabras.

─¿Ah, si? ¿Cuándo estoy de cumpleaños?

─Pues...

Izune mordió su labio inferior, sintiéndose meramente intimidada por la mirada algo amenazante e incrédula de su amigo. Sin embargo, no dudó en cuanto se acercó y besó sus labios suavemente con inocencia al verle tan de cerca. Incluso si él no correspondió como de costumbre. No le creía sus palabras y estaba a punto de reprochar.

─Estás de cumpleaños el 10 de febrero, ─dijo ella, bastante segura de su respuesta─no me mires con esa cara antes de tiempo, gruñón de primera. ─reprochó y él soltó unas risas suaves. Se avergonzaba de siquiera haber pensado que no lo recordaba pero no dijo más─ y Tobirama lo está el 19 de febrero, los dos de signo acuario. Unos totales idiotas.

Obito no demoró en sonreír como nunca a pesar de haberle comparado con Tobirama, y antes de decir algo más la muchacha de cabellos grises ya había juntado sus labios a los de él una vez más. Esta vez el azabache no siseó al corresponder, profundizando el beso a medida que apegaba más su cuerpo al de ella e introducía su lengua para juguetear un momento. Izune pasó ambos brazos alrededor de su cuello.

─Neh, Izune... ─murmuró con voz ronca el azabache, en medio de sus besos con leves sonrisas. Necesitaba hacerle saber ciertas cosas─ oye...

Ella no parecía prestarle atención, estaba más sumida en sus besos que en otra cosa. Obito la separó un momento.

─Izune, tranquila... ─se burló y ella besó sus labios con malicia una vez más. El moreno no pudo resistir ante los labios que tanto le encantaban. 

No obstante, fue la mismísima Izune quien frenó el beso de golpe tras unos segundos y le empujó un poco. Sus ojos demostrando cierto pánico y Obito frunció el seño.

─ ¡Me equivoqué! ─exclamó, llevando ambas manos a su cabeza con pánico─ ¡Tobirama es piscis, no acuario! Ya se me hacía raro porque no se parecen en nada. Solo en lo idiotas que son a veces y pues... oh dios.

Obito arqueó una ceja y se separó un poco más para analizarla con gracia, sus cabellos grises mojando el chaleco jounin levemente mientras su rostro se tintaba de su color natural al igual que sus ojos rojizos y sus labios finos. Le encantaba verla de esa forma, recién duchada y completamente limpia aunque sorprendida. A su vista parecía un completo ángel y se odiaba por no ser capaz de confesar lo mucho que moría por ella. Hace días lo había comentado con Kakashi, pero no se atrevería.

Al menos no directamente, y no es como si le tuviese miedo al rechazo porque ella no lo haría con él ¿O sí? Obito soltó una pequeña risa nerviosa, tenía que dejar de pensar tanto y disfrutar de las cosas que tenía. Como el rostro sorprendido y con cierto pánico que tenía en frente.

Ya luego pensaría en buenas indirectas o en como confesarse. Aunque por la suspicacia de su amiga, seguramente entendería al instante y en efecto, eso tampoco era lo más importante ahora. Él tenía muchas cosas que hacer.

Como dar una respuesta a Tobirama.

─¿Realmente crees en esas idioteces? ─preguntó, besando de pico sus labios finos y suaves con gracia. Ella correspondió y ladeó un poco su cabeza.

─Algo... mm... sí ─respondió, causando unas risas en su confidente.

─Estás loca.

─Pero me quieres... ─imitó ella su tan constante frase cuando le insultaba, Obito se sonrió.

Más de lo que piensas.

─Neh, Izune... ─dijo, algo nervioso por su indirecta pensada minutos atrás─¿Te has dado cuenta que nos besamos mucho?─cuestionó con rapidez al notar como ella pretendía volver a unir sus labios. Pero al oírle frenó sus movimientos y ladeó la cabeza, un tanto pensativa.

─¿Ah, sí?

─Ajá...

Izune frunció el seño y simplemente volvió a chocar los labios con los de Obito en un beso corto y amistoso. El azabache tan solo sonreía, como adoraba estar así con ella. Sin nada que se interpusiera.

─No veo que te moleste ¿Por qué la pregunta? ─añadió ella, aún pensativa a la pregunta anterior. Obito alzó sus hombros.

─Eso es porque no me molesta, pero antes solo nos besábamos al coger ─explicó, su rostro algo tenso por las cosas que comenzaban a salir por su boca y corrió un poco la mirada─ ahora es casi siempre ¿No te has preguntado el por qué?

Sí, Obito era muy malo con las indirectas e Izune lo sabía a la perfección, por ello mismo tragó saliva con cierto nerviosismo. Ya sabía lo que había dicho Kakashi, pero nunca pensó que fuese tan en serio y mucho menos que él comenzase a dar los pasos siguientes. Ella también se lo había preguntado muchas veces y estaba segura de la razón, pero no estaba preparada. Al menos no todavía, sentía miedo. Mucho miedo de lo que podría ocurrir si la amistad que ambos mantenían se viera atormentada por algo así, Izune ya no sabía en qué pensar. Tenía un lío enorme en su cabeza.

Uryu. El sharingan. Kiara. Floruka, Shisui... y ahora, Obito. Se le hacía muy pesado todo ¿Por qué no solo dejar que las cosas sucedieran en vez de forzarlas?

─Yo...

Sus palabras se vieron interrumpidas por el enorme crujido de las tripas del azabache, logrando que este gruñera por lo bajo e Izune soltase una risa, una risa bastante aliviada. Realmente no quería hablar de ese tema aún y daba las gracias al estómago vacío de Obito en ese momento. Lo hacía demasiado.

En cambio, Óbito no tanto.

─¿Almorzaste? ─preguntó con ese toque maternal que tenía siempre sobre él, separándose un poco más para acariciar su rostro cabreado con malicia. Él medió una mueca.

─No tuve tiempo, Izune... ─respondió e Izune iba a reprochar─ ¡Pero no te preocupes! ─exclamó con rapidez para luego dar un gran bufido y observar nuevamente la hora en el reloj con cansancio─ De hecho, ya debería estar yendo a por mi abue porque solo tengo hasta las cinco para volver al cuartel anbu y realmente quiero verla antes de ir.

Izune medió una leve mueca comprensiva y pensó, solo eran veinte para las cuatro. Si ambos comían algo y luego se dirigían al hospital el azabache solo tendría unos minutos con la anciana, pero no podía dejarle ir sin comer. Su humor no era el mejor cuando tenía hambre y tampoco le agradaba la idea de dejarle como un crío hambriento a sabiendas que tendría entrenamientos duros o mucho trabajo. Ella se preocupaba mucho por él, más de lo que el mismo Obito pensaba.

─Pero tienes que comer algo, Obito ─insistió─¿Y si vamos a Ichiraku antes de ir al hospital? dudo que nos demoremos ─sugirió, no muy convencida de lo que decía─ yo también debo ir a ver a Kiara y pues...

─No, mejor compramos algo en el hospital ─respondió el azabache, finalmente soltando a la peligris para ponerse de pie y estirar sus brazos─ ya llevo mucho tiempo sin visitarla, cuando yo estuve por lo de mi ojo ella iba casi más que tú. Así que mejor no perdamos más tiempo.

Izune enrodó sus ojos con fastidio y él acarició una de sus mejillas con su pulgar, una leve sonrisa formándose en su rostro.

─Si querías una cita conmigo solo tenías que decirlo, Bakazune. Puedo llevarte a Ichiraku cualquier otro día ─se burló y ella quitó su mano de golpe. Obito mordió su labio inferior para no reír.

─Ni las lagartijas más feas querrían una cita contigo, ─gruñó ella con mejillas sonrojadas, siguiendo la burla y luego fingió asombro─ ¡Oh, no, espera! ¡Ellas si quieren salir contigo! ¡De hecho, Rin y Sakura ya vienen en camino!

Obito soltó unas carcajadas ante lo dicho y solo negó con su cabeza, Izune riendo de igual forma para matar el sonrojo.

Ambos se estaban divirtiendo como lo hacían antes de todos los problemas. Sin embargo, el tiempo no tiene piedad y corre sin más, por lo que, ya deberían de ir al hospital o el azabache tendría muy poco tiempo con quien la cuidó durante tanto tiempo. Y aquello no le gustaría.

Por ende, Obito tomó una de sus manos para entrelazar sus dedos y la puso de pie de un solo tirón, besando sus labios suavemente antes de mediar las últimas palabras con una leve sonrisa lasciva;

─Las lagartijas feas no me gustan, siempre puedo preferir a la lagartija reina. Mejor si es albina.

Izune se sonrió, relamiendo sus labios una vez más antes de responder;

─Tus ocurrencias son únicas y eres horrendo para coquetear ¿Lo sabías?

─Oh, ¿Has dicho que soy único?

La peligris enrodó sus ojos con gracia y simplemente con su mano libre tomó su nuca para ponerse de puntillas y besar por última vez los labios de su confidente, pues ya tenían que partir y en público no podrían hacer mucho.

─Ya vamos, no perdamos más tiempo o no alcanzaras a comer. ─dijo tras separarse, esta vez caminando hacia fuera de su habitación con él a la arrastra.

─Pero si eso es lo de men...

─Calla y vamos, dios.

─Izune yo creo que...

─¡Vamos!

Obito no pudo resistir más ante los constantes forcejeos de la Senju y simplemente se dejó ir por las escaleras, ambos debían llegar pronto. Sin embargo, no fueron conscientes de la presencia que se había escabullido tras la puerta y les había visto durante toda la estadía. Tobirama era demasiado bueno escondiendo su chackra o siendo sigiloso y su hermana pequeña, demasiado ingenua para no darse cuenta.

La puerta principal se cerró de golpe y el peligris de manchas rojas en su rostro presionó los puños con fuerza, su cuerpo bastante tenso ante el recuerdo del sonido de sus labios unidos.

─Más te vale no hacerle daño, Uchiha. ─murmuró entre dientes, segundos antes de volver a la torre Hokage con su hiraishin. El enfado bastante evidente en su rostro.

Él también tenía mucho trabajo por hacer. Solo por esa razón luego se preocuparía de lo que respectaba a su hermana, y sobre todo Obito. Su sangre estaba evaporando por sus poros y él no iba a escaparse.

«...»

Izune Senju.

─Kinoe, te traje unas cuantas galletas. La comida de hospital ha de ser fatal...  

El castaño me sonrió levemente al verme a su costado, sus caninos siendo bastante afilados como lo hacía siempre y recibió mi comida enseguida. No demoré en tomar asiento en una de las sillas que había en su costado y le observé comer durante unos minutos. Lo hacía en silencio y demasiado lento, ni siquiera se asemejaba a lo que fue Uryu alguna vez. O quizás Obito, quien era un salvaje a la hora de tragar.

Suspiré. 

Tenía que dejar de pensar y preocuparme tanto en Obito de una vez por todas o de Uryu. Pues, mi confidente ha de estar bien en una de las otras habitaciones con su abuela y habíamos alcanzado a comprar unas cuantas cosas antes de venir. Con respecto a Uryu, estoy segura que estaba en un lugar mejor aunque me doliese como mil demonios. Fue su decisión y yo debía respetarla.

Todo parecía mejorar entre nosotros, a lo que de Obito se refiese, incluso si ahora ya comenzaba a asimilar lo mucho que me gustaba por muy aterrada que estaba con ello. Porque no quería que todo se jodiese, Shisui podría ser siempre un buen desencadenante.

Ugh.

─¿Has hablado con Kiara? ─pregunté, sin muchos rodeos al ver que evitaba mi vista. Kinoe negó con su cabeza.

─No quiere hablarme, no después que nos dijeron sobre... bueno, ya sabe...

─¿No has pensado en el por qué? ─insistí, queriendo morderme la lengua por meterme en asuntos que quizás no eran de mi incumbencia.

Kinoe siempre fue alocado, él no tenía problemas confesando lo que sentía o las cosas que hacía. Era apasionado y sentía mucho por los demás, de eso estaba segura. Por esa misma razón, verle de esta forma tan frágil y cubierto de ojeras me partía el alma. Aún así, tenía que aclarar mis dudas sobre el embarazo de Kiara. Por más que quisiera abrazar al Inuzuka con todas mis fuerzas.

No era asunto mío, pero ellos eran parte de mi y aunque nuestro equipo se hubiese disuelto no podía dejar que se destruyeran con algo así. Ellos necesitaban de mi ayuda y si podía hacerlo, lo haría.

─Sensei, lleva preguntándome por Kiara desde que vino por primera vez ¿Por qué no me dice lo que realmente quiere? ¿Le ha ocurrido algo? ¿Por qué no le pregunta a ella?

Tragué saliva. No, yo no se lo iba a decir si realmente pensaban en qué lo haría. Eso era tema de ella y probablemente me odiase si se lo hiciera saber. Además, la pelinaranja no me respondía como Kinoe lo hacía. Ella solo decía sí y no, me sentiría muy mal si ella quedase con traumas luego de lo sucedido pero según su enfermera, más no podía hacer.

─No, ella está bien... Supongo ─respondí, rascando mi nuca con cierta incomodidad─ pero sí, quiero saber algo y necesito que me respondas con la verdad porque no me atrevo a hacerlo con ella. Yo no se lo haré saber a nadie, lo prometo.

Él dejó el paquete que tenía a la mitad de sus galletas sobre sus sábanas blancas de hospital y me observó, su mirada algo angustiada al no saber qué era lo que iba a salir por mi boca. 

Entonces, inhalé todo el aire que pude y luego suspiré, no había vuelta atrás.

─¿Alguna vez tuviste relaciones con Kiara?

─¡¿Quéé?!

El grito ensordecedor y el rostro de pánico que tuvo Kinoe se hizo presente en toda la habitación frente a mi, logrando que yo entrecerrara mis ojos y me alejase un poco para apaciguar mis oídos. Él parecía avergonzado y un poco desconcertado. Al parecer no se esperaba aquella pregunta de mi parte.

─¡Izune-sensei, no me pregunte esas cosas! ─exclamó a brazos abiertos, sus mejillas completamente rojas─ ¡Estamos en el hospital y viviendo una crisis! ¡Joder, es peor que el pervertido de los sannin ya no lo compren...

─¡Kinoe, no soy una pervertida!

─¡Sí, lo es! ─él me apuntó con su dedo índice y parecía respirar agitadamente mientras trataba de no perder la cordura.

Un leve tic se formó en mi ceja izquierda y presioné mis puños al escuchar la palabra pervertida. Vamos, cálmate. Es tu alumno, no debes golpearlo porque lo más probable es que vaya a ser padre y... tú le quieres Izune, relájate.

─¡Dios, es que de todas las preguntas que pudo hacerme nunca me imaginé esa! ¡¿Qué le hac...

─¡Kinoe! ─reproché, sacando a flote un poco de mi chackra y logrando que este callase de inmediato al sentir cierto pánico─ ¡Qué es importante, realmente necesito saberlo!

─¡¿Pero por qué?!

─¡Porque sí, soy tu superior tienes que responderme!

─¡Pues no, no he dormido con ella! ¡Soy un completo virginal, la burla total igual que Naruto y el idiota de Sasuke! ¡Ugh, usted es estresante hasta en los peores momentos!

En ese instante dejé de gritar y mis labios se entreabrieron al igual que mis orbitales, no sabía qué demonios estaba ocurriendo. Si Uryu dijo que ella era de Kinoe ¿Por qué...? A no ser que mi alumno me estuviese mintiendo, aunque por sus reacciones aquel día lo dudaba. No entendía, no comprendía que estaba sucediendo. Enseguida Kinoe bajó la mirada y luego pareció incómodo al verme. Un leve mareo inundó mi visión y solo negué con mi cabeza.

¿De quién mierdas era el bebé de Kiara si no era Kinoe? Suspiré con nerviosismo. Ya no quería más dramas pero al parecer, era uno tras otro. Solo necesitaba un poco de suerte o quizás, un milagro para descubrir todo lo que quería.

─Izune-sensei, si no quiere que alguien descubra su sharingan no debería activarlo por cosas simples como esta...

Entonces, al oír las palabras de mi alumno no dudé en tocar mis mejillas con cierto pánico al creer que mis ojos sangraban pero al parecer no lo estaban haciendo y fruncí el seño, confundida.

¿Era posible que finalmente...?

─Yo no le he activado, Kinoe.

─Pues vaya al baño y véalo por usted misma, no le mentiría jamás. 

Sin dudar siquiera un segundo me puse de pie y corrí al primer espejo que había en aquel baño de hospital con mi corazón en mano. Sí, dos aspas en cada ojo rojizo era lo que veía. Y no sabía si alegrarme o asustarme por ello, finalmente lo había logrado. El sharingan había aparecido luego de varios intentos.

Pero sin mi consentimiento, por lo que, tenía que ser demasiado cuidadosa. Y mucho, con todos.

«...»

La habitación estaba en completo silencio, solo se oían los leves crack de las galletas que devoraba el azabache dentro de esta misma y el beep constante de la maquina que conectaba a la mujer que lo cuidó tantas veces desde que tenía memoria. Obito estaba intacto y solo le observaba de pies a cabeza con cuidado, las quemaduras parecían haber sanado casi por completo y ella lucía bien. No comprendía como era que se iría al otro mundo mejorando considerablemente, realmente no lo entendía y le dolía en lo más profundo. Por más que se negase a verlo de esa forma.

Tsunade tenía que salvarla, como fuese.

Él no había querido pensar en eso durante los días de trabajo, ni quería hacerlo ahora mismo porque terminaría volviéndose loco como aquella noche. O siquiera pensar en la respuesta que debería haberle dado al segundo Hokage hace un día, solo se estresaría aún más y no quería. Ese día no fue él y si quería estar relativamente bien solo tenía que seguir sus labores y mantener su mente ocupada, eso fue lo que le ayudó en aquellos días. Sin embargo, sabía con certeza que no por mucho.

Aunque no pretendía asimilar la muerte de su abuela. Por más que supiera lo poco que le quedaba de vida.

─Abue, no te morirás ¿Verdad? ─murmuró, soltando una leve risa nerviosa para morder otra de sus galletas─ si te mueres, te voy a odiar eh... tú lo dijiste, los viejos sabios nunca mueren. Jiraiya-sama sigue vivo y pues...

Otro crack de una de sus galletas, más la risa nerviosa de su parte. Ya llevaba una hora dentro de ese lugar y no pretendía irse. A pesar de estar a gusto con Izune, él sabía que no pertenecía a ese clan y a veces extrañaba su hogar o las cenas con su abuela. Pronto estaría reconstruido por completo y sin la anciana no estaba seguro de volver ¿Qué haría sin ella? Si a fin de cuentas cuando vivían juntos él siempre le hacía la mayoría de cosas, a pesar de ser un burro y cero a la izquierda con labores del clan que le correspondían.

Además, extrañaría las veces en que Izune siempre les visitaba. Al parecer, ahora todo era al revés. Solo quitando la parte en que no podían follar cuando quisieran y en ese entonces, él no estaba enamorado de ella.

Porque sí, así se sentia ahora... enamorado.

─Tsunade-san está loca, tú no morirás porque va a salvarte... ─insistió, alzando sus hombros mientras otra galleta se adentraba en su boca─   ya ha pasado una semana y aún estás aquí, ya no le creo nada. Tú lo has dicho, los milagros existen ¿Verdad? Además, ella puede y sería egoísta de su parte que no hiciera más por ti.

Óbito se sonrió, apretujando levemente aquel paquete casi vacío de galletas. Solo para después pasar su mano libre por su rostro y dar un suspiro enrabiado. Hace apenas unos segundos había sentido la presencia de la rubia en la puerta, pero no quería voltearse a verla y mucho menos escuchar sus palabras. Solo generaba indirectas para doblegar sus instintos.

Si ella decía algo, no sabría si podría ser capaz de contenerse. Tsunade era una ninja médico ejemplar y de las mejores ¿Cómo no iba a poder ser capaz de salvarle la vida? El solo hecho de pensar en ello le hervía la sangre y su corazón se aceleraba. Pues, mientras debería estar buscando alternativas para la anciana lo único que hacía era follar con su amigo.

No había secretos entre Obito y Kakashi, ambos lo sabían.

No le parecía justo, incluso para Rin. Pues, por muy cotilla y loca que fuese... ella sí se preocupaba por la vida y bienestar de los demás. Quizás no era la mejor ninja médico, pero su preocupación era única y más ejemplar que la de aquella rubia que por ahora no lograba pasar con nada. Y no, él no lo pensaba solo porque fuese su compañera de equipo o por la simple razón de haber estado enamorado de ella durante mucho tiempo.

Óbito sentía muchas cosas en estos momentos, pero la rabia con la rubia... era la más fuerte. 

─Obito...

El azabache tragó saliva y tensó su mandíbula, presionando sus puños con fuerza al oír su voz y sentir dos pasos tras de él. Tsunade mantenía unos papeles en manos y simplemente suspiró con nerviosismo al acercarse, nunca se había sentido tan intimidada por alguien. Incluso si este mismo ni siquiera la estuviese observando.

Pero había oído sus indirectas, él realmente quería que ella viviera y Tsunade... no podía hacer más.

─Hay algo que debes saber. ─insistió ella al no obtener respuesta de su parte, finalmente quedando a su costado.

El moreno remojó sus labios y se incorporó en la silla, otra vez sin querer voltearse a mirarla. Más no quitó su sonrisa soberbia que comenzaba a formarse en sus labios.

─¿La matarás hoy? ¿O la salvarás?   ─preguntó, un toque amargo y cargado de rabia en su voz.

Tsunade se estremeció al oír tales palabras, pues de todos los pacientes y familiares que había visto, ninguno la había llamado asesina o había arremetido contra ella de esa forma. Y aquello, le había dolido en lo más profundo. Si fuese cualquier otra persona seguramente ya le hubiese plantado la bronca, pero era Obito... era diferente, la voluptuosa no sabía explicarse pero estaba segura que con él no podría.

─Óbito, realmente he hecho todo lo que estuvo a mi alcance.  ─intentó explicar la rubia, por poco enredándose entre sus palabras firmes─ Hasta logré que durase tres días más con vida, ella ya debería estar...

─La amenaza sigue en pie, Tsunade.  ─soltó el moreno de golpe, finalmente poniéndose de pie para dejar la habitación─ Y me vale lo que Izune pueda recriminarme por ello, si piensas que con eso te salvas. Hablo enserio.

Su corazón latía con mucha fuerza y aunque en el fondo sabía que no debería comportarse de esa forma y mucho menos haber dicho algo así porque por Izune haría lo que fuese, él no podía contenerse. Por ello, prefirió no quedarse en ese lugar con la rubia y simplemente irse a los cuarteles anbu, dónde mantendría su mente ocupada. Incluso si aún le quedaban unos minutos de su descanso.

Su abuela lo había dicho, los viejos sabios nunca mueren. Ella no moriría.

─Obito, ella no va a pasar la noche. Deberías quedarte a sus últimos minu...

─No morirá.

Dicho esto, salió por la puerta dando un gran portazo mientras sentía como sus ojos comenzaban a picar por las ansias de llorar. Sin embargo, tras un gran suspiro y un apretón de puños, las ganas se esfumaron enseguida. Ella no moriría, su abuela seguiría adelante porque era fuerte. Los viejos sabios nunca mueren, ella lo había dicho.

Ella lo había prometido.  

«...»

  ─Ella no morirá, no puede. No puede dejarme solo.

El azabache llevaba varios minutos murmurando entredientes aquellas palabras en la oscuridad de la noche, caminando a pasos vagos hacia la residencia Senju. Tras haber realizado sus labores en los cuarteles anbu como de costumbre, no había dejado de pensar en lo que podría suceder luego. Quería visitar a Madara, quería ir y tener una lucha ardua para saciar lo que ahora estaba sintiendo. Pero... ni de eso tenía ánimos ya.

No quería asimilarlo.

El saber que alguien cercano va a morir, a veces es mucho más tortuoso que una muerte inesperada. Varios podrían contradecir este hecho, pero ¿Es mejor el sufrir durante varios días al saber lo que va a ocurrir, o sufrir a raíz de lo ocurrido? Obito no sabía la respuesta, pero seguramente sentía que su vida se iba poco a poco al haber notado la oscuridad que lo rodeaba. 

La rubia lo había dicho, ella no pasaría la noche. Quizás sí, debió haberse quedado los últimos minutos de su descanso junto a ella. O hasta que todo terminase y se fuese de una vez por todas al otro mundo.

¿Realmente Izune había vivido aquello tres veces? ¿Cómo pudo? ¿De dónde sacó las fuerzas suficientes para salir adelante? Se repetía el moreno una vez abría la puerta del hogar Senju, su mirada ida en la nada al quitarse las sandalias y la armadura anbu. Observando a su alrededor las fotografías de quienes cuidaron a su mejor amiga tras las perdidas que ella había tenido.

Para muchos, una abuela no significa nada. Para Obito, era mucho más que eso. Él no tuvo padres, hermanos y mucho menos gente que le apoyase en momentos así. Solo estuvo ella, la anciana. Izune también y en su tiempo... Rin. Sin quitar a Kakashi, quien a pesar de lo agrio que solía ser siempre estuvo a su lado pero... ¿Dónde estaban ahora?

Obito suspiró, notando como ni el primero o el segundo estaban en casa. Por ello, simplemente se dirigió a su habitación y se lanzó como un saco de papas, aún observando a la nada mientras se sumía en sus pensamientos. Para un Uchiha, el perder a un ser demasiado querido era una maldición y más para alguien como Obito, el legado de Kōga Uchiha.

─Al menos tendré los poderes de Itachi, algo bueno he de sacar de esto... ─murmuró, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta con fuerza. Recordando todas las cosas que Madara le había hecho saber sobre el ninja de coleta o el mismísimo Fugaku. 

Un mangekyou era algo magnífico para muchos Uchihas, pero había que pagar un precio por ello y aquello no le gustó. Menos en la forma en que Itachi lo había conseguido. Le repugnaba.

Sin darse cuenta, el azabache ya tenía varias lágrimas inconscientes humedeciendo su rostro mientras intentaba pensar en otra cosa para no seguir llorando como un crío de cinco años. Sin embargo, más y más recuerdos junto a la anciana se avecinaban en su mente, atormentándolo de maneras inexplicables. Él ya no podía más.

''Tus padres dieron la vida por ti, por ello deberías trabajar duro y ayudar a los demás...'' 

  ─Ella no puede morir. ─gruñó por lo bajo, limpiando con sus dedos aquellas lágrimas inconscientes que corrían por sus mejillas.

Por más que lo dijese, menos se convencía de ello. La anciana realmente iba a morir.

Todo se había acumulado para él, necesitaba apoyo y mucho, o aquella maldición de pérdida lo consumiría por completo. Una muerte para un Uchiha, es demasiado dolor. Mucho más del que pudiera sentir cualquiera. Hashirama lo sabía, y por ello solo se mantuvo escondido sobre el tejado de su propia casa. Quería ver todo por su propia cuenta, o sentir el cómo su hermana llevaba todo y Obito también.

Incluso si no podía observar a través de los concretos.

El que Obito consiguiera un kamui solo complicaría las cosas para los Senju, y a pesar de haber congeniado la paz, el moreno no parecía mantener aquella paz dentro de sus sienes.  El azabache estaba siendo usado por Madara y lo sabía con certeza, lo quería proteger pero no sabía cómo hacerlo, o... ¿Lo quería para su propio beneficio? ¿No sería conveniente tener un kamui del lado de los Senju en caso de cualquier incidencia?

Todo era un lío para Hashirama.

Obito mordió su labio inferior y se puso de pie, ya no podía más. No podía seguir sumido en su miseria estando solo, él necesitaba de alguien por más que no quisiera admitirlo y aunque sabía que no podría dormir o siquiera tocar la habitación de la peligris estando el ninja del mokuton en casa─porque le había sentido sobre el tejado─ no siseó al caminar hacia su habitación en busca de contención, porque si no lo hacía no podría dormir ni estar tranquilo.

Él estaba mal, roto y sobre todo, dolido. Pocas veces se le veía de esa forma y su mejor ayuda estaba en aquella habitación. Solo un paso más y...

─Izune ¿Estás despierta? ─habló el Uchiha con voz temblorosa tras abrir la puerta y verla recostada sobre su cama con ojos cerrados. Ella se removió unos segundos al escuchar su voz y luego siguió durmiendo como di nada.

Obito fue persistente y picó en sus hombros como de costumbre, logrando que su mejor amiga moviese las fresadas un poco para luego despertar casi por completo. Aunque un tanto sorprendida al ver al moreno ahí a las tantas horas de la noche. Hashirama sonrió de lado, pues un viento se hizo presente a su costado de la nada y tras voltear su mirada supo de inmediato que se trataba de Tobirama. Ambos en silencio mientras observaban la nada.

─O-obito ¿Qué...?

─¿Puedo dormir contigo? ─preguntó, su labio temblando suavemente debido a las lágrimas que amenazaban por salir y el nudo en su garganta─ C-creo que no estoy tan al cien como pensaba...

─Obito...

─Por favor.

Izune estaba sorprendida, y muy preocupada en esos instantes. Pues, había sentido el chackra de Tobirama hace apenas un segundo sobre el tejado y temía por ambos. Pero la mirada de cachorro herido que le proporcionaba el moreno no la dejaba pensar con claridad, su corazón se estrujó de tan solo verlo. Más si no sabía qué era lo que le ocurría.

Entonces, sin sisear o siquiera preguntar otra vez, Izune abrió las tapas de su cama y se corrió hacia un lado. El azabache no demoró en recostarse a su costado, enseguida metiendo ambos brazos alrededor de ella mientras ubicaba su rostro en medio de sus pechos. La peligris correspondió su abrazo, aún sorprendida al volver a poner las fresadas. 

─Obito ¿Que ha ocurrido? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? ─insistió ella, notando como su espalda temblaba suavemente y él se apretujaba aún más con su cuerpo.─ Obito...

El azabache no aguantó más la angustia, ni mucho menos el dolor en su pecho que lo carcomía por todas las cosas que le habían ocurrido últimamente. Por lo que, comenzó a sollozar en el cuello de su mejor amiga como cual bebé fuese sin importar qué. Izune tragó saliva, sin saber si aún estaba dormida o algo por ver a su confidente de esa forma. Él estaba bien cuando llegaron al hospital ¿Por qué...?   

─Oye, tranquilo... ─murmuró la peligris de ojos rojizos, mientras acariciaba su gran espalda con suavidad y besaba su cabellera de vez en cuando. De todas las cosas, esto era lo que menos se esperaba en su noche.

Tobirama suspiró, nuevamente presionando sus puños al sentir como ambos se encontraban en la misma cama. Sin embargo, fue la mano del moreno quien tranquilizó un poco sus sentidos.

─Él lo necesita, ─insistió Hashirama, una leve sonrisa amistosa plasmándose en su rostro─ no queremos un segundo Kōga y lo sabes.

─Le he dado la misión de investigar en su propio clan y se niega, Madara está detrás de todo hermano. Algo quiere de Izune y lo sé con certeza ─gruñó el de cabellos grises, quitando la mano enseguida─deberías preocuparte de esas cosas en vez de pensar en ese idiota de Kōga, o en lo que Obito puede llegar a ser. Kōga está muerto, pero Madara no. Piénsalo bien.

Hashirama dio un suspiro frustrado y observó hacia los monumentos hokage con notable seriedad. Ambos ignorando por completo lo que podría estar ocurriendo en la habitación de la Senju menor.

─¿Qué piensas hacer reviviendo a Kei, hermano? 

Tobirama abrió sus orbes, un tanto sorprendido al oír semejante pregunta. No obstante, no se doblegó frente a la información que intentaba sacar su propio hermano.

─No es de tu incumbencia, que me hayas pillado no te da derechos a saberlo todo.

─Hay veces que pienso... quizás Madara está pensando en lo mismo que tú, Tobirama ─confesó el castaño, el peligris se puso de pie─ y lo que planea realmente no tiene que ver con Izune.

─Aunque Kei sea la madre de Izuna, no quiere decir que él esté pegado a eso o que se hayan querido alguna vez. Algo más trama y tienes que averiguarlo, mis asuntos no te conciernen y mucho menos a Madara.

El primer hokage dio un resoplido y bajó la mirada, todo se le hacía tan confuso.

─Solo espero que Izune no la recuerde. 

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

¡Hola! Sí, se que ha sido mucho tiempo desde la última vez que subí pero he hecho muchas cosas y pues 😭😭 En fin ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Muy brusco el paso de los días? ¿Les causa pena Obito? ¿Moriré en los próximos días? ahre no jaja

Yyy eso, espero que realmente les haya gustado y que no se haya hecho pesado al ser un poco largo 😭 y muchas gracias por leer, realmente lo agradezco y son de lo mejor💓 Un beso a la distancia y muchos cariños💓

Adiosín💓

    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro