[06] Hagoromo's
Hibana sonrió mientras corría junto con un grupo de niños, al principio, era un poco reacia a estar con ellos -después de todo, ¿Cómo podría jugar con un grupo de mocosos a los cuales quizás incluso le triplicaba la edad?-, pero por insistencia de Azumi-san, ella fue de mala gana con el grupo de mocosos y los siguió al campo para jugar con ello -lo cual, en retrospectiva, fue sorpresivamente... divertido, de nuevo, ¿Por qué los adultos no empezaban a jugar a las escondidas, las atrapadas y demás? Era tan divertido... ¿Por qué el crecer hacía que condenara el jugar con amigos al ostracismo?-.
Después de toda una mañana sin descansar ni un segundo de jugar diversos juegos, al final todo su grupo de pequeños idiotas le preguntó a la madre de uno del grupo de niños del grupo si podían jugar por el bosque -lo cual debió ser increíblemente estúpido si lo pensabas con la mentalidad del mundo moderno, pero en esta época, era bastante normal que los niños jugasen en el bosque y, en cierto sentido, para familias shinobis como la Uchiha, era bueno que los niños se familiarizaran cuanto antes con el entorno que rodea al clan-.
Honestamente, Hibana no encontraba nada de malo en ese momento -parece que la llamada estupidez infantil es altamente contagiosa-, su mente estaba llena de adrenalina porque podría explorar un nuevo lugar, como en su sistema de Minecraft -solo que aquí no hay un mini mapa que la guíe y evite que se pierda-, por lo que no sospechó de lo increíblemente estúpida que era la idea de que un grupo de niños estúpidos y llenos de leche corrieran salvajes por el bosque sin supervisión de un adulto.
Dejando de lado el hecho de que las bestias salvajes viven dispersas en el territorio, había que recordar que aún estaban en un periodo de reinos combatientes, por ende, un grupo de mocosos blancos lechosos, con pelo negro oscuridad infinita y con ojos de color abismo, sin duda llamaría la atención.
En especial si todos saben que los ojos tan oscuros en donde no llega ni una gota de luz pertenecen a los ojos Uchiha.
De nuevo, ¿Qué es lo que más odiaban los Uchiha, aparte de los Senju en la época de los reinos combatientes?
Exacto, los ladrones de sangre.
Rodeada de un grupo de personas que no precisamente tienen miradas de buena persona, Hibana sabía que se había metido en un lío.
—Es Nuestro día de suerte, ¿No creen? —uno de ellos rio mientras el grupo de niños se acercaba más el uno al otro, cubriéndose las espaldas como un instinto básico para que no los masacraran a todos— Un grupo de mocosos Uchiha sin protección de nadie...
—Tks... tsk... realmente descuidados, ¿Deberíamos matarlos y robarle sus ojos por ser tan descarados? —habló uno de los hombres negando burlonamente.
Los niños más pequeños del grupo estaban a punto de llorar, el más grande tendría quizás unos seis años, lo cual significaba que ya sabía apuñalar a alguien hasta la muerte, pero eso no significaba que pudiera ayudarlos contra un grupo de adultos.
Hibana frunció el ceño.
—¡U-ustedes son del clan Hagoromo, ¿No? ¡Se supone que se aliaron con nuestro clan Uchiha! —habló una voz que intentaba parecer justa, pero la voz del pequeño asesino tembló y vaciló.
Rectificando que, de nuevo, sigue siendo un niño pequeño, incluso si a esta tierna edad de seis ya había matado a dos o más personas.
—Que estúpido de su parte, creer que solo porque nos aliamos con su clan para derrotar a los Senju's no podríamos atacarlos por la espalda... —rio obscenamente otro hombre, disfrutando de la cara de terror en shock del niño mayor de todo el grupo.
Hibana no necesitaba tener dos dedos de frente como para saber que, o el niño huye vendiéndolos a todos, pero teniendo una oportunidad de escapar o, por el contrario, intenta hacerse el héroe y morir junto con todos ellos.
Era obvio lo que el pequeño de seis años iba a elegir, ante las puertas de la muerte, no había mejor opción que escapar y vivir otro día más.
Hibana no lo culparía si fuese así.
Solo que no fue así.
—¡Dispérsense! ¡Corran en todas direcciones! ¡Ellos son solo seis, nosotros diez, al menos dos o tres de nosotros podrían sobrevivir si tenemos suerte! —gritó el joven mientras sacaba un varios shurikens de su Obi y los lanzaba hacia los hombres del clan Hagoromo.
—¡Tks! ¡Deberían de morir obedientemente, mocosos! —habló molesto uno de los hombres esquivando fácilmente los shurikens del niño, solo para que se desviaran ligeramente y le causaran un corte en la mejilla— ¿Hilos de hierro? Nada mal, solo que los adultos de tu clan lo hacen mucho mejor.
—¡Que empiece la cacería! —gritó uno de los hombres riendo maniáticamente a la vez que chocaba las cinco con otro.
—¡¿No me escuchaste?! ¡Yo los distraeré! —gritó el joven a Hibana, la cual chasqueó la lengua.
—¡No te dejaré morir aquí solo, bastardo! ¿Quién crees que eres para hacerte el héroe? —gritó la niña y se puso de espaldas contra el niño.
—Aawww~ que linda amistad~ ¡Pero ambos van a morir juntos! —habló el ruidoso del grupo y Hibana apretó los dientes.
¿Qué objeto podría ayudarla en esta situación del Minecraft que tenga en su inventario?
No era fanáticas de la lucha en Minecraft, por ello estaba construyendo la jodida fortaleza inexpugnable que ningún monstruo podría traspasar y podría tener una vida tranquila dentro del lugar, pero ahora siente que fue una completa estupidez.
No tiene conciencia de batalla
Ni reflejos.
Ni nada.
Estuvo jugando a las casitas durante todo el tiempo que pudo haber estado preparándose para sobrevivir en este cruel mundo shinobi.
Fue una estúpida.
—¡Maldición...! —el alarido adolorido del niño la sacó de su reflexión y, por primera vez en su vida, vio sangre que no era suya y que no provenía de la regla de nadie.
—¡Cubo de lava! —antes de que Hibana pudiera reaccionar, le dio una zancadilla al chico que estaba a punto de ser decapitado, convocó su cubo de lava y se lo tiró en la cara al Hagoromo que se reía de sus futuras muertes.
El hombre ni siquiera fue capaz de reaccionar cuando vio como un cubo apareció de la nada en las manos de la niña y un contenido rojo vivo se aproximaba a él. Hibana no fue lo suficientemente estúpida como para celebrar su pequeño triunfo y tomó la mano del niño antes de empezar a correr lejos.
El grito del hombre atraería a los otros hombres del clan Hagoromo que estaban cazando a los otros niños, Hibana no sabe si fue la adrenalina o qué, pero se sintió mucho más despierta de la nada, como una inyección de cafeína en sus venas mientras corría de la mano con el niño de seis años, el cual se estaba agarrando el hombro.
—¿Qué fue...? —preguntó el niño, pero antes de que él pudiera terminar su frase, Hibana habló con urgencia.
—¡Tenemos que llegar a las zonas de patrulla para encontrar a los adultos! ¡Solo se esa manera salvaremos a los demás! —habló rápidamente Hibana, solo para caer de cara contra el suelo mientras corrían, arrastrando al niño que había tomado de la mano, y rodar por una pequeña colina, evitando justo que le asestaran shurikens en la cabeza a ambos.
—¡Maldita sea! —el niño cubrió a Hibana con su cuerpo de la caída como si fuese una especie de pequeño héroe que salva a la belleza o algo así.
-Ella parecía más una de esas cosas puntiagudas que tiran los árboles, esas cosas redondas llenas de pinchos por su cabeza ya no tan calva-.
Hibana se aferró al niño con fuerza mientras rodeaban por la pequeña colina, derribando todo a su paso como si nunca se fuesen a detener y fuesen una pelota de nieve en una montaña interminable, al menos hasta que se escuchó un desagradable crujido que le puso los pelos de punta y un gemido del niño que la protegió como si se creyese una manta de goma o algo.
—¡Oye! ¿Estás bien? —Hibana preguntó preocupada mirando al pobre chico con serios complejos de héroe o, con terribles problemas de autopreservación.
—S-si... es solo que se me dislocó el hombro —el niño gimió ligeramente adolorido mientras se sostenía el hombro adolorido, intentando hacerse el fuerte para no preocupar al pequeño niño frente a él.
-Si, habían dejado tan pelada a Hibana que ahora tiene apenas pelusa en el cráneo y parece más un chico-.
—¿C-como te llamas? —preguntó Hibana mirando al niño de arriba abajo, su cabello tenía unas hojas por la caída, al igual que unas ramas, su cara tenía rasguños y suciedad, su kimono estaba lleno de polvo y manchas oscuras que seguramente eran sangre.
—K-kouta... ¿Y t-tú? Si ambos vamos a morir, al menos tengo que saber quién me acompañará a la tumba —rio el niño jadeando y Hibana se alteró.
—¡No digas eso, Kouta! ¡No vamos a morir aquí, no hoy ni ahora! —exclamó Hibana alterada y nerviosa— Mi nombre es Hibana y créeme, no te dejaré morir así de fácil.
Hibana recordó las armaduras que tenía en casa, eran demasiado pesadas como para que niños como ellos la utilizaran en un mundo que no fuese el de Minecraft, las más livianas eran la de cuero y la de cota de malla, pero no tenía demasiadas armaduras de cota de malla, ni siquiera tenía la equipación completa de cota de malla.
Mordiéndose el labio inferior, Hibana sacó el casco de cota de malla de su inventario y se lo puso al niño.
Maldita sea, ¿Por qué le tenían que tocar niños con complejos de héroe? Ella podría escapar a su mundo de Minecraft y sobrevivir, pero nooo, el niño tenía que tener buen corazón y decidir el camino del autosacrificio en vez de decidir ser egoísta como cualquier persona con dos dedos de frente e impedir que ella se vuelva una perra mala abandonando a todos a su suerte.
Kouta sintió que le ponían algo en la cabeza y parpadeó, solo para ver como el pequeño niño a su lado en realidad estaba sacando cosas de la nada como si tuviera un bolsillo mágico o un sello de esos que supuestamente tenían solo los Uzumaki.
-Tal vez el niño... ¿O niña? Hibana sonaba a mujer, pero también había hombres que tenían nombres femeninos, Kouta no sabía cómo llamarlo... ¿...La? Volviendo al tema, ¿Tal vez el niño mató a un Uzumaki y se quedó con todas sus pertenencias? Eso no suena muy lógico mirando lo debilucho que se veía frente a él, así que descartó la idea y propuso algo más racional, ¿Tal vez su padre le regaló su botín de guerra? Eso sonaba más lógico-.
Kouta no es estúpido, bueno, un poco -tal vez un poco distraído, pero no estúpido... bueno, tal vez no tanto-, pero no es tan malagradecido como para cuestionar a su salvador, por lo que hace ojos ciegos a las mágicas habilidades del niño para sacar cosas de la nada y se concentra en la supervivencia.
Originalmente, Kouta quería huir y dejar a todos como cebo, pero su conciencia pudo más y no pudo dejar a los niños abandonados, ellos eran demasiado pequeños como para apenas ser un aperitivo para esos monstruos traidores, por lo quería ser la carnada para que al menos uno o dos sobrevivieran y el clan los vengara a todos por lastimar a los niños, trayendo sus ojos de vuelta a sus familias.
Mientras uno sobreviva, Kouta estaría feliz de sacrificarse.
Él también tenía hermanos pequeños.
Aunque aún gateaban y babeaban y su mamá estaba embarazada de nuevo, Kouta no podría soportar que alguien dejase a sus hermanitos a la deriva, como él no quiere que le hagan eso, entonces no lo haría.
Él no huiría para que solo él sobreviviera
—¿Qué piensas tanto? —interrumpió bruscamente Hibana y lo ayudó a levantarse— Vamos hay que movernos rápido...
—Si... —asintió Kouta y siguió al pequeño niño que se miraba determinado.
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