•dos•
•Jungkook•
A pesar de que las edificaciones de aquella ciudad parecían en perfecto estado el lugar estaba algo así como abandonado, no había nadie en sus alrededores creo que incluso podría ver la bola de polvo rodar en el suelo como en las películas del viejo oeste que solía ver con mis hermanos.
Casi doy otro paso más cuando de una casa salieron corriendo algunos niños sonrientes mientras intentaban quitarle a uno de los que primeros que salió una cosa que traía en las manos.
Los niños se percataron de mi presencia y se quedaron parados observandome raro. Cuando se detuvieron me permitieron ver con más claridad lo que uno de ellos traía en sus manos y los otros le intentaban quitar.
Se me congeló la sangre y me horrorize al ver que en las manos del pequeño se encontraba una cabeza humana que chorreaba sangre fresca.
No sabía cómo debía reaccionar en ese momento, así que sólo me quedé paralizado. Uno de los pequeños comenzó a gritar y una mujer vestida de negro salió corriendo a ver qué sucedía.
Todo pasó muy rápido, la mujer tocó una campana alertando a todo el lugar de mi intrusa presencia y muchas personas vestidas de negro salieron a perseguirme.
Intenté volverme por donde había ido, corrí hacia atrás en línea recta más no encontré cerca alguna. Me estaba desesperando, ya no sabía a donde ir, no tenía donde esconderme.
Mis pies me traicionaron y acabé callendo de bruces contra el suelo.
—Te tengo —dijo una voz a mi espalda y luego todo se volvió negro.
•Sunlee•
Yoongi me había pedido que me quedara en la casa mientras el iba a hablar con Mark, me estaba comenzando a desesperar un poco. Si Jungkook estaba en el bosque prohibido no había casi posibilidades de que regresara.
Nadie nunca había vuelto de allí.
—Te traje un té —habló Soyeon y me entregó una taza humeante. La miré con la nariz arrugada, mi hermana sabía que detestaba el té— Tómalo.
—Yoon se tarda mucho —dije y aparté la taza— Voy a buscar a Kook.
—¿¡Estás loca!? —Soyeon se alarmó cuando me levanté y tomé de la bolsa de caza el arco y las flechas.
—No me voy a quedar aquí parada.
No quiero que muera como mamá y papá.
—Lee porfavor —me rogó mi mayor y yo negué.
—¿Acaso quieres que muera? —hablé mientras me zafaba de su agarre— Si no voy, Kook no volverá jamás.
—Nadie sabe lo que hay allí.
—No te preocupes hermana, cuando venga te lo contaré todo —acaricié su rostro y le regalé una sonrisa— Dile a Yoon que lo quiero.
El camino de la casa hasta el límite del bosque prohibido fue pesado, a veces solía venir aquí y mirar al rededor sin saltar jamás la cerca de alambres.
La leyenda del bosque prohibido había estado entre los habitantes durante mucho tiempo, se decía que el bosque estaba encantado que vivían criaturas mágicas que se comían a los curiosos que cruzaban a su hogar.
También habían otras versiones. Yo siempre creí que en realidad el lugar había estado cerrado por el gobierno porque no querían que se supiera que hay ahí adentro.
Me colgué el arco del hombro y escalé la reja tratando de no caerme al cruzar, y aunque no me caí me hize un corte profundo en el brazo, poco me importó y seguí caminando.
Me pasó por la cabeza llamar a gritos a Jungkook y luego me reí de lo tonta de la idea. Minutos después estaba en la entrada de un pueblo llamado Gehenna. Tomé el arco y lo cargué con una de las flechas mientras caminaba en posición de defensa.
Había mucha gente adelante, parecía que estuviesen admirando algo o a alguien que estaba amarrado en un gran poste de madera.
Comenzaba a tener un mal presentimiento de esto.
Me escondí en la parte de atrás de una de las casas y traté de ver de lejos lo que observaban aquella gente que estaba vestida de negro. Un hombre de mediana edad se apartó y tuve que taparme la boca cuando ví a aquel chico de cabellos negros totalmente aterrorizado y con la ropa ensangrentada.
Jungkook.
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