─Chapter; E I G H T.
𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐀 𝐄𝐒𝐏𝐀𝐃𝐀 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐃.
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❝Tal vez en otro tiempo tú
me hubieras complementado muy bien.❞
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𝕯𝖔𝖘 𝕾𝖊𝖒𝖆𝖓𝖆𝖘 𝕯𝖊𝖘𝖕𝖚𝖊́𝖘.
Los días habían pasado demasiado rápidos, los Mikaelson habían vuelto de Nueva Orleans ahora con Hope y Hayley, la hija de Klaus era un amor de niña simpática, dulce y carismática, al parecer era buena en la magia y un futura bruja brillante; pero no solo vinieron ellos, trajeron a una bruja de ojos azules y piel apiñada, según escuche, su nombre era Davina Claire, también vino Marcel con algunos vampiros. Así que ahora todas las habitaciones de la mansión Mikaelson estaban siendo ocupadas. Si antes mi estadía aquí era un poco vergonzosa ahora lo era mucho más, no tanto porque hubiera más personas en la casa, sino que después de la confrontación con Klaus, me puse a pensar y meditar muy bien lo que había hecho; había golpeado al híbrido original y en su caso me había amenazado que se vengaría de ello.
Ahora por el momento me encontraba en el jardín meciéndome en un pequeño columpio que estaba atado a un viejo y enorme árbol, me sentía en paz por un momento, pero aquella paz no duro mucho tiempo cuando Kol se sentó en el otro columpio a mi lado.
-Te noto distante, ¿todo bien?-me pregunto.
-Sí, solo que el día que ustedes se fueron tuve una pequeña pelea con Klaus; y estaba pensando en ello.
-¿Es por eso qué el esta tan molesto contigo?
-Sí, porque no solo fue una pelea verbal, le di una cachetada.
-Tú en verdad quieres morir.
-No medí mis acciones, lo lamento-murmure avergonzada.
-No tienes por qué preocuparte, todos terminamos explotando cuando se trata de Klaus.
Ambos reímos por aquel comentario, porque era verdad; en este mes que he estado con los Mikaelson me he dado cuenta la facilidad en la que Klaus puede hacer explotar a sus hermanos, hasta a Freya que es la más paciente de todos ellos, el híbrido original tenía un muy mal temperamento en todos los sentidos de la palabra; por otro lado Kol, el hecho que Elena y su hermano lo hayan matado por una estúpida cura para la doppelperra, me hacía enfurecer. Me habían contado esa historia a la perfección, y quien lo hizo fue Klaus, claro está antes de que tuviéramos nuestra pelea; que él fue a donde estaban Jeremy y Damon, cuando este primero era cazador, uno de los cinco, Klaus convirtió a todos los de un bar en vampiros para que Jeremy los matara y completará más rápido la marca, pero éste se negó al decir que eran personas inocentes, igual que Elena en la forma de pensar. Cuando volvieron a Mystic Falls, Elena tuvo la maravillosa idea, noten el sarcasmo, de matar a Kol, ya que él tendría un linaje muy largo y así podría completar la marca junto al mapa para llegar a la cura; lo cual es estúpidamente irónico, porque al fin de cuentas mataron personas inocentes que no tenían nada que ver en el capricho de Elena Gilbert. Porque si pensamos bien las cosas, la réplica de Katherine estaba casi llorando porque no quería ser vampiro, Damon si estaba dispuesto a sacrificar su inmortalidad para pasar toda una vida con Elena, pero ella no era capaz de hacer lo mismo por Damon, ¿alguna cosa más para que diga por qué se parece a Katherine?
-Kol, hay algo que me gustaría decirte.
-¿Qué es?
-Me enteré de lo que los hermanos Gilbert te hicieron.
-Ah, eso, no es tu culpa.
-Lo sé, pero quería pedirte disculpas en nombre de mis hermanos, que no hicieron nada.
-En el tiempo que he llevado en Mystic Falls, me he dado cuenta que ellos harían cualquier cosa para proteger a Elena.
-Yo también.
El me dio un pequeño abrazo dándome a entender que estaba ahí conmigo, yo le correspondí y por un momento sentí el cariño y la protección de alguien, algo que hace vario tiempo deje de sentirlo, ni siquiera cuando volví de mi sueño profundo lo sentí cuando Damon y Stefan me dieron un abrazo de bienvenida, desde que había comenzado a vivir con los Mikaelson, sentí la protección y el cariño que ellos se daban, y sin darme cuenta pequeñas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
-No llores-me murmuró Kol.
-Es que extraño a mis hermanos, extraño cuando me cuidaran y me abrazaran de la misma manera que ahora tú lo estás haciendo.
-Puede que no los tengas a ellos, pero ahora nos tienes a nosotros Victoria.
Y con esas palabras me aferré más a su abrazo. Quién diría que un original con complejos de destripador, egocéntrico y prepotente, tendría un corazón enorme y hermoso, que puede llegar a ser una de las mejores compañías que podrías tener.
Pero aquel hermoso momento no duro mucho tiempo.
-¿Qué haces Kol?-la voz de Davina inundo nuestros oídos-¿Por qué la estas abrazando?
-Porque ocupaba a alguien que la escuchara.
-Para eso no ocupas abrazarla. Suéltala.-su voz sonaba tan molesta que me puse incomoda, y me quite.
-Lo siento, no quería ocasionar problemas, con permiso-y comencé a caminar rumbo a la casa.
-No espera, Victoria-la voz de Davina me detuvo-No quería sonar grosera ni ponerte incomoda, solo que estoy un poco oxidada con las relaciones.
-Todo está bien Victoria, Davina no es como Elena. Puedes confiar en ella-comento Kol.
-Gracias-murmure.
Los dos me sonrieron de una manera cálida y comprensiva, la cual yo regresé, pero aun así seguí mi camino para entrar con los demás Mikaelson. Al ingresar me encontré con Klaus que se miraba molesto y cuando me vio una sonrisa resalto en sus labios y rápidamente llego a mí lado.
-Tú y yo tenemos una plática pendiente, Victoria.
-¿Ah sí?-pregunté con una ceja alzada-¿Y cuál es esa platica?
-La del día anterior, cuando me diste una cachetada.
-Te la merecías, no sabes ser caballero.
-Claro que lo se ser, pero solo con las que son en realidad mujeres.
-Ignorare tu comentario porque se perfectamente bien que solo quieres hacerme enojar.
-De hecho solamente quiero tu disculpa.
-Pues te quedaras esperando, porque no llegará, puesto que no me arrepiento de nada.
Y al parecer eso lo hizo molestar, porque de tener su sonrisa ladeada llena de cinismo y arrogancia, la cambio por una mueca molesta y fría, rápidamente me tomo del brazo y me puso contra la pared de una manera retadora y molesta.
-¿Qué haces?-pregunté molesta.
-Enseñándote quien manda aquí.
-¡Suéltame!-le grité enfurecida.
-¿Por qué debería de hacerlo después de la cachetada que me diste?
-¡Te he dicho que me sueltes!-le grité escandalizada.
-Sí no me pides perdón, no te soltare.-dijo con una sonrisa ladeada.
-Y yo te he dicho que no te pediré disculpas.
-Entonces espero que no te moleste que haga esto-y de una rápida movida mí cara estaba ahora en la pared, y mí espalda estaba dándole en su pecho-Pídeme disculpas y te dejo ir.
Él me tenía tomada fuertemente del brazo, no de la misma manera que me había tomado Damon, pero de igual manera me dolía; sabía que si no me disculpaba no me soltería, así que me trague mí orgullo, inhale y exhale y deje mi dignidad de lado.
-Perdón-dije de manera clara y firme- solo sentí que soltó mi brazo y poco a poco se fue apartando de mí.
-No fue tan difícil-murmuro.-Ya te puedes ir.
Y con el enojo llenando mí cuerpo subí rápidamente a mi habitación, sentía el enojo abordad cada parte de mí ser de una manera oscura y llena de ira. Pero una parte de mí sabía bien que debía de pedirle disculpas. Solo esperaba que no se hiciera costumbre.
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