[15] Pociones
Hibana miró los ojos afligidos de Azumi-san, había un atisbo de desesperación en sus oscuros ojos, pero Hibana simplemente asintió levemente mientras se levantaba de su cama y se colocaba un traje medianamente formal para la época en la que estaban.
—Izuna-sama... —habló afligida la vieja mujer, parecía haber envejecido mucho desde que Izuna fue herido brutalmente en la batalla, ni siquiera los mejores médicos del clan podrían haber hecho algo para salvarlo cuando la mitad de sus órganos prácticamente estaban fuera de él.
En especial, porque más que médicos como tal, eran más herbolarios que otra cosa, coserían heridas y recetarían hierbas muy toscamente, pero ni de lejos los Uchiha tenían la habilidad mágica de la palma mística como los Senju o siquiera un décimo de la capacidad médica para diagnosticar y tratar de la época moderna, por lo que sus heridos se demoraban mucho más en recomponerse para ir al campo de batalla y muchas veces no lo lograban o quedaban inválidos y con heridas externas.
—Iré... pero solo lo atenderé a él, ¿entendido? —habló Hibana seriamente mirando a la mujer envejecida.
Izuna y Madara eran uno de los muchos niños que Azumi había cuidado a lo largo de su vieja existencia, pero de lejos eran los que más tiempo habían sobrevivido, por lo que ella los veía como sus propios hijos, hijos, a los cuales se negaba a perder de nuevo.
—Lo que sea, solo... solo cúralo, ¿Sí? Sana a Izuna-sama bajo cualquier precio —las lágrimas se deslizaron por el arrugado rostro de Azumi, la desesperación brillando en sus ojos—. ¡Madara-sama está tan deprimido! ¡Temo que haga una locura...!
Ya habían pasado tres días desde que se rumoreaba que Izuna había dado sus ojos a Madara, otros especulaban que Madara se los quitó a Izuna en su momento de debilidad por la desesperación de estar quedándose ciego ante el uso continuo y prolongado del Mangekyo Sharingan -después de todo, si antes era un poco sombrío, ahora cualquier podría confundirlo con un espíritu maligno-.
Hibana miró aturdida y muy impresionada como Azumi podía entrar y venir fácilmente a la mansión del líder del clan, ni siquiera le hicieron mucho atado ni preguntas, ni nada, simplemente la miraron, preguntaron por ella y luego los dejaron pasar cuando Azumi-san hizo una respuesta sencilla, pero directa.
Esperando ansiosamente a que la vieja mujer hablase con Madara, Hibana jugó con las mangas de su Kimono semiformal.
Nadie puede juzgarla por estar nerviosa y ansiosa, estaría contra uno de los boss finales de Narutoverse, ¿Qué puede hacer una insignificante cosita como ella frente a una presión tan siniestra como uno de los villanos/antagonistas más poderosos de todo Naruto? Todos saben que nadie pudo bajar a Madara de los 6 caminos y por eso Kishimoto tuvo que fumarse a los marcianitos como Kaguya.
Al cual ni siquiera los protagonistas derrotaron, sino que sellaron.
Y a muy duras penas.
Madara abrió la puerta, sus ojos estaban muertos y la miraban con una mirada tan vacía que Hibana se preguntó si era en realidad una forma humanoide del abismo mirándola, lo cual, tendría mucho sentido para ella, Madara no solo era demasiado sombrío y demacrado en ese momento, sino que su cabello negro parecía una cortina abisal y sus ojos parecían absorber la luz y la esperanza de cualquiera que lo mirase.
—¿Tú eres Hibana? —preguntó bruscamente el hombre, su voz era ronca, desgastada y no tenía esperanzas en su tono, parecía completamente fuera de sí y, quizás, ni siquiera estaba dentro de sus completas capacidades, si las grandes ojeras que posee le indican algo.
Hibana duda realmente si él le creería en primer lugar, tal vez solo le hizo el favor de la duda por su respeto a quien prácticamente lo crio y educó de pequeño, dándole un poco de cara a la vieja Azumi-sama.
—Si, Líder del clan —Hibana le inclinó respetuosamente y Madara ni siquiera se inmuto, parecía un zombi, un hombre muerto que no esperaba a nada más que su alma se evaporase.
—¿Tienes una forma de sanar a Izuna? —preguntó directamente Madara, no creía en absoluto que esa pequeña mocosa que tuviera en realidad habilidades tan mágicas como las que describía Azumi-san.
—Si... —asintió Hibana con convicción y Madara frunció el ceño de mal humor.
—Si realmente la tuvieras, ¿Por qué no la dijiste antes, eh? ¡Izuna está gravemente herido! ¡Al borde de la muerte...! —la inestabilidad de Madara parecía haberse hecho bastante presente desde incluso antes de que muriera Izuna, por lo que Hibana se estremeció ligeramente y cerró sus ojos, apretando sus puños.
Tenía que ser valiente por su futuro, ¡No quería vivir encerrada en su mundo de Minecraft hasta que se pasaran las amenazas!
—Líder del clan, ¿Realmente creería que tengo una forma de salvar a Izuna-sama si no fuese porque Azumi-sama le dijo que confiase en mí? Incluso si gritase que pudiera ayudar, ¿Alguien del clan necesariamente lo creería? —cuestionó Hibana duramente, tomando todo el valor de su pequeño corazoncito—. Puedo salvar a Izuna-sama, pero es cuestión si usted me deja hacer lo que tengo que hacer sin cuestionarme.
—Tks... —Madara la miró y su chakra oscuro estaba medio distorsionado, enviándole terribles sensaciones a Hibana, pero ella, que había sido envenenada por el terrible, doloroso y agónico veneno de los esqueletos del Wither, no podía echarse atrás fácilmente.
—¿Me dejaría ayudarle, Madara-sama? —preguntó Hibana suavemente y miró a los ojos al hombre.
Madara no creía en esta mocosa, si ni siquiera los mejores médicos del clan o de pueblos cercanos podían salvar a Izuna, ¿Cómo lo podría hacer una mocosa como ella? ¿Acaso Azumi-san estaba tan vieja y senil que confiaba en cualquier mocoso mentiroso?
—Quisiera ayudar a Izuna-sama porque él me ayudó a mí y mi padre, sino fuese por su precisa aparición cuando esos despreciables ladrones de sangre atacaron a los niños del clan en una salida hace algunos meses, tal vez ni mi padre ni yo estaríamos vivos. Le debo mi vida a Izuna-sama —habló Hibana seriamente y miró con firmeza los ojos de Madara.
No había temor ni duda en esos ojos, el negro chocó con el carmesí sangrante y al final, Madara a regañadientes aceptó.
Incluso si ella no hiciera nada, lamentablemente Izuna moriría.
Madara no quería que Izuna muriera.
Si pudiera estar en su lugar, él felizmente intercambiaría posiciones con su hermano menor.
Izuna era lo único que tenía.
Lo único que amaba.
Izuna era su familia, su hermano, su ancla.
Madara sentía que se estaba volviendo loco sin él, en especial porque Izuna en el breve momento de lucidez que tuvo, le confió sus ojos.
Madara cubrió suavemente uno de sus ojos mientras su cara de contraría en una gran expresión de amargura.
—Si algo le sucede a Izuna por tu culpa, me aseguraré de matar a tu familia y amigos frente tuyo antes de asesinarte brutalmente —siseó Madara esperando asustar a la mocosa lo suficiente como para que no tocara a Izuna.
—Lo entiendo... —Hibana asintió concienzudamente y sacó una poción de curación instantánea para mejorar rápidamente el estado de Izuna y estabilizarlo por lo menos.
—¡¿Qué es eso?! —Madara está en el siguiente movimiento a su lado, sosteniendo su muñeca dolorosamente y Hibana gimió del dolor, casi dejando caer la poción.
—Una poción de curación instantánea —gimió adolorida Hibana y finalmente soltó la poción, pero la sostuvo con su otra mano.
Impresionante, ella creyó que había perdido su capacidad de sentir dolor luego de morir tantas veces, pero aquí estaba Madara, haciéndola gemir adolorida, una digna reencarnación de Indra, debe admitir.
—¿No era una manzana dorada o algo así? —preguntó bruscamente Madara mirando con desconfianza a Hibana—. Habla.
La muñeca de Hibana tronó bajo el fuerte agarre del hombre y Hibana siseó.
—¿Ves a tu hermano con la capacidad de comer algo, eh? Masticar y mucho menos tragar, ¡Ese hombre no puede tener la dificultad de digerir! —gruñó Hibana y tiró bruscamente de su mano de Madara.
El agarre era férreo e imposible de soltar sin que se le rompiesen los huesos, pero a Hibana le importó una mierda y tiró más fuerte de su mano hasta que su pulgar se desacomodó y su mano terminó casi como jalea. Mirando enojada Madara, Hibana destapó el corcho de la botella y bebió el contenido, su mano instantáneamente se puso rosada y el daño desapareció a simple vista.
—¡Hum! Mira lo que me hiciste hacer, desperdiciar una valiosa porción en una tontería como esta, ¡Realmente ridículo y un desperdicio! —Hibana miró desafiante a Madara, el cual tenía la mirada fija en su mano completamente sana, sus ojos estaban abiertos con incredulidad y había un brillo extraño en esos ojos que le dio a Hibana escalofríos, por lo que lo regañó aún más fuerte.
Este bastardo, ¿Cómo se atreve? ¡Mira que hacerle pulpa la mano!
—¿Sabes lo valiosa y costosa que es esta maldita poción? ¿Eh? ¡Mucho! Hay demasiados materiales que no se pueden conseguir fácilmente y son muy poco reproducibles — habló Hibana en un tono casi de matón.
En realidad, eso de que era muy difícil de conseguir era una mentira, la poción de curación instantánea era mucho más fácil que la de regeneración, pero eso Madara no lo sabía y quería hacerlo sentir como la mismísima mierda por lastimarla cuando ella amablemente se había ofrecido a ayudar a su hermano menor a sobrevivir a las garras de la muerte.
—¡Tienes suerte de que tenga otra que pueda usarse en Izuna-sama, porque si fuese la última poción que me quedaba, no había podido curarse! ¡Realmente un desperdicio! ¡Mira que señalar la buena voluntad y confundirla con malicia! ¡Un desperdicio! ¿Por qué me ofrecí a curarlo en primer lugar? —preguntó temperamentalmente Hibana intentando desahogar el agravio cometido por Madara.
—¿Puede sanarlo por completo? —preguntó directamente Madara y miró como Hibana sacaba otra poción de la nada y lo miraba venenosamente mientras se frotaba la muñeca herida.
—No, pero al menos lo estabilizará para la poción de regeneración II —dijo sincera y secamente Hibana—. No puedes hacerme desperdiciar la poción de Regeneración II, si la poción de Salud Instantánea II necesita como uno de sus materiales para la formulación Oro, entonces la de regeneración necesita mucho más que un pequeño sacrificio —el rostro de Hibana se puso feo al recordar todas las muertes a manos de los Ghast y como se le quemaron muchas lagrimas por culpa de que cayeron sobre la lava o justamente sobre un fuego encendido en la piedra de Nether.
—¿Regeneración? —preguntó Madara y miró a Hibana intensamente como si hubiera encontrado un tesoro raro.
—Si, aunque solo durará poco más de un minuto, es porque es una poción de regeneración mejorada —Hibana explicó tranquilamente acercándose ahora sí a Izuna, el cual estaba inconsciente y tenía una respiración superficial.
Todos los médicos Uchiha habían diagnosticado que, si no moría en la noche, entonces moriría a la mañana siguiente.
—¿Será eso suficiente? —preguntó preocupado Madara, si el efecto de regeneración era demasiado corto e Izuna no podía regenerarse entonces...
—Creo, un combo de salud instantánea II más Regeneración podría considerarse uno de los combos más poderosos de regeneración aparte de la Manzana encantada —Hibana se guardó en tótem de la inmortalidad, si le dijera a Madara que primero Izuna tenía que morir para revivir, ¿No le cortarían la cabeza de inmediato?
—¿Manzana encantada? ¿No Dorada? —preguntó Madara mirando fijamente las manos de Hibana, las cuales delicadamente ponían la cabeza de Izuna sobre su regazo y le daba de beber la poción a su hermano menor.
—Son diferentes, una manzana dorada te dará varios beneficios y es fácil de crear, en cambio, la encantada es algo que podría prácticamente darte una vida extra si no fuese por el hecho de que son extremadamente raras y no se pueden crear —Hibana negó con su cabeza.
Si, había intentado hacer una manzana dorada chetada, pero no lo logró, quizás su Sistema creyó que era demasiado fácil darle algo tan chetado de craftear y la nerfeó por el bien de la trama.
—¡Izuna...! —Madara se acercó a Izuna al ver como su piel recuperaba mucho color en comparación con lo pálido y traslucido que estaba antes.
Los ojos de Madara se llenaron de lágrimas cuando los labios de Izuna se movieron ligeramente y una voz rasposa escapó de sus labios secos y partidos.
—¿Nii... -san? —jadeó con dificultad Izuna, pero era mucho más fácil de lo que había sentido en días.
—¡Izuna...! —Madara, lloroso iba a lanzarse a abrazar a su pobre hermanito herido si no fuese porque Hibana hizo un desagradable sonido de negación y Madara se contuvo, Izuna se tensó un poco, pero sabía que Madara jamás traería a alguien para hacerle daño, por lo que se relajó a duras penas.
Quizás sea una sirvienta o la hija de una sirvienta.
—Nii-san... ¿Qué está pasando? —murmuró Izuna intentando levantarse, pero Hibana presionó su frente hacia abajo, dejando que la parte posterior de su cabeza se apoyara en sus flacuchos muslos.
—Izuna, no te levantes, aun estás muy herido y no recuperado del todo —habló ansiosamente Madara mientras acomodaba mejor las sábanas en el cuerpo de Izuna y le tomaba la mano, su agarre era tembloroso, pero firme—. Un milagro ha sucedido Izuna, alguien puede sanarte para que estés completamente bien. Mis ruegos a Amaterasu-sama no han sido en vano...
Las lágrimas de Madara eran gruesas y feas, todo su cuerpo grande y robusto estaba desplomado y débil contra la mano de Izuna mientras llevaba la pálida y enfermiza mano del menor a su frente. Hibana incluso podía ver los indicios de mocos en su rostro.
¿Quién diría que vería un lado tan triste de Madara?
Podía sentir toda la tristeza y pesar del hombre frente a ella emanando en oleadas.
—Izuna, Izuna, tienes que recuperarte, ¿Vale? Te daré tus ojos de vuelta, estarás bien nuevamente, tu... —Madara balbuceó desesperado, pero Izuna lo cortó de raíz.
—¡No! ¡Nii-san! ¿De qué diablos estás hablando?! ¡Te di mis ojos voluntariamente para que no perdieras tu luz y obtuvieses el Legendario Mangekyuo Sharingan! ¡No desperdicies mi sacrificio en vano! ¡Eres el líder del clan, no puedes estar comportándote de maneras tan vergonzosas y lamentables! Eres el pilar de los Uchiha, ¡No puedes derrumbarte así, nii-san! ¡Levántate con la frente en alto y con orgullo como siempre! —habló Izuna casi con pasión, ira y regaño en su tono.
Hibana miró el espectáculo de esos dos lloriquearse y regañarse mutuamente durante uno 20 minutos hasta que Izuna escupió sangre.
—¡Izuna...! ¡¿Qué le hiciste?! —Madara miró ferozmente a Hibana y Hibana los miró a ambos antes de rodar los ojos.
—¿Eres tonto? Han estado hablando y exaltándose todo este tiempo, ¿Cómo quieres que se sane si no me dejas darle la poción de Regeneración de inmediato, idiota? —habló bruscamente Hibana y rápidamente recibió una feroz reprimenda de Izuna.
—¡¿Quién te crees que eres para hablarle así al líder del clan Uchiha, eh?! —el tono de Izuna difirió mucho con todo su discurso de antes, ahora parecía un matón de barrio cualquiera.
—¿Eres idiota? ¿Por qué te peleas con quien puede curarte? Ni siquiera me están pagando por esto, solo te estoy devolviendo un favor —Hibana miró con desaprobación al Uchiha ciego—. Pero si quieres morirte, ahí tú, después de todo, ¡No vine aquí a ser humillada! Si quieres sanarte y volver a ser el de antes, ¡Compórtate! Un paciente es un paciente, si ni siquiera puedes mantenerte quieto sin abrir tus heridas, ¿Qué clase de hombre eres? —Hibana miró ferozmente a Izuna y Madara frunció el ceño.
Quería regañar a esa mocosa insolente por tratar así a Izuna, pero si la hacía enfadar, ¡Izuna, sin duda alguna, volvería a decaer! Y no era seguro que a la próxima ella acudiera a ayudar.
—Te pagaré lo que sea necesario, pero por favor, salva a mi hermano —mirando lo poderosas que eran las pociones de esta niña, Madara no podía permitirse el lujo de ofenderla.
Hibana miró avergonzada como el Boss semi final, el hombre que fue ganado por puro guionazo, el Uchiha más fuerte, se inclinaba muy humildemente ante ella, prácticamente postrándose en el piso para pedirle su ayuda.
Con las mejillas sonrojadas hasta las orejas, Hibana apartó su mirada a otro lado.
—¡Tks! ¿Quién dijo que quería algo? ¡Hum! ¡Ya me comprometí con ayudar, no voy a retirar mi palabra! —Hibana apartó la mirada y destapó la poción de regeneración—. Tienes que beber esto, si no te curas del todo puedo darte, muy a mi pesar otra.
Hibana colocó la botella contra los labios de Izuna, el cual frunció el ceño y se iba a remover, si no fuese porque Madara lo detuvo.
—Izuna, bébelo —ordenó Madara sin dejar lugar a contradicciones.
—Pero nii-san... —protestó Izuna, no estaba seguro de si lo que le darían era veneno o algo peor.
—Hazlo. Te lo ordeno, no como hermano, sino como líder del clan —Madara se impuso, por primera vez en su vida, sobre Izuna, el cual puso un rostro feo, pero al final tomó la botella de las manos de Hibana y se la trago en seco.
Izuna hizo un rostro de asco mientras se la tomaba.
Era como tomarse una sopa de sal, pero estaba agria.
Lo que más saturaba sus sentidos, era lo salado que era esa mierda que le habían dado a beber, pero luego lo sintió.
—¿Q-qué está pasando? —preguntó un poco asustado Izuna, sentía un hormigueo asqueroso en su herida causada por el bastardo de Tobirama.
—¡¿Qué le pasa?! —preguntó Madara ansioso.
—¿Creíste que la regeneración era cómoda? —Hibana miró con incredulidad a Madara y luego se acercó a Izuna y cortó los vendajes en el torso del menor, revelando su atroz herida.
Y, como si cientos de gusanos se retorcieran, a un ritmo visible la herida se estaba regenerando, sanando y uniendo sin dejar ni una cicatriz. Izuna llegó a vomitar al sentir sus entrañas repararse como si fueran cientos de gusanos y casi que preferiría no haber estado despierto para sentir esta cosa horrible y asquerosa bajo la palma de sus manos.
—Vaya, que quejica, mi papá no se quejó para nada —habló Hibana mirando a Izuna retorcerse de incomodidad por cómo sus órganos se estaban reacomodando y regenerando.
—¡Cállate, no sabes lo que es esta desagradable sensación! —exclamó Izuna retorciéndose, la ausencia de sus ojos había hecho todo incluso aún más desagradablemente intenso, no podía soportarlo, sentía que se iba a volver completamente loco.
—Vaya, parece que tendrás que tomarte otra, la infección en tus heridas y las áreas necrosadas fueron mucho peor de lo que imaginaba —dio Hibana sacando otra poción, pero Izuna se retorció lejos de su voz.
—Los siento Izuna, esto es por tu bien —habló Madara tomándolo por detrás, impidiéndole que pudiera mover sus brazos y piernas.
—¡Nii-san, detente! ¡No voy a tomar esa sal liquida que me convierte en gusanos! ¡Nunca! —Izuna pataleó, su fuerza obviamente recuperada en un 85%
Izuna empezó a patear las sábanas mientras Madara lo contenía y, mientras gritaba, Hibana le metió la botella hasta la garganta, haciendo que los ojos vacíos de Izuna llorasen sangre, dándole un aspecto espeluznante a sus gasas blancas teñidas de carmesí.
Madara miró a su hermano intentar vomitar la poción regenerativa y le tapó la boca con fuerza, obligándolo a tragar la poción hasta que al final Izuna se rindió a su destino y yació frágil y flácido en los brazos de su hermano mayor, el cual arrullaba suavemente mirando como la herida de Izuna finalmente se regeneraba por completo.
—Eres un monstruo, Nii-san... —murmuró débilmente Izuna, con tanta sal, le iba a dar hipertensión....
Solo que la poción no tenía ni una pizca de sal, sino que eran lágrimas de Ghast, piedra luminosa y una verruga del Nether.
—Seré un monstruo, pero ahora estás vivo y fuerte, a diferencia de como estabas hace unos pocos minutos —habló suavemente Madara y recostó a su hermano en el futón, alisándole el cabello con ternura antes de notar algo extraño—. ¿Izuna?
—¿Mmm? —murmuró débilmente Izuna, su boca se sentía como si se hubiera tragado el mar entero.
Maldita mierda salada, quien sea que le haya dado esta poción de mierda, él se encargaría de convertir su puta comida en sal, su venganza sería hacer que su puta casa esté llena de sal, lo llenaría de sal, él...
—¿Por qué pareciera que tienes tus ojos de vuelta? —preguntó tentativamente Madara y tocó los parpados hinchados de Izuna, provocando que este instintivamente le diera un golpe en la mano.
—¿Cómo así...? —Izuna dijo con incredulidad y empezó a sacarse la venda rápidamente mientras se tocaba los... parpados abultados... parpados que antes estaban caídos y solo eran sus cuencas vacías ahora...
Tragando saliva, nerviosa y tentativamente, Izuna intentó, con esperanzas y mucho pesimismo, abrir sus ojos.
—¡Oh dios mío...! ¡¿Qué mierda?! —Izuna se agarró el pecho al ver el horrible estado de Madara, su corazón latía del susto en su pecho y casi se le va el alma al ver el rostro de Madara.
¿Cómo es que su guapo Nii-san se convirtió en...eso?
Incluso un maldito vagabundo se vería mejor.
Incluso un maldito Senju parecía más agraciado que el estado en el que estaba Madara.
Izuna no podía permitirle esto.
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