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VII. Una segunda oportunidad


"La vida nos da muchas oportunidades para valorar y apreciar las cosas mas queridas, pero a veces el dejar pasar una sola nos puede costar perderlo todo."

-Anonimo



—Podrías habermelo dicho —se quejó tratando de ponerse en pie pero la fuerza de sus extremidades era tan baja que parecía un bebé de un año tratando de aprender a caminar. Chester no trató de apurarlo, sabía que el chico había estado largo tiempo dormido y sus músculos aun debían estar sucumbiendo ante el entumecimiento de no haberse movido por ¡quien sabe cuanto! A él nunca le decían nada así que era poco lo que conocía de MORFEO y tampoco es que alguna vez hubiera querido saber.

—No te habría visto poner esas caras de niña asustada si te lo hubiera dicho —bromeó y Isaac le miró mal. Chester se puso serio y dijo—: No podía ponerme a platicar lo que iba a hacer, el tiempo corre —señaló a un invisible reloj en su muñeca.

Y así era, el tiempo corría y lo hacía en su contra. Chester se desesperó de ver que el joven aun no se pusiera en pie. Su paciencia tenía un límite, un límite muy pequeño.

—¡Por favor, apresurate! —pidió sin poder evitar hacer denotar lo irritado que estaba en su tono de voz. Isaac se defendió diciendo que no podía y entonces Chester se disculpó, era nuevo en lo de ser héroe después de todo, y le extendió la mano. Isaac algo desconfiado la tomó y pronto se puso en pie. Chester lo tomó de la muñeca y trató de llevarlo pero este no se movió de su lugar.

—¿Que diablos te pasa? ¿Querías ayuda o no? Ahora la tienes. Vamonos antes de que nos agarren.

"Ayuda", Isaac repitió para sí mismo. Eso le había dicho su otro yo en su sueño, y aún le dolía la espalda.

—No me voy sin Annabelle —replicó.

Chester hizo una mueca de fastidio, por un instante pensó en pegarle un culatazo en la cabeza con su revólver y sacarlo desmayado, así le sería más fácil, incluso podía decir que el chico había muerto y que él mismo lo llevaría a enterrar en aquel foso especial que tenían reservado para los seres como él; era una gran idea pero ésta se fue tan pronto como llegó. El joven estaba preocupado por su amiga y lo entendía. Si Talinda estuviera en peligro tampoco la dejaría y posiblemente estaría igual o más enloquecido que él.

—¿Sabes dónde está? —insistió el chico sacando a Chester de sus pensamientos.

—Sí... —asintió—. Creo que sí. Debe estar en la otra mitad de este maldito monoblock. Sí... Eso. Creo que aun debe de estar ahí. Ven... —lo jaló. Isaac lo siguió aunque no muy confiado.

Chester pasó su dedo por el lector de huellas digitales de la puerta y está automáticamente se abrió. En cuanto esto sucedió, Isaac ingresó a la habitación sin que se lo pidieran y la revisó de arriba abajo, ésta era igual que la otra en la que estaba con paredes blancas. Pero para su desesperación estaba vacía; había una camilla ahí, pero estaba desocupada, las argollas que tenía estaban abiertas de par en par y no había señas de que hubieran sido forzadas.

—¿Dónde está mi amiga? —interrogó Isaac, esta vez había algo de dureza en su voz.

—No lo sé —contestó Chester con franqueza, incluso estaba igual o más extrañado que Isaac—. Se supone que aquí. Debieron de habérsela llevado.

—¿Adónde?

—No sé —Chester recorrió con la mirada la habitación como si así fuera hacer aparecer a la chica por arte de magia—, pero por ahora debemos salir de aquí.

—¿Y mi amiga? —insistió Isaac. Él no quería irse sin siquiera conocer su suerte. Había despertado para ayudarla, ese era el motivo.

—Lo averiguaremos. Sólo salgamos de aquí. En cualquier momento pueden llegar más soldados y te puedo asegurar que no tendrán la piedad que yo —al ver como el chico dudaba agregó:— No tienes nada que pensar. Debemos huir. En nada ayudarás a tu amiga siendo un cadáver.

Isaac tuvo que pensarlo, pero al final terminaron saliendo de la habitación. Aun si Chester no le ayudaba, él iba a volver por su amiga. De eso estaba seguro.

—Esa puerta lleva a perdernos por el laberinto de monoblocks que este lugar tiene —dijo Chester señalando la puerta de salida—. Vamos por la salida de emergencias del monoblock. Esa lleva de manera más directa hacia afuera. Esta en donde nos encontrábamos hace rato.

Isaac iba a preguntar qué era un monoblock, pero en vista de la situación, simplemente se limitó a asentir. No obstante, cuando se disponía a irse se quedó observando la camilla en donde su amiga había estado.

—La encontraremos. Te lo aseguro —dijo Chester poniendo una mano sobre el hombro del muchacho, aunque ni él estaba seguro de ello ni siquiera estaba seguro de que lograran escapar. Todo había sido demasiado premeditado. Y la desapareción de la chica... ¿Tendría algo que ver con la llamada? Esa idea vino a su cabeza, pero no había tiempo de jugar al detective privado. Luego lo averiguaría. Sólo esperaba que no lo hiciera demasiado tarde.

Chester y Isaac abandonaron el monoblock al fin. La idea del primero de darle un balazo al candado que la bloqueaba había funcionado mejor que la de usar algún truco de una película hollywoodense, al menos desde el punto de vista de Isaac.

Corrieron por un pasillo estrecho, no habían tenido ningún sobresalto hasta el momento, por algún motivo los soldados que solían siempre rondar por allí no se hallaban por ningún lado. Chester se extrañó, pero pensó que era mejor así. De estar ellos, él con un pequeño revólver, nada podría hacer más que tratar de hacer relucir su talento como tirador y sólo podría hacerlo hasta que se le agotaran las balas, que no eran muchas, según había contado.

Claro que la quietud y paz de la que disfrutaban acabó en cuanto Chester hubo acabado de pensar aquello, se sintieron ruidos de fuertes pisadas y al instante una pequeña silueta que venía corriendo hasta ellos se empezó a visualizar. Mientras más se acercaba más claro se hacía que era un soldado.

Chester echó un vistazo hacia atrás, contemplando la idea de volver sobre sus pasos, pero prefirió no hacerlo; si aquel soldado venía hacia ellos quién quitaba que tras de ellos hubiera otros más. Disimuladamente, Chester acercó sus manos hasta su revólver.

"Cuatro... Cinco... ", Seis disparos dedujo Chester que le quedaban aun. Debía emplearlos bien. No podía fallar.

No tenía problema en usarlas en contra de sus compañeros, la mayoría de ellos le desagradaban. Y ellos tampoco ocultaban la mala voluntad que le tenían.

Mientras tanto el otro hombre estaba ya más cerca y corría más rápido. Iba directo hacia ellos.

Deslizó su mano sigilosamente hacia el mango del arma, sin embargo cuando se disponía a sacarla, la soltó y su mano volvió hacia adelante. Era quien menos esperaba.

—¡Chester! ¡Chester! ¿Eres tú? —habló el hombre amigablemente en cuanto estaban a escasos metros, Chester hizo una rápida seña a Isaac pidiéndole que se ocultara tras el dispensador de agua que estaba a su lado. Isaac así lo hizo.

El militar se detuvo frente a Chester.

Aquel soldado llevaba por nombre David Farrell y era el mejor y más leal soldado del ejército e irónicamente era su mejor y único amigo en ese lugar.

Acomodó su revólver disimuladamente, pero no alejaría su mano de allí. Pues, nunca se sabe...

El militar era un hombre alto de complexión musculosa, aunque lo más llamativo en él era la abundante barba color anaranjado que tenía. En su hombro izquierdo llevaba colgado un rifle, lo que hizo que Chester se mantuviera más atento a cada movimiento de su amigo.

Era increíble cuán idéntico era a Henrik en ciertos aspectos, Chester pensó, pese a no tener parentesco alguno. La misma porte altiva y orgullosa, el mismo entrecejo fruncido. Aunque no debía de extrañarle, aquel soldado admiraba a Henrik, eso era lo verdaderamente increíble, un tipo aborrecible como él tenía admiradores y Farrell era uno de ellos y como tal trataba de imitarlo en todo lo que podía. Aunque a Chester trataba de no juzgarlo por ello, como cualquier fan, solo conocía los aspectos externos de Henrik, a aquel valeroso héroe de guerra que en el pasado había aparecido en las noticias, mas no tenía idea de quien era verdaderamente aquel frívolo y sanguinario tipo que era capaz de todo con tal de conseguir sus objetivos. Chester había preferido dejar a Farrell en aquella burbuja que disfrutara de aquella admiración, el no era un mal tipo y distaba de algún día convertirse en la bestia que era Henrik. Ademas estaba seguro que, de todas maneras, algún día se iba a terminar enterando de la verdad y ese día acabaría con aquella admiración y sin duda dejaría de imitarlo. Farrell después de todo era un hombre con criterio propio, al igual que él.

—Phoenix... —dijo Chester amistosamente, pues este era el apodo del soldado. Sin embargo, se dio cuenta de que había alargado las palabras más de lo usual— Pues sí creo ser yo —rió tratando de bromear.

¿Se habría percatado de la presencia del muchacho?, se preguntó el soldado. No aún no, pero no tardaría, se respondió.

—¿Phoenix? —murmuró Isaac, extrañado, y sintió unas irresistibles ganas de unirse al grupo para confirmar unas sospechas que tenía, pero no se atrevió.

—¡Ja! Tú y tus chistes sin gracia —se burló Phoenix.

No, definitivamente no sabía, Chester se dijo.

Entonces, se animó a preguntar.

—¿Sabes que ha sucedido? No veo a nadie por aquí. Estas horas suelen ser ajetreadas y sin embargo todo está vacío. Además las alarmas...

—¿No te has enterado? —Chester negó con la cabeza—. Hubo código de emergencia 18_20_59, el sujeto experimental 56_32 escapó con dos científicos y otro tipo más. Debemos reportarnos. Inicia una nueva pesquisa.

—¿Hablas de...? ¿Con quién exactamente?

—Así es la chica. Fue con ese científico... Shinoda, su colega Delson y un tal Bourdon, creo que era su ayudante o asistente o que se yo. Han ordenado que se desplieguen todas las fuerzas por el edificio y zonas aledañas.

«Así que esos tres habían tenido la misma idea que yo ¿eh? Mmmh... Delson ¿quién lo habría imaginado?», pensó.

—¡Ven, apresurate! Debemos ir.

Isaac, sin embargo, se apareció de repente frente a ellos. Sin bien podía quedarse con la duda de quienes eran los tipos con aquellos apellidos que se le hacían tan familiares, no podía resistir el saber acerca del paradero de su mejor amiga.

—¿Cómo que Annabelle escapó?

Phoenix centró sus ojos azules en Isaac, quedando perplejo, y Chester se golpeó la frente mentalmente. Tal vez aun no era tarde para considerar la idea de noquear al muchacho y sacarlo inconsciente, se haría notar menos.

—Él es...  —Phoenix tardó poco en asimilar todo. Su amigable rostro se desdibujó hasta volver a tener su típico ceño fruncido— ¿Estás loco? No ves que te pueden meter preso por esto. Y aun peor estas traicionando al ejército y a nuestro gobierno.

—"El gobierno" , "el gobierno" —Chester dijo, negando con la cabeza—. ¡A la mierda con el gobierno! ¡Estoy harto de trabajar para ellos! Me han sometido por años. Pero ya no más. Yo no soy su esclavo. Ya no soy su jodida arma...

Chester se quedó en silencio, se había dado cuenta que acababa de soltar una verdad que siempre había ocultado a Phoenix, y ahora su gran amigo de años le miraba como a un desconocido.

—Entonces, era verdad...

Chester asintió con la cabeza. No necesitó ni preguntarle a lo que se refería porque era más que obvio. Phoenix siempre había recibido aquellos los maliciosos comentarios acerca de su verdadera naturaleza, sin embargo Farrell se había negado a creerlo.

Pero... ¿cómo creerlo?, Phoenix había pensado, aquel hombre siempre había sido un ejemplo de valor, lealtad. El ideal de soldado. Había aprendido tanto de él. Era verdad, era un hombre solitario y a nadie parecía agradable en el cuartel. Pero siempre había creído que era por simple envidia; la envidia que siempre rodean a aquellos con algún talento como el que Chester tenía. Y sin embargo, era verdad. Toda aquella basura que decían de Chester era verdad. Había sido un asesino, un sicario y aun seguía siendo un mercenario. Él no era más que un...

—Soy un fraude —dijo Chester, sin querer, sacándole las palabras de la boca a Phoenix—. Un fraude, pero yo no quise esto, nunca lo quise. Me obligaron. Siempre estuve metido en líos graves en mi juventud y en el último caí aquí y aún sigo creyendo que de todo esto fue lo peor que me pudo pasar. Habrá preferido la cárcel o la muerte antes que ser la marioneta del gobierno.

Todo seguía encajando en la mente de Phoenix. Por supuesto, por ello se había ganado el repudio del General Samuele Henrik pese a que era su mejor soldado al igual que él, ambos como equipo habían derrotado a varios rebeldes y sin embargo, sólo él se llevaba los laureles mientras que Chester solo era ignorado. Él era ascendido rápidamente mientras que Chester se mantenía en la condición de Cabo.

—¿Qué es lo que harás que con... Él? —preguntó Phoenix cambiando repentinamente de tema— ¿Te lo llevarás de souvenir a tu casa?

Chester dejó escapar una corta risa, no obstante Phoenix continuaba serio.

—No, por supuesto que no. Lo liberé porque quiero regresarlo al universo al que pertenece. No quiero otra víctima más de la crueldad de esta gente.

—Bien... —Phoenix acercó su mano hacia al radiocomunicador. Chester era su amigo pero no tenía otra opción. Debía hacerlo. Debía delatarlo.

—Hay una cosa más que debo decirte. En realidad... que quiero pedirte —Chester hablaba dudoso—. Quisiera que nos ayudaras. Ven con nosotros, no tienes por qué ayudarlos. Eres una buena persona, no eres como ellos. Estoy de seguro. Pues si lo fueras, jamás habría aceptado entrenarte. ¿Qué dices? —Phoenix lo miró perplejo. Chester entonces agregó:— si no quieres ayudarnos, también lo entenderé. Sólo permite que el chico y yo nos vayamos. Luego puedes dar la alerta.

Era una propuesta más que arriesgada, Phoenix estaba muy arraigado al ejército y Chester lo sabía mejor que nadie, pero había visto como Phoenix acercaba su mano al radio. Era más que seguro que prentendía delatarlos. Entonces tuvo que elegir entre disparar a aquel que había sido su único amigo o hacer aquella propuesta y ser él quien saliera herido. Era arriesgado sí, pero era dentro todo sabía que no era tan mala opción. Porque no la había hecho solo por simple amistad, aunque sí había sido su motivo principal. Chester no dejaba de ser un estratega; si Phoenix aceptaba iba a tener un valioso aliado a su lado. Ellos dos ya habían demostrado ser un excelente equipo. Estando juntos les sería más difícil al ejército capturarlos, puesto que perderían no a uno sino a sus dos mejores soldados . En cambio si Phoenix se negaba, ahí si se las iba a ver negras. Eran años de trabajo juntos, él lo había entranado, él había vuelto a Phoenix lo que era. No cabía duda que teniendo a Phoenix encabezando su búsqueda sería capturado sin remedio. El teniente Farrell lo conocía demasiado bien. Incluso podía ser capturado ahora mismo.

—Aún si no los delatara, si lo haces solo, serás... serán —corrigió, mirando a Isaac—, hombres muertos ¿no? Porque dudo mucho que ese "chiquillo" sepa algo de armas ¿estás consciente de eso? ¿Verdad?

El soldado no comprendió a que venía la pregunta pero asintió con la cabeza.

—Iré con ustedes.

Chester fue el que quedó perplejo esta vez. Por supuesto, quería que Phoenix aceptara pero lo veía como una posibilidad muy remota. Más bien se lo imaginaba dando alerta a los soldados usando un megáfono.

No obstante, Phoenix tenía sus propios motivos para aceptar tan descabellada misión. Las palabras de Chester y la forma de expresarse le habían recordado a un viejo amigo de su infancia y juventud. No lo veía desde hace años, desde que los ideales de su amigo los habían obligado a separarse y el no había sido capaz de seguirle. Y sin embargo, había visto aquellos ideales reflejados en quien menos esperaba, en Chester. Para Phoenix fue como una especie de señal que le decía que tenía la oportunidad de hacer lo correcto. De rasarcir ese error.

—¿Hablas en serio? —exclamó Chester sin poder ocultar su sorpresa. Incluso Isaac estaba sorprendido aunque nada se atrevía a decir.

—Sí. Y es mejor que en vez de seguir perdiendo el tiempo con interrogatorios mos vayamos. Aun no se han enterado de que él falta, así que hay aprovechar para estar equipados, conseguir una camioneta y de paso hay que cambiarle la ropa a este chico.

Isaac enarcó una ceja confundido por esto último.

Pero más temprano que tarde obtuvo una respuesta. Phoenix les llevó primero hasta el monoblock 11 que hacía las veces de una armería extra. Phoenix le explicó había más de una y algunas eran atendidas, pero esa en específico era la menos visitada, pero no por eso tenía el menor surtido. Con los demás soldados cazando a los otros fugitivos ellos entraron allí sin problemas.

En aquel pequeño espacio había todo tipo de armas acomodadas perfectamente en anaqueles y otros colgadas en las paredes; desde revólveres, hasta rifles, escopetas y algunas ametralladoras.

Phoenix entonces abrió una cajonera y revolvió entre esas cosas. Hasta que halló lo que buscaba: un uniforme militar. Por lo general, los uniformes se guardaban en otro monoblock, pero era común que algún soldado despistado lo dejara allí al cambiarse para salir rápido.

Le lanzó el uniforme a Isaac y le dijo que se lo pusiera. Ante una nueva mueca  de confusión del joven, Phoenix se limitó a decir:

—¿Quieres salir de aquí con vida o no?

No hizo falta más, Isaac en un abrir y cerrar de ojos se había desecho de sus pantalón jean y camisa a cuadros y ahora vestía igual o mejor dicho casi igual a un soldado en servicio, pues el uniforme le quedaba grande. Los pantalones le quedaban muy anchos y la camisa también pero además las mangas eran más largas que sus brazos.

A pesar de la situación, a Chester le tembló el labio inferior, tratando de evitar soltar una carcajada pero al final fue capaz de contenerla. Phoenix, por el contrario, fiel a su estilo, se mantuvo serio.

—Andando. Debemos conseguir un vehículo —dijo Farrell más como orden que como pedido.

Isaac se abrochó la hebilla del cinturón y salió tras los soldados, mientras se arremangaba las mangas.

Avanzaron hasta llegar a un garage, allí había una basta colección de vehículos desde jeeps hasta enormes camionetas. Faltaban ya varios vehículos. Ni Phoenix, ni Chester estaban del todo seguros de si esos vehículos se habían usado para perseguir a los fugitivos o para ir a atacar más escondrijos rebeldes. Así que no hicieron comentarios al respecto para no alarmar a Isaac.

Phoenix sacó su telefono celular del bolsillo, dio clic en la pantalla táctil del teléfono en un icono en particular y una versión 2D de los autos que tenía en frente  se abrió, en ella se mostraba exactamente igual la lista de autos faltantes y de los que aun estaban allí.

De entre la gran selección que había escogió el N° 423, (su favorito personal) y al instante se oyó el sonido de la desactivación de la alarma del auto y de puertas abriéndose

—Vengan —dijo y se metieron en el laberinto formado por los autos.

Su transporte los esperaba ya con las puertas abiertas, y aunque de lejos se veía exactamente igual a los demás vehículos en el garage, este era diferente. No era una camioneta cualquiera, era un Mercedes Benz AMG 6x6, una camioneta de seis ruedas, una belleza blindada, pintada en color verde oscuro que Phoenix disfrutaba conducir por su resistencia en cualquier tipo de camino, ya sea asfalto, tierra, hasta lodo, y sin duda era la mejor opción a la hora de ser dos soldados al borde de traicionar a su propia gente.


Y aunque al principio el vehículo había llamado la atención de Isaac, su pasión por la tecnología pudo más y toda su atención se fue directo al teléfono que Phoenix había usado para abrir aquel monstruoso vehículo militar. Era un teléfono plano y rectangular, en el cual lo único que había era una enorme pantalla de cristal. Una muy avanzada tecnología para él, pues en el 2006 los teléfonos celulares de su mundo tenían teclado y una mini pantallita. Y no tenían grandes funciones más que hacer llamadas, mandar mensajes de texto, o jugar algún que otro juego pixelado (juegos que en sus ratos libres Isaac solía pasarse jugando por horas, bastante entretenidos, al menos lo eran, hasta el momento de ver ese sensacional teléfono.)

Los dos soldados subieron a los asientos de chofer y acompañante, así que Isaac se tuvo que ir a los de atrás. Phoenix volvió a tomar su teléfono y tecleó una serie de en total seis números y letras que se convertían en asteristicos en cuanto este empezaba con el siguiente carácter, así que Isaac dedujo que se trataba de alguna clase de clave.

En efecto así era, pues en cuanto Phoenix había terminado de teclear el carácter número seis, el motor del auto se puso en función.

—¿Como haces eso con ese teléfono plano? —inquirió Isaac, ya que no daba más de curiosidad con el aparatito. Aun cuando podía sentir el filo del cuchillo recorriendo su garganta, su curiosidad de geek podía más que cualquier cosa.

—¿El smartphone? Es un simple teléfono y sólo usé una aplicación —dijo Phoenix como si hablara de las llaves de su casa y Isaac no pudo evitar hacer una mueca de decepción de la poco informativa respuesta, una mueca que Phoenix notó a través del retrovisor. La camioneta, conducida por el soldado, ya abandonaba el monoblock garage—. Claro, ¡lo olvidaba! —exclamó Phoenix, como reaccionando a una obviedad— Tú perteneces a un mundo muy poco evolucionado. Bien la verdad no sabría explicarte. No trabajo en esto. Pero...—Phoenix descubrió que no sabía como explicarle, sabía como manipular el aparato de arriba a abajo, pero no tenía idea de como explicar lo que era—. Supongo que conoces las computadoras —Isaac asintió—, bien pues son así. Es como reducir la capacidad una computadora a este aparatito —Phoenix tomó el teléfono del tablero del auto y lo alzó hacia arriba, sin sacar la vista del camino.

Isaac no estaba contento con la respuesta, pero no preguntó más; era obvio su desconocimiento del aparato. Además pronto el muchacho encontraría con qué distraerse aún más. Esta vez no era algún aparato tecnológico, sino las instalaciones en sí. Ellos estaban recorriendo una especie de pasillo pero, éste tenía la particularidad de que tenía paredes transparentes y con un techo ovalado, también transparente. A través de ellos, Isaac, pudo ver ciertas raras máquinas, pero la luz azulada que estaba en el pasillo no ayudaba a alumbrar lo que estaba fuera de él. Isaac se decepcionó de no poder verlas, así que se reincorporó en su asiento.

Phoenix se detuvo frente a una puerta metálica, ubicada al final del pasillo.

—Nombre completo y motivo de salida —dijo un soldado de aspecto mayor, en la caseta que se encontraba junto a la puerta.

—Teniente David Michael Farrell, misión código 18_20_59. Recuperación del sujeto 56_32.

El hombre tecleó los datos en su computadora.

—¿Acompañantes?

—Sí. Cabo Chester Charles Bennington, soldado Raso Darien LaRose.

Darien LaRose no era un nombre ficticio en sí, era de un soldado que hacia una semana había desertado de las fuerzas, un escuálido y debilucho que no había sido capaz de soportar ni un mes de entrenamiento. Sin embargo, el nombre le venía al dedillo pues él sabía que se demoraba cerca de un mes en eliminar de la base de datos a cualquier soldado desertor. Además de que el patético joven al que estaban ayudando le recordaba bastante al debilucho ex-soldado.

El hombre tecleo los nombres en la computadora y al confirmar de que existían, la puerta de metal comenzó a elevarse, al tiempo que el hombre decía "pueden pasar".

Ya se hallaban a la mitad de la puerta cuando una voz se oyó hablar desde el radio comunicador de ambos soldados.

"Se informa nuevo código 18_20_59. Sujeto 55_32 ha sido sustraído por el Cabo Bennington y el teniente Farrell. Se solicita bloquear todas las salidas e iniciar la captura de inmediato."

—¡Hey ustedes esperen! —bramó el militar en la caseta, quien también había oído el comunicado. Presionó un botón en la computadora y la puerta comenzó a deslizarse hacia abajo— ¡Están bajo arresto!

Phoenix pisó el acelerador, y terminó de cruzar aquella puerta, justo pocos segundos antes de que se cerrara.

Dos o tres tiros se hicieron sentir, mas sólo uno había alcanzado a la camioneta, pero en ningún punto importante.

—¡Diablos! ¡Estuvo cerca! —chilló Chester. Cuando ya se hallaban yendo a toda velocidad por la ruta.

—Pongan atención: ya somos oficialmente fugitivos. Así que creo yo no podremos movernos a ningún lado en la que halla más militares. Chester si tu idea era devolverlo a su mundo deberá ser suspendido por ahora. Pues la única manera de regresarlo sería entrar al laboratorio de física de dónde vino y eso va a estar complicado sino elaboramos, antes, un plan que nos permita ingresar a esa fortaleza.

—Creo que eso ya lo sospechaba. ¿Pero adónde vamos entonces?

—Ya había pensado en eso también. Cerca de aquí hay un laboratorio abandonado. Está en el olvidado sector diez, no sé si aun siga ahí pero creo que podría funcionar.

—¿Cómo sabes eso?

—Fui a hacer una pesquisa de rebeldes allí hace un año. Pero... no halle nada.

—Bien, suena bien. Pero antes hay algo más que necesito hacer.

—¿Qué?

—Necesito ir a ver a mi mujer y mis hijos. Necesito alertarlos de la nueva situación.

—¿Hablas en serio?  —Phoenix hizo una mueca de disgusto—. Llamalos y ya.

—Tú lo has dicho: Somos oficialmente fugitivos. Ellos ya deben de haber intervenido nuestros teléfonos. Hasta creo que deberíamos tirarlos.

—¡Bien! Hagamoslo entonces. Pero sólo si el chico quiere —Phoenix se inclinó levemente a mirar a Isaac— ¿Estas de acuerdo?



Fin capítulo VII

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Nunca confíen cuando doy una fecha jaja. Perdón por demorar en publicar algo ando ocupada y no muy bien de salud que digamos. En fin, quería decirles que va a ver unos cambios en la historia. No en la trama sino en la estructura. Se debe a que a ver muchos más capítulos de lo planeado. Ya lo sabrán más adelante. Eso es todo por ahora.

Annie B.

PD: Felices pascuas atrasadas! 🐰

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